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Mensajes del libro «Espíritu y el cuerpo, El»
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CAPÍTULO VEINTIUNO

ALGUNOS ASUNTOS CRUCIALES EN CUANTO A LA VIDA DE IGLESIA

  En este mensaje quisiera abordar diversos asuntos relacionados con el Cuerpo. El primero tiene que ver con la doctrina.

DOS CLASES DE DOCTRINA

  La doctrina no necesariamente es algo negativo, pues la Biblia se compone de doctrinas. Sin embargo, debemos discernir la diferencia entre dos categorías de doctrina. La primera contiene aquellas doctrinas que no causan divisiones, mientras que la segunda categoría incluye doctrinas que causan división. Ciertas doctrinas, aquellas que constituyen nuestra fe, son básicas. Sin embargo, hay muchas otras doctrinas que no son básicas.

LA FE COMÚN

  Nuestra fe está constituida de ciertas doctrinas básicas. Primeramente, todos debemos creer que Dios es uno y al mismo tiempo triuno: el Padre, el Hijo y el Espíritu. Todo aquel que no crea que Dios es uno solo y a la vez triuno está en un error. Esta doctrina acerca de Dios no genera división; al contrario, es básica y todos los cristianos deben creerla. En segundo lugar, todos debemos creer que nuestro Dios se encarnó en el Hijo. Eso significa que el Hijo de Dios se encarnó y llegó a ser un hombre. Todos los que no crean esto no pueden ser salvos. Tercero, todos debemos creer que Jesucristo, el Hijo de Dios se encarnó y se hizo hombre, vivió en la tierra y murió en la cruz por nuestros pecados para lograr nuestra redención. Al tercer día, Él resucitó de los muertos tanto físicamente como espiritualmente, y ahora es nuestro Salvador, nuestro Señor en resurrección y nuestra vida. Si creemos en Él, nuestros pecados serán perdonados, Él entrará en nosotros como nuestra vida, y nosotros seremos regenerados. Todos los que han sido regenerados conforman la única iglesia. En cualquier localidad donde ellos residan, son la expresión local de la iglesia universal. Por último, todos los santos en las iglesias están esperando que el Señor Jesús regrese para recibirlos a Sí mismo. Éstas son las doctrinas básicas, las doctrinas que constituyen la fe salvadora, las doctrinas en las cuales debemos creer para ser salvos. Debido a que todo creyente genuino y saludable retiene estas tres doctrinas básicas, ellas son llamadas la fe común (Tit. 1:4). Con respecto a ellas prácticamente no hay ninguna discusión entre los santos.

INSISTIR ÚNICAMENTE EN LAS DOCTRINAS BÁSICAS

  Además de estas doctrinas básicas, la Biblia contiene muchas otras doctrinas. Aunque estas doctrinas son necesarias e importantes, no forman parte de las doctrinas básicas que constituyen la fe. Desde el tiempo de la Reforma hasta hoy, ha habido muchísimas divisiones. Casi todas ellas han sido causadas por estas diferentes doctrinas. Ninguna división ha sido causada por una de las doctrinas básicas, pues ninguna de ellas divide a los santos. Las divisiones han sido causadas por las diferentes doctrinas divisivas. Por lo tanto, debemos ser cuidadosos al respecto. En el recobro del Señor nosotros insistimos en las doctrinas básicas que constituyen la fe. Si alguno no retiene estas doctrinas básicas, no es un creyente genuino, ni es salvo. Sin embargo, aparte de las doctrinas básicas, no insistimos en ninguna otra doctrina. ¿Son asuntos tales como el hablar en lenguas, el orar-leer, el lavamiento de los pies o el invocar del nombre del Señor doctrinas básicas? Desde luego que no. Ninguna de estas doctrinas constituye la fe. Si usted practica o no el hablar en lenguas, el orar-leer o el invocar del nombre el Señor, eso no afecta en nada su salvación. Mientras usted crea que Dios es uno y también triuno, que el Hijo de Dios se encarnó como hombre, que Jesucristo murió en la cruz por nuestros pecados, que resucitó al tercer día y que regresará otra vez, usted es salvo y es un miembro de la iglesia. Es posible que una persona nunca haya practicado el orar-leer ni hablado en lenguas; sin embargo, si comparte la fe común, es salva. Pero si usted no cree en las doctrinas básicas, no es salvo, aunque sus pies hayan sido lavados miles de veces.

  Tomemos por ejemplo la doctrina acerca del reino; ésta tampoco es una de las doctrinas básicas de la Biblia. Algunos maestros de la Asamblea de los Hermanos dicen que el reino fue suspendido. Sin embargo, la Biblia revela que el reino está aquí hoy. No obstante, queremos advertirles a los jóvenes que no salgan a enseñar esta perspectiva particular acerca del reino como si fuera una doctrina de la iglesia local. Además, el asunto de ejercitar el espíritu tampoco es una doctrina básica. Me preocupa que algunos de los jóvenes puedan insistir en que los demás crean que el reino está con nosotros hoy y que los demás deben orar-leer, invocar el nombre del Señor y ejercitar su espíritu. Si los jóvenes hacen esto, se estarán comportando de manera sectaria. No debemos insistir en ninguna de estas cosas.

  Recientemente, un hermano me dijo que algunos santos están preocupados porque las iglesias que están usando los mensajes del Estudio-vida podrían convertirse en la secta de los mensajes del Estudio-vida. No tenemos la más mínima intención de presionar a las iglesias a que usen los mensajes del Estudio-vida. Si no sienten apetito por estos mensajes, no deben usarlos. El hecho de que los usen de ningún modo constituye a las iglesias una secta, así como tampoco comer pollo o beber leche nos hace sectarios. Comemos y bebemos porque tenemos hambre. Lo mismo debe aplicarse al hecho de leer los mensajes del Estudio-vida. Cualquier iglesia que no use los mensajes del Estudio-vida sigue siendo una iglesia.

  Lo mismo podemos decir de la práctica de orar-leer y de invocar el nombre del Señor. Si usted no siente la necesidad de orar-leer, entonces no intente hacerlo. Nadie lo excluirá porque no sienta deseos de orar-leer.

  Asimismo, si una iglesia se encuentra en un estado de aletargamiento y es negligente, con todo, sigue siendo la iglesia. Si los que están en una iglesia particular creen que todos los cristianos serán arrebatados al mismo tiempo, siguen siendo la iglesia. Pero otros, incluyéndome a mí mismo, creemos que los vencedores serán arrebatados primero, mientras que los que hayan sido derrotados tendrán que pasar por la gran tribulación. Sin embargo, tanto los que creen que todos los cristianos serán arrebatados al mismo tiempo como los que creen que los vencedores serán arrebatados primero, son parte de la iglesia. No debemos pensar que los que creen que los vencedores serán arrebatados primero son la iglesia, y que los que creen que todos los cristianos serán arrebatados simultáneamente no son la iglesia. Ya sea que una iglesia sea sobria o negligente, sigue siendo la iglesia.

  No debemos insistir en ninguna de las doctrinas que difieren de las doctrinas que constituyen la fe. Sin embargo, ciertamente es necesario que conozcamos la Palabra pura y andemos conforme a ella. No queremos ser descuidados ni negligentes, ni permanecer bajo la influencia que impera entre los cristianos de hoy. Espero que todos podamos ver la diferencia entre estas dos categorías de doctrinas. La iglesia local se edifica sobre la unidad que es según el Espíritu y según la localidad. De ninguna manera se edifica sobre doctrinas acerca del reino de los cielos, el orar-leer o el ejercicio del espíritu.

NO DEBEMOS ARROGARNOS NINGUNA AUTORIDAD

  Ahora quisiera decir algo en cuanto al liderazgo de las iglesias locales. Entre nosotros no debemos arrogarnos ninguna autoridad. Es una vergüenza que alguno de nosotros se arrogue a sí mismo autoridad o desee ser líder. En Mateo 20:25-27 el Señor Jesús les dijo a Sus discípulos: “Sabéis que los gobernantes de los gentiles se enseñorean de ellos, y los que son grandes ejercen sobre ellos potestad. Mas entre vosotros no será así, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros será vuestro esclavo”. Cualquiera que desee ser grande debe servir a los santos como esclavo. La iglesia es diferente del mundo. En el mundo, los reyes se enseñorean del pueblo, pero en la iglesia los más encumbrados deben ser esclavos. Todos los ancianos deben ser los sirvientes de las iglesias. Si alguno presume tener autoridad o tener cierto rango o posición, eso es una vergüenza. Nada es más vergonzoso que procurar un rango, una posición o un título. Esto es una vergüenza no sólo para la persona que lo procura, sino también para todo el recobro. Nuestro espíritu debe rechazar y condenar este tipo de búsqueda. Aunque probablemente consideremos a Pablo el principal apóstoles, él era alguien que laboraba como esclavo, a fin de servir a las iglesias y cuidar de ellas. Según el Nuevo Testamento, los ancianos no se arrogan a sí mismos ninguna autoridad; por el contrario, son servidores, aquellos que laboran. Todos debemos tener claro que entre nosotros no se debe desear obtener un rango, una posición o un título. Al contrario, debemos repudiar esta práctica tan vergonzosa.

OBEDECER A QUIENES EJERCEN EL LIDERAZGO

  Hemos visto el aspecto relacionado con el asunto de la autoridad, y ahora debemos ver el otro aspecto. Hebreos 13:17 dice: “Obedeced a vuestros guías, y sujetaos a ellos”. En Hebreos 13 se hace referencia tres veces a los que ejercen el liderazgo (vs. 7, 17 y 24). Damos gracias al Señor porque en Su recobro Él nos ha dado un buen número de hermanos que asumen el liderazgo. Los ancianos son aquellos que asumen el liderazgo, aquellos que guían. Los ancianos deben tomar la iniciativa en todo, incluyendo la limpieza de los baños del salón de reuniones. Un anciano no debe dar órdenes y esperar que los santos trabajen como esclavos limpiando el salón de reuniones. Si a alguno de los ancianos le parece que el baño necesita ser limpiado, él mismo debe ser el primero en hacerlo. Luego, cuando los santos ven lo que los ancianos hacen, deben seguirlos. Obedecer es seguir, sujetarse al que guía. Sin embargo, esto ciertamente no significa que los ancianos sean gobernantes y que todos los santos sean sus súbditos. Este concepto está totalmente equivocado. En vez de ello, los ancianos, los que ejercen el liderazgo en la iglesia, deben tomar la iniciativa. Sin embargo, una vez que el ejemplo ya ha sido establecido, no es necesario que los ancianos continúen realizando dicha actividad. A algunos ancianos les gusta dar órdenes a los demás sin hacer nada ellos mismos. En cambio, a otros les gusta hacerlo todo. Incluso al limpiar los baños, prefieren hacerlo todo solos, sin compartir esta tarea con nadie más. Así pues, los ancianos dan órdenes y no hacen nada, o lo hacen todo solos. En lugar de estos dos extremos, los hermanos deben dar el ejemplo, tomar la iniciativa, y después dejar el asunto en manos de los santos y permitir que ellos lo hagan. Los ancianos deben hacer esto con cada uno de los asuntos.

  Cuando los ancianos ejercen bien el liderazgo, los santos no deben simplemente decir: “¡Alabado sea el Señor por los ancianos, pues ellos son diligentes y lo hacen todo por nosotros! Ellos limpian el jardín, aspiran las alfombras y limpian los baños. No nos queda más a nosotros que disfrutar al Señor”. En algunos casos los santos incluso critican o condenan a los ancianos, y hay santos que no quieren hacer nada, sino que prefieren dejar que los ancianos lo hagan todo. Esto es anormal. Los ancianos deben tomar la iniciativa con humildad y establecer un ejemplo, y después todos los santos deben seguirlos. Si los ancianos limpian el salón de reuniones o cortan el césped, los santos deben hacer lo mismo. A esto se refiere la Biblia cuando dice que nosotros debemos obedecer a nuestros guías y sujetarnos a ellos. Si los ancianos establecen un ejemplo y toman la iniciativa, y los santos los siguen, el testimonio del Señor se propagará, y todos los santos recibirán la ayuda que necesitan para ejercer su función. Éste es el entendimiento correcto del liderazgo en el Nuevo Testamento.

  Según el Nuevo Testamento, en la iglesia no hay gobernantes ni súbditos. Antes bien, todos somos hermanos (Mt. 23:8). En el Nuevo Testamento gobernar significa tomar la iniciativa, y ser gobernados significa seguir el ejemplo de quienes nos guían y sujetarnos a ellos. Éste es el reino de los cielos en la tierra hoy. Esto es completamente diferente de cualquier imperio o administración terrenal. En la práctica de la vida de iglesia, algunos toman la iniciativa y dan ejemplo, y luego los santos siguen dicho ejemplo. Entre nosotros, no hay jerarquías.

APRENDER A NO ENSEÑAR COSAS DIFERENTES

  Por otra parte, en la vida de iglesia todos debemos aprender a no enseñar cosas diferentes (1 Ti. 6:3-5). Cualquier cosa que pueda causar disensión o división, o generar diferentes opiniones, debe ser desechada. Debemos avanzar según la sana enseñanza y no padecer la enfermedad “de cuestiones y disputas acerca de palabras” (1 Ti. 6:4). Debido a que todos estamos a favor del recobro, no debemos enseñar cosas diferentes. No estamos a favor de doctrinas que puedan provocar opiniones sobre asuntos tales como el arrebatamiento o el reino. Aunque yo enseño acerca de estas cosas, no los aliento a discutir con otros sobre ellas. Si alguien quiere discutir, simplemente debe decirle: “Hermano, usted simplemente crea como le parezca. No tengo ningún problema con eso. Sin embargo, yo tengo una creencia diferente con respecto al arrebatamiento”. No es necesario discutir con nadie. Manténganse en paz con los demás y no creen una atmósfera que pueda conducir a disputas o controversias doctrinales.

  Como ya mencionamos, no debemos insistir en la práctica de orar-leer o de invocar el nombre del Señor. Quizás vengan algunos que aman la iglesia y han visto algo de la iglesia, pero que no se sientan cómodos con la práctica de orar-leer o de invocar el nombre del Señor. Por lo tanto, no debemos obligarlos a hacer esto. Debemos esperar a que ellos mismos sientan la necesidad de hacerlo. Por ejemplo, es posible que yo tenga un reloj de oro y que otra persona tenga un reloj de juguete. Mis nietos preferirían un reloj de juguete en vez de un reloj de oro. Si yo les quitara el reloj de juguete, se sentirían muy disgustados y se pondrían a llorar. Así que, he aprendido a esperar a que crezcan. Finalmente, cuando hayan crecido, apreciarán mi reloj de oro. No discuta con otros. En cambio, espere, guarde silencio y déjelos crecer. Déjelos que jueguen con su reloj de juguete hasta que estén listos para otra clase de reloj.

NO HAY NECESIDAD DE UNIFICAR

  No hay necesidad de unificar a las iglesias. Quizás una iglesia practique el orar-leer y otra no. No debemos esforzarnos por hacer que las iglesias sean iguales. La vida de iglesia no es como un ejército ni una escuela; más bien, como una familia. Algunas iglesias pueden ser como los niños de una familia. Sin embargo, no es necesario discutir con una iglesia infantil. En lugar de ello, debemos valorar esa iglesia como un tesoro, porque a pesar de ser tan infantil es muy nueva y fresca. No trate de hacer que otras iglesias sean iguales a la suya. Tratar de hacer esto es como arrancar una plantita que recién ha brotado y dejarla morir. Dejen el pequeño brote en la tierra para que crezca. Quizás la iglesia que está en su localidad haya estado creciendo por muchos años y ahora haya alcanzado un nivel muy elevado. Sin embargo, es posible que otra iglesia aún no haya alcanzado ese nivel. También es posible que otras iglesias sean enfermizas. Sin importar cuál sea el caso, no debemos desarraigarlas, sino más bien nutrirlas. Todo esfuerzo por unificar a las iglesias está equivocado.

  Además, en ninguna iglesia en particular debemos tratar de unificar a los santos. Si trata de hacer esto, se meterá en problemas. La mentalidad carnal siempre quiere que todas las personas y cosas sean iguales; no le gusta ver a niños pequeños traviesos brincar y hacer ruido. Pero una familia saludable es una familia que hace ruido. En una familia normal los niños juegan y hacen ruido. Algunos de los niños pueden estar llorando, y otros de los niños traviesos pueden estar peleando entre sí. Ésta es una situación muy normal y saludable. En las iglesias muchas veces ha habido santos que han venido a hablar conmigo y entre ellos mismos se han acusado delante de mí. Sin embargo, los he justificado todos, diciendo: “Los justifico porque ustedes están todavía en la edad de pelear. Si no pelearan, eso indicaría que están enfermos”. He aprendido esta lección viendo a mis nietos. Si ellos no fueran traviesos, eso sería un indicio de que están enfermos. Cuando estaban demasiado callados, me preguntaba cuál sería el problema. Los ancianos necesitan aprender a no tomar partidos. En vez de ello, deben justificar a todos los que están peleándose y dejarlos solos. Cuanto más peleen, más comerán; cuanto más coman, más crecerán; y cuanto más crezcan, más se pelearán. Esto es un ciclo. Pelear les ayuda a comer, comer los ayuda a crecer, y crecer a su vez los ayuda a continuar peleando. Todos los jóvenes crecen de esta manera. Esto tal vez asuste a los de más edad, pero es así como los jóvenes crecen.

LA BELLEZA DE LA VIDA DE IGLESIA

  Sin embargo, eso no significa que algunos deban disentir. Aunque usted pueda pelearse con alguien, aun así, debe amarlo porque los dos están en la misma iglesia. Nos amamos unos a otros porque estamos en el mismo recobro, en el mismo testimonio. Muchas veces los ancianos se han sorprendido de ciertas iglesias cuando les he dicho que no necesitan condenar ciertas cosas. No intenten unificar la iglesia ni hagan que todos sean iguales. Las personas ancianas son los ancianos, los jóvenes son los jóvenes y los traviesos son los traviesos. Por mucho que usted se esfuerce, nunca podrá hacer que las niñas se porten como los niños, o que los niños se porten como las niñas. Todos los niños son traviesos y todas las niñas menores de diez años se portan muy bien. Los que mejor se portan son las niñas menores de diez, y los que peor se portan son los niños menores de diez. Sin embargo, tanto las niñas buenas como los niños traviesos son muy preciosos. En esto radica la belleza de una familia. Debemos reconocer el hecho de que en la vida de iglesia tenemos hermanas buenas y hermanos traviesos. En esto estriba la belleza de la vida de iglesia. Mientras guardemos nuestra unidad, seremos armoniosos y veremos la belleza, incluso cuando nos peleamos. Aunque peleemos, seguimos siendo armoniosos. Esto tal vez suene extraño, pero de todos modos es cierto. Aunque pueden haber peleas, no hay disensión. Estamos a favor del único recobro, del único testimonio. Por mucho que peleemos, nuestras peleas son por el bien del recobro.

CÓMO RELACIONARNOS CON LOS OPOSITORES

  También quisiera decir algo respecto a cómo relacionarnos con los que se oponen a nosotros. No debemos pensar que ningún opositor sea un caso perdido. Al contrario, debemos considerar la oposición como una excelente oportunidad. Todo opositor es un buen “pez”. Ya que es así, debemos cambiar nuestros conceptos acerca de los opositores.

  La manera en que nos relacionemos con los opositores revelará nuestros motivos. Si nuestra intención es simplemente convencer a las personas y ganarlas para nuestra obra, nuestros motivos no son puros. No debemos tener otro motivo que no sea beneficiar el testimonio viviente de Jesús. No nos debe importar si determinado opositor decide seguir el mismo camino que nosotros. Nuestra responsabilidad es aprovechar esa oportunidad para que él pueda ver claramente el testimonio del Señor. Cuando nos encontramos con un opositor, es posible que en lo más profundo tengamos la intención de atraparlo. Debemos olvidarnos de esa intención. Lo que nos motive no debe ser el deseo por traer un aumento numérico a las iglesias locales, sino el testimonio de Jesús. No estamos aquí a favor del aumento en las iglesias locales, sino a favor de que el testimonio de Jesús sea resplandeciente, brillante, poderoso y prevaleciente. No nos debe importar si las personas deciden seguir este camino, si nos dan la razón o si nos siguen. Lo único que debe interesarnos es el testimonio de Jesús. Nunca debemos ocultar ni esconder este testimonio, sino que debemos aprovechar cada oportunidad que tengamos para darlo a conocer a otros. A menudo he escuchado a los santos decir que ciertas personas son buen material y que debiéramos tratar de ganarlos para la iglesia. Esto revela nuestros motivos. No estamos aquí para esto. Les repito, estamos aquí para ser un testimonio brillante y resplandeciente de Jesús. Debemos estar preparados para resplandecer y presentar a otros lo que disfrutamos. Si ellos lo aceptan o no, eso depende del Señor.

ESTAR DISPUESTOS A PRESENTAR DEFENSA

  Al hablar con los opositores, debemos prepararnos leyendo muchos de los libros que hemos publicado. Un hermano leyó cierto libro escrito contra nosotros y fue envenenado. Pero después de leer nuestros libros, recibió ayuda.

  A los opositores les encanta tergiversar mis palabras. Yo efectivamente dije en uno de mis libros que la iglesia es uno con el Dios Triuno. Por lo tanto, el Dios Triuno y la iglesia son cuatro en uno. El Padre está en el Hijo, el Hijo está en el Espíritu y el Espíritu está en la iglesia. Esto es cuatro en uno. Sin embargo, los opositores tergiversaron esta oración y dijeron que nosotros deificamos la iglesia y la adoramos. ¡Cuán perverso es esto! Para entender esta oración, uno no sólo necesita leer el párrafo completo, sino también todo el libro. No es justo sacar una oración o frase de su contexto. Todo lo que hemos impreso ha sido considerado cuidadosamente. Por lo general, es el resultado de años de estudio y experiencia. Por lo tanto, tenemos plena certeza de que todo lo que publicamos es conforme a las Escrituras.

  La Biblia es la base de todo lo que afirmamos. El libro The Mindbenders [Los engañadores de mentes] no cita la Biblia para atacarnos. Las acusaciones dirigidas contra nosotros en ese libro se apoyan en el cristianismo histórico, no en la Biblia. Nosotros seguimos la Biblia, no la historia. Si Martín Lutero hubiera seguido la iglesia histórica, no habría sido recobrada la verdad de la justificación por la fe.

  En lo posible, les sugiero que lean todos los libros que hemos publicado. Cuando se encuentren con algún opositor que cita ciertas frases fuera de su contexto y tergiversa nuestras palabras, deben remitirse al libro y leerlo ustedes mismos. Deben prepararse. Así sabrán cómo responder a otros.

  En 1 Pedro 3:15 y 16 dice: “Santificad a Cristo como Señor en vuestros corazones, dispuestos siempre a presentar defensa ante todo el que os pida razón de la esperanza que hay en vosotros; pero con mansedumbre y temor”. La palabra griega traducida “defensa” en este versículo también puede traducirse respuesta. A fin de dar tal respuesta, usted debe saber qué es lo que defendemos y lo que disfrutamos. De este modo, cuando los opositores pregunten ciertas cosas, usted podrá presentar su defensa y sabrá cómo responder. Esto no puede hacerse sin la debida preparación. Quizás alguien le pregunte: “¿Por qué ustedes dicen que son la iglesia y que los demás grupos no lo son?”. Esta pregunta requiere una larga respuesta; no puede ser respondida de manera superficial. Para responder a una pregunta como ésta, usted tiene que estar preparado.

  Al hablar con los opositores, no discuta ni se altere. Por mucho que otros nos acusen y nos persigan, no debemos enojarnos, sino ser amables y pacientes con ellos. No consideren a nadie un enemigo o un caso perdido. En vez de ello, hagan lo posible por hacerles entender a los demás lo que estamos disfrutando y déjenle los resultados al Señor.

  Resumamos ahora los puntos que hemos abarcado en este mensaje. Debemos insistir en las doctrinas básicas, aquellas que constituyen la fe y son necesarias para nuestra salvación, pero no en ninguna otra doctrina. Entre nosotros ninguno debe arrogarse ninguna autoridad ni desear conseguir algún rango, posición o título. Por otra parte, no debe haber obediencia ni sumisión conforme a la manera mundana. En lugar de ello, todos debemos aprender a andar en el espíritu. Los ancianos deben guiar con su ejemplo y los demás deben seguirlos. Si hacemos todas estas cosas, el testimonio del Señor se propagará. Además de esto, ciertas personas, sobre todo los opositores, necesitan ayuda. No debemos considerarlos enemigos ni casos perdidos, sino amarlos y hacer lo posible por presentarles lo que hemos estado disfrutando del Señor. Si ayudamos a otros y les presentamos lo que hemos estado disfrutando, nosotros mismos aprenderemos mucho. Tal vez hoy usted no sepa mucho. Pero si realmente le interesa presentar estas cosas a los demás, mes tras mes aprenderá más, y no sólo crecerá en vida, sino también en conocimiento. Esto hará que el recobro del Señor avance. Es posible que aquellos que usted contacte nunca sigan este camino. Sin embargo, por medio de su presentación, serán alumbrados y quizás sean convencidos y subyugados. Al menos, su oposición menguará y no se opondrán a usted con tanta intensidad. No importa cuántos libros que se escriban contra nosotros, al final todos los cristianos sabrán que los que están en las iglesias locales son santos, aquellos que creen en la Palabra santa, andan en el espíritu y siguen al Señor en Su camino. Las conciencias de todos, incluso la de los opositores, testificarán de esto. Por lo tanto, avancemos confiadamente. Amémonos unos a otros como hermanos y avancemos juntos por el bien del testimonio del Señor. También debemos amar a aquellos que no se reúnen con nosotros, ayudarlos y presentarles el testimonio del Señor. Entonces la presencia del Señor estará con nosotros y Su bendición reposará sobre nosotros.

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