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Mensajes del libro «Experiencia que tenemos de Cristo, La»
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CAPÍTULO CUATRO

UNIDOS EN EL ALMA

  En el primer mensaje vimos que Filipenses es un libro que habla sobre la experiencia que tenemos de Cristo. El capítulo 1 revela que la manera de experimentar a Cristo es que nos mantengamos en la comunión en el evangelio mediante la abundante suministración del Espíritu de Jesucristo. Si hemos de permanecer en la comunión en el evangelio por la abundante suministración del Espíritu de Jesucristo, necesitamos estar en un mismo espíritu y ser unánimes. En Filipenses el punto especial en cuanto a la experiencia que tenemos de Cristo es el asunto de tener una sola alma. Estar unidos en el alma no sólo nos permite experimentar a Cristo, sino, más que eso, nos permite disfrutarle. Nuestra experiencia de Cristo debe incluir el hecho de disfrutarle. Por ejemplo, los niños pueden comer si se los amenaza con un castigo; sin embargo, es posible que no disfruten lo que están comiendo. Asimismo, si nosotros simplemente estamos en un mismo espíritu, es posible que experimentemos a Cristo pero no le disfrutemos. Si queremos experimentar a Cristo y disfrutarle, es necesario estar en un mismo espíritu y ser unánimes.

UN ALMA APROPIADA

  Según la Biblia, el alma nos permite disfrutar. A fin de disfrutar algo, necesitamos tener deseos, afectos y sentimientos. Cuanto más emotivos seamos, más anhelaremos hallar disfrute. El disfrute está relacionado principalmente con el alma. Si hemos de disfrutar a Cristo, necesitamos tener un alma apropiada, un alma que esté en unidad con las almas de los demás santos. Debemos preguntarnos si entre nosotros hay muchas almas que difieren entre sí o si todos tenemos una sola alma.

  Cada alma tiene su propia opinión. Si en cierto lugar hay quinientas almas, entonces habrá quinientas opiniones. No obstante, si todos tenemos diferentes opiniones, perderemos nuestro disfrute. Por ejemplo, si todos en una familia tienen la misma opinión, esa familia disfrutará de un tiempo maravilloso. Pero si el padre, la madre y los niños tienen opiniones diferentes, no habrá disfrute en esa familia. Cuando todos tengamos una misma opinión, la situación entre nosotros será celestial.

  Si no tuviéramos opiniones, no seríamos humanos. Los seres humanos estamos llenos de opiniones. En realidad, la palabra opinión no es un término negativo. En la Biblia, el ser humano no es llamado un espíritu ni un cuerpo, sino un alma. Por ejemplo, la Biblia dice que setenta almas de la familia de Jacob descendieron a Egipto (Gn. 46:27). Además, el Nuevo Testamento dice que se añadieron tres mil almas (Hch. 2:41). Por consiguiente, una persona es un alma; y el elemento básico del alma es la opinión. Por lo tanto, si usted no tuviera opiniones, no sería un alma. La personalidad más fuerte es la que tiene las opiniones más firmes. Por las opiniones que expresa una persona, uno puede darse cuenta de cuán fuerte es ella psicológicamente.

LA RAZÓN POR LA CUAL SE ESCRIBIÓ ESTA EPÍSTOLA

  De entre todas las iglesias del Nuevo Testamento, la mejor de todas era la iglesia en Filipos. Esta iglesia estaba muy bien establecida, pues allí había un buen orden. Al principio de su Epístola a los Filipenses, Pablo se dirigió a los santos, a los que vigilan y a los diáconos. Esto muestra que la iglesia en Filipos había sido bien establecida. Los ancianos no eran simplemente ancianos, sino aquellos que vigilan. Todos los santos en la iglesia eran fervientes por el evangelio y por los intereses del Señor. Además, los que estaban en esta iglesia atendían las necesidades del apóstol Pablo. La iglesia en Filipos era muy diferente a la iglesia en Corinto, en la cual había mucho desorden, pleitos, fornicaciones y debates en cuanto a ciertas doctrinas, la mesa del Señor y los dones espirituales. Sin embargo, en Filipos todo era muy positivo. ¿Por qué entonces fue escrito este libro? Pablo escribió este libro porque los filipenses no eran uno en el modo de pensar; al contrario, había discordias entre ellos. En otras palabras, ellos no eran uno en el alma. Como hemos visto, ellos no se amaban con el mismo amor. Por este motivo, Pablo los animó a que tuvieran el mismo amor. Con relación a ciertos hermanos y hermanas el amor de ellos era muy cálido; pero con respecto a otros, su amor era muy frío. Podemos identificarnos con el apóstol Pablo porque hoy en día entre nosotros también hay diferentes niveles de amor, es decir, no amamos con el mismo amor. Los filipenses tenían problemas tanto con respecto a su mente como a su parte emotiva. Fue debido a estos problemas que se escribió la Epístola a los Filipenses.

LA PETICIÓN DE PABLO

  Como hemos visto, en el capítulo 2 de este libro, Pablo les suplicó a los filipenses que se compadecieran de él. Pablo parecía decirles: “Si ustedes tienen para conmigo alguna consolación en Cristo, algún consuelo de amor, alguna comunión de espíritu, algún afecto entrañable y alguna compasión, les ruego que completen mi gozo”. Pablo se sentía muy afligido a causa de la discordia que había entre los filipenses. Sin embargo, fue sabio y no les dijo cuán triste se sentía, sino que más bien, les habló de una manera positiva, pidiéndoles que lo animaran y tuvieran misericordia de él. Al pedirles esto, les daba a entender que la discordia entre ellos le causaba sufrimiento. Pablo parecía decir: “No me causen más dolor con su discordia. Tengan misericordia de mí. Si tienen misericordia de mí, un hombre viejo que está en la cárcel por causa del evangelio, ustedes completaran mi gozo teniendo todos un mismo pensamiento y el mismo amor. Oh, hermanos filipenses, yo estoy en la cárcel derramando lágrimas por ustedes porque no son unánimes, porque no están unidos en sus pensamientos ni en su alma. Les ruego que tengan compasión de mí. Necesito de su compasión para sanar la herida que tengo en mi corazón, la cual ha sido causada por su discordia. Por favor, completen mi gozo. Cuando ustedes piensen una misma cosa y tengan el mismo amor, completaran mi gozo”.

  El prefijo griego en la frase “unidos en el alma” en el versículo 2 también puede traducirse “juntos”. Así que Pablo les estaba diciendo a los filipenses que ellos necesitaban estar juntos en el alma y que no debían tener diferentes opiniones. Si cada uno de nosotros piensa de manera diferente, esto es un indicio de que no estamos unidos en el alma. En ese caso, no tenemos una sola alma, una “co-alma”, sino que tenemos un alma individualista. Por lo tanto, Pablo les estaba rogando a los filipenses que tuvieran misericordia de él y tuvieran todos el mismo pensamiento y no permitieran que hubiera discordia entre ellos. Él no simplemente les pidió que pensaran lo mismo, sino que tuvieran el único pensamiento. Pablo esperaba que todos los creyentes de una localidad, sin importar cuál grande fuera el número de ellos, todos pensaran lo mismo, tuvieran el mismo amor y estuvieran unidos en el alma.

  En los versículos 4 y 5 Pablo les ofrece a los filipenses el remedio para su enfermedad. Ellos padecían la enfermedad de no estar unidos en el alma. Hoy en día, nosotros tenemos la misma enfermedad. Tengo la certeza de que todos los santos son uno en espíritu, pero dudo que estemos unidos en el alma. ¿Está seguro de que usted es uno en el alma con los demás santos? Si ustedes no son uno en el alma, entonces padecen la misma enfermedad que los filipenses.

LA RAZÓN POR LA CUAL NECESITAMOS EL LIBRO DE FILIPENSES

  Cuanto más tiempo estemos en el recobro del Señor, más aprenderemos y más experiencias acumularemos. Cuando muchos de nosotros vimos la luz en cuanto al recobro del Señor, dejamos todo lo del pasado y empezamos a reunirnos para practicar la vida de iglesia. En aquel entonces, todo era espléndido y maravilloso, y disfrutamos de la luna de miel de la vida de iglesia. Sin embargo, después de cierto tiempo, aprendimos más cosas y acumulamos más experiencias, y luego, con base en lo que aprendimos y en las experiencias que adquirimos, empezamos a inventar cosas. Muchos de nosotros inventamos una mejor manera de hacer las cosas, lo cual hizo que pensáramos de manera diferente, puesto que cada nueva invención es una manera de pensar diferente. Por consiguiente, debido a que tenemos un problema con relación en nuestra alma, necesitamos el libro de Filipenses.

  Cuando vinimos a la vida de iglesia, no teníamos muchas opiniones. Sin embargo, después de estar en la vida de iglesia por algún tiempo, llegamos a tener muchas opiniones. Esto no es saludable. El remedio para esta enfermedad consiste en que primeramente atendamos a la petición del apóstol Pablo, quien nos rogaba que completáramos su gozo. A fin de completar el gozo del siervo del Señor, debemos tener todos el mismo pensamiento, amar con el mismo amor y estar unidos en el alma. Además no debemos hacer nada por rivalidad. Cuando tenemos diferentes opiniones, es inevitable que surjan rivalidades. Las rivalidades se deben al deseo de tener la preeminencia, de ser el número uno. En lugar de procurar tener la preeminencia, debemos permitir que otros la tengan. Además, cuando nos aferramos a nuestras opiniones, buscamos la vanagloria. Entre los filipenses, había una especie de competencia. Esta discordia se debía a sus opiniones, y el resultado de sus opiniones fue la rivalidad y el deseo de tener vanagloria.

  Pablo les dijo a los filipenses que cada uno de ellos, en lugar de considerar sus propias virtudes, debían también considerar las virtudes de los demás. Él no sólo les estaba pidiendo que cuidaran de él, sino también de los demás santos. Luego los exhortó diciendo que hubiera en ellos la misma manera de pensar que hubo también en Cristo Jesús, lo cual significa que debemos pensar lo mismo que Él piensa. Nuestra manera de pensar debe ser igual a Su manera de pensar. Esto significa que en todas las cosas debemos ser uno con Cristo. Si no podemos ser uno con Cristo al competir con los demás, entonces debemos dejar de competir con ellos.

CRISTO COMO EL MODELO

  Después de esto, Pablo nos presenta a Cristo como el modelo. Cristo existía en forma de Dios y, de hecho, era Dios mismo. Debido a que tenía esta posición, no era un robo que Él tuviera una posición igual a la de Dios. Creo que mientras Pablo escribía estas palabras, en su interior tenía el sentir de que algunos de los santos de Filipos estaban cometiendo un acto de robo. Por ejemplo, supongamos que yo no tengo la capacidad para ser líder y, aún así, deseo serlo. En este respecto, yo les estoy robando a otros el liderazgo. Sin embargo, Cristo no cometió ningún robo al ser igual a Dios. Aunque de ningún modo era robo que Cristo fuera igual a Dios, con todo, Él se despojó a Sí mismo y no se aferró al hecho de ser igual a Dios. Además de esto, se humilló a Sí mismo, tomando forma de esclavo, haciéndose semejante a los hombres. Esto significa que Cristo renunció a Su posición tan elevada y no sólo se hizo semejante a los hombres, sino que además tomó forma de esclavo. Éste es un ejemplo y un modelo para nosotros.

  La única manera en que nosotros podemos seguir el ejemplo de Cristo es que recibamos la abundante suministración del Espíritu de Jesucristo. El Espíritu divino que está en nosotros hoy en día es el Espíritu de Jesús. Cuando hacemos cosas por rivalidad o cuando competimos con otros santos, el Espíritu de Jesús no es expresado. Pero cuando atendemos a la petición del apóstol Pablo y consideramos las virtudes de los demás, disfrutamos de la suministración del Espíritu de Jesucristo. Al hacer esto, espontáneamente renunciamos a nuestras opiniones y somos uno en el alma.

  Muchos maestros del cristianismo han alentado a otros a imitar el modelo revelado en Filipenses 2. Sin embargo, es imposible que imitemos a Cristo. Por ejemplo, nosotros jamás podremos ser como un cordero; si queremos ser como un cordero, necesitamos la vida de un cordero. De igual manera, es imposible que imitemos al Señor Jesús. La norma de Su humildad es demasiado elevada para nosotros. ¡Pero aleluya, el Espíritu de Jesús está en nosotros! Por medio del Espíritu de Jesús nosotros podemos ser tan humildes como Él lo fue. Por medio del Espíritu de Jesús, nosotros podemos renunciar a todas nuestras opiniones y tener todos un mismo espíritu y una sola alma. Por medio del Espíritu de Jesús, todos podemos tener el mismo pensamiento y tener el mismo amor. Éste es el testimonio de Jesús, la unidad y la edificación. Ésta es la iglesia en términos prácticos, la iglesia que se manifiesta cuando vivimos por nuestro ser interior. Éste es el recobro del Señor. Por esta razón, todos necesitamos ser uno en el alma.

  Si estuviéramos unidos en el alma, disfrutaríamos verdaderamente a Cristo. Pero si entre nosotros hay rivalidades y procuramos la vanagloria, no disfrutaremos al Señor en absoluto; en lugar de ello, habrá enfermedad, sequedad y desolación. Por supuesto, el Espíritu de Jesús no quiere que esto ocurra. Por consiguiente, si queremos experimentar a Cristo como nuestro disfrute en la vida de iglesia, debemos renunciar a nuestras opiniones, estar unidos en el alma, tener el mismo pensamiento y amarnos con el mismo amor.

EXPERIMENTAR A CRISTO POR CAUSA DE LA VIDA DE IGLESIA

  Experimentamos a Cristo por causa de la vida de iglesia. El Cristo que se revela en el capítulo 2, el mismo que Pablo seguía en el capítulo 3, no nos es dado para que lo experimentemos de manera individual, sino en la vida corporativa propia del Cuerpo. En Filipenses 2 Pablo nos alienta a tener el mismo pensamiento. Este único pensamiento es el pensamiento de experimentar a Cristo por causa de la vida de iglesia. Aunque es cierto que debemos renunciar a nuestras opiniones, es imposible que dejemos nuestra mente vacía y desocupada. Así que ésta necesita ser llena de algo. Si no la llenamos con esta única cosa, algo más la ocupará. Por lo tanto, necesitamos la visión de que la economía de Dios se centra en Cristo como nuestra experiencia por causa de la vida de iglesia. Si nuestra mente es ocupada con este pensamiento, no habrá lugar para otras cosas. Entonces espontáneamente renunciaremos a nuestras opiniones y atenderemos a la petición del apóstol Pablo y cuidaremos de los demás santos. No sólo consideraremos los dones y la gracia que hemos recibido, sino también todas las cualidades, las prerrogativas y los puntos positivos de los demás. Así, de manera espontánea seremos equilibrados.

  Por lo general, estamos acostumbrados a considerar nuestras propias capacidades, atributos y facultades. El remedio para esto es considerar las facultades de los demás. Un santo una vez dijo que si nos miramos a nosotros mismos una vez, debemos mirar a Cristo diez veces. Aplicando este mismo principio, si consideramos nuestra propia capacidad una vez, debemos considerar las capacidades de los demás cinco veces más. Esto nos guardará de ir a extremos. Sin embargo, al hombre natural le gusta considerar su propia obra, su propia capacidad y sus propias cualidades, lo cual nos lleva a un extremo. Si todos nos encontramos en este extremo, ¡cuán confusa sería la situación entre nosotros! Pero si todos consideramos los puntos positivos de los demás, más que los nuestros, seremos equilibrados y guardados de los extremos. De este modo, renunciaremos a nuestra manera peculiar de pensar y espontáneamente estaremos unidos en el alma con los demás santos. Cuando todos tengamos una sola alma, no sólo experimentaremos a Cristo, sino que también le disfrutaremos.

  Les repito nuevamente que no sólo necesitamos estar en un mismo espíritu, sino también estar unidos en el alma. En lugar de tener tantas opiniones diferentes, debemos tener una sola cosa en la cual pensar. Debemos tener continuamente un solo pensamiento y amar a todos con el mismo amor. Esto rescatará nuestra alma de todas las diferencias y nos permitirá estar unidos en el alma. Si todos estamos unidos en el alma, teniendo este único pensamiento, la situación en la vida de iglesia será celestial. Pero si continuamos teniendo diferentes opiniones, no habrá disfrute entre nosotros. Aunque tal vez experimentemos a Cristo, careceremos del disfrute de Él.

  Humanamente es imposible estar unidos en el alma y tener el mismo pensamiento. Sin embargo, esto es fácil de lograr por medio del Espíritu de Jesús. No tenemos simplemente un modelo externo, debido a que este modelo ahora está dentro de nuestro ser y se expresa desde nuestro interior mediante el Espíritu de Jesús. Así que, Él no es simplemente nuestro modelo, sino también nuestra vida. A medida que Él se expresa desde nuestro interior, nos es fácil desechar nuestras opiniones. Todos necesitamos tener la visión de que Cristo, quien es nuestro modelo, está dentro de nosotros como nuestra vida, a fin de expresarse a través de nosotros. Por ejemplo, Él nunca insistió a fin de ser alguien. Así que, ahora nosotros tenemos una vida dentro de nuestro ser que nunca insiste en ser alguien; por el contrario, esta vida siempre se humilla a Sí misma, se despoja de Sí misma y asume una posición humilde. Al final, Dios el Padre exaltó a Cristo hasta lo sumo y le dio un nombre que es sobre todo nombre. Así que, no hay razón para que existan rivalidades, competencia ni búsqueda de vanagloria. Si disfrutamos a Cristo como vida en nosotros, a la postre Dios el Padre nos exaltará y nos conducirá a la gloria. Sin embargo, ni siquiera es necesario que nosotros busquemos esta clase de gloria, pues depende del Padre si nos la da o no. Lo más importante que podemos hacer hoy es experimentar y disfrutar a Cristo, a fin de que la iglesia pueda ser edificada. La edificación de la iglesia es Su gloria. Finalmente, Su gloria llegará a ser la nuestra. Es de esta manera que podremos ser guardados en el recobro del Señor hasta Su regreso.

  Si no seguimos este camino, el recobro del Señor sufrirá daño a medida que se acumulen nuestras opiniones a través de los años. Esto acabará por cambiar la naturaleza del recobro y hará que llegue a ser parte del cristianismo actual y sea una continuación de la historia del cristianismo dividido y sectario. Quiera el Señor tener misericordia de nosotros y nos guarde de esto. Debemos orar, diciendo: “Señor, guárdanos y presérvanos por causa de Tu economía. Por causa del cumplimiento de Tu propósito, queremos ser iguales a Ti. No sólo queremos tomarte como nuestro modelo, sino también como la vida que nos capacita para renunciar a nuestras opiniones y para estar unidos en el alma con todos los santos”. Si somos esta clase de personas, el Señor recibirá la gloria, nosotros lo disfrutaremos y la iglesia será edificada. Ésta es la manera apropiada de disfrutar a Cristo.

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