
Tal vez ya haya observado que, conforme a nuestra experiencia en vida, no experimentamos la salvación de Dios de una vez por todas, sino en tres etapas. Como ya hemos visto, el hombre está formado de tres partes, a saber, el espíritu, el alma y el cuerpo. Por consiguiente, la salvación se lleva a cabo en tres etapas, a fin de salvar por completo a este hombre tripartito.
La primera etapa de la salvación es la etapa inicial, en la que Dios salva nuestro espíritu. Primeramente, Dios logra esto por Su muerte en la cruz, la cual resuelve nuestro problema objetivo ante Dios. En segundo lugar, Dios como el Espíritu que da vida nos regenera en nuestro espíritu. De modo que la etapa inicial incluye la redención, el perdón y la limpieza de pecados, la justificación y la reconciliación. El resultado de todo esto es la regeneración. Esta etapa constituye el comienzo de la vida cristiana.
La segunda es la etapa progresiva, en la cual somos salvos en nuestra alma. Aunque Dios, mediante la regeneración, mora en nuestro espíritu humano, nuestra alma aún se encuentra llena de la naturaleza de Satanás. Debido a ello, acontece lo siguiente: tenemos pensamientos malignos; mentimos y odiamos a los demás; somos celosos y estamos llenos de nuestras propias opiniones; amamos lo que Dios odia y odiamos lo que El ama; somos malignos, somos pecado, y aun en cierto modo, somos Satanás mismo. Sin embargo, por otra parte, somos creyentes, es decir, que hemos recibido la vida divina. En esta segunda etapa la cual durará todo el curso de nuestra vida, Dios se ocupa de nuestra alma ma- ligna. La regeneración sólo introduce a Cristo en nuestro espíritu, pero ahora debemos permitir que diariamente El se extienda a nuestra alma. Al abrirnos a El, orar y confesar nuestros pecados, permitimos que El se extienda a todo nuestro ser, y a medida que El se extiende, somos santificados. De esta forma, Dios imparte Su naturaleza santa desde nuestro espíritu a nuestra alma, y transforma el viejo hombre en un nuevo hombre, logrando que estas personas llenas de la vida satánica sean transformadas en personas llenas de Dios.
La tercera es la etapa de consumación. En esta etapa nuestro cuerpo es salvo y la salvación completa de Dios alcanza su más alto nivel. Esta etapa viene como resultado de la segunda. Comparándolo con una carrera, podríamos decir que el punto de partida corresponde a la etapa inicial, correr por la pista es la etapa progresiva, y cruzar la meta se asemeja a la etapa de consumación. Usted no puede cruzar la meta a menos que haya iniciado la carrera y haya recorrido toda la pista. Cuanto más rápido corra, más pronto llegará a la meta.
La etapa de la transfiguración de nuestro cuerpo es gloriosa, pues en ella todos nuestros problemas son finalmente resueltos y se consuma el propósito eterno de Dios. En esta etapa, nuestro cuerpo es conformado al cuerpo de la gloria del Señor, es decir, que nuestro cuerpo es transfigurado o glorificado. En ese momento estaremos listos para heredar el reino de Dios, lo cual quiere decir que reinaremos con Cristo como Sus co-reyes y disfrutaremos al Señor al plenamente.
Al llegar a esta etapa nuestro espíritu estará lleno de vida debido a la regeneración, y nuestra alma estará llena de Cristo debido a la santificación y a la transformación. Esto significa que pensaremos como Dios piensa, amaremos lo que Dios ama y odiaremos lo que El odia. Nuestra voluntad se hará una con la de Dios al escoger y tomar decisiones, y nuestro cuerpo estará lleno de la gloria del Señor. Entonces seremos plenamente los hijos de Dios, llenos de la vida divina, y expresaremos y representaremos a Dios por la eternidad. A lo largo de todo este proceso, seremos edificados juntos como la iglesia gloriosa, la Nueva Jerusalén. ¡Aleluya! ¡Dios estará plenamente satisfecho y nosotros seremos completamente salvos!
Sólo podemos llegar a esta etapa si primero experimentamos la etapa inicial de la salvación y luego somos santificados y transformados. Hermanos y hermanas, ¿no desean ustedes alcanzar la tercera etapa? Si es así, entonces los animo a seguir adelante, disfrutando al Señor como el Espíritu y la Palabra. Posteriormente deben cooperar con el Señor día tras día, permitiendo que El se extienda en todo su ser, siguiendo en todo momento Su dirección interior y confesando a El todos sus pecados y faltas. Sólo así avanzarán de la etapa inicial de la salvación a la etapa progresiva, y finalmente entrarán en el pleno disfrute de la salvación, que es la etapa de consumación.
Compendium of God’s Full Salvation [Compendio de la salvación completa que Dios efectúa] (LSM), capítulos 20 y 26.
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