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Mensajes del libro «Gran misterio: Cristo y la iglesia, El»
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CAPÍTULO DIECISÉIS

PREDICAR EL EVANGELIO Y ESTABLECER UNA VIDA DE COMER AL SEÑOR

EL CRISTO QUE EXPERIMENTAMOS ES EL CONTENIDO CENTRAL DEL EVANGELIO

  Pregunta: Sólo tenemos una docena de santos en mi localidad. ¿Cómo deberíamos predicar el evangelio?

  Repuesta: Predicamos lo que somos. Nosotros mismos somos el camino que usamos para predicar el evangelio. No deberíamos seguir los métodos usados en el cristianismo. Aun si éstos son buenos, solamente son métodos que presentan el evangelio de transición. Necesitamos experimentar y disfrutar a Cristo; entonces podemos predicar el evangelio con base en el Cristo que disfrutamos. Tenemos que predicar conforme a la vida que llevamos, esto es, predicar el evangelio que experimentamos. El contenido de nuestro evangelio no debe limitarse al evangelio superficial comúnmente predicado por los cristianos.

  En Efesios 3:8 Pablo dice que Dios le encargó que anunciara las inescrutables riquezas de Cristo como evangelio. Así pues, deberíamos predicar el Cristo que disfrutamos. A veces tendremos que sanar al enfermo o echar fuera demonios cuando predicamos el evangelio; es posible que a veces las señales y prodigios también acompañen nuestra predicación, pero no deberíamos hacer de estas cosas nuestro centro. El centro de nuestro evangelio es el Cristo que experimentamos. El propósito de predicar el evangelio no es salvar a las personas para que puedan “ir al cielo”; más bien, predicamos a Cristo para que podamos predicar de la iglesia. Según Romanos, tal evangelio tiene cuatro estaciones. Inicia con la justificación, pasa por la santificación y el Cuerpo de Cristo, y concluye con las iglesias locales. Éste es el evangelio que deberíamos predicar.

NO DEBEMOS REEMPLAZAR A CRISTO CON LA CULTURA

  Pregunta: Algunos colaboradores dicen que si queremos que los japoneses obtengan a Cristo, debemos adaptar nuestro evangelio según las necesidades de los japoneses, y usar su cultura, incluyendo la literatura y los proverbios, haciendo así que el evangelio sea más fácil de recibir. Sin embargo, según la revelación hallada en la Biblia, predicar el evangelio es simplemente ministrar la vida de Cristo de manera pura. No es necesario usar nada que no sea Cristo. Además, según la perspectiva de Pablo en torno a la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús (Fil. 3:8), la cultura equivale a basura. Si éste es el caso, ¿deberíamos usar la cultura japonesa como un medio para predicar el evangelio?

  Respuesta: La cultura es útil si se emplea apropiadamente. Si se emplea de manera impropia, la cultura reemplazará a Cristo. La gente sin cultura es como los animales; por lo cual, ésta tiene su función. La cultura abarca una amplia gama de cosas. Incluye casi todo lo relacionado con la vida humana, tales como dar a luz y criar a los hijos, y muchas cosas, tales como el vestido, la comida, la casa, el transporte, la educación, el entretenimiento, la sociedad, la seguridad pública, el gobierno nacional y diferentes ocupaciones. Decir que no tenemos necesidad de la cultura equivale a decir que no necesitamos estas cosas. Es incorrecto decir que la cultura no es necesaria. Sin embargo, tenemos que comprender que la cultura no debe reemplazar a Cristo, por muy buena que ésta sea. La cultura es similar a la ley en el Antiguo Testamento, porque las dos nos deberían conducir a Cristo (Gá. 3:24).

  Los Diez Mandamientos son muy buenos. El primer mandamiento dice que hay un solo Dios y que no debemos tener otros dioses delante de Él (Éx. 20:2-3). El segundo mandamiento dice que no debemos hacer ídolos ni postrarnos ante ellos (vs. 4-6). El tercer mandamiento dice que no debemos tomar el nombre de Dios en vano (v. 7). El cuarto mandamiento nos requiere guardar el Sábado (vs. 8-11). Aunque no guardemos el Sábado según la ley mosaica, no hay nada de malo con tomar un día de descanso después de seis días de trabajo. El quinto mandamiento requiere que honremos a nuestros padres (v. 12). Los últimos cinco mandamientos dicen que no debemos matar, cometer adulterio, hurtar, dar falso testimonio ni codiciar (vs. 13-17). Si abandonamos estos mandamientos, adoraremos ídolos, pecaremos, hurtaremos, mataremos y haremos toda clase de males; habría bandidos y asaltantes en cada lugar. No deberíamos tener el concepto de que la ley es basura y que debemos tirarla. Hay que entender que la función de la ley es conducir a las personas a Cristo, pero que la ley no debe reemplazar a Cristo. Si la ley reemplaza a Cristo, entonces es un error.

  Al intentar entender y aplicar las palabras de la Biblia, no deberíamos interpretarlas fuera de contexto, ni deberíamos irnos por los extremos. Por ejemplo, en Colosenses 3:11 Pablo dice que en el nuevo hombre no hay griego ni judío. Sin embargo, sería absurdo renunciar a nuestra nacionalidad debido a eso. Nuestro vivir debe tener un equilibrio. Por una parte, Pablo afirma que en el nuevo hombre no hay griego ni judío, pero, por otra, cuando los romanos le tenían atado, él sabiamente usó su ciudadanía romana para ser liberado de la persecución. Él dijo al centurión: “¿Os es lícito azotar a un romano sin haber sido condenado?” (Hch. 22:25). Cuando el centurión oyó que Pablo era romano, dio aviso al tribuno. Aunque el tribuno adquirió su ciudadanía romana a costa de una gran suma de dinero, Pablo era romano de nacimiento. Por tanto, los que iban a interrogar a Pablo se apartaron de él. Aun el tribuno, al saber que era romano, también tuvo temor por haberle atado (vs. 26-29). Pablo sabiamente usó su ciudadanía romana para ser liberado de la persecución.

  En Hechos 25 Pablo dijo a Festo que él apelaba a César (vs. 10-11). Tal vez algunos extremistas acusen a Pablo, diciendo: “¿No dijiste que habías renunciado a todo y que lo tenías por basura? Ciertamente César está incluido en ‘todo’ y es por tanto basura. ¿Por qué apelas al César en vez de depender de Dios?”. Pablo apeló a César a fin cumplir el deseo que él tenía de ir a Roma a propagar el testimonio del Señor (19:21). Este deseo era también según la instrucción del Señor (23:11). Si Pablo no hubiese apelado a César, le habrían dado muerte (cfr. vs. 12-15; 25:1-3).

  Los países tienen reglamentos de tráfico como parte de su cultura. Una persona que ignora los reglamentos, pensando que son basura, con el tiempo tendrá un accidente. La gobernanza nacional proviene de Dios con el propósito de mantener un entorno en el cual el hombre puede vivir a fin de que reciba la salvación del Señor y ser Su testimonio. Todas las cosas son para el Señor, pero no deberían reemplazar al Señor.

DEBEMOS CONTACTAR PERSONAS AL ANDAR SEGÚN EL ESPÍRITU

  Pregunta: ¿Cuál debería ser nuestra actitud hacia los cristianos que están en las denominaciones y hacia las personas como los testigos de Jehová o los mormones? ¿Deberíamos tener contacto con ellos o permanecer alejados de ellos?

  Respuesta: Debemos aprender a andar según el espíritu cuando contactamos personas. Si debemos tener contacto con alguien o no, no depende de las circunstancias externas, sino del sentir que haya en nuestro espíritu. A veces la persona que contactamos no está abierta y nos rechaza; por lo cual, no tenemos la oportunidad de hablar. En Hechos 13 Pablo y Bernabé estaban predicando el evangelio en Antioquía de Pisidia, y se juntó casi toda la ciudad para oír la palabra de Dios (v. 44). Sin embargo, cuando los judíos vieron la muchedumbre, se llenaron de celos, y rebatían lo que Pablo decía, contradiciendo y blasfemando (v. 45). Los judíos instigaron a las mujeres distinguidas que adoraban a Dios y a los principales de la ciudad, para que levantaran persecución contra Pablo y Bernabé y los expulsaran de sus límites (v. 50). Pablo y Bernabé, sin embargo, sacudieron contra ellos el polvo de sus pies y se fueron a Iconio (v. 51). Dado que los judíos desecharon la palabra, y no se juzgaron dignos de la vida eterna, Pablo y Bernabé se volvieron a los gentiles (v. 46). Por tanto, si la gente nos rechaza, no debemos obligarlos a recibir la palabra. En Mateo 7:6 el Señor Jesús dijo: “No deis lo santo a los perros, ni echéis vuestras perlas delante de los cerdos, no sea que las pisoteen, y se vuelvan y os despedacen”. Por lo cual, cuando tenemos contacto con la gente, necesitamos prestar atención a la reacción de ellos y al sentir que percibimos en nuestro espíritu.

EL NOMBRE DE JESÚS ESTÁ VINCULADO A LA PERSONA DEL ESPÍRITU SANTO

  Pregunta: Según mi experiencia, invocar el nombre del Señores muy práctico. Cuanto más invoco Su nombre, más se fortalece mi fe. Muchos santos experimentan subjetivamente al Señor cuando invocan Su nombre. ¿Puede darnos una comunión adicional acerca de invocar el nombre del Señor?

  Respuesta: Cuando invocamos el nombre del Señor, debemos entender con claridad que no estamos invocando un nombre hueco. El nombre del Señor Jesús está vinculado a la persona viviente del Señor. Si invoco varias veces el nombre de alguien, pero no obtengo respuesta, o si llamo un nombre que es falso, entonces estoy invocando un nombre vacío. Cuando una persona responde después de que la llamo por su nombre, sé que el nombre está vinculado a una persona. El nombre del Señor está vinculado a Su persona. Cuando invocamos: “Oh, Señor Jesús”, Él, como Espíritu, viene inmediatamente a nosotros. Jesús es Su nombre, y el Espíritu Santo es Su persona.

  El cristianismo desatiende al Espíritu divino y el espíritu humano. La gente se nos opuso cuando comenzamos a invocar el nombre del Señor y a prestarle atención al Espíritu, y se nos opuso cuando comenzamos a orar-leer la Palabra del Señor y a prestarle atención a la vida. Tal oposición provino de Satanás, porque él no desea que nosotros entremos en la vida ni toquemos al Espíritu. No debemos dejarnos engañar por la estratagema de Satanás.

DEBEMOS CULTIVAR EL HÁBITO DE COMER LA PALABRA DEL SEÑOR

  Pregunta: Me quedé profundamente impresionado con la comunión sobre el lavamiento del agua en la palabra. Hemos oído frecuentemente esta palabra, y sabemos que es importante experimentar esto, pero es difícil llevarlo a la práctica. ¿Cómo podemos edificar la práctica de comer la Palabra del Señor todos los días?

  Respuesta: Debemos cultivar el hábito de comer la Palabra del Señor. Hay algunos que son muy descuidados para comer. Ellos o no comen, o comen sin restricción. Como resultado de ello, desarrollan un mal hábito. Otras personas comen una determinada porción de alimentos a determinadas horas de cada día. Incluso se comen la comida en cierto orden. Desarrollar un buen hábito como éste toma tiempo. Necesitamos dar mensajes en cuanto a comer al Señor con regularidad. Tales mensajes ayudarán a los santos a desarrollar un buen hábito de comer la Palabra del Señor.

  Cuando una persona desarrolla el buen hábito de comer en tiempos establecidos, su apetito aumenta. Así que, esta pregunta se relaciona con el hábito. Si los creyentes nuevos aún no tienen un apetito por la Palabra del Señor, necesitamos pasar tiempo con ellos para ayudarles a orar-leer la Palabra. Ayudarles una sola vez no será suficiente. Después de conducir a una persona a la salvación, necesitamos pasar uno o dos meses con ella a fin de guiarla y llevarla a orar-leer la Palabra. A medida que ella adquiera un gusto por el orar-leer, su apetito aumentará. No deberíamos evadir ni hacer a un lado el pasar un tiempo así con los creyentes nuevos. En principio, si los santos no saben cómo orar-leer la Palabra del Señor, la vida de iglesia en esa localidad no será prevaleciente. Es preferible reducir nuestra obra en otras áreas a fin de pasar más tiempo con los santos, uno por uno, a fin de introducirlos en el hábito de orar-leer la Palabra del Señor. Esto es más beneficioso.

DEBEMOS RESTAURAR NUESTRO APETITO ESPIRITUAL POR COMER LA PALABRA DEL SEÑOR Y POR HABLAR DE PARTE DEL SEÑOR

  Pregunta: A veces no tengo apetito por la Palabra del Señor. No estoy hambriento ni sediento. ¿Cómo puedo restaurar mi apetito? ¿Hay algún secreto?

  Respuesta: El secreto para restablecer nuestro apetito espiritual consiste en comer aun cuando no tengamos deseos. Cuanto menos comamos, menos apetito tendremos. La gente sabe que la comida es la mejor medicina; por tanto, nunca deberíamos dejar de comer. No importa si tenemos apetito, necesitamos comer un poco. Comer de manera consistente hará que nuestro apetito sea restaurado. Necesitamos comer el alimento espiritual, pero también necesitamos tener la práctica de hablar por el Señor en las reuniones. Aun si no tenemos nada que decir, siempre debemos decir algo. Comer la Palabra del Señor y hablar de parte del Señor restaurará nuestro apetito espiritual.

EL HECHO DE QUE EL SEÑOR NOS SALVE Y NOS SUPLA ES UNA LEY

  Pregunta: En mensajes anteriores usted dijo que la impartición misteriosa del Señor opera constantemente, veinticuatro horas al día, y que Su impartición trae una dosis todo-inclusiva de sanidad. ¿Se imparte el Señor en nosotros, sin tomar en cuenta nuestra condición? ¿Se imparte a Sí mismo en nosotros aun si estamos ocupados con el mundo?

  Respuesta: Podemos usar un árbol con sus ramas como un cuadro que muestra la impartición. Las ramas del árbol son constantemente abastecidas por el árbol; reciben el suministro veinticuatro horas al día. Tal suministro es una ley. Como otro ejemplo, el aire nos rodea veinticuatro horas al día. Inhalamos el aire y disfrutamos del suministro de aire. Esto también es una ley. Si hemos de obtener el suministro del Señor, debemos satisfacer las condiciones de Su ley. La mayor parte de los cristianos no sabe que la suministración del Señor corresponde a una ley. Aun el hecho de ser salvos es según una ley. El entendimiento natural es que el Señor no tiene la intención de salvar al hombre, pero que Él es movido a salvarlo porque el hombre clama, gime, ayuna, deja de dormir y ora desesperadamente para ser salvo. Ésta no es la ley de la salvación que el Señor efectúa. El Señor murió por los pecados del hombre, resucitó de los muertos, ascendió al cielo como Salvador (Hch. 5:30-31) y llegó a ser el Espíritu vivificante (1 Co. 15:45). La senda de la salvación provista por el Señor es una ley. Cualquier persona que se arrepienta y confiese al Señor Jesús como su Salvador, será salvo. El Señor nos salva según Su ley.

  Romanos 8:2 dice: “La ley del Espíritu de vida me ha librado en Cristo Jesús de la ley del pecado y de la muerte”. Esto indica que la ley del Espíritu de vida nos libra y salva porque hemos satisfecho las condiciones de esta ley, no porque el Señor haya escuchado nuestra ferviente oración. Una vez que estamos en Cristo Jesús, somos libres. Por ejemplo, una persona rodeada por el aire no necesita orar para recibirlo. Siempre que no haya nada que obstruya sus vías respiratorias, recibirá un suministro de aire constante con sólo obedecer a la ley de la respiración. Sin embargo, no recibirá un suministro constante si sus órganos respiratorios están defectuosos, ya que el aire no puede entrar. De igual modo, el Señor no tiene manera de abastecer continuamente a una persona que ama el mundo. El problema no es con el Señor, sino con la persona. El Señor nos imparte Su suministro y cuidado según una ley. Él dice: “Venid, que ya todo está preparado” (Lc. 14:17). Todo está preparado y ha venido a ser una ley. El problema radica en si estamos dispuestos a comer. Si estamos dispuestos de venir al Señor y comer, satisfaremos las condiciones de Su ley. Como resultado de ello, disfrutaremos Su suministro de inmediato.

DEBEMOS COMER PARA MANTENER NUESTRA EXISTENCIA ESPIRITUAL

  Pregunta: Orar-leer la palabra puede ayudarnos a tener experiencias subjetivas del Señor, pero yo no siento mucho cuando oro-leo. Si disfrutar al Señor es una ley, ¿deberíamos creer que le estamos disfrutando, siempre y cuando cumplamos las condiciones de la ley, sea que sintamos algo o no?

  Respuesta: Esto es absolutamente correcto. Tal vez no tengamos apetito ni el deseo de comer al orar-leer la Palabra del Señor, tal vez no sintamos ningún disfrute al orar-leer, y olvidemos incluso la Palabra del Señor inmediatamente después de haber orado-leído, pero esto no disminuye el efecto que tiene el orar-leer. Si alguien me pregunta qué comí esta mañana, tal vez recuerde que comí vegetales, un huevo, avena y unos bananos, pero puede ser que no recuerde lo que comí ayer en la mañana. Esto no significa que el desayuno que recuerdo es eficaz y que el desayuno que no recuerdo es ineficaz. No podemos decir que sólo la comida sabrosa es eficaz, y que la que no es sabrosa es ineficaz. De hecho, es posible que la comida que es sumamente deliciosa no sea muy buena para nuestra salud. A los norteamericanos les gusta comer golosinas, pero éstas son perjudiciales para la salud. Por tanto, a fin de mantener nuestra existencia espiritual, no deberíamos prestar atención a lo que podemos gustar o sentir, ni deberíamos tratar de recordar lo que oramos-leemos. Lo que necesitamos es comer. Yo no recuerdo lo que comí hace veinte años, pero estoy claro de que si no como, moriré. Por lo tanto, necesitamos desarrollar el hábito de comer. Igualmente, invocar el nombre del Señor debe ser un hábito. No deberíamos invocar de manera casual; más bien, deberíamos invocar de forma seria. Aun si no tenemos apetito, siempre deberíamos invocar: “¡Oh, Señor Jesús!”. Deberíamos invocar cuando percibimos un sentir de dulzura y también cuando no lo percibimos. Los beneficios que obtenemos son los mismos.

DEBEMOS COMER PARA CULTIVAR NUESTRO APETITO ESPIRITUAL

  Pregunta: ¿Podemos visitar a los santos que no tienen apetito espiritual y darles “inyecciones nutritivas” a fin de fomentar su apetito espiritual? ¿Qué deberíamos hacer si visitamos una casa que ha contraído una enfermedad espiritual infecciosa, y nos infecta?

  Respuesta: Esta ilustración médica es muy apropiada, porque la medicina está muy relacionada con nuestra vida física. Este principio también se puede aplicar a nuestra vida espiritual. Si un paciente no tiene apetito, puede ser que le apliquen una inyección o le alimenten por vía intravenosa para restaurar su apetito. Esto también se aplica a la esfera espiritual. A veces los santos están débiles y no asisten a las reuniones; por lo cual, necesitamos visitarlos en sus casas. Sin embargo, debemos llevar con nosotros un “esterilizador”. Por ejemplo, a algunos santos aún les gusta jugar mah-jongg. Si vamos a la casa de un santo mientras él está jugando mah-jongg, y nos sentimos tentados a jugar con él, quiere decir que hemos sido “infectados”.

  Cuando una persona está acostumbrada a cierta clase de comida, siempre preferirá esa comida. Los del norte de China están acostumbrados a comer bollos de pan cocidos al vapor; para ellos ésta es la comida más deliciosa. También les gusta comer dumplings. Cuando comencé a trabajar en Taiwán, establecí la casa de los obreros. Aunque de los que se quedaban allí había unos cuantos santos del norte de China, la mayoría era del sur. Por casi medio año los dumplings no estaban incluidos en las comidas, y los hermanos del norte murmuraron y se quejaron. Después de esto, el personal de la cocina servía dumplings frecuentemente, pero entonces los santos del sur comenzaron a quejarse. Los dumplings eran una delicia para los norteños, pero un sufrimiento para los sureños. Este ejemplo muestra que a los norteños les gustaba comer dumplings porque estaban acostumbrados a comerlos. De igual manera, cuanto más comemos la Palabra del Señor, más disfrutaremos el comerla. Por esta razón, debemos cultivar el hábito de comer Su Palabra.

DEBEMOS ORAR CON LAS PALABRAS DE LA BIBLIA

  Pregunta: Cuando estoy con los santos en las reuniones me siento deseoso de orar, pero me doy cuenta de que me hacen falta las palabras y expresiones. ¿Por qué sucede esto?

  Respuesta: Hay dos razones: la escasez de oración, y la escasez de la práctica de orar-leer. Por tanto, usted tiene que aprender a orar más. La mejor manera de orar es orar-leer, esto es, orar con base en las palabras de la Biblia. Entonces las palabras de la Biblia llegarán a ser las palabras de nuestras oraciones. No es fácil disponer de las palabras para hacer una oración cuando estamos solos. Tampoco es fácil componer una oración. La mejor manera de orar es usar las palabras de la Biblia, pues las palabras de la Biblia son inagotables. Necesitamos mucha práctica en este asunto.

RESPECTO A LA ORACIÓN QUE SE HACE EN LA IGLESIA

  Pregunta: Creo que los mensajes y la oración deben darse por separado; en otras palabras, no deberíamos valernos de la oración para dar un mensaje. ¿Es ésta una perspectiva correcta?

  Respuesta: El Señor mismo debe ser el objeto de nuestra oración. No es correcto amonestar a la gente mediante nuestra oración. Por ejemplo, si nos parece que cierto hermano es perezoso y que su ropa siempre está sucia, deberíamos tener comunión con el hermano. Sin embargo, si tememos ofenderle, podríamos amonestarle durante el tiempo en que todos se reúnen para orar, diciendo: “Señor, enséñanos a ser personas diligentes y limpias. No queremos ser perezosos y sucios”. Esta oración equivale a una crítica. No deberían hacerse tales oraciones en la iglesia.

  Sin embargo, podría haber la carga de liberar una verdad en particular mediante la oración, y podemos hallar ejemplos de esto en la Biblia. En Efesios 3 Pablo dobló sus rodillas ante el Padre y oró que Él nos diese, conforme a las riquezas de Su gloria, el ser fortalecidos con poder en el hombre interior por Su Espíritu, para que Cristo haga Su hogar en nuestros corazones por medio de la fe (vs. 14, 16-17). Este tipo de oración es aceptable en la iglesia.

DEBEMOS APLICAR EL BUEN CARÁCTER NACIONAL SIN REEMPLAZAR A CRISTO

  Pregunta: Puesto que el carácter nacional puede ser un obstáculo para la propagación del recobro del Señor en la tierra, ¿cuáles son los aspectos del carácter de los japoneses que podrían llegar a ser un obstáculo?

  Respuesta: El carácter nacional es parte de la cultura. Una determinada clase de cultura produce un determinado carácter nacional. No podemos abandonar la cultura por completo; más bien, deberíamos emplearla de una manera apropiada por causa del Señor, pero sin reemplazar al Señor con la cultura. Toda nación tiene su propio carácter nacional. Algunas características nacionales son buenas, pero otras no lo son. Debemos aprender a aplicar las buenas características nacionales y rechazar lo que no es bueno. Los japoneses tienen un carácter nacional muy bueno. Son personas conscientes, pacientes y meticulosas. Este hecho es ampliamente reconocido en todo el mundo. Cualquier objeto que ha sido procesado por los japoneses es una obra fina y esmerada.

  Cuando estuve en los Estados Unidos, recibí los bosquejos de los mensajes del Estudio-vida y del Nuevo Testamento, Versión Recobro, que publicó la Librería Evangélica del Japón. Se los mostré a los hermanos norteamericanos y dije: “Los japoneses hacen un mejor trabajo de impresión y de encuadernación que los estadounidenses. La obra de ellos es fina y esmerada”. El carácter japonés es muy meticuloso. También es muy diligente y sobrio. Tales características son muy útiles en nuestro comportamiento y en nuestra forma de manejar las cosas. Deberíamos aprender a aplicarlas, pero éstas no deben reemplazar a Cristo.

  Más aún, los aspectos de carácter nacional que no son buenos tampoco deben reemplazar a Cristo. El carácter nacional en las áreas cercanas al Ecuador tiende a ser descuidado. Esto tiene mucho que ver con el clima. En Sudamérica y en el Sudeste asiático el clima caliente causa mareos a la gente, y no tienen deseos de hacer nada. La población local tiene que ducharse con agua fría varias veces al día. El tiempo más fresco en Brasil es el invierno. Cuando a los brasileños se les pide hacer algo, ellos frecuentemente dicen: “Mañana”. Todo, con excepción de la comida, se pospone para el día siguiente. Este carácter nacional está relacionado con el clima.

  En contraste, los países en el Norte de Asia tienen un clima más frío. Japón, Corea y el norte de China, por ejemplo, tienen un carácter nacional estricto. Esto también está relacionado con el clima. Asimismo, los países europeos que se hallan en latitudes más elevadas, tales como Dinamarca, Noruega, Suecia y Finlandia, también tienen un carácter nacional más estricto. Sin embargo, los países que están en latitudes más bajas, tales como el sur de Francia, el sur de Italia, España y Portugal, tienen un carácter nacional más descuidado. Tener un carácter nacional descuidado es algo indeseable.

  Si predicamos el evangelio a un brasileño, puede ser que él diga: “Espérese hasta mañana”, o si le decimos que se arrepienta, quizá responda: “Está bien, mañana me arrepiento”. Éste no es un buen carácter nacional. Los países que están en latitudes más altas, tales como Inglaterra, Alemania, Dinamarca, Suiza, Suecia y Japón tienen un carácter nacional estricto. Éste es un hecho irrefutable. Sin embargo, debemos ser cautelosos y no permitir que un buen carácter nacional reemplace a Cristo. Por ejemplo, el carácter nacional de los judíos tiene sus virtudes, pero los judíos prefieren sus virtudes nacionales en vez de Cristo. Esto es un error. Podemos valernos de nuestro buen carácter nacional y aplicarlo a los asuntos del Señor. Sin embargo, si reemplazamos a Cristo con el carácter nacional, estaremos repitiendo el mismo error de los judíos.

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