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Mensajes del libro «Expresión práctica de la iglesia, La»
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CAPITULO VEINTE

EDIFICAR EN AMOR

  Lectura bíblica: Ef. 4:16; 1 Co. 8:1; 1 Co. 13

  En este capítulo, necesitamos ver que el amor es el vivir práctico de la iglesia. El vivir de la iglesia es amor. La palabra vivir también significa “expresión”; la expresión de una iglesia local es amor. Si sólo manifestamos cierta clase de enseñanza o formalismo, estamos mal. La expresión de la iglesia local debe ser el amor.

EL CAMINO MAS EXCELENTE

  ¿Por qué escribió el apóstol Pablo 1 Corintios 13? Los capítulos 12, 13 y 14 forman una sección que trata de los dones, y la parte intermedia es el capítulo sobre el amor. La iglesia en Corinto había perdido la debida expresión de la iglesia local: ellos se habían vuelto del amor al ejercicio de los dones, y ahora manifestaban los dones en vez del amor. Lo primero que se veía en Corinto era la práctica de los dones: principalmente, el hablar en lenguas. Así que el apóstol Pablo les escribió y los corrigió. Las lenguas y los otros dones no son el camino más excelente; sólo el amor es el camino excelente, y en un sentido, el amor es el mejor camino. Al final del capítulo 12, el apóstol Pablo dice: “Anhelad, pues, los dones superiores. Mas yo os muestro un camino aun más excelente”. ¿Cuál es el camino más excelente? La respuesta se encuentra en el siguiente capítulo: el amor. El comenzó el siguiente capítulo de la siguiente manera: “Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor...” (1 Co. 13:1). Este versículo demuestra que las lenguas y los otros dones difieren del amor. Es posible tener los dones, y aún así carecer del amor. Es posible hablar en lenguas humanas y angélicas, y aún así carecer del amor. Si éste es el caso, somos como bronce que resuena, o címbalo que retiñe. Tenemos el sonido, pero no el amor; tenemos el ruido, pero no la vida.

  He tenido esta inquietud por muchos años porque algunos cristianos ponen demasiada atención a las lenguas y han pasado por alto este versículo, el cual nos dice que hablar en lenguas no es algo en vida. Las lenguas sólo son una clase de sonido; no son vida. El hecho de tener sólo el sonido sin el amor demuestra que hablar en lenguas no proviene de la vida; de otro modo, el apóstol no hubiera dicho esto. El comenzó el capítulo diciendo que los creyentes corintios necesitaban vida, y no sólo el sonido. ¿Cuál es la expresión de la vida? El amor, porque la vida se expresa en el amor. El amor no es un sonido; el amor es la expresión de la vida.

  No tratemos jamás de amar con nuestra propia fuerza. No lo animo a amar, porque sé que usted no puede amar. Cuanto más lo exhorte a amar, más usted odiará; cuanto más exijo el amor de usted, más odio recibiré. Nosotros simplemente no podemos amar. Podemos hacer muchas cosas, pero no podemos amar. Es fácil hablar en lenguas, pero no es fácil amar. El amor es el camino más excelente; por lo tanto, es el camino más difícil.

  La dificultad más grande en la vida de iglesia es el amor: podemos enseñar, pero no podemos amar; podemos servir, pero no podemos amar; podemos limpiar, pero no podemos amar; podemos cortar el césped, pero no podemos amar. Las hermanas pueden tocar el piano, pero no pueden amar. Nos es fácil orar-leer, pero no podemos amar. Sencillamente, no podemos amar. Es fácil hacer cualquier cosa, menos amar.

LA DESCRIPCION DEL AMOR

  ¿Qué es el amor? Si volvemos a leer la descripción del amor en este capítulo, nos daremos cuenta de que Cristo es el amor. El amor es Cristo mismo. “El amor es sufrido. El amor es benigno; no tiene envidia. El amor no se jacta y no se hincha de orgullo; no se porta indecorosamente, no busca lo suyo, no se irrita, no toma en cuenta el mal” (1 Co. 13:4-5). El amor es una persona. La descripción entera del amor en este capítulo le pertenece a una persona viva, y esta persona es Cristo.

  ¿Qué puede existir por siempre? Sólo Cristo. En este capítulo, el apóstol Pablo minimiza todas las cosas menos el amor; nada puede compararse con el amor. Todas las ofrendas, donaciones y dones no pueden compararse con el amor. Aun la profecía y el conocimiento no pueden compararse con él.

  En 1 Corintios 13:8 dice: “El amor nunca deja de ser; pero las profecías se volverán ineficaces, y cesarán las lenguas, y el conocimiento se tornará inútil”. Pablo usa tres expresiones en este versículo: se volverán ineficaces, cesarán y se tornará inútil. ¿Qué se volverá ineficaz? ¡Las profecías! ¿Qué cesará? ¡Las lenguas! ¿Qué se tornará inútil? ¡El conocimiento! Las profecías, las lenguas y el conocimiento se volverán ineficaces, cesarán y se tornarán inútiles. La Palabra es sumamente clara en este versículo; sin embargo, muchos de los grupos pentecostales ponen toda su atención en las profecías y las lenguas. El amor nunca falla. Las profecías se volverán ineficaces, las lenguas cesarán y el conocimiento se tornará inútil, pero el amor permanece para siempre. ¿Quién es este amor? Es Dios mismo. Dios es amor. ¿Qué se puede comparar con Dios? ¿Las lenguas? ¿Las profecías? ¿El conocimiento? ¡No! Sólo Dios es eterno.

  “El conocimiento envanece, pero el amor edifica” (1 Co. 8:1). Los cristianos piensan que necesitan las enseñanzas, pero no es así. No debemos poner demasiada confianza en las enseñanzas o los dones, sino que debemos poner nuestra confianza absoluta en el amor.

  En la primera de las siete epístolas halladas en Apocalipsis, el Señor Jesús dice que ellos habían perdido su primer amor. La palabra “primer” en griego también significa “el mejor”. El primer amor es el mejor amor. Filadelfia, la iglesia a la que se le escribe la sexta epístola, significa amor fraternal, y ésta es la mejor de las siete iglesias. La mejor iglesia es la iglesia del amor fraternal, no la iglesia de los dones, del conocimiento o del poder. El Señor sólo quiere una iglesia de amor.

EL CONCEPTO ERRONEO

  No creo que el Señor usará mucho los dones en Su recobro. El se revelará como vida a los que le buscan, y esta vida se expresará en amor. Este amor no es un amor humano, sino simplemente Dios mismo, quien vive en nosotros y se expresa a través de nosotros.

  Debemos abandonar el concepto de que los dones son el único requisito para edificar la iglesia. Los dones, y aun menos, las enseñanzas, no pueden edificar la iglesia. Las enseñanzas dividen y causan división. Por ejemplo, cada denominación ha sido establecida por un maestro. La historia de la iglesia muestra que dondequiera que ha habido un gran maestro, allí ha habido división. Las enseñanzas dividen, pero el amor une y edifica. Lo único que edifica es el amor, pero el amor del cual hablamos y que la Biblia enseña no es el amor humano. Este amor es Dios mismo; así que debemos abandonar todo lo demás para que este amor sea hecho real a nosotros. No debemos confiar en nada más que el amor para edificar la iglesia; no debemos poner nuestra confianza en los dones ni en las enseñanzas.

  Algunos han enseñado por años, pero ¿dónde hay una iglesia genuina edificada por las enseñanzas? El cristianismo no es nada nuevo; ha existido por siglos. ¿Dónde está la iglesia edificada por las enseñanzas? La historia muestra que las enseñanzas y los dones no han sido capaces de edificar la iglesia. Jamás debemos poner nuestra confianza en estas cosas, sino más bien en el amor. Que el Señor tenga misericordia de nosotros y haga que abandonemos todo lo que nos distraiga para que regresemos sólo al amor. Debemos darnos cuenta de que solamente el amor puede edificar a la iglesia. Efesios 4:16 nos dice que el Cuerpo se edifica a sí mismo en amor, pero el problema radica en que somos muy religiosos y naturales. Seguimos con el concepto de que necesitamos las enseñanzas.

  Otros nos condenan y dicen que somos exclusivos y que no aceptamos todos los ministerios. Pero si invitáramos a los mejores oradores de la tierra para que nos hablen, la iglesia simplemente quedaría en desorden. Supongamos que doce maestros buenos, espirituales, sanos y ortodoxos nos hablaran una vez al mes todo el año. Me temo que para el año siguiente la iglesia habría desaparecido. Sólo el amor edifica a la iglesia. Lo que edifica a la iglesia no son los dones, las enseñanzas o los ministerios; es el amor.

  En 1 Corintios 13 dice que aun si yo tuviese el don de profecía y entendiese todos los misterios y todo conocimiento, si no tengo amor, nada soy. En lo que a la edificación del Cuerpo se refiere, si no tengo amor, nada soy. Las otras cosas por sí solas no pueden edificar el Cuerpo. Todos debemos cambiar nuestro concepto de modo que no pongamos tanta confianza en las enseñanzas. El Cuerpo sólo puede ser edificado en amor. Si queremos amar, debemos abandonar muchas enseñanzas y dones; sólo debemos confiar en el amor.

  Miremos la situación de hoy, ¿dónde está la iglesia que ha sido edificada por las enseñanzas? En los diecinueve años de experiencia que tuvimos en Taiwán, los que creían tener el don de la enseñanza resultaron ser alborotadores. No hubo ninguna excepción. Ellos proclamaban que tenían el don, pero no ayudaron mucho en la obra. Por el contrario, la obra fue llevada a cabo mayormente por los que no proclamaban tener un don, sino que sólo aprendieron a servir al Señor siendo lo que eran; no se consideraban personas dotadas, sino que sólo servían al Señor en amor. Así pues, vemos que no se trata de los dones, sino del amor. Ninguna de las iglesias en la isla de Taiwán tiene mucha confianza en los dones, porque por la experiencia vieron que todos los problemas procedieron de dichas personas dotadas.

  Si queremos practicar la vida de iglesia, nuestro concepto debe cambiar cien por ciento. No confiemos en las enseñanzas ni en los dones, ya que no dan muchos resultados. La verdadera edificación proviene, simplemente, del amor. Por tanto, abandonemos el concepto de que las enseñanzas, los dones u otras cosas pueden ayudar mucho en la edificación de la iglesia.

UN TESTIMONIO DE AMOR

  En el capítulo anterior recalcamos que el contenido de la iglesia es la vida, pero, ¿cómo podemos demostrar la vida si no es con el amor? Cuando tenemos una conferencia o entrenamiento, no confío mucho en mi ministerio; reconozco que éste es el mejor tiempo para que los hermanos de muchos lugares diferentes vengan y prueben el amor. Preferiría oír a los que nos visitan en Los Angeles decir que no recibieron mucha ayuda del ministerio, pero ¡qué hospitalidad y qué amor sintieron entre los hermanos y las hermanas! Necesitamos una vida de iglesia llena de amor a fin de que, cuando otros lleguen, experimenten la realidad del amor. No se trata sólo del ministerio, sino de la realidad de vida expresada en el amor. Es maravilloso tener tal testimonio y le damos gracias al Señor porque nos ha bendecido tanto con Su gracia en este asunto, pero necesitamos más. El testimonio firme es el testimonio de amor; no tenemos mucha confianza en otra cosa que no sea el amor.

  Todos los queridos creyentes que están en el recobro no deben tener mucho respeto por ningún don ni ministerio; no debemos poner mucha confianza en lo que no sea el amor. Entonces veremos a las iglesias llenas de vida y de fuerza, sin demasiado conocimiento. Esto es lo que necesitamos en el recobro del Señor.

  La realidad de la unidad mencionada en el salmo 133 sólo puede provenir del amor y no de ningún ministerio. Mientras más ministerios tengamos, más elementos divisivos y opiniones disidentes tendremos. Hemos sufrido mucho aprendiendo esto. No saben cuánto hemos sufrido por haber invitado a buenos oradores. Esto no contribuyó en nada a la edificación de la iglesia; por el contrario, no encuentro palabras para decirles cuánto daño ha causado.

  El Señor ha comprobado que el amor es lo que se necesita para edificar la iglesia local, pero si queremos amar, debemos permitir que nuestros conceptos sean absolutamente desarraigados. Me temo que aún tengamos el concepto de que necesitamos más ministerios, enseñanzas y dones. Este concepto debe ser desarraigado; lo que necesitamos es el amor. El amor nos introducirá a edificar una maravillosa vida de iglesia.

AMOR ETERNO

  El conocimiento se tornará inútil, las profecías se volverán ineficaces y las lenguas cesarán. Sólo el amor permanece para siempre. Los ministerios y los dones pasarán, pero el amor permanecerá por la eternidad. Yo creo que recordaremos por la eternidad los días que pasamos en Los Angeles. Aunque la eternidad será mucho mejor; no obstante, nos acordaremos de estos días de amor en Los Angeles. Esta es la verdadera edificación.

  El amor nunca deja de ser, y el amor edifica. No hay mucha necesidad de tener buenos oradores, sino que debemos ser pacientes y seguir adelante con el Señor, quien es el amor mismo en vida. Entonces veremos a la iglesia edificarse a sí misma gradualmente en amor. La verdadera expresión de la vida de iglesia local es la vida, y una iglesia llena de amor es una iglesia con una vida larga. Todas las “presuntas” iglesias edificadas por ministerios y dones duran poco; no pasa mucho tiempo antes de que se dividan. Pero la iglesia que es edificada por el amor nunca deja de ser; nada puede dividirla, perjudicarla ni tocarla por causa del amor. El amor es el vínculo más fuerte.

  Mi carga en este capítulo es decirles que solamente el amor puede edificar a la iglesia. Pregunto: ¿dónde hay una iglesia edificada con las enseñanzas o los dones? No nos debe importar la teoría, sino la práctica. Las enseñanzas, los dones o el conocimiento nunca han dado los debidos resultados, pero los cristianos han perdido años tratando de usarlos, y todavía siguen tratando. Que el Señor tenga misericordia de nosotros para que estemos dispuestos a ser liberados de este concepto. Lo único que necesitamos es a Dios en Cristo expresado como el amor; sólo esto puede edificar la iglesia.

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