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Mensajes del libro «Lecciones básicas acerca del servicio»
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LECCIÓN DIECIOCHO

UN CONOCIMIENTO MÁS AMPLIO ACERCA DE LA CARNE

  Lectura bíblica: Éx. 30:31-32; Gá. 5:26; 6:12; Mt. 20:20-27; Fil. 2:14; Mt. 12:36; Éx. 17:8-16; 1 S. 15:1-23

BOSQUEJO

  1. La carne no puede ser partícipe del aceite de la santa unción—Éx. 30:31-32.
  2. Lo que pertenece a la carne:
    1. La vanagloria—Gá. 5:26.
    2. El deseo de quedar bien—6:12.
    3. La ambición por el liderazgo—Mt. 20:20-27.
    4. La confianza en uno mismo.
    5. Considerarse justos en su propia opinión.
    6. La autojustificación.
    7. La autovindicación.
    8. La autoexaltación.
    9. Aferrarse a su propia opinión.
    10. Las murmuraciones—Fil. 2:14.
    11. Los argumentos—v. 14.
    12. Los chismes—Mt. 12:36.
    13. La rivalidad—Fil. 2:3.
  3. La carne combate contra el pueblo de Dios en medio de su travesía por alcanzar la meta de Dios—Éx. 17:8-13.
  4. Dios está determinado a borrar la carne por completo y combatir contra ella de generación en generación—vs. 14-16.
  5. Dios nos ordena destruir la carne completamente—1 S. 15:1-3.
  6. Si no destruimos la carne por completo, perderemos el reinado—vs. 4-23.

  Dado que ya tuvimos una lección sobre conocer la carne, necesitamos una lección que nos provee un conocimiento más amplio de la carne. Necesitamos saber más acerca de la carne si queremos ser aquellos que servimos al Señor conforme a Su deseo.

I. LA CARNE NO PUEDE SER PARTÍCIPE DEL ACEITE DE LA SANTA UNCIÓN

  En Éxodo 30:31 y 32 el Señor le encarga a Moisés no ungir carne alguna con el aceite de la santa unción. El aceite de la santa unción, el ungüento compuesto, representa al Espíritu compuesto y consumado. Esto indica claramente que el Espíritu compuesto no está destinado para la carne en lo absoluto. Cuando vivimos y actuamos en la carne, no podemos relacionarnos con el Espíritu compuesto, el cual es el Espíritu vivificante, consumado y todo-inclusivo. Puesto que el Espíritu no tiene nada que ver con nuestra carne, tenemos que estar en nuestro espíritu. Éste es un asunto muy serio. Finalmente, la máxima consumación del Dios Triuno es el Espíritu vivificante, consumado y todo-inclusivo. Si no podemos relacionarnos con este Espíritu, tampoco podemos relacionarnos con Dios. Por tanto, debemos condenar la carne completamente, porque ella no puede ser partícipe del Espíritu todo-inclusivo.

II. LO QUE PERTENECE A LA CARNE

  Ahora debemos examinar trece cosas que pertenecen a la carne.

A. La vanagloria

  En Gálatas 5:26 Pablo dice: “No nos hagamos vanagloriosos, provocándonos unos a otros, envidiándonos unos a otros”. Todo aquello que hoy se considera glorioso, como tener una posición y cierto prestigio, es vano; es vanagloria. Hoy no debemos buscar la gloria del hombre. La verdadera gloria es la gloria venidera de Dios. Todo lo que en la actualidad se considera una gloria, es vanagloria.

B. El deseo de quedar bien

  En Gálatas 6:12 Pablo se refirió a aquellos que quieren quedar bien, o hacer un buen papel, en la carne. A la gente le gusta hacer alarde de lo que son, de lo que tienen y de todo lo que pueden hacer. Esta clase de espectáculo pertenece a la carne. Siempre que sienta el deseo de quedar bien ante los demás, lo debe condenar. Decir esto es fácil, pero en nuestro ser natural siempre queremos quedar bien. Ese deseo de lucirse en público, es un deseo carnal. Por supuesto, esto se halla estrechamente vinculado a la vanagloria.

C. La ambición por el liderazgo

  La ambición por el liderazgo también es un deseo carnal (Mt. 20:20-27).

D. La confianza en uno mismo

  Es muy difícil no confiar en uno mismo. Si no confiáramos en nosotros mismos, nuestra voluntad se debilitaría. No obstante, debemos comprender que la confianza en uno mismo pertenece a la carne.

E. Considerarse justo en su propia opinión

  Al referirnos a uno que es justo en su propia opinión, no nos referimos a uno que posee justicia propia. Una persona que se considera justa en su propia opinión siempre cree estar en lo correcto. Esto se refiere a la persona que cree que nunca se equivoca, sino que siempre está en lo correcto.

F. La autojustificación

  Otra de las características de la carne es que siempre procura justificarse a sí misma.

G. La autovindicación

  El deseo de tratar de convencer a los demás de que estamos en lo cierto, esto es, el deseo de vindicarnos, también pertenece a la carne.

H. La autoexaltación

  La autoexaltación constituye otra característica de la carne. Como podemos ver, confiar en sí mismo, considerarse justo en su propia opinión, la autojustificación, la autovindicación y la autoexaltación son aspectos de la carne. No debemos olvidar que esta lección se relaciona con el servicio. Debemos ayudar a los santos a comprender que al servir en la iglesia tenemos que condenar toda confianza en uno mismo así como el considerarnos justos en nuestra propia opinión, la autojustificación, la autovindicación y la autoexaltación. En el servicio de la iglesia no debe haber ningún elemento del yo. Cuando expresamos estos aspectos del yo, somos personas completamente carnales, y el Espíritu, el aceite de la santa unción, no tiene nada que ver con nosotros. Si confiamos tanto en nosotros mismos, si nos consideramos tan justos, si nos justificamos, nos vindicamos y nos exaltamos a nosotros mismos, perdemos al Espíritu. El Espíritu se hallará ausente en términos de nuestra experiencia.

I. Aferrarse a su propia opinión

  Aferrarse a su propia opinión no es lo mismo que formular alguna opinión. Usted puede dar una opinión sin necesidad de aferrarse a ella. Una opinión es un concepto. Todos tenemos opiniones, pero no debemos aferrarnos a ellas. Si nos aferramos a nuestras opiniones, somos personas carnales. Cuando nos aferramos a nuestras opiniones, se producen fricciones y disensiones entre nosotros. Estas cosas que pertenecen a la carne constituyen la raíz de los problemas en el servicio de la iglesia.

J. Las murmuraciones

  Filipenses 2:14 nos encomienda hacer todo sin murmuraciones, las cuales pertenecen a la carne. Las murmuraciones tienen que ver con nuestra parte emotiva y vienen principalmente de las hermanas.

K. Los argumentos

  Filipenses 2:14 también nos encomienda hacerlo todo sin argumentos. Los argumentos proceden de la carne, están relacionados con nuestra mente y vienen principalmente de los hermanos. No nos interesa descubrir las razones por las que ciertas cosas suceden; simplemente deseamos vivir a Cristo. Los cuatro Evangelios narran muchas veces que los discípulos del Señor Jesús trataban de descubrir la razón de ciertas cosas, pero el Señor Jesús no se las daba a conocer. Los discípulos preguntaban ¿por qué?, pero el Señor no les daba a conocer el por qué. Si Él les hubiese contestado, estaría tomado en consideración los argumentos de los discípulos. Dar importancia a tales argumentos es tomar en consideración el árbol del conocimiento del bien y del mal. Al Señor Jesús sólo le importaba el árbol de la vida. No le interesaban los argumentos de la gente.

  Tanto las murmuraciones como los argumentos impiden que llevemos a cabo nuestra salvación al grado máximo y que experimentemos y disfrutemos a Cristo a lo sumo. Debemos aprender a rechazar las murmuraciones y los argumentos al servir en la iglesia.

L. Los chismes

  Otra de las características de la carne es el chisme. Puede ser considerado como un intercambio innecesario de información. El chisme consiste en hablar superfluamente usando palabras ociosas. En Mateo 12:36 el Señor dijo: “Yo os digo que de toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio”. La palabra griega traducida “ociosa” significa “que no trabaja”. Una palabra ociosa es una palabra que no trabaja, una palabra inoperante, una palabra que no tiene ninguna función positiva y que es inútil, carente de provecho, infructuosa y estéril.

M. La rivalidad

  En Filipenses 2:3 Pablo nos dice que no debemos hacer nada por ambición egoísta, es decir, por rivalidad. La rivalidad difiere de la competencia. Los estudiantes compiten en la escuela. Los atletas compiten en el atletismo. La competencia no es mala, pero la rivalidad es maligna. La rivalidad es competencia en un sentido negativo. Alguien puede dar un buen testimonio, y otro santo quiere dar un testimonio aún mejor. Alguien trae tres personas al recobro, y otro santo ve esto y quiere traer seis. Si usted siempre quiere ser superior y mejor que los demás, así como tener algo más que los demás, esto es la rivalidad. La rivalidad pertenece a la carne.

  Si, por la gracia del Señor, al servir en la iglesia los santos procurasen evitar estos trece ítems de la carne antes mencionados, el servicio de la iglesia sería maravilloso. Incluso sería recomendable si enmarcamos algunas citas de estos ítems, como: “No seas vanaglorioso”, “no desees quedar bien en la carne”, “no ambiciones el liderazgo”, etc., a fin de verlas en nuestras paredes.

III. LA CARNE COMBATE CONTRA EL PUEBLO DE DIOS EN MEDIO DE SU TRAVESÍA POR ALCANZAR LA META DE DIOS

  Éxodo 17:8-13 narra cómo Amalec combatió contra los hijos de Israel mientras éstos iban en camino hacia la meta de Dios. Amalec representa la carne. Esto revela que la carne combate contra el pueblo de Dios en medio de su travesía por alcanzar la meta de Dios. Cuando seguimos al Señor en Su camino, el más grande de los obstáculos personales e internos es nuestra carne. La carne siempre nos frustra, nos estorba y combate contra nosotros en nuestra travesía. La razón primordial por la que la iglesia se demora en avanzar, es la carne.

IV. DIOS ESTÁ DETERMINADO A BORRAR LA CARNE POR COMPLETO Y COMBATIR CONTRA ELLA DE GENERACIÓN EN GENERACIÓN

  Éxodo 17 nos dice que el Señor está determinado a tener guerra con Amalec de generación en generación (vs. 14-16). Los hijos de Israel vencieron a Amalec por medio de Moisés y Josué. Moisés oraba en el monte mientras Josué combatía contra Amalec. Moisés y Josué son dos aspectos de Cristo, a saber: el Cristo ascendido que intercede y el Cristo que mora en nosotros y combate. No tenemos otro modo de vencer la carne si no es mediante el Cristo viviente, quien es el Cristo en ascensión que intercede por nosotros y el Cristo que mora en nosotros y combate desde nuestro interior.

  Esta guerra no se puede resolver de una vez por todas. Ésta es una guerra que continúa de generación en generación. Día tras día y todo el día, mientras estemos en la vieja creación, tenemos que combatir contra la carne. Dios está determinado a borrar la carne por completo, pero esto no es fácil. En aquel combate contra Amalec, Moisés edificó un altar y lo llamó “Jehová-nisi”, esto es “Jehová es mi estandarte” (v. 15). Esto significa que Jehová es nuestro estandarte de guerra. Dios está determinado a borrar la carne y combatir contra ella de generación en generación.

V. DIOS NOS ORDENA DESTRUIR LA CARNE COMPLETAMENTE

  En 1 Samuel 15:1-3, Dios le encargó al rey Saúl que destruyera a Amalec por completo, y le dijo a Saúl que esto se debía a lo sucedido en Éxodo 17 cuando Amalec impidió que el pueblo de Dios continuara su travesía hacia la meta fijada por Dios. Dios mandó a Saúl que destruyera todo lo que tenía Amalec, pero Saúl no lo hizo.

VI. SI NO DESTRUIMOS LA CARNE POR COMPLETO, PERDEREMOS EL REINADO

  Saúl perdió el reinado porque no destruyó a Amalec por completo (1 S. 15:4-23). Esto nos enseña que nosotros también perderemos el reinado si no destruimos nuestra carne por completo.

  En Gálatas 5:19-21 se enumeran quince aspectos de las obras de la carne. La fornicación, la inmundicia, la lascivia, las borracheras y las orgías están relacionadas con la concupiscencia del cuerpo corrupto. Las enemistades, las contiendas, los celos, las iras, las disensiones, las divisiones, las sectas y las envidias están relacionadas con el alma caída, la cual está íntimamente ligada al cuerpo corrupto. La idolatría y las hechicerías tienen que ver con el espíritu que está amortecido. Esto comprueba que las tres partes de nuestro ser caído —cuerpo, alma y espíritu— están involucradas con nuestra carne corrupta y maligna. Por consiguiente, si queremos poner fin a la carne tenemos que tomar ciertas medidas respecto al cuerpo lujurioso, al alma corrupta y al espíritu amortecido. Tenemos que dar fin a la carne mediante el Espíritu vivificante y todo-inclusivo.

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