
Lectura bíblica: Hch. 14:23; Tit. 1:5; Ap. 1:11
Hechos 14:23 dice que se constituyeron “ancianos en cada iglesia”, pero Tito 1:5 dice que se establecieron “ancianos en cada ciudad”. O sea que, “en cada ciudad ” equivale a “en cada iglesia”, y “en cada iglesia” es igual a “en cada ciudad”. Establecer ancianos en cada iglesia significa constituir ancianos en cada ciudad, no en cada casa u otro lugar.
Luego Apocalipsis 1:11 dice: “Escribe en un libro lo que ves, y envíalo a las siete iglesias: a Efeso, a Esmirna, a Pérgamo, a Tiatira, a Sardis, a Filadelfia y a Laodicea”. ¿Ha notado usted todos los “a” en este versículo? El Señor le dice a Juan que escriba un libro y lo envíe a las siete iglesias. Después dice: “... a Efeso, a Esmirna, a Pérgamo, a Tiatira, a Sardis, a Filadelfia y a Laodicea”. Se repite “a” siete veces. Por tanto, decir “a las siete iglesias” equivale a decir “a las siete ciudades”, y decir “a las siete ciudades” es igual a decir “a las siete iglesias”.
El hecho de que se usó la palabra “a” tantas veces complica la composición de este versículo. Debe haber una razón por la cual se repitió. Este versículo comienza diciendo: “Escribe en un libro lo que ves, y envíalo a las siete iglesias”; luego, dice a el primer lugar, y a el segundo lugar, y a el tercer lugar, y a el cuarto lugar, y a el quinto lugar, y a el sexto lugar y a el séptimo lugar. ¿Por qué habló el Señor de tal manera? Si yo lo hubiera escrito, simplemente diría: “Envíalo a las siete iglesias que están en Efeso, Esmirna, Pérgamo, Tiatira, Sardis, Filadelfia y Laodicea”. No es necesario usar tantos “a”.
No creo que nadie escribiría este versículo así como está escrito. Cada uno de nosotros probablemente pondría los siete nombres de las ciudades después de un sólo “a”, pero el Señor no lo hizo así. El le dijo a Juan que enviara el libro a las siete iglesias, luego dijo que lo enviara a esta ciudad y a aquélla. Esto muestra claramente que una iglesia equivale a una ciudad y que representa a esa ciudad.
Lo que fue escrito y dirigido a la iglesia en Efeso fue enviado a la ciudad de Efeso, porque a los ojos del Señor la iglesia en Efeso representa a esa ciudad. Si leemos Apocalipsis 1:11 detalladamente, nos daremos cuenta de que éste es el significado; este versículo afirma clara y explícitamente que la iglesia en un lugar equivale a la ciudad en donde dicha iglesia está ubicada, lo cual concuerda con Hechos 14:23 y Tito 1:5. En estos dos versículos observamos que establecer ancianos en cada iglesia equivale a establecer ancianos en cada ciudad, y que establecer ancianos en cada ciudad significa establecer ancianos en cada iglesia. Por consiguiente, queda abundantemente claro que la esfera y el límite de la iglesia tiene que ser exactamente igual al de la ciudad; en otras palabras, el límite, la jurisdicción, de la iglesia es idéntico al de la ciudad.
Debemos creer que las palabras usadas por el Señor al escribir las Escrituras son extremadamente significativas. ¿Por qué diría Hechos 14:23 que se estableciesen ancianos en cada iglesia y Tito 1:5, en cada ciudad? ¿Qué relación existe entre la iglesia y la ciudad? En cierto sentido, la iglesia no tiene nada que ver con la ciudad; no obstante, según la manera en que el Señor lo estableció, el límite, la jurisdicción, de una iglesia local tiene que ser igual al límite de la ciudad. En Apocalipsis 1:11 el Señor Jesús afirma de forma extremadamente clara que la iglesia local equivale a la ciudad en la cual está ubicada.
Antes de 1828, el año en el cual la Asamblea de los Hermanos surgió, el cristianismo todavía no había visto claramente el concepto de la iglesia local. Pero después de 1828, los Hermanos, bajo el liderazgo de John Nelson Darby, empezaron a ver que la iglesia debe ser local. Por tanto, comenzaron a congregarse localmente y a usar el término “asamblea local” o “iglesia local”; no obstante, ellos no comprendían claramente cual era el límite, o confín, de la iglesia local. Al transcurso del tiempo, la Asamblea de los Hermanos, especialmente los que se llamaban los Hermanos Abiertos, tenían muchas asambleas locales en una ciudad. Seis años atrás me encontré con uno de sus líderes quien me dijo que en esa ciudad había cuatro asambleas de los Hermanos, y cada una de ellas era independiente de las demás. Es decir, cada asamblea tenía una administración diferente y estaba separada de las demás. Y otras ciudades tienen aún más asambleas. Ellos tienen demasiada libertad: cuando unos hermanos en la asamblea se enojan con otros, se van de allí y comienzan otra reunión; no obstante, ellos dirían que no se dividieron de los otros sino que todavía son uno en el Señor. Unos se reúnen en una calle, y otros se reúnen en la calle opuesta, pero ambos reclaman congregarse en el nombre del Señor. Estas no son asambleas de ciudades sino asambleas de calles. Tienen hermanos que presiden, no en una ciudad, sino en una calle; esto se debe al hecho de que los Hermanos nunca han visto el límite, o confín, de la iglesia.
Comenzando desde 1922, muchas congregaciones locales fueron establecidas en China. En 1933 el hermano Watchman Nee se dio cuenta de la gran confusión que existía entre las asambleas de los Hermanos, y leyó el Nuevo Testamento otra vez buscando entender claramente el límite de la iglesia local, debido a que estaba muy preocupado al respecto. Al hacerlo, descubrió que el límite de la iglesia local es el límite de la ciudad en la cual está ubicada. Esta revelación verdaderamente nos liberó, y quedamos claros de que la iglesia en Shanghai abarcaba todo lo que se encuentra dentro de los límites de la ciudad de Shanghai.
Desde 1934 el hermano Nee tuvo una comprensión cada vez más clara, no sólo acerca del límite de la iglesia local, sino también del terreno de la iglesia local. Luego en 1937 él nos dio una serie de mensajes con respecto a este asunto, que ahora forman parte del libro titulado La iglesia cristiana normal. Estos mensajes recalcan el terreno local de la iglesia. Tomando como punto de partida el límite de la iglesia local, el hermano Nee avanzó y vio el terreno de la iglesia local. En 1937 entendimos claramente este asunto, y fue entonces cuando se usó por primera vez la expresión “el terreno de la iglesia”. El límite de la ciudad no sólo es el límite de la iglesia local, sino que la ciudad en sí es el terreno de la iglesia. El terreno de la iglesia es la ciudad en la cual está ubicada. Si pongo un vaso sobre la mesa, esa mesa es el terreno sobre la cual el vaso está situado. Una iglesia local está en una ciudad, así que esa ciudad es su terreno.
Desde entonces la Biblia, y especialmente el Nuevo Testamento, está abierta a nosotros con respecto a este asunto, y desde ese tiempo hasta ahora no ha habido mejoría con relación a este tema porque ya no se puede mejorar. Ahora se entiende claramente que el terreno de la iglesia es la ciudad, es decir, la misma localidad en donde la iglesia está.
Algunos dicen que esto lo hemos aprendido de la Asamblea de los Hermanos, pero ellos no lo vieron. Si hubieran visto el terreno único de la iglesia, no tendrían muchas asambleas en la misma ciudad.
¿Por qué es el terreno de la iglesia tan importante e imprescindible? ¿Y por qué le damos tanto énfasis? Debemos darnos cuenta de que la iglesia en todo el universo es un solo Cuerpo; por tanto, la iglesia verdaderamente es una. La iglesia no se debe dividir. ¿Cómo puede su cuerpo ser fraccionado? Podrá separar otras cosas pero jamás las partes de su cuerpo. La iglesia, el Cuerpo de Cristo, tiene que ser una.
La unidad de la iglesia se expresa en muchas ciudades; por ejemplo, se expresó en Jerusalén, en Antioquía, y también en Corinto. Aunque la iglesia tiene muchas expresiones locales, esto no significa que la iglesia esté dividida. Por ejemplo, sólo existe un país que se llama los Estados Unidos de América, pero éste tiene muchas expresiones. En Toronto, los Estados Unidos tiene un consulado, o sea, una expresión; igualmente, tiene uno en Vancouver, otro en Hong Kong, otro en la ciudad de México, en Londres, en Tokio y en Paris. Existen muchas expresiones, pero sólo existe un país. Aunque los Estados Unidos de América tenga muchos consulados por todo el mundo, los cuales son sus muchas expresiones, el país no está dividido; sin embargo, jamás puede haber más de un consulado de los Estados Unidos en una ciudad. Si en Londres hubieran dos consulados de los Estados Unidos, esto significaría que los Estados Unidos está dividido. No importa el tamaño de la ciudad, el consulado de los Estados Unidos debe ser solamente uno en dicha ciudad. Puede tener muchas oficinas pero sólo debe ser un consulado. Tokio es una de las ciudades más grandes en la tierra, pero sólo tiene un consulado americano. Si hubiera más de uno, esto expresaría división.
La iglesia es una y no deber ser dividida, pero ella tiene que ser expresada en muchos lugares. Por tanto, si hay una expresión de la iglesia en cada ciudad, dicha expresión debe ser solamente una; de no ser así, hay división.
Si usted es un ciudadano americano que vive en Tokio, ¿tiene la opción de escoger a cual consulado ir? Es obvio que no; usted no tiene que hacer esa decisión porque sólo existe un consulado de los Estados Unidos en Tokio. Lo único que debe obtener es la dirección para saber cómo llegar allí.
La iglesia está dividida hoy por las muchas y diferentes clases de expresiones que existen en cada ciudad. Después de la segunda guerra mundial, los cristianos se tomaron libertades, especialmente en los Estados Unidos, y formaron muchos grupos libres porque estaban insatisfechos con las denominaciones. Antes había un número más reducido de las distintas clases de expresiones de la iglesia, pero han aumentado grandemente. Estoy informado que sólo en el sur de California existen por lo menos mil grupos pequeños de cristianos. Los que están en esos grupos no piensan que están en división; ellos dicen que buscan el camino verdadero, pero de hecho son muchas divisiones pequeñas.
Muchos saben que las denominaciones grandes son sectarias y dividen el Cuerpo de Cristo, pero no se dan cuenta también de la división que causan estos grupos libres. Si usted les hace ver esto, ellos dirán que son uno en Cristo. Aunque suene bonito, es sólo un dicho; en realidad, no son uno, sino una división.
Supongamos que los Estados Unidos se dividiera en tres países separados. ¡Que débil sería! Así es la sutileza del enemigo con la iglesia; ha dividido el Cuerpo de Cristo no sólo en partes, sino en muchos pedacitos. Por esto, la iglesia hoy en día es muy débil.
Otro problema en cuanto a las divisiones tiene que ver con aquellos que sólo se preocupan por la espiritualidad. Si las reuniones de la iglesia local no son tan espirituales, entonces ellos no cooperan y se separan para reunirse de una manera más espiritual. No les interesa el terreno único de la iglesia. No entienden que el terreno de la iglesia no depende de la condición de la iglesia: la condición puede fluctuar pero el terreno, la posición, jamás cambia. Hoy podemos ser muy espirituales pero en dos meses puede ser que no seamos tan espirituales, y después de dos años quizá estemos peor. No obstante, si hoy estamos débiles, ¿podemos decir con certeza de que en dos años no estaremos fuertes? La condición espiritual fluctúa fácilmente, pero la posición del terreno jamás puede cambiar.
Supongamos que existe una familia que se llama Smith. Aunque la posición de la familia Smith jamás cambiará, la condición de esta familia pudiera ser buena hoy y mala mañana. ¿Por qué deben mantenerse unidos los miembros de la familia Smith? Simplemente porque son una familia. No importa si son buenos o malos, siempre son la familia Smith; éste es su terreno, su posición.
Supongamos que uno de los miembros de la familia Smith piensa que su familia es demasiado pobre; así que se muda a otra familia que está en mejores condiciones. Sin embargo, después de dos años esa otra familia se empobrece más que la familia Smith, entonces ¿qué hará ese miembro?
El problema de los cristianos hoy en día consiste en que no tienen ningún terreno o posición; sólo se preocupan por la condición espiritual. Por ejemplo, dicen: “Este grupo es más espiritual. Yo quiero estar con ellos”. Pero después de dos años me enojo con ellos y me voy a otro lugar. Si soy así, esto demuestra que no tengo ningún terreno o posición. Siempre busco un lugar según la condición espiritual.
La condición fluctúa, pero el terreno permanece igual. ¿Quién puede cambiar el sitio de un edificio? El edificio puede estar en mala condición hoy, pero puede mejorar grandemente después de unos meses. En sólo tres meses, el edificio puede cambiar de condición, pero el sitio, el terreno, sigue siempre igual.
Podemos guardar la unidad de la iglesia sólo por medio del terreno único de la ciudad. Sin el terreno, la iglesia espontáneamente será dividida. La iglesia es una; por ende, también tiene sólo una expresión. No importa el tamaño de la ciudad, solamente existe una iglesia en esa ciudad. Jamás debemos dividirnos: dondequiera que estemos, somos uno y dondequiera que vayamos, somos uno. Si voy a San Francisco, me reúno con la iglesia en San Francisco; si viajo a Londres, tengo que ir a la iglesia en Londres; si vengo a Los Angeles, tengo que reunirme con la iglesia en Los Angeles.
La iglesia tiene el mismo límite que la ciudad. ¿Cuántas iglesias deben existir en San Francisco? Sólo una, porque en cada ciudad la expresión de la iglesia debe ser una solamente. Si viajamos a San Francisco, debemos encontrar el domicilio de la iglesia y reunirnos con ella. Es muy simple. Es como ir a Tokio o a Londres y encontrar el consulado de los Estados Unidos. El consulado de los Estados Unidos es nuestro consulado porque somos ciudadanos de los Estados Unidos; no es necesario preguntarnos a cuál consulado de los Estados Unidos ir. Como somos ciudadanos estadounidenses, sólo debemos preguntar: “¿Dónde está mi consulado?” Es lo mismo cuando un creyente de Cristo llega a la ciudad de San Francisco. Dicho creyente debe preguntar: “¿Dónde está la iglesia?”, y reunirse con ella.
Pero de hecho, muchas veces no sucede así. Por ejemplo, un hermano encuentra la iglesia en San Francisco y asiste a la reunión. Primero observa a los hermanos y después a las hermanas; luego observa como conducen la reunión y trata de discernir cuán espirituales son; después, regresa a casa, medita sobre la situación y finalmente decide que no asistirá allí. Se queda en casa orando: “Señor, Tú sabes que te amo y conoces mi corazón. Oh Señor, Tú sabes cuánto te busco y sabes la situación en esa iglesia. Señor, Tú sabes que no puedo reunirme con esa clase de gente”. Cuanto más ora, más cree que debe establecer una reunión en su casa que sea más espiritual que la reunión de la iglesia a la cual asistió. Por tanto, comienza a reunirse con otros en su casa con una intención pura. Se reúnen en el nombre del Señor, dan testimonio de que el Señor ha oído sus oraciones y los está guiando, y también traen personas a la salvación en Cristo.
No obstante, no importa cuán puro y espiritual sea este grupo, o cuánto esté lleno de Cristo, es divisivo. No importa cuán pobre y débil sea la iglesia en San Francisco, o cuánto carezca de Cristo, ella es la única iglesia por lo que al terreno se refiere. Nadie tiene el derecho de comenzar otra reunión. Esta es la única manera de guardar la unidad. Jamás podemos guardar la unidad de la iglesia prestando atención sólo a la condición espiritual.
Permítanme darles otro ejemplo. Supongamos que dos estadounidenses viajan a Tokio y van al consulado de los Estados Unidos, pero reciben un servicio muy malo. Ellos se ofenden tanto por el pésimo servicio que les dio el consulado que uno le sugiere al otro comenzar otro consulado de los Estados Unidos en la casa de uno de ellos a fin dar un mejor servicio.
Más tarde, otro estadounidense viaja a Tokio, va al consulado de los Estados Unidos y también se ofende por el mal trato. Después se encuentra con los otros dos estadounidenses que comenzaron el segundo consulado y le dicen que pruebe el servicio que ellos le darán. Entonces, él va a la casa de ellos y le gusta mucho el servicio que ese consulado le da.
Usted puede pensar que este ejemplo es ridículo, ¿pero se da cuenta de que ésta es la situación actual del cristianismo? Todos tienen la libertad de establecer otra “iglesia” en cualquier lugar y cuando les plazca. Pero, ¿es la iglesia apropiada? Quizá pueda ser más espiritual, pero el terreno está equivocado.
Existen más de 13 millones de hebreos en la tierra hoy en día, pero sólo como dos millones de ellos regresaron a la Tierra Santa. Por ejemplo, en la ciudad de Nueva York viven más de tres millones de hebreos. ¿No son todos estos, tan hebreos como los que viven en la Tierra Santa? ¡Claro que sí! ¿Pero quién de ellos constituye la nación de Israel? Sólo los hebreos que están en el terreno de la nación de Israel. Aunque el número de hebreos en la ciudad de Nueva York es mayor, ellos no son la nación de Israel; son hebreos, pero no son la nación de Israel porque no están en el terreno apropiado. Sólo los que han regresado y viven en la Tierra Santa son la nación de Israel, porque ellos están en el terreno apropiado de su nación.
Sin la Tierra Santa, ¿cómo podría el pueblo de Israel ser una nación? Simplemente no tendrían el terreno. Sucede lo mismo con la iglesia. Sin el terreno único y apropiado, ¿cómo podríamos practicar la vida de iglesia? Sería imposible. Por tanto, para practicar la vida de iglesia, debemos tener el terreno apropiado.
Los hebreos que viven en Nueva York pueden ser gente fina, muy religiosa y extremadamente culta; por otra parte, los que regresaron a la Tierra Santa pueden ser pobres y de clase baja. Pero si usted quiere estar en la nación de Israel, ¿permanecería en la ciudad de Nueva York o se iría a la Tierra Santa? Es obvio que iría al país de Israel.
Quizá los hebreos que regresaron al terreno correcto no sean tan cultos y finos como los que viven en la ciudad de Nueva York, pero tengo la plena certeza de que el propósito del Señor para la nación de Israel sólo puede cumplirse con aquellos que han regresado a la Tierra Santa. No importa lo bueno que sean los hebreos que viven en Nueva York, jamás podrán cumplir el propósito del Señor porque no están en el terreno de su nación.
¡Oh, cuánto necesitamos ver la importancia del terreno! Podemos guardar la unidad de la iglesia sólo en el terreno de la iglesia. Y sólo en el terreno de la iglesia podemos aprender las lecciones necesarias para experimentar la realidad y el aspecto práctico de la vida de iglesia. Sin el terreno, es imposible tener la vida de iglesia apropiada.