
En 1 Corintios 12:31 Pablo dice: “Anhelad, pues, los dones superiores”. Aunque Pablo no nos dice que rechacemos los dones inferiores, él dice que anhelemos los dones superiores porque éstos son más provechosos para la vida del Cuerpo. Por lo tanto, todos debemos aprender a desear los dones superiores. Al leer 1 Corintios 12 podemos ver fácilmente que estos dones superiores están relacionados con los apóstoles, profetas y maestros. Éstos son dones que están relacionados con el hablar. Además, en 1 Corintios 14:5 Pablo dice que el profetizar es más provechoso para la iglesia que el hablar en lenguas. En el capítulo 14 Pablo trata de hacernos ver que debemos preocuparnos más por el profetizar que por el hablar en lenguas. Sin embargo, en el movimiento carismático de hoy vemos todo lo contrario. En el movimiento carismático el hablar en lenguas, el cual es la cola, ha llegado a ser la cabeza.
En 1 Corintios 12:31 Pablo también dice: “Mas yo os muestro un camino aún más excelente”. No sólo debemos anhelar los dones superiores, sino también ponerlos en práctica conforme al camino más excelente. Una cosa es tener los dones superiores, y otra es practicarlos según el camino más excelente. Uno puede tener los dones superiores y a la vez no disponer del camino más excelente para ponerlos en práctica. En este mensaje siento la carga de tener comunión con ustedes en cuanto al camino más excelente de practicar los dones.
Por supuesto, el camino más excelente se revela en 1 Corintios 13, que es la continuación directa del capítulo 12. En 1 Corintios 13:1 dice: “Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como bronce que resuena, o címbalo que retiñe”. El bronce que resuena y el címbalo que retiñe son sonidos de objetos inertes. Por lo tanto, ser como bronce que resuena o como címbalo que retiñe significa ejercer nuestra función sin ninguna vida. Debemos orar al Señor, diciendo: “Señor, muéstrame la diferencia entre la función y la vida. Muéstrame que es posible hacer sonidos, pero no tener vida”. Pablo continúa diciendo que es posible tener el don de profecía, entender todos los misterios y todo conocimiento, y tener fe para trasladar montes, y aun así no tener amor. Si tenemos todas estas cosas pero no tenemos amor, no tendremos nada que ver con la vida. Además, es posible que demos cosas materiales a los pobres, e incluso entreguemos nuestro cuerpo para ser quemado, y aun así no obtener ningún provecho debido a que no tenemos amor (v. 3). Esto nos muestra que es posible poseer muchos dones y funciones, y a la vez estar carentes de vida.
En 1 Corintios 1:7 Pablo dijo que a los corintios nada les faltaba en ningún don. Sin embargo, en 3:1 dijo: “Yo, hermanos, no pude hablaros como a hombres espirituales, sino como a carne, como a niños [lit. bebés] en Cristo”. Pablo les dijo a los corintios que ellos no sólo eran niños, sino incluso bebés. Los bebés siempre tienen más juguetes. ¿Quién creen ustedes que tiene más juguetes: un bebé, una persona de edad mediana o un anciano? Obviamente, los bebés tienen más juguetes, porque los juguetes se hacen para los bebés y los niños. Si ustedes leen 1 Corintios cuidadosamente, verán que el concepto de Pablo era que jugar con los dones era como jugar con juguetes. Quizás usted pregunte: “¿Dónde hay un versículo que diga que los corintios eran como niños que juegan con sus juguetes?”. Por supuesto, no hay un versículo que diga esto de forma explícita, pero si examinan todo el libro, descubrirán que esto era exactamente lo que Pablo quería decir.
En 1 Corintios 1:7 Pablo les dijo que a ellos no les faltaba ningún don; en 3:1 les dijo que eran como bebés; y más adelante, en 13:11, dijo: “Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; mas cuando ya fui hombre, dejé lo que era de niño”. ¿Qué quería Pablo decir con “lo que era de niño”? Si ustedes leen los capítulos 12, 13 y 14, reconocerán que las cosas que son de niños son los dones. Algunos que se oponen al hablar en lenguas dicen que esto infantil. Sin embargo, las cosas que son de niños según el versículo 13:11 no sólo se refiere al hablar en lenguas, sino también a la profecía, la enseñanza e incluso a los tres dones principales que son los apóstoles, los profetas y los maestros. Si usted juega con estas cosas, éstas serán cosas de niño para usted. Pablo parecía decir: “Ustedes, corintios, están jugando con los dones al igual que los niños juegan con sus juguetes. Para ustedes la profecía, la enseñanza, el hablar en lenguas, la sanidad y los milagros son juguetes. Para ustedes estas cosas han venido a ser cosas de niños”. ¿Dónde encuentran ustedes un grupo de cristianos en el que nadie juegue con juguetes? Este grupo no existe porque los cristianos en todas partes juegan con juguetes. Si somos sinceros y justos, tendremos que reconocer que esto también se da entre nosotros.
Lo que determina si jugamos con juguetes o no es el crecimiento en vida. Por mucho que los jóvenes digan que no juegan con juguetes, el hecho es que sí juegan con ellos. Cuando yo fui a echarle un vistazo a mi nieto de ocho años, me dijo que era un buen niño, que se portaba bien y que había hecho su tarea. También me dijo que le gustaba leer la Biblia, y luego me leyó los primeros dieciocho versículos de Juan 1. Me sentí muy contento de que pudiera leer tan bien todas las palabras. Pero inmediatamente después de hablar conmigo, empezó a enseñarme cómo podía caminar sobre el sofá y la mesa de la sala. Cuanto más le decía que parara, más seguía haciéndolo. Para él cualquier cosa es un juguete. Cuando me ayuda a regar el jardín, se pone a jugar con la regadera y las macetas. Sin embargo, no me enojo con él porque sé que es un niño al cual le gusta jugar y hacer de cualquier cosa un juguete. Si dejara de jugar, eso sería un indicio de que está enfermo, pues los niños no sienten ganas de jugar únicamente cuando están enfermos.
Los jóvenes en la iglesia deben darse cuenta de que todavía juegan con juguetes. Al oír esto, quizás se desilusionen y digan: “El hermano Lee ha dicho que somos niños que juegan con juguetes. Olvidémonos entonces de las reuniones y quedémonos en casa”. Si hacen esto, eso será un indicio de que están enfermos. En lugar de quedarse en casa, deben venir a las reuniones y jugar con sus juguetes. No se desilusionen de saber que todavía son niños. Yo me siento muy contento cuando veo a los jóvenes jugar con sus juguetes. Cuando veo a mis nietos jugar, me pongo contento de saber que son fuertes, activos y normales. Asimismo, me alegra verlos jugar a ustedes con juguetes en la reunión. Sin embargo, no me sentiría contento si viera a los ancianos jugar con juguetes, puesto que ya son muy mayores para hacer eso. Pero es saludable que los niños jueguen. Si uno les prohibiera jugar, los mataría. Sucede lo mismo en la vida de iglesia hoy. Necesitamos alentar a los jóvenes a que continúen jugando con sus juguetes en las reuniones. Cuando ellos participan en la reunión nos damos cuenta de que eso es para ellos como jugar con un juguete. Sin embargo, estaría mal si los hermanos de más edad jugaran de la misma manera.
Nosotros en la iglesia no somos un ejército ni una escuela, sino una familia grande que incluye a personas de todas las edades. Por lo tanto, en las reuniones debemos tener actividades para todas las edades. Los que juegan con juguetes no deben sentirse descontentos con los de más edad. Los que juegan son los jóvenes, los que tienen menos tiempo, los jóvenes que han sido salvos por muy poco tiempo. Ellos necesitan poder jugar en la reunión. A fin de darles esa oportunidad, debemos conducir las reuniones de una manera muy familiar.
Sin embargo, aún necesitamos crecer en vida. Después de hablar de tantas cosas en el capítulo 12, el apóstol Pablo nos dice que anhelemos los dones superiores. Luego dice que él nos mostrará un camino más excelente. El camino más excelente para practicar los dones es el camino del amor. El camino del amor es el camino de vida, pues el amor es la expresión de la vida.
Como hemos visto, hablar en lenguas, los milagros y las sanidades pueden llegar a ser cosas de niños. Todo depende con qué medida de crecimiento en vida se practiquen estos dones. Mientras mi nieto me leía Juan 1, él se portaba muy juguetón. Pero yo no lo condené. Al contrario, me sentí contento. Sin embargo, si uno de los ancianos me leyera Juan 1 de una manera igual de juguetona, eso me desagradaría muchísimo. En la vida del Cuerpo, necesitamos el crecimiento en vida, y también ejercer nuestra función conforme al crecimiento de vida. Aunque me gusta ver a los jóvenes ejerciendo su función de manera juguetona en las reuniones, me desagradaría mucho ver a hermanos de más edad ejerciendo su función de la misma manera. Si usted no posee el crecimiento en vida, le será imposible evitar jugar. Debido a que usted está en la edad de jugar con juguetes, no podrá hacer las cosas de otra manera.
Algunas madres ejercen un estricto control sobre sus hijos. El primer año que vine a Los Ángeles observé a algunas madres que traían a sus niños pequeños a las reuniones. Cada vez que los niños daban guerra, las madres los castigaban. En cierto sentido, estoy de acuerdo con esta clase de castigo. Pero, en otro sentido, no estoy de acuerdo porque uno no puede cambiar la edad de un pequeño “monito” por medio del castigo. No importa qué le haga uno a un niño, éste seguirá siendo un “monito”. El “monito” necesita tiempo para crecer. Si usted no permite que un niño pequeño juegue, lo matará. En cambio, las personas que son de mi edad, de más de setenta años, ya no somos tan traviesos. Al contrario, preferimos tener más tiempo para descansar.
De manera que la función está relacionada con la edad. Si no tenemos la edad apropiada, no podremos practicar los dones de la mejor manera, aunque éstos sean los mejores dones. Si no tenemos la edad correcta, será difícil que practiquemos los dones de la manera apropiada. Por lo tanto, todos necesitamos crecer. Le doy gracias al Señor porque en Su recobro Él ha ganado a muchos, especialmente a muchos jóvenes. Siento la carga de decirles a ustedes que necesitan crecer. A menos que crezcan, no podrán practicar los dones de la manera adecuada. Si son infantiles, su práctica será anormal. El camino más excelente para ejercer nuestra función es el camino del crecimiento en vida. Éste es el camino del amor.
No piensen que el amor es algo sencillo. No, a fin de amar, debemos tener una vida madura, normal y debidamente equilibrada. Uno no puede esperar que un niño de cinco años ame de la manera apropiada. Los niños se pelean en un momento dado y un minuto después se aman. Su amor fluctúa. Éste no es el amor que nos exige la Biblia. La Biblia nos exige un amor permanente, un amor duradero, equilibrado, moderado y apropiado. Si queremos tener esta clase de amor, necesitamos el debido crecimiento en vida. Es preciso que veamos cuánto necesitamos crecer en vida por causa de la vida del Cuerpo.
Supongamos que usted me visita en mi casa y únicamente encuentra allí a mi esposa y a varios de mis niños menores de cinco años. ¿Qué clase de familia sería ésa? Sin embargo, si usted visita mi familia, encontrará allí al menos tres generaciones: los abuelos, que son los de más edad; los padres que son de edad mediana; y los niños. Esto es lo que queremos ver en el recobro del Señor. Siempre que nos reunamos, debemos ver a algunos ancianos, a otros de edad mediana, a algunos jóvenes y a algunos niños.
Con este ejemplo deseo recalcarles que necesitan procurar obtener el crecimiento apropiado en vida, la vida que se expresa por medio del amor. El amor apropiado es sustentado por el crecimiento en vida. Eso significa que el amor verdadero se expresa y se mantiene en una condición de madurez. Si en el Cuerpo hay un buen número de santos que son maduros, habrá un amor equilibrado entre nosotros. Si no amamos de la manera apropiada, eso significa que no somos equilibrados y que no hemos alcanzado la debida norma del crecimiento en vida. Pero si hemos alcanzado la edad apropiada, ciertamente se manifestará un amor equilibrado entre nosotros.
En el Nuevo Testamento no sólo tenemos 1 Corintios, sino también 2 Corintios. En el Nuevo Testamento siempre que encontramos dos libros con el mismo nombre, el segundo es más vital que el primero. Por ejemplo, 2 Corintios es más vital que 1 Corintios, 2 Timoteo es más vital que 1 Timoteo, y 2 Tesalonicenses es más vital que 1 Tesalonicenses. Por lo tanto, no debemos detenernos en 1 Corintios, sino avanzar a 2 Corintios. La segunda Epístola a los Corintios no tiene que ver con nuestros dones, sino con nuestra persona. En este libro lo que importa es cuánto hemos sido ungidos y sellados (2 Co. 1:21-22).
En 2 Corintios 3:3 el apóstol Pablo nos compara a una carta: “Siendo manifiesto que sois carta de Cristo redactada por ministerio nuestro, escrita no con tinta, sino con el Espíritu del Dios vivo; no en tablas de piedra, sino en tablas de corazones de carne”. No se trata de cuántos dones tengamos, sino de cuánto haya sido escrito sobre nosotros. Lo que importa es que somos una carta de Cristo, una carta que hable por Cristo y ministre Cristo a otros. ¿Cuánto de Cristo ha escrito el Espíritu del Dios vivo sobre usted? El Espíritu viviente constantemente debe escribir algo de Cristo sobre usted. Es posible que en los pasados años el Espíritu haya escrito mucho en su ser. Si es así, entonces no será una carta de sólo dos o tres páginas, sino quizás de centenares de páginas. Si alguien empieza a leerlo a usted como una carta de Cristo, se tardará varias horas en terminar. Mientras lo lee, le dirá: “Ciertamente este hombre tiene mucho de Cristo. Es una persona llena de Cristo”. Sin embargo, algunos de ustedes sólo tienen tres o cuatro palabras escritas en su ser. Eso es lo que usted es como carta de Cristo.
En 2 Corintios el apóstol Pablo ya no tenía en su mente los dones. En vez de ello, hizo que la iglesia en Corinto dirigiera su atención a la necesidad de que Cristo fuera escrito en el ser de todos los santos. Algo de Cristo tiene que ser inscrito en su ser, no con tinta, sino con el Espíritu viviente. Todo lo que se halla escrito en su ser, lo ha escrito el Espíritu. Si una gran medida del Espíritu ha sido inscrito en su ser, no siempre necesitará ejercer su función. Algunas veces lo único que necesitará hacer es permitir que otros lo lean. En 2 Corintios no vemos tanto el asunto de ejercer nuestra función, sino de ser leídos por otros. Cuando otros se acercan a usted, ¿hallarán algo de Cristo en usted que puedan leer? Todos necesitamos que el Espíritu vivificante escriba a Cristo en nuestro ser. Si en las reuniones no hay nadie que tenga a Cristo escrito en su ser, usted tendrá la sensación de que esa reunión está vacía. Pero si al menos hay un hermano que tiene a Cristo escrito en su ser, la reunión será enriquecida. Dicho hermano no tendrá necesidad de decir nada ni hacer nada; simplemente su presencia enriquecerá la reunión, debido a que el Espíritu viviente ha escrito mucho de Cristo en su ser. Así que debemos avanzar de 1 Corintios, la primera etapa, a 2 Corintios, la segunda etapa. En 1 Corintios se nos presenta el asunto de nuestra función, mientras que 2 Corintios nos habla del Cristo que es escrito en nuestro ser.
En 2 Corintios 3 Pablo primero nos compara con una carta en la cual las personas pueden leer a Cristo, y luego nos compara con un espejo que a cara descubierta mira y refleja a Cristo. Como carta que somos, necesitamos que algo sea escrito en nuestro ser; pero como espejos, necesitamos reflejar algo. ¿Cuánto de Cristo ha sido escrito en su ser, y en qué medida usted refleja a Cristo? Si usted refleja a Cristo, no siempre tendrá que ponerse en pie para ejercer su función en las reuniones. (Sin embargo, con esto no estoy diciendo que no deba ejercer ninguna función). Si Cristo ha sido escrito en usted y si usted ha estado mirando a Cristo a cara descubierta día tras día, en la reunión usted será un espejo que lo refleja. Cuando las personas lo miren a usted, verán a Cristo. Esto no tiene que ver con el hecho de ejercer una función, sino con el hecho de reflejar a Cristo. Reflejar es mucho más importante que ejercer una función. Sin embargo, en la religión de hoy las personas saben muy poco del asunto de ejercer nuestra función y no les interesa el asunto de reflejar.
Cuando asistimos a las reuniones, debemos reflejar a Cristo. Esto no tiene que ver con los dones, sino con el crecimiento. A medida que crezcamos en Cristo, el Espíritu viviente escribirá más de Él en nuestro ser. Todo lo que haya sido escrito sobre nosotros es lo que reflejaremos. Por lo tanto, no somos simplemente una carta, sino también un espejo que refleja a Cristo. Hoy en día Cristo necesita cartas y espejos. Él necesita muchas cartas en las cuales el Espíritu vivificante y todo-inclusivo haya escrito a Cristo, a fin de que las personas puedan leer a Cristo. Nosotros somos esas cartas vivas. Al mismo tiempo, debemos ser resplandecientes, espejos que a cara descubierta reflejan al propio Cristo que ha sido escrito en su ser. Esto fortalecerá, elevará y enriquecerá la vida del Cuerpo. Necesitamos de esta vida del Cuerpo, una vida del Cuerpo no sólo según 1 Corintios, sino también según 2 Corintios.
Muchos cristianos no ven la diferencia que hay entre Romanos 12 y 1 Corintios 12. Para ellos, Romanos 12 y 1 Corintios 12 son iguales, pues ambos hablan acerca de la vida del Cuerpo. Sin embargo, Romanos 12 es mucho más avanzado que 1 Corintios 12 puesto que la vida del Cuerpo en Romanos 12 es producto de la transformación. Después de 1 Corintios 12 viene 2 Corintios 3, donde encontramos el asunto de la transformación. Esto indica que en las dos epístolas a los Corintios la transformación se menciona después de la vida del Cuerpo. En otras palabras, en las epístolas a los Corintios la vida del Cuerpo se practica antes de la transformación. Sin embargo, Romanos 12 es diferente, pues allí la transformación viene primero, y luego le sigue la práctica de la vida del Cuerpo.
Aparentemente, 1 Corintios 12 y Romanos 12 hablan de lo mismo. Sin embargo, la condición y la etapa en ambos capítulos son diferentes. En 1 Corintios 12 se nos habla antes de la transformación, mientras que Romanos 12 nos habla después de la transformación. Antes de la transformación, en 1 Corintios 12, Pablo mencionó las cosas milagrosas y los dones tales como el hablar en lenguas y la interpretación. Pero después de la transformación, en Romanos 12, él no expresó ni una palabra acerca de los milagros, las sanidades, las lenguas ni la interpretación de lenguas. Esto indica que abandonar estas cosas ya de por sí es un gran avance. En 1 Corintios 12 encontramos muchos juguetes, pero en Romanos 12 no vemos ningún juguete. Cuanto más crezcamos, menos juguetes tendremos. Los queridos creyentes que vemos en 1 Corintios eran muy jóvenes y todavía estaban en la edad de tener juguetes. Pero los creyentes que se describen en Romanos 12 eran más maduros, más avanzados, y no tenían juguetes.
El asunto crucial aquí es la transformación. Les repito nuevamente que la vida de iglesia en 1 Corintios aún no había experimentado la transformación, mientras que la vida de iglesia en Romanos 12 sí había experimentado la transformación. Esto revela que necesitamos avanzar mediante la transformación para tener una vida de iglesia sólida con pocos juguetes. En la vida del Cuerpo que aún se encuentra en la etapa de la niñez hay muchos juguetes, cosas tales como las sanidades, los milagros y las lenguas. Pero en la vida de iglesia que es más sólida, en la cual se ha experimentado una buena medida de transformación, no encontraremos muchos juguetes. Esperamos que las iglesias en el recobro del Señor crezcan por medio de la transformación. Todos debemos crecer, permitiendo que el Espíritu vivificante escriba a Cristo en nosotros. Entonces seremos cartas llenas de Cristo que otros podrán leer. Además, debido a que Cristo ha sido grabado en nosotros, le reflejaremos, y las personas verán a Cristo en nosotros. Así, seremos cartas de Cristo que las personas pueden leer, y espejos de Cristo que lo reflejan a Él para que otros puedan verlo. Ésta es la vida de iglesia que ha avanzado en la expresión de Cristo. Ésta es una vida de iglesia más sólida, en la cual muchos santos han sido transformados en favor de la vida del Cuerpo. Si no vemos esto hoy, yo espero poder verlo en el futuro. Sin embargo, espero que incluso hoy en todas las iglesias haya más cartas y espejos, y no solamente niños que juegan con sus juguetes. Muchos aún se encuentran en la etapa de 1 Corintios jugando con sus juguetes, pero otros ya se encuentran en la etapa de 2 Corintios. Ellos son cartas en las que otros pueden leer a Cristo, y espejos que reflejan a Cristo. Ésta es la vida del Cuerpo.
Todos debemos anhelar ser cartas extensas por causa de Cristo. Debemos orar, diciendo: “Señor, hazme una carta extensa de más de doscientas páginas. Señor, que otros te puedan leer en mí. Señor, anhelo que cada vez que venga a la reunión, las personas puedan verte reflejado en mí”. Si usted es este reflejo de Cristo, no tendrá necesidad de ponerse en pie ni de expresar ninguna palabra. Incluso si sólo permanece sentado en la reunión, reflejará a Cristo e irradiará algo de Cristo en toda la reunión. He conocido hermanos y hermanas que con el simple hecho de venir y sentarse en la reunión, elevaban la atmósfera. ¡Cuánto enriquecían las reuniones con su presencia! Asimismo, cuando no estaban presentes, las reuniones se sentían vacías. Necesitamos de algunos santos que enriquezcan las reuniones de esta manera. Si todos los hermanos con este rico contenido fueran quitados de la iglesia, no quedaría nada. Pero cuando estos hermanos están en la vida de iglesia, la iglesia es sólida, tiene peso espiritual y está llena de vida. Necesitamos de las cartas y los espejos. Necesitamos experimentar mucho la transformación para ser trasladados de 1 Corintios 12 a Romanos 12. La vida del Cuerpo debe avanzar de 1 Corintios 12 a Romanos 12 por medio del proceso de la transformación.
Esta transformación requiere que nuestro cuerpo sea presentado y que tengamos un espíritu ferviente (Ro. 12:1, 11). Romanos 12 habla del cuerpo, el alma y el espíritu. Por causa de la vida del Cuerpo, nuestro Cuerpo debe ser presentado, nuestra alma debe ser transformada y nuestro espíritu debe arder. Es posible que usted ame la iglesia y presente su cuerpo para la iglesia, pero no haya experimentado mucha transformación en su alma. Tal vez su mente siga siendo natural y sus conceptos sean viejos. En ese caso, usted necesita ser transformado y renovado en su alma. Asimismo, es posible haber experimentado la transformación y ser fríos en nuestro espíritu. A fin de avanzar en la vida del Cuerpo, debemos presentar nuestro cuerpo al Señor y también al Cuerpo. Debemos presentar nuestro cuerpo al Señor por causa del Cuerpo. Además de esto, necesitamos que nuestra mente sea renovada para que nuestra alma pueda ser transformada. Por último, nuestro espíritu necesita ser encendido. Si reunimos todas estas condiciones, tendremos una vida apropiada y sólida del Cuerpo.
Esta vida del Cuerpo no consiste simplemente en exaltar a los que se sienten inferiores, ni en humillar a los que se sienten superiores, de atemperar a los miembros, de adornar los miembros menos decorosos ni de fortalecer a los miembros más débiles. Esto es demasiado superficial. Si únicamente nos preocupamos por la cabeza y por la cola, y por mantener una secuencia apropiada, estaremos siendo muy superficiales. Necesitamos de una vida sólida de iglesia en la que haya mucha transformación. Para ello, es necesario que nuestro cuerpo sea presentado, que nuestra alma sea transformada y que nuestro espíritu sea ferviente. En otras palabras, necesitamos ser trasladados de 1 Corintios 12 a Romanos 12. Entonces ya no tendremos tantos juguetes, y no nos importarán los milagros. Eso es lo que el Señor desea en Su recobro. Sé que esto no sucederá de la noche a la mañana, ni puede lograrse mediante un crecimiento acelerado. Sin embargo, he recibido la carga de compartir con ustedes una visión de algo que está por venir. Es menester que todos recibamos esta visión.