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Mensajes del libro «Experiencia que tenemos de Cristo, La»
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CAPÍTULO CATORCE

A FIN DE CONOCERLE

  En Filipenses 3:8 Pablo habla de la excelencia del conocimiento de Cristo, y luego en el versículo 10 dice: “A fin de conocerle”. Según la construcción gramatical, la frase a finde conocerle es un infinitivo y debe venir después de otra palabra, pero la pregunta es cuál es esa palabra. Hay dos posibilidades: la primera es que a fin de conocerle viene después de la frase ser hallado en Él; y la segunda es que viene después de la palabra fe. Los estudiosos de la Biblia aún no se han puesto de acuerdo en esto; pero, según nuestra experiencia, yo diría enfáticamente que no estoy nada de acuerdo con la primera perspectiva, sino completamente de acuerdo con la segunda, es decir, que la frase a fin de conocerle viene después de la frase modificadora que termina con la palabra fe.

PABLO SE VUELVE DE LA LEY A CRISTO

  Si esta perspectiva es la correcta, entonces el apóstol Pablo parecía estar diciendo: “Cuando era Saulo de Tarso todos me hallaban siempre en la ley. Día y noche, yo estaba en la ley, y los demás me hallaban en la ley. Incluso los ángeles sabían cuánto me encontraba en la ley. Yo sencillamente era un hombre que estaba en la ley; mi corazón, mi mente y mi parte emotiva, así como mis motivos, pensamientos, intenciones y actividades, se hallaban completamente en la ley. Debido a que me inclinaba tanto por la ley, todo mi ser se hallaba en la ley. Pero ese día, camino a Damasco, me convertí de la ley a Cristo. A Dios le agradó revelar a Su Hijo, Cristo, en mí, y yo estuve dispuesto a pagar el precio de renunciar al estatus que tenía en el judaísmo. Yo era del linaje de Israel y de la tribu de Benjamín, una tribu deseable y honorable. Era hebreo, hijo de hebreos y fariseo. Era además muy celoso e irreprensible. Definitivamente gozaba de un estatus superior al de otros. Pero la visión celestial hizo que me volviera de la ley a Jesús, Aquel a quien había estado persiguiendo. La visión celestial fue tan poderosa y arrolladora que acabó por derrotarme y conquistarme”. De este modo, Saulo de Tarso se rindió completamente al Señor y estuvo dispuesto a renunciar a su anterior estatus en el judaísmo. Desde entonces, él empezó a estimar como pérdida todas las cosas religiosas y naturales que antes consideraba ganancia, renunciando a ellas a causa de la excelencia del conocimiento de Cristo, a fin de ganar a Cristo y ser hallado en Él. Desde el momento en que recibió la visión camino a Damasco, su vida experimentó un cambio radical. Ni los ángeles ni los que estaban a su alrededor volvieron a hallarlo en la ley. Todo el que se encontraba con él, lo hallaba en Cristo. Sin importar qué estuviera haciendo, Pablo estaba en Cristo. Mientras enseñaba, él estaba en Cristo; mientras ministraba, él estaba en Cristo; mientras iba de un lugar a otro y realizaba ciertas actividades, él estaba en Cristo. Día y noche, él era un hombre en Cristo. Los demás siempre lo hallaban en Cristo en una condición en la cual él no tenía su propia justicia que es por la ley. Esto significa que él no hacía el bien conforme a la ley, en virtud de su vida natural; más bien, los demás lo hallaban en Cristo en una condición en la cual manifestaba una justicia que era la expresión de Dios. De este modo, él no tenía la justicia que es por la ley, sino la justicia procedente de Dios. De manera que, en lugar de actuar o comportarse de cierta manera o de luchar y esforzarse, Pablo simplemente creía, no por medio de su propia fe, sino por medio de Jesucristo como su fe.

TOMAR A CRISTO COMO FE

  Pablo tomó a Cristo, no sólo como su vida, sino también como su fe. En Gálatas 2:20 él dijo que estaba crucificado juntamente con Cristo, que ya no vivía él sino que Cristo vivía en él, y enseguida añadió que la vida que vivía, la vivía por la fe del Hijo de Dios, quien lo amó y murió por él. Este versículo revela que Cristo vivía en Pablo y que Pablo vivía no sólo en virtud de la vida de Cristo, sino también en virtud de la fe de Cristo. En sí mismo, Pablo no tenía fe; de hecho, la fe por la cual Pablo vivía era la fe de Cristo. Eso significa que Pablo era hallado en Cristo en una condición en la cual vivía por Cristo como su fe y, por ende, expresaba a Dios en su vivir como justicia. Su justicia no era cierto comportamiento o conducta, sino que era Dios mismo que se expresaba en su vivir como justicia por medio de la fe. Fue en esta condición que Pablo procuró conocer a Cristo.

CONOCER A CRISTO POR EXPERIENCIA

  Dado que Pablo ya había obtenido la excelencia del conocimiento de Cristo, ¿por qué él aún anhelaba conocerle? La excelencia del conocimiento de Cristo viene por revelación; sin embargo, el conocimiento del cual se habla en el versículo 10 no se recibe por revelación sino por medio de experiencia. Basándome en mi experiencia, puedo decir que la palabra conocer aquí equivale a la palabra experiencia. Por lo tanto, a fin de conocerle significa a fin de experimentarle, a fin de disfrutar de Él, a fin de participar de Él y a fin de ser partícipe de Él. Usemos como ejemplo la acción de comer. Usted primero escoge los víveres, luego paga por ellos y después los cocina. Es cuando usted se come lo que ha cocinado que llega a conocer la comida que compró. De la misma manera, nosotros tenemos que pagar el precio para ganar a Cristo y ser hallados en Él, no teniendo la justicia que procede de nosotros mismos, sino la justicia que es Dios mismo expresado en nuestro ser como fe. En esta condición, nosotros podemos conocer a Cristo a medida que le experimentamos poco a poco. Por lo tanto, no es suficiente escuchar mensajes y ver a Cristo por revelación.

LOS EVANGELIOS SON UN RELATO ACERCA DE LA VIDA

  Como alguien que creció en el cristianismo, yo escuché las historias de Jesús desde que era niño. Tanto en mi casa como en la escuela dominical me enseñaron las historias acerca de Cristo halladas en los Evangelios. Así que, por mucho tiempo los Evangelios no fueron nada más que historias para mí. Pero después de que fui salvo, ya no las consideré simples historias, sino que las veía como lecciones que debía aprender. Después de algún tiempo, mi concepto cambió de lecciones a enseñanzas. Además de aprender enseñanzas, también me dijeron que debía tomar a Cristo como mi modelo, porque, según estas lecciones y enseñanzas, Cristo era un ejemplo y modelo para nosotros. Muchos cristianos hoy en día consideran los cuatro Evangelios principalmente como historias, lecciones, enseñanzas y ejemplos. Sin embargo, en dos ocasiones el Señor Jesús dijo que Él era la vida (Jn. 11:25; 14:6). Por lo tanto, todo lo que se halla escrito en los Evangelios es vida, y no simplemente historias, lecciones, enseñanzas o ejemplos.

  En los Evangelios vemos que la vida es una persona, no una cosa, condición o situación. Pablo dijo en Filipenses 3 que él deseaba ganar a Cristo y ser hallado en Él. Aquel a quien Pablo quería ganar y en quien quería ser hallado era Cristo Jesús como su vida. Esto significa que Pablo quería ser hallado en vida, en la persona que era su vida. Además, como ya dijimos, Pablo deseaba ser hallado en Él en una condición en la cual no tuviera la justicia procedente de él mismo según la ley, sino la justicia que es Dios mismo manifestado en su vivir por fe. Por esta razón, Pablo pudo decir: “Deseo ser hallado en Aquel que es mi vida en una condición tal que no tenga nada que proceda de mí mismo, sino únicamente del Dios viviente manifestado en mí como mi justicia, mediante la fe de Cristo”. La condición en la cual Pablo deseba ser hallado era una condición conforme a la fe, no conforme a las obras. Pablo podía alcanzar esta condición únicamente por medio de creer, no por medio de las obras o del esfuerzo. Él quería estar en esta condición a fin de conocer a Cristo, es decir, a fin de experimentar, disfrutar, participar y ser partícipe de todo lo que Cristo era para él.

  A estas alturas, debemos examinar el libro de 2 Corintios, el cual puede ser considerado como la autobiografía de Pablo. El hermano Nee una vez dijo que el libro de Deuteronomio es la autobiografía de Moisés. Si ustedes quieren saber qué clase de persona era Moisés, entonces deben estudiar este libro. Asimismo, si desean saber qué clase de persona era el apóstol Pablo, deben leer 2 Corintios. En este libro Pablo escribió de su vida personal.

VIVIR EN LA PERSONA DE CRISTO

  En 2 Corintios 2:10 dice: “Al que vosotros algo perdonáis, yo también; porque también yo lo que he perdonado, si algo he perdonado, por vosotros lo he hecho en la persona de Cristo”. ¿Qué significa el que Pablo perdonara en la persona de Cristo? Dediqué mucho tiempo a estudiar este versículo antes de poder entender lo que Pablo quería decir. Lo que entiendo de esto lo puedo expresar mejor por medio de un ejemplo. Una vez me invitaron a cenar a la casa de un hermano. En un momento dado yo le hice una pregunta al hermano, y después le hice la misma pregunta a la esposa. Antes de responderme, ella primero miró a su esposo, y él la miró a ella. Después de saber a través de la mirada de su esposo lo que debía decir, ella procedió a responderme en la persona de su esposo. Muchos esposos y esposas se relacionan de esta manera. Si una esposa no sabe comportarse en la persona de su esposo, ella es independiente. Una esposa debe siempre hablar en la persona de su esposo. Toda esposa que hable según la persona de su esposo es una esposa muy buena, puesto que no vive por sí misma, sino por la persona de su esposo. Aunque ella tiene su propia personalidad, no vive por su personalidad, sino por la persona de su esposo. ¡Cuán maravilloso es esto!

  Todos los jóvenes necesitan aprender a vivir en la persona de Cristo. La manera de experimentar a Cristo es vivir en la persona de Cristo. Necesitamos hacerlo todo en la persona de Cristo. Por ejemplo, si ustedes pueden ver televisión en la persona de Cristo, háganlo. Pero si honestamente no pueden ver televisión en la persona de Cristo, entonces no deben hacerlo. Si mientras ven la televisión ustedes miran al Señor, probablemente Él les dirá que la apaguen. Además, un hermano casado debe aprender a hablarle a su esposa en la persona de Cristo. Si él vive en la persona de Cristo con su esposa, no discutirá con ella. Si le consulta al Señor cuando está a punto de discutir con ella, no discutirá con ella. ¡Cuán maravillosa sería nuestra vida si viviéramos en la persona de Cristo!

  Pablo era alguien que vivía en la persona de Cristo. Según 2 Corintios 2:10, él perdonó en la persona de Cristo. Pablo no hizo nada conforme a sus gustos, predilecciones y preferencias, sino que hacía todo conforme al gusto de Cristo. La mejor esposa es aquella que en su vivir toma a su esposo como su persona. Los esposos también necesitan vivir en la persona de sus esposas, pero con discernimiento. Esto es conforme a la economía de Dios. Conforme a la administración doméstica de Dios, la posición de cabeza no le ha sido dada a la esposa sino al esposo. Sin embargo, tanto la esposa como el esposo deben vivir en la persona de su cónyuge. Entonces su vida matrimonial será dulce y placentera. ¡Cuán maravillosa es la experiencia de vivir en la persona de Cristo!

  Según el texto griego, la palabra griega traducida “persona” en 2 Corintios 2:10 es la misma que se tradujo “faz” en 2 Corintios 4:6, el versículo que dice que la gloria de Dios está en la faz de Jesucristo. Esto indica que cuando Pablo vivía en la persona de Cristo, él vivía en la faz de Cristo. Él era un hombre en Cristo, quien se hallaba en Cristo en una condición basada en la fe y condicionada por la fe. A fin de conocer a Cristo en su experiencia diaria, Pablo lo hacía todo en la persona de Cristo. Cristo y él no eran dos personas sino una sola persona. Por esta razón, en Filipenses 1:21 él pudo decir: “Para mí el vivir es Cristo”. Él vivía en la persona de Cristo y era uno con Cristo. Dos personas, Pablo y Cristo, vivían como una sola persona. Nosotros debemos llevar una vida así.

LA MANSEDUMBRE Y LO COMPRENSIVO QUE ES CRISTO

  En 2 Corintios 10:1 dice: “Mas yo Pablo os ruego por la mansedumbre y ternura de Cristo”. Este versículo no quiere decir que Pablo imitaba a Cristo. No, debido a que él vivía por Cristo, la mansedumbre de Cristo llegó a ser suya. Por este motivo, él podía rogarles a los corintios por la mansedumbre de Cristo, por quien él vivía. Pablo era una persona mansa, pero no en sí misma sino en Cristo. Todo lo que él expresaba como mansedumbre era la mansedumbre de Cristo, no su propia mansedumbre.

  Además, Pablo también les rogaba a los corintios por la ternura de Cristo, o lo comprensivo que es. Otras versiones traducen esta palabra griega como “indulgencia”. Esto significa que Pablo no era legalista, sino flexible e indulgente. Al igual que su mansedumbre, su actitud indulgente no era suya sino de Cristo. Pablo experimentaba a Cristo como Aquel que era bondadoso, amable y flexible. Debido a que vivía por Cristo, la indulgencia de Cristo era suya. Debido a que Pablo vivía por Cristo, él poseía las virtudes de Cristo, incluyendo virtudes tales como la mansedumbre y la ternura. Cuando Pablo ministraba, escribía y hablaba, él estaba en Cristo. Todo lo que él hacía lo hacía mediante las virtudes de Cristo. En todo lo que hacemos debemos ser hallados en Cristo. ¡Oh, que yo pueda ganar a Cristo y ser hallado en Él en una condición que está basada en la fe! No deseo hacer nada por medio de luchas y esfuerzos; más bien, deseo hacerlo todo al vivir en Cristo, de modo que Sus virtudes puedan expresarse espontáneamente en mi vivir.

LA VERACIDAD DE CRISTO

  En 2 Corintios 11:10 Pablo dice: “Por la veracidad de Cristo que está en mí”. La veracidad de Cristo estaba en Pablo porque Cristo estaba en él. Cristo mismo es la veracidad. Ésta es una prueba más de que Pablo vivía por Cristo. De lo contrario, él no podía haber tenido la veracidad de Cristo.

LA GRACIA DE CRISTO ES SUFICIENTE

  En el capítulo 12 Pablo oró tres veces para que le fuera quitado el aguijón de su carne. El versículo 9 dice: “Me ha dicho: Bástate Mi gracia; porque Mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que el poder de Cristo extienda tabernáculo sobre mí”. El poder de Cristo se extendía como un tabernáculo sobre Pablo. Esto también corresponde a la experiencia que tenemos de Cristo. Pablo no hizo nada por su propia cuenta ni insistió en sus preferencias, sino que simplemente puso su mirada en Cristo, confió en Cristo, vivió por Cristo y aprendió a disfrutar a Cristo quien lo cubría con Su sombra. Para él, Cristo era un tabernáculo que le proporcionaba sombra en cualquier situación difícil por la que estuviera pasando. Bajo esta sombra, Pablo disfrutó de la gracia de Dios, la cual era suficiente. Por lo tanto, poco a poco y paso a paso, él llegó a conocer a Cristo, no sólo por revelación, sino también por medio de su experiencia personal. Él pudo testificar y gloriarse de que la gracia de Cristo era suficiente. Él sabía que cuando era débil, entonces era poderoso, porque en su debilidad el poder de Cristo era perfeccionado. Éste es el vivir que expresa a Cristo. ¡Qué tremenda experiencia Pablo tuvo de Cristo!

UN HOMBRE EN CRISTO

  En 2 Corintios 12:2 Pablo dijo: “Conozco a un hombre en Cristo”. Pablo aquí se refirió a sí mismo como un hombre en Cristo. ¡Qué designación más maravillosa! Espero que en el futuro todos podamos decir lo mismo de nosotros mismos. Espero que después de algunos años, usted pueda mirar retrospectivamente y decir de sí mismo: “Hace siete años, conocí a un hombre en Cristo”.

LA REVELACIÓN DE UNA PERSONA MARAVILLOSA

  Consideremos los cuatro Evangelios una vez más. Ya les dije que es posible tomar los Evangelios como historias, lecciones, enseñanzas y ejemplos. Pero lo primero que debemos ver en los Evangelios es que ellos nos presentan a una persona que es vida. Yo todavía estoy conociendo al Señor tal como se revela en los Evangelios. ¡Qué precioso es el relato en los Evangelios de Aquel que es mi vida! Para mí, los Evangelios ya no son libros que contienen historias, lecciones, enseñanzas o ejemplos, sino que son la revelación de una persona maravillosa. Esta persona es Dios mismo quien creó todas las cosas. En Él estaba la vida, y un día Él se hizo carne, lleno de gloria, gracia y realidad; y de Su plenitud recibimos todos, y gracia sobre gracia. Esta persona vivió en la tierra hasta que fue traicionado, arrestado, condenado y crucificado, después de lo cual fue sepultado. Al tercer día Él resucitó para llegar a ser el pneuma celestial que infundió en Sus discípulos al soplar en ellos (Jn. 20:22). Desde ese entonces, Él estaba en los discípulos. Sin embargo, Él es también Aquel que ascendió a los cielos.

  Cuando el Señor Jesús estuvo en la tierra, Él llevó una vida que continuamente estaba bajo la muerte de cruz, la cual continuamente aniquilaba Su vida natural. Incluso antes de que el Señor fuera crucificado, Él vivió bajo la cruz al negarse a Su vida natural para que Su vida divina pudiese ser liberada en el poder de resurrección. Este entendimiento cambió la perspectiva que yo tenía de los Evangelios, pues me ayudó a conocer a Cristo, no simplemente por revelación sino en mi experiencia diaria. Día a día, yo experimento un poco más de Él. Ahora, cada vez que abro cualquier página de los Evangelios, veo a esta persona maravillosa y la experimento. De este modo, yo gusto al Señor, lo disfruto y participo de Él. En la eternidad todavía lo disfrutaré y participaré de Él. El propio Jesucristo revelado en los cuatro Evangelios es nuestra vida; necesitamos conocerlo de esta manera.

  En primer lugar, a Dios le agradó revelar a Cristo en nosotros. En segundo lugar, todos debemos estar dispuestos a pagar el precio para recibir esta revelación a fin de ganar a Cristo. Tercero, no sólo necesitamos ganarlo, sino también vivir en Él, de modo que los ángeles y quienes nos rodean puedan hallarnos en Él. En Él nosotros vivimos de una manera que es regulada y condicionada por fe. Poco a poco, debemos conocerlo por experiencia. Ésta es la manera de experimentar a Cristo y de conocerle.

  Es después de que recibimos la revelación divina que experimentamos a Cristo como vida. De este modo, conocemos a Cristo, no teóricamente sino en nuestra experiencia diaria, y Sus virtudes se hacen manifiestas en nuestra humanidad. Si necesitamos mansedumbre, Él es nuestra mansedumbre; si necesitamos verdad, Él es nuestra veracidad. Incluso Él mismo llega a ser nuestra persona. Así, nosotros vivimos en Él tomándole como nuestra persona y haciendo todo en la persona de Cristo. Ésta es la vida cristiana normal y apropiada. La vida cristiana normal no simplemente consiste en tener un buen comportamiento o una conducta mejorada. El que vive una vida cristiana normal vive en la persona de Cristo y, de ese modo, expresa a Dios como su justicia sin luchas ni afanes, sino sosegadamente y gozosamente. ¡Qué vida de disfrute es esta! Esta vida es nuestra salvación diaria.

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