Mostrar cabecera
Ocultar сabecera
+
!
NT
-
Navega rápidamente por los libros de vida del Nuevo Testamento
AT
-
Navega rápidamente por los libros de vida del Antiguo Testamento
С
-
Mensajes del libro «Lecciones acerca de la oración»
1 2 3 4 5 6 7 8 9 10
11 12 13 14 15 16 17 18 19 20
Чтения
Marcadores
Mis lecturas

CAPÍTULO DIECINUEVE

EL AYUNO Y LA ORACIÓN

  Los cristianos están muy familiarizados con el tema de ayuno y oración, pero desgraciadamente, muchos malinterpretan su significado y lo tratan como una cosa común. Temo que no sean muchos los que realmente saben lo que significa ayunar y orar. Ahora vayamos a la Biblia y examinemos bien este asunto.

  Cuando la Biblia menciona la oración por primera vez, no habla de la necesidad de ayunar. No vemos que Noé o Abraham hayan orado con ayuno. En el caso de Moisés es un poco diferente. La Biblia no dice explícitamente que él ayunara y orara, pero al parecer sí lo hizo cuando subió a encontrarse con Dios en el monte Sinaí. A partir de ello, la Biblia menciona con frecuencia el asunto del ayuno junto con la oración. Especialmente en el Nuevo Testamento es muy evidente que el ayuno está muy relacionado con la oración. El primer hombre que ayunó en el Nuevo Testamento fue Juan el Bautista. Mateo 11:18 dice: “Porque vino Juan, que ni comía ni bebía”. Por supuesto esto no significa que Juan ayunara en sentido estricto. Lo que quiere decir es que él no participó de los placeres mundanos. Por una parte, Juan ni comió ni bebió, y por otra parte, él comía “langostas y miel silvestre” (Mt. 3:4). En cualquier caso, se le debe contar entre los que ayunaron.

  Según lo que consta en el Nuevo Testamento, la segunda persona que ayunó fue el Señor Jesús. Cuando el Señor salió inicialmente a ministrar, Él ayunó delante de Dios por cuarenta días. Más tarde, en Su enseñanza, Él habló algo sobre el ayuno. Dijo que mientras Él estuviera con los discípulos no era necesario que ellos ayunaran, pero cuando Él fuera quitado de ellos, entonces ayunarían (Mr. 2:18-20). Además, dijo que ciertos demonios no pueden ser echados fuera solamente con la oración (Mt. 17:21). Así que, por el ejemplo del Señor Jesús podemos ver que Él era una persona que ayunaba. A la vez, Sus enseñanzas muestran lo que el ayuno realmente es. Más adelante, la Biblia muestra que durante la era apostólica, los apóstoles ayunaban y oraban con frecuencia. Hechos 13 relata claramente que cinco profetas y maestros en la iglesia en Antioquía ayunaban y oraban mientras ministraban al Señor. En particular, cuando dos de ellos iban a ser enviados a los gentiles, ellos ayunaron y oraron antes de enviarlos. Podemos decir que el historial acerca del ayuno llega a su clímax en Hechos 13.

  He indicado brevemente la relación que existe entre el ayuno y la oración. A partir de lo que consta en estos pasajes, podemos ver cuál es la relación que hay entre el ayuno y la oración, o cuál es el significado de ayunar mientras que oramos.

I. EL AYUNO ES LA EXPRESIÓN ESPONTÁNEA DEL HOMBRE CUANDO RECIBE UNA RESPONSABILIDAD MUY GRANDE

  En primer lugar, el ayuno es una expresión espontánea del hombre cuando recibe una responsabilidad grande ante Dios. Al llegar ese momento, el hombre ayunará espontáneamente. Las experiencias en nuestra vida humana también confirman este punto. Cuando nos enfrentamos a un asunto importante en nuestra vida humana, frecuentemente no podemos comer. Claro, algunas cosas pueden hacernos sentir felices y causarnos comer más, pero otras pueden presionarnos a tal grado que simplemente no podemos comer. Debido a que el asunto al que nos enfrentamos es tan grande y la responsabilidad tan pesada, automáticamente perdemos el apetito. Sin embargo, cuando hayamos tomado cuidado del asunto y cumplido con responsabilidad, nos sentimos liberados y el apetito regresa, dando por resultado que podemos comer de manera normal. Igualmente, cuando recibimos un asunto importante de parte de Dios, sentimos tanta carga interior que ayunamos sin proponérnoslo. Puesto que Moisés recibió una responsabilidad muy grande de parte de Dios en el monte Sinaí, no pudo comer por cuarenta días. Más adelante, cuando el propio Señor Jesús salió a ministrar, habiendo recibido una gran responsabilidad, Él tampoco podía comer. Esto no significa que realmente no pudiera comer, sino que no tenía ánimo para comer. Es como si no hubiera lugar en Él para contener el alimento. En Hechos 13, se les dio una enorme responsabilidad a los profetas y maestros en Antioquía. Por tanto, ayunaron y oraron espontáneamente para evitar que ninguna parte de su ser se distrajera de tal responsabilidad. Éste es el primer significado del ayuno.

II. EL AYUNO ES UN INDICIO DEL COMPROMISO INCONDICIONAL DEL HOMBRE

  En segundo lugar, el ayuno es un indicio de que el hombre está absolutamente del lado de Dios. En el capítulo referente a la oración de guerra, dijimos que la oración consiste en que el hombre declare en el universo que él está del lado de Dios en contra de Satanás. El ayuno es una señal del compromiso incondicional de tal oración. Hoy, para demostrar el compromiso incondicional hacia cierto asunto, un hombre puede ayunar por mucho tiempo. Si usted puede orar por cierto asunto y puede también comer, esto revela que no está del lado de Dios de una manera absoluta. Muestra que su actitud aún no es lo suficientemente firme. Así que, hermanos y hermanas, cuando oren, no ayunen a la ligera. Siempre tengan presente que por medio del ayuno están diciendo: “Éste es un asunto muy grande e importante, y en este asunto, mi actitud, mi intención, es estar cien por cien y absolutamente firme al lado de Dios para luchar contra Su enemigo”.

III. EL AYUNO ES RENUNCIAR A UN DERECHO LEGÍTIMO

  En tercer lugar, el significado básico del ayuno es renunciar a los derechos legítimos que nos pertenecen. No hay nada en nuestra vida humana que sea más legítimo que comer. Después de la creación del hombre, la primera cosa que Dios hizo para el hombre fue hacer preparativos para lo que iba a comer. En Génesis 1, después que Dios creó al hombre a Su imagen, enseguida ordenó que las hierbas y las frutas fueran para el alimento del hombre. Por tanto, el hecho que el hombre coma es algo legítimo. Al ayunar, el hombre indica que a fin de recibir y llevar un asunto importante, él renuncia a su más legítimo derecho.

  Puesto que el ayuno es la renuncia de nuestro derecho legítimo, también debemos aprender a renunciar a nuestros derechos legítimos en muchos otros asuntos. Si no estamos dispuestos a poner a un lado los placeres de nuestra vida al ayunar, entonces el ayuno no tiene sentido. La vida del Señor Jesús correspondía con Su práctica de ayunar, porque mientras vivía como un hombre en la tierra, Él renunció a muchos derechos legítimos. Toda la vida del Señor Jesús se basó en el principio del ayuno. Él renunció a Sus derechos legales y abandonó los disfrutes normales, de modo que aunque no ayunaba diariamente, vivía cada día bajo el principio del ayuno.

IV. EL AYUNO ES UN INDICIO DE QUE EL HOMBRE NO SE DA IMPORTANCIA A SÍ MISMO

  En cuarto lugar, el ayuno también indica que el hombre no se da importancia a sí mismo, incluso que no le importa su propia vida. El comer es lo más crucial para la existencia humana. Sin comer, el hombre se moriría de hambre. Por tanto, ayunar es usar la vida como una garantía. Al ayunar, ustedes están diciendo: “Quiero que este asunto se cumpla incluso si me cuesta la vida. Estoy luchando por esto con mi vida”. En ocasiones algunas personas que trabajan en una organización pueden discutir acerca de algo y usar como garantía el hecho de quedarse o irse. En esencia dicen: “Si están de acuerdo conmigo me quedo; si no, me iré”. Tengan presente que ayunar es luchar por algo con su propia vida. En efecto, están asumiendo la actitud de que prefieren morir a pasar por alto ese asunto. Ustedes morirían con tal de que ese asunto se pueda llevar a cabo. Por tanto, si oramos por cierta carga, y en nuestro corazón todavía consideramos nuestro futuro, nuestro destino o nuestra vida, entonces podemos orar, pero no habremos de ayunar. Si realmente desean ayunar y orar por cierto asunto, tienen que mantener la actitud de que están poniendo su vida a un lado. Esto va de acuerdo con lo que dijo Pablo: “Ni estimo preciosa mi vida para mí mismo” (Hch. 20:24). Cuando Pablo iba camino a Jerusalén por última vez, a lo largo del camino los creyentes le advertían, diciéndole: “Cuando llegues ahí, seguramente te van a atar con cadenas y estarás en peligro”. Le suplicaron a tal grado, que Pablo, al no poder sobrellevarlo más, contestó: “¿Qué hacéis llorando y quebrantándome el corazón? Porque yo estoy dispuesto no sólo a ser atado, mas aun a morir en Jerusalén por el nombre del Señor Jesús” (Hch. 21:13). Éste es el principio del ayuno. En el ayuno uno no solamente renuncia a sus derechos, sino también renuncia a su vida. Por tanto, cuando a veces sentimos que nuestro ayuno no tiene sentido, se debe a que simplemente estamos manifestando una indicación exterior, pero interiormente seguimos siendo iguales. El ayuno implica que cierto asunto nos está presionando a tal grado que tenemos que luchar por ello con nuestra propia vida y que preferiríamos morir antes que este asunto se trate ligeramente. Comprobaremos la validez de este asunto ante Dios incluso hasta la muerte. Cuando tenemos esta sensación tan fuerte, nuestro ayuno ciertamente es significativo.

V. EL AYUNO SE HACE PARA LLEVAR A CABO LA VOLUNTAD DE DIOS Y DERROTAR A SATANÁS

  En quinto lugar, el ayuno tiene como fin que la voluntad de Dios se lleve a cabo y que Satanás sea derrotado. Los casos de ayuno y oración que constan en la Biblia se realizaron para llevar a cabo la voluntad de Dios o para expulsar al diablo. Es difícil encontrar un solo ejemplo en el cual el ayuno sea para el beneficio del hombre. Por tanto, podemos concluir que el verdadero ayuno se hace, por un lado, para llevar a cabo la voluntad de Dios y, por otro, para eliminar a Satanás. Quizás ustedes pregunten: “¿Cuando ayunamos y oramos buscando curar nuestra enfermedad, podemos decir que esto también es para que la voluntad de Dios se lleve a cabo y para que Satanás sea eliminado?”. El punto es éste: si su concepto y su punto de vista es simplemente que Dios lo sane, entonces su ayuno es inútil. Necesita recibir misericordia, ser alumbrado, y guiado a tal punto que, aunque su enfermedad sea tan seria que no haya esperanza de recuperarse, aun así le diga a Dios: “Oh Dios, si me guardas en esta tierra, todos mis días de ahora en adelante serán absolutamente para Ti; si no, permite que muera rápidamente. No deseo vivir para mí mismo en esta tierra. Oh Dios, te estoy pidiendo que hagas una sola cosa hoy, que pueda ser sanado y que pueda vivir de ahora en adelante completamente para Ti”. Si tienen tal condición, tal corazón y tal pensamiento, ya están ayunando. Creo que la mayoría de las enfermedades podrían sanar en ese momento.

  Permítanme añadir unas palabras aquí en cuanto a la sanidad. No piensen que la sanidad divina es absolutamente incondicional e ilimitada. En cuanto al poder de Dios se refiere, de hecho es ilimitada, pero en cuanto a los hombres que reciben la sanidad divina se refiere, sigue habiendo un límite. Hermanos y hermanas, debo decirles que los que han recibido la sanidad divina en el pasado, finalmente han muerto a pesar de todo. Incluso Lázaro, después de haber sido levantado de los muertos, finalmente murió. Tenemos que esperar hasta el día de la resurrección para recibir la sanidad divina ilimitada. Hoy no existe enfermedad que haya sido sanada de manera absoluta y total. Miles de personas en la iglesia han recibido sanidad divina durante los últimos dos mil años, pero ¿dónde están hoy? Todos están en su tumba; están en la muerte esperando la sanidad máxima. Por tanto, el hermano Darby escribió: “Esperando a Aquel que nos lleva más allá del poder de la muerte” (Hymns, #47). Aunque ustedes y yo no hayamos entrado en la tumba, estamos en muerte. Todas las enfermedades son factores de la muerte. De hecho, antes de que llegue la resurrección, todos los que son sanados reciben solamente una sanidad temporal. Hoy, cuando hay necesidad, Dios nos da una sanidad limitada. Él permite que vivamos algunos años más en esta tierra, pero no a causa de nuestra salud o de nuestra longevidad, sino para realizar Su voluntad.

  Hermanos, esto no significa necesariamente que cuando ustedes estén enfermos y ayunen y oren, Dios los sanará. El ayuno significa que ustedes están aquí absolutamente para que la voluntad de Dios se lleve a cabo y para que el enemigo de Dios sea echado fuera. Si son sanados o no, ése es otro asunto. Cuando se dan cuenta que en el pasado estaban viviendo únicamente para sí mismos, ustedes se arrepienten ante Dios y le piden que, si es de Su agrado, los guarde en esta tierra por otro tiempo. Le dicen que desean que Su voluntad se lleve a cabo completamente en ustedes y que Satanás no tenga nada de terreno en ustedes. Repito, sin embargo, que esta sanidad es temporal. Tiene como fin que la voluntad de Dios se lleve a cabo en ustedes. De lo contrario, no importa cuánto ayunen y oren, será en vano. No piensen que con solo orar y ayunar, su oración será contestada por Dios. El principio básico de ayunar con oración es mostrar que a ustedes les importa de manera absoluta que la voluntad de Dios se cumpla y que Satanás sea eliminado. No podemos encontrar ningún ejemplo en la Biblia que muestre que cuando el hombre ayuna y ora por sus intereses personales, Dios contesta esa oración. Si su negocio está perdiendo dinero, no piensen que si toda su familia ayuna y ora, su negocio va a prosperar. Esto no ocurre así en absoluto. Esto es superstición. En la Biblia, el ayuno en oración siempre consiste en esto: que el hombre en la tierra ha tocado el deseo de Dios y le pide a Dios que lo cumpla, o que se ha enfrentado con el enemigo de Dios y desea echarlo fuera.

VI. NO AYUNAR DE MANERA LIGERA

  Ya que el significado del ayuno es tan serio, yo les aconsejaría, hermanos y hermanas, que no ayunen de manera ligera. No podemos encontrar en los Evangelios que el Señor Jesús haya ayunado con frecuencia. No consideren que el ayuno es un asunto trivial. Solamente los fariseos hipócritas decían que ayunaban dos veces por semana. Ellos consideraban el ayuno como algo ordinario. En el Antiguo Testamento, el profeta Isaías reprendió seriamente esa clase de ayuno. Dios no acepta esa clase de ayuno en la oración. No consideren que el ayuno es algo religioso, ni lo tomen como un requisito supersticioso. El ayuno en oración que Dios acepta se da cuando una persona recibe una comisión de Dios que es de mucha importancia. Puesto que ama a Dios y le importa mucho Su propósito, él está dispuesto a renunciar a sus derechos y disfrutes legítimos. También está dispuesto a luchar por esa comisión hasta la muerte. En ese caso, tal persona ayunará espontáneamente.

VII. EL AYUNO ES NECESARIO

  Por una parte, el cristiano no debe ayunar de manera ligera, pero por otra, sí necesita ayunar. Si un cristiano nunca ha ayunado, ciertamente hay algo que está mal en él. O Dios nunca le ha confiado algún asunto, o él ha rechazado la comisión de Dios. Si ustedes nunca han sentido una gran responsabilidad que viene de parte de Dios a ustedes, simplemente quiere decir que nunca le han indicado a Dios con una actitud firme que desean Su voluntad y que desean estar de Su lado. Ustedes consideran que las cosas de Dios no tienen importancia. No les interesa si el evangelio se predica o no, o si los pecadores son salvos o no. Después de todo, ya han orado por ellos. Así que, después de orar, aún pueden comer y beber con alegría. Hermanos y hermanas, si tienen tal actitud, ¡realmente son cristianos pobres! No les importa en absoluto si la iglesia está en desolación o no. Lo que les importa es nunca perderse de una comida. Puesto que no tienen la actitud de vida o muerte hacia las cosas de Dios, esto comprueba que su vida cristiana carece de mucho. Si les importara un poco el corazón de Dios, la carga del evangelio presionaría sobre ustedes, y lucharían entre la vida y la muerte. Ustedes orarían: “Oh Dios, el evangelio tiene que ser poderoso. Debes salvar a algunos, de otra manera, no puedo comer ni beber”. Esto es el significado de ayunar y orar. O quizás ustedes estén tan preocupados por la casa de Dios que puedan decirle a Dios: “Oh Dios, está bien que yo muera, pero no está bien que la iglesia esté en tal estado de desolación. A menos que Tú soluciones el problema de la desolación de la iglesia, prefiero morir”. Puedo decirles, hermanos y hermanas, que en ese momento, seguramente ayunarían. Es terrible que los hijos de Dios nunca hayan tenido tal experiencia, porque eso comprueba que no les importa el propósito de Dios y que no detectan cuán feroz es el enemigo de Dios. Así que, ¿qué significa el ayuno? El ayuno significa que les importa mucho el propósito de Dios, y que detectan profundamente la ferocidad del enemigo de Dios. Tal sensación los presiona y obliga hasta el grado que sencillamente no pueden comer, beber ni estar alegres como otros, sino que tienen que ayunar.

VIII. LA PRUEBA PARA AYUNAR

  Ahora llegamos a la prueba para ayunar. ¿Cómo pueden saber si es necesario ayunar? Esto se determina si cuando dejan de comer sienten hambre o no. Si al dejar de comer tienen hambre y desean comer, esto comprueba que no debían haber ayunado. Si no tienen hambre cuando dejan de comer, ni tienen sed cuando dejan de beber, entonces deben ayunar. A veces los hermanos y hermanas dicen: “¡Vamos a ayunar todos!”. Pero con sólo haber ayunado por la mañana, quizás alguien diga a las once: “Oh, tengo mucha hambre”. Permítanme decirles la verdad, haber ayunado esta mañana fue incorrecto, y no lo debería haber hecho. Todo aquel que verdaderamente esté ayunando no tendrá hambre. Supongamos que un día una hermana que es viuda pierde a su único hijo. Indudablemente ella podría pasar tres días sin comer y no tener hambre. Quizás los demás se preocupen y le digan: “Hermana, no ha comido por tres días. ¿Cómo puede ser esto?”. Ella diría: “No tengo hambre en absoluto. Simplemente no puedo recibir alimento”.

  Por tanto, al ayunar, si los hermanos y hermanas tienen hambre, es mejor que vayan rápidamente y consigan algo de comer, a que sean hipócritas y pequen contra Dios. Ustedes deben ayunar porque están tan preocupados con ese problema y esa carga, que en esos momentos no tienen ningún apetito y sienten que no hay espacio en ustedes para el alimento. Por tanto, si deben ayunar o no, depende de que tengan hambre. Si tienen hambre, entonces no ayunen; de lo contrario, ayunen.

IX. ALGUNAS COSAS A LAS QUE DEBEMOS PRESTAR ATENCIÓN

  Por último, consideremos algunas cosas a las cuales debamos prestar atención en cuanto al ayuno y oración. En primer lugar, si en verdad hay una carga que los presiona a tal grado que no pueden dejar de ayunar, entonces recuerden esto: nunca ayunen sin orar. Deben ayunar y orar. Hagan todo lo posible por convertir en oración su tiempo de ayuno, y su actitud y carga por ayunar. Todas las personas con experiencia saben que esta clase de ayuno en oración no tiene estructura alguna. No requiere el pensamiento ni la memoria, sino que surge totalmente del interior. El ayuno sin oración es una gran pérdida. Su cuerpo sufrirá daño, su mente será dañada e incluso su espíritu sufrirá cierta pérdida. Además, sin la oración, es difícil que su carga se lleve a cabo. Por tanto, siempre que tengan una carga pesada que los presione hasta el grado que no pueden dejar de ayunar, deben hacer todo lo posible por orar. Tal oración llegará a ser alimento para su espíritu. Les proveerá mucho consuelo a su mente y les dará fuerza a su cuerpo. El ayuno sin la oración sólo los consume, pero el ayuno junto con la oración, les abastece.

  Además, al ayunar con oración, siempre tengan cuidado de no tener muchas cargas. No oren por cosas ajenas a su carga. Hacen bien si oran específicamente por el asunto en particular. ¿Por qué tienen tanta carga? ¿Por qué no pueden comer? ¿Por qué no tienen hambre? Deben orar específicamente por ese asunto. Puede ser por el evangelio, por la iglesia o para que se salve el alma de alguien. Nuestro error es que mientras ayunamos, aún tenemos nuestra mente puesta en muchas otras cosas. Si van al Señor con tantas cosas para orar, entonces no deberían ayunar, porque no han llegado al punto donde no pueden ni comer ni beber, sino únicamente orar ante Dios.

  El verdadero ayuno en oración consiste en esto: puesto que una persona ama a Dios, vive ante Dios y toca el corazón de Dios, el Espíritu de Dios le dará una carga muy pesada en cuanto a algo que Dios quiere hacer. Esta persona sentirá una carga tan grande que no podrá comer ni beber. Entonces espontáneamente ayunará e irá ante Dios en oración. Por consiguiente, tal oración logrará el propósito de Dios, expulsará al diablo y traerá la autoridad de Dios.

  Por último, necesitan estar atentos para que cuando realmente tengan la carga de ayunar, no vayan a sobrepasarse. Aprendan a ser equilibrados ante Dios. Nunca piensen de esta manera: “¿Acaso el Señor Jesús no ayunó por cuarenta días? ¿Acaso también Moisés no pasó cuarenta días en la montaña? Así que no importa si ayuno por ocho o diez días”. Hace más de veinte años vi a una hermana que ayunó demasiado. Como resultado, su cuerpo se volvió extremadamente débil y su mente se cansó mucho. Entonces Satanás aprovechó la oportunidad para atacarla. Nadie podía ayudarle. Finalmente ella ayunó hasta la muerte. Por tanto, por un lado, no debemos ayunar de una manera ligera, pero por otro, no debemos sobrepasarnos. En cambio, debemos detenernos en cierto punto y así ser equilibrados.

  Por último, espero que entre nosotros, en todo lugar y en todo momento, haya algunos que estén orando con ayuno. Durante el transcurso de nuestro servicio al Señor, siempre debemos llegar a un punto en donde somos incapaces de resolver algunos asuntos, y en ese momento debemos ayunar y orar para tomar medidas con respecto a ellos.

Biblia aplicación de android
Reproducir audio
Búsqueda del alfabeto
Rellena el formulario
Rápida transición
a los libros y capítulos de la Biblia
Haga clic en los enlaces o haga clic en ellos
Los enlaces se pueden ocultar en Configuración