
En este capítulo consideraremos el tema de la oración de guerra. Si hemos comprendido que las oraciones de mayor valor son las oraciones hechas en ascensión, entonces podemos entender con facilidad que la oración es una batalla o una guerra, y que nosotros pronunciaremos oraciones de guerra. Tal es la naturaleza de la oración mencionada en Efesios 6. Esta oración no es ordinaria, común ni general, sino que es una oración muy elevada, la cual se pronuncia desde la esfera de los cielos.
El reino de Dios es la esfera del dominio de Dios. La Biblia nos muestra que el plan de Dios, por el lado positivo, consiste en que Él se exprese en Su Hijo. Por el lado negativo, el plan de Dios consiste en que se lleve a cabo Su autoridad en todo el universo, a fin de que el universo entero pueda convertirse en Su reino, es decir, en la esfera de Su dominio. Al leer las Escrituras siempre debemos tener presentes los dos aspectos del plan de Dios.
Desde el principio, Génesis capítulo 1 nos muestra la imagen y el dominio de Dios. La intención de Dios en el universo es que Él sea expresado y que Su reino no sufra ninguna limitación. Por tanto, el Señor Jesús comenzó Su oración, diciendo: “Santificado sea Tu nombre” (Mt. 6:9), lo cual es un asunto que consiste en que Dios sea expresado. En seguida, Él dijo: “Venga Tu reino. Hágase Tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra” (Mt. 6:10). Esto tiene que ver con el reino de Dios y el dominio de Dios. Estas tres primeras frases de la oración del Señor expresan los dos aspectos del plan de Dios. A lo largo de los siglos, casi todos los que están en el cristianismo han prestado mucha atención a la oración del Señor. Todos los días hay personas que la recitan, pero desafortunadamente parece que las palabras de esta oración están fuera de su alcance. Que el Señor nos conceda misericordia y nos muestre que Su oración es con miras a la propagación ilimitada del reino de Dios en la tierra y en el universo entero. Por supuesto, para llevar a cabo este plan de Dios, es necesario que el pueblo de Dios ore lo suficiente. Las oraciones genuinas del pueblo de Dios son para Su reino. Usted y yo podemos orar por muchas cosas, pero a menos que el propósito final sea el reino de Dios, esas oraciones no tienen ningún valor ante Dios. Admitimos que en la oración del Señor se abordan los temas de tomar medidas con respecto a los pecados y del vivir diario, pero el principio de la oración y su final están dirigidos completamente hacia el reino de Dios. En el principio dice: “Venga Tu reino. Hágase Tu voluntad en la tierra”. Y al final dice: “Porque Tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos”. Por tanto, esta oración muestra que Él desea que nuestra oración sea totalmente para el reino de Dios.
La situación mencionada en Apocalipsis 12 presenta las oraciones verdaderas de los santos. Allí se muestra la mujer que da a luz un hijo varón. La mujer representa la totalidad de los redimidos. El hijo varón representa la parte fuerte de las personas redimidas, es decir, los vencedores en la iglesia. Debemos darnos cuenta que la mujer y el hijo varón a quien ella dio a luz, oraron. Sus voces llegaron hasta Dios, de modo que después del arrebatamiento del hijo varón hubo una guerra en el cielo. Por consiguiente, el enemigo de Dios fue arrojado del cielo a la tierra. Entonces hubo una gran voz en el cielo que decía: “Ahora ha venido la salvación, el poder, y el reino de nuestro Dios, y la autoridad de Su Cristo” (Ap. 12:10). Por tanto, una vez que el pueblo de Dios expresa las oraciones verdaderas, el resultado siempre es la venida del reino de Dios. Por otra parte, sin las oraciones del pueblo de Dios, no hay manera de que venga el reino de Dios. La venida del reino está totalmente relacionada con nuestras oraciones.
Los ejemplos presentados en el Antiguo Testamento también confirman esto. Cuando los hijos de Israel estaban en la cautividad, Jerusalén fue destruida, el templo fue quemado, y la nación de Israel fue derrumbada por completo. En aquel tiempo Dios levantó a varios hombres de oración en Babilonia. Daniel y tres de sus amigos eran competentes en la oración. Sus oraciones dieron lugar a la venida del reino. El reino de Dios había venido a la tierra por medio de David, pero después de la época de Salomón fue derrotado de nuevo. En Babilonia, Daniel oraba precisamente por este asunto, a fin de que el reino de Dios pudiera venir una vez más a la tierra. Fue totalmente debido a la oración de Daniel que Dios pudo edificar el templo, restaurar Jerusalén y obtener el dominio. Por tanto, debemos entender claramente que, ya sea que venga el reino de Dios o no, y que Él pueda gobernar en la tierra o no, todo depende de que el pueblo de Dios ore. El propósito final de la oración es traer el reino de Dios.
La oración se relaciona categóricamente con el enemigo de Dios. La autoridad de Dios es atacada en el universo debido a la existencia del enemigo de Dios. En la Biblia, el reino de Dios tiene mucho significado. El enemigo de Dios también es un asunto muy crucial en la Escritura. La autoridad de Dios sufre frustración y limitación en el universo, porque existe el rebelde de Satanás en el universo.
Hay un conflicto muy grande en el universo entre Dios y Su enemigo Satanás. Uno puede decir que la Biblia es un libro de vida, pero también debe decir que la Biblia es un libro de guerra. Hay una línea en la Escritura que es la línea de la guerra. Satanás en primer lugar se levantó para sublevarse y rebelarse. Entonces Dios intervino para lidiar con él, y así comenzó la guerra universal. Los estadistas y expertos militares del mundo actual están buscando maneras de eliminar las guerras y de promover la paz. No entienden que los sucesos en la tierra están ligados completamente a la guerra entre Dios y Satanás. ¿Cuándo vendrá la paz al linaje humano? Eso tendrá que esperar hasta el día cuando el enemigo de Dios sea atado y arrojado al abismo. Entonces en el universo entero no habrá más guerra entre Dios y Satanás, e igualmente, las guerras entre el linaje humano cesarán. La guerra humana proviene por completo de la guerra universal entre Dios y el diablo. Cuando se solucione esta guerra universal, no habrá más guerras entre los hombres. Por tanto, debemos pronunciar oraciones de guerra, por una parte, para traer el reino de Dios y, por otra, para expulsar al enemigo de Dios. La oración indica que el hombre se mantiene firme del lado de Dios y que el hombre se opone al enemigo de Dios.
Hay tres figuras principales en el universo: Dios, Satanás y el hombre. Nunca menosprecien al hombre. Dios nunca lo ha menospreciado. Dios, Satanás y el hombre pueden considerarse como las tres grandes cabezas en el universo. La intención de Satanás es derrocar la autoridad de Dios. El deseo de Dios es eliminar al rebelde de Satanás. Sin embargo, Dios no desea lidiar con Satanás directamente, y Satanás no tiene manera de destruir la autoridad de Dios directamente, por medio de su propia fuerza. Dios busca trabajar a través del hombre para lidiar con Satanás, y Satanás también quiere trabajar con el hombre para frustrar a Dios. La solución de los problemas que existen entre Dios y el diablo está ligada al hombre. El hombre es la figura crítica en el universo. Si el hombre está del lado de Dios, Dios predomina. Si el hombre está del lado de Satanás, entonces Satanás prevalece.
Hay una línea de la verdad en la Biblia que trata del conflicto que existe entre Dios y Satanás. Esta línea incluye necesariamente la lucha entre Dios y Satanás por ganar al hombre. Dios desea ganar al hombre, y Satanás también desea ganarlo. Dios desea que el hombre coopere con Él; y Satanás también desea lo mismo. Dios desea entrar en el hombre, y Satanás también desea entrar en el hombre. Dios desea mezclarse con el hombre, y Satanás también desea mezclarse con el hombre. Tomando en cuenta este contexto, ¿qué es la oración? Por una parte, la oración consiste en que el hombre le declare a Dios que él desea a Dios y que está de Su lado. Por otra parte, consiste en que el hombre le diga a Satanás que él está del lado de Dios y en oposición suya. Por tanto, el propósito de la oración es traer el reino de Dios y echar a Satanás.
Nuestro concepto común cuando oramos por los pecadores es pedir que su alma se salve. Pero, en efecto, las verdaderas oraciones por las almas de los hombres tienen como finalidad lidiar con Satanás y traen el reino de Dios. Cuando una persona no cree en el Señor Jesús, no sólo se trata de que su alma se vaya al infierno. Aún más, es un asunto del dominio que tiene Satanás sobre él. El hecho que él vaya al infierno es un asunto ligado al gran asunto del dominio de Satanás sobre él. Así que, debemos orar por él para ahuyentar a Satanás, para liberarlo del poder de las tinieblas y para que el reino de Dios venga a él. Las verdaderas oraciones, por una parte, siempre traerán el reino de Dios al hombre y, por otra parte, ahuyentarán el poder que Satanás tiene sobre el hombre. Cada vez que un pecador se salva es una derrota parcial sobre el poder de Satanás y una venida parcial del reino de Dios. Ésta es la oración de guerra.
En la Biblia es un principio muy importante que Dios no lidia directamente con Satanás; más bien, Dios usa al hombre. Tal vez algunos digan: “¿Acaso Dios no lidia con Satanás a través de Su Hijo? La Escritura dice: ‘Para esto se manifestó el Hijo de Dios, para destruir las obras del diablo’” (1 Jn. 3:8). Sí, esto es verdad. Pero el Hijo de Dios vino a lidiar con Satanás en Su carne humana. Él vino como un hombre, en la posición de hombre, y se vistió del hombre para lidiar con Satanás. Para lidiar con Su enemigo, Dios necesita usar al hombre. Si el hombre no coopera con Él, Dios no puede hacer nada. Igualmente, para traer salvación al hombre, Dios necesita que el hombre ore. Si el hombre no ora por las almas de los pecadores, Dios no puede salvarlos. La salvación de una persona es el resultado de que alguien oró por ella. Dios no tiene manera de salvar a los hombres directamente. La salvación que Dios efectúa es indirecta; necesita el conducto del hombre. Aquí vemos lo crucial que es la posición del hombre. La oración del hombre indica si éste está del lado de Dios o del lado de Satanás. Una vez que doblan sus rodillas ante Dios, ustedes manifiestan que, en el conflicto universal, ustedes están del lado de Dios y que están totalmente en contra del enemigo de Dios. Su oración, en un sentido positivo, está trayendo el reino de Dios y, en un sentido negativo, derrocando al enemigo de Dios.
Toda oración genuina es una oración que echa fuera a los demonios. Supongamos que el hogar de cierto hermano no tiene paz. El marido y la esposa pelean. Si ustedes realmente conocen lo que es la oración, podrán pronunciar oraciones que luchen por ellos y echen fuera el demonio que causa las peleas en ese hogar. Lo digo en serio. El marido y la esposa pelean porque Satanás ha ganado una posición entre ellos. Cuando ustedes oran por ellos, por una parte, están trayendo el reino de Dios y, por otra, están ahuyentando al enemigo de Dios. Entonces la autoridad de Dios estará entre ellos, y no así el poder de Satanás. Ésta es la verdadera oración.
Esto también es verdad en cuanto a la oración por la iglesia. Hay desacuerdos y contenciones en la iglesia porque Satanás ha ganado terreno. Así que, oramos por la iglesia para traer el reino de Dios y expulsar el poder de Satanás. Todas las oraciones genuinas tienen un propósito doble: en un sentido positivo, traer el reino de Dios, y en un sentido negativo, expulsar el poder de Satanás. Esta clase de oración causa el éxito de Dios y la derrota de Satanás. Cuanto más hagamos esta clase de oraciones, más severa será la derrota de Satanás, y más vendrá el reino de Dios.
Ahora consideremos la posición del enemigo de Dios. Hablando de la guerra espiritual, Efesios 6 nos dice que el enemigo de Dios, el poder de las tinieblas, está en el aire. Tanto en Efesios como en Colosenses hay varios lugares que dicen que los principados y autoridades están en el aire. Así que, la posición del enemigo de Dios está en el aire. Por otra parte, la Biblia también nos muestra que la esfera de las actividades del enemigo de Dios se halla en la tierra. Satanás usurpa el aire para que sea su morada y controla la tierra para que sea la esfera de sus actividades. Por tanto, el Señor Jesús quiere que oremos para que venga el reino de Dios y para que se haga la voluntad de Dios como en el cielo, así también en la tierra. Toda la tierra hoy, por un lado, está bajo el dominio de Dios. Pero por otro lado, si observamos la situación en cualquier parte, detectaremos que a nadie le importa la voluntad de Dios ni la autoridad de Dios, porque toda la tierra ha sido usurpada por Satanás.
Si ustedes pueden imaginarse la situación, verán que Dios está en los cielos, Satanás está en el aire, y el hombre está en la tierra. Toda la tierra se halla bajo el control del aire, y el hombre está bajo el control de Satanás. Daniel capítulo 10 revela que mientras Daniel oraba fervientemente y aplicaba su corazón para entender, Dios envió a un mensajero del cielo para decirle que sus oraciones habían sido oídas. El ángel se enfrentó al príncipe de Persia en el aire y no pudo pasar. Esta lucha duró tres semanas. Finalmente, Miguel vino a ayudar al ángel, quien entonces pudo pasar el aire y llegar a Daniel en la tierra. Tales pasajes de la Biblia nos dan a conocer las cosas espirituales en el universo. Satanás usurpa el aire y controla la tierra. Si se le añade el Hades, que está por debajo de la tierra, entonces tres de los cuatro lugares del universo están en las manos de Satanás. Solamente queda el cielo para Dios. Tal es la posición de Satanás.
La posición de la oración es la de ascensión. Los que no oran en la posición de ascensión caen bajo el control de Satanás. Las oraciones genuinas siempre se expresan en la esfera celestial. La señora Penn Lewis dijo una vez que primero se debe ver claramente la posición de la ascensión en Efesios 2 para poder tener las oraciones de guerra reveladas en Efesios 6. Una vez que ustedes caigan a la tierra estarán en las manos de Satanás, y no podrán lidiar con él. La oración de Daniel estaba, por un lado, en la tierra, pero por otro, en la esfera celestial. Su condición y naturaleza eran completamente celestiales, así que su oración podía lidiar con el enemigo.
Tomemos el ejemplo de una familia donde el marido y la esposa son salvos. Sin embargo, un día el marido y la esposa pelean. Al no poder resolver el conflicto entre sí, ambos acuden a los hermanos responsables para presentar sus acusaciones. El marido habla de cuánto la hermana le molesta, y la esposa habla de cuánto el hermano la maltrata. Al escuchar el caso, algunos inmediatamente dicen: “¡Esta hermana es muy poco razonable! Se está comportando insolentemente. Ella no tiene su cabeza cubierta ni tampoco guarda su posición”. Pero otros que están del lado de la hermana, dicen: “Ese hermano es muy poco razonable. ¿Cómo puede ser tan poco comprensivo y desconsiderado?”. Permítanme preguntarles a ustedes, cuando un hermano y una hermana pelean de esta manera, ¿están en los cielos, en la tierra o en el aire? Creo que todos nosotros sabemos que cuando peleamos, caemos del cielo. Quizás hace una semana estábamos alabando a Dios, diciendo: “Hemos sido sentados en los lugares celestiales juntamente con Cristo, ¡aleluya!”. Pero apenas al cantar aleluya por poco tiempo, todos nos caemos del cielo. Todos estamos en la tierra. Y además, incluso aquellos que han oído el caso de este hermano y esta hermana, por involucrarse, también caen de la posición ascendida. Algunos caen a la tierra junto con la hermana, y otros caen junto con el hermano. Aquellos que defienden a la hermana y aquellos que defienden al hermano, todos vienen a orar. Los que se ponen del lado de la hermana van ante Dios y dicen: “Señor, mira qué tan inapropiado es este hermano. No podemos ni imaginarnos que alguien que te sirve, pueda ser así”. Y los que se ponen del lado del hermano, también oran diciendo: “Señor, ¿qué hacemos? Si aun esa hermana que te sirve se comporta así, entonces, de ahora en adelante, ¿cómo puede la iglesia ayudar a las hermanas?”. Permítanme preguntarles, ¿qué clase de oraciones son éstas? Si me permiten usar esta expresión, yo diría que ésta es una oración hecha rodando en la tierra. Es una oración de sangre y carne. La sangre y la carne son terrenales, así que estas oraciones provienen de la tierra.
Ustedes deben ser personas en ascensión para poder orar por otros. Si usted se emociona por algún asunto en particular y actúa en su carne, caerá del cielo a la tierra y no podrá orar. No podrá orar por ese asunto hasta que el Señor le muestre Su misericordia, y entonces recupere la posición ascendida. Una persona que no puede orar, seguramente está en la tierra. Cuando otros pelean y ustedes intervienen, ustedes pierden su posición para orar. Bajo tales circunstancias, no tienen la manera de lidiar con el enemigo de Dios.
Después de leer la oración de Daniel, deben admitir que él era uno que realmente había ascendido a los cielos, que había entrado al Lugar Santísimo y que había tocado el trono. Aunque era alguien que vivía en la tierra, vivía en la esfera de los cielos. Por tanto, su oración era poderosa, capaz de solucionar los problemas del pueblo de Dios en la tierra.
Éste es el principio que rige la oración, no solamente cuando oramos por cosas importantes, tales como la voluntad de Dios y la obra de Dios, sino incluso cuando oramos por nosotros mismos, a saber, por nuestra salud, nuestra familia y nuestro trabajo. Siempre tengan presente que la posición de Satanás se halla en el aire. Por tanto, si oramos en la tierra, estaremos bajo su control. Pero si nos trasladamos a los cielos y oramos, lo hacemos de arriba hacia abajo. En estrategia militar, esto equivale a observar y controlar la situación que se encuentra abajo, al ocupar un lugar elevado. Esto es similar a las oraciones en Apocalipsis 8. En cuanto a la fragancia se refiere, las oraciones ascendieron a Dios; pero en cuanto a lo que Dios logra hacer, las oraciones fueron hechas desde el cielo hacia abajo. Fueron derramadas desde el cielo, porque fueron expresadas en la esfera celestial. En cuanto a la aceptación de Dios, nuestras oraciones deben ser como el olor fragante del incienso que asciende al trono; pero en cuanto a lidiar con el enemigo, nuestras oraciones deben ser derramadas desde el trono. Todos los verdaderos hombres de oración están sentados juntamente con Cristo en los lugares celestiales y oran desde el trono.
Una oración como la que hemos mencionado es una oración en el trono, incluso una oración reinante. Los sentimientos, el temperamento, la carne, las opiniones y las quejas del hombre deben ser tratados a fondo en ese caso. Siempre que tengamos alguna queja o estemos enojados, caemos de los cielos a la tierra e inmediatamente perdemos nuestra posición de ascensión para orar. Por tanto, no tenemos manera de orar.
Todas las oraciones que se expresan en la esfera celestial y desde el trono de Dios son oraciones de guerra. El que ora de esta manera es alguien que ha pasado por la cruz, que ha resucitado y ascendido. Se halla en el trono, lejos de la tierra, y no es afectado por ninguna cosa terrenal. Las oraciones que él expresa desde tal esfera son oraciones que pueden derrotar al diablo en el aire y hacer descender la autoridad de Dios. Al igual que la oración de Daniel, tales oraciones pueden traer las cosas del cielo a la tierra. Pueden lograr que la autoridad celestial pase a través del aire y llegue a la tierra. Ésta es la oración en la lucha.
Consideremos, por favor: ¿Acaso hay un pecador que no desee ser salvo? ¿Acaso hay algún santo que no desee amar el Señor? Todos los pecadores desean ser salvos, y todos los santos desean amar al Señor. Pero debido a que hay alguien en el aire que usurpa a los hombres y los controla en la tierra, los pecadores no logran recibir el evangelio, y a los santos se les impide buscar al Señor. Así que, no es suficiente solamente predicar el evangelio y ministrar la Palabra. Debemos levantarnos y vivir en la esfera celestial a fin de tocar el trono de Dios como lo hizo Daniel. Debemos orar a Dios para que Su autoridad celestial descienda a la tierra. Si hacemos esto, veremos que los pecadores serán salvos uno por uno, y que los santos se levantarán de uno en uno para buscar y amar al Señor. Debido a que habrá oraciones de batalla que ahuyentan el poder de las tinieblas y traen la autoridad de Dios, como resultado Dios logrará cumplir Su voluntad en la tierra. Tales oraciones permitirán que Dios lleve a cabo la salvación y que les conceda gracia a Sus hijos según Su beneplácito.
Así que, toda persona de oración debe estar en la esfera celestial, donde debe tocar el trono de Dios, y por tanto, ser capaz de derramar oraciones desde el cielo. Ya que están por encima de la tierra, del aire y del poder de las tinieblas, y ya que están sentados juntamente con Cristo en el trono de Dios en los lugares celestiales, las oraciones que ustedes pronuncian son oraciones de guerra. Al haber entendido este punto, cambiarán el centro de su atención del hombre al diablo. Cuando un pecador no puede recibir la salvación, deben orar: “Oh Dios, no es que él no se quiera arrepentir, sino que es el diablo que lo está usurpando. Te pido que eches al diablo de él”. Cuando el marido y la esposa estén en una pelea familiar, no deben culpar al hermano ni a la hermana. Vuestros ojos verán que el hermano y la hermana se encuentran bajo el poder de las tinieblas. Así que, el blanco de vuestras oraciones no será el hermano ni la hermana, sino el poder de las tinieblas que está detrás de ellos y sobre ellos. Ésta es la lucha de la que se habla en Efesios 6. Esta lucha no es contra sangre y carne, sino contra las huestes espirituales de maldad en las regiones celestes. El blanco con el cual lidiamos en nuestras oraciones no es el hombre sino el diablo. Todos los problemas en la iglesia no provienen de los hermanos y las hermanas, sino de Satanás. Los problemas en la familia también no son con el marido, con la esposa ni con los hijos, sino con Satanás. El objetivo de la oración en la guerra espiritual no se centra en absoluto en los hombres de sangre y carne, sino en el diablo que está en la esfera espiritual. Si estamos en la esfera celestial, podemos hacer tales oraciones en ascensión, es decir, hacer oraciones de guerra. Tales oraciones de guerra tienen el fin de expulsar a Satanás y traer el reino de Dios.