
La justificación es un asunto clave en la plena salvación de Dios. Después de obtener el perdón y la limpieza de los pecados, y después de ser santificados, ya no tenemos más problemas ante Dios. Entonces Dios tiene la posición y la base para justificarnos. Este es otro vínculo crucial en nuestro disfrute de la plena salvación de Dios.
1) “Con la mira de demostrar Su justicia ..., a fin de que El sea justo, y el que justifica al que es de la fe de Jesús” (Ro. 3:26).
En la Biblia, la justificación significa que Dios, conforme a Su justicia, declara al hombre justo. En otras palabras, Dios justifica al hombre conforme al criterio de Su justicia.
1) “...será justificada delante de El [de Dios]” (Ro. 3:20).
La justificación de Dios tiene dos aspectos, el objetivo y el subjetivo. La justificación objetiva es ser justificados posicionalmente conforme a la justicia que recibimos de Dios (Fil. 3:9); tal justificación es ser justificados al tener a Cristo como nuestra justicia (1 Co. 1:30). Obtenemos esta justificación en virtud de los siguientes cuatro puntos:
1) “Siendo justificados gratuitamente por Su gracia [la de Dios]” (Ro. 3:24).
El hecho de que el hombre es justificado por Dios es, primero, por la gracia de Dios. La justificación que Dios nos da por Su gracia es Su cumplimiento gratuito de todos Sus justos requisitos por nosotros. Esta justificación puede ser aceptada y recibida por todos sin esfuerzo humano y sin precio; por lo tanto, es gracia.
1) “Siendo justificados ... mediante la redención que es en Cristo Jesús” (Ro. 3:24).
Dios puede justificarnos por Su gracia mediante la redención de Cristo Jesús. Aparte del derramamiento de la sangre del Señor Jesús en la cruz, lo cual efectuó la redención por nosotros y satisfizo el justo requisito de Dios, no hay base ni manera para que Dios nos justifique por Su gracia, aun cuando El desea hacerlo. Sin embargo, debido a que el Señor Jesús derramó Su preciosa sangre en la cruz, pagó el precio y satisfizo todos los requisitos de la justicia de Dios en nosotros (Ro. 5:9), Dios puede justificarnos por Su gracia conforme a Su justicia.
1) “Sabiendo que el hombre no es justificado por las obras de la ley, sino por la fe en Jesucristo” (Gá. 2:16).
El hombre es justificado por Dios no solamente por la gracia de Dios y mediante la redención en Cristo Jesús, sino también por su fe en Cristo. Tanto la gracia de Dios como la redención de Cristo Jesús son por parte de Dios, mientras que la fe en Jesucristo es por nuestra parte. Dios, por Su gracia y mediante la redención en Cristo Jesús, quiere justificarnos y puede justificarnos; sin embargo, para que seamos justificados por Dios, existe todavía la necesidad de nuestra fe en Jesucristo.
1) “El cual [Jesús] fue ... resucitado para nuestra justificación” (Ro. 4:25).
La resurrección de Cristo es una comprobación de nuestra justificación. La muerte de Cristo satisfizo los justos requisitos de Dios para que Dios nos justificara. La resurrección de Cristo es la justificación y aprobación por Dios en cuanto a Su obra; por lo tanto, es también una comprobación de Su obra.
2) “...de justicia, por cuanto voy [Yo, Cristo] al Padre” (Jn. 16:10).
La ascensión de Cristo al Padre en los cielos después que fue resucitado es también una comprobación de nuestra justificación, tal como dice la tercera estrofa del Himnos, #13:
Como nuestro sustituto Aceptaste a Jesús; Fue juzgado siendo justo, ¿Cambiarías de actitud? Como prueba de justicia, A Tu diestra se sentó; Pues Tus requisitos justos, Por completo El cumplió.
La resurrección y ascensión de Cristo, y el hecho de que se sentó a la diestra de Dios, son una comprobación de nuestra justificación por Dios y confirman que Dios nos ha justificado debido a la muerte de Cristo, la cual satisfizo los justos requisitos de Dios.
1) “...así también por un solo acto de justicia resultó la justificación de vida para todos los hombres” (Ro. 5:18).
Hemos obtenido la justificación objetiva y posicional por la gracia de Dios, mediante la redención en Cristo Jesús, y por nuestra fe. Esto nos da la posición para recibir la vida de Dios así como es declarado en este versículo: “...la justificación de vida”.
1) “Llenos del fruto de justicia, que es por medio de Jesucristo” (Fil. 1:11).
Cuando vivimos por la vida de Dios, la cual recibimos en nuestra justificación posicional, llevamos frutos de justicia por medio del Señor Jesús. Estos frutos son Cristo como nuestra justicia, a quien vivimos por la vida de Dios, para que seamos justificados subjetivamente. Esta justificación, que es de vida, no se obtiene exteriormente sino que se expresa en el vivir interior. Por consiguiente, es subjetiva.
1) “El cual [Jesús] fue ... resucitado para nuestra justificación” (Ro. 4:25).
Somos también justificados subjetivamente por el Cristo resucitado. La resurrección de Cristo que se menciona en este versículo no es sólo una comprobación exterior de nuestra justificación objetiva; sino que es también para que Cristo entre en nosotros y sea nuestra vida (Col. 1:27; 3:4), para que lo expresemos en nuestro vivir como nuestra justicia subjetiva y así seamos justificados subjetivamente. Obtenemos la justificación objetiva porque creemos en Cristo y le ganamos como nuestra justicia objetiva; obtenemos la justificación subjetiva porque vivimos por Cristo y le vivimos como nuestra justicia subjetiva. La justificación objetiva hace que tengamos vida; la justificación subjetiva nos hace crecer en vida y ser transformados hacia la madurez.
1) “...habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesucristo” (1 Co. 6:11).
Estar en el nombre del Señor Jesucristo es estar en la persona del Señor Jesucristo, es decir, estar en el Señor Jesucristo mismo. Esto habla de nuestra unión orgánica con el Señor, de participar de Su vida y naturaleza divinas, y de llegar a ser justos subjetivamente. Es decir, esto habla del unirnos a Cristo en Cristo para que seamos hechos la justicia de Dios (2 Co. 5:21b).
1) “Habéis sido justificados ... en el Espíritu de nuestro Dios” (1 Co. 6:11).
Nosotros experimentamos la justificación subjetiva también en el Espíritu de Dios. Cuando fuimos salvos, el Espíritu de Dios entró en nosotros para traernos la vida de Dios a fin de que seamos justificados subjetivamente por Dios en vida. Por lo tanto, obtenemos la justificación subjetiva en vida por la vida de Dios, por el Cristo resucitado, en Su persona, y en el Espíritu de Dios.
Los seis pasos de la experiencia desde el perdón hasta la justificación están todos en el aspecto redentor de la plena salvación de Dios. Estos seis pasos constituyen un ciclo perpetuo en la experiencia del creyente en la vida espiritual, hasta la redención de sus cuerpos, esto es, hasta su glorificación. Al mismo tiempo, el arrepentimiento, el cual es la forma de disfrutar la salvación, también acompaña este ciclo según la necesidad de estos seis pasos de la experiencia. Antes de la redención de nuestro cuerpo, es inevitable que caigamos y seamos corrompidos. Siempre que caemos o nos corrompemos necesitamos arrepentirnos para ser nuevamente perdonados, limpiados, propiciados, reconciliados, santificados y justificados a fin de mantener así nuestra comunión con Dios y continuar viviendo delante de Dios. Siempre que cometemos transgresión y otra vez nos corrompemos, tenemos que arrepentirnos una vez más para ser de nuevo perdonados, limpiados, propiciados, reconciliados, santificados y justificados. Esto entonces llega a ser un ciclo de experiencia que se repite una y otra vez en nuestra vida espiritual, para que continuemos en el disfrute de la plena salvación de Dios.