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Ya hemos visto que la creación original de Dios está cubierta completamente en Génesis 1:1: “En el principio creó Dios los cielos y la tierra”. También hemos visto que algo pasó entre el versículo 1 y el versículo 2: la creación original de Dios fue dañada, la tierra se volvió desolada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo. Esto fue el resultado del juicio de Dios sobre la tierra debido a la rebelión de Satanás. Ahora miremos el origen y la rebelión de Satanás.
Satanás significa adversario. Satanás no es sólo el enemigo de Dios fuera del reino de Dios, sino también el adversario de Dios dentro del reino de Dios, rebelándose contra Dios. Enemigo se refiere al enemigo fuera del reino de Dios, mientras que adversario se refiere al enemigo dentro del reino de Dios. Satanás, quien estuvo bajo la gobernación de Dios, no es uno de afuera. Por lo tanto, él ha sido el adversario de Dios hasta ahora.
Satanás era un ángel creado por Dios antes de que Dios creara la tierra. El libro de Job nos dice que cuando Dios fundó la tierra, los hijos de Dios (los ángeles) gritaron de gozo (Job 38:4-7). Esto demuestra que Dios creó a los ángeles antes de que El creara la tierra. En Ezequiel 28 vemos que Satanás no sólo era uno de los ángeles, sino el arcángel más alto, la cabeza de todos los ángeles.
Ezequiel 28:12-14 dice: “Así ha dicho Jehová el Señor: Tú eras el sello de la perfección, lleno de sabiduría, y acabado de hermosura. En Edén, en el huerto de Dios estuviste; de toda piedra preciosa era tu vestidura; de cornerina, topacio, jaspe, crisólito, berilo y ónice; de zafiro, carbunclo, esmeralda y oro; los primores de tus tamboriles y flautas estuvieron preparados para ti en el día de tu creación. Tú, querubín grande, protector, yo te puse en el santo monte de Dios, allí estuviste; en medio de las piedras de fuego te paseabas”.
Esta porción de las Escrituras describe la posición de Satanás en el universo antes de su rebelión y su corrupción. El versículo 13 dice: “En Edén, en el huerto de Dios estuviste”. Según el contexto, éste no era el Edén en el cual Adán fue puesto. Este Edén no estaba en la tierra, sino en los cielos, en el monte santo de Dios.
“De toda piedra preciosa era tu vestidura”. El estaba vestido de piedras preciosas. G. H. Pember dijo que esto indica su habitación. Su habitación era de piedras preciosas. “Los primores de tus tamboriles y flautas estuvieron preparados para ti en el día de tu creación”. En los tiempos antiguos, instrumentos musicales tales como tamboriles y flautas eran para los reyes. Esto indica que Satanás era un rey, ocupando la posición más alta en el universo. Es por eso que aun el Señor Jesús le llamó “el príncipe de este mundo” (Jn. 12:31). El apóstol también le llamó el “príncipe de la potestad del aire” (Ef. 2:2). Lucas 4:5-6 también confirma esto. “Y le llevó [a Jesús] el diablo a un alto monte, y le mostró en un momento todos los reinos de la tierra. Y le dijo el diablo: A ti te daré toda esta potestad, y la gloria de ellos; porque a mí me ha sido entregada y a quien quiero la doy”. Esto debe de ser un hecho, puesto que el Señor no lo negó. ¿Cuándo fue que Dios le entregó todo esto a Satanás? Esto fue definitivamente algo pre-Adámico, antes del mundo de Adán. Conforme a la revelación de la Biblia, Dios sí nombró a Satanás la cabeza de ese universo y Dios había entregado a sus manos todas las cosas creadas en el cielo y en la tierra. Así que él llegó a ser el príncipe de este mundo. Su posición y su rango eran tan altos que hasta Miguel el arcángel no se atrevió a proferir juicio de maldición contra él (Judas 9). Miguel era uno de los arcángeles (Dn. 10:13). Que no se atreviera a reprender a Satanás prueba que el rango de Satanás debe de ser aun más alto que el suyo. Por eso, podemos inferir que Satanás debe de ser el arcángel más alto.
Ezequiel 28:14 dice: “Tú, querubín grande, protector”. Esto probablemente significa que él cubrió el arca de Dios en los cielos (Ex. 25:20; Ap. 11:19). También dice: “Yo te puse en el santo monte de Dios”. Así, podemos ver que su posición fue ordenada por Dios. Dios ungió y nombró el arcángel para que cubriera Su arca. Ezequiel nos dice que los querubines llevan la gloria de Dios (Ez. 9:3; 10:18) y que están muy cerca al trono de Dios (Ez. 10:1; 1:26). Esto muestra que Satanás, antes de su rebelión, cuando él era el querubín ungido que cubría el arca de Dios, debía de haber estado muy cerca a Dios, llevando la gloria de Dios. Ezequiel también nos dice que los querubines son las cuatro criaturas vivientes, las cuales son de uso especial para Dios (Ez. 10:20). También las cuatro criaturas vivientes en Ezequiel son similares a las cuatro en Apocalipsis (Ez. 1:10; Ap. 4:7) las cuales tomaban la delantera entre las criaturas en adoración a Dios. Esto revela que el Satanás de hoy, el adversario de Dios, originalmente el querubín ungido, debe de haber sido especialmente nombrado por Dios para ser la cabeza de entre Sus criaturas, llevando Su gloria, y dirigiéndoles en adoración a El. Esto puede indicar que el arcángel ungido también tenía el sacerdocio. El quizás fue el sumo sacerdote en la adoración universal de Dios.
“Te puse en el santo monte de Dios...en medio de las piedras de fuego te paseabas”. Según Exodo 24:10 y 17 Moisés, Aarón y muchos otros vieron debajo del trono de Dios unas piedras preciosas con la gloria de Dios como fuego ardiente. Esas deben de ser las piedras de fuego. De esto podemos inferir que el querubín ungido tenía también el privilegio especial de moverse en la esfera donde estaba la gloria de Dios.
Isaías 14:12 nos dice que Satanás era el “Lucero, hijo de la mañana”. Tal como el lucero es la primera de entre las estrellas, así Satanás debe de ser la cabeza de todos los ángeles. El título “hijo de la mañana” muestra que él estaba allí temprano, en el alba del universo. Por eso Satanás, desde los primeros días del universo, fue la cabeza de los ángeles, brillante como el lucero.
El origen de Satanás fue maravilloso. El era el querubín ungido de Dios, el que estaba más cerca a Dios, llevando la posición más alta en la creación de Dios. El no sólo tenía el reinado, sino también el sacerdocio. Pero él fue privado de su posición y sus oficios cuando se rebeló contra Dios. Ahora Dios nos ha escogido para que seamos Sus sacerdotes y reyes, que asumamos la posición y los oficios de Satanás, que lo avergoncemos, y que glorifiquemos a Dios.
Ezequiel 28:15 dice que Satanás fue perfecto en sus caminos desde el día cuando fue creado. Por supuesto, Dios no creó un Satanás maligno. Dios creó un arcángel bueno y perfecto. Pero en cierto momento, este arcángel, el querubín ungido, se rebeló contra Dios.
Satanás se rebeló contra Dios por el orgullo en su corazón. Ezequiel 28:17 dice que su corazón fue elevado a causa de su hermosura, que él corrompió su sabiduría por razón de su resplandor. El es “el sello de la perfección, lleno de sabiduría, y acabado de hermosura” (Ez. 28:12). Esto significa que él tenía la medida plena de totalidad y que de nada carecía. Pero él contempló su hermosura y fue orgulloso. El miró su resplandor y debido a su resplandor él usó la sabiduría que le dio Dios para cometer pecados y hacer hechos injustos, y así corrompió su sabiduría. Mirar lo que Dios nos ha hecho y olvidar a Dios mismo siempre nos tienta a ser orgullosos. El orgullo fue la causa de la rebelión de Satanás. En nuestra experiencia, todas las virtudes naturales y dones espirituales pueden ser utilizados por el diablo para hacernos orgullosos. Hasta el apóstol Pablo podía exaltarse “desmedidamente” por “la grandeza de las revelaciones” (2 Co. 12:7). El diablo orgulloso todavía anda por la tierra, buscando a los orgullosos a quienes devorar (1 P. 5:8). La única manera de resistirlo es humillarnos a nosotros mismos. “Revestíos de humildad; porque: Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes” (1 P. 5:5). El Señor Jesús es un buen ejemplo en este asunto. Satanás se exaltó a sí mismo, pero el Señor Jesús “se humilló a sí mismo” (Fil. 2:8). Por lo tanto, el Señor Jesús venció a Satanás, y Satanás nada tenía en El (Jn. 14:30).
El propósito de la rebelión de Satanás era exaltarse a sí mismo a fin de ser igual a Dios. En Isaías 14:13-14 hallamos que Satanás expresa su volición cinco veces al decir: “Subiré al cielo...levantaré mi trono...en el monte del testimonio me sentaré...sobre las alturas de las nubes subiré, y seré semejante al Altísimo”. Satanás quería ser igual a Dios. Esto fue el propósito de su rebelión contra Dios.
Satanás inició la rebelión contra Dios con la intención maligna de derribar la autoridad de Dios (Ez. 28:15-18; Is. 14:13-14). No sólo se rebeló él, sino también una gran parte de los ángeles que estaban bajo su mano también se rebelaron. En Apocalipsis 12:4 y 9 vemos que la tercera parte de las estrellas celestiales, es decir, la tercera parte de los ángeles, lo siguieron. (En Apocalipsis las estrellas representan los ángeles.) En Mateo 25:41 el Señor Jesús se refiere al “diablo y sus ángeles”. Efesios 2:2 describe a Satanás como el “príncipe de la potestad del aire”, y Efesios 6:12 nos habla de los “principados...potestades...en las regiones celestes”. Estos principados y potestades eran los ángeles bajo la mano de Satanás los cuales gobernaban sobre el universo pre-Adámico. Cuando Satanás se rebeló contra Dios, la mayor parte de los ángeles le siguieron en su rebelión, viniendo a ser los ángeles caídos, los espíritus malignos. Hoy día, en el universo hay dos categorías de ángeles, los ángeles buenos y los ángeles malignos. Los ángeles buenos se mantienen con Dios; los malignos están aliados a Satanás contra Dios.
Las criaturas vivientes que estaban sobre la tierra en aquel entonces también se unieron a Satanás en su rebelión. Así que, Dios los juzgó con agua y se convirtieron en los demonios sobre la tierra. Su lugar de habitación está en el agua. El cuerpo del hombre también es su morada temporal. Mateo 12:43 dice: “Cuando el espíritu inmundo sale del hombre, anda por lugares secos, buscando reposo, y no lo halla”. Esto enseña que la morada de los demonios está en el agua. Si no pueden hallar agua, hacen el cuerpo físico de un ser humano su lugar de morada temporal (Mt. 12:44-45).
¿Por qué a los demonios les gusta entrar al agua o en un cuerpo humano? En su libro, Las Epocas Más Remotas de la Tierra, G. H. Pember ha hecho un estudio muy minucioso y erudito de este asunto. Los geólogos y los arqueólogos han descubierto que la tierra no tiene solamente seis mil años, sino muchos más. Algunos han descubierto restos fósiles de huesos que tienen miles y miles de años. Pero según la Biblia, hay sólo alrededor de seis mil años desde Adán hasta hoy. El señor Pember encontró la respuesta. Entre Génesis 1:1 y 1:2 había un período de tiempo que él llamó el intervalo. Nadie puede decir cuán largo fue este intervalo. De todos modos, debe de haber sido un período de tiempo muy largo. Después de haber estudiado este asunto a fondo, Pember infirió que a cierto tiempo después de la creación original, Satanás y sus ángeles se rebelaron. Pember también infirió del relato bíblico que en esta edad pre-Adámica allí existieron en la tierra algunos seres vivientes y que ellos también se unieron a Satanás en su rebelión contra Dios. Así que Satanás, sus ángeles caídos y estos seres vivientes fueron todos juzgados por Dios. Después de haber sido juzgados por Dios, estos seres perdieron sus cuerpos y fueron hechos espíritus incorpóreos. Esta es la razón por la cual los demonios quieren entrar en un cuerpo físico. El agua con el cual Dios los juzgó se convirtió en las aguas profundas [abismo en español—Gn. 1:2] donde los demonios tienen que vivir. Pember hasta comprobó que debajo de esta agua profunda está el llamado abismo. El agua profunda es la morada de los demonios.
Un día, mientras el Señor Jesús navegaba a través del mar, un viento fuerte soplaba y una gran tempestad se levantó. El mandó al viento que se parase y a la tempestad que se callase (Mt. 8:23-27). ¿Por qué se volvió el aire ventoso y el agua tempestuosa? Es porque estaban los ángeles caídos en el aire y los demonios en el agua. Ellos sabían que el Señor Jesús iba al otro lado para echar fuera a los demonios (Mt. 8:28-32). Por eso, ellos levantaron el viento y la tempestad para frustrar Su venida.
En la edad pre-Adámica, los ángeles malignos y los seres vivientes siguieron a Satanás en su rebelión contra Dios para formar el reino de Satanás. Su esfera es el llamado mundo que incluye la tierra y el aire. Hoy día, en el reino de Satanás están los ángeles caídos en el aire, los demonios en el agua y los seres humanos en la tierra.
La rebelión de Satanás resultó en el juicio de Dios. Dios no puede tolerar ninguna rebelión entre Sus criaturas. Inmediatamente después de la rebelión de Satanás, Dios declaró Su juicio sobre él. “Se halló en ti maldad. A causa de la multitud de tus contrataciones [Según la raíz de la palabra hebrea, ‘contrataciones’ aquí puede ser traducida ‘difamación’]...pecaste; por lo que yo te eché del monte de Dios, y te arrojé de entre las piedras del fuego. Se enalteció tu corazón...corrompiste tu sabiduría...yo te arrojé por tierra...Con la multitud de tus maldades y con la iniquidad de tus contrataciones profanaste tu santuario...” (Ez. 28:15-18). “Mas tú derribado eres hasta el Seol, a los lados del abismo” (Is. 14:15).
Los cielos y la tierra seguramente fueron corrompidos por la rebelión de Satanás. Dios reprendió a Satanás: “profanaste tu santuario”. Por lo tanto, los cielos y la tierra también fueron juzgados por Dios. Job 9:5-7 dice que Dios arrancó los montes con Su furor, removió la tierra de su lugar, mandó al sol que no saliera y selló las estrellas. No podemos hallar un registro de semejante acontecimiento en la historia humana. Debe de haber pasado antes del mundo Adámico, en el tiempo que Dios juzgó los cielos y la tierra por causa de la rebelión de Satanás y sus seguidores. Debido al juicio de Dios, los cielos no brillaron. La tierra estaba cubierta de tinieblas. Dios juzgó la tierra inundándola con agua. Así que, “la tierra estaba desordenada y vacía”, sepultada debajo de agua muy profunda y cubierta de tinieblas (Gn. 1:2).
Isaías 45:18 dice: “No la creó desolada” (heb.). Job 38:4-7 también dice que Dios “fundaba la tierra”, “ordenó sus medidas” y “extendió sobre ella cordel”; entonces “alababan todas las estrellas del alba y se regocijaban todos los hijos de Dios”. Esto significa que El creó todo en buen orden. Así que cuando las estrellas del alba lo vieron, se emocionaron y cantaron, y cuando todos los ángeles lo vieron, gritaron de gozo. Esto debe de haber pasado en Génesis 1:1 y no en Génesis 1:2. ¿Cómo podrían las estrellas del alba cantar y los ángeles gritar de gozo cuando la tierra se volvió desolada y vacía?
Cuando estas dos palabras “desolada” y “vacía” son usadas juntas en el Antiguo Testamento, siempre denotan un resultado de juicio (Jer. 4:23; Is. 34:8-11). Cualquier cosa que haya sido juzgado por Dios se vuelve desordenada y vacía. La tierra vino a ser vacía y desolada porque fue juzgada por Dios.
Las tinieblas que estaban sobre la faz del abismo también era señal que muestra que el universo de aquella edad fue juzgado, porque las tinieblas vienen del juicio de Dios (Ex. 10:21-22; Ap. 16:10).
Cuando Dios juzgó a Satanás y el universo bajo él, Dios también debe de haber juzgado a los ángeles que siguieron a Satanás y a los seres vivientes que estaban en la tierra durante aquella edad y que se unieron con él en su rebelión. Después de haber sido juzgados, los ángeles rebeldes se convirtieron en las huestes espirituales de maldad en el aire (Ef. 6:12), y los seres vivientes se convirtieron en espíritus incorpóreos, los demonios, que moran en el agua con la cual fueron juzgados.
Aunque Satanás, los ángeles rebeldes y los demonios fueron todos juzgados por Dios, todavía se están moviendo y trabajando hoy día, porque el juicio sobre ellos todavía no se ha ejecutado.
Hoy día, Satanás todavía puede ir a Dios para acusar al pueblo de Dios (Job 1:6-12; 2:1-7; Ap. 12:10). El todavía “anda alrededor” en la tierra, “buscando a quien devorar” (1 P. 5:8), todavía él obra para cegar los pensamientos de la gente (2 Co. 4:4), para engañarlos transfigurándose a sí mismo en un ángel de luz (2 Co. 11:14). No debemos ignorar sus pensamientos (2 Co. 2:11), ni darle lugar al diablo (Ef. 4:27). Debemos resistirlo firmes en la fe (1 P. 5:8-9). Necesitamos vestirnos de toda la armadura de Dios para ser capaces de estar firmes en contra de él (Ef. 6:11-17).
Después de la rebelión de Satanás, Dios pronunció Su juicio sobre él inmediatamente. Sin embargo, requiere mucho tiempo para ejecutar el juicio de Dios. El Señor Jesús fue manifestado en la carne para deshacer las obras del diablo (1 Jn. 3:8). Esto fue la ejecución del juicio de Dios. El Señor les dio a Sus discípulos potestad sobre todo el poder del enemigo (Lc. 10:19). Cuando los discípulos echaron fuera a demonios, Satanás se cayó del cielo (Lc. 10:17-20). Mediante Su muerte en la cruz, El destruyó al diablo (He. 2:14). El ha herido la cabeza de la serpiente antigua. Ahora nosotros, como Su Cuerpo, debemos continuar esta ejecución, para destruir la cola de la serpiente. A través de la obra ejecutadora de la iglesia, el diablo será arrojado a la tierra, y sus ángeles serán arrojados con él (Ap. 12:9). Después él será atado y arrojado al abismo (Ap. 20:2-3). Finalmente, él “será lanzado al lago de fuego” (Ap. 20:10). Entonces, la ejecución del juicio de Dios sobre Satanás y sus seguidores será terminada.
Satanás fue originalmente el más alto de los arcángeles creados por Dios. El se rebeló contra Dios por causa del orgullo y se hizo el adversario de Dios, el enemigo de Dios. Los cielos, la tierra, y el universo fueron corrompidos por la rebelión de Satanás y cayeron bajo el juicio de Dios. El juicio de Dios sobre Satanás va llevándose a cabo gradualmente hasta que Cristo regrese, cuando él será atado y arrojado al abismo por mil años. Al final de los mil años, será liberado del abismo y se rebelará por la última vez. Inmediatamente después de esta rebelión él será lanzado al lago de fuego para ser castigado por la eternidad. Así, el juicio de Dios sobre Satanás será terminado.
