
Debido a su condición caída, el hombre requería del perdón de Dios y de la limpieza de pecados. Por haber ofendido a Dios necesitábamos Su perdón, pero a fin de perdonarnos, El debía primero satisfacer Su propia justicia. Su justicia demandaba que el hombre muriera; pero si sucedía esto, Dios no tendría quién recibiera Su vida, y Su propósito eterno no podría cumplirse. La única solución para este problema era que Cristo viniera y muriera por nosotros. Por medio de Su muerte, el justo requisito de Dios fue satisfecho, y ahora El puede perdonarnos.
Según Jeremías 31:34, decir que Dios perdona nuestros pecados equivale a decir que se olvida completamente de ellos. Cuando nosotros perdonamos a alguien que nos ha ofendido, rara vez olvidamos la ofensa. Pero Dios no es como nosotros; cuando El perdona nuestros pecados, no se acuerda más de ellos. ¡Aleluya! Dios puede ahora perdonarnos debido a la muerte de Cristo y a que hemos creído en El. Cuando El perdona nuestros pecados, jamás los vuelve a recordar. ¡Para El es como si nunca hubiéramos pecado! ¡Simplemente por creer en este hecho, usted puede ser perdonado!
[La redención efectuada por el Hijo mediante Su sangre, obtuvo el perdón de nuestros delitos (Mt. 26:28; He. 9:22). La redención es lo que Cristo realizó por causa de nuestros delitos, y el perdón es la aplicación a nuestros delitos de lo que El realizó. La redención fue efectuada por Cristo en la cruz, mientras que el perdón nos es aplicado en el momento en que creemos en El. En otras palabras, el perdón de nuestros delitos es la redención efectuada por la sangre de Cristo. La redención y el perdón son en realidad dos aspectos de un mismo logro. Pero estos dos términos se emplean para referirse a los dos aspectos: el aspecto de lo que fue efectuado en la cruz y el aspecto de lo que nos es aplicado en el momento en que creemos. Aunque la redención fue realizada por Cristo en la cruz mediante el derramamiento Su sangre, ésta no nos es aplicada hasta que creemos en El y hacemos una confesión cabal ante el Dios justo. Es en ese instante que el Espíritu de Dios aplica a nosotros la redención que Cristo efectuó en la cruz. De manera que, la redención se refiere al hecho realizado, y el perdón se refiere a su aplicación a nosotros.]
[¿Cuál es la diferencia entre perdonar y limpiar? A fin de entender esto necesitamos conocer la diferencia entre pecados e injusticia. Los pecados se refieren a los delitos, y la injusticia, a la marca o mancha en nuestra conducta causada al cometer un delito. Cada vez que pecamos, cometemos un delito. Este delito cometido se convierte en una mancha en nuestra conducta, y esta mancha constituye la injusticia. Por ejemplo, supongamos que al comprar dos artículos sólo le cobran el valor de uno. Si paga sólo un artículo, cometerá un delito contra la tienda. En cuanto a la persona que le vendió los artículos, dicho acto sería un delito, pero con relación a usted, esto viene a ser una marca de injusticia en su carácter. Como resultado de esto, tal vez no digan que usted es pecaminoso, pero sí podrán decir que es injusto.
De igual manera, nuestros pecados son delitos ante Dios, pero con respecto a nosotros, son manchas de injusticia. Así que, cuando confesamos nuestros pecados, por una parte, Dios nos perdona, y por otra, nos lava de la marca y de la mancha de nuestra injusticia. Esta es la razón por la cual 1 Juan 1:9 menciona no sólo el perdón de nuestros pecados, sino también la limpieza de la injusticia. Así que, el perdón de nuestros pecados en realidad equivale a la limpieza, al lavamiento de la mancha de nuestra injusticia.]
Compendium of God’s Full Salvation [Compendio de la salvación completa que Dios efectúa] (LSM), capítulos 12 y 13.
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