La salvación completa, con todo lo que ésta implica, no es algo que se recibe en un sólo instante; más bien, es un largo proceso que dura toda la vida. El apóstol Pablo, así como otros escritores de la Biblia, compararon la salvación a una carrera. Dios no desea que Sus hijos sean negligentes en cuanto a la salvación plena que El les ha otorgado, así que, en Su sabiduría, El ha preparado una recompensa para Sus hijos que sean fieles y diligentes, y un castigo para los negligentes y descuidados. En esta lección estudiaremos brevemente lo que Dios ha dispuesto tocante a este tema. Esto nos motivará a no ser descuidados con respecto a la salvación que hemos recibido, y nos alentará para ir en pos de la salvación completa y ganar así la recompensa futura.
En la Biblia hay muchos pasajes que nos hablan de la recompensa y el castigo de los creyentes. Uno de los más específicos se encuentra en Mateo 25:14-30. Leamos este pasaje.
Muchos no creen que Dios castigará a los creyentes que hayan sido negligentes e inútiles para el Señor en esta vida. Ellos argumentan que Dios es muy amoroso y misericordioso como para hacer tal cosa a alguno de Sus hijos. Sin embargo, este pasaje nos da claras evidencias de que algunos de los esclavos del Señor, quienes sin duda representan a los creyentes, sufrirán un severo castigo cuando El regrese. Ciertamente, nuestro Señor es amoroso y misericordioso; El nunca permitiría que uno de Sus hijos, puesto que son salvos, se pierda en el lago de fuego. Su salvación garantiza que ninguno de los Suyos sufrirá el castigo destinado para los incrédulos. No obstante, en Su sabiduría, Dios previó que sólo unos pocos de Sus hijos alcanzarían la meta, así que preparó una recompensa como incentivo y un castigo como advertencia.
En el evangelio de Mateo el Señor habla claramente de la recompensa preparada para Sus siervos diligentes, y del castigo para los siervos inútiles. Esta es la interpretación bíblica apropiada.
De acuerdo con la Biblia, Dios recompensará a aquellos creyentes que hayan sido fieles y diligentes, y castigará a los que no actúen así. Esto es bíblico, lógico y justo. ¿Consideraría usted justo y razonable que los malos estudiantes de su escuela fueran premiados con un banquete y un jugoso premio en efectivo, al igual que aquellos estudiantes que hayan sido diligentes y brillantes en sus estudios y lograran por ello las más altas calificaciones? ¿Cree también que sería justo que un creyente que nunca se haya preocupado por progresar en su salvación, y que haya sido negligente y pecaminoso, reciba la misma recompensa que el apóstol Pablo? Por supuesto que no. Dios sería injusto para con el diligente si hiciera eso. La Biblia también lo presenta de esta manera.
Debido a la regeneración, hoy somos hijos de Dios, pero, ¿cuánto hemos progresado? ¿Estamos siendo santificados y transformados diariamente? ¿Estamos creciendo en vida? ¿Servimos al Señor como esclavos fieles en la vida de la iglesia? La Biblia nos dice explícitamente que el Señor, en Su segunda venida, juzgará primeramente a Sus creyentes, y los recompensará o los castigará según sus obras. Después, juzgará al mundo y a todos sus moradores. Los creyentes fieles entrarán al reino y disfrutarán de la fiesta de bodas con Cristo por mil años, y los que hayan sido infieles, sufrirán castigo siendo arrojados a las tinieblas de afuera, separados de la presencia del Señor.
Si crecemos hoy en la vida del Señor y nos consagramos fielmente a Su servicio, formaremos parte de aquellos a quienes el Señor recompensará con el reino milenario y con la fiesta de bodas. Tal recompensa debe motivarnos, y la posibilidad de sufrir un castigo debe servirnos de advertencia. Si tenemos siempre presentes estos dos asuntos, recibiremos una gran ayuda para progresar en el Señor y alcanzar la plena salvación.
Compendium of God’s Full Salvation [Compendio de la salvación completa que Dios efectúa] (LSM), capítulo 29.
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