En la eternidad pasada Dios concibió un propósito conforme al beneplácito de Su voluntad. Este propósito consistía en obtener un grupo de personas, un hombre corporativo, que fuera lleno de El como vida. Este hombre corporativo tendría Su imagen para expresarle y Su autoridad para representarle y reinar sobre Su enemigo. Dentro del tiempo, El obtuvo este hombre corporativo, que es la iglesia, la cual es el deseo de su corazón; y en la eternidad futura dicha iglesia tendrá su consumación en la Nueva Jerusalén. Esto es lo que Dios siempre ha buscado y es lo único que lo hará feliz. Su economía simplemente tiene como objetivo llevar a cabo este propósito por medio de la impartición de Sí mismo en el hombre.
Antes de crear el universo, Dios eligió y predestinó algunos hombres para que fueran parte de este hombre corporativo. Este grupo de escogidos vendrían a ser Sus hijos, y serían llenos de Su vida con miras a expresarle y heredar todo lo que El es.
En el curso del tiempo Dios creó los cielos, la tierra y toda la humanidad, la cual El produjo de un sólo hombre llamado Adán. Dios dispuso que este hombre fuera lleno de El como vida, para esto, lo puso frente al árbol de la vida. No obstante, Adán fue engañado por Satanás y escogió el árbol del conocimiento. Por causa de este pecado Adán cayó bajo la condenación de Dios objetivamente, y recibió la naturaleza satánica dentro de él subjetivamente.
Dios creó y Satanás corrompió; luego, Dios intervino de nuevo y prometió salvar al hombre caído. En el Antiguo Testamento se hallan muchas promesas y profecías acerca del Dios-Salvador que vendría. Luego, en el Nuevo Testamento, Jesús, el Dios-Salvador, vino y cumplió todas esas promesas y profecías que Dios había hecho. El se encarnó como hombre, llevó la vida propia de un hombre por treinta y tres años y medio y fue crucificado para nuestra redención. Esta redención incluía el perdón y la limpieza de pecados, la justificación y la reconciliación. De esta manera fueron resueltos todos los problemas objetivos que el hombre tenía con Dios.
En la resurrección Cristo se hizo el Espíritu vivificante a fin de regenerar nuestro espíritu, y ahora El está obrando en nosotros con su vida para salvar nuestra alma, santificándonos y transformándonos. Para lograr esto El requiere de nuestra cooperación, la cual consiste en disfrutar de Su rica provisión y ser obedientes a Su dirección interior.
En el futuro, cuando El vuelva, redimirá nuestro cuerpo pecaminoso y caído, y lo conformará a la semejanza de Su cuerpo glorioso. En otras palabras, seremos plenamente conformados a Su imagen (Ro. 8:29).
Finalmente, en la eternidad futura, todos los escogidos y redimidos de Dios que hayan concluido la etapa progresiva de la salvación, vendrán a ser la Nueva Jerusalén, la cual será la mezcla total del Dios Triuno con el hombre tripartito.
¡Aleluya! ¡Aleluya! Dios morará en el hombre y el hombre en Dios por la eternidad. Esta es la meta final de Dios y Su propósito eterno. Para entonces, Dios habrá concluido Su obra conforme a Su plan eterno, lo cual le brindará plena satisfacción y reposo por la eternidad. ¡Amén!
