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Mensajes del libro «Exhortación amorosa a los colaboradores, ancianos y los que aman y buscan al Señor, Una»
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Una exhortación amorosa a los colaboradores, ancianos y los que aman y buscan al Señor

PREFACIO

  Este tomo se compone de los mensajes que dio el hermano Witness Lee en Anaheim, California, del 19 de agosto al 16 de septiembre de 1996. Estos mensajes no fueron revisados por el autor.

LA VIDA CORPORATIVA NECESARIA PARA LA OBRA EN LAS UNIVERSIDADES

  Sin embargo, la carga que quiero compartir en este mensaje es cómo trabajar en las universidades y especialmente cómo administrar las casas donde viven los hermanos y las casas donde viven las hermanas. Solamente nosotros establecemos casas donde se vive corporativamente. Aunque entre el pueblo cristiano algunos han practicado esto, no lo aprendimos de ellos, sino por experiencia propia. Hace tiempo vimos la necesidad de abrir casas para hermanos y casas para hermanas a fin de laborar en las universidades. Sin ellas, los “peces” que pesquemos no tendrían una vasija que los contuviese.

  Al principio, no parecía fácil establecer estas casas. La práctica comenzó en la iglesia en Taipei, donde por más de veinte años se han tenido estas casas. Los hermanos de Taipei han experimentado bastante y aprendido mucho. Y ahora disfrutan un gran éxito con ellas. En una carta que recibí recientemente, me informaron que tienen ciento cuarenta y una personas nuevas que van a vincularse al entrenamiento de tiempo completo en Taiwan. Casi todas ellas terminaron sus estudios universitarios y vivieron en las casas de hermanos y de hermanas. El propósito de estas casas es ganar a los nuevos y traerlos a que vivan con otros hermanos u otras hermanas. Para ellos es un fracaso si no pueden traer a un recién convertido a las casas. En California hemos tratado de hacer lo mismo. Algunos santos que aman al Señor donaron estas casas; la iglesia no las tuvo que comprar.

  Es bastante complicado traer a los jóvenes universitarios a las casas de hermanos solteros y de hermanas solteras. No basta con decirles a los estudiantes que tenemos una casa más cerca de la universidad que los dormitorios donde ellos viven y que es mejor para ellos vivir con los hermanos o las hermanas. Esto no estaría mal, pero ¿cómo podremos conservarlos? Este es un gran problema. Recientemente en el condado de Orange, el número de jóvenes que viven corporativamente en vez de aumentar ha disminuido. Olvídense de lo que han estado haciendo allí. Aprendamos un nuevo camino. Hasta cierto punto tengo un nuevo método que aprendí de lo realizado en Taiwan.

RECIBIR A LOS CREYENTES

Debemos recibir a los que el Señor recibió

  Recientemente algunos de los jóvenes que viven en las casas de los solteros, dijeron que muchos estudiantes buscan la forma de vivir corporativamente, pero no tienen apoyo. Esto nos lleva al principio de recibir a los creyentes, lo cual ha sido un gran problema por ya casi dos mil años. El hermano Nee me habló de este problema cuando estábamos en Shanghai en 1948. Este fue un asunto importante en la práctica de las Asambleas de los Hermanos. La primera división que surgió entre ellos, entre Juan Nelson Darby y Jorge Müller, se debió la discrepancia de opiniones sobre este asunto. Darby decía que todos los creyentes que permanecían en las denominaciones eran compañeros de maldad y que ya que todas las denominaciones son malignas, si uno se une a ellas, se hace compañero de maldad. Por esa razón, ellos no reciben a ninguna persona que permanezca en las denominaciones. Jorge Müller no estaba de acuerdo, y ponía como ejemplo a su amigo Hudson Taylor, quien había fundado la Misión al Interior de la China. Müller le preguntó a Darby si creía que Taylor era un compañero de maldad. Al final hubo una división que creó los grupos conocidos hoy como los Hermanos Cerrados y los Hermanos Abiertos. Darby fue el fundador de los Hermanos Cerrados, y Müller el de los Hermanos Abiertos. Los primeros se fueron al extremo de decir que si la esposa y el esposo tenían diferentes opiniones no deberían comer juntos. Recientemente hubo otra gran división entre los Hermanos Cerrados. Un bando dice que deben examinar a todos los que deseen participar de la mesa del Señor; antes de recibirlos tienen que investigarlos; piensan que no deben recibirlos precipitadamente en la mesa del Señor. El otro bando afirma que esa tarea debe dejarse en las manos del Señor, pues El se encargará de ellos. Estas dos posturas han existido por muchos años.

  En la China tuvimos que afrontar el asunto de cómo recibir a los creyentes. El hermano Nee nos enseñó que según Romanos 14 tenemos que recibir a toda clase de creyentes, sea que guarden ciertos días o que coman carne o sólo legumbres. No debemos preocuparnos por esos detalles ni recibir a los creyentes con la condición de que guarden ciertos días o coman ciertos alimentos. Pablo nos dice que como el Señor los recibió nosotros tenemos que recibirlos. Sin embargo, los bautistas del sur, por ejemplo, no reciben a nadie que ellos mismos no hayan bautizado; no basta con que hayan sido bautizados por inmersión; deben ser bautizados por su pastor y en su agua. Son bastante estrictos y no reconocen ninguna otra clase de bautismo. El bautismo por inmersión efectuado por su pastor y en su propio bautisterio es requisito indispensable para recibir a alguien en su iglesia.

  Cuando empezamos a practicar la vida de iglesia según la Biblia como nos enseñó el hermano Nee, también enfrentamos estos problemas. Por eso cuando vine a este país en 1960, les dije a los hermanos, que debíamos mantener abierta la mesa del Señor. Me di cuenta de que, especialmente en los Estados Unidos, hay muchos creyentes que no sólo son salvos y regenerados, sino que también aman al Señor y están cansados de la práctica de investigar a la gente. Yo pienso que no debemos de tomar ese camino. Celebramos la mesa, y todo el que quiera asistir puede hacerlo. Hasta el presente eso es lo que practicamos.

Debemos depender de la elección que Dios hace

  Según la historia, los hijos de muchos cristianos nominales llegan a ser cristianos verdaderos. Yo soy uno de éstos. Mi madre era cristiana sólo de nombre, y cuando era joven vivió con su abuelo, quien era un buen bautista del sur, y la envió a estudiar a una escuela bautista. Debido a esto, ella estaba totalmente de acuerdo con la fe cristiana. En el hogar nos contaba relatos de los evangelios. Pegábamos folletos cristianos en las paredes de la casa, lo cual no era común en nuestro país. Mientras crecíamos ella quería que fuésemos a su iglesia. Nos lavaba la mejor ropa para que fuéramos el domingo al culto. Ese día preparaba una comida especial y nos llevaba a la iglesia. Ella no era salva, pero una de mis hermanas sí lo era; más adelante yo fui salvo, y luego mi hermano menor. Tres de los hijos de mi madre no sólo fueron salvos sino que eran cristianos que buscaban más del Señor.

  He conocido muchos cristianos serios, uno de los cuales era el hermano Nee. No todos sus hermanos fueron salvos dinámicamente. La madre del hermano Nee amaba mucho al Señor. Ella lloró mucho por sus hijos. Yo he visto muchas hermanas como ella. Aun entre nosotros hay muchas hermanas muy fervientes que oran por sus hijos casi todos los días, ya que ellos no son creyentes. Por otro lado, algunos padres no son muy devotos, pero sus hijos aman al Señor. Me postro ante el Señor pues Su palabra es verdadera. Debemos criar a nuestros hijos según las enseñanzas del Señor, pero su salvación y su búsqueda, dependen de la elección y la predestinación que Dios hizo. Si la manera en que criamos a nuestros hijos decidiera su futuro espiritual, eso estaría en contra de la predestinación.

  Isaac tuvo dos hijos gemelos: Esaú y Jacob. La Biblia dice claramente en Malaquías 1:2-3: “Amé a Jacob, y a Esaú aborrecí”, lo cual presenta un gran problema teológico. Por esta razón hay una teología calvinista y otra armenia. Aquélla afirma que nuestra salvación depende de la elección que Dios hace, y ésta dice que es nuestra responsabilidad y depende de nuestros esfuerzos. Los armenios pueden decir que son salvos en la mañana y que pueden perder la salvación por la tarde. Los pentecostales siguen la teología armenia, pero los presbiterianos son calvinistas. Los luteranos también predican que la salvación no depende de la persona; no importa si va al cine o si hace algo ilícito, si uno fue escogido, su eternidad está asegurada debido a que depende de la predilección de Dios. Un día un estudiante fue a hablar con D. L. Moody, el evangelista estadounidense que fundó el Instituto Bíblico Moody, y le dijo: “No me atrevo a salir a salvar a la gente por temor a que alguien que no sea escogido sea salvo”. Moody le contestó: “En la parte exterior de la puerta de los cielos está escrito: El que quiera venga; pero en el lado interno dice: Escogido desde la fundación del mundo”. Es difícil determinar quién es escogido; simplemente debemos cumplir nuestro deber de criar a nuestros hijos según la enseñanza del Señor. Si son escogidos o no, no depende de nosotros. Algunos dirían: “Si no depende de nosotros, no tenemos que hacer mucho”. Eso también es un error.

EL PROBLEMA DE DICTAR PRECEPTOS EN LA VIDA CORPORATIVA

No debemos establecer exigencias ni reglas

  Según observé en Taipei, es mejor no exigirles mucho a los jóvenes que viven en las casas de los hermanos y hermanas. Tenemos que darnos cuenta de que la razón por la cual establecemos estas casas es atraer a las personas para conducirlas al Señor y ganarlas tal como el Señor lo hizo cuando fue a buscar la oveja perdida. El Señor va a buscar la oveja perdida, no a las ovejas buenas. Por lo tanto, las casas de hermanos solteros y de hermanas solteras no deben tener reglamentos estipulados. Asimismo para salvar a los pecadores tampoco debemos crear preceptos, pues de hacerlo, alejaremos a la gente. Le agradecemos al Señor porque tenemos las casas de los hermanos y de las hermanas como “carnada”, y porque algunos jóvenes ya han sido pescados. No es fácil pescar a una persona. Las casas tal vez tengan como regla que se debe llegar a casa a más tardar a las diez de la noche y que a esa hora se deben apagar las luces; pero algunos jóvenes pueden ser eximidos de esta regla. ¿Qué haremos? ¿Vamos a eliminar toda ley acerca de la hora de acostarse? Creo que sí debemos tener reglas, pero debemos dejar en claro que sirven para ayudar a tener una vida apropiada, y se espera que la observen, pero no es algo legalista. En las casas de los solteros nada debe ser una legalidad, sino que debe haber libertad.

  Algunos preguntarán: “¿Qué hacemos si los jóvenes no regresan a las diez de la noche? Para esto necesitamos pastorearlos. Según el principio de Efesios 5, el Señor nos pastorea cuidándonos con ternura y alimentándonos (v. 29). Debemos pastorear a los jóvenes cuidándolos con ternura y nutriéndolos. Para esto tenemos que pasar tiempo con ellos. Los colaboradores tal vez no tengan tiempo, pero ellos deben adiestrar a dos o tres estudiantes que vivan en las casas de hermanos o hermanas para que sean sus ayudantes. Estos deben llevar a cabo el pastoreo en amor. No censuremos a los jóvenes ni les digamos: “Ya que has quebrantado las normas, te tienes que ir de aquí”. No debemos permitir que se marchen, sino que debemos pastorearlos.

El riesgo de disciplinar a los jóvenes

  Los padres saben que los niños son traviesos. Algunos niños pequeños hasta les tiran el plato de arroz a sus madres cuando los están alimentado. ¿Qué debe hacer la madre? Ella solamente los cuida con ternura para que no se enojen, y de ese modo los alimenta. Los padres crían a sus hijos cuidándolos con ternura en muchas formas. Yo tengo ocho hijos, por lo cual he sufrido mucho y he aprendido muchísimas lecciones. Efesios 6:4 dice: “Padres no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en la disciplina y la amonestación del Señor”. Cuando disciplinamos a nuestros hijos provocándolos a ira, tal acción no tiene valor. Si vamos a disciplinar a un hijo, debemos acudir primero al Señor y decirle: “Señor quita toda provocación”. Esto es muy difícil. Algunos padres a los que les enseñaba al respecto, me dijeron que no podían disciplinar a sus hijos sin provocarlos a ira, pues pensaban que para castigar a un niño uno tiene que estar enojado. Los padres no deben castigar a sus hijos cuando están airados. Si uno es ofendido por un hijo, y se enoja, pierde la posición para disciplinarlo. Si uno está enfadado no debe tocar a sus hijos; debe dejarlos y arrodillarse a orar. Entonces, cuando uno mismo reciba el tierno cuidado del Señor, puede regresar a sus hijos para cuidarlos a ellos. Necesitamos cuidarlos con ternura. Cuando un padre se enoja con su hijo y lo castiga, éste puede hasta huir del hogar. En dado caso, el padre tiene que buscarlo y traerlo de regreso al hogar. Muchos hijos después de que los han provocado, se van de la casa y no quieren regresar. Finalmente, los padres tienen que agachar la cabeza, someterse a ellos y rogarles que regresen al hogar, y en ocasiones tienen que ganarlos indirectamente por medio de un hermano mayor o un primo u otro pariente.

  Lo primero que nos dice Lucas 15 es que el buen pastor buscó la oveja perdida. Segundo, que la mujer que representa al Espíritu Santo, prendió la lámpara y buscó en toda la casa a fin de hallar la moneda perdida. Y tercero, que un padre perdió un hijo, el cual regresó después de un tiempo. Este había preparado un discurso para disculparse ante el padre, pero el padre ya estaba listo para recibirlo. No fue el hijo el que vio primero al padre, sino el padre el que vio al hijo y corrió a él. El maestro de los Hermanos de Inglaterra, con quien aprendí de este capítulo, me dijo que en toda la Biblia éste es el único sitio en el que se afirma que Dios corrió. Dios corrió una sola vez, y fue cuando recibió al hijo pródigo. Cuando el hermano Nee compartió acerca del padre amoroso que esperaba el regreso de su hijo, contó la historia de un muchacho malcriado que se escapó después de haber sido castigado por su padre. El padre se sentaba en su sala todas las noches, y por muchos días esperó el regreso de su hijo. Una noche el hijo regresó y se asombró al entrar y ver a su padre sentado allí. El padre le dijo: “Hijo, desde que te fuiste he estado sentado aquí todas las noches esperándote y anhelando verte de nuevo”. Así es el corazón de un padre y así deben ser las casas de hermanos solteros y de hermanas solteras; deben estar llenas de amor y de expectativa.

Debemos ganar a la gente con un espíritu adecuado

  En el salón número tres de la iglesia en Taipei, en cierta ocasión tuvimos una reunión con todos los padres de los que vivían en las casas de los hermanos y de las hermanas. Los hermanos les mostraron a los padres la sala de la casa de sus hijos, sus dormitorios, sus camas, y muchos padres fueron animados por esto y les dijeron a otros padres que enviaran a sus hijos a universidades que estuvieran cerca de estas casas. Inclusive, algunos de los padres incrédulos fueron salvos debido a esta demostración. Si tenemos este espíritu, el número de casas que tenemos ahora no será suficiente. Cuantas más casas tengamos, mejor. Esta es una manera de llevar fruto. Los hermanos de Taipei tienen la seguridad de que así pueden ganar fruto.

  Cuando las universidades comienzan las clases, los hermanos y hermanas ponen mesas de información a fin de recoger los nombres de los que comienzan el primer año. Entonces los hermanos y hermanas van a visitarlos y los cuidan. En los Estados Unidos los mormones les enseñan a los jóvenes a hablar bien en mandarín y los envían a los aeropuertos bien vestidos. Ellos se paran en la puerta y al ver llegar a los jóvenes, los saludan en chino y les preguntan si van a ir a la universidad en esa ciudad. Les piden su dirección y los llevan a su casa. De esta manera ellos ganan a la gente.

Debemos estudiar y agrupar a los jóvenes

  Debemos tener una visión clara de la manera en que vivimos en las casas de los hermanos y de las hermanas. En ellas tenemos que guardar el principio de ser amorosos. Estamos tratando de ganar a otros, pues debemos llevar fruto. Por lo tanto, no debemos imponerles normas a los hermanos ni a las hermanas. Debemos estudiar qué camino hemos de tomar en los hogares. En la educación, por lo general, hay cinco niveles: jardín de la infancia, escuela elemental o primaria, secundaria, universidad y especializaciones. Debemos tratar a estas cinco clases de estudiantes de manera distinta. Lo que les decimos a los estudiantes de secundaria, no es lo mismo que debemos enseñar a los del jardín infantil. Si lo hacemos, los confundiremos. De la misma manera, lo que practicamos con los del jardín de la infancia, no lo debemos hacer con los de la escuela primaria. Tenemos que adaptar nuestros métodos o los malograremos.

  A ningún niño de menos de seis años de edad le gusta jugar solamente con adultos. Ellos prefieren jugar con otros niños de su edad. Aun los que sirven en las universidades no deben ser de mucha edad. Si son mayores, nadie vendrá a ellos, y los estudiantes los evitarán. Un joven se sentiría intimidado o incómodo con los adultos, pero se sentirá bien con alguien de su edad. Esto nos muestra que no podemos tener las mismas normas para todos indiscriminadamente. Debemos agrupar a las personas según su nivel. Debemos tener casas para albergar a los estudiantes del primer año universitario, y gradualmente pasarlos de nivel, hasta el cuarto año. Los que han estado con nosotros por varios años ya han crecido en el Señor y pueden vivir corporativamente. A fin de evitar que alguien se sienta superior o inferior, debemos agruparlos sabiamente. Cuando los padres crían a sus hijos, lo hacen en cierta forma con cada uno. Abrir un jardín infantil no es fácil, pues el gobierno de este país tiene muchas normas para tal institución. Por ejemplo, en un jardín de la infancia deben proteger la salud de los niños y evitar contagio de enfermedades. Nosotros no debemos tomar el camino fácil. No podemos evitar que los jóvenes se sientan superiores, como sucede con los de la secundaria con respecto a los de primaria. Por eso, necesitamos espiritualidad. Tenemos que enseñarles a negarse a su yo, entre muchas otras cosas, lo cual no es fácil y requiere mucha labor. Les pido a los hermanos y a los hermanas encargados de estas casas que examinen el camino que toman. No podemos hacer las cosas de una manera simple. Los pedagogos conocen la psicología de los estudiantes y están conscientes de la diferencia entre el jardín infantil, la escuela elemental, la secundaria, la universidad y los estudios especializados. Debemos ser sabios en estos asuntos.

NECESITAMOS TENER MAS ADIESTRAMIENTO Y APRENDIZAJE

  Espero pasar más tiempo con los ancianos para adiestrarlos en su función como tales. Cada año yo llevo a cabo dos entrenamientos, aunque anteriormente tenía que escribir treinta mensajes para treinta reuniones. También viajaba mucho al exterior, por lo cual me enfermé recientemente. Así que, desde que llegué a este país, no he tenido mucho tiempo para sentarme a compartir con los ancianos de esta forma. Los ancianos de los Estados Unidos están explorando para hallar la forma de ejercer su función de la mejor manera posible, pero no saben qué hacer. Puesto que nadie nace sabiendo, necesitamos estudiar, practicar y ser educados. Aun el entrenamiento de dos años hace una gran diferencia, pero muchos de los ancianos no han sido entrenados. Compartí al respecto en el libro The Elders Management of the Church [La administración de la iglesia llevada a cabo por los ancianos], pero no tuve tiempo de desarrollar todos estos temas. Ahora me pregunto si el título de dicho libro fue el indicado. El uso de la palabra “administración” se debió a mi falta de tiempo para adentrarme en el tema. ¿Qué quiere decir la administración llevada a cabo por los ancianos? La iglesia no es un banco, ni una corporación que necesita un administrador. Por razones prácticas tenemos un administrador en la oficina de Living Stream Ministry, pero no hay rango allí.

  Necesitamos compartir mucho a fin de impartir este conocimiento. Es muy provechoso que los hermanos de una parte del país vayan a otra de visita, no para enseñar ni aprender, sino para observar. De la misma manera, ayuda mucho viajar a otro país, y permanecer allí una temporada, pues así podemos aprender mucho. He viajado por todo el mundo y he aprendido mucho. Aprendí algo de los japoneses, y algo más de los coreanos. No debemos quedarnos en nuestro propio país; debemos salir y aprender.

DEBEMOS PASTOREAR, ESPECIALMENTE CUIDANDO CON TERNURA

  Yo creo que para las casas de los hermanos y de las hermanas, para los grupos vitales, para la iglesia y para los ancianos, el pastoreo es el factor que lo determina todo. Pese a esto, en las enseñanzas dadas en el pueblo cristiano casi nadie da énfasis a esto. El Señor nos pastorea y nos cuida no sólo exteriormente, sino también en nuestras almas (1 P. 2:25). Ya dijimos esto en el Estudio de cristalización del evangelio de Juan.

  En la actualidad es muy difícil enseñar, pues aun los catedráticos tienen que estudiar para educar a los estudiantes. Si ellos no los “pastorean” pueden tener problemas serios. El primer aspecto del pastoreo es el cuidar con ternura. Efesios 5 nos dice que el Señor cuida con ternura a la iglesia, Su Cuerpo, y la pastorea. Nutrir solamente, sin este cuidado, no produce resultados. Hoy en día me conduzco y tomo decisiones de un modo completamente diferente al de hace treinta años. En estos treinta años he aprendido mucho, aun en las cosas relacionadas con mis hijos. Tocamos la sociedad y nos relacionamos con seres vivientes. Esto no es simple; por eso debemos aprender.

  Tal vez hagamos la obra del ministerio, pero la manera en la que nos conducimos y nos comportamos no encaja, y mata nuestro ministerio. Hace poco un estudiante universitario agredió a tres de sus profesores porque no pasó el curso. No podemos negar que estos profesores fueron responsables por este acto, al menos en parte. Si ellos le hubieran hablado prudentemente al estudiante, no lo habrían hecho enojar hasta ese grado. Los catedráticos trataron de ayudar al estudiante, pero el resultado no fue lo que esperaban. Ahora muchos profesores que oyeron de esta tragedia, serán mucho más cuidadosos al tratar a los estudiantes. En principio, sucede lo mismo con nosotros. El resultado de nuestro trabajo depende de la manera en que nos comportemos. Nos ocupamos de las casas de los hermanos y las casas de las hermanas, pero, ¿de qué manera nos conducimos? Cuando cuidamos a nuestros hijos estando irritados, provocaremos su enojo No debemos hacer eso. Efesios es un libro muy elevado, pero desciende a nuestro nivel cuando nos dice: “Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestra indignación” (4:26). Si nosotros hubiésemos escrito Efesios, no habríamos añadido este versículo; sólo hablaríamos de las cumbres de los primeros tres capítulos y medio de este libro. Pero Pablo descendió de allí en la mitad del capítulo cuatro, y en los capítulos cinco y seis. Estas porciones tienen mucho significado. También Jacobo [o Santiago] dice: “Porque la ira del hombre no cumple la justicia de Dios” (Jac. 1:20).

  Los capítulos 10 y 21 de Juan hablan del pastoreo. El capítulo diez afirma que el Señor viene como el Pastor. El es el Pastor y la Puerta para entrar [al redil] y salir a los pastos. En 10:10 dice: “Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia”, y en el versículo 11 leemos: “Yo soy el buen Pastor”. También dice que El pone Su vida humana por causa del pastoreo. Para dar vida se requiere el pastoreo. Sin éste es difícil que la vida divina opere en nosotros. El capítulo veintiuno es un apéndice muy importante sobre el pastoreo. El evangelio de Juan trata de la vida divina, la cual depende del pastoreo. En la vida cotidiana, la vida familiar y la vida conyugal, es necesario el pastoreo, y éste a su vez requiere el cuidado tierno. Los cónyuges deben cuidarse con ternura constantemente. De lo contrario, tendrán problemas. Los padres deben pastorear a sus hijos. Si practicáramos el pastoreo en todas partes, toda la sociedad sería perfecta. Los malentendidos y las contrariedades provienen principalmente de la carencia de pastoreo. Nosotros los colaboradores debemos aprender a cuidar a la gente con ternura.

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