
La Biblia se divide en dos partes. La primera parte es llamada el Antiguo Testamento y la segunda parte es llamada el Nuevo Testamento.
Esto se refiere a la primera parte de la Biblia, la cual se compone de treinta y nueve libros que se dividen en:
Estos comprenden un total de cinco libros, de Génesis a Deuteronomio, y son llamados los libros de la ley porque en ellos se hallan los mandamientos, los estatutos y los juicios que forman la ley.
Estos comprenden un total de doce libros, de Josué a Ester, y relatan la historia de los israelitas desde su entrada a Canaán hasta su regreso del cautiverio. Por lo tanto, éstos son llamados los libros de historia.
Estos comprenden un total de cinco libros, de Job al Cantar de los Cantares, los cuales expresan en poesía las diferentes experiencias espirituales del pueblo de Dios.
Estos comprenden un total de diecisiete libros, de Isaías a Malaquías, escritos por los profetas cuyo contenido es principalmente las profecías concernientes a los israelitas, a los gentiles y a Cristo.
Esto se refiere a la segunda parte de la Biblia, la cual se compone de veintisiete libros que se dividen en:
Estos comprenden un total de cinco libros, del Evangelio de Mateo a los Hechos de los Apóstoles. Los cuatro primeros son una historia del Señor Jesús y el último es la narración del mover de los discípulos en la tierra después de que el Señor ascendió a los cielos.
Estas comprenden un total de veintiún libros, desde el libro de Romanos hasta el libro de Judas, las cuales son cartas escritas por los apóstoles a las iglesias, o a santos individuales. Ellas específicamente mencionan la iglesia y la condición apropiada en la vida y vivir espiritual de la iglesia y de los santos.
El único libro de profecía en el Nuevo Testamento es el de Apocalipsis, el cual es el libro que concluye el Nuevo Testamento y es el último libro de toda la Biblia. Contiene profecías relacionadas con la iglesia, Israel, el mundo, la segunda venida de Cristo, el destino de Satanás, el juicio final y la era venidera y la eternidad.
Debido a que la Biblia es la palabra de Dios, su naturaleza es divina y espiritual. Tenemos que leerla con todas las partes de nuestro ser.
1) “Entonces les abrió el entendimiento, para que comprendiesen las Escrituras” (Lc. 24:45).
Al leer la Biblia, debemos primero usar el entendimiento de nuestra mente para comprender su texto, el cual está escrito en lenguaje humano, y conocer su significado.
1) “La palabra de Cristo more ricamente en vosotros en toda sabiduría...” (Col. 3:16).
2) “Dios ... el Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de revelación en el pleno conocimiento de El” (Ef. 1:17).
Estos dos versículos indican que necesitamos entender con sabiduría la palabra con respecto a las cosas divinas reveladas por Dios en la Biblia. Efesios 1:17 también nos muestra que tal sabiduría está unida a nuestro espíritu. Esta sabiduría no es la que tenemos por naturaleza, sino la que obtenemos por medio de la oración. Tal sabiduría en nuestro espíritu es más profunda y más alta que el entendimiento en nuestra mente. Entendemos la letra de la Biblia con el entendimiento en nuestra mente, y comprendemos la verdad de la Biblia por medio de la sabiduría en nuestro espíritu.
1) “Y recibid ... la palabra de Dios; con toda oración y petición orando en todo tiempo en el espíritu” (Ef. 6:17-18).
Aquí se nos dice que recibamos la palabra de Dios orando en el espíritu. Esto nos revela que también necesitamos ejercitar nuestro espíritu cuando leemos y recibimos la palabra de Dios. Esto se hace, indudablemente, por medio de la oración. Por lo tanto, al leer la Biblia, después de haber entendido el significado del texto con nuestro entendimiento y haber comprendido la verdad del texto con nuestra sabiduría, debemos usar nuestro espíritu mediante la oración para recibir las verdades de la Escritura en la parte más profunda de nuestro ser, esto es, en nuestro espíritu. En otras palabras, después de haber entendido el texto y haber recibido la verdad que contiene, todavía debemos ejercitar nuestro espíritu para convertir en oración lo que hemos entendido y comprendido a fin de que la verdad sea asimilada en nuestro espíritu y así llegue a ser nuestro suministro de vida y la base de nuestra experiencia espiritual.
Otra forma simple, espiritual y más benéfica de leer la Biblia es orar-leerla. Nosotros tomamos el texto bíblico como oración y oramos-leemos con él. No sólo leemos y oramos simultáneamente, u oramos y leemos, leemos y oramos; sino que también convertimos directamente el texto que leemos en las propias palabras de oración con las cuales oramos. A veces podemos aplicar el texto a nosotros mismos mediante la oración. Mientras más repetimos esta clase de orar-leer, más elevado y liberado llega a ser nuestro espíritu, y más grande, más profundo y más rico es el beneficio que recibimos.
Podemos leer la Biblia en cualquier momento y debemos hacerlo siempre que sea necesario. Sin embargo, hablando en términos generales, es mejor leer en la mañana antes de tener contacto con cualquier persona o cosa. Es especialmente bueno unir la lectura con la oración. Tales ocasiones no deben durar mucho tiempo. La forma más adecuada es orar por diez minutos y leer por diez minutos. Algunas veces la lectura y la oración pueden ser mezcladas.