
En 1 Corintios 12:13 dice que en un solo Espíritu todos fuimos bautizados en un solo Cuerpo y que a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu. Si examinamos este versículo a la luz de los versículos del 3 al 12, veremos que beber equivale a invocar el nombre del Señor y a hablar. Cuando hablamos, bebemos. El bautismo que nos introdujo en el Cuerpo, el cual ocurrió hace casi dos mil años, nos puso a todos en el lugar correcto para beber. De manera práctica, beber equivale a ejercer nuestra función, a invocar el nombre del Señor y a expresar algo por el bien del Cuerpo. Si usted no dice nada en la reunión, no podrá beber. Aparentemente cuando hablamos, las palabras salen de nosotros, pero en realidad estamos bebiendo, es decir, estamos recibiendo algo. Cuanto más hablo, más bebo. Es por ello que me siento satisfecho después de que hablo en la reunión. Probablemente usted ya ha tenido muchas veces el sentir de decir algo en la reunión; pero por ser cuidadoso, perdió la oportunidad y se fue a casa derrotado, sintiéndose como una llanta desinflada. Sin embargo, también podemos testificar que cuando hablamos en la reunión, regresamos triunfantes a casa. Esto indica que si hablamos en las reuniones, bebemos mientras hablamos. A medida que las palabras proceden de nuestra boca, bebemos. Cuando hablamos, bebemos. Es por esta razón que todos debemos aprender a abrir nuestra boca en las reuniones.
En 1 Corintios 12:15 y 16 dice: “Si dice el pie: Porque no soy mano, no soy del cuerpo, no por eso deja de ser del cuerpo. Si dice la oreja: Porque no soy ojo, no soy del cuerpo, no por eso deja de ser del cuerpo”. Debemos entender cuál era la intención de Pablo al escribir estas palabras. Muchos cristianos piensan que, como miembros del Cuerpo, no son tan buenos ni tienen una condición tan elevada como la de otros. Por ejemplo, tal vez pensemos que nuestras manos son mejores que nuestros pies. Supongamos que uno de los miembros del Cuerpo que es un pie, dice: “Sólo soy un pobre pie, no soy una hermosa mano; por lo tanto, no soy del Cuerpo”. Ésta es una manera de menospreciarse a uno mismo. Yo sé que muchos santos en su corazón se menosprecian a sí mismos y dicen: “No soy muy bueno. El Señor no me dio cinco talentos ni dos talentos; ni siquiera estoy seguro de que me haya dado un talento entero. Debido a que soy tan pobre, no necesito ejercer mi función”. Los que se sienten así pueden llegar a pensar que no son del Cuerpo. Cuando asisten a la reunión, actúan como un extraño o un simple espectador. Ellos no participan en las actividades que realiza el Cuerpo. Por consiguiente, la intención de Pablo en estos versículos era decirles a los que en su aspecto externo parecen ser inferiores a los demás, que no deben menospreciarse a sí mismos. Tales miembros no deben decir que no son del Cuerpo.
Después de hablar del pie y de la mano, Pablo habla de los oídos y los ojos. Los ojos son relativamente más sobresalientes a los oídos. Cuando uno mira a la cara de una persona, lo primero en que se fija son los ojos, no los oídos. Así como los pies son aparentemente inferiores a las manos, los oídos aparentemente son inferiores a los ojos. En el Cuerpo, algunos son pies y otros son oídos, y ambos pueden considerarse inferiores a otros miembros. Algunos de entre nosotros tienen este concepto y dicen: “No soy tan inteligente como el hermano Fulano. Por lo tanto, no necesito decir nada en la reunión. Incluso si dijera algo, no saldría tan bien. Por lo tanto, quedo excusado de ejercer mi función”.
En mi experiencia a través de los años, he llegado a conocer la psicología de los santos. Algunas de las hermanas dicen: “Nosotras somos los vasos más frágiles. En las reuniones, los hermanos deben ser los que asumen la responsabilidad porque ellos son los más fuertes”. Todos pueden disculparse diciendo que son demasiado viejos, demasiado jóvenes o demasiado tímidos. Por esta razón, sólo unos pocos, tales como las manos y los ojos, ejercen su función en las reuniones. La razón por la cual muchos no ejercen su función es que se creen inferiores a otros. Si fueran un pie, se considerarían inferiores a la mano. Si fueran un oído, se considerarían inferiores a los ojos. Por este motivo, no ejercen su función. Pareciera que es por humildad que no ejercen su función, pero en realidad se trata de una especie de orgullo. Hay quienes piensan que si no pueden decir algo excepcional, con mejor elocuencia que el apóstol Pablo, no dirán nada.
Todos necesitamos experimentar una conversión y ser como niños pequeños que poco a poco aprenden a hablar sin pensar si son listos o tontos. Uno de mis nietos hablaba todo el día, pese a que casi nadie le entendía lo que estaba diciendo. Incluso era difícil saber en qué idioma estaba hablando. Sin embargo, día tras día su hablar fue mejorando. Al principio, no hablaba bien ninguna palabra. Pero gradualmente empezó a usar bien las palabras. Ahora habla inglés mejor que yo. Todos los santos deben aprender a hablar en las reuniones, aunque a veces parezca que están hablando tonterías. Por supuesto, no deseo animar a nadie a que diga tonterías intencionalmente. No obstante, en la iglesia todos somos una familia, no una universidad donde todos estudian para obtener una maestría o un doctorado. La mayoría de nosotros todavía está en kindergarten o incluso en nivel preescolar. Algunos están en la escuela primaria, otros en la escuela intermedia o en escuela secundaria, y hay unos cuantos en nivel universitario. La iglesia no es un ejército, sino una familia, un Cuerpo.
No debemos decir que no somos del Cuerpo. Si usted dice: “No soy del Cuerpo”, eso indica que piensa que no necesita ejercer su función. El hecho de que el pie diga: “Porque no soy mano, no soy del cuerpo”, significa que el pie siente que no necesita ejercer su función. En este pasaje de la Palabra, no ser del Cuerpo equivale a no ejercer la debida función. Muchos de nosotros —quizás ocho de cada diez— somos así. Muchos piensan que debido a que no son talentosos ni dotados, no necesitan ejercer su función. Eso significa que piensan que no son del Cuerpo. Todos los que se quedan sentados en la reunión, tienen este concepto. Tal vez digan que no, pero interiormente dirán: “Puesto que no soy un anciano, no necesito hacer nada en la reunión”. Aunque tal vez usted no sea igual de dotado que los ancianos, no por ello deja de ser un miembro del Cuerpo. Usted no puede decir que no es nada. Si no es la mano, al menos es un dedo meñique. Por lo tanto, usted tiene que ser del Cuerpo, es decir, debe ejercer su función en las reuniones.
Cuando vengamos a las reuniones, debemos ser como jugadores de baloncesto. No obstante, cuando algunos santos vienen a la reunión, no vienen como jugadores, sino como espectadores. Los que se portan como espectadores sienten que no son parte del equipo, que no son del Cuerpo. Sin embargo, todos somos parte del equipo. Por consiguiente, cuando vengamos a las reuniones, debemos venir como jugadores, con la expectativa de jugar en el partido. Necesitamos ser corregidos en este aspecto. Quizás algunas de las hermanas digan: “No soy muy inteligente ni dotada. No es necesario que ejerza mi función”. Pareciera que estas hermanas no son del Cuerpo. En realidad sí son del Cuerpo, pero debido a que se consideran inferiores a otros, no ejercen su función. Ellas dicen: “Soy como un pobre pie. Nadie me presta atención. Mejor le cederé mi turno a los que son ojos o manos para que ellos se exhiban. Yo prefiero hacerme a un lado”. No piensen así. Por inferior que usted parezca al compararse con los demás, debe sentirse orgulloso de lo que es. El pie debe decir: “Es cierto que a veces huelo mal, pero si yo no camino, el cuerpo no podrá caminar. Si no toco la tierra, ¿cómo podrá el cuerpo tocar la tierra? Me siento orgulloso de ser un pie”. Asimismo el oído debe decir: “Estoy orgulloso de ser un oído. Si no oigo, el cuerpo tampoco podrá oír”. Los miembros que son como los pies o los oídos deben aprender a enorgullecerse y a exaltarse a sí mismos. Aunque a los religiosos tal vez les moleste escuchar estas palabras, es decir, que algunos de los miembros del Cuerpo deben enorgullecerse, con todo, esto es muy necesario. Sin embargo, si los miembros se vuelven demasiado orgullosos, después tendrán que ser humillados.
En el versículo 24 Pablo dice: “Dios concertó el cuerpo”. La palabra concertar en este versículo es muy significativa. A veces el Señor le permitirá enorgullecerse. Pero si se vuelve demasiado orgulloso, Él lo humillará. Para concertar, es decir, templar algo, uno primero lo calienta y luego lo enfría, de la misma manera en que un herrero templa el hierro para que sea adecuado. A fin de que el acero sea más fuerte, él primero calienta el metal y luego lo mete en agua fría. Esto es lo que significa templar. De la misma manera, Dios templó el Cuerpo. Si usted no logra que la gente se sienta orgullosa, entonces no es un buen ministro. Les animo a todos ustedes a que se sientan orgullosos. Digan: “Alabado sea el Señor, ¡soy un pie maravilloso!”. Sin embargo, después de que lo haya ayudado a sentirse orgulloso, tendré que ponerlo en agua fría. Algunos pastores religiosos siempre les dicen a las personas que sean humildes. Sin embargo, muchos de ustedes se menosprecian a sí mismos y son esclavos de la humildad que ustedes mismos han forjado. Así que quiero sacarlos de sus tumbas de humildad y ayudarlos a remontarse en el cielo. Quiero enseñarles a ser orgullosos. Sin embargo, después de que se remonten en el cielo por cierto tiempo, tendrán que ser puestos en una jaula. Esto no es agradable, pero es necesario. No diga que porque no es una mano, sino un pie, no es del Cuerpo y, por tanto, no necesita ejercer su función. Usted debe sentirse orgulloso de lo que es. No se menosprecie a sí mismo ni alimente una humildad fabricada por usted mismo.
El apóstol Pablo fue sabio. Después de hablar de los miembros que se menosprecian a sí mismos, dijo: “Ni el ojo puede decir a la mano: No te necesito, ni tampoco la cabeza a los pies: No tengo necesidad de vosotros” (v. 21). El hecho de que el ojo diga que no necesita la mano demuestra que hay orgullo. Por otra parte, el hecho de que el pie diga: “Porque no soy mano, no soy del cuerpo” demuestra que hay una humildad fabricada por uno mismo. En su orgullo, el ojo puede pensar que es un miembro excelente y maravilloso, y que no necesita la mano. Sin embargo, el ojo nunca debiera decir a la mano: “No te necesito”. Tampoco la cabeza debiera decir a los pies: “No tengo necesidad de vosotros”. Debido a que la cabeza está arriba y los pies están abajo, la cabeza puede sentirse muy orgullosa y pensar que no necesita los pies. Así que, Pablo primero trata el problema de los que son humildes, y luego el problema de los que son orgullosos. Ambos están equivocados, y ambos necesitan ser templados. Por esta razón, Dios templó el Cuerpo, exaltando a los que se sienten menos y humillando a los que se sienten superiores. Él hace que los humildes se enorgullezcan y que los orgullosos se humillen. Si usted está entre los que son humildes, no debe decir que no es del Cuerpo. Y si está entre los orgullosos, no debe decir que no tiene necesidad de otros miembros. Así como el Cuerpo es concertado o templado conjuntamente, finalmente los que están abajo serán templados para que estén un poco más arriba y los que están arriba serán templados para que estén un poco más abajo. Cuando esto suceda, todos ejerceremos nuestra función, y el Cuerpo llegará a existir de manera práctica.
En las reuniones cristianas de hoy el Cuerpo no está presente de hecho ni en realidad. Muchos de los que se estiman inferiores no se consideran parte del Cuerpo, y muchos de los que tienen un concepto elevado de sí mismos piensan que no necesitan de los demás. Pareciera que ellos mismos pueden ser todo el Cuerpo. Por lo tanto, todos necesitamos ser templados. Los que no ejercen su función deben aprender a hacerlo, y los que se exceden en su función deben aprender a no excederse. En una de las reuniones en Anaheim, dije que estaba cansado de oír a algunos hermanos que hablaban demasiado en las reuniones. Debido a que los que tienen un bajo autoestima piensan que no son del Cuerpo, y a que los se creen superiores a menudo piensan que no necesitan de los demás, éstos tienden a ser muy visibles en las reuniones. Esto no permite que el Cuerpo sea exhibido. Si sólo unos cuantos miembros ejercen su función en las reuniones, no tendremos el Cuerpo de manera práctica. Sin embargo, los que no ejercen su función no deben culpar a los que sí lo hacen. En lugar de pensar que no son del Cuerpo, ellos deben ser animados a ser más fuertes y más osados que aquellos que con frecuencia ejercen su función. Ellos no deben permitir que los ancianos sean los únicos en ejercer su función. Si les preguntara a los ancianos de cierta iglesia por qué se exceden tanto en su función, tal vez dirían: “Hermano Lee, sufrimos mucho mientras esperamos que otros ejerzan su función. Son muchos los miembros que no llevan su propia carga. Ellos vienen a la reunión para gozar de un buen tiempo de descanso”. Por lo tanto, tanto los que ejercitan demasiado su función como los que no ejercen su función, están mal. Es por ello que el Cuerpo no se hace manifiesto en las reuniones. En vez de ello, sólo sobresalen los que participan a menudo. Muchos de los santos no son espirituales en las reuniones. Éstos se quedan sentados sin ejercer su función, quizás criticando a otros. Por esta razón, no tenemos el Cuerpo de manera práctica. De ahora en adelante, el más pequeño entre nosotros debe ejercer su función y desbordar con palabras todo el tiempo.
No debemos ser orgullosos ni tampoco humildes. En vez de ello, todos necesitamos ser templados. Dios concertó, templó, el Cuerpo. En el Cuerpo no hay ni fríos ni calientes, sino que todos han sido templados. El Cuerpo es uno solo, pero los miembros se encuentran en diferentes niveles, así como los miembros de nuestro cuerpo físico también se encuentran en diferentes niveles debajo de la cabeza. Sin embargo, todos los miembros en los diferentes niveles son necesarios. Cuando todos los miembros ejercen su función, tenemos el Cuerpo en realidad.
Si todos en las reuniones fuéramos como Pablo, Pedro y Juan, eso sería terrible. Si todos fuéramos un gigante espiritual dudo que podríamos tener una reunión. Dios no reúne a tantos gigantes. Nuestro cuerpo sólo tiene dos hombros. Sin embargo, supongamos que los dedos, los pulgares y los oídos fueran hombros. ¿Qué clase de cuerpo eso sería? Así que no sueñen con que todos en la iglesia local serán un hombro fuerte. Para darles otro ejemplo, las iglesias locales deben ser rebaños de corderos. En estos rebaños no hay burros grandes ni tampoco vacas grandes. En lugar de ello, todos debemos ser pequeños corderos. En las diferentes localidades sólo debemos tener rebaños. Si todos como “corderos”, o sea, como miembros del Cuerpo, ejercemos nuestra función, tendremos el Cuerpo entre nosotros. El Cuerpo sólo existe cuando todos los miembros ejercen su función. Cuando yo hablo, todo mi cuerpo participa en esa acción. Si mi boca no estuviera unida a mi cuerpo, entonces no podría ejercer su función. Por lo tanto, es preciso que todos nos demos cuenta de que somos miembros del Cuerpo. No digan que no son del Cuerpo. Debe decir: “¡Alabado sea el Señor, soy del Cuerpo! Me siento muy orgulloso de ser parte del Cuerpo”.