
En la plena salvación de Dios, cuando creemos en Cristo y experimentamos así el perdón de pecados y la limpieza de pecados, la propiciación y la reconciliación, así como la santificación y la justificación, recibimos inmediatamente la regeneración de Dios. La experiencia de seis pasos mencionada anteriormente pertenece al aspecto redentor de la plena salvación de Dios. La regeneración (el nuevo nacimiento) pertenece al aspecto de vida de la plena salvación de Dios y es el comienzo de este aspecto. La regeneración es, por lo tanto, un asunto muy crucial que se relaciona con nuestro disfrute de la plena salvación de Dios, y tiene que ver con nuestro vivir y obrar en la era presente después que creemos en Cristo y somos salvos, así como con nuestro destino en la era venidera y en la eternidad.
1) “[Yo, el Señor Jesús] te dije [a Nicodemo quien procuraba hacer el bien]: Os es necesario nacer de nuevo” (Jn. 3:7).
Todo hombre está dispuesto y listo para hacer el bien, pensando que simplemente necesita buenas obras y moralidad, sin darse cuenta que necesita nacer de nuevo para recibir otra vida. Así que, el Señor Jesús le dijo a Nicodemo, quien procuraba hacer buenas obras: “Os es necesario nacer de nuevo”. Nicodemo representa a todos los que desean hacer el bien sin conocer la necesidad del hombre. Sólo Dios y el Señor Jesús conocen la necesidad del hombre. Esta necesidad es la regeneración.
1) Jesús dijo: “Lo que es nacido de la carne, carne es” (Jn. 3:6).
El hombre necesita ser regenerado porque es nacido de la carne y es de la carne. Lo que es nacido de la carne y es de la carne, carne es. La carne no se sujeta a la ley de Dios ni tampoco puede, y no puede agradar a Dios (Ro. 8:7-8). El hombre carnal es formado en maldad (Sal. 51:5) y es concebido en pecado. El está vendido al pecado (Ro. 7:14), pertenece al pecado, es ajeno a la vida de Dios (Ef. 4:18) y no tiene nada que ver con Dios. Sea bueno o malo a los ojos del hombre, lo que el hombre carnal tiene es meramente la vida humana de la carne, y no la vida de Dios. Por lo tanto, el hombre necesita ser regenerado para obtener la vida de Dios.
1) “Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo: El que no nace de nuevo, no puede ver el reino de Dios ... el que no nace de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios” (Jn. 3:3, 5).
El hombre también necesita ser regenerado a fin de entrar en el reino de Dios. A menos que un hombre sea regenerado, ni puede ver el reino de Dios, ni puede entrar en él. El reino de Dios es espiritual, y ver este reino espiritual es entrar en él. La regeneración es la entrada única a través de la cual el hombre entra en el reino de Dios. El reino de Dios es la esfera de lo que Dios es, así como el reino vegetal es la esfera de lo que las plantas son, y el reino animal es la esfera de lo que son los animales. Sin las plantas no hay reino vegetal, y sin los animales no hay reino animal. Lo que el hombre es, y lo que Dios es, es básicamente diferente, estando ellos en dos esferas diferentes y en dos reinos diferentes. A fin de entrar en el reino humano, uno tiene que nacer del hombre para tener la vida humana; del mismo modo, a fin de entrar en el reino de Dios, uno tiene que nacer de Dios para tener la vida de Dios. Por lo tanto, el hombre tiene que nacer de Dios, es decir, tiene que ser regenerado para tener la vida de Dios y poder entrar en el reino de Dios.
1) “Nicodemo le dijo [al Señor Jesús]: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer?” (Jn. 3:4).
El significado de las palabras “nacer de nuevo” es “nacer otra vez”. Así que, Nicodemo pensó que necesitaba entrar otra vez en el vientre de su madre para nacer por segunda vez. Aunque entendió correctamente el significado literal de “nacer de nuevo”, entendió mal el significado del nuevo nacimiento. Aunque ser regenerado literalmente significa nacer de nuevo, el significado de la regeneración no es entrar en el vientre de la madre y nacer por segunda vez.
1) “Los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios” (Jn. 1:13).
Ser regenerado no es ser engendrado de sangre (la vida carnal del hombre), ni de voluntad de carne (la voluntad del hombre carnal caído), ni de voluntad de varón (la voluntad del hombre creado por Dios), sino de Dios, para que el hombre obtenga la vida espiritual de Dios. Por lo tanto, nosotros que hemos sido regenerados, hemos obtenido la vida de Dios además de la vida humana que ya poseemos.
1) “El que no nace de nuevo, no puede ver el reino de Dios” (Jn. 3:3).
En la lengua original la expresión “de nuevo” aquí usada es la misma expresión que “de arriba” en Juan 3:31. Por lo tanto, ser regenerado también significa nacer de arriba. Cuando nacimos por primera vez, de nuestros padres, nacimos de la tierra, de abajo, y la vida humana de la carne que obtuvimos, proviene de la tierra y es de la tierra. Cuando nacemos por segunda vez, de Dios, es decir, cuando somos regenerados, nacemos de arriba, del cielo, y la vida espiritual de Dios que recibimos proviene del cielo y es del cielo. Por lo tanto, ser regenerado es nacer de arriba para que el hombre tenga esta vida celestial de Dios.
1) “El que no nace de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios” (Jn. 3:5).
El asunto de nacer de agua y del Espíritu mencionado por el Señor Jesús, se refiere a la regeneración por medio del agua del bautismo predicado por Juan el Bautista, y por medio del Espíritu Santo dado por el Señor Jesús. El bautismo de agua indica muerte y sepultura, simbolizando la muerte y sepultura de Cristo para llevar a su fin a los que se arrepienten y creen. El Espíritu, quien es el Espíritu Santo, el Espíritu de vida y resurrección, hace que los creyentes participen en la resurrección de Cristo a fin de que los terminados experimenten la germinación de una nueva vida. Por medio de ser bautizados en esta agua y en este Espíritu, los que creen en Cristo son regenerados y son librados de todas las cosas viejas del hombre para entrar en el reino de Dios, el cual es la esfera de la vida divina y del gobierno divino. Esto nos habilita a vivir por la vida eterna de Dios en el reino eterno de Dios.
1) “Lo que es nacido del Espíritu, espíritu es” (Jn. 3:6).
La regeneración es también el Espíritu de Dios engendrando a nuestro espíritu, es decir, es el Espíritu de Dios regenerando a nuestro espíritu humano con la vida de Dios. Cuando creemos en Cristo y somos regenerados, el Espíritu de Dios imparte la vida de Dios, o sea, el elemento de Dios, en nuestro espíritu, vivificando nuestro espíritu y haciéndolo un espíritu nuevo (Ez. 36:26).
1) Por la resurrección de Cristo: Dios el Padre “nos ha regenerado ... mediante la resurrección de Jesucristo de entre los muertos” (1 P. 1:3).
El primer medio por el cual Dios nos regenera es la resurrección de Cristo. Cuando Cristo fue resucitado, todos nosotros que creemos en El fuimos incluidos en El y fuimos levantados juntamente con El (Ef. 2:6). Su resurrección imparte la vida de Dios en nosotros y nos vivifica con la vida de Dios, para que tengamos la vida de Dios y estemos unidos a El orgánicamente. Por lo tanto, Dios nos regenera por la resurrección de Cristo.
2) Por la obra del Espíritu Santo: “Y cuando El venga, [el Espíritu Santo] convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio” (Jn. 16:8); “...nacido del Espíritu” (Jn. 3:8).
El segundo medio por el cual Dios nos regenera es la obra del Espíritu Santo. El Espíritu Santo primero nos convence de pecado, de justicia y de juicio, haciendo que nos arrepintamos y creamos. Después que nos arrepentimos y creemos, el Espíritu Santo trae la vida de Dios a nuestro espíritu para que obtengamos la vida de Dios y seamos regenerados.
3) Por la palabra de Dios: “Habiendo sido regenerados, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios, la cual vive y permanece para siempre” (1 P. 1:23).
El tercer medio por el cual Dios nos regenera es Su palabra viviente, la cual es la palabra de Dios en la Biblia. La palabra de Dios en la Biblia contiene Su vida. Cuando creemos en el evangelio, creemos en la palabra de vida de Dios (Jn. 5:24). Una vez que recibimos por fe la palabra del evangelio de Dios, esta palabra siembra en nosotros la vida de Dios como la simiente de vida (1 Jn. 3:9). De este modo, Dios nos regenera por medio de Su palabra de verdad. (Jac. 1:18).
4) Por la fe del hombre: “Los que creen en Su nombre ... son engendrados ... de Dios” (Jn. 1:12, 13).
El último medio por el cual Dios nos regenera es nuestra fe. La resurrección de Cristo ha realizado para nosotros el hecho de la regeneración. La obra del Espíritu Santo aplica este hecho a nosotros, y la palabra de Dios coordina con el Espíritu Santo para poner este hecho ante nosotros. Sin embargo, todavía es necesario que recibamos este hecho por fe. Por lo tanto, para ser regenerados, tenemos que creer en Cristo conforme a la palabra de Dios.
1) Obtenemos la vida eterna de Dios: “Todo aquel que en El cree [en Cristo] ... tenga vida eterna” (Jn. 3:16).
La vida eterna es la propia vida de Dios, es decir, Dios mismo como vida. Tanto la naturaleza de Dios como las funciones dentro de El están es esta vida. Cuando somos regenerados, obtenemos la vida eterna de Dios con todos los elementos y funciones de esta vida.
2) Somos hechos hijos de Dios: “A los que creen en Su nombre, [Cristo], les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales ... son engendrados ... de Dios” (Jn. 1:12, 13).
Puesto que la regeneración hace que obtengamos la vida de Dios, también nos hace los hijos de Dios. La vida de Dios es la autoridad para que seamos hechos hijos de Dios.
3) Llegamos a ser las primicias de la nueva creación: “El [Dios] ... nos engendró ... para que seamos en cierto modo primicias de Sus criaturas” (Jac. 1:18).
La regeneración también nos hace primicias de la nueva creación de Dios, entre las criaturas de Dios, las cuales poseen Su vida que madura primero para el cumplimiento de Su propósito eterno.
4) Tenemos una esperanza viva: “...nos ha regenerado para una esperanza viva” (1 P. 1:3).
Puesto que la regeneración hace que tengamos la vida de Dios, nos da una esperanza viva que incluye cosas tales como el crecimiento en vida, la manifestación de los dones, la habilidad para funcionar, la transformación y la glorificación. Esto es como la vida de un niño recién nacido, la cual trae consigo la esperanza que pertenece a esa vida, incluyendo asuntos tales como el crecimiento, la madurez, una carrera y el matrimonio.