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Mensajes del libro «Impartición divina de la Trinidad Divina, La»
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CAPÍTULO VEINTIUNO

LA IMPARTICIÓN DE LA TRINIDAD DIVINA CON MIRAS A LA SALVACIÓN SUBJETIVA QUE DIOS EFECTÚA

  Lectura bíblica: Ro. 5:10, 17; 8:2-3, 6, 9-11, 14-16, 29-30

  En unos mensajes recientes señalamos que el libro de Efesios está estructurado con la impartición divina de la Trinidad Divina. Ahora debemos proseguir para ver esta impartición divina en otros libros del Nuevo Testamento. En este mensaje empezaremos a examinar la impartición divina de la Trinidad Divina en Romanos. Aunque hemos dado muchos mensajes sobre Romanos, en el pasado no hicimos hincapié en el asunto de la impartición divina de la Trinidad Divina. Como veremos, este asunto se revela de una manera rica y completa en el capítulo 8 de Romanos.

UNA REVELACIÓN DE LA SALVACIÓN DE DIOS

  En el capítulo 1 de este libro Pablo dice que Romanos trata acerca del evangelio de Dios. En 1:1 Pablo dice que él fue “apartado para el evangelio de Dios”, y en 1:16 dice que no se avergonzaba del evangelio. Todo el libro de Romanos revela paso a paso el evangelio de Dios de una manera completa.

  En esta epístola encontramos una revelación de la salvación de Dios tanto desde la perspectiva objetiva como subjetiva. Desde la perspectiva objetiva, tenemos la redención, el perdón de pecados, la justificación y la reconciliación. Desde la perspectiva subjetiva, tenemos la regeneración, la santificación, la transformación, la conformación y la glorificación. Todos los aspectos que corresponden a la perspectiva subjetiva de la salvación de Dios están relacionados con la vida divina. Nosotros fuimos regenerados con la vida divina, y ahora estamos siendo santificados con esta vida. Al mismo tiempo, estamos siendo transformados con la vida divina, y mediante ella a la postre seremos conformados a la imagen del Hijo primogénito de Dios. Finalmente, a la venida del Señor, seremos glorificados. Seremos glorificados no sólo con el poder divino, sino también con la vida divina.

  Desde la perspectiva subjetiva de la salvación completa que Dios efectúa, se alude claramente al asunto de la impartición divina de la Trinidad Divina. Algunos, al escuchar esto, quizás digan que la palabra impartición no se usa en ninguna parte del libro de Romanos. Esto es cierto. No obstante, el hecho de la impartición divina se halla en esta epístola. Este hecho lo indica la palabra “vivificará” en 8:11: “Si el Espíritu de Aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, Aquel que levantó de los muertos a Cristo vivificará también vuestros cuerpos mortales por Su Espíritu que mora en vosotros”. Este versículo afirma que el Espíritu de Aquel que levantó de los muertos a Jesús vivificará nuestros cuerpos mortales. La acción de vivificar es, en realidad, la impartición divina de la vida divina en nuestro ser. Por lo tanto, es correcto afirmar que la impartición divina de la Trinidad Divina se halla en el libro de Romanos.

La perspectiva objetiva

  Los primeros cuatro capítulos y medio de Romanos abarcan la salvación de Dios desde la perspectiva objetiva. Por medio de la salvación de Dios somos justificados y reconciliados con Dios. Luego, empezando a partir de 5:12 y continuando por todo el capítulo 8, el libro de Romanos abarca la perspectiva subjetiva de la salvación de Dios. En estos capítulos vemos que nosotros, que en otro tiempo estábamos en Adán, fuimos trasladados de Adán a Cristo al creer en el Señor Jesús. Por ello, en 6:3 Pablo dice que nosotros fuimos “bautizados en Cristo Jesús”. Nacimos en Adán, pero fuimos bautizados en Cristo. Ahora estando en Cristo disfrutamos de la vida divina.

La perspectiva subjetiva

  Romanos 5:10 dice: “Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de Su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos en Su vida”. En este versículo vemos ambas perspectivas de la salvación de Dios: la perspectiva objetiva y la perspectiva subjetiva. Por medio de la muerte de Cristo fuimos reconciliados con Dios. Esto es objetivo y ya fue consumado. Ahora, estando reconciliados con Dios, seremos salvos en la vida de Cristo y por esta vida. Ésta es la perspectiva subjetiva de la salvación de Dios. Aunque la reconciliación efectuada por medio de la muerte de Cristo es un hecho que fue consumado una vez para siempre, ser salvos en Su vida de tantas cosas negativas sigue siendo un asunto diario y continuará ocurriendo por el resto de nuestra vida cristiana. Día a día estamos siendo salvos por Su vida. ¿Sabe usted dónde está esta vida? Esta vida está en nosotros.

  En 5:17 Pablo dice a continuación: “Pues si, por el delito de uno solo, reinó la muerte por aquel uno, mucho más reinarán en vida por uno solo, Jesucristo, los que reciben la abundancia de la gracia y del don de la justicia”. La vida no solamente es capaz de salvarnos, sino que además puede hacernos reyes que reinan sobre todas las cosas negativas. Por ejemplo, podemos reinar en vida sobre los pecados, la carne, el yo y la vida natural. Tenemos el poder para reinar sobre todas las cosas negativas, es decir, sobre todo lo que no es un testimonio positivo de Dios. ¡Aleluya, pues poseemos tanto la vida salvadora como la vida reinante! La vida de Cristo es esta vida salvadora y reinante. Al leer Romanos 5:10 y 17, debemos prestar especial atención a dos frases importantes: “salvos en Su vida” (v. 10) y “reinarán en vida” (v. 17). Incluso les sugeriría que subrayen estas frases en su Biblia.

  Al avanzar de los capítulos 5 y 6 a los capítulos 7 y 8, somos conducidos de la doctrina a la experiencia. Es posible que no nos guste Romanos 7, pero este capítulo es el puente que conecta los capítulos 6 y 8. Sin este puente de Romanos 7, no tendríamos la manera de continuar al capítulo 8.

LA LEY DE LA VIDA SALVADORA Y REINANTE

  En 8:2 Pablo dice: “Porque la ley del Espíritu de vida me ha librado en Cristo Jesús de la ley del pecado y de la muerte”. La vida mencionada en 8:2 es la vida salvadora mencionada en 5:10 y la vida reinante mencionada en 5:17. Por lo tanto, 8:2 es la continuación directa de 5:10 y 17. La vida salvadora y reinante tiene una ley, y ésta es la ley del Espíritu de vida. También podemos afirmar que esta ley es la ley de la vida salvadora y reinante. Así que, en el capítulo 8 tenemos la continuación y desarrollo de la vida salvadora y reinante revelada en el capítulo 5. En Romanos 8 no solamente tenemos la vida salvadora y reinante, sino también al Espíritu y la ley de esta vida.

EL DIOS TRIUNO Y SU PROCESO

  A medida que Pablo escribía el capítulo 8 de Romanos, tenía delante de sus ojos muchos asuntos maravillosos. En este capítulo él los pone juntos. En primer lugar, en Romanos 8 encontramos la Trinidad Divina, esto es, el Padre, el Hijo y el Espíritu. El versículo 15 habla del Padre: “Pues no habéis recibido espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido espíritu filial, con el cual clamamos: ¡Abba, Padre!”. El versículo 3 habla del Hijo: “Dios, enviando a Su propio Hijo en semejanza de carne de pecado y en cuanto al pecado, condenó al pecado en la carne”. Asimismo, este capítulo habla del Espíritu una y otra vez (vs. 2, 5, 9, 11, 13, 14, 16, 23, 26 y 27). Por lo tanto, en Romanos 8 vemos la Trinidad de la Deidad; es decir, vemos al Padre, al Hijo y al Espíritu.

  En este capítulo vemos también el proceso por el cual pasó el Dios Triuno. En el versículo 3 tenemos la encarnación, pues este versículo declara que Dios envió a Su Hijo en semejanza de carne de pecado. Esto involucra la encarnación. Segundo, en Romanos 8 se alude claramente a la muerte de Cristo. El versículo 11 dice que Dios levantó a Cristo de los muertos. ¿Cómo podría haber resucitado sin antes haber muerto? Por consiguiente, tenemos aquí la encarnación, la crucifixión y la resurrección.

  En este capítulo se revela la resurrección de Cristo de una manera muy rica. Este capítulo recalca la resurrección porque éste es un capítulo sobre el Espíritu, y el Espíritu es la realidad de la resurrección. No debemos tratar de separar al Espíritu de la resurrección. Sólo en el Espíritu podemos tener una comprensión plena de la resurrección de Cristo. Por lo tanto, Romanos 8 se ocupa tanto del Espíritu como de la resurrección. Debido a que este capítulo hace referencia a la encarnación, la crucifixión y la resurrección, podemos afirmar que revela el proceso por el cual pasó el Dios Triuno.

UNA DESCRIPCIÓN DE NUESTRA EXPERIENCIA

El espíritu regenerado

  En Romanos 8 Pablo también tiene mucho que decir acerca de nuestra experiencia. En este capítulo él no sólo habla del Espíritu de Dios, sino también de nuestro espíritu regenerado. Por ejemplo, en 8:10 dice: “Pero si Cristo está en vosotros, aunque el cuerpo está muerto a causa del pecado, el espíritu es vida a causa de la justicia”. Por supuesto, el espíritu mencionado en este versículo es nuestro espíritu, y no el Espíritu Santo. Debido a que tenemos a Cristo en nosotros, nuestro espíritu es vida. Por esta razón, debemos volvernos continuamente a nuestro espíritu. Cada vez que usted se sienta débil o cansado, debe volverse a su espíritu. ¿Está siendo tentado a enojarse? Vuélvase a su espíritu. Tenemos una parte de nuestro ser que es vida, y esa parte es nuestro espíritu regenerado. Por joven o nuevo que un creyente sea en el Señor, el espíritu regenerado de ese hermano es vida. ¡Alabado sea el Señor porque en el Nuevo Testamento hay un versículo que nos dice que nuestro espíritu es vida!

La mente puesta en el espíritu

  Romanos 8:6 dice: “Porque la mente puesta en la carne es muerte, pero la mente puesta en el espíritu es vida y paz”. Ya vimos que el versículo 10 afirma que nuestro espíritu regenerado es vida. Ahora, en este versículo vemos que la mente puesta en el espíritu es vida. Todos sabemos que nuestra mente nos causa problemas. Por ejemplo, las dudas se originan en la mente. Todo el día somos perturbados por nuestra mente. Sin embargo, según el versículo 6, incluso nuestra mente tan problemática puede ser vida. En este versículo Pablo afirma claramente que la mente puesta en el espíritu es vida y también paz. Por consiguiente, nuestro espíritu es vida, y también es posible que nuestra mente sea vida.

  En 8:6 vemos la condición que debe cumplirse para que nuestra mente sea vida. Esta condición, este requisito, es que la mente esté puesta en el espíritu. Si nuestra mente está puesta en la carne, la mente será muerte; pero si volvemos nuestra mente al espíritu y la ponemos en el espíritu, nuestra mente será vida y paz. Muchos de nosotros podemos dar testimonio de esto por experiencia propia. Por ejemplo, supongamos que usted se siente tentado a enojarse con cierta persona. Si pone su mente en la carne, es seguro que se enojará. Pero si pone su mente en el espíritu, su mente será vida. En primer lugar, nuestro espíritu llega a ser vida por medio de la regeneración, y luego nuestra mente, al ser puesta en el espíritu, también puede llegar a ser vida.

Vivificar nuestros cuerpos mortales

  Al proseguir al versículo 11, vemos que también es posible que la vida, la vida divina y eterna, sea impartida en nuestro cuerpo mortal. En este versículo Pablo dice que si el Espíritu de Aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en nosotros, Aquel que levantó de los muertos a Cristo vivificará nuestros cuerpos mortales, y que esto sucederá por medio del Espíritu que mora en nosotros. Así pues, al juntar los versículos 10, 6 y 11, vemos que no sólo nuestro espíritu es vida, y nuestra mente es vida si la ponemos en el espíritu, sino que además la vida será dada a nuestros cuerpos mortales por medio del Espíritu.

  La Biblia revela que nosotros los seres humanos somos tripartitos. Esto significa que tenemos un espíritu, un alma y un cuerpo. En Romanos 8 vemos que primero nuestro espíritu llega a ser vida mediante la regeneración. Luego, si somos fieles en poner nuestra mente en el espíritu, ésta también llegará a ser vida. Esto entonces abrirá la puerta y preparará el camino para que el Espíritu vivifique nuestros cuerpos mortales. Como resultado, nuestros cuerpos recibirán la vida divina.

  En Romanos 8 vemos la Trinidad de la Deidad, vemos el proceso por el cual pasó el Dios Triuno, y vemos una clara visión de nuestra experiencia espiritual. La experiencia que tenemos de esta vida es triple, pues involucra nuestro espíritu, nuestra mente y nuestro cuerpo. Esto indica que todo nuestro ser puede llegar a ser vida o recibir el suministro de vida.

LA LEY, EL GUIAR DEL ESPÍRITU Y LA FILIACIÓN

  El capítulo 8 de Romanos también habla de la ley del Espíritu de vida y del guiar del Espíritu. En el versículo 14 Pablo dice: “Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios”. Por consiguiente, en este capítulo tenemos la ley, la acción de guiar y la filiación.

  El pensamiento central del libro de Romanos es que la salvación de Dios hace de pecadores hijos de Dios que poseen Su vida y Su naturaleza para expresarlo, a fin de llegar a ser los constituyentes del Cuerpo de Cristo con miras a Su expresión. Por lo tanto, en este capítulo se recalca mucho la filiación. La salvación de Dios gira en torno a la filiación. Dios en Su salvación hace de pecadores hijos.

LA CONFORMACIÓN Y LA GLORIFICACIÓN

  En este capítulo Pablo continúa hablando de la conformación y de la glorificación: “Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de Su Hijo, para que Él sea el Primogénito entre muchos hermanos. Y a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó” (vs. 29-30). Dios nos predestinó y justificó, y ahora nos está conformando, nos está amoldando, a la imagen de Su Hijo primogénito. Finalmente, seremos plenamente glorificados.

LA IMPARTICIÓN DIVINA DE LA TRINIDAD DIVINA EN NUESTRO SER TRIPARTITO

  Espero que todos nos llevemos una profunda impresión de lo que se revela en Romanos 8. Aquí tenemos la Trinidad, el proceso y nuestra experiencia subjetiva, la cual involucra nuestro espíritu, nuestra mente y nuestro cuerpo. En este capítulo también encontramos una provisión maravillosa: la ley del Espíritu de vida, el guiar del Espíritu, la filiación, la conformación y la glorificación. Cuando juntamos todos estos asuntos, vemos la impartición divina de la Trinidad Divina en nuestro ser tripartito. El Padre envió al Hijo, y el Hijo vino para efectuar la redención, la cual llega a su consumación en el Espíritu vivificante. ¡Alabado sea el Señor por la Trinidad y por este maravilloso proceso! Este proceso incluye la encarnación, la crucifixión y la resurrección. Debido a que el Dios Triuno pasó por tal proceso, nosotros ahora podemos experimentarle a Él. Podemos tener vida en nuestro espíritu, en nuestra mente e incluso en nuestro cuerpo. Además, tenemos la rica provisión de la ley divina, el guiar divino, la filiación divina y de la conformación divina que nos amolda a la misma imagen, la imagen del Hijo primogénito de Dios. Finalmente, experimentaremos la glorificación divina. El conjunto, la totalidad, de todo esto es la impartición divina de la Trinidad Divina en las tres partes de nuestro ser.

  En 1979 di un mensaje titulado: “La vida del Dios Triuno impartida en el hombre tripartito” (Estudio-vida de Romanos, mensaje 62). Sin embargo, en dicho mensaje, no hice suficiente hincapié en la impartición divina. Mi carga en este mensaje es mostrarles en Romanos 8 que necesitamos recibir cada vez más la impartición divina de la Trinidad Divina. Por medio de esta impartición somos empapados del Dios Triuno. Así como podemos empapar algo de agua, de igual manera necesitamos ser empapados del Dios Triuno. Si hemos de ser empapados del Dios Triuno, necesitamos recibir la impartición divina de la Trinidad Divina. Que todos nosotros abramos todo nuestro ser a esta impartición a fin de ser empapados del Dios Triuno.

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