
Ahora consideraremos directamente la segunda experiencia de vida, a saber, la de dar resolución al pasado.
Hablando con propiedad, dar resolución al pasado en sí mismo no puede ser considerado como una experiencia de vida. Sólo puede ser considerado un apéndice de la experiencia de la regeneración, puesto que el hombre que ha sido verdaderamente regenerado y salvo termina espontáneamente con toda su vida pasada. Por lo tanto, la experiencia normal de la regeneración, ciertamente incluye el elemento de la terminación del pasado. Sin embargo, a causa de que hay algunos que parecen no haber sido claramente regenerados y salvos cabalmente, aunque ellos, de hecho, han sido regenerados y salvos, el problema de su vida pasada no fue resuelto inmediatamente. No es sino hasta que el Señor los revive una vez más, que pueden al fin aprender esta lección. Por eso es correcto que separemos la regeneración y la resolución al pasado y los consideremos dos diferentes experiencias de vida.
No hay una enseñanza clara en las Escrituras con relación a dar resolución al pasado, pero hay dos buenos ejemplos: uno se encuentra en Lucas 19:1-10, la historia de cómo Zaqueo resolvió el problema de su vida pasada luego de haber sido salvo; el otro está en Hechos 19:18-19, el relato de cómo los efesios trataron con su pasado luego de ser salvos.
En Lucas 19 se nos dice que tan pronto como Zaqueo fue salvo, se percató inmediatamente de que había extorsionado a otros en el pasado y que por lo tanto era injusto; también se dio cuenta de que era uno que amaba el dinero y que tenía una manera de vivir llena de avaricia. Por eso, él le dijo al Señor que si había tomado algo de alguien por métodos fraudulentos, voluntariamente lo restituiría cuadruplicado. Además, estaba dispuesto a dar la mitad de sus bienes a los pobres. Esta fue su manera de dar resolución al pasado. En Hechos 19 se nos dice que muchos de los santos de Efeso, habiendo sido salvos por medio de la dirección de Pablo, vinieron a confesar sus hechos, muchos de ellos trayendo voluntariamente sus libros de hechicería y quemándolos delante del pueblo. Así resolvieron el problema de su pasado.
¿Cuáles son las cosas del pasado que deben ser quitadas luego de que somos salvos? ¿Cuáles son las cosas que deben ser terminadas y resueltas? En total, hay cuatro categorías: 1) actos injustos, 2) asuntos impropios, 3) asuntos malignos e impuros, 4) viejas maneras de vivir. Luego que hemos sido salvos es necesario que estos asuntos sean puestos a un lado y sean capítulos cerrados.
1) Actos injustos. Injusto quiere decir que no es recto, que es ilegal. Todo lo que hemos obtenido en el pasado por medios injustos, ilegales, tales como robar, estafar, tomar por la fuerza, apoderarse de propiedades ajenas, retener cosas que otros han perdido, no devolver cosas prestadas mucho tiempo antes, y toda relación ilegítima con otros y tratos injustos hacia otros; todos estos actos injustos son cosas que tenemos que solucionar.
2) Asuntos impropios. Impropio e injusto tienen significados cercanos, sin embargo, son diferentes. Injusticia significa que el método por el cual se obtiene alguna cosa o la relación de cierto asunto, es indebida o ilegal. Impropio significa que la misma naturaleza de cierta cosa o asunto es impropia o indecente. Por ejemplo, cosas usadas para juegos de azar y para embriagarse pueden comprarse y obtenerse por medios legales, pero estas cosas son usadas para juegos de azar y para beber licor. Puesto que los juegos de azar y la bebida son impropios e indecentes, la misma naturaleza de estas cosas es también impropia e indecente. Aún más, fumar o leer novelas obscenas no se les puede considerar cosas injustas sino que ciertamente son inmorales e impropias. Todos estos asuntos impropios son cosas a las que debemos poner fin.
3) Asuntos malignos e impuros. Asuntos malignos e impuros son cosas relacionadas con ídolos, tales como ídolos tallados o imágenes, velas e incensarios usados para adorar ídolos; adornos, muebles y vestimenta con la imagen de dragón, escritos de religiones mundanas, asuntos impuros relacionados con artes raras, tales como libros de horóscopos, fisiognomía, amuletos, etc.; también cosas malignas e impuras, tales como adorar ídolos, adorar a los antepasados, adivinar, decir el futuro, etc. Dios odia estas cosas aún más que aquellas de las primeras dos categorías, y éstas son ciertamente intolerables para la vida que hay dentro de nosotros, la cual es santa y limpia. En consecuencia, con mayor razón deben todas estas cosas ser erradicadas totalmente.
4) Viejas maneras de vivir. Las maneras viejas de vivir se refieren a toda nuestra vieja manera de vivir antes de ser salvos. Luego de que somos salvos, no solamente debemos poner fin a todos los actos injustos, impropios, malignos e impuros, sino que también debemos poner fin a nuestra vieja manera de vivir y tener un nuevo comienzo.
Normalmente, cuando hablamos de dar resolución al pasado, damos énfasis a terminar con los actos injustos, impropios y malignos e impuros, pero por lo general no prestamos atención a poner fin a la vieja manera de vivir. Esta es insuficiente. De hecho, cuando un hombre es regenerado, su vieja manera de vivir cesa al instante. Puesto que la regeneración capacita al hombre para que obtenga una nueva vida, ésta le trae espontáneamente una nueva manera de vivir. La vieja manera de vivir termina junto con la vieja vida y la nueva manera de vivir comienza al tiempo con la nueva vida. De este modo el hombre ha cambiado a un nuevo vivir. Por lo tanto, se puede decir que lo que realmente acaba con el viejo vivir es la salvación del Señor. Todo aquel que recibe la salvación del Señor tiene su viejo vivir humano arruinado y terminado y su nuevo vivir humano ha comenzado y está siendo edificado.
Entonces, ¿cómo debemos considerar la terminación de nuestro viejo vivir humano y el comienzo del nuevo? No estamos diciendo que luego que una persona es regenerada debe cambiar su oficio, o que debe dejar de ir a la escuela, cerrar su negocio, despreocuparse de su familia, e irse a predicar. La terminación del viejo vivir humano significa que luego que una persona es regenerada, puede continuar con su profesión original, siempre y cuando ésta esté dentro de lo debido, pero su gusto no es el mismo, su estado de ánimo cambia y su sentimiento cambia. No importa lo que hace una persona antes de ser regenerada, su gusto, su estado de ánimo y sus sentimientos están inclinados hacia el mundo, todo su deseo es lograr algo en el mundo. Cuanto más trabaja, más le gusta su trabajo y más se adentra en él. Pero después de la regeneración, al entrar la vida de Dios en esta persona, ese sabor por dentro se vuelve insípido, su estado de ánimo cambia y su sentimiento también cambia. Aun tiene un gusto diferente por la comida, el vestir y otras necesidades diarias. En este sentido, su vieja manera de vivir es finalizada y su vieja vida concluye.
Nos hemos referido a cómo Zaqueo solucionó el problema de su vida pasada. Esto incluyó la conclusión de su vieja manera de vivir. Anteriormente él había tomado dinero de otros por falsa acusación y, por ende, era injusto; así que puso fin a sus hechos injustos restituyendo cuadruplicado. Además, también dio la mitad de sus bienes a los pobres; ésta fue la conclusión de su vieja manera de vivir. ¿Habría sido injusto que él no hubiese dado a los pobres? ¿Habría sido impropio? ¿Habría sido maligno e impuro? ¡Claro que no! Su indisposición para dar era su vieja manera de vivir. En su antigua vida, él daba muchísimo valor al dinero; su filosofía de la vida era la codicia, y su vieja manera de vivir era el amor al dinero. Cuando fue salvo y la vida de Dios entró en él, su concepto con respecto al dinero fue cambiado inmediatamente; él lo estimó de poco valor, estuvo dispuesto a dar. Esto muestra que su vida fue cambiada y su vieja forma de vida codiciosa fue terminada. Desde luego, esto no significa que después de poner fin a su vieja manera de vivir no tenía ni gastaba dinero. Es posible que después todavía tuviera mucho dinero y lo gastara. Pero su interés por poseer dinero era diferente; su interés al gastar el dinero era diferente. Su vida vieja había sido cambiada; su vieja forma de vivir finalizó.
Recuerdo mi propia experiencia de finalizar la vieja forma de vivir. También fue un cambio muy evidente. Cuando yo tenía cerca de veinte años, buscaba el conocimiento de este mundo, estaba lleno de ambición, y tenía grandes propósitos. En ese entonces una hermana vino a predicar el evangelio a mi localidad y fui salvo cuando la escuché por primera vez. En esa ocasión ella habló de Exodo, diciendo cómo Faraón se había apoderado de los israelitas y cómo no les permitió salir de Egipto. Dijo que éste era un tipo de cómo Satanás se había apoderado del hombre, no permitiéndole adorar a Dios. Sus palabras fueron en verdad inspiradas por el Espíritu y me conmovieron grandemente. En ese entonces tuve un sentimiento en mí que decía: “Nunca más querré este mundo. Debo servir a Dios”. Desde entonces este sentimiento dentro de mí nunca ha muerto. Por un lado, sentí que no podía seguir andando en el camino de este mundo y en lo sucesivo no era posible lograr mi ambición ni mis grandes propósitos con relación al mundo. Por otro lado, sentí que un nuevo camino, una nueva vida, estaba delante de mí, haciéndome seguir al Señor e ir adelante. En esta forma mi gusto por las cosas fue cambiado, mi estado de ánimo fue cambiado, y mi sentimiento fue también cambiado. Mi vieja forma de vivir llegó a su fin.
Parece difícil encontrar palabras para expresar estos cambios en gusto, estado de ánimo y sentimiento, pero son indudablemente el resultado de ser uno regenerado. Además, cuanto más profundamente sea regenerada una persona, más drásticos serán estos cambios. En aquellos que tienen más futuro en sus empresas o más logros en la sociedad, el cambio será más evidente. Aun aquellos que escasamente son salvos pueden sentir que estos cambios han ocurrido en sus vidas, a pesar de que su experiencia de regeneración no es muy clara. Una vez que hay tales cambios dentro de ellos, la vieja manera de vivir llega a su fin.
Aunque esta terminación de la vieja manera de vivir es una experiencia preliminar del cristiano, no obstante, tiene un efecto profundo sobre su caminar futuro con el Señor. Cuando nuestra vieja manera de vivir termina, nuestra ambición e interés en el mundo son cambiados, nuestra estima y punto de vista hacia los hombres y hacia todo asunto son cambiados, y nuestro propósito en la vida ya no es el mismo. Así que podemos escapar de todas las ansiedades, dejar todas las cargas y correr la carrera en el camino del Señor.
Ya que este asunto de terminar con la vieja manera de vivir es tan importante, tenemos que atender a este asunto de dar resolución al pasado, ya sea por examen propio o dirigiendo a otros, para ver que la vieja manera de vivir ha terminado y que hay tal cambio en gusto, en estado de ánimo y en sentimiento. Si estos cambios no son suficientemente grandes, debemos buscar una operación más profunda del Espíritu Santo para hacerlos más fuertes y de mayor peso. Cuanto más drásticos sean estos cambios, más completa será la finalización de nuestra vieja manera de vivir.
Hablando con propiedad, no es necesario esperar a que una persona sea salva para que pueda ser guiada a considerar este cambio en su vieja manera de vivir. Cuando predicamos el evangelio, también es necesario incluir este punto para facilitar que otros vean que la regeneración implica un cambio en su vivir humano. Cierto tipo de vida debe tener cierto tipo de vivir. Si un hombre es regenerado, obtiene una nueva vida y entonces su vida vieja finaliza espontáneamente. Así que, una vez que el hombre sea salvo, tendrá este cambio de afecto y después tendrá una buena finalización del pasado.
Dar resolución al pasado no está basado en la demanda de regulaciones externas, sino en el sentir de vida interno. Aunque hemos señalado previamente cuatro asuntos que sin lugar a dudas tenemos que terminar; sin embargo, éstos sólo nos ayudan a reconocer principios. Estas no son reglas que nos exigen que pongamos fin a tales asuntos. Cuando ponemos en práctica esto de dar resolución al pasado, en realidad aquello a lo que hay que poner término depende del sentir de vida interno. Por consiguiente, el sentir de vida interno es la base para que solucionemos el problema de nuestro pasado.
Sabemos que todas las religiones del mundo están estructuradas según sus diferentes preceptos religiosos. Sus seguidores viven y se comportan de acuerdo a esas reglas. Pero la salvación del Señor no es así. La salvación del Señor, mediante la regeneración del Espíritu Santo, nos da una nueva vida. Puesto que tenemos esta nueva vida, podemos vivir y comportarnos en la presencia de Dios, por medio del sentir de esta nueva vida. Este es el principio de todo nuestro vivir como cristianos. La resolución de nuestra vida pasada también está basada en este principio. Cuando una persona es regenerada y obtiene la vida de Dios, esta vida se mueve dentro de ella haciéndole que sienta que en su pasado ha habido muchos actos injustos, impropios y malignos, y que todos estos asuntos y toda su vieja manera de vivir son totalmente incompatibles con su estado actual de cristiano. Así que él procede a solucionar el problema de su vida pasada, de acuerdo con este sentir interno.
Los ejemplos de Zaqueo y de los cristianos efesios, que pusieron fin a su pasado, nos muestran que ni el Señor Jesús ni el apóstol Pablo enseñaron expresamente ninguna cosa en cuanto a tratar con el pasado; ellos no dieron ninguna regla que dijera lo que uno tiene que hacer para terminar con su pasado. La “finalización” de Zaqueo y de los cristianos de Efeso fue tal que cuando la salvación del Señor vino a ellos y la vida del Señor entró en ellos, tuvieron cierto sentir hacia las cosas injustas e impuras del pasado y hacia su vieja manera de vivir; por lo tanto, ellos le dieron fin a todo aquello. Su “finalización” prueba que este asunto no está basado en reglas ni enseñanzas externas, sino en el sentir de vida interno.
Sin embargo, al principio de nuestra salvación, no siempre nos damos cuenta de todas las cosas a las que debemos dar fin. A pesar de que hay muchos asuntos que necesitan ser solucionados, aún así, sólo estamos conscientes de una parte de ellos. En todo caso, tenemos que poner fin a la parte de la cual estamos conscientes. De todos modos, a cualquier cosa de la cual estemos conscientes, debemos ponerle fin. El alcance del sentir de nuestra conciencia debe ser el límite de lo que solucionemos. En cuanto a aquellas cosas de las cuales aún no estamos conscientes, sólo necesitamos avanzar y crecer en la vida del Señor; en el futuro, el Señor hará que nosotros naturalmente lo sintamos. En ese entonces, habrá más trato y habrá más limpieza.
Una vez había una hermana avanzada en años en cuya casa había dos cosas: una pantalla de una lámpara, hecha de seda con un dragón bordado, y un juego de té con un diseño de dragón impreso. Mucho después de haber experimentado la salvación, ella no sentía nada en relación a ésta. Entonces fue alumbrada por el Señor y tuvo un profundo sentir interno hacia esas cosas. Ella no tenía paz cada vez que veía estos artículos con diseños de dragón. Más tarde procedió a destruirlos de acuerdo a su sentir interior.
De igual forma, había un hermano que tenía una fábrica de tejidos, especializada en la confección de ropa de dormir con diseños de dragón. Al principio, él no tenía ningún sentir al respecto. Luego, un día, repentinamente me dijo: “Hermano Lee, creo que no puedo continuar operando mi fábrica. Yo soy cristiano. ¿Cómo puedo continuar vendiendo ropa con diseños de dragón?” El procedió a cambiar de negocio según ese sentir.
Estos dos ejemplos muestran cómo estas personas originalmente vivían en medio de cosas impuras sin preocuparse en absoluto por ello. Un día, por causa de su amor al Señor y de seguirle y permitir que la vida de El se moviera activamente en ellos, sintieron la necesidad de quitar de en medio estos asuntos. Como correspondía, ellos obedecieron el sentir interno y dieron fin a su pasado. Esto prueba que la base para deshacerse del pasado es el sentir interno de vida.
Puesto que la conclusión de nuestro pasado está basada en el sentir de vida interno, debemos continuar asiéndonos a este principio cuando estamos dirigiendo a otros a terminar con el pasado. Nunca les establezcamos ninguna regla externa para enseñarles que deben terminar con esto o con aquello; más bien procuremos despertar el sentir de vida interno y dirigirles a ese sentir. Necesitamos primero hacer que otros sepan que la vida de Dios está dentro de ellos y guiarlos a que conozcan el sentir de vida. Luego, en segundo lugar, con la ayuda del ministerio de la Palabra, literatura espiritual y los testimonios de otros santos respecto a la terminación de su vida pasada, hagan que ellos tengan algún sentir o un sentir más profundo con respecto a lo que necesita ser terminado en su propia vida pasada. Una vez que este sentir ha comenzado y se ha profundizado en ellos, podemos guiarlos a que den resolución a su vida pasada de acuerdo con su propio sentir. Esta forma de despejar el camino está de acuerdo con el principio de la salvación del Señor y puede ayudar a otros a crecer verdaderamente en vida.
¿Cuán lejos debemos ir en poner fin a las cosas del pasado? ¿Hasta qué grado debemos proceder? El grado está expresado en Romanos 8:6 como “vida y paz”.
Ya hemos visto que la terminación del pasado está basada en el sentir de vida interno. Este sentir de vida interno es un sentir dado a nosotros a través de la unción interna del Espíritu Santo. Puesto que la terminación de nuestro pasado está basada en el sentir de vida dentro de nosotros, el procedimiento es el mismo que se menciona en Romanos 8:5-6, es decir, seguir el Espíritu u ocuparse del Espíritu. El resultado, por consiguiente, será naturalmente el mismo: “vida y paz”. Así que, vida y paz son el grado que se nos requiere para solucionar el pasado. Si seguimos la demanda de nuestro sentir interno de hacer restitución, de confesar nuestros pecados, de eliminar las cosas impropias e impuras y de poner fin a nuestra vieja manera de vivir, sin duda nos sentiremos fortalecidos, iluminados, satisfechos y vivificados; también nos sentiremos en paz, seguros y llenos de la presencia del Señor. Si hemos quitado de en medio las cosas del pasado y todavía no nos sentimos llenos ni sentimos la manifestación de vida y paz, podemos estar seguros que no hemos seguido al Espíritu hasta el final; no hemos satisfecho suficientemente la demanda del sentir interno. Debemos acudir al Señor para obtener gracia para que podamos poner fin a las cosas cabalmente, hasta que estemos llenos de vida y paz.
Por supuesto, el testimonio interno de vida y paz no es suficiente para probar que toda nuestra vida pasada, la cual necesita ser solucionada, haya sido ya tratada. Sólo indica que hemos prestado atención a todo según la demanda de nuestro sentir interno. Es posible, que más adelante, cuando nuestra vida haya crecido y nuestro sentir se haya incrementado, nos percatemos de que hay más cosas que necesitan ser terminadas. En ese momento debemos nuevamente seguir el guiar de este sentir y tratar con estos asuntos hasta que nuevamente sintamos vida y paz. Después de varias limpiezas y tratos exhaustivos, nos habremos limpiado en un más alto grado de las cosas, las acciones, las relaciones y los conceptos del pasado que no agradan al Señor. Podremos entonces seguir al Señor y seguir adelante sin arrastrar nada del pasado.