Mostrar cabecera
Ocultar сabecera
+
!
NT
-
Navega rápidamente por los libros de vida del Nuevo Testamento
AT
-
Navega rápidamente por los libros de vida del Antiguo Testamento
С
-
Mensajes del libro «Experiencia que tenemos de Cristo, La»
1 2 3 4 5 6 7 8 9 10
11 12 13 14 15 16 17 18 19 20
21 22 23
Чтения
Marcadores
Mis lecturas

CAPÍTULO CINCO

TENER ESTE ÚNICO PENSAMIENTO

  Filipenses 2:12 dice: “Por tanto, amados míos, como siempre habéis obedecido, no como en mi presencia solamente, sino mucho más ahora en mi ausencia, llevad a cabo vuestra salvación con temor y temblor”. ¿Qué debían obedecer los filipenses? Ellos debían obedecer las palabras de Pablo en cuanto a tener el único pensamiento y estar unidos en el alma. El pensamiento que ellos debían tener era el de experimentar a Cristo para la vida del Cuerpo. También podemos decir que este pensamiento consistía en disfrutar a Cristo para la vida del Cuerpo. Pablo les imploraba a los filipenses que tuvieran este único pensamiento.

EL ÚNICO PENSAMIENTO

  Éste único pensamiento se revela claramente en el capítulo 3, donde Pablo habla acerca de la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús el Señor (v. 8). Experimentar a Cristo como nuestro disfrute por el bien de la iglesia es algo excelente. Todo lo demás es basura, desechos, comida de perros. Cualquier cosa que no sea este pensamiento es desechos, comida de perros, no es algo para nosotros los cristianos. Como hijos de Dios que somos, no debemos alimentarnos con comida de perros; más bien, debemos comer de la comida que se sirve en la mesa. Según Mateo 15, Cristo vino como el pan para los hijos de Dios, no como comida para perros. Sin embargo, cuando los perros gentiles, que estaban debajo de la mesa, comieron del pan que era para los hijos de Dios, ellos llegaron a ser hijos de Dios. Hoy en día, ya no somos perros gentiles, sino hijos de Dios. Los judíos, quienes originalmente eran hijos de Dios, rechazaron el alimento y han llegado a ser perros. Los perros mencionados en Mateo 15 se refieren a los gentiles, pero, como veremos más adelante, los perros mencionados en Filipenses 3 se refieren a los incrédulos judíos religiosos. Aunque los judíos son el pueblo escogido por Dios, ellos no comen del alimento que es para los hijos de Dios. En lugar de ello, prefieren alimentarse de comida de perros. Los dietistas dicen que uno es lo que come. Por lo tanto, en términos espirituales, los que comen comida de perros llegan a ser perros y los perros gentiles que comen del alimento de los hijos de Dios llegan a ser hijos de Dios. Por medio del comer hemos sido transformados de forma metabólica de perros a hijos de Dios.

  Aunque los filipenses habían sido transformados de perros a hijos de Dios, hubo un momento en que se alejaron y volvieron a alimentarse de comida de perros. Esto fácilmente nos puede suceder a nosotros hoy. El bote de basura, el lugar donde se tiran los desechos, o sea, la comida de perros, se halla principalmente en la mente, en el caso de los hermanos, y en la parte emotiva, en el caso de las hermanas. Por lo tanto, tener este único pensamiento y estar unidos en el alma elimina este bote de basura y toda la comida de perros que hay de él. Nosotros nacimos de nuevo para ser hijos de Dios, no en nuestra mente ni en nuestra parte emotiva, sino en nuestro espíritu. Nuestra mesa de comedor se encuentra en nuestro espíritu. Cuando nos volvemos a nuestro espíritu, nos encontramos en la mesa donde Cristo está. El Señor Jesucristo es nuestro alimento, y la mesa de comedor está en nuestro espíritu.

  En Filipenses 2, Pablo estaba alentando a los filipenses a que tuvieran un único pensamiento y estuvieran unidos en el alma. El único pensamiento no es simplemente el Cristo objetivo, sino la experiencia subjetiva que tenemos de Cristo como nuestro disfrute por el bien de la vida de iglesia. Éste único pensamiento debe ocupar nuestra mente todo el tiempo. Continuamente debemos pensar en cómo experimentar a Cristo como nuestro rico disfrute, a fin de poder tener una vida de iglesia apropiada. La vida corporativa propia del Cuerpo es el resultado de la experiencia y disfrute que tenemos de Cristo. Cuando disfrutamos a Cristo, la vida de iglesia surge espontáneamente. Por consiguiente, la vida de iglesia es el resultado de nuestra experiencia de Cristo.

  No sólo debemos pensar en esto, sino incluso debemos soñar con esto. ¿Alguna vez ha soñado con celebrar un banquete con todos los santos? Muchos de nosotros nunca hemos tenido este tipo de sueño. Los sueños se deben a impresiones, deseos o pensamientos que hemos tenido. A menudo, lo que soñamos es lo que hemos estado pensando o lo que deseamos. Debemos pensar acerca de experimentar y disfrutar a Cristo hasta que soñemos con ello. Éste es el único pensamiento que el apóstol Pablo les mandó a los filipenses que pensaran.

UNIDOS EN EL ALMA

  Cuando todos tengamos este único pensamiento, estaremos unidos en el alma. Es fácil para nosotros, hijos de Dios que han sido regenerados, estar en un mismo espíritu. Mientras cantamos, alabamos y oramos en las reuniones, estamos en un mismo espíritu. Pero cuando acaba la reunión, los hermanos regresan a su mente, y las hermanas, a su parte emotiva. Cuando esto sucede, ya no somos uno. Quizás en nuestro espíritu aún seamos uno, pero no en nuestra alma. El problema que tenían los creyentes de Filipos era que no estaban unidos en el alma. Por lo tanto, Pablo los exhortó a que tuvieran un único pensamiento y fueran uno, no en el espíritu, sino en el alma. Pablo les dijo que independientemente de si él estaba presente o ausente, ellos debían obedecer sus palabras. Él les estaba pidiendo que desecharan todo otro pensamiento y recibieran su exhortación, a fin de tener un único pensamiento y estar unidos en el alma.

LLEVAR A CABO NUESTRA SALVACIÓN

  En Filipenses 2:12 Pablo les dijo que debían llevar “a cabo [su] salvación con temor y temblor”. Dado que los filipenses ya habían sido salvos, ¿por qué aún tenían que llevar a cabo su salvación? Cuando leí este versículo de joven, me sentí muy confundido y me preguntaba por qué este grupo de personas salvas aún debía llevar a cabo su salvación. Además, Pablo les dijo que debían llevarla a cabo con temor y temblor. Cuando fuimos salvos, fuimos salvos con gozo, no con temor y temblor. Por lo tanto, la salvación de la que se habla en este versículo no es la salvación eterna. Nosotros ya recibimos la salvación eterna y no necesitamos llevarla a cabo, pues ésta ya fue efectuada, consumada y presentada a nosotros como un regalo. Sin embargo, hay otra salvación que aún necesita ser llevada a cabo. Cuando algo nos es presentado como un regalo, lo único que tenemos que hacer es recibirlo y disfrutarlo. Por ejemplo, cuando alguien le prepara una cena, usted no se sienta en la mesa del comedor con temor y temblor; sino que usted simplemente disfruta de la comida. Por consiguiente, hay otra clase de salvación, la cual no recibimos gozosamente sino que la llevamos a cabo con temor. Aunque ya fuimos salvos, aún necesitamos ser rescatados de ciertas cosas. Mientras usted necesite ser rescatado, ello implica que usted está en una situación que no es tan positiva. Tal vez no esté en un infierno grande, pero podría encontrarse en un infierno pequeño.

LAS MURMURACIONES Y LOS ARGUMENTOS

  Dos de estos pequeños infiernos se mencionan en el versículo 14. Este versículo dice lo siguiente: “Haced todo sin murmuraciones y argumentos”. Un pequeño infierno se llama murmuraciones y otro se llama argumentos. Las murmuraciones son un infierno para las hermanas, y los argumentos son un infierno para los hermanos. Las murmuraciones provienen de la parte emotiva, y los argumentos de la mente. Por lo tanto, tanto los hermanos como las hermanas necesitan ser rescatados; los hermanos necesitan ser rescatados de su infierno mental y las hermanas de su infierno emocional. Aunque seamos hijos de Dios que han sido salvos, es posible que aún caigamos en el infierno de las murmuraciones o en el infierno de los argumentos. Tanto nuestras murmuraciones como nuestros argumentos son pequeños demonios. Por consiguiente, necesitamos ser salvos.

  La manera de ser salvos del infierno de las murmuraciones y de los argumentos es que obedezcamos la exhortación del apóstol Pablo y tengamos un único pensamiento y estemos unidos en el alma. Cuando tenemos un mismo pensamiento, no murmuramos ni argumentamos; en vez de ello, experimentamos a Cristo como nuestro disfrute. Cada parte de nuestra mente, parte emotiva y ser interior estarán llenos de la experiencia y disfrute de Cristo.

  Aunque hemos sido salvos del infierno eterno, aún necesitamos ser salvos de los infiernos pequeños como son las murmuraciones, las quejas, los argumentos y razonamientos. Toda pareja de casados sabe lo que es tener un intercambio de palabras. Eso es un infierno. Debido a que las esposas murmuran y los esposos razonan, surgen discusiones entre ellos. Durante estos argumentos, tanto el esposo como la esposa caen en un infierno, debido a que no tienen un mismo pensamiento. Este ejemplo sirve para mostrarnos cuánto necesitamos tener el pensamiento de experimentar y disfrutar a Cristo por el bien de la vida de iglesia. Si el esposo y la esposa tuvieran un mismo pensamiento, no discutirían entre sí; la esposa sería rescatada del infierno de la parte emotiva, y el esposo sería salvo del infierno de la mente. Ésta es una salvación diaria, práctica y presente. Debemos llevar a cabo esta salvación con temor y temblor.

  Pablo quería que los filipenses dejaran las murmuraciones y los argumentos. Pero, ¿cómo pueden las personas dejar de murmurar o argumentar? Esto sólo sucede cuando centramos nuestros pensamientos en la experiencia que tenemos de Cristo. Hermanos, tengan este único pensamiento. Hermanas, ustedes también deben tener este único pensamiento. Si todos tenemos este único pensamiento, no habrá murmuraciones ni argumentos. Es de esta manera que experimentamos a Cristo.

  El libro de Filipenses nos revela detalladamente la manera de disfrutar a Cristo. Es posible que nos consagremos y sigamos la unción interior y, aun así, no disfrutemos mucho a Cristo. Sin embargo, si tenemos este único pensamiento, de inmediato el disfrute de Cristo será nuestra porción. Todos conocemos la doctrina de que la vida apropiada de iglesia proviene de la experiencia que tenemos de Cristo. Sin embargo, es posible que no conozcamos la manera práctica de experimentar a Cristo. Las esposas murmuran de sus esposos, y los esposos argumentan con sus esposas. Cuando hacemos esto, ¿dónde se encuentra el disfrute que tenemos de Cristo? Éste desaparece. En lugar de disfrutar a Cristo, estamos en un pequeño infierno. Como hemos visto, la manera de ser rescatados de este infierno es tener el único pensamiento. Siempre que hacemos esto, de inmediato nos encontramos disfrutando a Cristo y nuestra vida familiar y nuestra vida de iglesia llegan a ser muy placenteras.

DIOS OPERA EN NOSOTROS

  El versículo 13 dice: “Porque Dios es el que en vosotros realiza así el querer como el hacer, por Su beneplácito”. La razón por la cual podemos llevar a cabo nuestra salvación es que Dios opera en nosotros. Dios es un Dios misterioso, invisible y abstracto; sin embargo, Él está en nosotros. Debemos tener temor y temblor de olvidarnos de Dios, quien es nuestra salvación diaria. Si nos olvidamos de Él, no experimentaremos esta salvación práctica. Tal vez nos parezca imposible llevar a cabo nuestra salvación. Si los filipenses hubiesen dicho esto, Pablo podría haberles respondido: “¿Acaso no saben que Dios está operando en ustedes? Él está realizando en ustedes así el querer como el hacer. Tal vez digan que no tienen el querer; sin embargo, Dios está realizando en ustedes el querer. Asimismo, Él está operando en ustedes a fin de que se lleve a cabo Su beneplácito. Él opera en ustedes y llevan a cabo su salvación. Por lo tanto, no tienen necesidad de hacer nada por sí mismos”.

  Para entender esto, usemos el ejemplo de manejar un auto. Cuando manejamos, ¿el carro nos mueve a nosotros o nosotros movemos el carro? Nosotros no tenemos la fuerza para mover el carro; por lo tanto, el carro nos lleva a nosotros. Para nosotros es extremadamente difícil mover el carro; pero para el carro es un deleite llevarnos. Si se nos acaba la gasolina, entonces tendremos que mover el carro; pero si tenemos suficiente gasolina, el carro nos llevará y nosotros disfrutaremos mucho el poder manejar. Asimismo, cuando llevamos a cabo nuestra salvación con temor y temblor, Dios realiza en nosotros así el querer como el hacer. Debido a que Él realiza una obra en nuestro interior, nosotros podemos llevar algo a cabo. Es como manejar un carro cuyo motor ya está en marcha; si el carro no anduviera, no podríamos manejarlo. Asimismo, debido a que Dios opera en nosotros, nosotros podemos obrar. Finalmente, en lugar de tener temor, esto será un disfrute para nosotros. Lo único que debemos temer es olvidarnos de este Dios misterioso y maravilloso que está en nosotros. Debemos siempre prestar atención al Dios que mora en nosotros. Si cuidamos de Él, Él manejará el carro, es decir, Él realizará una obra en nosotros para que nosotros podamos llevar a cabo nuestra salvación.

SOMOS SALVOS AL TENER ESTE ÚNICO PENSAMIENTO

  Quisiera repetirles que nosotros llevamos a cabo nuestra salvación cuando tenemos el único pensamiento. Ésta es la clave. Debemos pensar en lo que Dios está realizando en nosotros. Sin embargo, cuando argumentamos, Dios deja de operar en nosotros. Y cuando Él cesa de obrar, nosotros perdemos el disfrute, y, en vez de ello, nos encontramos en un infierno. Asimismo, nuestras murmuraciones hacen que Dios deje de laborar y nos meten en un pequeño infierno. Lo único que puede hacer cesar los argumentos y las murmuraciones es que tengamos el único pensamiento. Debemos recordar que debemos experimentar a Cristo y lo excelente que es disfrutar a Cristo. Este pensamiento es lo único que cerrará las puertas del Hades. Incluso si un hermano lo ofende varias veces, usted tiene que estar ocupado con Cristo como su disfrute. No preste atención a la ofensa del hermano ni permita que eso lo afecte; más bien, permita que el pensamiento de disfrutar a Cristo ocupe todo su ser. Cuando su ser sea lleno de esta manera, no tendrá la capacidad, la energía ni tampoco cabida alguna para pensar en nada más. Si nuestro ser está ocupado con el pensamiento de disfrutar a Cristo, nada nos ofenderá. En lugar de molestarnos u ofendernos con otros, diremos: “Yo tengo un solo pensamiento. ¡Aleluya por lo excelente que es disfrutar a Cristo! ¡Aleluya, porque puedo experimentar a Cristo!”.

  Debido a que Dios está realizando en nosotros así el querer como el hacer por Su beneplácito, nosotros podemos hacer todo sin murmuraciones ni argumentos. Si Dios no operara en nosotros, murmuraríamos y argumentaríamos continuamente. La ocupación de los hermanos consiste en argumentar, y la de las hermanas consiste en murmurar. Si los hermanos dejaran de argumentar y las hermanas dejaran de murmurar, quedarían desempleados. Estarían muy silenciosos. Cuando tenemos el único pensamiento, todo lo demás queda excluido.

IRREPRENSIBLES Y SENCILLOS

  El versículo 15 dice: “Para que seáis irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin mancha en medio de una generación torcida y perversa, en medio de la cual resplandecéis como luminares en el mundo”. La frase “para que”, que se encuentra al comienzo del versículo 15, nos habla de un resultado, una consecuencia. Debido a que tenemos el único pensamiento y disfrutamos de la operación que Dios realiza en nosotros para que llevemos a cabo nuestra salvación, sin murmuraciones ni argumentos, somos irreprensibles y sencillos. Somos como palomas, no como escorpiones. Murmurar es como la picadura de un escorpión. Siempre que alguien murmura, el veneno es inyectado en alguien. Por lo tanto, quienes murmuran no son sencillos. Considere cuántas personas han sido picados con su lengua. Por medio de su lengua el veneno de muerte ha pasado a muchas otras personas. Por esa razón, tales personas no son sencillos. Sin embargo, cuando tenemos el único pensamiento somos irreprensibles y sencillos, por que disfrutamos a Cristo. De ese modo, en realidad y en la práctica, nos portamos como hijos de Dios sin mancha, en medio de una generación torcida y perversa.

RESPLANDECER COMO LUMINARES

  La primera parte del versículo 16 dice: “Enarbolando la palabra de vida”. En esta generación resplandecemos como luminares. No resplandecemos con luz propia, sino que, más bien, somos luminares que reflejan la luz de Cristo. El mundo es un sistema satánico. En medio de este sistema satánico organizado, nosotros resplandecemos como luminares al enarbolar la palabra de vida. No es necesario que tratemos de comportarnos de cierta manera. Simplemente debemos tener el único pensamiento a fin de estar llenos del disfrute de Cristo. Entonces seremos irreprensibles y sencillos, hijos de Dios, sin mancha, resplandeciendo como luminares en el sistema satánico de esta generación torcida y perversa. Mientras resplandecemos, enarbolamos la palabra de vida. Esto no es una simple conducta o comportamiento, sino nuestro testimonio.

  La mayoría de los cristianos de hoy se encuentran muy lejos de la meta, pues se les ha enseñado a comportarse o conducirse de cierta manera. Pero no es necesario que nos comportemos de cierto modo, porque estamos resplandeciendo como luminares y enarbolando la palabra de vida. Esto no es un simple comportamiento, sino un testimonio espontáneo, es la manifestación del Cristo que experimentamos y disfrutamos.

  El versículo 16 también dice: “Para que en el día de Cristo yo pueda gloriarme de que no he corrido en vano, ni en vano he trabajado”. Si el siervo del Señor puede gloriarse a causa de nosotros, entonces todo estará bien. Pero si no tiene un sentir positivo acerca de nosotros, entonces estaremos en aprietos.

SER DERRAMADO EN LIBACIÓN

  El versículo 17 dice: “Aunque sea derramado en libación sobre el sacrificio y servicio de vuestra fe, me gozo y regocijo con todos vosotros”. En este versículo Pablo parecía decir: “Ustedes filipenses están ofreciéndole algo a Dios. Yo quisiera derramarme en libación sobre su sacrificio”. El pensamiento aquí es bastante profundo. Según Levítico, Dios ordenó que Su pueblo le ofreciera diariamente cinco ofrendas principales: el holocausto, la ofrenda de harina, la ofrenda de paz, la ofrenda por el pecado y la ofrenda por la trasgresión. Sin embargo, en los primeros seis capítulos de Levítico no se menciona la libación porque en ese entonces los hijos de Dios aún no tenían una experiencia de Cristo lo suficientemente adecuada. En otras palabras, en aquel entonces Cristo no estaba en ellos como el vino. Cuando uno se derrama en libación, necesita tener mucho vino almacenado en su ser. Esto significa que uno ha recibido mucho de Cristo. La libación no es solamente el Cristo objetivo, como el Cristo que se ofrece a Dios en el holocausto o en la ofrenda de harina, sino el Cristo que experimentamos de forma subjetiva y hemos recibido en nuestro ser. Derramar el Cristo que hemos experimentado es derramar el vino de la libación. Como el cordero, Cristo sólo podía ser el holocausto objetivo, no la libación subjetiva. Por consiguiente, Cristo debe ser el vino que bebemos para que pueda ser derramado en libación.

  Pablo parecía decirles a los filipenses: “Es muy bueno que ustedes tengan un único pensamiento y disfruten a Cristo, pues esto los capacita para tener algo que ofrecer a Dios en sacrificio. Yo quisiera derramarme en libación sobre su sacrificio; es decir, quisiera derramar el Cristo que he experimentado, sobre su experiencia de Cristo”. Esto es lo que nosotros necesitamos experimentar hoy en la vida de iglesia. Todos los santos deben tener el único pensamiento, a fin de disfrutar a Cristo de manera plena. Entonces cuando se reúnan, podrán ofrecer a Cristo delante de Dios en sacrificio. Además, la iglesia también necesita que los apóstoles y los hermanos que lideran experimenten ricamente a Cristo de manera subjetiva, al grado en que puedan derramarlo en libación sobre la ofrenda de los santos. ¡Cuán rica es esta vida de iglesia! Cuando los hijos de Israel entraron en la buena tierra, ellos tenían abundancia de vino para beber. De este modo, ellos tenían vino que podían derramar en libación delante de Dios. Esto significa que su experiencia y disfrute de Cristo era ahora más elevado que el que habían tenido en el desierto. En la vida de iglesia, no sólo tenemos el Cristo que los santos han experimentado y ofrecido a Dios en calidad de ofrenda, sino también el Cristo que los hermanos que toman la delantera han experimentado y han derramado sobre dicha ofrenda. Esto significa que el disfrute que unos han tenido de Cristo es derramado sobre el disfrute que otros han tenido de Cristo, lo cual produce un olor agradable a Dios. Ésta es la vida de iglesia que resulta del pleno disfrute que tenemos de Cristo. De parte de los filipenses, tenemos el sacrificio que ellos ofrecían a Dios; y de parte del apóstol Pablo, tenemos la libación. Ambas cosas son el resultado de disfrutar a Cristo.

  El resultado del derramamiento de la libación sobre el sacrificio de los santos es el regocijo. Ésta es la experiencia que tenemos de Cristo por causa de la vida de iglesia. Los líderes se regocijan con los santos, y los santos se regocijan con los líderes. Nos regocijamos los unos con los otros, y nos regocijamos juntos. Debido a que hay regocijo, no hay murmuraciones, argumentos, llanto ni sufrimiento. Todos debemos decir: “Señor, recóbranos a tan alto nivel. Eleva la condición de nuestras reuniones a esta norma, para que cada vez que nos reunamos, sean ofrecidos a Dios muchos sacrificios y los líderes puedan derramar mucho vino sobre el sacrificio de los santos”. Esto solamente es posible si todos tenemos el único pensamiento y estamos unidos en el alma.

OBEDECER A LA ECONOMÍA DE DIOS

  Recientemente hemos sido injustamente acusados de ser torcedores de mentes. Nosotros no torcemos la mente de las personas, sino que le robamos a la mente. La vida de iglesia le roba las cosas diabólicas a nuestra mente. En la vida de iglesia les ayudamos a todos los santos a tener este único pensamiento: disfrutar a Cristo por causa de la vida de iglesia. Todos pensamos únicamente en experimentar a Cristo para la vida del Cuerpo. Al hacer esto, somos obedientes.

  Cada vez que pensamos en otras cosas, somos desobedientes y rebeldes. Pensar en otra cosa distinta de este único pensamiento es rebelarse contra la economía de Dios. La economía de Dios consiste en que tengamos un único pensamiento. ¿Lo ha ofendido algún hermano? No debe pensar en la ofensa que le causó, puesto que la economía de Dios no le permite hacerlo. Si usted se queda pensando en esa ofensa, estará rebelándose contra Dios. Éste es un asunto muy serio. Murmurar es también rebeldía. La economía de Dios no nos permite murmurar. Hacer esto es ser desobedientes.

  Todos tenemos nuestra manera de ser, y todos estamos acostumbrados a murmurar, a razonar y a quejarnos. Pero si somos iluminados con respecto a los argumentos y las murmuraciones, diremos: “Señor, perdona mi rebeldía. No quiero ser un rebelde en Tu economía; antes bien, deseo ser obediente y obedecer a Tu economía, teniendo un único pensamiento. Aunque ciertos hermanos me han ofendido, no quiero pensar en esas ofensas. En lugar de ello, deseo pensar únicamente en disfrutar a Cristo y experimentarlo”. Si hacemos esto, estaremos llevando a cabo nuestra salvación. La salvación mencionada en Filipenses 2 es, de hecho, la unidad apropiada. Llevar a cabo nuestra salvación es llevar a cabo esta unidad genuina. Cuando no estamos en la unidad genuina, estamos en cierta especie de infierno. Por lo tanto, necesitamos la salvación que es la unidad genuina. Necesitamos ser uno no sólo en el espíritu, sino también en el alma. Como hemos dicho reiteradas veces, debemos tener un único pensamiento. Cuando pensamos en este único pensamiento, somos uno no sólo en el espíritu, sino también en el alma.

Biblia aplicación de android
Reproducir audio
Búsqueda del alfabeto
Rellena el formulario
Rápida transición
a los libros y capítulos de la Biblia
Haga clic en los enlaces o haga clic en ellos
Los enlaces se pueden ocultar en Configuración