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Mensajes del libro «Levantarnos para predicar el evangelio»
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CAPÍTULO SEIS

CÓMO ESTABLECER Y CONDUCIR REUNIONES EN LOS HOGARES DE LAS PERSONAS

  Lectura bíblica: Ef. 5:18-19; Col. 3:16

  En este mensaje continuaremos, de manera más exhaustiva, nuestra comunión acerca del asunto del bautismo, puesto que esto se relaciona con lo que hemos experimentado y practicado en el pasado. ¿Cuándo debería bautizarse una persona? A lo largo de la historia, los grupos cristianos han tenido debates interminables acerca de este asunto. Sin embargo, si volvemos a considerar la Biblia, nos daremos cuenta de que en realidad esto es un asunto sencillo.

LA PRÁCTICA BÍBLICA CON RESPECTO AL BAUTISMO

  Con respecto al bautismo, la Biblia nos dice de manera sencilla y clara: “El que crea y sea bautizado...” (Mr. 16:16). Esto indica que creer y ser bautizados son las dos pisadas que constituyen un paso completo. Cuando los chinos hablan acerca de dar un paso, en realidad se refieren a un pie seguido por el otro. Un paso completo es una pisada seguida por la otra pisada. Creer y ser bautizados son las dos pisadas que constituyen un paso completo: creer es un pie y ser bautizados es el otro, y estas dos pisadas en conjunto forman un paso completo. Por lo tanto, el único paso que conduce a la salvación consiste en creer y ser bautizados. Rara vez una persona mueve un pie, espera cinco minutos y luego mueve el otro pie. Sin embargo, tenemos el concepto erróneo de que después que una persona escucha el evangelio e incluso ora, no debería ser bautizada de inmediato debido a que probablemente no entiende la verdad claramente y quizás no entienda bien el significado de la salvación. Yo también tuve este concepto cuando era joven. No obstante, según la Biblia, ninguna persona salva está clara en cuanto a la verdad en el momento en que es bautizada, pues no ha tenido tiempo para entenderla claramente. La persona cree y de inmediato es bautizada.

  Supongamos que hay una persona que oye el evangelio, expresa arrepentimiento, y también ora y desea creer. ¿Consideraría usted que tal persona creyó? Si usted dice que su fe es superficial y no es lo suficientemente cabal, entonces ¿qué clase de fe es lo suficientemente cabal? En el momento en que Pablo creyó habiéndose encontrado con el Señor Jesús camino a Damasco, ¿estaba él muy claro? La Epístola a los Romanos no fue escrita a “los que han creído, pero que aún no hayan sido bautizados”, y tampoco fue escrita a “aquellos que no estaban claros en cuanto a la salvación y por ende no habían sido bautizados aún”. Más bien, fue escrita “a todos los que estáis en Roma, [...] los santos llamados” (1:7). Esta epístola dice: “¿O ignoráis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en Su muerte?” (6:3). Esto indica que los santos que estaban en Roma, quienes ya habían sido llamados y santificados para Dios, todavía no sabían que su bautismo equivalía a ser bautizados en la muerte del Señor. No sólo eso, sino que otro versículo dice: “Porque si siendo injertados en Él hemos crecido juntamente con Él en la semejanza de Su muerte, ciertamente también lo seremos en la semejanza de Su resurrección” (v. 5). Esto indica que los santos en Roma tampoco sabían que ser bautizados en la muerte del Señor equivalía a ser bautizados en la resurrección del Señor. En realidad, los santos que estaban en Roma no eran los únicos que no estaban claros acerca de la verdad respecto al bautismo; incluso muchos pastores en el cristianismo hoy en día no saben que ser bautizados equivale a ser bautizados en la muerte del Señor y en la resurrección del Señor.

  Lo que hablo se basa en mis experiencias. Creo absolutamente que el día en que fui salvo, fui verdaderamente salvo. Mientras caminaba por la calle esa tarde, miré a los cielos y dije: “Oh Dios, sólo te deseo a Ti. Aun si me entregasen todo el mundo, no lo deseo. De ahora en adelante deseo ser una persona que predica a Jesús”. Sin embargo, si en ese momento usted me hubiese preguntado si yo estaba claro acerca de la salvación, ciertamente habría dicho que no estaba claro, y en cuanto a la verdad estaba aún menos claro. Si usted hubiese estado allí, ¿debía usted bautizarme? ¿Y qué tal si yo no era salvo? Usted habría bautizado una cizaña, un cristiano falso, en la iglesia. ¿Habría usted actuado muy apresuradamente?

  Además, por favor consideren lo siguiente: Desde el primer día en que fui salvo, yo amaba leer la Biblia. Nací en el cristianismo, crecí en el cristianismo y también recibí mi educación en el cristianismo, pero anteriormente no me gustaba leer la Biblia. En aquel entonces yo era celoso por el cristianismo. Si alguien se oponía al cristianismo, yo era el primero en defenderlo. Si alguien se oponía a la Biblia, yo también era el primero en reaccionar. Sin embargo, hasta entonces aún no había creído; yo no leía la Biblia y sin lugar a dudas no oraba. No obstante, en aquella tarde en particular fui salvo. De ese momento en adelante, yo amaba leer la Biblia de forma seria, intensa y perseverante. Leía independientemente de si entendía o no. Dentro de los dos meses de mis vacaciones de verano, leí el Antiguo y el Nuevo Testamento por completo una vez. Inmediatamente después comencé a comprar libros espirituales, e hice todo lo posible por coleccionarlos. Tan pronto como tenía un libro en mis manos, lo leía de inmediato; nunca lo ponía a un lado hasta el otro día. Después de leer muchos libros acerca de verdades, acudí a los Hermanos para ser instruido. Ellos tienen el mejor conocimiento de la Biblia y el mejor entendimiento de las verdades. Finalmente, entré al recobro del Señor y el Señor me levantó para que hablara por Él. Sin embargo, medio año después, todavía no sabía que existía esta palabra en Romanos 6: “¿O ignoráis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en Su muerte?” (v. 3).

  Yo no era el único así, sino que ustedes probablemente también eran así. Después de ser salvos por muchos años, ustedes finalmente vieron esta palabra en la Biblia: “¿O ignoráis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en Su muerte?”. Por ende, si decimos que una persona que está por ser bautizada debe tener un entendimiento acerca de la salvación y debe estar clara acerca de la verdad, ese entendimiento y comprensión probablemente serían bastante limitados. ¿Hasta qué grado debe ella entender y estar clara? Tómeme a mí como ejemplo. Desde abril de 1925, cuando fui salvo, hasta hoy han pasado un total de sesenta años y cuatro meses. Durante este tiempo he estado leyendo la Biblia diligentemente cada día. Si usted me pregunta hoy: “Hermano Lee, ¿está usted claro en cuanto a la verdad?”, todavía no puedo decir que estoy absolutamente claro. Por ende, si tenemos la norma de que uno tiene que estar claro en cuanto a la verdad y que uno debe tener un entendimiento acerca de la salvación, quizás hoy todavía sea demasiado temprano para que yo sea bautizado. Si nos dejamos llevar por este concepto tradicional, habrá problemas.

  Entonces, ¿cuándo podemos bautizar a las personas? Si estudiamos la Biblia veremos que el momento en que una persona cree es el momento en que debe ser bautizada. No hay ninguna necesidad de esperar. En el Nuevo Testamento, específicamente en el libro de Hechos, no podemos hallar un ejemplo de una persona que, después de creer en el Señor, orar, arrepentirse, confesar y reconocer el nombre del Señor, todavía no pueda ser bautizada porque necesitaba esperar un tiempo. Al contrario, cada ejemplo nos muestra claramente que una persona era bautizada inmediatamente después de haber creído.

  Yo era quien llevaba la delantera en la iglesia en Taipéi al principio, y como consecuencia fui yo quien introdujo la “entrevista para el bautismo”. Mi familia anteriormente pertenecía a la iglesia bautista, una denominación que practica el “examen para el bautismo”. Sin embargo, cuando las personas están juntas por un tiempo, muchas veces desarrollan aversión los unos a los otros; esto ocurrió en mi caso cuando vi que la iglesia bautista pertenecía a los estadounidenses. Llegué a disgustarme y fui a la iglesia cristiana china, una denominación presbiteriana que pertenecía a los chinos. Cuando fui allá, fui “examinado para el bautismo”. El examinador principal era uno de los directores del consejo de una escuela a la cual yo había asistido en el pasado, y también era el padre de uno de mis antiguos compañeros de trabajo. Un anciano me preguntó: “Señor Lee, ¿ha creído usted en el Señor?”. Dije que había creído en el Señor. Mientras otro anciano estaba por continuar el cuestionamiento, un pastor testificó, diciendo: “La madre del señor Lee es miembro de la iglesia bautista. Su hermana también ama al Señor muchísimo. Ahora él también se ha levantado para amar al Señor”. El anciano que era el examinador principal prosiguió: “Este señor Lee no es malo. No veo problema alguno. Él puede ser bautizado”. En aquel entonces dije: “¡Gracias a Dios!”, pues pensaba que si ellos me hacían preguntas acerca de la verdad, probablemente no habría podido responder a ninguna. No había leído la Biblia ni orado. Todavía más, yo no me había arrepentido ni confesado. No obstante, pasé el examen para el bautismo.

  Debido a esa situación en los primeros días, sentí que no era apropiado bautizar a las personas apresuradamente. Las cosas no debían hacerse de esa manera; ellos deben pasar por una entrevista para el bautismo, un diálogo exhaustivo. Ésta era mi intención, pero de forma imprevista, cuando la comunión fue puesta en práctica, los hermanos y hermanas de hecho comenzaron a examinar a las personas, preguntándoles una a una: “¿Ha usted creído? ¿Sabe usted quién es Jesucristo? ¿Es Él Dios el Padre, Dios el Hijo y Dios el Espíritu?”. Quienes no aprobaban eran conducidos a otro salón, donde se les decía: “Puesto que ustedes no conocen las verdades fundamentales acerca de la Trinidad, por favor, regresen la próxima vez. Por favor, asegúrense de que puedan responder correctamente la próxima vez”. Para asegurarse, las personas regresaban nuevamente y respondían de forma correcta, y rápido después que pasaban la prueba, eran bautizadas. Hoy en día estoy aquí criticándome a mí mismo. Esta práctica se llevó a cabo bajo mi dirección; ciertamente era errónea.

  Aunque existía la práctica de la “entrevista para el bautismo”, ¿acaso eran verdaderos creyentes todos los que fueron bautizados? ¿Había personas falsas entre los que fueron bautizados? No me atrevo a decir; corresponde al Señor juzgar esto. Algunos de los que pensamos que eran muy buenos para el tiempo de su bautismo luego resultaron ser los peores, mientras que algunos que pensamos que no eran muy buenos en el momento de su bautismo resultaron ser buenos. Luego, había otros que eran muy buenos cuando fueron bautizados, pero solo fueron buenos por los siguientes quince años. Usted quizás hubiera dicho que quien se descarriaba no había sido salvo cabalmente. Sin embargo, después de medio año él quizás vuelva a la vida de iglesia y se despierte a las 5:30 cada mañana para leer la Palabra y orar, mientras que usted, un anciano, aún no se ha levantado a las 6:30. ¿Cómo puede usted comparar personas con tan solo mirar las prácticas externas?

  Ya que tuve estas experiencias, en este momento tengo el denuedo para cambiar el sistema. Ahora puedo decirles, con base en la Biblia, que en cuanto una persona confiese el nombre del Señor, ore y se arrepienta, deberíamos bautizarla. La Biblia dice: “Todo aquel que invoque el nombre del Señor, será salvo”, y también: “¿Cómo, pues, invocarán a Aquel en el cual no han creído?” (Ro. 10:13-14). Las verdades en la Biblia son tan profundas que uno no puede captarlas en tan solo uno o dos días. Algunos critican, diciendo que este método es muy peligroso. Podríamos predicar el evangelio por un minuto; luego, una persona oye, es conmovida, ora y confiesa, y de inmediato la llevamos a la bañera para que sea bautizada, sumergiéndola en el agua y derramando agua sobre ella. Algunos dicen que este método es demasiado rápido y arriesgado. Sin embargo, es correcto bautizar a las personas rápidamente; ¿qué tiene de malo? Lo incorrecto sería descuidar de la persona después del bautismo, sin importarnos si ella vive o muere.

A ENGENDRAR LE SIGUE EL NUTRIR Y ENSEÑAR

  Un niño nacido a término nace después de estar en el vientre de su madre por nueve meses, pero los doctores también saben que un niño nacido después de tan solo seis meses y medio también puede vivir. No obstante, sea que un niño nazca a término o de forma prematura, morirá si usted lo descuida después del nacimiento. El error que cometemos en lo que practicamos hoy en día es que descuidamos de las personas después de bautizarlas, del mismo modo que alguien podría descuidar de un niño después del nacimiento. Engendrar pero no nutrir es nuestra mayor falta.

  Después que un niño nace, él tiene que ser nutrido para que crezca apropiadamente. Cuando mi hija menor tuvo su primer niño, tanto mi esposa como yo estábamos muy contentos cuando fuimos al hospital para verlos. Esperábamos que el niño estuviese saludable y gordito. Pero cuando fuimos a la guardería, hallamos que era muy pequeño. Mi esposa y yo nos miramos, pensando: “¿Cómo puede sobrevivir este bebé? ¿Habrá alguna esperanza de que viva?”. Sin embargo, hoy él ha crecido muy bien; es alto y fuerte, y ganó el primer lugar en fútbol escolar. Aunque nació débil, hoy en día está saludable y fuerte porque cuidaron de él apropiadamente y lo alimentaron de modo que creció hasta ser un niño tan grande. En estatura, peso y fuerza, él sobrepasa muchos de su edad. Por ende, el nutrimiento es un asunto muy importante.

  Un niño, después de nacer, no sólo debe ser nutrido, sino también instruido. De este modo, él puede crecer y convertirse en un adulto. Por lo tanto, después que una persona es bautizada, lo primero que debemos hacer es concertar un acuerdo, diciendo: “De ahora en adelante te visitaremos frecuentemente en tu hogar, llevando la reunión a ti”. Usted entonces debe ser fiel en alimentarlo, en visitarlo cada semana, cincuenta y dos veces al año, después de su bautismo. Si usted pone en práctica esta manera de proceder, ¿cree usted que esta persona que ha sido bautizada será salva o no? Alguien podría decir: “Él no era salvo cuando fue bautizado, pero fue salvo luego del bautismo mediante nuestro nutrimento y nuestra enseñanza hasta que estuvo claro”. Es posible que él haya estado claro acerca de la salvación sólo después de cierto tiempo, pero su necesidad de llegar a estar claro es meramente el criterio de usted. A los ojos de Dios, no existe tal criterio. La Palabra de Dios dice que si el evangelio es predicado a un pecador, y él lo recibe, se arrepiente, confiesa, cree en el Señor Jesús y también ora, entonces a los ojos de Dios, él es salvo. Su espíritu ha sido regenerado.

  En realidad, la verdad acerca de la salvación no es sencilla. Según la Biblia, la salvación es bastante complicada; ésta conlleva un procedimiento, un proceso. Existe la salvación del espíritu (Jn. 3:5-6), la salvación del alma (1 P. 1:9) y la salvación del cuerpo (Fil. 3:21; Ro. 8:23). Si usted me pregunta hoy: “¿Ha sido usted salvo?”, yo tendría que preguntarle qué quiere decir. Mi espíritu ya ha sido regenerado y salvo, mi alma está experimentando la transformación en el proceso de la salvación, pero mi cuerpo todavía es el cuerpo de un viejo hombre chino sin cambio alguno, y aún no ha sido salvo. En esta era podemos recibir la salvación de nuestra alma. La salvación y redención de nuestro cuerpo no se llevarán a cabo hasta que el Señor Jesús regrese. En aquel momento nuestra salvación estará completa.

CONCERTAR UN ACUERDO CON UNO QUE HA SIDO SALVO RECIENTEMENTE PARA ESTABLECER UNA REUNIÓN EN SU HOGAR

  Cuando alguien escucha el evangelio, se arrepiente, confiesa, ora, invoca el nombre del Señor y recibe al Señor, esto es el comienzo de su salvación. Sin embargo, no podemos detenernos allí. Más bien, tenemos que seguir alimentándolo y enseñándolo, de modo que no permitamos que permanezca en su condición original. De inmediato tenemos que cuidar de él y nutrirlo, de la misma forma que lo haríamos con un niño luego que nace. Si esperamos algunos días para cuidar de un recién nacido, él morirá. Del mismo modo, después que alguien es bautizado, tenemos que hacer una cita con él de inmediato dentro de una semana a fin de establecer cierto día para visitarlo y nutrirlo semanalmente. Esto es concertar un acuerdo con él.

  Después de esto, tenemos que conducirlo a que abra su hogar para las reuniones. Esto es un asunto que tenemos que ayudar a otros a hacer. A medida que le hablamos a los nuevos, tenemos que conducirlos a que abran sus hogares para las reuniones. Éste es un paso muy importante que hemos descuidado en el pasado. Anteriormente, nuestro énfasis era meramente contactar y ganar a un individuo. Ahora hemos visto que lo más fiable no es ganar un individuo, sino ganar su familia. El ámbito de ganar un individuo es demasiado estrecho; ganar una familia es algo mucho más amplio. Por ende, después de estudiar mucho durante este tiempo, concluimos que la unidad en la cual debemos ganar personas no es el individuo, sino la familia. También hemos visto que esto está en conformidad con la enseñanza hallada en la Biblia.

  En el Antiguo Testamento la salvación que Noé recibió no fue la salvación de un individuo, sino de su familia de ocho personas. El día de la pascua, los israelitas no tuvieron un cordero por persona, sino un cordero por familia. En el Nuevo Testamento el Señor le dijo a Zaqueo: “Hoy ha venido la salvación a esta casa” (Lc. 19:9). El carcelero filipense le preguntó a Pablo: “¿Qué debo hacer para ser salvo?”. Pablo dijo: “Cree en el Señor Jesús, y serás salvo, tú y tu casa” (Hch. 16:30-31). Además, en el ejemplo de Cornelio, el ángel le dijo: “Envía hombres [...] y haz venir a Simón, el que tiene por sobrenombre Pedro; él te hablará palabras por las cuales serás salvo tú, y toda tu casa” (11:13-14). Estos ejemplos indican que Dios considera la casa, la familia, de un creyente como la unidad completa de salvación.

  No llevamos a cabo una obra evangélica adecuada en el pasado porque considerábamos al individuo como la unidad de salvación. Por consiguiente, sufrimos pérdida. De ahora en adelante tenemos que considerar la casa como la unidad. Cuando contactamos a las personas, contactamos no sólo al individuo, sino también a su familia. Cuando llamamos a las puertas, tocamos no sólo a las puertas de los corazones de los hombres, sino también a las puertas de las casas. Necesitamos que ésta siempre sea nuestra meta. Después que una persona sea bautizada, lo que hablemos con ella debería enfatizar la apertura de su hogar para las reuniones. Éste es el secreto que tenemos que aprender con relación al evangelio. Que el Señor tenga misericordia de nosotros en este tiempo de modo que, a través de este secreto, todos nosotros podamos llegar a estar avivados.

  En cuanto un hogar se abra para una reunión, necesitamos aprovechar la oportunidad para establecer un tiempo para la siguiente reunión. Cualquier persona que nos abre la puerta de su hogar está dispuesta a hablar con nosotros y desea que volvamos a visitarlo. No importa si tal persona sólo trata de ser educada; siempre y cuando diga: “Regresen cuando tengan tiempo”, eso es suficiente. Debemos sencillamente sujetarnos a esta palabra y aprovechar la oportunidad para establecer un tiempo con él, diciendo: “Sí, no solamente estamos dispuestos a regresar, sino que nos gustaría regresar muchas veces más. ¿Podemos determinar un tiempo ahora mismo?”. De este modo, el tiempo queda establecido. Con un tiempo establecido, ese hogar podría considerarse como uno abierto. Por lo tanto, la primera visita tiene como objetivo ganar una persona en un sentido individual, pero después que ha sido ganada, deberíamos inmediatamente establecer un tiempo para reunirnos de nuevo en su hogar, para abrir su hogar de modo que podamos dar un paso adicional con miras a ganar toda su familia. Tenemos que practicar este asunto hasta que lleguemos a ser diestros.

  Recientemente, un hermano de cierta localidad testificó que solamente cerca de setenta personas salieron a llamar a las puertas, pero dentro de unos pocos días ellos visitaron quinientos hogares. Los hermanos de otra localidad cercana visitaron más hogares, sobre mil. Aunque todos oraron, los hermanos no tuvieron la confianza para bautizarlos. No es que esas personas carecían de fe; más bien, los que les predicaron el evangelio no tenían el conocimiento ni la fe. Ésta es nuestra condición lamentable. Siempre estamos a la espera que alguien dé testimonio acerca de una persona, que alguien la recomiende; sólo entonces nos sentiremos con confianza para bautizarla, pues consideramos que ésta es la manera segura de proceder. En realidad, si es segura o no lo es no es algo que depende de los testimonios de otros, sino completamente de la cooperación que rendimos al Señor y de la gracia y misericordia del Señor. Por lo tanto, siempre y cuando una persona crea y ore, deberíamos bautizarla de inmediato. Si usted dice: “Es posible que bauticemos a una persona falsa”, yo le respondería: “Después del bautismo, con el tiempo hallamos que muchos son reales; mientras que, después de cierta demora, hallamos que los verdaderos que ustedes no quisieron bautizar resultan ser falsos”. El bautismo no es un asunto insignificante; es un asunto de vida o muerte. Cómo una persona resulta ser depende de su bautismo. Por lo tanto, necesitamos saber qué hacer y cómo hacerlo apropiadamente. Lo que los chinos consideran como el tiempo ideal para cocinar algo es muy importante. Del mismo modo, usted tiene que aprovechar la oportunidad para bautizar a una persona. Luego, después del bautismo, usted tiene que establecer un tiempo con ella. En cuanto se decida el tiempo de la reunión, el hogar de esta persona está abierto, y entonces se presenta la oportunidad para ganar su familia.

APRENDER A UTILIZAR LA BIBLIA Y LAS PUBLICACIONES ESPIRITUALES PARA CONDUCIR PERSONAS A LA SALVACIÓN Y NUTRIRLAS

  A continuación, necesitamos aprender a usar la Biblia y las publicaciones espirituales para nutrir a las personas. Desde el momento en que comencemos a contactar personas, tenemos que aprender a no hablar palabras ociosas, palabras comunes o nuestras propias palabras. Lo mejor es leer un buen libro, especialmente la Biblia. La Biblia es el clásico de clásicos con reconocimiento mundial, y es el libro más elevado de la raza humana. Aunque las personas quizás no la crean o incluso se opongan a ella, de todas formas ellos reconocerán que las enseñanzas en la Biblia son las más elevadas. Cuando usted va a contactar a alguien, usted debería abrir la Biblia y leerle algunos versículos. Es especialmente bueno leer nuestra Versión Recobro porque hay notas para todos los versículos cruciales. Cuando usted lee los versículos importantes a alguien y luego lee las notas junto con él, indudablemente será conmovido. En cuanto él sea despertado en su interior, usted puede explicarle las notas, y él seguramente estará receptivo.

  Además de la Biblia, aún tenemos muchas publicaciones espirituales, tales como El misterio de la vida humana. Este título suscita respeto, y el contenido no es algo común. No trata acerca de ir al cielo; eso es demasiado superficial. El misterio de la vida humana es la llave que abre los corazones de las personas. Este folleto despierta el interés de las personas, lo cual hace que ellas quieran leerlo para descubrir algo poco común y para ver el misterio de las cuatro llaves. Sea que usted se lo lea a alguien o que él lo lea por su propia cuenta, usted debe observar su expresión facial. En cuanto usted detecte que hay una apertura en él, pare de leer y pregúntele directamente cómo se siente. Luego, pídale que ore con usted. Una vez que él ore en el nombre del Señor, es salvo. Sin embargo, hay otro medio paso, el otro pie, el cual es el bautismo. En este momento, usted debe preparar el agua rápidamente, sin darle oportunidad alguna para reconsiderarlo, y debe bautizarlo de inmediato. Tan pronto como sea bautizado, es como si usted hubiese redactado un contrato y lo hubiese firmado. Más tarde, cuando usted se reúna con él en su hogar, usted debe seguir utilizando la Biblia y las publicaciones espirituales. Cuando usted se reúna con él en las reuniones de hogar, debe observar en qué áreas está carente. En cuanto usted perciba la carencia en cierta área, inmediatamente debe hallar mensajes pertinentes y abarcarlos con él a fin de nutrirlo y perfeccionarlo.

  Entre nosotros hay un gran número de publicaciones espirituales, cerca de mil, acerca de toda clase de tema. Cada mensaje es llamativo. Necesitamos escoger publicaciones apropiadas y llevar dos o tres con nosotros. También necesitamos prepararnos al hallar algunos versículos apropiados; en esto consiste aprender a utilizar la Biblia. Luego, cuando usted vaya al siguiente nivel de visitación, no debe comenzar con palabras ociosas, sino más bien decirle: “Este versículo de la Biblia es muy bueno. Por favor, léalo”. Según mi experiencia, luego de leerlo, ocho de cada diez personas dirían: “Quiero comprar este libro. Quiero tener esta Biblia”.

APRENDER A LLEVAR LA DELANTERA EN CUANTO A CANTAR HIMNOS Y ORAR EN LAS REUNIONES DE HOGAR

  Hay otros dos asuntos que necesitamos aprender: enseñar a los nuevos creyentes a cantar himnos y enseñarles a orar. Todos sabemos que de cualquier forma en que se conduzcan las reuniones cristianas, ellas conllevan cuatro asuntos: el Espíritu, la palabra de Dios, los himnos y las oraciones. Efesios 5:18 y 19 dicen: “No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien, sed llenos en el espíritu, hablando unos a otros con salmos, con himnos y cánticos espirituales, cantando y salmodiando al Señor en vuestros corazones”. El versículo 18 menciona el espíritu y el versículo 19 menciona los himnos. Cuando somos llenos del Espíritu desde nuestro interior, utilizamos salmos, himnos y cánticos espirituales para hablar, cantar y salmodiar unos a otros. El énfasis aquí no recae en salmodiar, sino en hablar unos a otros. Hablar unos a otros indica que esto ocurre en el contexto de una reunión. Quizás usted diga que esto se refiere a un esposo y su esposa hablándose el uno al otro en el hogar. Incluso así, de todos modos se lleva a cabo en el contexto de una reunión de hogar. Tan pronto como un esposo y una esposa se hablan el uno al otro, allí hay una reunión de hogar. ¿Cuál es el contenido de su hablar el uno al otro? Es la gracia del Señor. ¿Cómo la expresan? Lo hacen al hablar salmos, himnos y cánticos espirituales. Además, también deberíamos cantar y orar. Cuando estas cuatro cosas se utilizan en conjunto, sin lugar a dudas la reunión será viviente y maravillosa.

LOS CUATRO ELEMENTOS CRUCIALES DE UNA REUNIÓN: EL ESPÍRITU, LA PALABRA, LA ORACIÓN Y EL CANTAR

  Deberíamos manifestarse el ejercicio de estos cuatro asuntos no sólo en las reuniones de hogar, sino también en las reuniones grandes. En nuestras reuniones grandes no se halla el ejercicio adecuado de estos cuatro asuntos. Estamos especialmente deficientes en cuanto al ejercicio de nuestro espíritu. Cuando la iglesia en Los Ángeles se reunía en Elden Hall, de 1967 a 1970, siempre que se aproximaba la hora de la reunión, los santos comenzaban a cantar mientras andaban por la calle. En aquellos días las reuniones comenzaban mientras los hermanos y las hermanas aún estaban en sus casas. Los santos comenzaban su reunión antes de salir de casa al cantar y orar. Las reuniones comenzaban oficialmente a las 7:30, pero antes de las 7:00 los santos entraban por grupos al salón de reunión, cantando y gritando con oraciones y la lectura de la Palabra espontáneas. Hoy en día los hermanos y las hermanas probablemente no están acostumbrados a esto. Algunos incluso quizás lo desprecien, preguntando: “¿Por qué hay tanto ruido? ¿Es esto adorar a Dios? ¿No es esto vociferar y gritar como en un juego de pelota o un concierto?”. No obstante, la Biblia dice claramente que deberíamos gritar de gozo y alabar en voz alta delante del Señor (Sal. 96:12; 98:8; 132:16; Is. 12:6).

  A fin de que nuestros espíritus sean liberados, no podemos comportarnos de una manera demasiado apropiada. Nuestro comportamiento apropiado fácilmente mata nuestro espíritu. Por supuesto, no deberíamos ser salvajes y locos; esto resulta en el desorden y en la pérdida del dominio propio (Hch. 19:23-40). Sin embargo, estar callados es algo muerto; no es correcto. Gritar y saltar de forma desordenada es algo “alocado”; tampoco es correcto. No se trata de estar callados o de gritar y saltar, sino de la liberación del espíritu. Si el espíritu no es liberado, es incorrecto; si el espíritu es liberado, es correcto. En cuanto el espíritu es liberado, las personas son vivificadas y la reunión también es viviente. Si el espíritu no es liberado, las personas están en condición de muerte y la reunión también está muerta. Cuando algunas personas entran a una reunión, les dan a otros la sensación de que ellos están fríos y cubiertos de hielo, como bloques de hielo provenientes del océano Ártico. En tal caso, toda la reunión se vuelve fría. Hay otros que llegan a la reunión y hacen que toda la reunión sea calentada. Por tanto, la condición de la reunión depende completamente de nuestra condición individual.

  Al igual que en las reuniones grandes, lo mismo ocurre en las reuniones de hogar. Éste es el caso especialmente cuando vamos a visitar a otros en sus hogares. Cada familia quizás tenga sólo tres o cuatro personas, o como mucho, cinco o seis. Si usted es alguien que está lleno del Espíritu y está rebosante del Espíritu, cuando usted entre a un hogar, todos podrán “oler el vino santo” que hay sobre usted y serán afectados por su pasión. Cantará himnos con entusiasmo, leerá la Palabra con entusiasmo y hablará con entusiasmo. Su entusiasmo tocará a otros, conmoverá a otros y hará que toda la reunión de hogar sea viviente.

  El Espíritu, la Palabra, la oración y el cantar son los cuatro elementos cruciales propios de una reunión. No solamente deberíamos conocer la Biblia, conocer las verdades espirituales contenidas en nuestras publicaciones espirituales y ejercitarnos para tener un espíritu ferviente, sino que también necesitamos aprender a cantar buenos himnos. En cuanto a estos cuatro asuntos del Espíritu, la Palabra, la oración y el cantar, confieso que me puedo gloriar en los primeros tres, pero estoy deficiente con respecto al cantar, pues no puedo entonar bien. No obstante, curiosamente, no importa si usted incluso está desafinado; usted sencillamente debería ejercitarse para cantar fuertemente. Algunas veces usted no canta el himno correctamente, pero quienes son dotados en la música pueden aprender la canción correctamente después de seguirle a usted por un tiempo. A medida que él canta correctamente, usted también afina. Quizás los santos de mayor edad digan que es mucho pedir de ellos, incluso hasta “matarlos”. No deberíamos temer. Hacer algo que “nos mata” quizás resulte ser algo que salve nuestra vida. Cuando lo hacemos, funciona. Por lo tanto, necesitamos esforzarnos por aprender a cantar himnos.

CANTAR ES LA MEJOR MANERA DE NUTRIR A LOS NUEVOS CREYENTES

  Enseñar a los nuevos creyentes a cantar los himnos es la mejor manera de nutrirlos. Que todos aprendamos a cantar himnos. Después de la ocasión en que vayamos a la casa de alguien para bautizarlo, la próxima vez que nos reunamos en su casa podemos comenzar a enseñarle a cantar. Después de cantar sólo cuatro o cinco veces, él será infundido y nutrido por los himnos. Quizás él tenga hijos en la casa. Cuando usted cante, quizás ellos no canten, pero después que usted se vaya, ellos comenzarán a cantar. Al cantar un poco, las verdades contenidas en los himnos entrarán en ellos gradualmente.

  Cantar también es el mejor “aperitivo”. Si el cantar que tenemos al comienzo es bueno, entonces la reunión de hogar que le sigue hará que toda la familia esté contenta. Por lo tanto, la reunión de hogar no debería comenzar de una forma rígida, a manera de interacción social. No participe de pláticas insignificantes, tales como si el clima está cálido o frío o si se debe llevar ropa cálida o no. Sencillamente cante himnos y aprenda a enseñarle a la familia cómo cantar. Los himnos entre nosotros son especialmente maravillosos. Mientras cantamos, nuestros espíritus son estimulados. Cantar es más efectivo que dar un sermón, y el resultado también es mejor.

ENSEÑARLES A LOS NUEVOS CREYENTES CÓMO ORAR CONFORME AL CONTENIDO DEL HIMNO

  Después de enseñarles a los nuevos creyentes a cantar, deberían continuar al ayudarles a orar utilizando las frases contenidas en los himnos. Nunca haga que un nuevo creyente repita su oración frase por frase; eso es una tradición y una formalidad. Usted podría pronunciar una oración primero y luego pedirle a él que siga su forma de proceder. Usted podría orar, diciendo: “Señor, gracias. Me buscaste con amor, estando yo cansado del pecado” (Himnos, #489). Luego, haga que él continúe en oración. De este modo usted le enseñará a orar.

HACERLO TODO POR EL ESPÍRITU Y ACTUAR POR EL SEÑOR

  Al conducir una reunión de hogar, usted necesita tener variaciones, es decir, necesita ser viviente y flexible. No esté fijo y rígido. Lo que hemos compartido aquí en comunión es sencillamente una de las muchas maneras de proceder. Si usted está dispuesto a aprender cómo practicar, llegará a ser cada vez más diestro y flexible. Usted sabrá que se puede hacer de todo tipo de cambios siempre y cuando el espíritu esté viviente. Si usted conduce una reunión de hogar de tal manera, me parece que toda la familia del nuevo creyente recibirá lo que se presenta. Después que usted se vaya, ellos recordarán y tendrán comunión adicional. Por lo tanto, usted nunca debe pensar que utilizamos trucos y desperdiciamos nuestro esfuerzo. Siempre y cuando tengamos el espíritu, lo que hagamos no será en vano, y ellos recibirán lo que nosotros decimos.

  Después, debemos conducir a los miembros de la familia a aprender a tomar la responsabilidad en la reunión. Sin embargo, esto no debe ser impuesto de forma rígida. Quizás la próxima vez que usted vaya, pueda decir: “Estoy tan contento de estar aquí con todos ustedes. Hermana, ¿podría usted dirigirnos en el canto en esta ocasión? Podemos cantar el himno que cantamos la última vez. Hermano, ¿podría guiarnos en la lectura de la Biblia? Podemos leer la sección que leímos la vez pasada”. Luego, pídale a la esposa que dé un testimonio. Quizás parezca como si usted les hablara; en realidad, usted está ayudándolos a compartir la responsabilidad de la reunión. El resultado de conducir la reunión de hogar de esta forma es que ellos sabrán cómo reunirse en una reunión de hogar.

  Lo más importante es que usted nunca permita que estas cosas lleguen a ser una práctica rígida y ritualista. Antes de asistir a una reunión de hogar, usted debe tener una comunión amplia y viviente con el Señor, y hacer una confesión cabal y orar mucho hasta que usted esté lleno en su interior. Si su espíritu está lleno del Señor y Su palabra, y usted puede cantar y orar, entonces usted está viviente, y todo lo que haga será viviente. Todo lo que una persona viviente hace es viviente; para él, incluso un negocio que está moribundo se volverá próspero. Sin embargo, si una persona está muerta, incluso un negocio próspero morirá. Tenemos que aprender a practicar en conformidad con este principio.

  Necesitamos prestar atención a las áreas en las cuales no estamos vivientes, en las cuales somos demasiado rígidos. En estas áreas tenemos que estar alertas y ser diligentes para mantenernos ejercitados. Podríamos tomar como ejemplo la reunión de habla china en cierta localidad. Después de cantar en la reunión de la mesa del Señor, todos comienzan a hablar el himno unos a otros, con lo cual hacen que el himno sea tan bueno y viviente. Sin embargo, en la reunión que tiene como meta la lectura de la Palabra, todos se vuelven mudos y silenciosos, sin saber qué decir. Luego, cuando llega el momento de leer las publicaciones espirituales, se lleva a cabo de forma rígida y sin espíritu. Se proclaman los himnos, y se proclaman la Palabra y las publicaciones espirituales también, pero ¿por qué son tan distintos estos dos modos de hablar? Esto se debe al hábito. Una vez que caemos en un hábito, damos muerte a nuestro espíritu. Esto es un asunto aterrador.

  Por lo tanto, espero que los hermanos y las hermanas sean cuidadosos en todo lo que hagan. No caigan en un hábito. Ustedes tienen que ser vivientes en todo lo que lean y siempre deben ejercitar su espíritu. Nunca piensen que debido a que ustedes a menudo leen la Biblia y las publicaciones espirituales, ya saben cómo leerlas. En cuanto ustedes dependan de su hábito, darán muerte a su espíritu. Es únicamente en virtud del ejercicio y la liberación del espíritu que seremos capaces de leer de manera viviente. Así como lo es en las reuniones grandes, también debe ser el caso al conducir las reuniones de hogar.

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