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Mensajes del libro «Lecciones de vida, tomo 4»
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LECCION TREINTA Y NUEVE

LA PROPICIACION Y LA RECONCILIACION

  En la plena salvación de Dios, existen estos dos asuntos: la propiciación y la reconciliación; es decir, Dios hace propiciación por nosotros, los que una vez teníamos un problema con El, y Dios nos reconcilia consigo mismo a nosotros quienes éramos Sus enemigos. Cuando creemos en el Señor y somos salvos, obtenemos estos dos asuntos y disfrutamos de ellos.

I. LA PROPICIACION

  1) “...Su Hijo [el de Dios] ... propiciación por nuestros pecados” (1 Jn. 4:10).

  Cuando pecamos contra Dios, vinimos a ser pecaminosos delante de El. Esto causó que empezara a existir un problema entre Dios y nosotros. Por esta razón, el Señor Jesús no solamente se ofreció por nosotros como nuestra ofrenda por el pecado en la cruz (Is. 53:10) para redimirnos de nuestros pecados delante de Dios, sino que también se hizo nuestra propiciación para mitigar el problema que teníamos con Dios.

A. El significado de la propiciación

  1) “El [Cristo] es la propiciación por nuestros pecados” (1 Jn. 2:2).

  La palabra “propiciación” literalmente quiere decir una mediación entre dos partes para que se unan. Cuando una parte “A” empieza a tener un problema con una parte “B”, ya sea porque la ofendió o le debe algo, entonces la parte “B” hará alguna reclamación a la parte “A”. Si la reclamación no es cumplida, el problema entre las dos partes no se resolverá y las dos no podrán reconciliarse. Por consiguiente, se necesita la propiciación. Nuestros pecados nos separan de Dios e impiden nuestra comunión con El. Nos hacen tener un problema con Dios. Por lo tanto, necesitamos al Señor Jesús como nuestro sacrificio propiciatorio para satisfacer la exigencia de Dios.

B. La realización de la propiciación

  1) “Para venir a ... hacer propiciación por los pecados del pueblo” (He. 2:17).

  Cuando el Señor Jesús realizó la redención por nosotros en la cruz, también hizo propiciación por nosotros. Ya que Su padecimiento de la muerte y Su derramamiento de sangre quitó los pecados que causaron nuestro problema con Dios, Su muerte y derramamiento de sangre calmaron el problema causado por los pecados. Esto permite que Dios y nosotros, nosotros y Dios, estemos mutuamente en paz.

C. La aplicación de la propiciación

  1) “A quien [al Cristo redentor] Dios ha presentado como propiciatorio [la cubierta del arca] por medio de la fe en Su sangre, para la demostración de Su justicia” (Ro. 3:25).

  En la cruz, Cristo hizo propiciación por nosotros mediante Su redención. El mismo se hizo nuestra propiciación, la cual es tipificada en el Antiguo Testamento por la cubierta del arca en el Lugar Santísimo, el lugar donde Dios tuvo misericordia del hombre. Sobre Cristo como el propiciatorio, Dios puede aplicar la misma propiciación realizada por Cristo a los que creen en Cristo y que se acercan a Dios. Esto mitiga el problema entre El y ellos, causado por el pecado.

II. LA RECONCILIACION

  1) “Dios ... reconciliando consigo al mundo” (2 Co. 5:19).

  La reconciliación con Dios sigue de cerca la propiciación y ésta nos trae la reconciliación. La propiciación realizada por el Señor Jesús por medio de Su redención nos reconcilia con Dios.

A. El significado de la reconciliación

  Ser reconciliado con Dios literalmente significa tener un cambio completo con respecto a Dios. En la caída del hombre, el hombre se rebeló contra Dios, empezó a tener un problema con Dios, se opuso a Dios (Col. 1:21), y vino a ser enemigo de Dios (Ro. 5:10). Por lo tanto, el hombre necesita un cambio completo con respecto a Dios; es decir, necesita ser reconciliado con Dios mediante la redención de Cristo. No es que Dios sea reconciliado con nosotros, sino que nosotros somos reconciliados con Dios. Ya que Dios nunca nos ha causado problemas, El no tiene que ser reconciliado con nosotros. Al contrario, nosotros somos los que tenemos problemas con Dios, y por lo tanto necesitamos ser reconciliados con El.

B. La realización de la reconciliación

  1) “Mas todo proviene de Dios, quien [Dios] nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación” (2 Co. 5:18-19).

  La reconciliación por la cual estamos reconciliados con Dios, proviene de El. Dios nos reconcilia consigo mismo por Cristo y en Cristo. Por lo tanto, la reconciliación es por completo obra de Dios.

  2) “Y por medio de El [de Cristo] reconciliar consigo [con Dios] todas las cosas ... haciendo la paz mediante la sangre de Su cruz” (Col. 1:20).

  Puesto que Dios quiere reconciliarnos consigo, El hizo la paz por nosotros mediante la sangre derramada por Cristo en la cruz, y luego, nos reconcilió consigo por medio de Cristo. Por lo tanto, este dulce asunto de nuestro ser reconciliados con Dios fue realizado por Dios. Fue realizado por Dios mediante el derramamiento de la sangre de Cristo en la cruz. Derramando Su sangre en la cruz, Cristo, por un lado, hizo la paz a favor de nosotros para reconciliarnos con Dios, y por otro, realizó lo mismo en nombre de Dios, ya que fue Dios quien hizo la paz por nosotros por medio de Cristo.

C. El resultado de la reconciliación

  1) Tenemos paz con Dios: “Tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo” (Ro. 5:1). Tener paz es estar en paz. Una vez éramos pecadores, los que tenían problemas con Dios. No teníamos paz con Dios y no estábamos en paz con Dios. Pero ahora, ya que hemos sido reconciliados con Dios por medio de la redención y la propiciación de Cristo, tenemos paz para con Dios y disfrutamos de la paz juntamente con El.

  2) Nos gloriamos en Dios: “También nos gloriamos en Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo, por quien hemos recibido ahora la reconciliación” (Ro. 5:11).

  Literalmente, la expresión “nos gloriamos” aquí usada incluye el significado de regocijo, exultación, ensalzamiento y jactancia. Puesto que fuimos reconciliados con Dios por medio del Señor Jesucristo y obtuvimos a Dios, Dios mismo llegó a ser nuestra porción eterna. Podemos disfrutarle a El gloriándonos, regocijándonos, exultándonos, ensalzándonos y llenándonos de orgullo en El; es decir, “también nos gloriamos en las tribulaciones” (Ro. 5:3), y “nos gloriamos por la esperanza de la gloria de Dios” (Ro. 5:2).

  3) Somos salvos en vida: “Estando reconciliados, seremos salvos en Su vida” (Ro. 5:10).

  Al estar reconciliados con Dios, somos introducidos en la vida de Cristo. Como consecuencia, podemos ser salvos en la vida de Cristo, esto es, ser salvos de muchas cosas negativas por la vida de Cristo, para ser librados de nuestros pecados que nos enredan, del mundo y su usurpación, de nuestra carne, temperamento, y manera de ser, y de nuestro “yo” y nuestro hombre natural.

  Los tres puntos anteriores son el resultado de nuestra reconciliación con Dios.

D. El segundo paso de la reconciliación

  1) “Os rogamos [a los creyentes] en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios” (2 Co. 5:20).

  El texto anterior a este versículo dice que Dios reconcilió consigo al mundo. Ya hemos visto este asunto anteriormente. En este versículo, Dios les dice a los creyentes, quienes ya están reconciliados, que se reconcilien todavía más con El. Esto indica que hay dos pasos en nuestra reconciliación completa con Dios. El primer paso es que cuando éramos pecadores, fuimos reconciliados con Dios, siendo librados de pecados y justificados por Dios. El segundo es que, después de ser salvos, mientras aún estamos viviendo en la vida natural, nos reconciliamos con Dios, siendo librados de la carne para llegar a ser la justicia de Dios. Para el primer paso de nuestra reconciliación con Dios, Cristo murió en la cruz para llevar nuestros pecados (1 P. 2:24; 1 Co. 15:3), a fin de que nuestros pecados fuesen perdonados por Dios y Dios nos justificara por causa de El. Para el segundo paso de nuestra reconciliación con Dios, Cristo fue hecho pecado y fue crucificado por nosotros en la cruz (2 Co. 5:21), para que fuésemos librados de la carne y fuésemos hechos justicia de Dios en Cristo.

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