Mostrar cabecera
Ocultar сabecera
+
!
NT
-
Navega rápidamente por los libros de vida del Nuevo Testamento
AT
-
Navega rápidamente por los libros de vida del Antiguo Testamento
С
-
Mensajes del libro «Espíritu y el cuerpo, El»
1 2 3 4 5 6 7 8 9 10
11 12 13 14 15 16 17 18 19 20
21
Чтения
Marcadores
Mis lecturas

CAPÍTULO OCHO

EL ESPÍRITU EN APOCALIPSIS

  En este mensaje hablaremos del Espíritu en el libro de Apocalipsis. En Apocalipsis vemos que el Espíritu de Dios es ahora los siete Espíritus. La expresión los siete Espíritus aparece cuatro veces en Apocalipsis. Apocalipsis 1:4 habla de los siete Espíritus que están delante del trono de Dios; 3:1, de los siete Espíritus de Dios; 4:5, de las siete lámparas de fuego que arden delante del trono, las cuales son los siete Espíritus de Dios; y 5:6, de los siete ojos del Cordero, los cuales son los siete Espíritus de Dios, enviados por toda la tierra. Los siete Espíritus de Dios son llamados las siete lámparas de fuego que arden delante del trono y también los siete ojos del Cordero. Ellos son los siete Espíritus de Dios; sin embargo, estos siete Espíritus son las siete lámparas de fuego que arden delante del trono administrativo de Dios y también los siete ojos del Cordero redentor. Antes de que usted viniera a la vida de iglesia, probablemente nunca escuchó que los siete Espíritus de Dios eran las siete lámparas y los siete ojos. Sin embargo, esto se halla en el libro de Apocalipsis.

  Prácticamente nada de lo que se menciona en el libro de Apocalipsis es nuevo. Apocalipsis no es un libro de cosas nuevas; en vez de ello, es la conclusión de las cosas reveladas en los anteriores libros de la Biblia. El libro de Apocalipsis es la consumación de toda la revelación previa. Contiene muy pocas cosas nuevas, y las cosas nuevas que contiene están relacionadas con la revelación anterior. Esto se aplica especialmente a las siete lámparas y los siete ojos, los cuales hacen referencia al Antiguo Testamento. Aunque la expresión los siete Espíritus es nueva, pues no se halla en el Antiguo Testamento, las siete lámparas y los siete ojos sí se mencionan en el Antiguo Testamento. En Éxodo 25, donde por primera vez se habla del candelero, leemos acerca de siete lámparas. Por lo tanto, la expresión las siete lámparas mencionada en Apocalipsis, hace referencia al Antiguo Testamento.

EL TESTIMONIO DE DIOS Y LA ADMINISTRACIÓN DE DIOS

  El pensamiento de las siete lámparas que arden y brillan delante de Dios no es nueva; ya se nos había presentado en el Antiguo Testamento (Éx. 25:31-37). El candelero que estaba en el tabernáculo tenía siete lámparas que ardían delante de Dios. El candelero no sólo representaba el testimonio de Dios, sino también la administración de Dios. No podemos separar la administración de Dios de Su testimonio porque el testimonio de Dios tiene como objetivo la administración de Dios. Sin embargo, la mayoría de los maestros del cristianismo solamente ha visto que el candelero es un testimonio. Ellos no han visto que el candelero también alude a la administración de Dios. La administración de Dios se lleva a cabo por medio del resplandor del candelero.

UN CUADRO DEL DIOS TRIUNO

  Debemos examinar más detalladamente este candelero. El candelero con sus ramas es todo-inclusivo. Éste nos provee un cuadro muy claro de la Trinidad. En el candelero podemos ver al Dios Triuno. Primeramente, el candelero era hecho de oro macizo, y se requería un talento de oro. Por lo tanto, el oro es la esencia, la sustancia, del candelero. En la tipología, el oro denota la sustancia de Dios, la naturaleza de Dios. Sin duda alguna, el oro del candelero implica que la fuente del candelero es el Padre en la Deidad con la sustancia divina. En segundo lugar, la caña del candelero era la corporificación del oro. Sin la caña, el oro no tenía ninguna corporificación ni forma, pero con la caña el oro tenía una forma definida y una corporificación. La caña como corporificación del oro representa al Hijo, el segundo de la Trinidad, quien es la corporificación de Dios el Padre. El Padre es la sustancia, y el Hijo es la corporificación. En tercer lugar, tenemos las siete lámparas, las cuales aluden al Espíritu. Las siete lámparas, obviamente, son la expresión. El oro es la sustancia, la caña del candelero es la corporificación, y las lámparas son la expresión. Por lo tanto, en el candelero vemos al Padre como la sustancia, al Hijo como la corporificación y al Espíritu como la expresión. Éste es el Dios Triuno: la sustancia, la corporificación y la expresión. En sustancia el candelero es uno, pero en expresión es siete. En la base, el candelero es uno; pero en la parte de arriba, es siete.

EL CANDELERO, LA PIEDRA, EL CORDERO Y DIOS

  La revelación en la Biblia es siempre progresiva. La mención de las siete lámparas ocurre en Éxodo, pero el desarrollo de las siete lámparas lo vemos en Zacarías. En el libro de Éxodo no vemos que estas siete lámparas son el Espíritu de Dios. Para ver esto, tenemos que avanzar de Éxodo a Zacarías. En Zacarías 4:2 y 10 vemos claramente que las siete lámparas del candelero son los siete ojos de Dios. Zacarías 3:9 nos muestra que los siete ojos de Dios son los siete ojos de la piedra. Las siete lámparas son los siete ojos de Dios, y estos siete ojos también se encuentran en la piedra. Según Zacarías, esta piedra está destinada al edificio de Dios. En aquel tiempo Zorobabel estaba construyendo el templo, y esa piedra con los siete ojos era para el edificio de Dios. Finalmente, vemos que la piedra con los siete ojos es el candelero. En el libro de Apocalipsis vemos que los siete ojos de Dios son los siete ojos del Cordero. Por consiguiente, las siete lámparas del candelero son los siete ojos de Dios, los siete ojos de la piedra y los siete ojos del Cordero. Eso significa que el candelero es equivalente a la piedra, que la piedra es equivalente al Cordero, y que el Cordero es equivalente a Dios. En Éxodo tenemos un candelero con siete lámparas. En Zacarías vemos que estas siete lámparas son los siete ojos de Dios y los siete ojos de la piedra. En el libro de Apocalipsis vemos que estos siete ojos son también los siete ojos del Cordero. Las siete lámparas son los siete ojos de Dios, los siete ojos de la piedra y los siete ojos del Cordero. Esto demuestra que el candelero es Dios, que Dios es la piedra y que la piedra es el Cordero. El candelero es la piedra, la piedra es el Cordero y el Cordero es Dios. Estas cuatro cosas —el candelero, la piedra, el Cordero y Dios— son cuatro en uno. La función del candelero es resplandecer, la piedra es útil para la edificación, el Cordero efectúa la redención y Dios lleva a cabo Su administración. Por lo tanto, tenemos el candelero resplandeciente, la piedra de edificación, el Cordero redentor y el Dios que administra.

LOS SIETE ESPÍRITUS CON RELACIÓN A LA ADMINISTRACIÓN Y LA TRANSFUSIÓN

  Las siete lámparas del candelero resplandeciente son los siete ojos de la piedra de edificación; los siete ojos de la piedra de edificación son los siete ojos del Cordero redentor; y los siete ojos del Cordero redentor son los siete ojos del Dios que administra. Estas siete lámparas y estos siete ojos son los siete Espíritus de Dios. Ellos no solamente son las siete lámparas y los siete ojos, sino también los siete Espíritus. En los mensajes anteriores abarcamos muchos aspectos cruciales del Espíritu vivificante. En este mensaje presentaremos la conclusión del Espíritu vivificante. En esta conclusión afirmamos que en la era presente el Espíritu es los siete Espíritus de Dios que son las siete lámparas de fuego que arden por causa de la administración de Dios, y también los siete ojos de esta persona que redime y edifica, los cuales transfunden e infunden. Las lámparas de fuego que arden están destinadas a la administración de Dios, y los siete ojos le permiten a esta persona que redime y edifica transfundirse en otros.

  Sé que este pensamiento es completamente ajeno al cristianismo actual. Sin embargo, se halla en la Biblia. ¿En el pasado alguna vez alguien les dijo que el candelero como el testimonio de Dios tiene como objetivo la administración de Dios, o que las siete lámparas del candelero son los siete ojos del Dios que administra y los siete ojos del Cordero redentor? ¿Alguien llegó a decirles que estos siete ojos del Cordero redentor son los siete ojos de la piedra de edificación? ¿Alguien les dijo que las siete lámparas, que son los siete Espíritus, están destinadas a la administración de Dios y que los siete ojos, que también son los siete Espíritus de Dios, le permiten a Cristo transfundirse? Es probable nunca hayan escuchado de ninguna de estas cosas. Las siete lámparas hacen posible que la administración de Dios lleve a cabo el propósito de Dios, y los siete ojos le permiten a Cristo infundirse en nosotros a fin de perfeccionarnos. Por un lado, los siete Espíritus son siete lámparas que resplandecen, arden, escudriñan, juzgan y ejercen la administración de Dios. Por otro lado, los siete Espíritus son los siete ojos del Cristo que redime y edifica, los cuales infunden en nuestro ser todo lo que Cristo es. Cada vez que Él nos mira, nosotros recibimos una infusión. Éste es el Espíritu vivificante de hoy. Hoy en día el Espíritu vivificante es los siete Espíritus de Dios como las siete lámparas de fuego que arden para ejercer la administración de Dios. Mientras que Él nos consume, nos mira. Él no sólo es las lámparas de fuego que arden con relación a la administración de Dios, sino también los siete ojos del Cordero de Dios que nos miran, no para juzgarnos y revelar nuestras faltas, sino para concedernos Su preciosa infusión.

EL LAGO DE FUEGO Y LA CIUDAD DE AGUA

  Al final del libro de Apocalipsis vemos dos consumaciones, una negativa y otra positiva. La consumación negativa es el lago de fuego, y la consumación positiva es la ciudad de agua. Todo lo que las siete lámparas ardientes escudriñan y juzgan acabará en el lago de fuego. Sin embargo, todo lo que se haya infundido en nosotros mediante los siete ojos del Cristo redentor será edificado como parte de la Nueva Jerusalén. El lago de fuego es donde se encuentra todo lo que ha sido juzgado por las siete lámparas de fuego ardiente. Así que, las siete lámparas escudriñan, juzgan y, finalmente, envían todas las cosas negativas al lago de fuego. Por un lado, los siete Espíritus de Dios son las siete lámparas que juzgan y escudriñan; y por otro, ellos son los siete ojos que nos transfunden todo lo que Cristo es, de modo que seamos parte de la ciudad de agua, la consumación positiva. ¡Aleluya, nuestro destino no es el lago de fuego, sino la ciudad de agua!

PURIFICADOS E INFUNDIDOS

  Debido a que su condición no es pura, algunos de ustedes aún se encuentran bajo las siete lámparas ardientes. Usted aún participa de ciertas cosas que necesitan ser escudriñadas y juzgadas. No obstante, nosotros no estamos principalmente bajo las lámparas flameantes, sino bajo los ojos que infunden. ¿Está usted bajo las lámparas que escudriñan o bajo los ojos que infunden? Yo me siento contento de estar bajo los siete ojos. Supongamos que usted está a punto de discutir con su esposa. Los siete ojos de inmediato se convertirán en las siete lámparas. En esos momentos, usted tendrá que arrepentirse y decir: “Oh, Señor Jesús, perdóname. Todavía estoy en la carne, y mi condición es tan miserable. Señor, gracias por Tu sangre. Confieso mi fracaso y aplico Tu sangre a mi situación”. Cada vez que usted haga esto, las siete lámparas se convertirán en los siete ojos que lo observan, y enseguida estará bajo Su transfusión. De este modo, la esencia de Cristo y algunos de Sus atributos se transfundirán en su ser.

  Quizás algunos de ustedes no sepan qué decir cuando les preguntan si están bajo las siete lámparas o bajo los siete ojos. Si son sinceros, dirán que experimentan ambos, pues muy a menudo han participado de cosas que están destinadas al lago de fuego. Ustedes han tenido que ver con cosas que pertenecen a la consumación incorrecta. Pero, por la misericordia del Señor, cada vez que ustedes se arrepienten y aplican la sangre, de inmediato se conectan nuevamente con la consumación correcta. Aleluya ahora ustedes están conectados a la Nueva Jerusalén al recibir la transfusión de los siete ojos del Cordero.

LOS SIETE OJOS DE LA PIEDRA DE EDIFICACIÓN

  Recientemente en el recobro del Señor se ha hablado mucho acerca de la edificación. La edificación en realidad surge como resultado de los siete ojos de la piedra. Los siete ojos no solamente son los siete ojos del Dios que administra, sino también los siete ojos del Cordero redentor y, más aún, los siete ojos de la piedra de edificación. Cuando participamos en cosas negativas y tenemos que ver con la consumación incorrecta, el lago de fuego, los siete Espíritus son las siete lámparas de Dios que arden para escudriñarnos y juzgarnos. Sin embargo, si nos arrepentimos y aplicamos la sangre del Cordero, los siete Espíritus de Dios enseguida vendrán a ser los siete ojos del Cordero. Además, en el momento en que digamos: “Señor, gracias por limpiarme con Tu sangre redentora”, los siete Espíritus de Dios, que son los siete ojos del Cordero redentor, vendrán a ser los siete ojos de la piedra. Cuando en nuestra experiencia el Espíritu de Dios llega a ser los siete ojos de la piedra, a medida que Él nos observa, nos transfunde todo lo que Cristo es y nos sumerge en ello. Esto hará de nosotros el material apropiado para el edificio de Dios y, más que eso, hará que seamos edificados como parte del edificio de Dios. Sé que aún me falta experimentar más de esta edificación, pero creo que esta obra de edificación ya ha empezado. En los días venideros todas las iglesias serán conducidas a este estado en el cual los santos no sólo estarán bajo los siete ojos de Dios y del Cordero, sino también bajo los siete ojos de la piedra. Estaremos bajo el Cristo que infunde y edifica.

  Como la piedra única, el Cristo que edifica infundirá en nosotros todo lo que Él es. Él nos sumergirá en Su misma esencia para hacer de nosotros piedras y edificarnos como parte del edificio de Dios. Esta obra de edificación únicamente puede lograrse mediante la transfusión e infusión de los siete ojos de la piedra de edificación, la cual es el Cristo que edifica. En los días venideros, muchos de nosotros estaremos bajo esta transfusión y llegaremos a ser el material adecuado para ser edificados conjuntamente como parte del edificio de Dios. Ésta es la conclusión del Espíritu vivificante, el cual se revela como los siete Espíritus de Dios en el libro de Apocalipsis.

EL ESPÍRITU QUE HABLA

  Los siete Espíritus son también el Espíritu que habla. Apocalipsis 2:7 dice: “El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias”. Hoy estamos escuchando lo que el Espíritu dice. En el cristianismo se dan muchos sermones desde muchos estrados, pero me pregunto cuánto de este hablar es el hablar del Espíritu. El hablar que el Espíritu dirige a las iglesias sólo se halla en las iglesias. ¿Cómo pueden aquellos que no están en las iglesias escuchar lo que el Espíritu dice a las iglesias?

  El hablar del Espíritu siempre nos conduce a la infusión de Cristo. El hablar del Espíritu es, de hecho, la infusión de Cristo. Si usted escucha Su hablar, de inmediato recibirá la transfusión e infusión de Cristo, y será sumergido en Cristo. Hoy en día los siete Espíritus hablan a las iglesias, y todos los que tengan oído y escuchen este hablar serán conducidos a Cristo para que reciban Su infusión. No analice esto con su mente; más bien, corrobórelo con su espíritu y con su experiencia. Siempre que usted escuche el hablar que los siete Espíritus de Dios dirigen a las iglesias, de inmediato recibirá una transfusión preciosa, agradable y muy valiosa, y esta infusión lo cambiará, lo transformará y hará que sea el material adecuado, y lo edificará como parte del edificio de Dios. Todo lo que tenga que irse al lago de fuego será consumido por las siete lámparas, y ahora usted está bajo los siete ojos, los cuales le infunden todo lo que Cristo es para que usted llegue a ser parte de la Nueva Jerusalén.

LOS SIETE ESPÍRITUS LLEGAN A SER UN SOLO RÍO

  Al final, los siete Espíritus serán un río (Ap. 22:1-2). En el primer capítulo de Apocalipsis tenemos los siete Espíritus que están delante del trono de Dios. En el último capítulo vemos que los siete Espíritus, que son las siete lámparas y los siete ojos, llegarán a ser el río de agua de vida que fluye del trono administrativo de Dios. En este río se encuentra el árbol de la vida que brinda un suministro a toda la ciudad de la Nueva Jerusalén. En cierto sentido, incluso hoy las siete lámparas y los siete ojos llegan a ser el río de vida en la vida de iglesia. Los siete Espíritus escudriñan y juzgan o transfunden e infunden; sin embargo, al final estos siete Espíritus llegarán a ser el río de vida que fluye por todo el edificio de Dios para suministrar la vida necesaria.

  En el libro de Apocalipsis tenemos un cuadro muy claro. Si examinamos este cuadro, veremos que hoy en día el Espíritu vivificante es los siete Espíritus de Dios, que son las siete lámparas ardientes que escudriñan y juzgan todas las cosas negativas y los siete ojos que nos infunden las cosas positivas y la esencia de Cristo con miras al edificio de Dios. Hoy nos encontramos bajo la infusión de estos siete ojos. Al final, los siete Espíritus llegarán a ser el río de vida que fluye por las iglesias para traernos el suministro de vida de modo que seamos nutridos. ¡Cuán maravilloso y excelente es esto!

Biblia aplicación de android
Reproducir audio
Búsqueda del alfabeto
Rellena el formulario
Rápida transición
a los libros y capítulos de la Biblia
Haga clic en los enlaces o haga clic en ellos
Los enlaces se pueden ocultar en Configuración