
La vida cristiana está integralmente vinculada a la vida divina. Ser regenerados consiste en recibir la vida de Dios en nuestro espíritu. Desde ese momento, debemos crecer en vida diariamente hasta alcanzar la plena madurez de la vida divina. Debido a que éste es un proceso diario que nos toma toda la vida, es menester que ahora pongamos toda nuestra atención en este asunto tan crucial. Primero, debemos ver qué es lo que las personas generalmente confunden con el crecimiento de la vida divina; segundo, necesitamos conocer el verdadero significado del crecimiento de la vida divina; y tercero, debemos saber cómo podemos crecer en la vida divina.
Aunque necesitamos mejorar nuestro comportamiento, esto no proviene necesariamente de la vida divina. [Mejorar nuestro comportamiento implica cambiar nuestra conducta, de mala a buena, de perversa a virtuosa. Por ejemplo, una persona que era muy orgullosa, puede volverse muy humilde. Acostumbraba odiar a otros; ahora puede amarlos. Además tenía muy mal carácter y fácilmente se enojaba, ahora ha mejorado su temperamento, de modo que ya no se irrita tan rápidamente. Todo esto puede considerarse como una mejora en el comportamiento. Pero, si el comportamiento de una persona mejora, ¿podemos decir que en esto consiste el crecimiento de la vida divina? ¡No!] ¿Por qué? [Porque así como el mal no es la vida, tampoco lo es el bien. Por eso vemos en la Biblia que el bien y el mal no son dos árboles, sino uno solo, y que la vida pertenece a otro árbol, pues pertenece a otra esfera, a otro reino (Gn. 2:9). Por consiguiente, una persona puede mejorar su comportamiento considerablemente por su propia determinación y esfuerzo, y aun así, seguir siendo inmadura y débil en la vida de Dios. Esto se debe a que su mejoramiento es totalmente ajen o a la vida divina; ya que es solamente el resultado de su propio esfuerzo, y no del crecimiento de la vida divina en ella. Su progreso no es producto del crecimiento de la vida divina. Por consiguiente, el crecimiento de la vida no consiste en mejorar el comportamiento.] Casi todas las religiones, las enseñanzas éticas, y aun la psiquiatría, tratan de ayudar a las personas a mejorar su comportamiento. Unicamente Cristo entra en nosotros para ser nuestra vida.
Aunque es cierto que necesitamos conocer más del Señor en Su Palabra; sin embargo, dicho conocimiento no necesariamente proviene de la vida. [Aunque un creyente experimenta cierto crecimiento al adquirir conocimiento espiritual escuchando mensajes de la Palabra de Dios, conociendo más verdades, entendiendo mejor la Biblia y comprendiendo más términos espirituales, el crecimiento de la vida no consiste en esto. La adquisición de tal conocimiento solamente hace que su mente se desarrolle, que se haga más versado, y que su comprensión y habilidad intelectual se incremente. Pues, esto no significa que el Espíritu Santo le haya dado más revelación interior, ni que la vida haya ganado más terreno en su ser, haciéndolo crecer en el conocimiento verdadero y en la experiencia de Cristo como vida. Antes bien, sólo es un aumento de conocimiento, lo cual causa que el hombre se envanezca (1 Co. 8:1). Este tipo de conocimiento no tiene ningún valor delante de Dios (1 Co. 13:2) y no tiene nada que ver con la vida. Por lo tanto, el crecimiento de la vida no es el simple aumento de conocimiento.]
[Adquirir más del elemento de Dios significa que Dios mismo se mezcla más con nosotros, es decir, que obtenemos más de Dios, y que El viene a ser nuestro elemento mismo. Hemos dicho que la vida es el propio Dios, y que experimentar esta vida es experimentar a Dios mismo; por lo tanto, el crecimiento de la vida divina es el incremento del elemento de Dios en nosotros, hasta que todo lo que pertenece a la Deidad sea forjado plenamente en nosotros y nos llene hasta la medida de toda la plenitud de Dios (Ef. 3:19).]
[Mientras que la vida es Dios mismo, Dios, al ser nuestra vida, es Cristo; y es por eso que la Biblia dice que Cristo es nuestra vida. Podemos decir que cuando somos regenerados, Cristo nace nuevamente dentro de nosotros para ser nuestra vida. Pero cuando recibimos la vida inicialmente, ésta aún es muy incipiente e inmadura, lo cual significa que al inicio de nuestra vida cristiana, la estatura de Cristo en nosotros aún es muy pequeña. Pero al amar más a Cristo, al buscarlo y al permitirle que El viva y se extienda dentro de nosotros, ganamos más de El, y la estatura de Cristo aumenta gradualmente en nuestro ser. En esto consiste el crecimiento de la vida divina. Ya que esta vida es Cristo que vive en nosotros, el crecimiento de esta vida es el aumento de la estatura de Cristo en nuestro ser.]
[Hemos mencionado que la vida no es solamente Dios, sino también Cristo, pero podemos también decir que la vida es el Espíritu Santo. Podemos decir que experimentar vida es experimentar al Espíritu Santo; por lo tanto, crecer en la vida divina también significa permitir que el Espíritu Santo expanda Sus dominios en nuestro ser. Cuando cooperamos con el Espíritu Santo para que Su obra avance en nosotros, y cuando obedecemos diligentemente lo que nos enseña interiormente como unción, entonces El podrá extenderse libremente en nosotros, y de esta manera la vida interior crecerá sin restricción dentro de nuestro ser. Por lo tanto, el crecimiento de la vida significa también que el Espíritu Santo expande Sus dominios en nuestro ser.]
[Los tres puntos anteriores revelan que sólo cuando el elemento de Dios y la estatura de Cristo aumentan en un creyente, y cuando el dominio del Espíritu Santo se extiende en él, entonces la vida divina ha crecido en él. Los tres aspectos anteriores los contemplamos desde la perspectiva divina. Ahora analizaremos el crecimiento desde la perspectiva de nuestra experiencia humana. En este sentido, el crecimiento de la vida divina significa, primero, la disminución del elemento humano. La disminución del elemento humano en el hombre es la disminución de Adán, la vieja creación, lo cual también indica que el sabor humano y natural que nos caracteriza, va menguando, mientras que el sabor divino va aumentando. Si el creyente realmente ha crecido en vida, su lenguaje, su comportamiento, su vivir y laborar, deberán dar la impresión de que no provienen de sí mismo, sino de Dios; que no son fruto de su propia sabiduría, sino que responden a la gracia de Dios. Por lo tanto, todas estas expresiones humanas no tendrán el sabor del hombre, sino el de Dios, lo cual indicará que el elemento humano ha disminuido y el elemento de Dios ha incrementado. Por consiguiente, el crecimiento de la vida divina no sólo es el incremento del elemento de Dios, sino también la disminución del elemento del hombre.]
Después de haber visto que el crecimiento de la vida divina es el aumento de Dios y la disminución de nuestro “yo”, tenemos que averiguar cómo podemos crecer en vida. En realidad, esto no es muy difícil, pues sólo requiere nuestro ejercicio persistente. Principalmente, necesitamos ser llenos del Espíritu cada día, invocando al Señor constantemente, orando, arrepintiéndonos y confesando nuestros pecados ante el Señor, leyendo y orando-leyendo la Palabra, proclamando y cantando los himnos, dando gracias y alabando al Señor por todas las cosas, teniendo comunión con los hermanos, predicando el evangelio, y profetizando en las reuniones. Además, necesitamos vivir por el Espíritu, mantenernos en la comunión de vida y obedecer la enseñanza de la unción estando en casa, en la escuela y cuando estamos con nuestros amigos. Por último, debemos huir de las cosas negativas y vencer por el Espíritu todo lo que impida el crecimiento de la vida divina, como por ejemplo: nuestra vieja manera de vivir, los pecados, las pasiones juveniles, la corrupción, la impiedad, el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, la vanagloria de la vida, la carne misma, el yo, las opiniones, las críticas, las murmuraciones, los razonamientos, la vida del alma, el individualismo y las disensiones.
En conclusión, la manera en que podemos crecer en la vida divina es ser llenos del Espíritu cada día y vivir por el Espíritu todo el día para vencer todo aquello que estorba el crecimiento de esta vida.