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Mensajes del libro «Libro de lecciones, nivel 4: La vida -- Conocer y experimentar la vida divina»
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Lección diez

OBEDECER LA ENSEÑANZA DE LA UNCION

Lectura bíblica

Bosquejo

  1. El significado de la unción
    1. El Espíritu Santo
    2. El tipo del Antiguo Testamento
    3. El Espíritu Santo se mueve en nosotros para santificarnos
  2. La unción y el propósito de la salvación
  3. La unción y la comunión de la vida divina
  4. La unción y la aplicación de la sangre
  5. Conocer la enseñanza de la unción
    1. La unción
    2. El entendimiento de la mente
    3. El sentir de la conciencia
  6. Obedecer la enseñanza de la unción
    1. Andar conforme al espíritu
    2. Vivir en la comunión
    3. Vivir en la presencia de Dios
    4. El resultado

Texto

  Obedecer la enseñanza de la unción es la experiencia central y más crucial de nuestra vida cristiana. Esta lección se relaciona, por el lado negativo, con todos los tratos disciplinarios que experimentamos y, por el lado positivo, con la edificación. [Por lo tanto, nuestra obediencia a la unción es la clave del crecimiento en vida. Si deseamos seguir al Señor en el camino de vida, debemos tener un conocimiento y una experiencia cabal de esta lección.]

I. EL SIGNIFICADO DE LA UNCION

  [¿Cuál es el significado de la unción? Podemos entender esto por el término mismo y por su origen en la Biblia. Primeramente, veamos lo que significa el término mismo. En el idioma original, el griego, la unción que se menciona en 1 Juan 2:27 no es un sustantivo, sino un verbo, que implica cierta clase de acción o movimiento. No es un ungüento en un estado reposado, quieto e inactivo, sino un ungüento en estado de movimiento y actividad, que implica la acción de ungir. Entonces, ¿a qué se refiere la unción?] Todos los estudiantes de la Biblia están de acuerdo con que la unción se refiere al mover del Espíritu Santo y que el ungüento del Antiguo Testamento es un tipo del Espíritu Santo.

A. El Espíritu Santo

  ¿Quién es el Espíritu Santo? Muchas personas piensan incorrectamente que el Espíritu Santo es un poder o una fuerza dada por Dios para hacer algo sobrenatural, o a veces cosas espantosas ¡No! El Espíritu Santo es la máxima consumación del Dios Triuno procesado. El Dios eterno está corporificado en la Palabra eterna (Jn. 1:1). Esta Palabra eterna es el propio Dios, quien se hizo carne y fue llamado Cristo Jesús (Jn. 1:4). Como hombre genuino este Dios completo llevó una vida humana perfecta (2 Co. 5:21; He. 4:15). El fue a la cruz para eliminar todas las cosas negativas del universo (He. 2:14) y para liberar Su vida e impartirla a todo Su pueblo redimido y escogido (Jn. 12:24). En resurrección, llegó a ser el Espíritu vivificante (1 Co. 15:45), es decir, el Espíritu Santo. Así que, cuando hablamos del Espíritu Santo, estamos hablando del Dios Triuno ¾Padre, Hijo y Espíritu¾ que pasó por un proceso para consumarse como el Espíritu.

B. El tipo del Antiguo Testamento

  El Espíritu Santo es tipificado por el ungüento compuesto descrito en el Antiguo Testamento. Exodo 30:23-25 describe de qué está hecho el ungüento compuesto. Este ungüento está compuesto de cuatro especias: mirra, canela, cálamo y casia, las cuales son agregadas a un hin de aceite de oliva. La mirra es una especia dulce que se usaba en los funerales. Así que, tipifica la dulce muerte del Señor. La canela tiene ciertas propiedades curativas; por ende, representa la eficacia de la muerte de Cristo. El cálamo es una caña que crece muy alta en lugares fangosos; así que, debe de significar la resurrección del Señor. Finalmente, la casia, la última especia, repele los insectos y especialmente las serpientes; por eso, representa el poder de la resurrección.

  Ya que el ungüento compuesto mencionado en el Antiguo Testamento tipifica al Espíritu Santo, podemos llamar a este Espíritu, el Espíritu compuesto. Con el Espíritu compuesto tenemos la dulce muerte del Señor. La eficacia de Su muerte siempre mata todos los elementos negativos que se hallan en nuestro ser (Ro. 8:13). Este Espíritu también nos imparte Su resurrección, con la vida y su poder. Por medio de tal poder de resurrección podemos vencer a todos nuestros enemigos, especialmente a Satanás, la serpiente. ¡Aleluya! Y no sólo esto, sino que el Espíritu también imparte en nosotros todo lo que Dios es —amor, luz, santidad, rectitud, etc.— juntamente con todo lo que Dios tiene, ha obtenido y ha logrado. ¡Qué maravilloso Espíritu mora en nosotros!

C. El Espíritu Santo se mueve en nosotros para santificarnos

  Ya que el Espíritu es una persona viviente, siempre se está moviendo. Es por eso que en el capítulo dos de 1 Juan, El no sólo es llamado el ungüento, sino la unción. Nosotros, por naturaleza, no somos santos, pero El sí lo es. Así que, El se mueve en nosotros para santificarnos, esto es, para separarnos de las cosas mundanas y comunes, a fin de que seamos llenos de la naturaleza santa de Dios. El mata en nosotros todo lo que no es de Dios ni para Dios. Luego, nos añade todo lo que Dios es. Por lo tanto, seguir la enseñanza de la unción es crucial para nuestra experiencia y crecimiento en vida.

II. LA UNCION Y EL PROPOSITO DE LA SALVACION

  El propósito central de la obra salvadora de Dios es que El se forje a Sí mismo en los seres humanos hasta ser uno con ellos, formando una sola entidad. Del mismo modo, el trabajo de la unción es ungirnos con Dios mismo, para que seamos mezclados con Dios y hechos uno con El. Así que, en términos prácticos, el propósito de la salvación se logra a través de la unción. Si no hay unción, el propósito de la salvación no puede cumplirse. Por lo tanto, la unción es un factor muy significativo en la salvación.

  Cuando el Dios Triuno entró en nosotros como Espíritu Santo, se mezcló con nosotros. De esta manera, el propósito de la salvación, es decir, la mezcla de Dios con el hombre, es llevada a cabo en nosotros de una manera práctica.

  Sin embargo, la obra de Dios de mezclarse con el hombre no se logra instantáneamente. Desde que fuimos regenerados y el Espíritu Santo entró en nosotros, esta mezcla ha estado avanzando continuamente. A lo largo de la vida de un creyente, la obra del Espíritu Santo en él tiene como fin consumar la mezcla de Dios con el hombre.

  ¿Cómo lleva a cabo el Espíritu Santo esta mezcla en nosotros? Lo hace al ungirnos como ungüento. Hemos dicho que el mover del Espíritu Santo representa la unción misma. El no está inmóvil en nosotros, sino que siempre está en movimiento y es muy activo. Este mover y actividad es un aspecto de la unción, que nos unge cada vez más con Dios. Por lo tanto, cuanto más nos unge el Espíritu Santo, más se mezcla Dios con nosotros.

III. LA UNCION Y LA COMUNION DE LA VIDA DIVINA

  [Existe una relación muy estrecha entre la unción y la comunión de vida. La comunión de vida es el fluir de la vida divina, o sea, el fluir de Dios conjuntamente con todos los que poseen Su vida. La unción es la mezcla que ocurre entre Dios y todos los que le pertenecen. El propósito del fluir de la vida es que Dios mismo fluya en nuestro ser, mientras que el propósito de la unción es ungirnos con Dios. Estos son dos aspectos de una misma cosa; ambos están íntimamente vinculados y es difícil separarlos.

  Veamos ahora por qué decimos que la unción y la comunión de vida son dos aspectos de una misma cosa. Sabemos que Dios es vida y que Dios es el Espíritu. Como vida, El fluye en nosotros sin cesar, lo cual es la comunión de vida. Y como Espíritu, El se mueve en nosotros continuamente, lo cual constituye la unción. Sin embargo, la vida y el Espíritu son inseparables, porque el Espíritu incluye la vida, y la vida está en el Espíritu. La vida es el contenido del Espíritu, y el Espíritu es la realidad de la vida. Estos dos conforman el Espíritu de vida (Ro. 8:2), el cual es dos en uno y es indivisible. Así que, la comunión de vida y la unción son inseparables, ya que son dos aspectos de una misma entidad.]

IV. LA UNCION Y LA APLICACION DE LA SANGRE

  [La unción y la aplicación de la sangre también están estrechamente relacionadas. El propósito de la unción es ungirnos interiormente con Dios para que tengamos comunión con El y ambos seamos mezclados y unidos.] El Nuevo Testamento, con respecto a mantener la comunión, menciona la sangre rociada y la aplicación de la unción. La sangre es rociada con el fin de limpiarnos de todo lo negativo, mientras que la unción del ungüento nos unta con los elementos de Dios y aun con Dios mismo. Esto es semejante a pintar muebles; pues al pintar, la pintura se adhiere al mueble. Cuando el Espíritu viene al hombre, es Dios mismo quien viene; cuando se mueve en el hombre y lo unge, Dios se forja en el hombre.

  Por lo tanto, en cuanto a lo negativo, la sangre nos limpia de todo lo que no debemos poseer y en cuanto a lo positivo, la unción nos unge con todo lo que debemos poseer. Lo que no debemos tener son los pecados y lo que sí debemos tener es a Dios mismo. Por la continua limpieza de la sangre y la unción del ungüento, mantenemos nuestra unión con Dios.

  [Cuanto más apliquemos la sangre y permitamos que ésta nos lave continuamente, más experimentaremos la unción y más sentiremos la presencia viviente de Dios y Su mover; así, tendremos comunión con Dios. Por lo tanto, la unción y la aplicación de la sangre son también inseparables.]

V. CONOCER LA ENSEÑANZA DE LA UNCION

A. La unción

  [La enseñanza de la unción viene de la unción misma y es el resultado espontáneo de ser ungidos. Cuando la unción se mueve en nosotros, por un lado, nos unge con Dios, y por otro, nos revela la intención de Dios. Por lo tanto, la enseñanza de la unción tiene dos aspectos: primero, a través de la unción ganamos más de Dios, más elementos divinos; en segundo lugar, a través de la enseñanza conocemos Su intención y vivimos en El.

  De estos dos aspectos, lo esencial y primordial es tener a Dios mismo; y lo secundario, conocer Su intención. Cada vez que experimentamos la unción, primeramente ganamos más de Dios, o sea, más de Sus elementos; lo cual produce un resultado, a saber: llegamos a conocer la voluntad Dios. Es imposible conocer Su voluntad sin tenerlo a El. Por lo tanto, la enseñanza de la unción es una función subordinada a la unción misma.]

B. El entendimiento de la mente

  [Aunque la enseñanza de la unción viene de la unción misma, la enseñanza y la unción ocupan diferentes partes en nuestro ser. La unción se halla en nuestro espíritu, mientras que la enseñanza de la unción tiene lugar en nuestra mente. ¿Por qué la unción se encuentra en nuestro espíritu? Porque el Espíritu Santo mora en nuestro espíritu; por lo tanto, la unción que emana del mover del Espíritu Santo está indiscutiblemente en nuestro espíritu. Cuando nuestro espíritu es motivado por el Espíritu Santo, llegamos a estar conscientes de ello. Tal consciencia es el sentir de la unción. En tal caso, si nuestra mente ha sido instruida al respecto, podremos interpretar este sentir de nuestro espíritu. Podremos entender su significado y así obtener la enseñanza que emana de la unción. Por lo tanto, la enseñanza de la unción está en nuestra mente y depende totalmente del entendimiento de nuestra mente. De manera que, si deseamos seguir la enseñanza de la unción, debemos no sólo tener una sensibilidad aguda en nuestro espíritu, sino también una mente ejercitada y espiritual. Obtener tal mente incluye: la renovación de la mente, el ejercicio de nuestra comprensión en asuntos espirituales y la acumulación de conocimiento espiritual. Esto requiere que amemos más al Señor, que busquemos experiencias espirituales, que vivamos en comunión, que estudiemos la Biblia, que leamos libros espirituales y que escuchemos los mensajes que se nos ministran. Si hacemos esto, nuestra mente recibirá revelación espiritual y será rica en conocimiento; y así será capaz de comprender el significado de la unción que está en nuestro espíritu. Como resultado de ello, comprenderemos la enseñanza de la unción.]

  Sin un conocimiento cabal de la Palabra, seremos incapaces de entender lo que la unción nos enseña. En el recobro del Señor, cada santo debe ser edificado con el pleno conocimiento de la Biblia. Gradualmente irá desarrollando su habilidad para entender e interpretar las cosas espirituales. Esto permitirá que la unción nos hable.

C. El sentir de la conciencia

  [Hemos dicho que el sentir normal de la conciencia proviene del Espíritu Santo, quien está en nuestro espíritu, y que pasa a través de nuestra mente para iluminarnos. Esta iluminación es también un aspecto de la unción del Espíritu Santo en su calidad de ungüento. Por lo tanto, el sentir de la conciencia y la enseñanza de la unción provienen del sentir de la unción. La unción, después de haber pasado a través de la intuición del espíritu y de haber sido entendida por la mente, llega a ser la enseñanza de la unción; pero después de pasar a través de la conciencia y ser entendida por la mente, viene a ser el sentir de la conciencia; ésta es la relación que guardan entre sí.

  Sin embargo, hay ciertas diferencias entre la enseñanza de la unción y el sentir de la conciencia. Primero, la conciencia es un órgano que sirve para diferenciar lo correcto de lo incorrecto. El sentir de la conciencia, que se deriva de la unción, está limitado a lo correcto y lo incorrecto, lo bueno y lo malo. Pero la enseñanza de la unción, la cual viene por medio de la unción y es percibida directamente en nuestro espíritu, está relacionada, en cuanto a su alcance, con Dios mismo. Va más allá de lo correcto y lo incorrecto y atañe directamente a la voluntad de Dios. Si sólo nos preocupamos por el sentir de la conciencia, únicamente llegaremos a ser cristianos correctos e irreprensibles. Pero debemos ir más allá, y vivir en la enseñanza de la unción, entonces podremos tocar la mente de Dios y vivir en El.]

VI. OBEDECER LA ENSEÑANZA DE LA UNCION

  [Con respecto a la enseñanza de la unción, al Espíritu Santo le corresponde la tarea de ungirnos, y a nosotros, simplemente, la de obedecer. Si no obedecemos, es difícil que experimentemos lo que tratamos en esta lección.]

A. Andar conforme al espíritu

  [Si deseamos andar conforme al espíritu, necesitamos saber qué es la enseñanza de la unción y cuál es el sentir que proviene del mover del Espíritu Santo en nuestro ser interior. Necesitamos conocer y vivir percibiendo este sentir. Solamente por este sentir podemos andar conforme al espíritu. Seguir al Señor significa seguir al Espíritu, lo cual, hablando específicamente, significa obedecer la enseñanza de la unción. No estamos siguiendo a un Señor objetivo y externo, sino a un Señor que es subjetivo para nosotros y que vive en nosotros. El resplandor de Su rostro y Su propia manifestación es la unción, mientras que la voluntad que El revela a la luz de Su rostro es la enseñanza de esta unción. Si obedecemos tal enseñanza, estaremos obedeciendo al Señor. Si seguimos dicha enseñanza, estaremos siguiendo al Señor mismo.]

B. Vivir en comunión

  [Ya que la vida está en el Espíritu Santo, la comunión de vida se lleva a cabo a través del movimiento, o sea, de la unción del Espíritu Santo. Cada aplicación del ungüento nos unge con el Señor por dentro y también nos introduce más en la persona del Señor; así que, esto crea un fluir de vida entre el Señor y nosotros. Por lo tanto, cuando experimentamos la unción, también disfrutamos de la comunión de vida.

  Si nuestra comunión con el Señor se limita solamente a nuestro tiempo de oración en privado o a nuestra vigilia matutina, esta comunión sigue siendo aún muy superficial. Necesitamos vivir en comunión con El a cada momento y permanecer en un estrecho contacto con el Señor, aun cuando estemos muy ocupados; entonces nuestra comunión será más profunda. A fin de vivir en comunión, debemos vivir en la unción y percibirla constantemente. Vivir en la unción es obedecer la enseñanza de la unción. Si la obedecemos siempre, podemos experimentar constantemente la unción y vivir en comunión. De otra manera, no podremos experimentar la unción ni permanecer en comunión.]

C. Vivir en la presencia de Dios

  [Conforme a la verdad, Dios ha estado siempre con nosotros desde el día en que fuimos salvos. Su presencia nunca nos abandonó ni la podremos perder. Esta presencia es el propio Espíritu Santo. El Espíritu Santo en nosotros es la presencia misma de Dios. Por lo tanto, esta presencia no es ni un determinado objeto ni un cierto estado de ánimo, sino una Persona. Esta Persona es el Espíritu Santo, cuya presencia en nosotros es la presencia de Dios. Desde el día en que fuimos salvos, esta presencia nunca se ha desvanecido.

  Sin embargo, conforme a nuestra experiencia, no estamos siempre conscientes de Su presencia. Algunas veces, parece que Su presencia ha desaparecido y que hemos perdido la luz de Su rostro. Todo depende de la unción, ya que sin la unción, la presencia de Dios no puede hacerse real en nosotros y no podemos sentir la luz de Su rostro. Junto con la unción vienen la realidad de Su presencia y la capacidad de percibir luz de Su rostro. Por lo tanto, mediante la unción podemos experimentar la presencia de Dios de una manera práctica.]

D. El resultado

  [Ya que la unción es vital para experimentar la presencia de Dios, requerimos obedecer la enseñanza para así poder experimentar más esta unción. Entonces podemos vivir en todo tiempo y en todo lugar en la presencia de Dios, viviendo a la luz de Su rostro y tocando Su presencia en todo momento. De este modo, experimentaremos la realidad del himno que dice:

  Yo el velo crucé ya, Siempre aquí la gloria está ¡Hoy yo vivo en la presencia de mi Rey!

  Cuando el hombre pasa a través del velo de la carne y vive en la presencia de Dios, entra en el Lugar Santísimo y vive en el espíritu, teniendo comunión con Dios cara a cara. Es en ese momento que nuestra experiencia espiritual alcanza el nivel más elevado.

  En conclusión, la clave para toda nuestra vida espiritual es la unción. Continuamente debemos tocar la unción y obedecer su enseñanza. Cuando vivimos en la enseñanza de la unción, entonces andamos conforme al espíritu, esto es, vivimos en la comunión del Señor y en la presencia de Dios. Si en algún momento perdemos la enseñanza de la unción, y nos falta la dirección del Espíritu Santo, nuestra comunión con el Señor cesa, y perdemos la luz del rostro de Dios; como consecuencia de ello, no tenemos manera alguna de vivir en Su presencia. Por lo tanto, la enseñanza de la unción es verdaderamente el centro de toda experiencia espiritual y es también una parte maravillosa de la salvación que Dios nos da. ¡Prestémosle más atención y experimentémosla más!]

Preguntas

  1. ¿Cuál es el significado de la palabra “unción”?
  2. Describa el proceso a través del cual el Espíritu se formó.
  3. Mencione los ingredientes del ungüento en Exodo 30 y explique lo que ellos representan.
  4. ¿Cuál es el propósito central de la salvación? ¿Cómo es la unción un factor?
  5. ¿Cuál es la relación entre la unción y la aplicación de la sangre?
  6. ¿Qué es la enseñanza de la unción?
  7. ¿Cuáles son las dos cosas que necesitamos para seguir la enseñanza de la unción?
  8. ¿Qué diferencia hay entre el sentir de la conciencia y la enseñanza de la unción?

Citas tomadas de las publicaciones de Lee y del LSM

  1. La experiencia de vida, págs. 133-163.
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