Mostrar cabecera
Ocultar сabecera
+
!
NT
-
Navega rápidamente por los libros de vida del Nuevo Testamento
AT
-
Navega rápidamente por los libros de vida del Antiguo Testamento
С
-
Mensajes del libro «Experiencia que tenemos de Cristo, La»
1 2 3 4 5 6 7 8 9 10
11 12 13 14 15 16 17 18 19 20
21 22 23
Чтения
Marcadores
Mis lecturas

CAPÍTULO VEINTIDÓS

COOPERAR CON EL ESPÍRITU

  En este mensaje hablaremos de nuestra necesidad de cooperar con el Espíritu. Como ya dijimos en el mensaje pasado, debemos morir a fin de poder vivir. Esto es muy misterioso. La vida cristiana verdadera y apropiada es una vida en la cual morimos, pero a la vez vivimos. Por ejemplo, si usted no permite que una semilla muera al ser puesta en la tierra, ésta no podrá vivir. Pero si cae en la tierra y muere, crecerá. Por lo tanto, ella crece a medida que muere. Si no muere, la vida que está en la semilla no podrá crecer. La vida está allí presente, pero no está activa. A fin de que la vida que está dentro de la semilla se active, la semilla tiene que morir. ¡Cuán misterioso es esto! Aunque es un misterio, este principio opera en todo el universo, en la vida vegetal, en la vida animal, en la vida humana e incluso en la vida divina. Dios se hizo hombre para morir, y así expresar a Dios en Su vivir. El Señor Jesús dijo: “Si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto” (Jn. 12:24). Si un grano de trigo no cae en la tierra y muere, no podrá crecer, no podrá vivir. Pero si muere, producirá muchos granos. Aquí vemos el principio de cómo la vida crece mediante la muerte. Donde la muerte opera, allí crece la vida. Este principio no sólo se aplica a la vida vegetal y animal, sino también a la vida humana e incluso a la vida divina.

EL PILOTO Y EL COPILOTO

  En este proceso de morir, necesitamos cooperar con el Espíritu. En muchos aviones siempre hay un piloto y un copiloto. El copiloto tiene que cooperar con el piloto. A medida que morimos, no debemos operar sino cooperar. Es algo espantoso que tratemos de operar, es decir, que intentemos hacer algo mientras morimos. Sin embargo, es posible que un hermano haga esta oración: “Señor, mi esposa me mortifica; tengo que vencer en este problema”. Si hace esto, está equivocado, puesto que estará operando en lugar de cooperar. La palabra cooperar implica que alguien mejor que usted está operando. Por ejemplo, el piloto es mejor que el copiloto, puesto que el piloto ocupa el primer lugar, y el copiloto, el segundo lugar. Siento tener que decirles esto, pero la mayor parte del tiempo ustedes mismos son el piloto de su propia vida. El resultado de esto es miseria y desdicha. La razón por la cual su vida familiar es tan triste y desdichada es que usted es el piloto, no el copiloto. Nuestro piloto es Cristo como el maravilloso Espíritu vivificante. Aunque le tenemos como el Piloto en nuestro ser, muchas veces no lo honramos, ni lo respetamos, ni le damos la debida importancia. En lugar de ello, nosotros mismos preferimos ser el piloto.

  Algunos cristianos creen que en tanto que Cristo sea el Piloto, todo estará bien. No, no necesariamente todo estará bien, pues aunque Cristo sea el Piloto, aún usted tiene que ser el copiloto. Por lo general, nosotros o somos el piloto o decidimos no ser nada. Ambos casos están equivocados. Muchos cristianos conocen la verdad de Gálatas 2:20, es decir, saben que han sido crucificados con Cristo, que ya no viven ellos, sino que Cristo vive en ellos. Sin embargo, esto es sólo la mitad del versículo, pues después dice: “Y la vida que ahora vivo en la carne”. Muchos cristianos hacen una de dos cosas, o pilotean su propia vida o descuidan todo y no hacen nada. Sin embargo, no debemos hacer ninguna de estas dos cosas; debemos evitar ambos extremos. Nuestro Piloto necesita que nosotros seamos el copiloto.

NO SE TRATA DE QUE NOS CRUCIFIQUEMOS A NOSOTROS MISMOS

  Hace muchos años leí algunos libros que decían que nosotros tenemos que crucificarnos a nosotros mismos. Sin embargo, ninguno de estos mensajes era acertado, puesto que nos enseñaban que teníamos que crucificarnos a nosotros mismos a fin de ser crucificados con Cristo. Unos años después, el hermano Nee señaló que esta enseñanza era completamente equivocada. Nadie puede cometer suicidio por medio de la crucifixión. Es posible que una persona se suicide de muchas otras maneras, pero no por medio de la crucifixión. Todos los que son crucificados necesitan que otros los ayuden. Ni siquiera el Señor Jesús podía crucificarse a Sí mismo; fueron los soldados quienes lo clavaron en la cruz. Por consiguiente, no es nada lógico decir que nosotros podemos crucificarnos a nosotros mismos. No obstante, aunque no podemos crucificarnos a nosotros mismos, damos gracias al Señor porque fuimos crucificados.

  Al oír esto, algunos quizás nos pregunten acerca de Gálatas 5:24. Este versículo dice: “Pero los que son de Cristo Jesús han crucificado la carne con sus pasiones y concupiscencias”. Pero noten que este versículo no dice que nosotros nos hemos crucificado a nosotros mismos, sino que hemos crucificado la carne. Ciertamente podemos crucificar la carne con sus pasiones y concupiscencias. En la Biblia la carne representa el aspecto maligno del cuerpo. Todos necesitamos crucificar nuestra carne con sus pasiones y concupiscencias. Sin embargo, eso no implica que nosotros tenemos que crucificarnos a nosotros mismos.

  Otro versículo importante relacionado con este tema es Romanos 8:13, que dice: “Porque si vivís conforme a la carne, habréis de morir; mas si por el Espíritu hacéis morir los hábitos del cuerpo, viviréis”. Este versículo indica que nosotros tenemos que hacer morir, no sólo la carne con sus concupiscencias, sino también los hábitos del cuerpo, sean buenos o malos. Si hacemos morir los hábitos del cuerpo, viviremos. Por consiguiente, tenemos que crucificar nuestra carne y hacer morir los hábitos de nuestro cuerpo.

  Además, en Mateo 16:24 el Señor Jesús dijo: “Si alguno quiere venir en pos de Mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame”. Además de crucificar nuestra carne y hacer morir los hábitos de nuestro cuerpo, tenemos que negarnos a nosotros mismos. Todas estas cosas las tenemos que hacer nosotros mismos; no hay nadie que pueda hacerlas por nosotros. La manera de poner fin a la carne con sus pasiones es crucificarla, la manera de poner fin a los hábitos del cuerpo es hacerlos morir y la manera de poner fin al yo es negarnos a él.

NUESTRO DOBLE ESTATUS

  Hemos hablado de nuestra necesidad de cooperar con el Espíritu. La razón por la cual necesitamos cooperar con el Espíritu es que nosotros, como personas que han sido salvas, tenemos un doble estatus. Antes de que fuéramos salvos, sólo teníamos un estatus; pero después de ser salvos, otra vida, otra Persona, entró en nosotros. Aquel que entró en nosotros es Cristo como Espíritu vivificante. Es un hecho, no es una superstición o doctrina, que otra Persona, Jesucristo mismo como Espíritu vivificante, entró en nuestro ser. Cuando Él entró en nosotros, no entró en nuestra mente ni en nuestra carne, sino en nuestro espíritu. Por consiguiente, en el momento en que fuimos salvos, el Espíritu vivificante fue añadido a nuestro espíritu. Esta adición del Dios Triuno en nosotros hizo que nuestro espíritu fuera regenerado. Ahora, como personas que han sido regeneradas, tenemos un doble estatus. Con respecto al primer aspecto de este doble estatus, estamos muriendo; y con respecto al segundo, en nuestro espíritu regenerado donde Cristo está, estamos viviendo. No hay ningún versículo en la Biblia que nos diga que tenemos que crucificar nuestro espíritu, hacer morir nuestro espíritu o negarnos a nuestro espíritu. Pero, como ya mencionamos, hay otros versículos que nos dicen que debemos crucificar nuestra carne con sus pasiones, que debemos hacer morir los hábitos del cuerpo y que debemos negar nuestro yo. En esto vemos que tenemos un doble estatus, un estatus con la carne, el cuerpo y el yo, y otro con el espíritu, dentro del cual mora el Espíritu vivificante.

  Ya vimos que el primer estatus incluye la carne, las prácticas del cuerpo y el yo. Con respecto a este estatus, ¿estamos viviendo o estamos muriendo? Estamos muriendo. Sin embargo, mientras morimos con respecto al primer estatus, tenemos que cooperar con el segundo. Por consiguiente, con respecto al primer estatus estamos muriendo, pero conforme al segundo estamos cooperando con el Espíritu. ¡Aleluya por nuestro doble estatus! El primero requiere la muerte, mientras que el segundo requiere nuestra cooperación. En nuestro segundo estatus, es decir, en nuestro espíritu, tenemos un Piloto maravilloso que controla nuestra vida. Sin embargo, Él nos necesita a nosotros como Sus copilotos. Como copilotos Suyos que están muriendo conforme al primer estatus, nosotros debemos cooperar con el Espíritu en nuestro segundo estatus.

MORIR Y VIVIR

  Cuanto más morimos, más vivientes llegamos a ser. Si todos morimos, entonces seremos muy vivientes en las reuniones. Cuando lo que somos conforme a nuestro primer estatus se mantiene en la tumba, lo que somos conforme a nuestro segundo estatus, el espíritu, se levanta en resurrección. Mientras morimos, vivimos para cooperar con el Espíritu vivificante. Por un lado, en el sentido negativo, tenemos que hacer tres cosas: crucificar la carne, hacer morir las prácticas del cuerpo y negarnos al yo. No basta con que estemos cansados de estas cosas; tenemos que morir a ellas. ¡Cuán maravilloso es morir a la carne, a las prácticas del cuerpo y al yo! Necesitamos cooperar con el Espíritu vivificante para poner fin a estas tres cosas, lo cual tiene que ver con el aspecto negativo. Cada vez que la carne se exprese, quizás en forma de mal genio, debemos cooperar con el Espíritu para crucificarla.

  Esto no es una simple doctrina, sino algo que hemos aprendido por experiencia. Yo no aprendí esto en un libro sino en mi propia experiencia. Por muchos años intenté diferentes maneras de eliminar estas cosas, pero ninguna de ellas funcionó. Específicamente traté de aplicar la enseñanza que nos dice que debemos considerarnos muertos. Sin embargo, aunque hice lo posible por considerarme muerto, esto no funcionó. De hecho, cuanto más me consideraba muerto, más vivo estaba.

  Finalmente, por experiencia aprendí que mientras morimos, debemos cooperar con el Espíritu. Cuanto más morimos en nuestro primer estatus, más vivientes nos volvemos conforme al segundo estatus. Eso significa que nuestro espíritu se levanta en resurrección. A medida que nuestro espíritu se levanta, debemos cooperar con el Espíritu que mora en nosotros para crucificar la carne, para hacer morir las prácticas del cuerpo y para negarnos al yo. Debemos orar, diciendo: “Señor, sé que el secreto de la vida espiritual no consiste primeramente en vivir sino en morir a fin de vivir. Señor, te pido que me ayudes a morir”. La responsabilidad suya no consiste en vivir; lo único que tiene que hacer es morir. Si usted se preocupa por morir a fin de vivir, el Señor entonces se hará cargo de que usted viva.

  En realidad morir significa ser configurados a la muerte de Cristo. La vida cristiana es una vida en la cual morimos. En nuestra vida cristiana hay un molde, y ése es la muerte de Cristo. Así como la masa es puesta a presión en el molde, de la misma manera nosotros necesitamos ser puestos a presión en el molde de la muerte de Cristo hasta que seamos amoldados a dicho molde. No intente vivir; lo único que usted necesita es morir. Dondequiera que estemos, especialmente en nuestra casa, necesitamos morir. Cuando una pareja de jóvenes se casa, no deben casarse para vivir sino para morir. Todos los problemas de la vida matrimonial se deben al hecho de que todavía seguimos viviendo. Pero cada vez que morimos, somos rescatados y estamos en paz. Cuando morimos nos sentimos contentos, pero cuando tratamos de vivir nos sentimos tristes y miserables.

HACER MORIR LOS BUENOS HÁBITOS

  Cuando nosotros morimos, Cristo vive en nosotros y no se levanta solo, sino con nuestro espíritu. Necesitamos cooperar cuando Él se levanta en nosotros. Por consiguiente, en nuestro primer estatus morimos, y en nuestro segundo estatus cooperamos con Él. Cuando el Espíritu como el Piloto esté a punto de crucificar nuestra carne, nosotros, los copilotos, debemos cooperar. Si el Espíritu nos dice que crucifiquemos la carne, debemos estar dispuestos a hacerlo. Si hacemos esto, el Espíritu estará contento. Entonces el Espíritu procederá a hacer morir los hábitos del cuerpo, incluyendo cosas tales como nuestra humildad, nuestro amor y nuestras buenas intenciones. No argumente con el Espíritu diciendo que tales hábitos del cuerpo son buenos. Es debido a que no estamos dispuestos a hacer morir tales hábitos que tratamos de negociar con el Espíritu y le decimos: “Éstos son muy buenos hábitos. Por ejemplo, esta es mi práctica de humildad y es de esta manera que practico ayudar a otros”. Sin embargo, el Señor nos dirá que hagamos morir estos hábitos. Lamentablemente, no muchos de nosotros estamos dispuestos a hacer esto.

  He luchado con el Señor en cuanto a esto por muchos años. En ocasiones no experimentaba ninguna lucha porque me aferraba al pensamiento de que mi amor, mi humildad, mi amabilidad y la labor que realizaba para el Señor eran buenas. En efecto, pueden haber sido buenas, pero eran naturales. Así que tardé muchos años en aprender esta lección. ¡Muchas veces con mi buen comportamiento llegué a ofender al Señor e incluso a rebelarme contra Él! Así que, finalmente me arrepentí y oré de esta manera: “Señor, perdóname, no sólo por mis pecados sino también por mi bondad. Señor, perdóname por hacer tantas cosas buenas para Ti”. ¿Alguna vez ha hecho una confesión semejante? Es posible que al confesar, pensemos que sólo tenemos que confesar las cosas malas, no las cosas buenas. ¿Alguna vez usted ha confesado en cuanto a su amor o a la labor que realiza para el Señor? ¿Alguna vez ha confesado acerca de las cosas buenas que ha hecho para ayudar a los santos? Por la misericordia del Señor, yo he confesado mis buenas obras tanto como mis pecados. Romanos 8:13 dice que por el Espíritu debemos hacer morir los hábitos del cuerpo. Esto incluye los buenos hábitos así como los malos. Hacer algo por nuestro cuerpo significa hacerlo movidos por el yo. Debemos arrepentirnos de todo lo que hemos hecho al actuar por nosotros mismos y luego hacer morir todas estas cosas.

NEGARNOS A NOSOTROS MISMOS

  Además de crucificar la carne y hacer morir los hábitos del cuerpo, debemos negar nuestro yo. Éste es un tema muy subjetivo. Según Mateo 16:23 y 24, el yo es la personificación de Satanás. La realidad intrínseca del yo es Satanás. Pedro le hizo al Señor una muy buena propuesta, pero el Señor pudo darse cuenta de que Satanás se escondía detrás del yo. Así que, el Señor puso en evidencia a Satanás al decirle a Pedro: “¡Quítate de delante de Mí, Satanás!”. Inmediatamente después de decir esto, el Señor habló acerca de la necesidad de negar nuestro yo, el cual es la corporificación misma de Satanás. Debido a que Satanás mismo se encuentra en nuestro yo, debemos negarnos a nosotros mismos.

  En nosotros mismos no somos capaces de poner fin a la carne, a los hábitos del cuerpo ni al yo satánico. Por muchos años, nosotros hemos tratado de ser el piloto, pero hemos fracasado. No debemos seguir intentando ser el piloto, pues dentro de nosotros tenemos un Piloto maravilloso, el cual es el Espíritu vivificante; simplemente tenemos que cooperar con Él.

CONTACTAR AL SEÑOR

  Ahora llegamos al punto más crucial de este mensaje: es absolutamente necesario que tengamos contacto con el Señor. Día a día, hora tras hora, debemos contactar al Señor. Debemos orar, velar y mantener una buena relación con Él. Esto es lo que significa cooperar. El paso inicial de nuestra cooperación con el Espíritu es que contactemos al Señor continuamente. A medida que le contactamos, continuamente debemos estar listos para obedecer lo que nos indica el Espíritu que mora en nosotros. No debemos discutir ni argumentar con Él, sino hacer todo lo que Él nos guía a hacer. Es posible que usted no tenga la fuerza para hacerlo, pero si contacta al Señor y está dispuesto a obedecer al Espíritu, Él lo fortalecerá. Esto facilitará las cosas para que usted lo obedezca. De este modo, su obediencia vendrá a ser la cooperación que usted le brinda al Espíritu.

  A través de los siglos, miles de creyentes que aman a Jesús lo han contactado y han vivido en su presencia pese a que no tenían la luz ni el conocimiento que nosotros hemos recibido. Sin embargo, debido a que amaban tanto al Señor, estuvieron contentos y dispuestos a obedecer al Espíritu que moraba en ellos. De este modo, ellos experimentaron lo que hemos venido hablando en este mensaje. Aunque no tenían el conocimiento, sí tuvieron la experiencia. Debido a que estuvieron dispuestos a cooperar con el Espíritu que moraba en su interior, ellos tuvieron la experiencia de la crucifixión de la carne, de hacer morir los hábitos del cuerpo y de negar su yo. Ésta es la manera de ser configurados a la muerte de Cristo.

LA MEJOR RESURRECCIÓN ES NUESTRA PORCIÓN

  Cuando somos configurados a la muerte de Cristo, la mejor resurrección llega a ser nuestra porción. Cuando morimos, el poder de la resurrección de Cristo se activa para conducirnos a la mejor resurrección. De este modo, la resurrección sobresaliente llega a ser nuestra experiencia hoy. Esto no lo he aprendido por ningún libro que haya leído; sino que lo he aprendido por experiencia propia. Por experiencia he descubierto que cuando somos conformados al molde de la muerte de Cristo, el poder de la resurrección se levanta en nosotros, para introducirnos a la resurrección sobresaliente, la resurrección extraordinaria, para ser nuestra porción diaria. De este modo, vivimos una vida crucificada, pero que, al mismo tiempo, es una vida resucitada. Por medio de esta muerte y resurrección experimentamos a Cristo, y las riquezas de Cristo llegan a ser nuestra porción. De esta manera, experimentamos a Cristo por medio de la muerte y la resurrección y lo disfrutamos como nuestra porción en nuestra vida cotidiana.

Biblia aplicación de android
Reproducir audio
Búsqueda del alfabeto
Rellena el formulario
Rápida transición
a los libros y capítulos de la Biblia
Haga clic en los enlaces o haga clic en ellos
Los enlaces se pueden ocultar en Configuración