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Mensajes del libro «Lecciones de vida, tomo 3»
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Lecciones de vida, tomo 3

EXPLICACION Y COMUNION

  1. Estas lecciones fueron específicamente preparadas para las reuniones de hogar de los nuevos creyentes. Los dos primeros tomos abarcan los diferentes asuntos entre un creyente y Dios, los que él debe conocer, entender y practicar inmediatamente después de ser salvo. Luego, los dos últimos tomos abarcan la salvación plena que Dios ha preparado en Cristo para nosotros los que hemos creído en El, las riquezas que hemos obtenido en Cristo, la experiencia que debemos tener en Cristo, las cosas que debemos llevar a cabo en Cristo, y la meta que debemos alcanzar en Cristo.

  2. Es difícil evitar ciertos términos que son relativamente profundos y difíciles de entender para los nuevos creyentes. No es necesario añadir explicaciones cuando se leen estas lecciones en las reuniones. Mientras se lee lección tras lección, se adquirirá un entendimiento completo de los términos. Aunque no haya un entendimiento completo en ese momento, se obtendrá el entendimiento gradualmente.

  3. El conocimiento es vacío, y la letra mata; sólo Cristo es la realidad, y solamente el Espíritu da vida. Por lo tanto, debe haber oración, confesión de pecados, y el ser llenos y saturados del Espíritu de Cristo en abundancia antes de leer estas lecciones. Al leer, se debe tener la práctica de depender menos de la mente y más del espíritu, rechazando la vieja manera de conocimiento, y dando énfasis a la nueva manera de vida. En la lectura, frase tras frase debe ser expulsada por el espíritu con vida, para tocar los espíritus de otros a fin de que ellos reciban la suministración de vida del Cristo pneumático.

  4. Los versículos de la Biblia citados en estas lecciones son tanto económicos como idóneos, y sus explicaciones son concisas y adecuadas, sin tener necesidad de explicaciones más amplias. Lo único necesario es repetir lo que se lee, dar énfasis a lo leído, leer de una manera viviente y orar-leer. A veces, se debe completar la lectura con himnos o testimonios. Nunca se debe extender el significado del texto o desarrollar un entendimiento basado en la inferencia.

  5. Las Escrituras del Nuevo Testamento citadas en estas lecciones son de la Versión Recobro del Nuevo Testamento y las del Antiguo Testamento, por la mayor parte, son sacadas de Reina Valera 1960. [Nota de los traductores: A veces versículos del Antiguo Testamento son corregidos conforme a la lengua original; estas correcciones están denotadas por la abreviatura heb. después de las referencias de los versículos.]

  6. A fin de que estas lecciones sean de beneficio para las reuniones de hogar, existe la gran necesidad de mucha oración. Que el Señor bendiga Su recobro, perfeccione a Sus santos y edifique Su Cuerpo.

  El autor Taipéi 20 de marzo de 1987

  [Esta traducción no fue revisada por el autor, y por consiguiente toda inexactitud es responsabilidad exclusiva de los traductores.]

IV. TRASLADADOS A CRISTO

  1) “Todo aquel que en El [en Cristo] cree” (Jn. 3:16).

  Aquí la palabra en implica literalmente “entrar en”. Al creer entramos en Cristo. Originalmente nacimos en Adán, y después de nuestro nacimiento, continuamos viviendo en Adán. Cuando creímos en el Señor, fuimos puestos en Cristo para que entráramos en El y fuéramos una persona en El.

  2) “Porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos” (Gá. 3:27).

  El bautismo sigue inmediatamente después de creer. Creer y ser bautizados son dos partes de un solo paso para que entremos en el Señor. Creer es entrar en Cristo interiormente, mientras que ser bautizado es entrar en Cristo exteriormente. Nuestro creer es nuestro entrar en Cristo en realidad, en nuestro espíritu; nuestro ser bautizados es nuestro entrar en Cristo de manera práctica, en el agua. Una vez que creemos, entramos en Cristo en el espíritu. Luego, mediante el bautismo, confesamos y confirmamos este hecho, exhibiéndolo y declarándolo. Por lo tanto, creer y ser bautizados es un paso completo que nos pone en Cristo, trasladándonos de Adán a Cristo a fin de que seamos un hombre en Cristo.

  3) “Mas por El [por Dios] estáis vosotros en Cristo Jesús” (1 Co. 1:30).

  Nuestra responsabilidad es creer y ser bautizados para poder entrar en Cristo. Pero poner el Espíritu de Cristo y la vida de Cristo en nosotros está más allá de nuestra propia habilidad; esto lo hace Dios. Cuando entramos en Cristo al creer y ser bautizados, Dios pone el Espíritu de Cristo y la vida de Cristo en nuestro espíritu, para que nosotros y Cristo tengamos una unión orgánica espiritual; todo esto lo hace Dios. Por lo tanto, en lo que al Espíritu y a la vida se refiere, es por Dios que estemos en Cristo Jesús. Es Dios quien nos puso en Cristo y puso el Espíritu y la vida de Cristo en nosotros, para que estemos unidos con Cristo en espíritu, como una sola entidad. Con la excepción de creer y ser bautizados, lo cual lo hicimos nosotros, todo lo demás es completamente la obra de Dios mediante Su Espíritu. De esta manera, Dios en realidad nos trasladó de Adán a Cristo en el Espíritu y en vida, para que fuéramos nosotros personas completamente en Cristo.

V. LO QUE TENEMOS EN CRISTO

  Nosotros nacimos de Adán, y tenemos las cosas de Adán que son los medios por los cuales vive nuestro viejo hombre en Adán. Cuando somos trasladados a Cristo, también poseemos las riquezas de Cristo que son los medios por los cuales vive nuestro nuevo hombre en Cristo. Tales riquezas en Cristo son innumerables. Aquéllas que hemos seleccionado como más importantes están enumeradas abajo.

  1) “Por la obediencia de uno solo [de Cristo], los muchos serán constituidos justos” (Ro. 5:19).

  Lo primero que tenemos en Adán es el pecado, pero lo primero que tenemos en Cristo es la justicia. Lo primero que Adán nos trajo fue el pecado; lo primero que Cristo nos trae es la justicia. La desobediencia de Adán nos hizo pecaminosos y nos constituyó pecadores; la obediencia de Cristo nos constituye justos para que lleguemos a ser personas justas.

  2) “Por un solo acto de justicia [en el Gólgota] resultó la justificación de vida para todos los hombres” (Ro. 5:18).

  Los pecados que tenemos en Adán hicieron que en él fuéramos condenados, mientras que la justicia que obtenemos en Cristo hace que estemos justificados en El. La ofensa de Adán en el huerto del Edén hizo que fuéramos condenados los que estábamos en él mientras que la justicia hecha por Cristo en el Gólgota hace que estemos justificados los que estamos en El.

  Además, el pecado y la condenación que tenemos en Adán también hicieron que tuviéramos muerte, pero la justicia y la justificación que ganamos en Cristo hace que tengamos vida. El pecado de Adán nos trajo muerte, pero la justicia de Cristo nos trae vida. Debido al pecado de Adán, la muerte de Satanás entró en nosotros para hacer una obra de muerte. Así, nuestro espíritu, alma y cuerpo, es decir, todo nuestro ser, fueron invadidos por la muerte. Debido a la justicia de Cristo, la vida de Dios entró en nosotros para hacer una obra de vida a fin de tragarse la muerte en nuestro espíritu, alma y cuerpo para que todo nuestro ser pudiera ser vivificado.

  3) “Porque así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados” (1 Co. 15:22).

  Aquí, “vivificados” se refiere a ser resucitados. Originalmente éramos personas muertas. Luego, Cristo entró en nosotros trayendo la vida de Dios para vivificarnos. Por lo tanto, ser vivificado es ser resucitado. La muerte de Adán arruinó todo lo que era de nuestra vida en la vieja creación. La resurrección que Cristo nos trae comienza nuestra vida en la nueva creación para que participemos de todas las cosas en esta vida de la nueva creación.

  4) “Que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo” (Ef. 1:3).

  En Cristo no sólo obtenemos estas tres cosas —justicia, justificación, y vida— sino también toda bendición espiritual en los lugares celestiales. La elección del Padre Santo, la redención del Hijo Santo, el sellar del Espíritu Santo, y todas las bendiciones celestiales y espirituales mencionados en el Nuevo Testamento, nos han sido dadas por Dios en Cristo y las hemos obtenido en Cristo.

  5) “Mas por El estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho de parte de Dios sabiduría: justicia y santificación y redención” (1 Co. 1:30).

  Aquí se establece concisamente que hay cuatro cosas importantes que obtenemos de Dios en Cristo: sabiduría, justicia, santificación y redención. La sabiduría es lo principal, y la justicia, la santificación y la redención son los puntos detallados. Todo lo que Dios nos ha dado en Cristo proviene de la sabiduría de Cristo, o podemos decir que esta sabiduría en Cristo como sabiduría, lo cual incluye justicia, santificación y redención. La justicia es para que seamos justificados por Dios a fin de que seamos salvos. Esto es en el pasado. La santificación es para que vivamos una vida santa a fin de que seamos victoriosos. Esto es en el presente. La redención es para que nuestros cuerpos sean redimidos a fin de que seamos glorificados. Esto es en el futuro. Nosotros hemos obtenido todas estas cosas de Dios en Cristo, todas las cuales son Cristo mismo.

  6) “...en Cristo, nueva creación es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas” (2 Co. 5:17).

  Nosotros también llegamos a ser la nueva creación en Cristo. Las cosas viejas en Adán pasaron, y han sido hechas nuevas en Cristo. Esto es el resultado de ser trasladados de Adán a Cristo.

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