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Mensajes del libro «Lecciones de vida, tomo 3»
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LECCION VEINTISIETE

PERMANECER EN CRISTO

  Cuando creemos y somos bautizados en Cristo, estamos en Cristo. Estando en Cristo obtenemos y disfrutamos de todas las riquezas que hay en El. Para mantener tal posición en Cristo y continuar disfrutando de todas las riquezas que hay en El, debemos continuar quedándonos en El, hasta el punto de permanecer en El. Por lo tanto, debemos considerar este asunto cabalmente.

I. EL SIGNIFICADO DE PERMANECER EN CRISTO

A. Estamos unidos a Cristo

  1) “Yo [Cristo] soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en Mí, y Yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de Mí nada podéis hacer” (Jn. 15:5).

  Hay una diferencia entre estar en Cristo y permanecer en Cristo. Estar en Cristo se refiere al hecho de haber entrado en Cristo para participar de El y estar unidos a El. Permanecer en Cristo se refiere a la experiencia de quedarnos en Cristo para tener comunión con El y disfrutarle. En este versículo el Señor Jesús nos habla específicamente respecto a tal experiencia. El describe nuestra vida de permanecer en El por medio del cuadro de los pámpanos permaneciendo en la vid. El es la vid y nosotros, Sus pámpanos. Esto nos muestra claramente que si deseamos vivir en El y disfrutar de todo Su suministro de vida, y así llevar fruto para cumplir con nuestro deber como Sus miembros, debemos permanecer en El. Esto es semejante a los pámpanos de la vid, los cuales tienen que permanecer en la vid para poder disfrutar de todo el suministro de vida de la vid y llevar fruto a fin de cumplir así su deber. Si estamos separados de Cristo, como pámpanos separados de la vid, no podremos vivir en El ni podremos recibir el suministro de vida de parte de El a fin de llevar fruto para El. Por lo tanto, si deseamos vivir en Cristo, no debemos estar separados de El.

B. Tenemos comunión con Cristo

  1) “...y os anunciamos la vida eterna, la cual ... se nos manifestó ... para que también vosotros tengáis comunión con nosotros [con los apóstoles]; y nuestra comunión verdaderamente es con el Padre, y con Su Hijo Jesucristo” (1 Jn. 1:2-3).

  Estos versículos nos dicen que el anuncio de la vida eterna nos habilita para tener comunión con los apóstoles, y que esta comunión es con el Padre y con Su Hijo Jesucristo. En otras palabras, la vida eterna, la vida de Dios en Cristo, es decir, Cristo mismo como vida, nos trae una comunión, a fin de que tengamos comunión no sólo con los apóstoles, sino también con Dios y con Cristo. Esta comunión es el fluir de la vida de Dios en nosotros, haciendo que tengamos comunión con Dios y Cristo, que participemos en todo lo que ellos son, y disfrutemos de Su suministro de vida. El tener comunión con Dios y Cristo de esta manera es permanecer en Cristo, Este permanecer dará como resultado las siguientes tres condiciones.

1. Siendo iluminados

  1) “Dios es luz, y en El no hay ningunas tinieblas. Si decimos que tenemos comunión con El, y andamos en tinieblas, mentimos, y no practicamos la verdad” (1 Jn. 1:5-6).

  Cuando tenemos comunión con Dios, quien es luz, tal comunión nos trae a la luz de Dios para que seamos iluminados. De esta manera no andaremos en tinieblas.

2. Confesando nuestros pecados y siendo limpios

  1) “Pero si andamos en luz, como El [como Dios] está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesús Su Hijo nos limpia de todo pecado ... Si confesamos nuestros pecados, El es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad” (1 Jn. 1:7-9).

  Cuando somos iluminados por Dios en nuestra comunión con El, vemos nuestros propios pecados. Si confesamos nuestros pecados en la luz de Dios, El perdonará nuestros pecados, y la sangre de Jesús Su Hijo nos limpiará de todo pecado. Si no confesamos nuestros pecados para ser limpios, nuestros pecados interrumpirán la comunión que tenemos con Dios y con Cristo. Sólo cuando confesamos nuestros pecados y somos limpios, es restaurada nuestra comunión con Dios y Cristo. Entonces podremos de nuevo permanecer en Cristo sin nada entre nosotros y El.

3. Creciendo en vida

  1) “...crece con el crecimiento de Dios” (Col. 2:19).

  Al permanecer en Cristo y al tener comunión con El, la vida dentro de nosotros continuará creciendo, y nosotros también creceremos con el crecimiento de la vida de Dios hasta alcanzar la madurez.

II. LA MANERA DE PERMANECER EN CRISTO

A. Conforme a la enseñanza de la unción

  1) “Así como Su unción ... os ha enseñado, permaneced en El [en Cristo]” (1 Jn. 2:27).

  La unción que se menciona aquí es el mover del Espíritu Santo que mora en nosotros. Tal mover del Espíritu Santo en nosotros, como el ungüento ungiéndonos por dentro, nos enseña la verdad. Debemos permanecer en el Señor conforme a la enseñanza de esta unción.

B. Andar como el Señor anduvo

  1) “El que dice que permanece en El [en Cristo], debe andar como El anduvo” (1 Jn. 2:6).

  Para permanecer en Cristo debemos, por un lado, estar conforme a la enseñanza del ungir del Espíritu Santo interiormente, y por otro, debemos andar como el Señor anduvo exteriormente. Esto significa que debemos permanecer en Cristo conforme a la enseñanza del Espíritu Santo interiormente y conforme al andar del Señor exteriormente.

C. Guardar los mandamientos de Dios

  1) “Y el que guarda Sus mandamientos [los de Dios], permanece en Dios” (1 Jn. 3:24).

  Para permanecer en Cristo, además de estar conforme a la enseñanza del ungir del Espíritu Santo y de andar como el Señor anduvo, debemos guardar los mandamientos de Dios, que son los mandatos de Dios, y ser los que son sumisos para con Dios.

III. EL RESULTADO DE PERMANECER EN CRISTO

A. Cristo permaneciendo en nosotros

  1) “Permaneced en Mí [en Cristo], y Yo en vosotros” (Jn. 15:4); “...permanece en Dios, y Dios en él” (1 Jn. 3:24).

  El primer resultado de nuestro permanecer en Cristo es que Cristo y Dios permanecerán en nosotros, para impartir Sus riquezas, suministrando y transfundiéndolas a nosotros.

B. Llevar mucho fruto para glorificar a Dios

  1) “El que permanece en Mí [en Cristo], y Yo en él, éste lleva mucho fruto” (Jn. 15:5); “En esto es glorificado Mi Padre, en que llevéis mucho fruto” (v. 8).

  Si nosotros permanecemos en Cristo, El también permanecerá en nosotros, haciendo que disfrutemos de todas las riquezas de Su vida. De esta manera, llevaremos mucho fruto para glorificar a Dios, es decir, manifestaremos a Dios en nuestro vivir para que El sea expresado en nosotros.

C. Reunirnos con el Señor confiadamente y no ser avergonzados

  1) “Permaneced en El [en Cristo] para que cuando El se manifieste, tengamos confianza, para que en Su venida no nos alejemos de El avergonzados” (1 Jn. 2:28).

  Si permanecemos en Cristo, y llevamos mucho fruto por medio de Su vida para glorificar a Dios, cuando El se manifieste nos reuniremos con El confiadamente, y no nos alejaremos avergonzados de Su gloriosa presencia (cfr. Mt. 25:30).

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