Mostrar cabecera
Ocultar сabecera
+
!
NT
-
Navega rápidamente por los libros de vida del Nuevo Testamento
AT
-
Navega rápidamente por los libros de vida del Antiguo Testamento
С
-
Mensajes del libro «Impartición divina de la Trinidad Divina, La»
Чтения
Marcadores
Mis lecturas

CAPÍTULO OCHO

LA IMPARTICIÓN DE DIOS EN EL MINISTERIO DE PABLO

(2)

  Lectura bíblica: He. 2:10-12; Ro. 8:29; 12:5; 1 Co. 12:12, 13, 27; Col. 1:18; Ef. 4:4; 1:23; 1 Ti. 3:15; 1 P. 2:5; 1 Co. 3:16-17; 2:15, Ef. 2:21-22; 4:22-24; Col. 3:10-11; Ef. 3:19; 1:10

  Oración: Señor, cuánto te adoramos a Ti, el Dios que habla y se imparte. Te damos gracias de que nos hayas hablado tanto para impartirte a nuestro ser. Te agradecemos porque en estos días estamos bajo Tu impartición. Aun en este mensaje estamos escuchando Tu palabra. Queremos recibir Tu impartición. ¡Oh, Señor Jesús! Haz que estos días estén llenos de impartición. Impártete a nosotros en estos días para que todos seamos llenos de Tu impartición. Señor, gracias por Tu sangre que nos limpia, pues abre el camino para que Tú vengas a impartirte en nosotros y a saturarnos de Ti mismo. Te damos gracias por Tu hablar en esta reunión. Confiamos en Ti; no tenemos ninguna confianza en nosotros mismos. Amén.

  En el mensaje anterior vimos que todo lo que Cristo es, tiene como finalidad que Dios se imparta en nosotros. Éste es el enfoque de toda la Biblia. Sin embargo, muchos cristianos no han visto esto hoy. El cristianismo ha hecho de casi todas las cosas una religión, en vez de hacerlas divinas. Todos debemos levantarnos en contra de cualquier cosa que sea religiosa. Debemos estar completamente a favor de lo divino. Ser regenerados no es algo religioso, sino algo divino. La regeneración no consiste en llevar una vida religiosa, sino en recibir la vida divina además de la vida humana que ya poseemos. Esta vida divina con el nacimiento divino nos convierte en un hijo divino de Dios. Ésta es la etapa inicial de la impartición de Dios en nuestro ser. Dios primeramente se imparte en nosotros por medio de la regeneración. Éste es nuestro segundo nacimiento, nuestro nacimiento espiritual e incluso divino. El nacimiento es simplemente el principio de la vida. Sin el nacimiento no podemos tener vida. ¡Aleluya! La vida divina ha tenido inicio en nosotros. Este inicio es simplemente el nacimiento divino, la regeneración.

  Muchos cristianos parecen haberse olvidado de su regeneración. Aunque nacieron de nuevo y tuvieron un comienzo divino tan maravilloso, después de ser regenerados fueron desviados de las cosas divinas hacia las prácticas religiosas. Después de ser regenerados, han hecho de casi todas las cosas una religión. Por ejemplo, hablan de amor y santidad sin tomar en cuenta la vida divina; hablan de ser un buen esposo o una buena esposa aparte de la vida divina; hablan de ser buenos hijos o buenos padres independientemente de la vida divina; y hablan de ser un buen cristiano sin tomar en cuenta la vida divina.

  En las epístolas del Nuevo Testamento, sobre todo en las epístolas de Pablo, aparecen con mucha frecuencia las frases en Cristo, o, en el Señor. Ésta es una frase corta y breve, pero extremadamente crucial. Por ejemplo, en Efesios 6:1 Pablo dijo: “Hijos, obedeced en el Señor a vuestros padres, porque esto es justo”. No obstante, muchos cristianos en su entendimiento dejan por fuera la frase “en el Señor”. ¡Esta frase crucial es sumamente significativa! Si no estamos en el Señor, no podemos llevar la vida cristiana. Honrar a los padres, amar a nuestra esposa o someternos a nuestro esposo debe llevarse a cabo en el Señor. Si estas cosas no se hacen en el Señor, entonces no forman parte de la vida cristiana, sino de una vida ética. La ética enseña a las personas a tener una buena moralidad, un buen comportamiento y un buen carácter, pero esto se lleva a cabo completamente fuera de Cristo e independientemente de Él. Pero nosotros los cristianos estamos en Cristo. No existimos aparte de Cristo; de hecho, somos parte de Él. Somos partícipes de una unión orgánica con Cristo. Él es la vid y nosotros los pámpanos (Jn. 15:5). Los pámpanos de la vid no están simplemente unidos a la vid, sino que están unidos a la vid orgánicamente. Los pámpanos y la vid comparten una misma vida; ellos no podrían existir aparte de la vid.

LA IGLESIA ES PRODUCIDA

  Ahora llegamos al resultado de la impartición de Dios. A fin de que Dios se imparta en nosotros, Cristo es muchas cosas. En el mensaje anterior abarcamos treinta y cuatro aspectos. Entre estos treinta y cuatro aspectos, hay uno muy significativo, a saber, que Cristo es el Hijo primogénito de Dios. Yo fui cristiano por muchos años antes de llegar a entender y prestar atención al hecho de que Cristo primeramente era el Hijo unigénito de Dios y que después llegó a ser el Hijo primogénito de Dios. La palabra unigénito significa que Él es el único Hijo, y la palabra primogénito indica que Él es el primero entre muchos. ¿Tiene Dios un solo Hijo o tiene muchos hijos? Éste es un punto crucial. Si no vemos este punto, no podremos entender cuál es el resultado de la impartición de Dios.

  ¿Se habían dado cuenta ustedes de que Jesucristo, después de vivir en esta tierra por treinta y tres años y medio, experimentó un nacimiento? En Hechos 13:33 Pedro nos dio a entender que cuando el Señor Jesús se levantó en resurrección, Él fue engendrado por Dios. ¿No era Él el Hijo de Dios antes de la resurrección? ¡Por supuesto que sí! Ya que era el Hijo de Dios antes de Su resurrección, ¿por qué aún necesitaba nacer en resurrección para llegar a ser el Hijo de Dios? Esto no es fácil de explicar. Antes de Su encarnación, Él era el Hijo unigénito de Dios en la eternidad. No tenía la naturaleza humana ni sangre y carne, sino que era absolutamente divino. Pero un día se hizo carne. Esto significa que se vistió de la naturaleza humana; se vistió de carne y sangre (He. 2:14) y llegó a ser humano. Dentro de Él había algo divino; ese algo era el Hijo de Dios. Pero Su naturaleza humana aún era el Hijo del Hombre, es decir, era humano mas no divino. El ser interior de Jesús ya era el Hijo de Dios, pero exteriormente, Su humanidad era simplemente el Hijo del Hombre. En otras palabras, Su ser exterior, Su humanidad, aún no era el Hijo de Dios. Por lo tanto, era Su ser exterior lo que necesitaba nacer de Dios.

  ¿Cómo pudo la humanidad de Cristo nacer para llegar a ser Hijo de Dios? Por medio de la muerte y la resurrección. La muerte de Cristo introdujo Su humanidad en la resurrección, y por medio de la resurrección Su humanidad nació para ser parte de la filiación divina. Por lo tanto, la resurrección de Cristo fue el nacimiento de Su humanidad en la filiación de Dios. Esto hizo que Él, el Hijo unigénito de Dios, llegara a ser el Hijo primogénito de Dios.

  A veces en un nacimiento nacen gemelos, es decir, es un parto en donde nacen dos o tres niños. En la resurrección de Cristo, en ese parto, no sólo nacieron dos o tres niños, sino millones de niños. Sólo hubo un parto, pero nacieron muchos hijos de Dios, muchos hermanos de Cristo (He. 2:10-12; Ro. 8:29). Cristo como Hijo primogénito de Dios no tiene hermanas; Él únicamente tiene hermanos, hijos de Dios. Así que todas las hermanas son también hermanos de Cristo. En ese único parto nacieron muchísimos hijos. Entre los muchos hijos que nacieron, el primero fue el hombre Jesús, y después de Él nacimos todos nosotros. No sé en qué orden nació usted o nací yo, pero cuando Cristo nació, nosotros también nacimos. Cuando Cristo fue resucitado, nosotros también fuimos resucitados. Él era el Hijo unigénito de Dios antes de Su resurrección, pero por medio de Su resurrección el Hijo unigénito llegó a ser el Hijo primogénito. El Primogénito es quien toma la delantera. Él toma la delantera, y todos nosotros le seguimos. Lo que Él experimentó, también debemos experimentarlo nosotros. Él pasó por la muerte, y nosotros también tenemos que pasar por el mismo proceso de la muerte y la resurrección.

  Hoy en día nos encontramos en el proceso de la muerte y la resurrección, a fin de ser hechos conformes a la imagen del Hijo primogénito de Dios (Ro. 8:29). Los muchos hermanos son simplemente el fruto de la impartición de Dios. En la resurrección de Cristo, Dios se infundió e impartió en los millones de creyentes de Cristo. Esto significa que en un solo momento, en una sola acción, Dios el Padre se impartió en todos nosotros. La resurrección de Cristo fue el momento en que se produjo la impartición de Dios en millones de cristianos.

  Todo nacimiento humano es la impartición de la vida del padre en el hijo. Antes que un hombre llegue a ser padre, es un solo hombre, pero después que nace su hijo, su vida se ha impartido en otra persona. ¿Qué es la resurrección? Es la impartición de Dios en Sus creyentes. ¿Qué es la regeneración? También es la impartición de Dios en los creyentes. Este pensamiento fundamental debe impresionarnos profundamente. Entonces se producirá un cambio radical en nuestro modo de pensar, y nunca nos esforzaremos por mejorar nuestro carácter. Debemos olvidarnos de querer mejorar nuestro carácter. Esto no corresponde a la revelación bíblica, sino simplemente a la ética humana.

  Nosotros ciertamente tuvimos un buen comienzo. Dios se impartió en nuestro ser. Por lo tanto, todos llegamos a ser hijos de Dios. No llegamos a ser criaturas de Dios, sino hijos de Dios. Y somos hijos, no por adopción, sino por nacimiento. Somos hijos típicos, genuinos y verdaderos de Dios. En nuestro nuevo nacimiento nuestro Padre se impartió en nuestro ser. En realidad nuestra existencia se debe a esta impartición. Sin esta impartición divina, no podríamos existir. Nuestra existencia se produce por la vida de nuestro Padre. El resultado de esta impartición divina es la iglesia. La iglesia no es ni usted ni yo ni muchos otros en conjunto; no, la iglesia es enteramente el resultado de la impartición de nuestro Padre.

  Por ejemplo, miremos el caso de Eva en Génesis 2. ¿Cómo llegó a existir ella? Adán fue creado por Dios del polvo de la tierra, pero Eva no fue creada de la misma manera. Eva llegó a existir como resultado de la impartición de vida. La vida en la forma de una costilla salió de Adán y al ser impartida produjo a Eva. En otras palabras, Eva fue el aumento de Adán. La iglesia no es simplemente una organización de seres humanos; no, la iglesia es el aumento de Cristo. El aumento de una persona es sin lugar a dudas la impartición de su vida. Ya mencionamos que el nacimiento es la impartición de la vida. La iglesia depende absolutamente de la impartición de la vida. La iglesia es la impartición total de Dios en Su pueblo escogido. Dios se imparte en éste, en aquél y en muchos otros más. Nosotros somos el producto de la impartición total de nuestro Padre. La iglesia es simplemente la familia de Dios. Una familia es el producto de la impartición total del padre. De igual manera, la iglesia es simplemente la totalidad de la impartición de Dios nuestro Padre en muchos hijos. Los muchos hijos de Dios que nacieron en la resurrección de Cristo son también los muchos hermanos de Cristo (He. 2:10-12; Ro. 8:29). Los muchos hermanos son los muchos miembros de Cristo (12:5; 1 Co. 12:12), y estos muchos miembros en conjunto son simplemente el Cuerpo de Cristo (12:13, 27; Col. 1:18; Ef. 4:4). El Cuerpo de Cristo es la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo (1:23), y esta plenitud es la casa de Dios (1 Ti. 3:15; 1 P. 2:5). La casa de Dios es también el templo de Dios (1 Co. 3:16-17; Ef. 2:21-22). Todos estos aspectos de la iglesia provienen de la impartición de Dios.

  Cuanto más hablo acerca de la impartición de Dios y del aumento de Cristo en nosotros, más carga siento. Jamás puedo agotar esta clase de hablar. Si ustedes me dieran el tiempo, les hablaría una y otra vez acerca de la impartición de Dios desde la primera página de la Biblia hasta la última. Les diría una y otra vez que Dios desea ser plantado en ustedes como árbol de la vida para crecer en cada parte de su ser e infundir en ustedes la impartición de Dios.

  En la resurrección de Cristo, en ese único parto, millones de niños nacieron. Todos ellos son simplemente la totalidad de la impartición de Dios. Y esta totalidad llega a ser la iglesia, la cual es el Cuerpo de Cristo (Ef. 1:22-23), que también es Su plenitud. Sin la iglesia, Cristo no tiene plenitud. Esta plenitud de Cristo es la casa de Dios donde Dios mora. La plenitud contiene a Dios; ella es el templo de Dios. El templo no es solamente la casa de Dios, sino también nuestra casa. No solamente el Padre vive en esta casa, sino también todos Sus hijos. Aquí en Stuttgart Dios tiene un templo que es Su propia casa, la cual también ha llegado a ser nuestra casa. Nosotros los hijos, el fruto de la impartición del Padre, junto con el Padre mismo, la fuente de esta impartición, moramos en esta casa. Esto es la vida de iglesia. La vida de iglesia es el resultado total de la continua impartición de Dios.

CRISTO ES MINISTRADO Y LA IGLESIA ES PRODUCIDA

  Cuando Cristo es ministrado y la iglesia es producida, los dos llegan a ser el Cristo corporativo. El Cristo ministrado junto con la iglesia producida a partir de Él llegan a ser el Cristo corporativo (1 Co. 12:12). La iglesia por sí sola es la plenitud de Cristo, Su expresión (Ef. 1:23), mientras que el Cristo corporativo, es decir, Cristo en el aspecto individual junto con la iglesia como Su Cuerpo, es la plenitud de Dios, la expresión de Dios (Ef. 3:19). Primeramente la iglesia es la plenitud de Cristo, y luego Cristo junto con la iglesia llegan a ser la plenitud de Dios. Dios se manifiesta en este Cristo corporativo quien es el nuevo hombre (Ef. 2:15; 4:22-24; Col. 3:10-11). Este nuevo hombre tiene a Cristo por Cabeza y la iglesia como su Cuerpo y, como tal, es un hombre universal que expresa a Dios y lo satisface. La consumación de esto será la Nueva Jerusalén. Dios ha estado impartiéndose a través de los siglos, y el resultado final de esto será la Nueva Jerusalén en el cielo nuevo y la tierra nueva. La Nueva Jerusalén simplemente será la plenitud del Dios Triuno. Así como hoy en día la iglesia es la plenitud de Cristo, también conforme al mismo principio la Nueva Jerusalén será la plenitud del Dios Triuno. Si ustedes miran la Nueva Jerusalén, podrán ver que en ella Dios se expresa a lo sumo en Su plenitud. Es el Dios Triuno que se expresa en plenitud según Su impartición. Éste será el cumplimiento de Efesios 1:10. En la plenitud de los tiempos Dios hará que todas las cosas sean reunidas en Cristo bajo una cabeza. Hoy en día Dios solamente ha reunido a la iglesia en Cristo bajo una cabeza en una menor escala. Pero cuando vengan el cielo nuevo y la tierra nueva, Dios hará que todo el universo sea reunido en Cristo bajo una cabeza. Esto será la expresión total de Dios, la cual obtiene Él al impartirse a Sí mismo en Sus escogidos a través de los siglos.

  Todos ustedes necesitan ver esto. Necesitan recibir una visión que cambie sus conceptos y su perspectiva y produzca un cambio radical en todo su ser. Entonces aborrecerán las cosas éticas, como por ejemplo el hecho de mejorar su comportamiento o su carácter, y tendrán aspiración por las cosas divinas. Aspirarán a que aumenten en su ser la impartición divina de la vida divina, la naturaleza divina y la gloria divina. Ésta es la vida cristiana, y ésta es la vida de iglesia. Ésta es la clase de vida que Dios desea. Dios desea obtener un grupo de personas redimidas y regeneradas, las cuales vivan por el Dios que se imparte. Necesitamos vivir por la impartición divina. Día tras día todos debemos permanecer en el estado de recibir esta impartición.

Biblia aplicación de android
Reproducir audio
Búsqueda del alfabeto
Rellena el formulario
Rápida transición
a los libros y capítulos de la Biblia
Haga clic en los enlaces o haga clic en ellos
Los enlaces se pueden ocultar en Configuración