Mostrar cabecera
Ocultar сabecera
+
!
NT
-
Navega rápidamente por los libros de vida del Nuevo Testamento
AT
-
Navega rápidamente por los libros de vida del Antiguo Testamento
С
-
Mensajes del libro «Impartición divina de la Trinidad Divina, La»
Чтения
Marcadores
Mis lecturas

CAPÍTULO TREINTA

LA IMPARTICIÓN DIVINA DE LA TRINIDAD DIVINA REDUNDA EN EL ASPECTO PRÁCTICO DE LA VIDA EN UNA IGLESIA LOCAL

(6)

  Lectura bíblica: 1 Co. 4:15; 3:6-12, 16; 6:17, 19; 7:40

  En 1 Corintios 6:17 Pablo dice: “El que se une al Señor, es un solo espíritu con Él”. En este versículo las palabras se une se refieren a la unión orgánica que tienen los creyentes con el Señor al creer en Él (Jn. 3:15-16). Esta unión no solamente está relacionada con la vida divina, sino que se da en la vida divina. La unión orgánica que tenemos con el Señor resucitado solamente puede efectuarse en nuestro espíritu.

  Las palabras un solo espíritu hacen referencia a la mezcla del Señor como Espíritu con nuestro espíritu. Nuestro espíritu ha sido regenerado por el Espíritu de Dios (Jn. 3:6), quien ahora está en nosotros (1 Co. 6:19) y quien es uno con nuestro espíritu. Por medio de la resurrección, el Señor llegó a ser el Espíritu vivificante y, como tal, está ahora con nuestro espíritu (2 Ti. 4:22). Por consiguiente, el espíritu mencionado en 1 Corintios 6:17 es el espíritu mezclado, esto es, nuestro espíritu humano regenerado que se ha mezclado con el Espíritu divino.

LOS DOS ESPÍRITUS

El espíritu humano

  Toda persona regenerada tiene dos espíritus dentro de su ser. En primer lugar, posee un espíritu humano regenerado, y, en segundo lugar, dentro de su espíritu humano regenerado mora el Espíritu de Dios.

  A través de los años hemos hecho mucho hincapié en la importancia del espíritu humano. Señalamos una y otra vez que el hombre tiene un espíritu en su interior creado por Dios. En cuanto al espíritu humano, Zacarías 12:1 dice: “Jehová, que extiende los cielos, pone los cimientos de la tierra y forma el espíritu del hombre dentro de él”. Este versículo nos muestra la importancia del espíritu humano, porque aquí es puesto en el mismo nivel que los cielos y la tierra. A los ojos de Dios, tres aspectos de Su primera creación son especialmente importantes: los cielos, la tierra y el espíritu humano. Como hemos dicho muchas veces, los cielos fueron hechos para la tierra, la tierra para el hombre y el hombre, con su espíritu, fue hecho para Dios. Es por el espíritu que el hombre puede contactar a Dios, recibirle y contenerle.

  Somos quienes creemos en Cristo y, como tales, nosotros no simplemente tenemos el espíritu humano creado por Dios, sino un espíritu humano que ha sido regenerado, o sea, que ha nacido del Espíritu divino. En Juan 3:6 el Señor Jesús claramente habla de este hecho: “Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es”. En este versículo el Espíritu es el Espíritu divino, el Espíritu Santo de Dios. Lo que es nacido del Espíritu es el espíritu humano, el espíritu regenerado del hombre. La regeneración tiene lugar en el espíritu humano y es efectuada por el Espíritu Santo de Dios con la vida de Dios, la vida eterna increada.

El Espíritu compuesto

  Toda persona regenerada tiene al Espíritu divino en su interior. En el Nuevo Testamento este Espíritu tiene diferentes títulos: el Espíritu de Dios (Ro. 8:9), el Espíritu Santo (Lc. 1:35), el Espíritu de Jesús (Hch. 16:7), el Espíritu de Cristo (Ro. 8:9) y el Espíritu de Jesucristo (Fil. 1:19). Todos estos títulos del Espíritu se usan de modo intercambiable. En otros pasajes del Nuevo Testamento el Espíritu divino es llamado el Espíritu de vida (Ro. 8:2), el Espíritu vivificante (1 Co. 15:45) e incluso los siete Espíritus (Ap. 1:4). A fin de describir a este Espíritu, especialmente según es tipificado por el ungüento compuesto de Éxodo 30, hemos acuñado la expresión el Espíritu compuesto.

  El Nuevo Testamento revela que Dios se encarnó en Jesucristo. La encarnación introdujo a Dios en el hombre. Por medio de la encarnación Dios se hizo hombre, y vivió en la tierra como hombre por treinta y tres años y medio. Al final de este período, el Señor Jesús, el Dios-hombre, fue crucificado. Por medio de Su muerte en la cruz, Él puso fin a todas las cosas negativas. Dios necesitaba que Cristo acabara con todas las cosas negativas por medio de Su crucifixión. Después de morir en la cruz, el Señor descansó por tres días, y luego resucitó de entre los muertos. En Su resurrección y por medio de ella, llegó a ser el Espíritu vivificante. Este Espíritu incluye los elementos de divinidad, humanidad, vivir humano, crucifixión y resurrección. Por esta razón, a este Espíritu lo podemos llamar el Espíritu compuesto.

EL DIOS TRIUNO ES ESPÍRITU

  En Juan 4:24 el Señor Jesús dice: “Dios es Espíritu”. La afirmación de que Dios es Espíritu significa que el Dios Triuno es Espíritu. No debemos pensar que únicamente el Espíritu de Dios es Espíritu y que el Padre y el Hijo no lo son. Sería absurdo decir que únicamente una tercera parte de Dios es Espíritu y que las otras dos terceras partes no lo son. En Juan 4:24 la palabra “Dios” debe de referirse al Dios completo, es decir, al Dios Triuno: el Padre, el Hijo y el Espíritu. Por lo tanto, decir que Dios es Espíritu quiere decir que la totalidad de Dios, el Dios completo, es Espíritu.

  Debido a la influencia de la enseñanza tradicional de la Trinidad, muchos creyentes, quizás sin darse cuenta, creen en una forma de triteísmo, la creencia de que existen tres Dioses. Hoy algunos dicen que el Padre, el Hijo y el Espíritu no sólo son distintos, sino que también son tres personas separadas. Aquellos que tienen este concepto tal vez digan que sólo el Espíritu es Espíritu, y que el Padre y el Hijo no lo son. Esto equivale a decir que sólo una tercera parte de la Deidad, el Espíritu, es Espíritu.

  Si aceptamos que lo dicho por el Señor Jesús en Juan 4:24 quiere decir que la totalidad de Dios es Espíritu, entonces debemos también aceptar que el Padre y el Hijo, y no sólo el Espíritu, son Espíritu. El Padre, el Hijo y el Espíritu son la totalidad de Dios, y la totalidad de Dios, no simplemente una parte, es Espíritu. Por lo tanto, los Tres de la Deidad —el Padre, el Hijo y el Espíritu— son Espíritu. En cuanto a esto, no nos interesa la enseñanza tradicional. En vez de ello, nos interesa más la revelación que proviene de la Palabra pura de Dios. Las Escrituras nos dicen que la totalidad de Dios, el Dios Triuno, es Espíritu.

EL DIOS TRIUNO LLEGA A NOSOTROS COMO ESPÍRITU

  ¿Sabe usted cómo el Dios Triuno llega a nosotros? Él llega a nosotros como Espíritu. El Espíritu del Dios Triuno es, de hecho, la manera en que Dios llega a nosotros. Aparte del Espíritu, ni el Padre ni el Hijo pueden llegar a nosotros.

  Las palabras de Pablo en 2 Corintios 13:14 indican que el Dios Triuno llega a nosotros como Espíritu: “La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios, y la comunión del Espíritu Santo sean con todos vosotros”. La gracia del Señor es el Señor mismo como vida para nosotros, para que lo disfrutemos; el amor de Dios es Dios mismo (1 Jn. 4:8, 16), quien es la fuente de la gracia del Señor; y la comunión del Espíritu es el Espíritu mismo, la propia transmisión de la gracia del Señor con el amor de Dios para que participemos de ellos. Este versículo muestra que no sólo necesitamos la gracia de Cristo y el amor de Dios, sino también la comunión del Espíritu Santo. La palabra “comunión” implica una transmisión. Por medio de la comunión del Espíritu Santo, el Dios Triuno llega a nosotros y se comunica con nosotros. Por consiguiente, la totalidad de Dios es Espíritu, y el Espíritu, quien es el Tercero de la Trinidad, es Dios mismo que llega a nosotros para que lo experimentemos y disfrutemos.

EL ESPÍRITU VIVIFICANTE

  Es común el que los cristianos aprecien el hecho de que el Señor Jesús es Dios. Juan 1:1 dice: “En el principio era la Palabra, y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios”. Conforme a Juan 1:14, esta Palabra, que era Dios, se hizo carne. Los cristianos también saben que el Señor Jesús es nuestro Redentor, nuestro Salvador, nuestro Señor y nuestro Amo, Aquel que murió por nuestros pecados. Sin embargo, no muchos cristianos han visto en 1 Corintios 15:45 que el postrer Adán, el Señor Jesús, se hizo Espíritu vivificante.

  Debido a la influencia de la enseñanza tradicional en cuanto a la Trinidad, muchos cristianos no quieren reconocer que Cristo hoy es el Espíritu vivificante. Con respecto a 1 Corintios 15:45 algunos dicen: “Este versículo no está diciendo que Cristo llegó a ser el Espíritu Santo; únicamente dice que Él llegó a ser Espíritu. Cuando Él estuvo en la tierra, estaba en la carne, pero luego por medio de la resurrección llegó a ser Espíritu”.

  Sin embargo, Pablo añadió el calificativo “vivificante” después de la palabra “Espíritu”. Si el Espíritu vivificante mencionado en 1 Corintios 15:45 es diferente del Espíritu Santo, quien da vida, entonces hay dos Espíritus que dan vida. Pero es un hecho que sólo existe un Espíritu vivificante. Aparte del Espíritu Santo, no existe otro Espíritu vivificante. Es una herejía afirmar que además del Espíritu vivificante, Cristo en resurrección llegó a ser otra clase de Espíritu que da vida. ¿Cree usted acaso que existen dos Espíritus divinos, dos Espíritus que dan vida? De ningún modo creemos esto.

  Pablo fue muy cuidadoso al escribir 1 Corintios 15:45. Él no dijo: “El postrer Adán [fue hecho] Espíritu”, sino que añadió el calificativo “vivificante” y dijo: “El postrer Adán [fue hecho] Espíritu vivificante”. ¿Quién es el Espíritu que da vida? ¿Cree usted que además del Espíritu Santo exista otro Espíritu divino que dé vida? Es imposible.

  En 2 Corintios 3:17 Pablo claramente dice: “Y el Señor es el Espíritu”. En la nueva traducción de Darby, los versículos del 7 al 16 de 2 Corintios 3 están en paréntesis, lo cual indica que el versículo 17 es la continuación del versículo 6. El versículo 6 dice: “El Espíritu vivifica”. El Espíritu mencionado en 2 Corintios 3:17 es el propio Espíritu que da vida, el cual se menciona en el versículo 6. Esto comprueba que el Señor es el Espíritu que da vida.

EL ESPÍRITU QUE MORA EN NOSOTROS

  En este mensaje hemos abarcado tres asuntos cruciales: primero, que la totalidad de Dios es Espíritu; segundo, que el Dios Triuno llega a nosotros como Espíritu; y tercero, que por medio de la resurrección, Cristo, el postrer Adán, llegó a ser el Espíritu vivificante.

  El Padre y el Hijo no llegan a nosotros directamente; antes bien, es el Espíritu que llega a nosotros. Cuando el Espíritu llega a nosotros, el Padre y el Hijo también llegan a nosotros, porque los Tres de la Deidad no pueden estar divididos ni pueden ser separados. El Padre, el Hijo y el Espíritu no sólo coexisten eternamente, sino que también moran en coinherencia, es decir, el Padre, el Hijo y el Espíritu existen el uno dentro del otro. Por lo tanto, cuando el Espíritu llega a nosotros, el Padre y el Hijo también llegan a nosotros.

  Como hemos visto, el Señor hoy en día es el Espíritu. Él pasó por el proceso de encarnación, el vivir humano, la crucifixión y la resurrección para llegar a ser el Espíritu vivificante. Ahora, como personas regeneradas que somos, tenemos a este Espíritu que mora en nosotros.

  Para algunos lectores, lo que hemos venido hablando en este mensaje tal vez sea nuevo. En realidad, lo que les he dicho no son mis palabras, ni mi propia enseñanza, sino citas del Nuevo Testamento. El Nuevo Testamento revela que Dios es Espíritu, que el Tercero de la Trinidad es el Espíritu que llega a nosotros con el Hijo y con el Padre, y que hoy en día el Señor es el Espíritu. Al menos dos versículos del Nuevo Testamento nos muestran esto. En 1 Corintios 15:45 se nos revela que por medio de la resurrección y la ascensión Cristo llegó a ser Espíritu vivificante. Él no llegó a ser simplemente un Espíritu, sino que llegó a ser el Espíritu vivificante, el Espíritu que da vida. Además, 2 Corintios 3:17 afirma claramente: “El Señor es el Espíritu”.

  Sin embargo, quizás algunos traten de tergiversar este versículo, diciendo que el Señor mencionado aquí no es el Señor Jesucristo, sino simplemente el Señor Dios. Si estudiamos detenidamente el libro de 2 Corintios, descubriremos que el título “el Señor” siempre aparece unido al Señor Jesús (2 Co. 1:2, 14; 4:5; 13:14), y Dios es llamado “Padre de nuestro Señor Jesucristo” (2 Co. 1:3; 11:31). Por lo tanto, el Señor en 2 Corintios 3:17, como también en los versículos 16 y 18, sin lugar a dudas se refiere al Señor Jesús, y no a Dios el Padre. Decir que el Señor en este versículo se refiere a Dios y no al Señor Jesucristo es tergiversar el versículo a fin de encubrir la revelación contenida aquí de que el Señor es el Espíritu.

  El Nuevo Testamento revela que nuestro Dios Triuno pasó por el proceso de encarnación, vivir humano, crucifixión y resurrección a fin de llegar a ser el Espíritu que mora en nuestro espíritu regenerado. ¡Aleluya por el maravilloso Espíritu que mora en nosotros! ¡Aleluya por la mezcla del Espíritu divino con nuestro espíritu humano regenerado!

  Afirmar que nuestro espíritu está mezclado con el Espíritu divino no significa que un día seremos deificados. Decir que los dos espíritus, el Espíritu de Dios y el espíritu humano regenerado, son uno no significa que nosotros creemos que llegaremos a ser Dios, es decir, objetos de adoración. Es una blasfemia que alguien diga que una persona puede llegar a ser Dios y ser adorada como tal. Según las Escrituras, nosotros creemos que nuestro Dios Triuno es el Espíritu todo-inclusivo que mora en nuestro espíritu y que se ha mezclado con nuestro espíritu. Éste es el significado de las palabras de Pablo en 1 Corintios 6:17, que dice: “El que se une al Señor, es un solo espíritu con Él”.

SATURADOS DEL DIOS TRIUNO

  ¿Con qué propósito entró el Espíritu vivificante en nuestro espíritu? El Espíritu vivificante entró en nosotros a fin de efectuar la impartición divina. A fin de experimentar la impartición divina de la Trinidad Divina, debemos volvernos a nuestro espíritu y ejercitar nuestro espíritu orando de la manera debida e invocando el nombre del Señor Jesús. Podemos testificar por experiencia que cuando oramos en nuestro espíritu, disfrutamos el suministro del Dios Triuno. Cuanto más oramos con el ejercicio de nuestro espíritu, más tenemos la profunda sensación de que estamos siendo saturados del Dios Triuno. Tenemos la sensación de que somos empapados del Espíritu vivificante. Esta saturación y acción de empapar tiene que ver con la impartición de vida.

  La impartición del Dios Triuno en nosotros hace que seamos miembros de la iglesia que están creciendo y siendo transformados. Por medio de esta impartición divina llegaremos, con el tiempo, a la madurez. Por medio de la impartición divina experimentamos nuestro nacimiento divino y por medio de esta impartición crecemos y disfrutamos la transformación. Ahora somos un solo espíritu con el maravilloso Dios Triuno. Ésta es la impartición divina de la Trinidad Divina, una impartición que produce la vida práctica de una iglesia local.

Biblia aplicación de android
Reproducir audio
Búsqueda del alfabeto
Rellena el formulario
Rápida transición
a los libros y capítulos de la Biblia
Haga clic en los enlaces o haga clic en ellos
Los enlaces se pueden ocultar en Configuración