
Lectura bíblica: 1 Co. 1:5, 7; 2:14-15; 3:1, 3; 4:21; 8:1b; 12:31—13:1, 3, 8; 14:1, 37; 16:18, 24
Si queremos experimentar lo que se menciona en 1 Corintios, tenemos que ver que en este libro se nos presentan cuatro temas: el tema de Cristo, el tema de los dones, el tema del espíritu y el tema de la iglesia.
El primer tema es Cristo. El capítulo uno dice que Dios nos llamó a la comunión, la participación, el disfrute, de Cristo (v. 9). Dios tiene la intención de que todos tengamos parte en Cristo, participemos de El y lo disfrutemos como el todo para nosotros. Cristo es el poder de Dios y la sabiduría de Dios (v. 24). El nos fue hecho justicia para el pasado, la santificación para el presente y la redención para el futuro (v. 30).
En el capítulo dos Cristo es el Señor de gloria (v. 8) y las profundidades de Dios (v. 10). En el capítulo tres es el fundamento (v. 11). En el capítulo cinco es la Pascua (v. 7) y el pan sin levadura (v. 8). En el capítulo diez es el alimento espiritual, la bebida espiritual y la roca espiritual (vs. 3-4). En el capítulo once Cristo es la Cabeza (v. 3). En el capítulo doce es el Cuerpo (v. 12). Finalmente, en el capítulo quince El es las primicias (vs. 20, 23), el segundo hombre (v. 47), el postrer Adán (v. 45) y el Espíritu vivificante. El es el primero, el segundo y el postrero.
Cristo lo es todo, y este Cristo todo-inclusivo se hizo el Espíritu vivificante. Este Espíritu vivificante mora en nuestro espíritu, así que el que se une al Señor es un solo espíritu con El (6:17). Hoy todo lo que Cristo es son los elementos, los componentes, del Espíritu vivificante, quien mora en nuestro espíritu para ser nuestra porción.
El segundo tema de 1 Corintios es los dones. Este tema no es muy positivo. Mejor dicho, en cierto sentido se puede considerar algo negativo. En el capítulo uno Pablo dice que los corintios habían sido enriquecidos por Cristo en todo, especialmente “en toda palabra y en todo conocimiento” (v. 5). No dice que son ricos en vida, en el espíritu ni en la experiencia de Cristo. Eran ricos en palabras y en conocimiento en la mente. Además, los corintios practicaban los dones milagrosos exteriores, como por ejemplo el sanar, el hablar en lenguas, etc., según se menciona en los capítulos doce y catorce. Pero todavía eran niños en Cristo. Ellos eran carnales y hombres de carne (3:1).
En el capítulo doce Pablo dice que hay diversos géneros de dones (v. 4). Los dones son muchos, pero al final del capítulo doce Pablo les avisa a los corintios que deseen con anhelo los dones mayores. De los nueve dones enumerados por Pablo en el capítulo doce como la manifestación del Espíritu, el hablar en lenguas y la interpretación de ellas se dan al final porque no son los dones mejores (vs. 7-10). Luego al final del capítulo doce Pablo habla de la ubicación de los dones. Dice: “Y a unos puso Dios en la iglesia, primeramente apóstoles, en segundo lugar profetas, en tercer lugar maestros, luego obras poderosas, después dones de sanidad, ayudas, administraciones, diversos géneros de lenguas” (v. 28). Nótese que los diversos géneros de lenguas se enumeran al final. Pablo luego dice: “¿Son todos apóstoles? ¿son todos profetas? ¿son todos maestros? ¿Hacen todos obras poderosas? ¿tienen todos dones de sanidad? ¿hablan todos lenguas? ¿interpretan todos? Anhelad, pues, los dones superiores” (vs. 29-31a). Por tercera vez hablar en lenguas e interpretarlas son enumeradas al final de lo que escribió Pablo, porque no proporcionan mucha ayuda a la iglesia (14:4-6, 19).
Luego Pablo dice: “Mas yo os muestro un camino aun más excelente” (12:31b). Hay algo más excelente que los dones mejores. El camino excelente es el amor, el cual se define cabalmente en el capítulo trece. El hablar en lenguas es el último punto que está en las listas positivas de Pablo. Luego en su lista negativa en el capítulo trece, viene primero. El versículo 1 dice: “Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como bronce que resuena, o címbalo que retiñe”. El bronce que resuena y el címbalo que retiñe emiten sonidos sin tener vida. Esto es un ejemplo auténtico de hablar en lenguas.
El versículo 2 dice: “Y si tuviese el don de profecía, y entendiese todos los misterios y todo conocimiento, y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes, y no tengo amor, nada soy”. Si no tenemos amor, no somos nada. El versículo 3 dice: “Y si repartiese todos mis bienes para dar de comer a otros, y si entregase mi cuerpo para gloriarme, y no tengo amor, nada me aprovecha”. Esto muestra que si tenemos los dones o hacemos algo sin amor, hay una gran escasez. Necesitamos los dones y el amor. En el versículo 8 Pablo dice: “El amor nunca deja de ser; pero las profecías se volverán ineficaces, y cesarán las lenguas, y el conocimiento se tornará inútil”. El amor nunca deja de ser.
La gente siempre hace una relación entre el amor y el corazón. Pero en 1 Corintios Pablo hace una relación entre el amor y el espíritu. En 4:21 habla de venir a ellos con vara o con amor y espíritu de mansedumbre. El amor es más profundo que el corazón. El amor está en el espíritu porque Cristo está en nuestro espíritu. En 16:18 Pablo dice que su espíritu fue confortado. Luego en el versículo 24 dice: “Mi amor en Cristo Jesús esté con todos vosotros”. Su espíritu fue confortado y su amor estaba con ellos. El amor va junto con nuestro espíritu. Si nuestro amor viene sólo de nuestro corazón, tal amor es natural, y no el amor divino que es la expresión de Cristo. El amor que es la expresión de Cristo viene de nuestro espíritu.
En el capítulo catorce Pablo nos exhorta diciendo: “Seguid el amor; y anhelad los dones espirituales, pero sobre todo que profeticéis” (v. 1). Esto muestra que el apóstol Pablo era una persona equilibrada. El dice que debemos seguir el amor y desear dones espirituales, pero deja claro que necesitamos desear el don mejor, el cual consiste en profetizar. Sin embargo, lo más importante es seguir el amor. Los corintios tenían los dones, pero carecían de amor en su espíritu. El amor es el mismo Dios que está corporificado en Cristo, quien vive en nuestro espíritu.
El tercer tema de 1 Corintios es el espíritu. Con esto hacemos referencia al espíritu humano y al Espíritu Santo. En el capítulo cinco Pablo dice a los corintios que cuando se reúnan, él se reunirá con ellos, no en su cuerpo sino en su espíritu. Dice: “Reunidos vosotros y mi espíritu...” (v. 4). En esta reunión él juzgó a una persona pecaminosa en el nombre del Señor, en el espíritu y en el poder al entregarla a Satanás (v. 5).
Pablo era un hombre que se conducía en su espíritu. En el capítulo cuatro Pablo les pregunta si debe venir a ellos con vara o con amor y con espíritu de mansedumbre. Cuando vino a ellos la primera vez, vino en demostración del Espíritu con el ejercicio de su espíritu (2:4). El capítulo siete también muestra que él era un hombre que vivía en su espíritu. En este capítulo él era uno con el Señor hasta el extremo que cuando dio su parecer, tenía el Espíritu de Dios.
Ser un hombre espiritual no significa que el Espíritu Santo desciende sobre usted de modo milagroso para que hable en lenguas. El asna de Balaam milagrosamente habló en lenguas, es decir, en lengua humana, pero el asna no era espiritual (Nm. 22:28-30). Sin embargo, Pablo era genuinamente espiritual. El dice en el capítulo siete que no tenía mandamiento del Señor, pero como uno que había obtenido la misericordia del Señor, dio su parecer (v. 25). Su parecer llegó a ser parte de la revelación divina de la Biblia. Al final del capítulo siete dice: “Y pienso que también yo tengo el Espíritu de Dios” (v. 40). Parece que no estaba seguro si estaba en el espíritu. Esto muestra que ser una persona espiritual es ser muy humano. Muchos cristianos piensan que para ser una persona espiritual uno tiene que ser angélico, pero eso no es un hombre espiritual. Un hombre espiritual es muy humano en su espíritu.
La palabra espiritual se usa muchas veces en 1 Corintios. Pablo dice en el capítulo dos que el hombre espiritual juzga todas las cosas (v. 15). En el capítulo tres él dice que no podía hablar a los corintios como a hombres espirituales (v. 1). En el capítulo nueve dice que sembró lo espiritual (v. 11). En el capítulo diez habla del alimento espiritual, la bebida espiritual y la roca espiritual (vs. 3-4). Luego en el capítulo catorce habla de los que se creen espirituales (v. 37).
Para ser espirituales, siempre tenemos que ejercitar nuestro espíritu. Siempre debemos andar, actuar y conducirnos en el espíritu. Si queremos ser humildes, debemos ser humildes en el espíritu. De hecho, si usted vive y anda en el espíritu, será humilde y no estará consciente de su humildad. Tendrá la realidad de ser humilde sin estar consciente de esto. También se nos dice en la Biblia que debemos amarnos los unos a los otros, pero nuestro amor quizás sea un amor en el alma, un amor natural. Tal amor no es el amor espiritual y divino, el cual consiste de Dios mismo corporificado en Cristo quien mora en nuestro espíritu y se expresa por medio de nuestro espíritu. Debemos amarnos en el espíritu.
El cuarto tema de 1 Corintios es la iglesia. Este es un libro escrito a la iglesia local en Corinto (1:2). Este libro está centrado en lo relacionado con la iglesia. Todo lo que Pablo dice es para la iglesia.
Hoy el Señor desea recobrar la vida de iglesia apropiada. Después de los tiempos de Martín Lutero, el Señor empezó Su obra de recobro de manera definida. En el recobro del Señor tuvimos cuatro categorías principales: 1) las enseñanzas o doctrinas del fundamentalismo; 2) los dones del pentecostalismo; 3) la predicación y la extensión del evangelio del evangelismo; y 4) la vida interior. El recobro del Señor ha pasado por estas etapas para llegar al recobro actual de las iglesias locales. Toda la obra anterior de recobro llega al recobro actual, la edificación de las iglesias locales para la edificación del Cuerpo de Cristo. Necesitamos tomar a Cristo como nuestra vida interior para que sea edificada la iglesia.
También debemos ver la diferencia que hay entre los dones y la vida. El asna de Balaam habló una lengua humana, lo cual muestra que tenía un don, pero eso no cambió la vida del asna. No hubo un cambio en vida, pero hubo un cambio en cuanto a la capacidad de hablar. Algunos piensan que cuanto más dones tienen, más vida tienen. Pero un don es una capacidad para servir. No es la vida. Esto es confirmado en 1 Corintios 13. Este capítulo nos dice que todo es vacío sin el amor, y el amor es la expresión de Cristo como vida. Si tiene el don de hablar en lenguas y no tiene amor, es como bronce que resuena y címbalo que retiñe, y hace sonidos vacíos, sin vida (v. 1).
Los dones son exteriores. Son algo dado por Dios exteriormente para que seamos capacitados y equipados para servirle. Pero además de estos dones, necesitamos la vida interior. Los corintios tenían los dones, pero carecían de vida. De hecho, todavía eran niños, y no tenían casi nada del crecimiento en vida. No sólo estaban caracterizados por el alma, sino que eran carnales y hombres de carne. Ellos usaron mal sus dones porque carecían de vida. Carecían de amor, el cual es la expresión de vida. Los dones son las capacidades exteriores, pero la vida es la esencia espiritual e interior, la cual es Cristo mismo.
Para conocer la vida, tenemos que aprender a ejercitar nuestro espíritu, porque la esencia de la vida es Cristo mismo. Hoy Cristo es el Espíritu vivificante que mora en nuestro espíritu, así que debemos aprender a andar, actuar y conducirnos en el espíritu. Nunca debe hacer nada de acuerdo con lo que piensa, con lo que a usted le gusta ni con lo que decida. Siempre debe estar en su espíritu. Tiene que repudiar y rechazar su mente lista, sus emociones amorosas y su voluntad fuerte. Si se conduce en estas partes de su alma, será un hombre anímico y estará terminado con Cristo. Su comportamiento será algo que interrumpe la relación que tiene con Cristo. No es asunto de que uno sea bueno o malo. Es asunto de si es uno con Cristo o no. Es posible hacer buenas obras y al mismo tiempo estar separado de Cristo. Debe permanecer en el espíritu para ser espiritual, y no anímico, carnal o un hombre de carne.
Podemos practicar la vida de la iglesia y edificarla sólo al vivir en nuestro espíritu. El cristianismo ha sido dividido por las enseñanzas, las doctrinas y los dones. La iglesia tampoco puede ser edificada por buenos oradores. Muchos buenos oradores hoy día ministran muy poco de Cristo. Necesitamos disfrutar a Cristo, experimentarlo y participar de El, y luego ministrar a los demás lo que hemos experimentado. Si disfrutamos a Cristo en el espíritu y nos ministramos a Cristo, la iglesia local será edificada y no habrá división. Tendremos la unanimidad de Filadelfia y el verdadero amor fraternal. Mientras disfrutemos a Cristo y lo ministremos, la iglesia crecerá con el nutrimento de Cristo. Hoy estamos en la edad del recobro de las iglesias locales donde disfrutamos a Cristo y somos nutridos por El para crecer en vida.