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Mensajes del libro «Lecciones de vida, tomo 3»
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LECCION TREINTA Y DOS

OBEDECER EL SENTIR DE VIDA

  Cuando creemos en Cristo y nos unimos a El en vida, Su vida en nosotros produce un sentir de vida. Nosotros los que estamos unidos a El, que somos un espíritu con El, y que le experimentamos, debemos prestar atención a este sentir de vida en nuestra vida espiritual y obedecerlo.

I. LO QUE LOS CREYENTES TIENEN UNA VEZ QUE SON SALVOS

  Con el fin de obedecer el sentir de vida, debemos conocer las seis cosas que recibimos al ser salvos.

A. La luz de vida

  1) “El que tiene al Hijo, tiene la vida” (1 Jn. 5:12); “La vida era la luz de los hombres” (Jn. 1:4).

  En el momento en que recibimos al Hijo de Dios como nuestro Salvador, tenemos al Hijo de Dios y tenemos la vida, porque la vida está en El (1 Jn. 5:11). Esta vida es la luz de los hombres. Por consiguiente, puesto que tenemos esta vida, también tenemos la luz de vida que nos ilumina interiormente.

B. Las leyes de Dios inscritas en el corazón

  1) “Pondré Mis leyes en la mente de ellos, y sobre su corazón las escribiré” (He. 8:10).

  En el Antiguo Testamento, las leyes de Dios fueron escritas en tablas de piedra fuera del hombre. En el Nuevo Testamento, Dios imparte, o pone, Sus leyes en nuestra mente dentro de nosotros y las escribe sobre nuestros corazones. Esto lo realiza Dios dando Su vida a nosotros y poniéndola en nosotros, para que la ley que está dentro de Su vida llegue a ser la ley de nuestro corazón y de nuestra mente. Una ley no es necesariamente una vida, pero una vida seguramente es una ley con una habilidad y función innata. Además, mientras más alta es la vida, más alta es la ley de esa vida. Ya que la vida de Dios dentro de nosotros es la vida más alta, esta vida no es meramente una ley, sino la ley más alta con la más alta e innata habilidad y función. Una vez que somos salvos y tenemos la vida de Dios, tenemos esta ley de vida inscrita sobre nuestros corazones.

C. La ley del Espíritu de vida

  1) “Porque la ley del Espíritu de vida me ha librado en Cristo Jesús de la ley del pecado y de la muerte” (Ro. 8:2).

  El Espíritu de vida es el Espíritu de Dios en nuestro espíritu. Ya que el Espíritu de Dios es de vida, Su ley debe ser también de vida. Esta es la ley del Espíritu de vida. Por lo tanto, la ley del Espíritu de vida y las leyes antes mencionadas que están escritas sobre nuestros corazones, están relacionadas y son una. El hecho de que las leyes sean escritas sobre nuestros corazones indica que esas leyes son de vida, dando énfasis a la función de vida. La ley del Espíritu de vida indica que la ley de vida dentro de nosotros es del Espíritu Santo, el cual está en nuestro espíritu, dando énfasis a la función del Espíritu Santo. Tan pronto como somos salvos tenemos los dos aspectos.

D. Dios opera interiormente

  1) “...Dios es el que en vosotros realiza así el querer como el hacer, por Su beneplácito” (Fil. 2:13).

  Una vez que somos salvos, Dios viene a vivir y a operar en nosotros para producir en nosotros el querer interiormente y el hacer exteriormente, a fin de cumplir Su buena voluntad.

E. Cristo vive interiormente

  1) “...vive Cristo en mí...” (Gá. 2:20).

  Una vez que somos salvos, también tenemos a Cristo viviendo en nosotros como vida. Su vivir en nosotros es a la vez eficaz y activo.

F. La unción interior

  1) “La unción que vosotros recibisteis de El [el Hijo con el Padre] permanece en vosotros” (1 Jn. 2:27).

  En la Biblia el aceite de la unción se refiere al Espíritu Santo (Lc. 4:18). Tan pronto como somos salvos Dios nos unge con Su Espíritu (2 Co. 1:21-22). La unción es el mover interior del Espíritu Santo que nos unge. El mover del Espíritu Santo es como un ungüento que nos unge interiormente, haciéndonos sentir la mente de Dios, y enseñándonos en todas las cosas.

II. EL SENTIR DE VIDA

  1) La iluminación de la luz de vida dentro de nosotros nos hace tener un sentir interior.

  Puesto que la luz de vida es la vida del Señor iluminándonos, esta iluminación seguramente producirá un sentir de vida por dentro de manera que podamos sentir lo que es del Señor y lo que le agrada a El.

  2) La manifestación de la función de las leyes inscritas sobre nuestros corazones por Dios, y la ley del Espíritu de vida también nos hacen tener un sentir interior.

  Puesto que las leyes escritas por Dios sobre nuestros corazones y la ley del Espíritu de vida dentro de nosotros son una función innata de la vida del Señor que está en nosotros, siempre que esta función se manifieste tendremos un sentimiento. Este sentimiento es el sentir de vida, el cual podemos percibir por medio de la función de la ley de vida.

  3) La operación de Dios en nosotros también nos hace tener un sentir interior.

  Ya que la operación de Dios en nosotros es una actividad, esto producirá un sentimiento por dentro. Este sentimiento es el sentir de vida en nosotros, el cual nos hace sentir lo que Dios desea que queramos y hagamos.

  4) El vivir de Cristo en nosotros también nos hace tener un sentir interior.

  El vivir de Cristo en nosotros, el cual está lleno de actividades, seguramente nos hará tener un sentir interior. Puesto que este sentir surge de las actividades de la vida de Cristo en nuestro interior, seguramente es de vida. Por consiguiente, es también el sentir de vida.

  5) La unción en nosotros también nos hace tener un sentir interior.

  El Espíritu Santo nos unge por dentro como el ungüento. Su mover también nos hace tener el sentir de vida en nuestro espíritu. Por lo tanto, después de ser salvos, no solamente tenemos vida, sino también el sentir de vida por dentro para que conozcamos interiormente la mente de Dios y las cosas concernientes a El.

III. LA RESPONSABILIDAD DE LOS CREYENTES ANTE EL SENTIR DE VIDA

A. Andar solamente conforme al espíritu, poniendo la mente en el espíritu

  1) “...andamos ... conforme al espíritu ... la mente puesta en el espíritu” (Ro. 8:4-6). El sentir de vida en nosotros proviene del Espíritu y está en nuestro espíritu. Así, nuestra primera responsabilidad hacia el sentir de vida es andar sólo conforme al espíritu, poniendo nuestra mente en el espíritu. Es decir, debemos obedecer al espíritu y ocuparnos del espíritu en todo.

B. Atender al sentir interior de vida

  1) “...la mente puesta en el espíritu es vida y paz” (Ro. 8:6).

  Cuando ponemos nuestra mente en el espíritu, tenemos vida y paz por dentro. Tanto la vida como la paz son el sentir de vida interior, las cuales pueden ser percibidas por nosotros. Por lo tanto, necesitamos atender al sentir de vida y paz que está dentro de nosotros.

C. Obedecer con temor y temblor

  1) “...como siempre habéis obedecido ... llevad a cabo vuestra salvación con temor y temblor” (Fil. 2:12).

  Debemos obedecer con temor y temblor la operación de Dios que sentimos interiormente, sea que esta operación es para el querer o para el hacer. El temor es nuestro motivo interior y el temblor es nuestra actitud exterior. Debemos de esta manera obedecer el sentir de vida que está dentro de nosotros.

D. Permanecer en el Señor conforme a la enseñanza de la unción

  1) “Así como la unción ... os ha enseñado, permaneced en El [en el Señor]” (1 Jn. 2:27).

  La unción en nosotros nos enseña a conocer al Señor y las cosas concernientes al Señor. Debemos permanecer en el Señor y tener comunión con El conforme a esta enseñanza.

IV. EL RESULTADO DE OBEDECER EL SENTIR DE VIDA

A. Disfrutar vida y paz

  1) “...la mente puesta en el espíritu es vida y paz” (Ro. 8:6).

  Cuando ponemos nuestra mente en el espíritu, tenemos el sentir de vida. Si obedecemos este sentir de vida, disfrutaremos de vida y paz; la vida es la satisfacción, y la paz es el descanso. El disfrute de la satisfacción de vida y el descanso de la paz es un resultado inmediato de nuestra obediencia al sentir de vida.

B. Permanecer en el Señor

  1) “Así como la unción ... os ha enseñado, permaneced en El [en el Señor]” (1 Jn. 2:27).

  La enseñanza de la unción nos da el sentir de vida por dentro. Con obedecer este sentir de vida, podemos permanecer en el Señor. Este también es un resultado de la obediencia al sentir de vida.

C. Vivir nuestra salvación

  1) “Habéis obedecido ... llevad a cabo vuestra salvación con temor y temblor” (Fil. 2:12).

  Sí, hemos obtenido la salvación, pero después de obtener la salvación, todavía necesitamos vivir esta salvación como dice este versículo: “Llevad a cabo vuestra salvación”. Cuando obedecemos con temor y temblor el sentir de vida que resulta del mover de Dios dentro de nosotros, vivimos la salvación que hemos obtenido. Esto también es un resultado de nuestra obediencia al sentir de vida interior.

D. Cumplir la buena voluntad de Dios

  1) “Habéis obedecido ... Dios es el que en vosotros realiza así el querer como el hacer, por Su beneplácito” (Fil. 2:12-13).

  El cumplimiento de la buena voluntad de Dios es otro resultado de nuestra obediencia al sentir de vida que proviene de la operación de Dios en nosotros.

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