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Mensajes del libro «Lecciones de vida, tomo 4»
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LECCION CUARENTA Y OCHO

LA GLORIFICACION

  En la plena salvación de Dios, empezamos con la regeneración y continuamos con la experiencia y disfrute de la rica vida de Cristo mediante la renovación, la santificación, la transformación, la madurez y la conformación, lo cual finalmente resulta en la glorificación. Ser glorificado es entrar en la gloria de Dios, o sea, es experimentar y disfrutar, sin medida y sin límite, la infinita y eterna vida de Dios en Cristo.

I. EL PROPOSITO DE DIOS

  1) “...el Dios de toda gracia, que os llamó a Su gloria eterna en Cristo Jesús” (1 P. 5:10).

  Aquí se nos dice que el propósito de Dios al llamarnos en Cristo Jesús y darnos toda gracia, es para que disfrutemos de Su gloria eterna. En la eternidad pasada El nos predestinó conforme a Su presciencia, y andando el tiempo nos llamó y nos justificó para ser glorificados (Ro. 8:29-30), lo cual será cumplido cuando el Señor venga otra vez. Para entonces “seremos manifestados ... en gloria” (Col. 3:4) junto con Cristo, quien hoy es nuestra vida, y disfrutaremos “la gloria de los hijos de Dios” (Ro. 8:21). Nuestras aflicciones de este tiempo presente no son dignas de compararse con “la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse” (Ro. 8:18), es decir, la misma gloria de Dios (1 Ts. 2:12).

II. DIOS NOS GUIA

  1) “...Aquel para quien y por quien son todas las cosas, que al llevar muchos hijos a la gloria” (He. 2:10).

  Puesto que Dios predestinó que disfrutáramos Su propia gloria eterna, comenzando desde el día de nuestra salvación, El nos guía a Su gloria. Como el Creador de todas las cosas, ordena y arregla todas las cosas, haciendo que cooperen para nuestro bien (Ro. 8:28-30), de manera que a través de ellas El nos pueda guiar a Su gloria.

III. EL PERFECCIONAMIENTO POR DIOS

  1) “Esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria” (2 Co. 4:17).

  Aquí vemos que la tribulación que sufrimos hoy por ser cristianos, por seguir al Señor, y por testificar por El, es momentánea y leve. Nuestra leve tribulación momentánea produce en nosotros, un cada vez más excelente eterno peso de gloria. Esta tribulación es la obra de Dios de perfeccionarnos. A través de la tribulación, Dios nos perfecciona para disfrutar del venidero peso de gloria. Nosotros sufrimos juntamente con El para que también seamos glorificados juntamente con El. Mediante todas las cosas creadas y ordenadas por El, Dios nos guía a Su gloria: a través de las tribulaciones o los sufrimientos, Dios nos perfecciona para disfrutar de Su incomparable gloria.

IV. NUESTRO DISFRUTE

  1) “Las riquezas de la gloria de este misterio ... que es Cristo en vosotros, la esperanza de gloria” (Col. 1:27).

  Aunque nosotros que creemos en Cristo todavía no hemos entrado en la gloria que Dios predestinó para nosotros, sí tenemos a Cristo en nosotros como la esperanza de gloria. Esta es una gloria misteriosa con riquezas extraordinarias.

  2) “Cuando Cristo, nuestra vida, se manifieste, entonces vosotros también seréis manifestados con El en gloria” (Col. 3:4).

  Hoy disfrutamos a Cristo como nuestra vida. Cuando El se manifieste, seremos manifestados con El en Su gloria para disfrutar de Su gloria divina. Esa gloria nos liberará de la esclavitud bajo la cual está hoy la creación corrupta. No es sólo una gloria que nosotros deseamos disfrutar, sino también una gloria que toda la creación está esperando con anhelo (Ro. 8:19-21). Hoy, esa gloria es el Cristo que está en nosotros, creciendo en nosotros continuamente. Cuando Cristo venga, por un lado, es Dios quien nos guiará a esa gloria, y por otro, es Cristo quien nos empapará completamente desde adentro como la gloria en la cual entraremos. Esto es Cristo siendo glorificado y admirado en Sus santos (2 Ts. 1:10), esto es, Cristo siendo manifestado desde el interior de Sus creyentes y sobre Sus creyentes como gloria y como el disfrute de ellos. En el futuro, nuestros cuerpos serán empapados con la gloria de Cristo para manifestar Su gloria; es decir, nuestros cuerpos serán redimidos en la vida de Cristo y conformados a Su glorioso cuerpo. Entonces nos despojaremos de nuestros cuerpos de la vieja creación y seremos liberados de la esclavitud bajo la cual estamos nosotros y la creación corrupta para entrar en la libertad de la gloria de los hijos de Dios para disfrutar de la gloria eterna de Dios.

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