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Mensajes del libro «Experiencia que tenemos de Cristo, La»
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CAPÍTULO SEIS

DISFRUTAR A CRISTO AL REPUDIAR LA CARNE

  En el pasado, constantemente hemos hecho hincapié en el espíritu. Sin embargo, el libro de Filipenses nos muestra la importancia del alma. Los seres humanos no somos un espíritu ni un cuerpo, sino un alma. Por lo tanto, los cristianos no sólo debemos ser uno en el espíritu sino también en el alma. Es muy fácil ser uno en el espíritu, pero es difícil ser uno en el alma, porque en el alma tenemos una mente problemática, una parte emotiva desconcertante y una voluntad obstinada. En el libro de Filipenses Pablo nos exhorta a ser uno en el alma. La unidad en el alma es la unidad perfecta. En cambio, la unidad en el espíritu es temporal y no es muy duradera, pues, mientras oramos, cantamos y alabamos al Señor, somos uno en el espíritu; pero cuando terminamos de alabar, es posible que encontremos que no somos uno en el alma. Así pues, la unidad en el alma es duradera, y ésta se menciona únicamente en Filipenses.

  El libro de Filipenses aborda el asunto del disfrute que tenemos de Cristo. Este libro es único y contiene muchas expresiones nuevas e incluso peculiares. Disfrutamos a Cristo en la comunión en el evangelio, al tener un único pensamiento, al amar con el mismo amor y al estar unidos en el alma. Éstas son algunas de las expresiones poco comunes que se hallan en el libro de Filipenses.

DOS SÍMBOLOS

  Otra expresión poco común se halla en el capítulo 3, versículo 2, donde Pablo dice: “Guardaos de los perros”. Según la Biblia, un perro es un animal inmundo porque no rumia (Lv. 11:26). Para que un animal sea considerado limpio, debe rumiar como la vaca o la oveja, y también debe tener la pezuña hendida. Las pezuñas de los caballos y los burros no tienen hendidura; por lo tanto, estos animales no son limpios. Pero las vacas y las ovejas tienen pezuña hendida, por lo cual son limpias. En cambio, los cerdos tienen pezuña hendida pero no rumian, y los perros no rumian ni tienen pezuña hendida. Tanto el hecho de rumiar como la pezuña hendida son símbolos en la Biblia. Una pezuña hendida nos habla de discernimiento al andar, discernimiento en cuanto a lo que debemos hacer, en cuanto a adónde debemos ir y respecto al camino que debemos seguir. Si tenemos pezuña hendida, sabremos si debemos ir al salón de reunión o al cine. No obstante, alguien que no tiene pezuña hendida no tiene discernimiento con respecto a su andar. Si no tenemos esta facultad de discernimiento, nos ensuciaremos y seremos inmundos. Rumiar significa masticar las palabras de la Biblia. Esto significa que leemos la Biblia rumiándola. Por ejemplo, cuando oramos-leemos las palabras de Juan 3:16, estamos rumiando. Si rumiamos las palabras de la Biblia, ¡cuán limpios vendremos a ser! Si rumiamos y tenemos pezuña hendida, seremos guardados de cualquier contaminación. Debido a que rumiamos y tenemos pezuña hendida, ya no somos perros, sino corderitos.

LOS PERROS, LOS MALOS OBREROS Y LOS MUTILADORES DEL CUERPO

  Filipenses 3:2 dice: “Guardaos de los perros, guardaos de los malos obreros, guardaos de los mutiladores del cuerpo”. En este versículo Pablo nos exhorta a guardarnos de tres cosas: los perros, los malos obreros y los mutiladores del cuerpo. El hecho de que no se use ninguna conjunción entre las cláusulas de este versículo, indica que estas tres cosas se refieren a una misma clase de personas, a una persona que es un perro, un obrero malo y uno de aquellos que mutilan el cuerpo. La palabra malos en este versículo denota algo que se rebela contra la economía de Dios. Según la Biblia, todo obrero que se opone a la regulación de Dios es un obrero malo. La expresión mutilador del cuerpo es un término despectivo y se refiere a la circuncisión. Originalmente, la palabra circuncisión era un término muy honroso entre los judíos. Pero en esta epístola el apóstol Pablo no usó la palabra circuncisión, sino la expresión mutiladores del cuerpo, un término despectivo. En otras palabras, cuando el apóstol Pablo escribió la Epístola a los Filipenses, la circuncisión de la carne ya no era algo honroso, sino algo deshonroso. Por este motivo, él usó la expresión mutiladores del cuerpo, rebajando así el honor de la circuncisión.

  Según el contexto de este versículo, los perros se refieren a malos obreros, y los malos obreros son los mutiladores del cuerpo. Quizás algunos se pregunten cómo podían los judíos, quienes habían sido circuncidados según el mandato de Dios, llegar a ser malos obreros. La respuesta a esta pregunta es que la dispensación de Dios cambió con la venida de Jesucristo. Antes de la época de Juan el Bautista, Dios decretó que Su pueblo fuese circuncidado. En aquel entonces, esta era la administración de Dios, la economía de Dios. Sin embargo, esta economía, esta dispensación, llegó a su fin con la venida de Jesucristo. En la dispensación actual, Dios quiere que las personas crean en Jesucristo, Su Hijo, y lo reciban. Ésta es la economía actual de Dios. Sin embargo, los judíos no abandonaron la vieja dispensación, y prefirieron la economía antigua con la ley de Moisés, antes que creer en Jesucristo y recibirlo. Por lo tanto, todo lo que ellos intentan hacer para Dios es una forma de rebeldía, pues se están rebelando en contra de la economía actual de Dios.

  Es rebeldía negarse a creer en el Hijo de Dios. En Su economía actual, Dios ha establecido que Su Hijo sea el objeto de nuestra fe. Es como si Dios dijera: “Escúchenlo a Él y crean en Él. No presten atención a otros”. Sin embargo, la mayoría de judíos prefiere a Moisés y la ley; ellos prefieren permanecer en la vieja dispensación. No hay nada de malo con amar la ley, pero la actitud que se expresa al amar la ley cuando Dios ha cambiado la dispensación es maligna y rebelde.

  Bajo la dispensación actual de Dios, la circuncisión no es honorable, sino deshonrosa. Delante de Él, ya no es circuncisión sino una mutilación del cuerpo. Por esta razón, Pablo nos exhorta que nos guardemos de los perros, de los malos obreros y de los mutiladores del cuerpo. Debemos tener cuidado de aquellos que practican la circuncisión en rebeldía contra la economía de Dios.

TRES ASUNTOS POSITIVOS

  Como hemos visto, en el versículo 2 se mencionan tres asuntos. De igual manera, en el versículo 3 también se nos habla también de tres asuntos: servir por el Espíritu de Dios, gloriarnos en Cristo Jesús y no tener confianza alguna en la carne. Estos tres asuntos están en contraste con las tres cosas mencionadas en el versículo 2. En el versículo 3 Pablo dice que nosotros somos la circuncisión. Esto significa que nosotros, los creyentes de Cristo, somos la verdadera circuncisión. Como tales, nosotros servimos por el Espíritu de Dios. Servir por el Espíritu de Dios está en contraste con los perros. Además, nosotros nos gloriamos en Cristo Jesús. Gloriarnos en Cristo está en contraste con los malos obreros. Por último, no tenemos confianza en la carne; y no tener confianza en la carne es lo contrario de la circuncisión. Debido a que nosotros contactamos a Dios y lo servimos por medio de Su Espíritu, no somos perros, y debido a que estamos en Cristo y nos gloriamos en Él, no somos rebeldes ni malos obreros. No sólo hemos creído en Cristo y le hemos recibido, sino que además estamos totalmente en Él. Cristo no es solamente nuestro Salvador, sino también nuestra vida. Por consiguiente, en lugar de estar en rebeldía, estamos en Cristo. No somos rebeldes, somos Cristo-hombres.

  Asimismo, no tenemos confianza alguna en la carne. La circuncisión que practican los judíos está totalmente relacionada con la carne. Los judíos confían en la carne y en lo que ellos son en la carne. Nosotros, por el contrario, no tenemos confianza alguna en la carne. La carne representa todo nuestro ser natural. Según la Biblia, los seres humanos caídos están en la carne. Ya sea que amemos u odiemos, robemos u ofrendemos, estamos en la carne. No debemos pensar que los que roban un banco están en la carne, mas los que hacen donaciones a entidades de beneficencia no están en la carne. Es posible que los que dan generosamente estén más en la carne que los que roban, y que los que aman estén más en la carne que los que odian. Asimismo, los que son humildes pueden ser más carnales que los que son orgullosos. Puesto que somos seres humanos caídos, no somos más que carne. Algunas personas pueden ser muy bondadosas, pero, a los ojos de Dios, incluso su bondad es la carne detestable. Muchos cristianos se consideran personas competentes e inteligentes. Sin embargo, todo lo que procede de nuestro ser natural, incluso nuestra capacidad o inteligencia, no es otra cosa que la carne. Por lo tanto, no debemos tener ninguna confianza en la carne.

  Nosotros somos aquellos que servimos a Dios por el Espíritu de Dios, nos gloriamos en Cristo y no confiamos en la carne. Nos cuidamos de los perros, y servimos por el Espíritu de Dios. Nos cuidamos de los malos obreros, y nos gloriamos en Cristo. Nos cuidamos de los mutiladores del cuerpo y no tenemos confianza alguna en la carne.

DISFRUTAR A CRISTO AL REPUDIAR LA CARNE

  La manera de disfrutar a Cristo es que repudiemos nuestra carne y todo nuestro ser natural. Cuando nos rechacemos a nosotros mismos de esta manera, únicamente quedará Cristo. Entonces en todo lo que hagamos, experimentaremos a Cristo. Cuando los incrédulos se rechazan a sí mismos y repudian su carne, no queda nada. Pero cuando nosotros nos rechazamos a nosotros mismos, disfrutamos a Cristo como el excedente. Cristo es lo que queda después de que hemos rechazado nuestra carne y todo lo que somos por naturaleza. Esto no es simplemente una doctrina, sino nuestra experiencia. Cuando las hermanas que viven juntas tienen problemas entre sí, como por ejemplo en la tarea de lavar los platos, ellas deben rechazarse a sí mismas. Cuando se rechacen a sí mismas, incluyendo su esfuerzo por imitar el modelo de Cristo, descubrirán que Cristo será lo que quede en ellas. Si una hermana lava los platos después de esto, experimentará a Cristo y lo disfrutará.

  No tener confianza en la carne significa no confiar en nosotros mismos. Si no confiamos en nosotros mismos, el yo es eliminado espontáneamente y Cristo queda allí como el agradable excedente que podemos experimentar. Ésta es la verdadera circuncisión porque implica el rechazo total de nuestra carne. Los judíos tenían el ritual de la circuncisión, mas no la realidad de la misma, que es cortar la carne. El simple hecho de dejar una marca en nuestro cuerpo no es practicar la circuncisión sino mutilar el cuerpo. Somos la verdadera circuncisión debido a que rechazamos totalmente nuestra carne. Cuando se practica la verdadera circuncisión, la carne desaparece y queda solamente Cristo. Entonces disfrutamos a Cristo en todo lo que hacemos, decimos o pensamos.

UN CUADRO MUY CLARO DE LA CARNE

  En Filipenses 3:4-6 Pablo nos presenta un cuadro muy claro de lo que es la carne. Después de decirnos que tenía razones para confiar en la carne, él nos enumera siete aspectos de la carne: circuncidado al octavo día, del linaje de Israel, de la tribu de Benjamín, hebreo, hijo de hebreos, fariseo en cuanto a la ley, celoso perseguidor de la iglesia e irreprensible en cuanto a la justicia que es en la ley. Tal vez nosotros pensemos que la carne se refiere a cosas malas. Sin embargo, ninguna de estas siete cosas es mala. Pablo fue circuncidado al octavo día. Sin duda alguna esto era algo muy bueno y positivo. Él era del linaje de Israel, no de los paganos. Además, era del linaje de Benjamín, no de Rubén ni de Simeón. En la Biblia Benjamín es precioso, querido y deseable. Asimismo, Pablo era hebreo, hijo de hebreos. Según la ley de Dios, él era fariseo, y en su celo por Dios, él perseguía a la iglesia. Pablo no era indiferente hacia Dios, sino que lo amaba, vivía por Él e incluso perseguía la iglesia por causa de Él. Por último, Pablo era irreprensible en cuanto a la justicia que es en la ley. En otras palabras, él era perfecto, completo y sin defecto alguno. No obstante, todos estos asuntos son aspectos de la carne. De hecho, son los elementos que constituyen la carne. Si no tuviéramos estas palabras que Pablo dirigió a los filipenses, no consideraríamos estas cosas como parte de la carne. Sin embargo, la carne incluye todo lo que es natural, sea malo o bueno. Ése es el significado de la carne en la Biblia.

  En tanto que algo proceda de nuestro ser natural, es de la carne. Si sabemos esto, somos bienaventurados, pues no tendremos ninguna confianza en nosotros mismos; al contrario, nos rechazaremos a lo sumo. Sin embargo, después que nos hayamos rechazado, disfrutaremos a Cristo como las “sobras” maravillosas y celestiales. No trate de enmendar su comportamiento; puesto que somos carne, sencillamente no podemos enmendarnos. En lugar de enmendar nuestro comportamiento, debemos rechazarnos a nosotros mismos. Si hacemos esto, experimentaremos a Cristo y le disfrutaremos de manera plena en todo cuanto hagamos y digamos.

ESTIMAR TODAS LAS COSAS COMO PÉRDIDA Y TENERLAS POR BASURA

  Después de que Pablo nos da una definición de la carne en los versículos del 4 al 6, en el versículo 7 dice: “Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo”. Evidentemente cosas tales como la circuncisión, ser del linaje de Israel y ser de la tribu de Benjamín eran ganancia para Pablo. Sin embargo, si él hubiera conservado todas estas cosas, no habría habido lugar en él para Cristo. Por ejemplo, si una botella está llena de tierra, no hay espacio para que el aire pueda entrar en ella. Así que, primero se debe sacar la tierra, para que el aire pueda llenar la botella. De igual manera, si nosotros todavía nos aferramos a ciertos aspectos de la carne, no habrá lugar en nosotros para Cristo. Por lo tanto, por amor de Cristo, Pablo estimó como pérdida todos los aspectos de la carne.

  En el versículo 8 Pablo dice: “Ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo”. Pablo parecía estar diciendo: “Yo ya he estimado como pérdida siete cosas por amor de Cristo; pero ahora estimo como pérdida todas las cosas del universo, por causa de la excelencia del conocimiento de Cristo”. En este universo existe tal excelencia, la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús nuestro Señor.

  En este versículo Pablo dice que tenía todas las cosas por basura por amor de Cristo. Según el uso de la palabra griega en la antigüedad, la palabra traducida “basura” se refería a la comida de perros. También podría traducirse desechos, basura, desperdicios. A los ojos de este buscador de Cristo, todo lo demás era comida de perros, desechos, basura. Los perros mencionados en el versículo 2 se alimentaban de la comida de perros mencionada en el versículo 8. Nosotros, en cambio, nos alimentamos de Cristo, quien es el alimento de los hijos de Dios.

ALIMENTARNOS DE CRISTO

  Como ya mencionamos, un perro denota una persona impura. Ahora podemos ver que los desechos son la comida de las personas impuras. Toda la gente del mundo es impura, y su comida son los desechos, la basura, comida de perros. Sin embargo, nosotros, los hijos de Dios, somos limpios, y nuestro alimento es Cristo. Debido a que Él es nuestro alimento, debemos masticarlo a Él, así como rumian las vacas. Ésta es la experiencia de comer a Jesús. Comer no sólo está relacionado con la experiencia sino también con el disfrute. Yo disfruto cada comida que como. Hoy estamos alimentándonos de Cristo, nuestro banquete. Mientras le comemos, le disfrutamos. El Cristo a quien disfrutamos es lo que queda después de que hemos desechado nuestra carne. Sin embargo, si no nos rechazamos a nosotros mismos ni nuestros planes, no tendremos nada de Cristo que comer, puesto que nuestro yo y nuestros planes llenarán nuestro ser y no dejarán ningún espacio para Cristo. Por consiguiente, debemos arrepentirnos y vaciarnos para que Cristo pueda tener cabida en nuestro ser.

  Cuanto más despacio comemos, más disfrutamos la comida. Asimismo, después que nos hayamos rechazado a nosotros mismos, debemos disfrutar a Cristo comiéndole lentamente. Ésta es la manera de participar de Cristo y alimentarnos de Él.

SER HALLADOS EN CRISTO

  En el versículo 9 Pablo dice: “Ser hallado en Él”. Pablo no sólo quería ganar a Cristo, sino también estar absolutamente en Cristo. Él tenía todas las cosas por basura a fin de ganar a Cristo y ser hallado en Él. Él deseaba que los demás lo hallaran en Cristo. Asimismo, nosotros debemos hallarnos los unos a los otros en Cristo. Sin embargo, supongamos que usted me encuentra reprendiendo airadamente a un hermano. En ese caso, usted definitivamente no me hallaría en Cristo sino en la carne. No sólo las personas deben hallarnos en Cristo, sino también los ángeles y los demonios. Debemos poder decir: “Ángeles y demonios, vengan y vean que estoy en Cristo. He ganado a Cristo, y ahora estoy en Él”. En esto consiste experimentar a Cristo.

  Si vivimos en Cristo, podremos liberar las riquezas de Cristo en las reuniones. Por medio de nuestros testimonios, fluirán las riquezas de Cristo. Si todos experimentamos a Cristo de esta manera, ¡cuán maravillosa exhibición de Cristo habrá en las reuniones! Ésta es la vida de iglesia, y esto es lo que necesitamos hoy. En medio de esta generación torcida y perversa, Dios está buscando este testimonio. Estamos aquí en la tierra para este propósito. Nuestro testimonio es que nosotros ganemos a Cristo y seamos hallados en Él, disfrutándole plenamente.

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