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Mensajes del libro «Libro de lecciones, nivel 4: La vida -- Conocer y experimentar la vida divina»
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Lección once

SER LLENOS DEL ESPIRITU SANTO

Lectura bíblica

Bosquejo

  1. La necesidad de ser llenos del Espíritu Santo
  2. ¿Quién es el Espíritu Santo?
  3. Los dos aspectos del Espíritu Santo
    1. El aspecto esencial, el cual imparte vida
    2. El aspecto económico, el cual confiere poder
  4. Ser llenos interiormente del Espíritu para obtener vida
  5. Ser llenos exteriormente del Espíritu para recibir poder
  6. La manera de ser llenos del Espíritu Santo
  7. Las manifestaciones de ser llenos del Espíritu Santo

Texto

I. LA NECESIDAD DE SER LLENOS DEL ESPIRITU SANTO

  En las diez lecciones anteriores hemos compartido cierto conocimiento básico en cuanto a la vida divina y también ciertas experiencias básicas necesarias para el desarrollo de esta vida. En todo esto usted debe de haber notado un factor común: el Espíritu. La vida por excelencia, la verdadera vida, es la vida zoé, la cual es divina, eterna e indestructible. Aparte del Espíritu, no tenemos la vida zoé. Dios es la vida, pero sin el Espíritu, el Dios inaccesible no puede ser nuestra vida. Cristo también es la vida, pero sin el Espíritu, el Cristo entronizado en los cielos tampoco puede ser nuestra vida. Sin el Espíritu, Dios no podría fluir en nosotros para ser nuestra vida, ni tampoco tendríamos vida en nuestro espíritu humano. Sin el Espíritu no tendríamos la ley de vida en nosotros, y por ende no podríamos ser librados de la ley del pecado y de la muerte. Sin el Espíritu, no tendríamos luz y viviríamos en tinieblas. Sin el Espíritu, quien nos añade los elementos divinos, tampoco podríamos crecer en vida. Incluso el inicio de nuestra vida cristiana, la regeneración, no es otra cosa que la entrada del Espíritu a nuestro espíritu humano. El sentir del Espíritu equivale a nuestro sentir de vida, y el fluir del Espíritu en nosotros constituye la comunión de vida. Aunque entendamos claramente que necesitamos consagrarnos al Señor, quien nos compró, el verdadero motivo de nuestra consagración —el propio amor de Dios— ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu (Ro. 5:5). En conclusión, el poder que preserva todo nuestro ser, es el Espíritu.

  Por consiguiente, debemos ser llenos del Espíritu Santo diariamente y en todo momento, desde el día de nuestra regeneración hasta el día de nuestro arrebatamiento, desde nuestra juventud hasta nuestra vejez. Ya sea que estemos en victoria o en derrota, animados o desanimados, alegres o tristes, necesitamos ser llenos del Espíritu. Sólo así tendremos el poder, la fuerza y la autoridad para vencer todo lo que obstaculiza el crecimiento de la vida divina. Ser llenos del Espíritu es fundamental para nuestra vida cristiana; es normal en nuestro diario vivir; es indispensable para ganar experiencias de la vida divina; y es crucial para crecer en esta vida. Es un milagro que el hombre pueda ser lleno de Dios, aún así, ser lleno de Dios es, en realidad, una condición normal del cristiano; en efecto, es tan normal como la regeneración. Por lo tanto, ser llenos del Espíritu es una condición milagrosamente normal e indispensable para avanzar en el Señor.

II. ¿QUIEN ES EL ESPIRITU SANTO?

  El Espíritu Santo es el propio Dios Triuno, quien pasó por un proceso. ¿Por qué Dios ha pasado por tal proceso? Porque El tiene un plan, una economía. [Dios administra Su plan conforme a Su economía. El primer paso que El realizó fue crear al hombre. Pero cuando este hombre cayó, Dios tuvo que dar el segundo paso, la redención. Su obra redentora tiene que ver con el Padre, el Hijo y el Espíritu. En la eternidad, el Padre concibió, diseñó y previó todo lo necesario conforme a Su plan. En el transcurso del tiempo, en la plenitud del tiempo, el Hijo vino y se hizo un hombre, vistiéndose de la carne humana, la cual poseía la naturaleza y la semejanza del hombre, y vivió entre los seres humanos por treinta y tres años y medio. En Su cuerpo humano, con la forma y naturaleza humanas, El trabajó, predicó, hizo milagros y dispuso que Sus discípulos vivieran y anduvieran con El durante tres años y medio. Después, fue a la cruz, dispuesto a internarse en el ámbito de la muerte y pasar por ella. El Señor, en Su carne entró en el sepulcro, pero en Su espíritu y Su alma se internó en el Hades y se quedó allí por un período de tres días. Al estar en el Hades, se exhibió a los principados de la muerte, para mostrarles que la muerte no podía retenerle, pues El la había vencido, y luego resucitó de entre los muertos. El se internó en el ámbito de la muerte por Sí mismo, y de la misma manera salió de allí por Sí mismo. En resurrección fue transfigurado de la semejanza de la carne, a la semejanza del Espíritu. Así que, en resurrección, llegó a ser Espíritu vivificante (1 Co. 15:45). Este Espíritu vivificante es la máxima consumación del Dios Triuno.]

III. LOS DOS ASPECTOS DEL ESPIRITU SANTO

A. El aspecto esencial, el cual imparte vida

  El Espíritu tiene dos aspectos, el esencial y el económico. La palabra “esencial” se aplica a lo que constituye la esencia de algo; por tanto, denota lo que es necesario a la constitución y esencia de la vida. Con respecto al aspecto esencial, el Espíritu entra en nosotros, impartiéndonos la esencia divina para que sea nuestra vida y suministro de vida. Este aspecto posibilita que vivamos y nos conduzcamos en Dios, para poder expresarlo. Dios creó al hombre con el fin de que recibiera Su vida y le expresara. El aspecto esencial del Espíritu lleva a cabo este fin.

B. El aspecto económico, el cual confiere poder

  La palabra “económico” aquí se usa en relación a una economía; esto es, indica lo que se necesita para llevar a cabo la administración doméstica de Dios; por lo tanto, tiene que ver con el poder y la obra. Con respecto al aspecto económico, el Espíritu nos reviste con poder a fin de que llevemos a cabo la obra de Dios, la cual consiste en predicar el evangelio, pastorear a los nuevos creyentes, perfeccionar a los santos y edificar la iglesia. El hombre fue redimido y regenerado para que sea colaborador de Cristo en la edificación de la iglesia conforme a la economía de Dios. Este aspecto del Espíritu nos capacita para realizar esto.

IV. SER LLENOS INTERIORMENTE DEL ESPIRITU PARA OBTENER VIDA

  En Juan 14:16-17 Jesús dijo: “Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador ... el Espíritu de realidad ... y estará en vosotros”. En Juan 16:7, El añadió: “Os conviene que Yo me vaya; porque si no me voy, el Consolador no vendrá a vosotros; más, si me voy, os lo enviaré”. Antes de morir, el Señor prometió a los preocupados discípulos que le era necesario ir a la cruz para que el Espíritu de realidad fuera enviado. El Espíritu de realidad había de entrar en los discípulos para impartirles todas las realidades divinas del Padre y del Hijo. Esto se cumplió en el día de la resurrección conforme a Juan 20:19-22: “Cuando llegó la noche de aquel mismo día, el primero de la semana ... vino Jesús, y puesto de pie en medio ... sopló en ellos y les dijo: Recibid el Espíritu Santo”. Al respirar, los discípulos recibieron al Espíritu de realidad, el cual les impartía vida y era el suministro de vida para ellos, pues el Espíritu es el Espíritu vivificante.

  Vemos que también en Hechos, los discípulos experimentaban el ser llenos interiormente del Espíritu. Hechos 13:52 dice: “Y los discípulos estaban llenos de gozo y del Espíritu Santo”. La palabra griega usada aquí es pleróo que significa ser lleno interiormente hasta la plenitud. Al ser llenos interiormente del Espíritu, experimentamos gozo, que es uno de los frutos del Espíritu (Gá. 5:22-23).

V. SER LLENOS EXTERIORMENTE DEL ESPIRITU PARA RECIBIR PODER

  En Lucas 24:49 el Señor Jesús dijo: “He aquí Yo envío la promesa de Mi Padre sobre vosotros ... hasta que seáis investidos de poder desde lo alto”, y en Hechos 1:4-8, también dijo: “...sino que esperasen la promesa del Padre ... pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo”. En ambos casos, el Señor hizo referencia al Espíritu de poder que El había prometido después de Su resurrección y antes de Su ascensión. Aunque los discípulos ya habían recibido al Espíritu Santo como vida y suministro de vida, aún necesitaban recibir el poder del Espíritu Santo que los capacitaría para llevar a cabo la obra de Dios. A fin de predicar el evangelio, les era necesario atar al diablo y desatar a los pecadores, adquirir denuedo y recibir varias manifestaciones de los dones del Espíritu. Por lo tanto, debían esperar hasta que fuesen investidos de poder por medio del bautismo del Espíritu Santo.

  Esto se cumplió en el día de Pentecostés conforme a Hechos 2:1-4: “Al cumplirse, pues, el día de Pentecostés ... fueron todos llenos del Espíritu Santo”. La palabra griega usada aquí para “llenos” es plétho que significa llenar exteriormente. En Pentecostés ellos fueron equipados para cumplir Su comisión al ser llenos exteriormente, es decir, al ser investidos desde lo alto. Entonces inmediatamente pudieron predicar el evangelio con denuedo y poder. Todos necesitamos esta clase de experiencia diaria en la vida de iglesia.

VI. LA MANERA DE SER LLENOS DEL ESPIRITU SANTO

  ¿Cómo podemos ser llenos del Espíritu Santo? Según el concepto incorrecto de muchos cristianos, ser lleno del Espíritu es una experiencia muy especial y difícil de obtener. Muchos piensan que es necesario orar y pedirle al Padre que les conceda esta experiencia especial. Otros ayunan y oran durante días. Algunas veces, cuando creen que ya lo recibieron, hacen cosas extrañas, fingiendo que son manifestaciones del Espíritu, tales como hablar en lenguas, rodar por el piso, llorar y gritar audiblemente, etc.

  Primeramente, debemos entender que el día en que fuimos regenerados recibimos al Espíritu, según podemos ver en Hechos 2:38: “Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de vuestros pecados, y recibiréis el don del Espíritu Santo”. En 1 Corintios 12:13 también se dice que fuimos bautizados en un mismo Espíritu. Por consiguiente, después de ser regenerados, no necesitamos pedirle al Padre que nos dé el Espíritu, pues ya lo hemos recibido.

  ¿Cómo podemos ser llenos del Espíritu?

  Somos llenos del Espíritu al invocar al Señor. Invocar el nombre del Señor es la manera más fácil y rápida de ser llenos del Espíritu. En 1 Corintios 12:3 dice: “Nadie puede decir: ¡Jesús es Señor!, sino en el Espíritu Santo”. Cuando invocamos al Señor, estamos en el Espíritu. Cuanto más invocamos, más obtenemos al Espíritu. El Espíritu es como el aire, y el invocar es como respirar. Mientras más invocamos al Señor, más nos llenamos de El. Invóquele hasta que sea lleno. El Señor es rico para con todos los que le invocan. El nos salvará de nosotros mismos cuando le invoquemos (Ro. 10:12-13). Invoque Su nombre todos los días, e incluso durante todo el día.

  Podemos ser llenos del Espíritu mediante el arrepentimiento y la confesión. Quizás tengamos pecados que aún no hemos confesado. Podríamos haber sido rebeldes con nuestros padres, criticado a algún hermano en la iglesia, tomado cosas ajenas, haber dicho palabras ofensivas para herir a otros, robado algo de una tienda, tenido alguna relación inapropiada con alguien del sexo opuesto o haber hecho otras cosas similares. Como resultado de ello, hemos afectado nuestra conciencia, las arterias de nuestro corazón psicológico están obstruidas, nuestro ser se ha contaminado y nuestra comunión con Dios se ha interrumpido. ¿Cómo podríamos entonces ser llenos del Espíritu? ¡Oh, Señor Jesús! ¡Sálvanos! Si invocamos al Señor, oramos, volvemos nuestro corazón al Señor y confesamos nuestros pecados a medida que El nos los va mostrando, entonces espontáneamente seremos llenos del Espíritu Santo. A esto nos referimos cuando hablamos de ejercitar el espíritu.

  También podemos ser llenos del Espíritu al orar en unanimidad. Tal vez ésta sea nuestra mayor carencia. Vemos que en la historia de la iglesia, la primera vez que los discípulos fueron bautizados en el Espíritu Santo fue en Hechos uno y dos, después de haber orado unánimes por diez días. Desde ese entonces, cada vez que hay unanimidad al orar, el Espíritu es derramado sobre nosotros.

  Además, podemos ser llenos por medio de la fe. Necesitamos creer la palabra que afirma que, si nos arrepentimos y confesamos, El Señor nos perdonará y nos limpiará, recibiremos al Espíritu y la comunión (el fluir del Espíritu) será restaurada (Hch. 2:38; 1 Jn. 1:7-9).

  También, podemos ser llenos del Espíritu al hablar. Esta es una manera de ser llenos del Espíritu y, a la vez, es el resultado de ser llenos del Espíritu (Ef. 5:18b-19a; Hch. 2:38; 4:31). Una vez que nos arrepentimos y confesamos nuestras faltas, debemos ejercitar nuestra fe y hablar. Podemos hablarle al Señor, a nosotros mismos, al diablo, a otros, y aun al gato, al perro y a la mesa. Háblele a cualquier persona o cosa. Descubriremos que mientras más hablemos de esta manera, más llenos del Espíritu seremos, y más fe y denuedo poseeremos. Cuanto más salgamos resueltamente a predicar el evangelio, más el Espíritu nos llenará; entonces, llevaremos con nosotros el amor de Dios, la autoridad de Cristo y el poder del Espíritu Santo. Muchos serán salvos a través de nosotros, y bautizaremos a un gran número de ellos. De este modo realizaremos la obra de Dios para el cumplimiento de Su economía por el poder del Espíritu.

VII. LAS MANIFESTACIONES DE SER LLENOS DEL ESPIRITU SANTO

  ¿Cuáles son las manifestaciones que denotan haber sido llenos del Espíritu Santo? y ¿cómo sabemos que hemos sido llenos? [Ya que el Espíritu Santo que está en nosotros es el Espíritu de vida, y ya que al ser llenos del Espíritu Santo interiormente maduramos en la vida divina, la manifestación de ser llenos interiormente del Espíritu Santo debe ser una expresión de vida abundante y desbordante, la cual fluye como ríos de agua viva desde nuestro ser interior (Jn 7:38-39)]. Gálatas 5:22-23 dice que nosotros también tenemos amor, gozo, paz, etc., que son nuestras condiciones y virtudes internas. De acuerdo con Hechos 4:31, poseemos denuedo, poder y autoridad para hablar la Palabra de Dios al predicar el evangelio y al profetizar en las reuniones. La Biblia menciona más de veinte manifestaciones diferentes que son el resultado de ser llenos del Espíritu Santo.

  ¿Ha experimentado usted algunas de estas manifestaciones? Debemos ejercitar nuestro espíritu confesando, volviendo nuestro corazón al Señor, consagrándonos a El, creyendo en Su palabra que asegura que podemos ser llenos del Espíritu, hablando la palabra de Dios con denuedo, y permaneciendo en nuestro espíritu al invocar Su nombre y al orar sin cesar. Si nunca experimentamos el ser llenos del Espíritu, todo lo que aprendemos será meras doctrinas, y todos los tratos disciplinarios que mencionaremos en las próximas lecciones, serán simples rituales religiosos o ascetismo. Pero si tenemos la experiencia de ser llenos del Espíritu, podremos disfrutar todo lo que la Biblia revela. Entonces la disciplina que recibimos de Dios nos llevará a ser llenos más y más de la vida divina y a experimentarla más intensamente, lo cual producirá el crecimiento en la vida divina. Queridos hermanos y hermanas, es fácil ser llenos del Espíritu; así que, diariamente y todo el día debemos dedicarnos a ser llenos de este Espíritu hasta que seamos arrebatados por El. ¡Aleluya! ¡Qué maravillosa es la vida cristiana!

Preguntas

  1. ¿Por qué debemos ser llenos del Espíritu?
  2. ¿Cuáles son los dos aspectos del Espíritu?
  3. ¿Qué beneficio recibimos cuando somos llenos del Espíritu Santo esencialmente?
  4. ¿Cómo somos llenos exteriormente del Espíritu?
  5. Comparta una experiencia en cuanto a ser lleno exteriormente del Espíritu.
  6. Haga una lista de versículos que hablan de cada aspecto de ser llenos del Espíritu.

Citas tomadas de las publicaciones de Lee y del LSM

  1. Words of Training for the New Way [Palabras de entrenamiento necesarias para la nueva manera], tomo 1, págs. 85-86.
  2. Lecciones de vida, págs. 54, 63.
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