Mostrar cabecera
Ocultar сabecera
+
!
NT
-
Navega rápidamente por los libros de vida del Nuevo Testamento
AT
-
Navega rápidamente por los libros de vida del Antiguo Testamento
С
-
Mensajes del libro «Ley y gracia de Dios en Su economía, La»
1 2 3 4
Чтения
Marcadores
Mis lecturas

La ley y gracia de Dios en Su economãa

PREFACIO

  Este libro se compone de mensajes dados en chino por el hermano Witness Lee en Anaheim, California, del 15 al 16 de febrero de 1992. Estos mensajes no fueron revisados por el orador.

I. LA ECONOMIA DE DIOS

  Ahora quisiéramos ver la economía de Dios, que es un tema de gran importancia. Efesios 1:10, 3:9, y 1 Timoteo 1:4 son tres pasajes de la Palabra que se centran en la economía de Dios. La economía de Dios proviene del deseo que Dios tiene en Su corazón, el cual es Su deleite. El Dios eterno, el Dios infinito, ciertamente tiene un deseo en Su corazón. El deseo del corazón de Dios es Su beneplácito. Por causa del deseo de Su corazón y de Su beneplácito, Dios diseñó un plan desde la eternidad a fin de llevar a cabo Su propósito, con miras a obtener el deseo de Su corazón, Su deleite y Su beneplácito. Este plan o diseño es la economía de Dios.

A. Obtener al hombre como Su organismo

  Según el libro de Efesios, la economía de Dios consiste en obtener un organismo. Dios es infinito e intangible; no obstante, El desea obtener al hombre tangible, a fin de entrar en él para ser Su vida orgánicamente. Dios permanece escondido e intangible, pero desea unirse y mezclarse con el hombre tangible a fin de obtener una expresión visible y tangible de Sí mismo. Dicha expresión no es una expresión del hombre, sino la expresión del propio Dios, quien mora en el hombre a fin de ser su vida.

  Tomemos por ejemplo un atril. El atril es un objeto que tiene forma y apariencia definida, pero es algo inorgánico porque no hay vida en él. Por el contrario, yo soy una persona viva. No soy simplemente un objeto que tiene forma y apariencia definida; ciertamente tengo algo intangible que se llama vida. Debido a que tengo vida, existe algo orgánico en mí; por lo tanto, todo mi ser es un organismo. El propósito de Dios es obtener al hombre como Su organismo, un organismo que lleve Su imagen (Gn. 1:27) y le tome como vida (2:9) para que le exprese y le represente (1:26), a fin de que El pueda ser glorificado, es decir, expresarse a Sí mismo en gloria. Además, esta expresión no es algo invisible o abstracto, sino algo visible y tangible que está contenido en un cuerpo. Este cuerpo no es la propia imagen y forma de Dios, sino la imagen de un Dios-hombre, la cual es el resultado de la unión y mezcla de Dios con el hombre, a saber, Dios expresado en forma humana. Dicho cuerpo no consiste solamente en que Dios y el hombre estén juntos, sino que es la unión de Dios con el hombre de tal modo que llegan a ser uno, a fin de que toda la gloria de Dios pueda manifestarse mediante la forma humana.

B. Para que sea el Cuerpo de Cristo

  El propósito de Dios es obtener este organismo para que sea el Cuerpo de Cristo (Ef. 1:23), y que dicho organismo se una a Cristo y se mezcle con El (Jn. 15:5a) y tenga la misma vida y naturaleza de Cristo, a fin de que los dos lleguen a ser uno (Ef. 5:31-32) como complemento de Cristo, (cfr. Gn. 2:18b) de modo que viva a Cristo (Fil. 1:21) y exprese a Cristo, quien es el Dios Triuno procesado (v. 20).

  El primer paso que Dios dio con miras a realizar esta economía fue la creación. La vieja creación tenía al hombre como su centro. Dios concluyó la creación de todas las cosas, con su gran diversidad, en seis días. Una vez que Dios terminó la creación, El creó al hombre. Dios creó al hombre a Su propia imagen interior y conforme a Su semejanza externa, a fin de que el hombre pudiera ser como Dios por dentro y por fuera. Sin embargo, el hombre no podía ser Dios mismo. Esto puede compararse con una fotografía de usted. La fotografía es usted, no importa de qué ángulo la veamos; sin embargo, la fotografía no es usted. Aunque ciertamente es una fotografía de usted, usted debe reconocer que ella no es usted, sino sólo una fotografía. Dicha fotografía ciertamente lleva la imagen de usted, su forma y su semejanza, pero usted no está dentro de la fotografía y ella no lo contiene a usted como su vida. Por lo tanto, una fotografía no es orgánica; no es un organismo.

  Dios creó al hombre según Su imagen interior y conforme a Su semejanza exterior, a fin de que el hombre pudiera ser como El y representarle; sin embargo, el hombre no tenía a Dios en él. El hombre sólo tenía la vida creada por Dios, pero no poseía la vida increada de Dios. El hombre creado era hombre, pero no Dios; tenía la naturaleza humana, pero no poseía la naturaleza divina. Fue hecho conforme a la forma, imagen y semejanza de Dios, pero no poseía la vida de Dios ni Su naturaleza; este hombre, definitivamente, no era Dios. A fin de que el hombre llegara a ser el organismo de Dios y el Cuerpo de Cristo, éste tenía que recibir la vida de Dios. Por lo tanto, Dios puso al hombre frente al árbol de la vida. Esto implica que Dios quería que el hombre comiera del fruto del árbol de la vida, a fin de poder recibirle a El como vida.

C. La caída del hombre

  Junto al árbol de la vida estaba el árbol del conocimiento del bien y del mal. Dios puso al hombre frente a estos dos árboles y permitió que escogiera de cuál árbol habría de comer. Si el hombre hubiera tomado la decisión correcta y hubiera comido del árbol debido, habría sido bendecido y habría obtenido la vida. Por el contrario, si él tomaba una decisión incorrecta y comía del árbol equivocado, ciertamente moriría. Hoy, aún están delante de nosotros estas dos alternativas. Cada vez que hacemos la decisión correcta y comemos del árbol de la vida, obtenemos la vida divina; pero siempre que hacemos la decisión equivocada y comemos del árbol del conocimiento del bien y del mal, morimos. En la actualidad, nosotros los cristianos experimentamos esto diariamente. Adán, quien fue creado por Dios, tomó la decisión equivocada al escoger entre el árbol de la vida y el árbol del conocimiento del bien y del mal, pues comió del fruto del árbol del conocimiento del bien y del mal. El no comió del árbol de vida, el cual representa a Dios como vida, para que pudiera tener la vida de Dios orgánicamente y así expresara a Dios en su vivir. Adán perdió esta oportunidad debido a que comió del fruto equivocado. El comió del árbol del conocimiento del bien y del mal, el cual representa a Satanás, quien es el factor de la muerte y en quien se hallan todos los elementos de la muerte. Una vez que Adán comió del árbol del conocimiento del bien y del mal, él abandonó a Dios y cayó en el pecado (Ro. 5:12), y el elemento de la muerte entró en él constituyéndolo pecador, muerto por naturaleza (v. 19a). Adán no sólo transgredió y ofendió a Dios, cometiendo un hecho pecaminoso externo, sino que además recibió la naturaleza pecaminosa interiormente y fue constituido pecador. Si alguien hace algo incorrecto, en cierta manera es fácil corregir el problema; pero si come algo indebido, ingiriéndolo y recibiéndolo dentro de sí, esto es algo relacionado con la vida y se convierte en un asunto de vida o muerte. El propósito original de Dios era que el hombre formara parte de Su organismo, pero el hombre llegó a ser pecaminoso, cayendo bajo la condenación de Dios, que es sufrir la perdición eterna.

  Una vez que el hombre cayó en tal condición, ¿qué debía hacer Dios? Dios aún tenía la intención de llevar a cabo Su economía. Nuestro Dios es el Principio y el Fin, el Alfa y la Omega; una vez que El inicia algo, nunca desiste. Por lo tanto, en Su economía, El añadió la ley.

II. LA LEY DE DIOS EN SU ECONOMIA

  Desde que el hombre comió del árbol del conocimiento del bien y del mal, el cual representa a Satanás, la naturaleza de Satanás entró en el hombre. Esta naturaleza incita y conduce al hombre a esforzarse por hacer el bien a fin de complacer a Dios. Esto llega a ser un vicio para el pecador caído. Algunos quizás se sorprendan al oír esto, argumentando que todas las religiones exhortan y animan a la gente a hacer el bien; así que tal vez se pregunten por qué yo digo que el deseo del hombre por hacer el bien es algo incitado por Satanás. Los padres suelen animar a sus hijos a que hagan el bien, y aun usted mismo también tiene el mismo deseo interno de hacer el bien. ¿Es bueno o malo que uno se proponga a hacer el bien y a animar a otros a hacer lo mismo? Desde la perspectiva del hombre, esto es bueno. La sociedad de hoy en todas partes anima a la gente a hacer el bien. En cuanto a la sociedad humana, esto es bueno, pero con respecto al cumplimiento de la economía de Dios, no es provechoso, e incluso es algo en contra de Dios.

  El deseo de Dios en Su economía es alcanzar una meta, a saber, que la Trinidad Divina obtenga al hombre para que éste sea Su organismo. La economía de Dios no consiste en cultivar la bondad humana; de hecho, desarrollar la bondad del hombre es algo que proviene del enemigo de Dios. La bondad humana es enemiga de Dios. Lo que Dios quiere es obtener un organismo que manifieste a Dios en su vivir, con miras a expresarlo, exhibirlo y unirse a El como un solo organismo. Lo que Dios desea es obtener tal organismo viviente. Desde la perspectiva de la economía de Dios, el hecho de que el hombre haga el bien equivale a que el hombre sea enemigo de Dios.

  Antes que la ley fuera dada, Dios le dio al hombre una dulce promesa: le prometió al pecador caído que un día vendría la simiente de la mujer. Esta simiente de la mujer destruiría al enemigo, la serpiente, quien había dañado al hombre. La simiente de la mujer llegaría a ser la justicia y salvación del hombre. Sin embargo, antes que esa simiente viniera, el hombre no creería en El ni le recibiría. Por lo tanto, Dios tuvo que decretar la ley y dársela al hombre. Originalmente, la ley no formaba parte de la economía de Dios, sino que, mientras dicha economía se estaba llevando a cabo (Gá. 3:19), la ley fue añadida a causa de las transgresiones del hombre. Debido a la caída del hombre y a que éste no veía su propia condición, Dios fue forzado a añadir la ley, a insertarla. El hecho de que la ley fuese añadida, indica que no estaba allí inicialmente. La ley no estaba originalmente en el plan de Dios, sino que fue añadida más tarde para poner al descubierto la verdadera condición del hombre y su verdadera naturaleza, a fin de mostrar al hombre el verdadero cuadro de sí mismo.

A. La ley de Dios es un retrato y testimonio de Dios

  La ley de Dios es un retrato y testimonio de Dios. En Romanos 7 Pablo dice que la ley es santa y espiritual, y que el mandamiento es santo, justo y bueno (vs. 12, 14). La ley es buena, santa y espiritual, pero aun así, es sólo un retrato, una “fotografía”, de Dios. La ley describe qué clase de Dios es El, qué clase de imagen lleva y qué clase de atributos posee. Por tanto, en el Antiguo Testamento la ley como retrato de Dios es llamada el “testimonio” de Dios (Ex. 32:15; Sal. 78:5). El retrato de Dios, la descripción de Dios, es el testimonio de Dios. La fotografía de usted es su testimonio. Si usted me diera una fotografía de sí mismo, me daría testimonio de qué clase de persona es usted. El momento en que yo vea su fotografía, podré ver qué clase de persona es usted. De igual manera, la ley es un retrato y testimonio de Dios; al ver la ley de Dios, sabemos qué clase de Dios es El.

B. Dios considera Su ley como los requisitos que El impone sobre los pecadores

1. Los primeros tres mandamientos exigen que el hombre tenga únicamente a Dios y que no tenga ningún ídolo

  Dios considera Su ley como los requisitos que El impone sobre los pecadores. La ley contiene principalmente los Diez Mandamientos. Los primeros tres mandamientos nos exigen que tengamos únicamente a Dios y que no tengamos ningún ídolo (Ex. 20:3-7). Estas leyes nos mandan repetidas veces que no tengamos imágenes u otros dioses aparte de Jehová, ni que hagamos imágenes o las adoremos. En otras palabras, debemos tener un solo Dios, y aparte de El no debemos tener ningún otro objeto al cual adoremos o prestemos atención. Si alguien ama un par de zapatos, esos zapatos son un ídolo en sus pies. Si alguien ama mucho su estilo de pelo, ese peinado llega a ser un ídolo en su cabeza. Si alguien le da gran importancia a obtener un doctorado, ese doctorado es un ídolo en su corazón. Algunas personas aman sus casas y sus posesiones, otros aman sus cuentas bancarias, y aun otros aman su reputación y posición: todas estas cosas son ídolos. Desde esta perspectiva, ¿quién, de todos los que viven hoy en la tierra, no tiene ídolos? Todos tienen ídolos, y son muy pocos los que buscan únicamente a Dios y no buscan nada aparte de El. En muchas ocasiones temo que si me gusta cierta cosa, yo pueda amarla más que a Dios mismo. Hay varias razones por las cuales las personas lloran, pero rara vez he visto que los hermanos o hermanas derramen lágrimas por el Señor. He visto que casi todos los que han estado cerca de mí han derramado lágrimas, pero ¿quién de ellos verdaderamente ha derramado lágrimas por el Señor? Temo que ustedes ni siquiera hallan llorado una sola vez por el Señor. Quizás hayan derramado lágrimas delante del Señor, pero no por El; ustedes lloran porque no se han graduado de la universidad, porque no han podido obtener un doctorado o porque le dieron a otra persona la promoción que usted anhelaba. Ustedes deben saber que esta clase de lágrimas contradice los primeros tres mandamientos. Usted ha transgredido la ley de Dios, ha deseado otros dioses y ha creado ídolos.

2. El cuarto mandamiento exige que el hombre tome como su satisfacción y reposo únicamente a Dios y todo lo que El ha logrado para éste

  El cuarto mandamiento exige que el hombre tome como su satisfacción y reposo únicamente a Dios y todo lo que El ha logrado para éste (Ex. 20:8-11). Este mandamiento tiene que ver con guardar el día sábado. He leído la Biblia por varias décadas, pero nunca entendí muy bien por qué en los Diez Mandamientos Dios establece un día y exige que el hombre guarde el reposo sabático. ¿Qué significa esto? Además, cuando el Señor Jesús vino, El no quería que el hombre guardara el sábado. Antes que el Señor Jesús viniera, Dios quería que el hombre observara el sábado; pero cuando el Señor Jesús vino, aunque el hombre quería seguir observando el sábado, el Señor no quería que el hombre guardara más ese día. ¿Qué significa esto?

  No fue sino hasta estos últimos seis años que empecé a entender lo que significa guardar el sábado. La práctica de observar el sábado significa que debemos tomar como nuestra satisfacción, disfrute y reposo únicamente a Dios y todo lo que El ha hecho por nosotros. Guardar el sábado indica que no tenemos ninguna otra cosa en la tierra aparte de Dios; y que sólo tomamos como nuestro disfrute, satisfacción y reposo a Dios y todo lo que El ha realizado por nosotros. Dios es el todo para nosotros, y El lo ha logrado todo por nosotros. Lo único que necesitamos hacer es disfrutarle y tomarle como nuestra satisfacción y reposo. Permítanme que les dé un ejemplo. Todavía recuerdo a mi anciana madre, quien siendo cristiana, amaba mucho a sus hijos y a menudo preparaba comidas deliciosas para nosotros durante los días festivos y el día del Señor. Ella tenía una peculiaridad, ya que le encantaba preparar esas comidas por sí sola y no quería que nadie le ayudara. Si nos sentábamos allí a verla cocinar y la felicitábamos por haber hecho un trabajo excelente, ella se ponía muy contenta. Pero si le decíamos: “Madre, has estado muy ocupada, así que déjanos ayudarte”, ella se molestaba. Ella no permitía que le ayudáramos porque lo consideraba como un insulto o un ofensa; por tanto, los hijos sabíamos muy bien que lo único que teníamos que hacer era esperar que nuestra madre preparara la comida para nosotros y que nosotros no teníamos que hacer nada. Cuando los “dumplings” [empanadillas chinas] estaban listos, nosotros la felicitábamos, porque sus “dumplings” eran realmente deliciosos; así, ella quedaba muy satisfecha. Mientras comíamos, ella no comía, sino que sólo nos miraba y nos servía para que nosotros disfrutáramos. Cuando yo era joven, no la entendía; pero ahora que lo pienso, comprendo que ésta es la manera en que Dios se relaciona con nosotros. Dios está haciendo mucho por nosotros, pero si nosotros tratamos de ayudarle, resulta que cuanto más le ayudamos, más trabajo le damos. El no necesita de nuestra ayuda; más bien, El quiere hacerlo todo por nosotros. Hoy todo está listo, y lo único que necesitamos hacer es venir a la fiesta y disfrutarlo a El. ¿Qué significa guardar el sábado? Guardar el sábado es tomar a Dios y todo lo que El ha hecho por nosotros, como nuestra satisfacción, disfrute y reposo. De otra manera, quebrantamos el sábado. Cuando el Señor Jesús vino, el sábado era el Señor mismo, porque el Señor es el verdadero reposo sabático. Por consiguiente, no es necesario que guardemos el sábado como un ritual.

3. El quinto mandamiento exige que el hombre honre a sus padres y se remonte hasta su fuente, hasta su origen, esto es, al Dios que lo creó

  El quinto mandamiento exige que honremos a nuestros padres y que nos remontemos hasta nuestra fuente, hasta nuestro origen, esto es, al Dios que nos creó (Ex. 20:12). Sé que muchos cristianos se comportan de una manera que corresponde a la experiencia del pueblo chino. La gente del norte de China tiene un proverbio que dice: “Si no hay honra, no hay amistad”. Esto quiere decir que si una persona no honra a sus padres, no es digna de que hagamos amistad con ella. Este es un dicho razonable. Sin embargo, la mayoría de las personas no conoce el verdadero significado de honrar a nuestros padres. Honrar a nuestros padres es reconocer nuestro origen o fuente. Nosotros procedemos de nuestros padres; si no fuera por ellos, ¿cómo podríamos existir? Pero, ¿de dónde vinieron nuestros padres? Cuando seguimos la línea de nuestros antecesores, llegamos a nuestra fuente, a nuestro origen, que es Dios mismo. Yo sí creo que todo aquel que honra a sus padres, venera a Dios. Aunque el quinto mandamiento tiene que ver con nuestros padres y, a primera vista, sólo se refiere al hombre, este mandamiento se halla en el primer grupo de cinco mandamientos, los cuales pertenecen a la primera tabla o piedra de la ley, y por tanto, está ligado a Dios.

4. Los mandamientos del sexto hasta el décimo exigen que el hombre manifieste en su vivir las virtudes que expresan a Dios conforme a Sus atributos divinos

  Los mandamientos del sexto hasta el décimo exigen que el hombre manifieste en su vivir las virtudes que expresan a Dios conforme a Sus atributos divinos (Ex. 20:13-17). La segunda tabla de piedra contenía los últimos cinco mandamientos, los cuales están dirigidos al hombre. El primero de estos cinco mandamientos nos ordena que no matemos, que no asesinemos; el segundo, que no cometamos adulterio, que no forniquemos; el tercero, que no robemos, que no hurtemos; el cuarto, que no mintamos, que no demos falso testimonio contra otros; y el quinto, que no codiciemos, que no deseemos las cosas de los demás. Si usted quebranta uno de estos cinco mandamientos, usted desecha los atributos de Dios y no manifiesta Sus virtudes. ¿Cuáles son los atributos de Dios? Los atributos divinos son amor, luz, santidad y justicia. Dios es amor y está lleno de bondad. Dios es luz y está lleno de resplandor; en El no hay tinieblas. Dios es santidad; es trascendente, único, extraordinario y distinto de todas las demás cosas comunes. Además, Dios es justicia; El es recto y no se comporta de manera deshonesta o con parcialidad, ni actúa de forma distorsionada o torcida, sino que es justo, perfecto y recto en todo aspecto.

  Dios es amor, luz, santidad y justicia, pero ¿cómo somos nosotros? Algunos dirían que nunca han matado a nadie y que, por lo tanto, jamás han quebrantado el sexto mandamiento. No obstante, cuando el Señor Jesús vino, El profundizó más en cuanto al significado de matar. El dijo que odiar o aborrecer a las personas equivale a matarlas. ¿Puede usted afirmar que nunca ha odiado a nadie? Consideren esto brevemente: entre las personas que usted ha conocido, ¿cuál de ellas jamás ha odiado a otros? Aborrecer es matar. Con respecto al adulterio, el Señor Jesús también dio una definición más profunda. El dijo que todo aquel que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón (Mt. 5:27-28). Con respecto a robar, tengo que confesar públicamente que antes de ser salvo a la edad de 18 años, ya había robado. ¿Puedo preguntarle si usted ha robado alguna vez? Quizás haya tomado lápices de la compañía donde trabaja y se los haya llevado a su casa; eso es robar. Tomar algo ajeno, o sea robar o hurtar, es contrario a las virtudes que son la manifestación de los atributos divinos. En cuarto lugar, ¿ha mentido usted alguna vez? Todos hemos mentido mucho. Ni hablar de toda la vida, pero si usted no mintió ayer, ¡sería casi un ángel! El último mandamiento tiene que ver con la codicia. ¿Quién no ha codiciado? Si ve a otro que conduce un lujoso automóvil importado de Europa, y usted conduce un pequeño carro japonés, quizás empiece a imaginarse en su corazón que un día usted también manejará un automóvil como ése. Esto es codiciar.

C. Es imposible que los pecadores cumplan los requisitos de la ley de Dios

  Por consiguiente, la ley pone al descubierto nuestra condición, mostrando que es imposible que los pecadores cumplan los requisitos de la ley de Dios. Aun cuando el hombre no es capaz de hacer el bien, él todavía quiere y desea hacerlo. En realidad, la condición del hombre es tal que no tiene mucho interés en Dios; más bien, se interesa en otras cosas aparte de Dios. Por lo general, el hombre no toma a Dios como su satisfacción, ni tampoco toma como su disfrute y reposo lo que Dios ha realizado y obtenido; por el contrario, él quiere esforzarse por sí mismo y llevar sus cargas a solas. Hoy la gente ha caído en una condición de odio, asesinato y fornicación. En la actualidad, la gente comete fornicación al igual que en los tiempos de Sodoma. Los ateos promueven la teoría de la evolución, y la homosexualidad es la fornicación en su forma más degradada. La evolución es el ateísmo manifestado al máximo grado, y la homosexualidad es la fornicación manifestada también al máximo grado. Puedo decirles que la mayoría de las personas que creen en la evolución no honran a sus padres, y que aquellos que se entregan a la homosexualidad cometen fornicación al máximo grado.

  Ya que el hombre ha caído en tal condición, Dios considera Su ley, Su realidad, como los requisitos que El impone sobre los pecadores. Es como si Dios dijera al hombre que desea hacer el bien: “He aquí Mis requisitos. ¿Quieres verdaderamente hacer el bien? ¡Adelante! Si puedes cumplir los Diez Mandamientos, Yo te justificaré”. Según Romanos 7, al parecer Pablo pudo cumplir los primeros nueve mandamientos; no obstante, no fue capaz de cumplir el último mandamiento, el mandamiento con respecto a la codicia. La ley de Dios hace imposible que los pecadores cumplan todos los requisitos de Dios, debido a que dicha ley tiene la función de poner en evidencia la verdadera condición del hombre. La ley no puede vivificar, no puede dar vida (Gá. 3:21). La ley, como una “fotografía”, es buena; sin embargo, no tiene vida. Además, hay algo que la ley no puede hacer, por cuanto es débil debido a la carne de los pecadores (Ro. 8:3a). La ley en sí misma no es débil, pero debido a que la carne del hombre que trata de cumplir la ley es débil, la ley ha llegado a ser débil e impotente.

D. La ley de Dios sólo es capaz de poner al descubierto la naturaleza pecaminosa del hombre y sus hechos malignos

  Ya que la ley no puede dar vida, y es impotente y débil a causa de la carne de los pecadores, ¿por qué aún así decidió Dios dar la ley? La ley de Dios fue añadida con el propósito de poner en evidencia la naturaleza pecaminosa del hombre, que es interna, y los hechos malignos del hombre, que son externos (Ro. 3:20b; 5:20a). Les he presentado brevemente los Diez Mandamientos juntamente con algunos ejemplos muy simples. De acuerdo con mi presentación, ninguno de nosotros puede escapar. Todos hemos quebrantado cada uno de los Diez Mandamientos. La ley es como un espejo. Cuando nos ponemos frente al espejo de la ley, nuestra condición queda puesta en evidencia.

E. La ley de Dios llegó a ser la custodia y ayo del pueblo escogido de Dios a fin de conducirlos a Cristo, quien es la gracia

  A pesar de todo lo anterior, la ley de Dios tiene una función positiva bajo la mano soberana de Dios. La ley se ha convertido en la custodia y ayo del pueblo escogido de Dios a fin de conducirlos a Cristo, quien es la gracia (Gá. 3:23-24). El pueblo escogido de Dios fue encerrado y guardado bajo la ley, tal como las ovejas son guardadas en el redil (Jn. 10:1, 16). En Su economía, Dios usó la ley como un redil para guardar bajo custodia a Sus elegidos hasta que Cristo viniera. La ley sólo era capaz de exigir y condenar, pero no podía dar vida. No hay vida en la ley; en ella sólo hay mandamientos. La vida se halla en Cristo. El es el Espíritu vivificante (1 Co. 15:45), el único que es capaz de dar vida. Cuando nos encontramos bajo la ley, somos como niños y necesitamos que la ley, como la custodia y el ayo, nos vigile y nos cuide. Esta clase de vigilancia o de cuidado que nos proporciona la ley no conlleva una intención maligna, sino que simplemente nos protege. Por consiguiente, dicha custodia llega a ser nuestro ayo, y este ayo nos conduce a Cristo. Hoy Cristo, como Espíritu vivificante, es la gracia que disfrutamos. Cuando Cristo viene, la gracia viene. El se hizo carne, lleno de gracia, y de Su plenitud recibimos todos, y gracia sobre gracia. Ahora ya no somos niños que están bajo la custodia de la ley. Más bien, por medio de nuestra fe en Cristo Jesús, hemos llegado a ser los hijos de Dios que le disfrutamos a El como nuestra gracia.

Biblia aplicación de android
Reproducir audio
Búsqueda del alfabeto
Rellena el formulario
Rápida transición
a los libros y capítulos de la Biblia
Haga clic en los enlaces o haga clic en ellos
Los enlaces se pueden ocultar en Configuración