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Mensajes del libro «Gran misterio: Cristo y la iglesia, El»
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CAPÍTULO DOS

CRISTO ES DIOS Y HOMBRE Y LA PORCIÓN DE LOS SANTOS

DIOS DESEA SER EL CONTENIDO DEL HOMBRE

  Ya vimos que el Dios Triuno desea que el hombre, como vaso Suyo, le contenga a Él; lo que Él desea es entrar en el hombre para ser la vida y el contenido del hombre (Gn. 1:26; 2:8-9; Ro. 9:23-24). Éste es el profundo misterio oculto en la Biblia. Una persona que no contiene a Dios es un vaso vacío, pues tiene la apariencia del vaso, mas le falta el propio contenido. La intención de Dios es entrar en el hombre para ser la vida del hombre, vivir en el hombre y ser expresado en el vivir del hombre. Así Dios y el hombre no sólo están unidos, sino también mezclados. Dios y el hombre han llegado a ser uno solo; Dios es el contenido y el hombre es la expresión. Esto es glorioso y muy significativo.

  El linaje humano es corrupto y la sociedad es tenebrosa, porque las personas están vacías en su interior y no conocen el significado de su vida humana. Ellos carecen de una fuerza estabilizadora y de un rico contenido. Sin embargo, los cristianos genuinos somos diferentes porque tenemos a Dios en nuestro interior. Por tanto, podemos declarar: “¡Aleluya, tenemos a Dios en nuestro ser!”.

  Fui salvo cuando tenía diecinueve años de edad. Antes de recibir mi salvación, era un vaso vacío. Cuando pienso en esos diecinueve años, sólo puedo suspirar (Sal. 90:9). Puesto que nací y crecí en un hogar cristiano y fui educado en escuelas cristianas, constantemente escuchaba la doctrina cristiana. Una vez, algunos de mis compañeros de clase entraron en un templo budista, y yo les dije: “Este dios es un ídolo, un dios falso. Únicamente el Dios en quien creemos los cristianos es verdadero. Él es el único Creador y la fuente de todas las cosas. Necesitamos adorarle a Él”. Aun cuando di testimonio de Dios de tal manera, Él aún no había entrado en mí; yo era un hombre vacío. Sabía que Dios es verdadero, pero para mí Él sólo existía en los cielos; Él no estaba en mí. Él llenaba el universo, pero no me llenaba a mí. Dado que yo estaba vacío, me agradaba acompañar a mis compañeros y colegas a las óperas chinas, y descubrí que los juegos de naipe eran muy interesantes.

  Diecinueve años de vaciedad es un largo tiempo, pero eso representa sólo una cuarta parte de mi edad actual. Una cuarta parte de mi vida estuvo vacía, sin Dios, sin contenido y sin poder alguno; sin embargo, tres cuartas partes de mi vida han sido llenas de gloria, dulzura y gozo. Algunos dicen que yo siempre estoy lleno de energías y que no parezco un hombre mayor. Es obvio que soy de edad avanzada, pero mientras externamente envejezco, internamente me vuelvo más joven. Nuestro Dios es lozano. Él es desde la eternidad (93:2), pero no es viejo. Él es como el abeto verde (Os. 14:8). Debido a que este Dios ha llegado a ser mi contenido, me estoy volviendo más joven aunque físicamente me pongo más viejo. Estoy lleno de gozo.

  Los santos más jóvenes son bienaventurados, porque en su juventud ellos pueden ser llenos de Dios. Sin embargo, además de ser llenos de Dios, también necesitamos ser saturados con Dios y permitir que Él se exprese por medio de nosotros. Uno de nuestros himnos dice: “Tu Espíritu me impregnará, / Saturando Dios cada parte” (Himnos, #215). Yo espero que los santos más jóvenes sean saturados e impregnados de Dios hasta que Dios pueda ser visto en cada parte de su ser, esto es, hasta que Dios esté en la lengua, en los ojos, en los hombros, en el andar y en las palabras de ellos. Entonces ellos serán jóvenes que verdaderamente pertenecen a Dios.

CRISTO ES LA EXPLICACIÓN DEL DIOS MISTERIOSO

  El Dios que ha entrado en nosotros es un misterio. Toda persona inteligente sabe que tiene que haber un Ser Soberano en el universo. Este Ser Soberano no puede ser simple y debe poseer una sabiduría completa y las virtudes más elevadas. Esto se sabe con solo ver al hombre que Dios creó. El hombre que Dios creó es encantador en su apariencia y maravilloso en su estructura. ¿Por qué la nariz no apunta hacia arriba? ¿Por qué las cejas no crecen bajo los ojos? El hombre sería atroz si su nariz apuntase hacia arriba y las cejas crecieran bajo los ojos. No sólo eso, el polvo entraría en la fosa nasal, y el sudor correría hasta entrar en los ojos. Tan solo con mirarnos en un espejo sabemos que el hombre es la criatura más hermosa. Nadie puede mejorar el rostro humano que Dios diseñó. La arquitectura y el vestido están siempre sujetos a cambio y mejoras, pero no se puede cambiar ni mejorar la estructura del cuerpo humano. No es bueno tener tres hombros y cuatro orejas. ¿Quién creó nuestras manos, que son tan hábiles y muy hermosas? Nuestros padres nos engendraron, pero no determinaron nuestro aspecto. Nuestro aspecto fue diseñado por Dios. Con sólo mirarnos a nosotros mismos, podemos comprobar la existencia de Dios.

  Dios no es simple, ¿pero dónde está Él? Algunos dicen que Él está en los cielos, porque la Biblia así lo dice (Am. 9:6; Mt. 5:34). Sin embargo, Él no sólo está en los cielos; Él también está con nosotros y en nosotros (28:20; 2 Ti. 4:22). Dios es un misterio, y este misterio es Cristo. Pablo habla del “pleno conocimiento del misterio de Dios, es decir, Cristo” (Col. 2:2). Esto significa que la totalidad del ser de Dios es maravilloso y misterioso, pero este misterio está corporificado en Cristo (v. 9). Cristo, como corporificación de Dios, explica el misterio de Dios y expresa al Dios maravilloso (Jn. 1:18). Aparte de Cristo, nadie puede ver a Dios (14:7-9). Dios está en Cristo (v. 10), y Cristo es Dios de manera práctica, esto es, la manifestación de Dios y la explicación de Dios.

  ¿De qué manera es Cristo el misterio de Dios? En el libro de Colosenses Pablo revela muchos puntos en cuanto a Cristo. Cada uno de los puntos en este libro es misterioso e incomprensible, pero nosotros podemos recibirlos y disfrutarlos.

CRISTO ES LA PORCIÓN DE LOS SANTOS

  Cristo es un misterio, y Él es la “porción de los santos” (1:12). La palabra porción es como una herencia familiar que está repartida entre varios hermanos. Cristo es nuestra porción; nuestra porción delante de Dios es Cristo mismo.

  El versículo 13 dice que Cristo es el Hijo del amor de Dios. Esto quiere decir que Cristo es el tesoro del corazón de Dios y Su deleite. Cristo es el tesoro del corazón de Dios, el amado Hijo de Dios. Dios nos dio el tesoro de Su corazón como nuestra porción. Los incrédulos preguntan muchas veces qué es lo que ganarán si creen en Jesús. Ellos no entienden cuando les digo que al creer en Jesús le obtenemos como nuestra porción. No sólo los incrédulos no entienden esta aseveración; incluso muchos cristianos tampoco lo entienden. Nuestra porción es el tesoro del corazón de Dios y Su mayor deleite. A modo de ilustración, digamos que una anciana por toda su vida ha valorado como un tesoro un gran anillo de diamante. Aun cuando ella está dispuesta a rendir su vida, no está dispuesta a entregar su anillo, porque es el tesoro de su corazón. Antes que muera, ella dejará el tesoro de su corazón, su anillo, a la hija que más ama para que llegue a ser la porción de su hija. Del mismo modo, Dios nos dio lo que Él más ama para que Su tesoro fuera nuestra porción.

EL HIJO AMADO ES LA IMAGEN DE DIOS Y EL PRIMOGÉNITO DE TODA CREACIÓN

  El versículo 15 dice que Cristo es “la imagen del Dios invisible”. Dios es invisible. Por esta razón, Juan dice: “A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, Él le ha dado a conocer” (Jn. 1:18). El Hijo amado es la imagen del Padre, el Padre que se nos ha dado a conocer. Colosenses 1:15 también dice que el Hijo es “el Primogénito de toda creación”. Según la gramática griega, “la imagen de [...] Dios” en este versículo es “el Primogénito de toda creación”. La palabra Primogénito implica el nacimiento de alguien que no existía. Una persona que ya existe no tiene necesidad de nacer. Sólo una persona que no existe puede nacer. Cristo, el amado Hijo de Dios, existe desde la eternidad. Puesto que Cristo existe desde la eternidad, ¿por qué era necesario que Él naciera? En el universo Dios existe por Sí mismo y para siempre; Él no tiene principio ni fin. El Dios que existe por Sí mismo y para siempre no tiene necesidad de nacer. Solamente una criatura necesita nacer. Todo lo que Dios creó viene a existir cuando nace. El acto de nacer no alude a la regeneración. Así pues, la palabra Primogénito en este versículo quiere decir que el Dios que existe por Sí mismo y para siempre produjo una criatura.

  Este versículo les plantea un problema a los teólogos. Ellos no entienden cómo es que Cristo, quien existe por Sí mismo y para siempre, podía llegar a ser una criatura. Por tanto, no creen que Cristo sea una criatura. Es cierto que Cristo es Dios que existe por Sí mismo y para siempre; Él no tiene principio ni fin, así que no tiene necesidad de nacer. Sin embargo, un día Cristo se hizo hombre y se vistió de un cuerpo de carne y sangre. La Biblia dice que Él “se hizo carne” (Jn. 1:14). ¿Es el hombre una criatura? ¿Fue el cuerpo de carne y sangre un cuerpo creado? ¿Es Cristo un hombre genuino? ¿Era genuino este cuerpo de carne y sangre del cual Él participó? Debemos admitir que Cristo es un hombre genuino, que posee la carne de un hombre genuino. Él participó de carne y sangre genuinas. Por tanto, Él es una criatura. Él poseía un cuerpo creado de carne y sangre.

  Si Cristo hubiera permanecido meramente como Dios y no se hubiera hecho hombre, Él sería meramente el Creador y no habría llegado a ser una criatura. Sin embargo, puesto que Él se hizo carne y participó así de carne y sangre, Él es un hombre genuino, y el hombre es una criatura. Por esta razón, Cristo no sólo es el Creador; Él también es una criatura. Hay dos aspectos de la persona de Cristo: Él es Dios el Creador, y Él es un hombre, una criatura.

  Colosenses 1:15 dice que Cristo es el Primogénito de toda creación. La palabra Primogénito ha sido fuente de mucho debate entre los teólogos. Ellos dicen que aunque Cristo se hizo hombre, Él no fue el primer hombre, ya que la humanidad había existido cuatro mil años antes de Cristo; millones de personas preceden a Cristo. Según la genealogía presentada en Mateo 1, comenzando a partir de Abraham, había cuarenta y una generaciones antes de Cristo. Si incluimos a Adán, había más de setenta generaciones antes de Cristo. Cristo es el descendiente de más de setenta generaciones de personas. ¿Cómo puede ser el Primogénito? La mente humana es incapaz de entender esto. Así que, los teólogos, en un intento por conciliar esta verdad, dicen que Cristo era un hombre, pero que no fue el primero. Por tanto, no es correcto decir que Él es el Primogénito. Ellos dicen que únicamente es correcto decir que Él vino después de la septuagésima generación de la humanidad. Es por esto que los traductores de la versión China Unida no se atrevieron a traducir exactamente Colosenses 1:15. Ellos tradujeron este versículo como “el Primogénito, antes de toda creación”. Sin embargo, en el texto original Pablo claramente dice que Cristo es “el Primogénito de toda creación”. Cristo tiene en todo la preeminencia porque Él es una criatura en la obra creadora de Dios y el Primogénito de toda creación.

  En enero de 1934, en Shanghái, el hermano Watchman Nee sostuvo una conferencia sobre los vencedores. Durante diez días él daba dos mensajes diarios sobre estos dos temas: Cristo como centralidad y universalidad de Dios, y los vencedores de Dios. El hermano Nee me pidió compilar las anotaciones acerca de los mensajes y los publicó en la edición número 34 de The Present Testimony, en marzo y abril de 1934 (véase The Collected Works of Watchman Nee, t. 11, págs. 713-781). En estos mensajes el hermano Nee habló en cuanto a Cristo en la creación. Él dijo que en la creación, el Hijo es el Primogénito de la creación: “Cristo se encarnó como hombre a fin de provenir de Su posición de Creador a la posición de una criatura. Él tuvo que vestirse de un cuerpo creado antes de morir por el hombre y por todas las cosas. Primero tiene que haber un Belén antes que pueda haber un Gólgota. Primero tiene que tenerse el pesebre antes que pueda existir la cruz” (pág. 740). Hace cuarenta y siete años atrás el hermano Nee recibió esta luz y habló claramente sobre esta verdad.

  El Cristo que es nuestra vida no sólo es Dios, sino también un hombre. Él no sólo es el Creador, sino también una criatura. Por una parte, Cristo en nosotros es nuestra vida hoy, pero, por otra, Él es nuestra esperanza para el futuro (Col. 3:4; 1:27). Cristo es tanto Dios como hombre. Él es el Creador y también una criatura. Cristo es misterioso.

  Puesto que Cristo es el Creador y es una criatura, cuando Él viene a ser nuestra vida, Él nos da Su humildad y también Su dignidad. Cristo en nosotros no es simple. En cuanto a Su dignidad, Él es el Creador; en cuanto a Su humildad, Él es una criatura. Puesto que tenemos Su vida, nos mostramos dignos cuando la dignidad es necesaria y somos humildes cuando se necesita humildad. Cuando somos humildes, Él nos pone en alto, y cuando nos encumbramos, Él nos hace descender. Él no nos da una condición ni alta ni baja. Somos nobles cuando se requiere la dignidad, y somos humildes cuando se requiere la humildad. Podemos mostrarnos dignos porque el Cristo que mora en nosotros es el Creador, quien posee el elemento de la dignidad; y podemos ser humildes porque Él también es una criatura que posee el elemento de la humildad.

  Algunos dicen que Cristo no se hizo hombre sino hasta que nació en Belén hace dos mil años atrás. Según el Evangelio de Mateo, es correcto decir esto. No obstante, Génesis 18:1-22 habla de un incidente que le aconteció a Abraham dos mil años antes que Cristo naciera. En otras palabras, aunque Cristo no había llegado a ser un hombre sino hasta dos mil años después, Jehová se le apareció a Abraham en forma de hombre.

  Génesis 18:1-15 dice: “Jehová se le apareció a Abraham junto al encinar de Mamre, estando él sentado a la entrada de su tienda en el calor del día. Alzó sus ojos y miró, y he aquí tres varones de pie frente a él. Al verlos, corrió a su encuentro desde la entrada de su tienda, se postró en tierra y dijo: Mi Señor, si he hallado favor ante Tus ojos, te ruego que no pases de largo junto a Tu siervo. Que se traiga un poco de agua; y lavad vuestros pies y descansad debajo del árbol. Dejadme traer un bocado de pan para que os sustentéis, y después podréis seguir adelante, puesto que habéis llegado hasta vuestro siervo. Así que ellos dijeron: Haz así como has dicho. Entonces Abraham fue de prisa a la tienda donde estaba Sara, y le dijo: Prepara enseguida tres medidas de flor de harina, amásala y haz tortas. Corrió, luego, Abraham a donde estaban las vacas, tomó un becerro tierno y bueno y lo dio al siervo, y éste se dio prisa a prepararlo. Después tomó cuajada y leche, y el becerro que había preparado, y lo puso delante de ellos; y él se quedó de pie junto a ellos debajo del árbol mientras comían. Luego le preguntaron: ¿Dónde está Sara, tu mujer? Él respondió: Ahí, en la tienda. Y Él dijo: De cierto volveré a ti según el tiempo de la vida, y entonces Sara, tu mujer, tendrá un hijo. Y Sara escuchaba a la entrada de la tienda, que estaba detrás de Él. Abraham y Sara eran viejos, de edad avanzada, y a Sara le había cesado ya la costumbre de las mujeres. Se rió, pues, Sara entre sí, diciendo: ¿Después que he envejecido tendré deleite, siendo también mi señor ya viejo? Entonces Jehová dijo a Abraham: ¿Por qué se ha reído Sara, diciendo: ¿Será cierto que he de dar a luz siendo ya vieja? ¿Hay para Jehová alguna cosa demasiado maravillosa? Al tiempo señalado volveré a ti, según el tiempo de la vida, y Sara tendrá un hijo. Entonces Sara negó, diciendo: No me reí; porque tuvo miedo. Y Él dijo: No es así, sino que te has reído”. El versículo 1 habla de la aparición de Jehová, y los versículos del 2 al 9 hablan de tres varones. Pero en los versículos del 10 al 15 vemos que uno de los tres varones habló con Abraham, así como un hombre habla con cualquier hombre.

  Los versículos del 16 al 22 dicen: “Los varones se levantaron de allí y miraron hacia Sodoma; y Abraham iba con ellos para despedirlos. Y Jehová dijo: ¿Ocultaré Yo a Abraham lo que voy a hacer, puesto que Abraham ciertamente llegará a ser una nación grande y poderosa, y en él serán benditas todas las naciones de la tierra? Porque Yo le conozco y sé que mandará a sus hijos y a su casa después de sí a guardar el camino de Jehová, haciendo justicia y juicio, para que haga venir Jehová sobre Abraham lo que ha hablado acerca de él. Entonces Jehová le dijo: El clamor de Sodoma y Gomorra, ¡qué grande es!; y su pecado, ¡qué grave es! Descenderé y veré si han hecho en todo según el clamor que ha venido hasta Mí; y si no, lo sabré. Y se apartaron de allí los varones y fueron hacia Sodoma, mientras Abraham permaneció en pie delante de Jehová”. En la versión China Unida el versículo 16 menciona a tres varones, pero el versículo 22 habla de dos, refiriéndose a dos de los tres varones. Los dos varones “se apartaron de allí [...] y fueron hacia Sodoma, mientras Abraham permaneció en pie delante de Jehová”. Por consiguiente, el tercer varón era Jehová. Jehová se apareció a Abraham en forma de un hombre. Abraham fue a traer agua para lavarle Sus pies y le preparó un banquete, y Jehová comió. ¿Era Jehová un hombre? Aparentemente, Él no se hizo hombre sino hasta que nació en Belén dos mil años después, pero dos mil años antes de nacer se apareció como hombre junto al encinar de Mamre; Sus pies pudieron ser lavados con agua, y Él pudo comer comida. ¿Cómo podríamos explicar esto? Desde la perspectiva del hombre, pende el elemento del tiempo; pero desde la perspectiva del Dios eterno, no existe el elemento del tiempo. Con Dios sólo existen los hechos; el tiempo no cuenta.

  Además, Apocalipsis 13:8 dice que Cristo es el “Cordero que fue inmolado desde la fundación del mundo”. Desde la perspectiva de Dios, Cristo fue inmolado desde la fundación del mundo. Desde la perspectiva humana, Cristo fue inmolado cerca de mil novecientos años atrás, ya que la perspectiva humana incluye el elemento del tiempo. Sin embargo, no existe el elemento del tiempo en la perspectiva de Dios.

  Por tanto, en la eternidad pasada Dios determinó que Su Hijo llegaría a ser el Primogénito de la creación. A partir de ese entonces, se ha considerado a Cristo como una criatura. En la eternidad Dios también determinó que Su Hijo fuese a la cruz para derramar Su sangre por la redención de los pecados del hombre. Por consiguiente, desde la perspectiva humana Cristo murió en la cruz hace mil novecientos años atrás, pero desde la perspectiva de Dios, Cristo fue inmolado desde la fundación del mundo.

  Cristo es el Señor todo-inclusivo: Él es tanto Dios como hombre, y Él es el Creador y también una criatura. Cristo es todo para nosotros. Este Cristo es nuestra vida hoy, y Él también es nuestra esperanza de gloria para el futuro.

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