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Mensajes del libro «Gran misterio: Cristo y la iglesia, El»
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CAPÍTULO DIEZ

MEZCLA, CRECIMIENTO Y RENOVACIÓN

  Lectura bíblica: Ef. 4:4-6, 11-24

LA IGLESIA ES EL MISTERIO DE CRISTO

  Efesios es un libro sobre la iglesia; revela a la iglesia y presenta la manera de experimentar la iglesia, lo cual equivale a experimentar a Cristo. Cristo es el misterio de Dios y la iglesia es el misterio de Cristo. Dios es un misterio y Cristo también es un misterio. Nada en el universo es tan misterioso como Dios y nadie en la historia fue tan misterioso como Cristo. Cristo es Dios y Él se hizo hombre; por tanto, Él es tanto Dios como hombre. Como hombre Él posee dos vidas y dos naturalezas. Él tiene la vida y naturaleza divinas así como la vida y naturaleza humanas. Nuestra mente no puede comprender cómo una persona puede tener dos vidas y dos naturalezas, ni puede comprender cómo Cristo puede ser tanto Dios como hombre. Esto no significa que Cristo dejó de ser Dios cuando se hizo hombre. Antes bien, Cristo es tanto Dios como hombre. Este misterio ha sido manifestado en la iglesia porque la iglesia es el misterio de Cristo, tal como Cristo es el misterio de Dios (3:4-6; Col. 2:2).

  Dios es un misterio, Cristo es un misterio y la iglesia es un misterio. Muchos cristianos no saben que la iglesia es un misterio. Ellos piensan que la iglesia es un edificio físico con una cruz. Sin embargo, según la revelación divina, la iglesia no es un edificio físico; ella es tan misteriosa como Cristo y Cristo es tan misterioso como Dios. Dios, Cristo y la iglesia son tres grandes misterios. Los que están en la iglesia están en un misterio. Como creyentes, tenemos algo misterioso en nuestro ser, y este misterio es Cristo y Dios. Puesto que somos la iglesia, tenemos a Cristo y tenemos a Dios.

  Efesios 3 dice que este misterio incluye las inescrutables riquezas de Cristo (vs. 3-8). Estas riquezas nos han sido impartidas. Hemos recibido la impartición de las riquezas de Cristo. Pablo llama a tal impartición la economía del misterio (v. 9). La economía del misterio corresponde a la impartición del misterio; Dios imparte en nosotros este misterio que es Él mismo. Algo misterioso les ha sido impartido a los hijos de Dios. Lamentablemente, muchos cristianos no conocen la impartición del misterio, pero en el recobro del Señor conocemos y experimentamos dicha impartición.

  En virtud de la impartición, las riquezas de Cristo están siendo constante y misteriosamente impartidas en nosotros. Puedo testificar que dicha impartición me imparte a Cristo momento a momento. Además, tengo la certeza de que todos los santos están experimentando esta impartición. La impartición del misterio produce la iglesia, es decir, la iglesia es producida a partir de esta impartición. La producción de la iglesia es misteriosa y espiritual, porque la iglesia es producida a partir de la vida divina. Esta impartición no alude a nada físico ni carnal; más bien, es el Dios Triuno que imparte Sus inescrutables riquezas en todos los que creen en Él.

LA IGLESIA ES LA PLENITUD DE DIOS

  Efesios 3 dice que la iglesia es la plenitud de Dios (v. 19). La plenitud de Dios no se refiere a las riquezas de Dios, sino al desbordamiento de estas riquezas. Supongamos que echo agua en una taza hasta que se desborde. El agua que se desborda es la plenitud, la expresión, del agua. De igual modo, la iglesia es la plenitud de Dios; la iglesia es el desbordamiento de Dios, la expresión de Dios. Como cristianos que somos, tenemos el privilegio de ser llenos del Dios Triuno, de modo que Él puede desbordarse desde nuestro interior. Este desbordamiento es la plenitud de Dios, la manifestación de Dios y la expresión de Dios, la cual es la iglesia.

  La iglesia es la expresión de Dios. No podemos usar nada físico para mostrar un ejemplo de la iglesia, porque la iglesia es misteriosa. La iglesia es el fluir dentro de nosotros. Cuando somos llenos de Dios y Él se desborda desde nuestro interior, somos la iglesia.

  Si cada uno de nosotros no somos llenos de Dios hasta que Él se desborde, Él no fluirá cuando nos reunimos. Ésta es la experiencia de muchos cristianos; en ellos no hay mucho Cristo. Por esta razón, Él no fluye desde el interior de ellos cuando cantan u oran. No deberíamos ser cristianos así. Al cantar, orar o alabar, debemos permitir que Dios fluya de nosotros. Él debería fluir en todo lo que hacemos. Ésta es la iglesia. La iglesia es la plenitud de Dios, el Dios que fluye desde el interior del hombre.

  En el capítulo anterior dijimos que Efesios 3 habla de siete cosas principales: el misterio de Cristo; las inescrutables riquezas de Cristo; la economía del misterio; la iglesia; el que Cristo haga Su hogar en nuestros corazones; la anchura, longitud, altura y profundidad de Cristo, que son Sus inmensurables dimensiones; y la plenitud de Dios. Pablo escribió el capítulo 3 conforme a estas siete cosas principales. Los jóvenes deberían memorizar, entender y experimentar estas siete cosas, pues nos dicen lo que es la iglesia. La iglesia es el misterio de Cristo, las inescrutables riquezas de Cristo y la economía del misterio de Dios. La iglesia consiste en que Cristo haga Su hogar en nuestros corazones y en que nosotros experimentemos a este Cristo inmensurable hasta que lleguemos a ser la plenitud de Dios, la expresión de Dios. Esto es la iglesia. Esto es maravilloso y glorioso.

LA MEZCLA

  El capítulo 3 presenta las riquezas, y el capítulo 4 presenta la profundidad. La palabra rico puede usarse para describir el capítulo 3, y profundo, para describir el capítulo 4. El capítulo 4 es profundo porque habla de mezcla, crecimiento y renovación. Hay quienes creerán conocer la definición de las palabras mezcla, crecimiento y renovación, pero puede ser que no entiendan el significado de estas palabras. ¿Quién está mezclado con quién? No es suficiente decir que Dios está mezclado con el hombre. El Dios a quien Pablo presenta en los versículos del 4 al 6 es el Espíritu, el Señor y el Padre: el Dios Triuno. Dios es uno solo y Él también es tres: el Padre, el Hijo y el Espíritu. El Padre, el Hijo y el Espíritu no son tres Dioses. Dios posee el aspecto de ser uno solo y el aspecto de ser tres. Dios es uno en Su trinidad: el Padre, el Hijo y el Espíritu. Pablo vincula al Cuerpo con el Espíritu, diciendo: “Un Cuerpo, y un Espíritu” (v. 4). Cuando se tiene el Cuerpo, se tiene al Espíritu, y cuando se tiene al Espíritu, se tiene el Cuerpo. Esto describe la mezcla. Además, si tenemos al Hijo, tenemos al Padre (Jn. 14:9-10). Por tanto, debemos considerar cómo el Dios Triuno está mezclado con nosotros.

  Efesios 3 presenta a la iglesia como la plenitud de Dios, como el desbordamiento de Dios. El capítulo 4 dice que hay un solo Dios, quien es el Padre y quien está sobre todos, y por todos y en todos (v. 6). Las palabras sobre todos se refieren a la fuente, a Dios el Padre, el primero en la Trinidad. El Padre como fuente es sobre todos. Las palabras por todos se refiere a Dios el Hijo, el segundo en la Trinidad. El Padre es la fuente, y el Hijo es el cauce que fluye por todos los creyentes. Las palabras en todos se refiere al Espíritu Santo, el tercero en la Trinidad. El Espíritu Santo está en cada creyente. Como creyentes que somos, tenemos al Padre, la fuente de todos, tenemos al Hijo, el cauce, la corriente que fluye por todos, y tenemos al Espíritu que mora en nosotros. El Padre, el Hijo y el Espíritu son la fuente, el cauce y Aquel que mora en nosotros. El Padre es sobre todos, el Hijo es por todos, y el Espíritu está en todos.

  La mezcla en Efesios 4 consiste en la mezcla del Dios Triuno con Sus creyentes, es decir, es el hombre lleno de Dios. Por consiguiente, según el capítulo 4, la iglesia es uno con el Dios Triuno, el cual es sobre todos, por todos y en todos. Ésta es la mezcla. La iglesia es el Dios Triuno —el Padre, el Hijo y el Espíritu— mezclado con el hombre. La iglesia no es un edificio con un campanario. La iglesia es la mezcla del Dios Triuno con Sus creyentes.

EL CRECIMIENTO

  Una forma de la palabra crecer se usa tres veces en los versículos del 11 al 16. El versículo 13 habla de un hombre de plena madurez, el versículo 15 usa crezcamos en todo, y el versículo 16, causa el crecimiento del Cuerpo. Estos versículos hablan del crecimiento en vida. Crecer en vida se refiere al aumento de Cristo en nosotros. Cristo es completo; en Sí mismo Él no necesita crecer, pero sí necesita crecer en nosotros. En Sí mismo Cristo tiene plena madurez, pero en nosotros Él puede ser semejante a un infante; por ende, Él necesita crecer. Debemos permitir que Cristo aumente en nosotros continuamente. Al aumentar Él en nosotros, Él crece en nosotros y nosotros crecemos en vida.

  El versículo 15 habla de crecer en todo en Aquel que es la Cabeza, Cristo. Nuestros pensamientos, nuestro amor, nuestro odio y nuestras decisiones e intenciones deben crecer en Cristo. También necesitamos crecer en Él en todas las cosas de nuestro vivir cotidiano, tales como ir a cortarse el cabello, ir de compras o ir a la escuela. Deberíamos crecer en Él no sólo en las cosas grandes, sino en todo. Muchos santos crecen en Cristo en unas pocas cosas, pero no en todas las cosas. Diariamente debemos aprender a crecer en Cristo en todas las cosas. Entonces Cristo aumentará en nosotros, y nosotros creceremos en vida.

  Al crecer en vida, espontáneamente seremos edificados. La edificación de la iglesia, que es el Cuerpo de Cristo, no es como la edificación de una estructura física. Una estructura física es edificada al unir diversos materiales de edificación. Es mejor comparar la edificación de la iglesia con el injerto, en el cual dos seres vivos son injertados el uno en el otro y crecen juntamente. Dos piedras puestas una junto a la otra nunca podrán crecer juntas, pero una rama puede ser injertada a un árbol y con el tiempo los dos crecen juntamente. El crecimiento es la edificación, y un mayor crecimiento equivale a una mayor edificación. Como miembros del Cuerpo de Cristo, somos ramas llenas de vida; no somos piedras inertes. Fuimos injertados en Cristo y estamos creciendo juntamente con Él. Cuánto más crecemos, más somos juntamente edificados. Este crecimiento redunda en la edificación.

  Cuando somos edificados en el Cuerpo, ya no podemos abandonar al Cuerpo ni a los demás miembros. Por ejemplo, mi brazo está creciendo en mi cuerpo. Si mi brazo no estuviera contento con los otros miembros del cuerpo, descubriría que no puede dejar mi cuerpo. Todos los miembros de mi cuerpo deben ir a donde mi cuerpo va. Mientras yo viva, ningún miembro de mi cuerpo puede abandonarlo. De igual modo, una vez que somos edificados en la iglesia, no podemos abandonarla. Es fácil quitar las piedras que están puestas una encima de la otra, pero nosotros no somos piedras; somos miembros vivientes que crecen en el Cuerpo. Todo miembro que abandone el Cuerpo morirá espiritualmente. Si no queremos experimentar la muerte espiritual, debemos permanecer en el Cuerpo. Como miembros del Cuerpo no somos instalados, como ocurre con los diversos materiales de edificación, sino que somos edificados en el Cuerpo mediante el crecimiento.

  La primera vez que vine a Tokio en 1958, vi la expresión del Cuerpo de Cristo. Puedo testificar que cada vez que vengo a Tokio, veo a Cristo creciendo en los santos. La iglesia en Tokio está creciendo, y este crecimiento es la edificación. La edificación no es un asunto de poner juntas a muchas personas; ésa es una obra humana, y no el crecimiento en vida. El recobro del Señor entraña ayudar a los santos a crecer en vida.

  Toda madre sabe que la manera de ayudar a sus hijos a crecer es alimentarlos. Los niños crecen porque comen. Por consiguiente, los apóstoles, profetas, evangelistas y pastores y maestros deben hacer la misma obra de alimentar a los creyentes. Así como los camareros de un restaurante distribuyen el alimento a las personas, también nosotros debemos impartir Cristo a las personas. El ministerio genuino no consiste en dar enseñanzas, sino en alimentar. Toda reunión de la iglesia debería alimentar, sustentar y satisfacer a los santos. Comer hace que una persona crezca. Por tanto, si queremos crecer, necesitamos comer.

  Invocar el nombre del Señor y orar-leer Su Palabra son maneras de “comer” al Señor. Cuando leemos la Biblia, también debemos orar. Esto significa que debemos orar-leer la Palabra del Señor a fin de comer Su Palabra e inhalarla. Necesitamos comer, beber y respirar, todo lo cual nos fortalece y nos hace crecer. Comemos y bebemos al leer la Palabra del Señor con oración, y respiramos al invocar Su nombre. Comer, beber y respirar son prácticas cruciales para nuestro crecimiento. Cuando crecemos, somos edificados.

LA RENOVACIÓN

  Efesios 4:17-24 aborda el tema de la renovación. Este pasaje habla del nuevo hombre y del viejo hombre. El nuevo hombre y el viejo hombre pueden compararse a dos árboles: uno está muriendo, pero el otro está creciendo. El árbol que está creciendo está siendo renovado de día en día. Nuestro crecimiento es nuestra renovación.

  El capítulo 4 tiene tres puntos claves. El primer punto es que el Dios Triuno está mezclado con el hombre, el segundo es que el crecimiento del Cuerpo implica que los miembros crecen juntamente con Cristo y crecen en Cristo hasta la madurez, y el tercero es que el Cuerpo está siendo renovado. El primer punto tiene que ver con la mezcla, el segundo con el crecimiento y el tercero con la renovación. La renovación supone que los elementos viejos son reemplazados y removidos por los elementos nuevos. Tenemos una nueva vida, pero en ciertas cosas todavía expresamos la semejanza del viejo hombre. Nuestros pensamientos, emociones, decisiones y hábitos todavía son viejos. Nuestra conducta es vieja, y nuestros métodos son viejos. Estos elementos viejos deben ser reemplazados y removidos. Si no disfrutamos un suministro nuevo ni recibimos el elemento nuevo de la vida divina, nuestro elemento viejo no será reemplazado o removido.

  Hay un proceso metabólico que ocurre en nuestro cuerpo físico. El elemento nuevo en este proceso proviene de lo que comemos. El alimento que ingerimos viene a ser un suministro nuevo, un elemento nuevo en nosotros. Este suministro nuevo reemplaza y remueve nuestro elemento viejo. Ésta es la manera en que nuestro cuerpo es renovado día tras día. También debemos ser renovados espiritualmente al despojarnos del viejo hombre y vestirnos del nuevo hombre. El nuevo hombre es Cristo mismo. Cuando experimentamos y disfrutamos a Cristo, Él nos abastece a fin de que podamos despojarnos del viejo hombre y vestirnos del nuevo. El nuevo hombre es la iglesia.

  Decir que la iglesia es la plenitud de Dios significa que la iglesia es la expresión de Dios. Decir que la iglesia es el Cuerpo de Cristo significa que la iglesia es el organismo de Cristo, el cual crece juntamente con Cristo. Decir que la iglesia es el nuevo hombre significa que la iglesia es uno con Cristo, puesto que tiene a Cristo como su persona. El Cuerpo de Cristo está relacionado con la vida; el nuevo hombre está relacionado con la persona.

  El Cuerpo de Cristo necesita a Cristo como su vida; el nuevo hombre necesita a Cristo como su persona. La iglesia no sólo es la plenitud de Dios y el Cuerpo de Cristo, sino también el nuevo hombre. El nuevo hombre expresa a Cristo en su vivir y representa a Cristo. Este nuevo hombre es Cristo mismo. Mi cuerpo es mi expresión, y mi persona soy yo. De igual modo, la iglesia es el Cuerpo de Cristo que expresa a Cristo, y la iglesia es también Cristo. Éste es el nuevo hombre.

  Hemos sido mezclados con el Dios Triuno, pero todavía necesitamos crecer y ser renovados. Llegamos a ser el Cuerpo de Cristo y el nuevo hombre a través de la mezcla, crecimiento y renovación. Si somos renovados diariamente al despojarnos del viejo hombre y al vestirnos de Cristo como nuestra nueva persona, llegaremos a ser la iglesia, el nuevo hombre.

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