
[En este capítulo, es necesario que veamos algunos de los principios que rigen la interpretación de la Biblia. Si hemos de estudiar la Biblia, tenemos que entenderla, y para entender la Biblia, debemos interpretarla. Si la Biblia no es interpretada ni explicada, no podremos entenderla. Sabemos que todas las cosas son regidas por ciertos principios. Cuanto más importante sea un asunto, más estrictos serán los principios y leyes que lo gobiernen. Si un asunto no es muy significativo ni importante y puede ser llevado a cabo de cualquier manera, entonces no habrá leyes, principios o reglamentos de qué hablar. Pero si un asunto es apropiado y ocupa un lugar definido y significativo, y si es grande y noble, ciertamente habrá principios y leyes que lo gobiernen; en tal caso, dicho asunto no podrá ser realizado de una manera descuidada.
La Biblia es un asunto extremadamente importante en el universo. Aparte de nuestro Señor y Dios de gloria, creo firmemente que lo más importante en el universo es la Biblia que tenemos frente a nuestros ojos y que está en nuestras manos. Puesto que la Biblia es tan importante, necesitamos la debida interpretación si hemos de estudiarla o entenderla. Dicha interpretación debe ser gobernada por reglas, leyes y principios concretos. No podemos interpretar la Biblia de esta o aquella forma, ni de la manera en que nosotros queramos.
Ya que hemos visto cómo fue escrita la Biblia, cómo fue traducida a los diferentes idiomas y cómo llegó a nuestras manos, debemos ahora descubrir los principios y las leyes que gobiernan su interpretación y estudio. Esto no solamente nos ayudará a entender la Biblia, sino que también nos ayudará a evitar muchos errores.
Todas las reglas son una forma de protección. Si un tren no tuviera vías por donde correr, no sólo no correría suavemente, sino que también estaría sin la debida protección. Cuando hay vías, el tren se desplaza suavemente y recibe la protección apropiada. Pasa lo mismo con el estudio de la Biblia. Si alguien estudia la Biblia y la expone de una manera ciega y descuidada, el resultado será impredecible y hasta peligroso. A menudo nuestros pensamientos no tienen restricción. Es muy peligroso que una persona juzgue según lo que piense, e interprete la Biblia según lo que perciba. Si queremos estudiar la Biblia de forma apropiada y entenderla con exactitud, debemos ejercer restricción al interpretarla. Si queremos una exposición restringida de la Biblia, es necesario que conozcamos los principios y las leyes de la interpretación bíblica. A continuación puntualizaremos diez de estos principios.]
[El primer principio es interpretar y entender la Biblia tan literalmente como sea posible. Tenemos que entender claramente el hecho de que cuando Dios inspiró a los hombres a que escribieran la Biblia, Él usó palabras que eran completamente entendibles para el hombre. Si buscamos comprender la Biblia hoy, tenemos que entender el pensamiento de Dios de forma estricta y exacta conforme a la letra de las palabras. No debemos pensar que puesto que la Biblia es inspirada por Dios, siempre transcenderá el idioma humano y que, por ende, está totalmente abierta a ser interpretada espiritualmente. Esta es una proposición peligrosa. Debemos interpretar la Biblia según el significado literal de las palabras. Sin importar cuán difícil o fuera de lugar nos parezca la interpretación literal, debemos adherirnos estrictamente al significado literal.
Mencionaremos varios ejemplos. Un ejemplo obvio es la profecía del Antiguo Testamento que se halla en el libro de Isaías tocante a que el Señor Jesús nacería de una virgen. El Señor ya nació de una virgen; así que, no es ninguna sorpresa leer y oír estas palabras. Pero en la época de Isaías, cuando los hombres leían lo que él escribió respecto a que una virgen tendría un niño y que llamarían su nombre Emanuel, ¿creen ustedes que ellos no tuvieron ninguna dificultad de entender esto? Ciertamente a las personas se les hizo difícil entender cómo una virgen podía tener un niño. Algunos tal vez sugirieron alguna interpretación espiritual, diciendo quizás que la virgen podría significar otra cosa en lugar de una virgen real. Pero cuando se cumplió esta profecía, fue cumplida literalmente. De hecho, la virgen mencionada en Isaías se refería a una verdadera virgen.
En el libro de Zacarías, un libro del Antiguo Testamento, se profetizó que el Señor Jesús entraría a Jerusalén por última vez en un pollino. Cuando las personas de aquella época leían esto, tal vez se les hacía difícil entenderlo, ya que para ellas no era posible que la persona de la cual otros proclamarían “Hosanna” —el Rey digno de alabanzas, el más estimado en Israel—, entrara a Jerusalén en un pollino. Los hombres tal vez pensarían que era ilógico que Él montara en un pollino. Por esa razón, ellos quizás interpretarían este pasaje espiritualmente y dirían que se refería a otra cosa. Sin embargo, cuando se cumplió la profecía, fue cumplida literalmente en todos los sentidos. La Palabra decía pollino, y en efecto, fue un pollino.
Al leer la Biblia, por una parte, debemos recibir inspiración espiritual, pero, por otra parte, no debemos alterar el significado literal procurando que encaje con una interpretación espiritual. Podemos interpretar un pasaje espiritualmente sólo cuando la interpretación literal de cierta profecía o parábola lo lleve a uno a una conclusión absurda o impropia. Pero estos casos son pocos en la Biblia.
Uno debe considerar detenidamente si un pasaje debe ser interpretado literal o espiritualmente. Hay una gran diferencia entre ambas interpretaciones. He oído que algunos han interpretado que las langostas mencionadas en Apocalipsis son los aviones de hoy en día, y que el granizo que cae del cielo es las bombas que lanzan los aviones. Esto es ridículo. Debemos ser cuidadosos de no interpretar la Biblia en una manera suelta. Si alguien quiere encontrar ejemplos de interpretaciones extrañas e irracionales, lea el libro Signs of the Times [Señales de los tiempos] publicado por los Adventistas del Séptimo Día. Allí uno encuentra muchas interpretaciones desatinadas e incoherentes. No debemos interpretar la Biblia de esa manera. Debemos guardar los principios de interpretación y adherirnos al significado literal tanto como sea posible. Sólo cuando la interpretación literal de ciertas palabras —en algunas visiones, profecías y parábolas— sea absurda y no tenga sentido, entonces podemos interpretarlas espiritualmente.]
[No podemos interpretar espiritualmente la primera parte de una oración, versículo o sección de la Biblia, e interpretar la segunda parte de forma literal. Tampoco debemos hacerlo a la inversa. Si un pasaje ha de ser interpretado espiritualmente, entonces todo el pasaje debe ser interpretado espiritualmente; y si un pasaje ha de ser interpretado literalmente, entonces todo el pasaje debe ser interpretado literalmente. Por ejemplo, el Señor Jesús dijo en Juan 3 que si una persona no nace de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. Muchos expositores de la Biblia han interpretado la palabra “agua” de forma espiritual, diciendo que se refiere a la palabra de Dios; sin embargo, en la siguiente frase interpretan la palabra “Espíritu” literalmente, afirmando que se refiere al Espíritu Santo. Esta clase de interpretación es errónea y va en contra de los principios de interpretación bíblica. Si interpretamos la palabra “Espíritu” de forma literal en la segunda parte del versículo, también debemos interpretar la palabra “agua” de forma literal en la primera parte. Si interpretamos la palabra “agua” espiritualmente, también debemos interpretar la palabra “Espíritu” espiritualmente. Si uno no puede interpretar la palabra Espíritu de modo espiritual, tampoco debe interpretar la palabra agua de modo espiritual; en este caso, ambas palabras deben ser interpretadas literalmente.
En Mateo 3, Juan el Bautista dijo: “Yo os bautizo en agua para arrepentimiento; pero el que viene tras mí ... es más fuerte que yo; El os bautizará en el Espíritu Santo y fuego. Su aventador está en Su mano, y limpiará completamente Su era; y recogerá su trigo en el granero, pero quemará la paja con fuego inextinguible” (vs. 11-12). Algunos expositores han interpretado la palabra fuego en este versículo espiritualmente, diciendo que se refiere a tribulaciones y pruebas. Algunos incluso han dicho que se refiere al fuego del Espíritu Santo. Ellos han interpretado la palabra fuego espiritualmente; sin embargo, en este versículo el agua mencionada por Juan es agua de verdad, y el Espíritu Santo es el Espíritu Santo, literalmente. Por tanto, el fuego mencionado en la última parte del versículo no debe ser interpretado espiritualmente, sino que debe ser interpretado literalmente. Si la palabra fuego es interpretada espiritualmente, entonces la palabra agua también debe ser interpretada espiritualmente; sin embargo, es imposible hacer esto. Este es un principio importante en la interpretación de la Biblia. Las diferentes partes de un mismo pasaje, o se interpretan todas literalmente, o se interpretan todas espiritualmente. No podemos interpretarlas de ambas formas.
[Al interpretar la Biblia, debemos prestar atención a otro asunto: un solo pasaje de la Palabra no es suficiente para representar una verdad en su totalidad. En otras palabras, no hay ninguna verdad que pueda ser explicada cabalmente por un solo pasaje de la Palabra. Por tanto, al leer e interpretar la Biblia, debemos poner atención a las palabras: “Escrito está también”. Estas son palabras que el Señor Jesús habló en Mateo 4:7. El diablo tentó al Señor Jesús citándole las palabras escritas en el salmo 91, diciéndole que Dios encargaría a Sus ángeles que sostuvieran al Señor Jesús, de modo que Su pie no tropezara contra una piedra. El diablo argumentó que si el Señor saltaba desde el pináculo del templo, no sufriría daño porque existía tal promesa en el Antiguo Testamento. Así fue como el diablo tentó al Señor Jesús usando un aislado pasaje del Antiguo Testamento. Cuando el Señor escuchó eso, contestó inmediatamente: “Escrito está también: ‘No tentarás al Señor tu Dios’”. Esto nos muestra que no podemos tomar un pasaje aislado de la Biblia por sí solo; en lugar de ello, debemos considerar dos, tres o más pasajes de la Palabra en conjunto.
Si pasamos por alto el principio de “escrito está también”, y aplicamos las palabras de la Biblia de manera aislada, fácilmente seremos engañados por las astucias del diablo. Si el diablo no puede impedir que alguien obedezca la Biblia, él hará que esa persona cite la Biblia de manera aislada. Claro, Satanás desearía que no hiciéramos nada en conformidad con la Biblia, pero muchas veces él sabe que esto es imposible. Todos los que aman y temen al Señor desean andar conforme a la Biblia. El diablo no puede impedir que sigamos la Biblia ni que andemos conforme a la Biblia, pero lo que sí puede hacer es usar otros métodos, uno de los cuales es hacer que sigamos la Biblia de manera aislada. De esta manera, somos llevados a los extremos y nos olvidamos de las palabras que dicen: “Escrito está también”.
La palabra “también” es muy importante. Deberíamos marcarla, pues ella nos muestra que al obedecer la Biblia, no debemos hacerlo de una manera aislada. Debemos considerar ambos lados e incluso todos los lados de la misma. Ningún pasaje de la Biblia puede representar una verdad completamente, de la misma manera en que un lado de una casa no puede representar toda la casa. Aun nosotros mismos somos de la misma manera. Si le tomamos una foto a una persona de espaldas, no veremos ni un solo orificio en la cabeza; pero si tomamos la foto de frente, veremos claramente siete orificios. Un solo lado de un hombre no puede representar a la persona en su totalidad. Podemos decir lo mismo en cuanto a las palabras de la Biblia. Un solo pasaje de la Biblia no puede representar toda la verdad, y debemos ser equilibrados en todos los sentidos. Por tanto, debemos recordar el principio de interpretación bíblica: “Escrito está también”.]
[Ningún versículo puede representar toda la verdad; sin embargo, cada versículo de la Biblia contiene todas las verdades. Por una parte, ningún versículo puede incluir toda la verdad en su totalidad, y para entender una verdad, no podemos depender únicamente de un versículo, sino que debemos tomar en cuenta muchos otros versículos. Por otra parte, al definir cualquier verdad, uno tiene que considerar cada versículo. Cada versículo de la Biblia contiene todas las verdades.
Un hermano dijo una vez que se requería toda la Biblia para explicar cada versículo de la Biblia. Esto es muy cierto. Para que alguien entienda Génesis 1:1, tiene que entender toda la Biblia. Por un lado, Génesis 1:1 no contiene toda la verdad en su totalidad, pero por otro, Génesis 1:1 contiene todas las verdades de la Biblia.
Por tanto, al definir cualquier verdad, no podemos depender de un solo pasaje de la Biblia; antes bien, debemos depender de todas las palabras de la Biblia. De la misma manera, la exposición de un versículo no puede ser basada en su propio contexto; más bien, debe ser basada en toda la Biblia. En 2 Pedro 1:20 dice que ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada. El significado original de este versículo es que la profecía de la Biblia no debe ser interpretada según su propio contexto. Esto significa que para interpretar cualquier profecía, uno debe estudiar todas las profecías de la Biblia y tomar decisiones basándose en todas las profecías de la Biblia. Sólo entonces será completa la interpretación.]
[Al definir una verdad, muchos de los versículos relacionados con el tema apuntan hacia cierto significado, pero quizás dos o tres versículos de entre ellos no puedan ser explicados de la misma manera. No podemos decir que puesto que sólo uno o dos versículos no pueden ser explicados de esa forma, entonces debemos sacrificar tales versículos y basar la interpretación en la mayoría de los versículos. Si alguien hace eso, sacrificaría un pequeño número de versículos. No podemos obrar de esa manera. Si uno o dos versículos no nos permiten hacer cierta interpretación, tenemos que desechar dicha interpretación. Debemos respetar cada pasaje de la Biblia. Una interpretación puede ser considerada confiable únicamente cuando tal interpretación armonice con toda la Biblia. No debemos sacrificar ningún versículo sólo porque impide cierta interpretación de la verdad. En lugar de hacer eso, debemos abandonar dicha interpretación y esperar que Dios nos dé más revelación. Si estudiamos la Biblia de esta manera, no incurriremos en error fácilmente.]
[La Biblia contiene muchas expresiones que están en aposición unas con otras. Todas estas expresiones son iguales, o sea, equivalen a lo mismo y no son diferentes. Por ejemplo, Mateo 5 habla de nueve bendiciones, y dice: “Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos”, y “Bienaventurados los de corazón puro, porque ellos verán a Dios”. Estas expresiones corresponden entre sí; la primera expresión concuerda con la segunda. En este caso, con cada bendición existe primero una condición para recibir la bendición, y luego se presenta la bendición en sí. Todas las expresiones que concuerdan son iguales. Si la primera parte de una expresión especifica una condición, entonces todas las primeras partes de las expresiones correspondientes también especifican condiciones. Si la segunda parte de una expresión especifica una bendición, entonces la segunda parte de cada caso especifica también una bendición. Este es otro principio o regla].
[Al interpretar la Biblia, no debemos limitarnos al contexto ni tampoco pasarlo por alto. Por ejemplo, en el sermón que el Señor dio en el monte, Él profirió muchas palabras que provienen de un contexto judío. El Señor dijo: “Por tanto, si estás presentando tu ofrenda ante el altar, y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti” (Mt. 5:23). Esta ofrenda que se hacía en el altar estaba relacionada completamente con el entorno del judaísmo. Si uno desea entender el significado original de estas palabras, no puede pasar por alto el contexto de esa época. Los judíos presentaban ofrendas en el altar con el propósito de acercarse a Dios y tener comunión con Él. Si comprendemos este principio, nos daremos cuenta de que las palabras del Señor se refieren a que un hombre ofrezca algo a Dios y tenga comunión con Dios. Por consiguiente, no podemos pasar por alto el contexto; antes bien, debemos conocerlo.
Por otra parte, no debemos limitarnos al contexto. No podemos enseñarle a las personas a que vayan al altar y presenten ofrendas por el simple hecho de que el Señor Jesús dijo esas palabras. Si usted se limita a ese contexto, tendrá graves problemas. Por tanto, debemos ver que no podemos pasar por alto el contexto; si lo hacemos, no entenderemos el significado exacto de la Biblia. Por otro lado, debemos asegurarnos de no limitarnos al contexto, no sea que incurramos en algún error.]
Dios le habló al hombre conforme a distintas dispensaciones. Dios habló algunas palabras al hombre en la dispensación de la ley; otras palabras, Él las habló al hombre en la dispensación de la gracia. Cuando intentemos entender estas palabras, debemos distinguir entre las diferentes dispensaciones. No debemos aplicar las palabras habladas en la dispensación de la ley a la dispensación de la gracia. Este es el error que cometen los Adventistas del Séptimo Día en cuanto a guardar el sábado. Guardar el sábado es un mandamiento que Dios dio al hombre en la dispensación de la ley. Al llegar a la era de la gracia, el asunto es totalmente diferente. Los Adventistas del Séptimo Día se apoyan en Éxodo 20 y dicen que ya que Dios habló claramente acerca del sábado, por tanto, debemos guardar el sábado hoy en día. Es cierto que Dios habló de guardar el sábado, pero esto tiene que ver con la dispensación de la ley, y no con la dispensación de la gracia.
Veamos otro ejemplo. En el libro de Salmos dice que nuestros hijos en la carne son bendiciones de Dios. Tengan presente que esto se dijo en el Antiguo Testamento. Esto no es así en el Nuevo Testamento. En el Nuevo Testamento, no existe ningún lugar donde se diga que nuestros hijos en la carne son bendiciones. Aunque no podría decir que nuestros hijos en la carne son maldiciones, si me atrevo a decir que nuestros hijos en la carne son cargas y nos sirven de lecciones. Hoy, en la dispensación de la gracia, la verdadera bendición radica en los hijos espirituales.
Según el mismo principio, Dios prometió a Su pueblo escogido del Antiguo Testamento que prosperaría y ensancharía su territorio en la tierra. Sin embargo, en el Nuevo Testamento ocurre exactamente lo contrario. Si desde el podio citáramos las palabras del Antiguo Testamento, y les dijéramos a los hermanos y hermanas: “Agradezco a Dios que ha prometido que si le tememos, Él ensanchará nuestro territorio y seremos grandes terratenientes”, esto sería totalmente erróneo. Existe tal promesa en la Biblia, pero esta promesa no fue dada bajo la gracia sino bajo la ley. En la era del Nuevo Testamento, Dios dijo que debemos dejar nuestra tierra y venderla para ofrendar a los pobres. Esto es exactamente lo opuesto a la era del Antiguo Testamento.
A pesar de que todas estas palabras están escritas en la Biblia y fueran dadas por el aliento de Dios, no debemos tomar las palabras de la antigua dispensación y aplicarlas a la dispensación actual. Los católicos y muchos protestantes yerran con respecto a esto. Hay muchas cosas en el catolicismo que provienen del judaísmo, el cual se basa en el Antiguo Testamento. Incluso la ropa usada por los sacerdotes y los rituales de adoración son tomados de los principios que rigen el Antiguo Testamento. Sin duda esas cosas se mencionan en la Biblia, pero no fueron dadas para la dispensación presente. Al exponer e interpretar la Biblia, uno no puede decir: “¿Acaso no es esto lo que dice la Biblia? Si es así, tenemos que conservarlo”. No debemos hablar de esta manera. Tenemos que distinguir entre las diferentes eras; esto es, debemos conocer claramente a qué dispensación pertenece lo que se dijo en la Biblia. Las palabras dadas para una dispensación específica se aplican a esa dispensación; si no vivimos en dicha dispensación, esas palabras no se aplican a nosotros presentemente.
[Al exponer la Biblia, hay que definir a qué personas va dirigido lo que se dice. Algunas palabras son dirigidas a los judíos, y no se relacionan con los gentiles (las naciones) ni con la iglesia; otras son dirigidas a los gentiles y no tienen nada que ver con los judíos ni con la iglesia; y otras son dirigidas a la iglesia y no tienen nada que ver con los judíos ni con los gentiles.
En 1 Corintios 10:32 dice: “No seáis tropiezo ni a judíos, ni a griegos, [refiriéndose a los gentiles] ni a la iglesia de Dios”. En la Biblia, hay por lo menos tres clases de personas a quienes Dios dirige Sus palabras: los judíos, los gentiles y la iglesia. En el Antiguo Testamento, la mayoría de las palabras fueron habladas a los judíos. En el Nuevo Testamento, hay muchas palabras que son dirigidas a la iglesia. Además, ya sea en el Nuevo Testamento como en el Antiguo, hay algunas palabras que son dirigidas a los gentiles. Al leer la Biblia, debemos diferenciar entre estas tres clases de personas y definir a quién fueron habladas las palabras. Debemos diferenciar claramente a quien fueron dirigidas las palabras, ya sea a los judíos, a los gentiles o a la iglesia. Primero, identificamos a las personas a quienes van dirigidas las palabras, y entonces, podremos hacer un juicio apropiado en cuanto a lo que estas palabra significan.
Por ejemplo, algunos eruditos de la Biblia han contendido fuertemente en cuanto a quién era el destinatario del libro de Mateo. Hay muchos expositores que afirman que el libro de Mateo fue escrito a los judíos y no a la iglesia. Ellos recalcan el contexto judío de las palabras habladas en este libro, citando como ejemplo que el Señor Jesús se refirió claramente a las ofrendas que se ofrecían en el altar. Para ellos, este pasaje es una prueba de que tales palabras fueron dirigidas a los judíos. El Señor Jesús habló claramente acerca del juicio del sanedrín. El sanedrín era una organización de los judíos. Estos eruditos también argumentan que Mateo 24 habla de que la abominación desoladora será erigida en el Lugar Santo. Para ellos, el Lugar Santo claramente pertenece a los judíos. El Señor también dijo que cuando alguien se encuentre en la gran tribulación, debe orar que su salida no sea en sábado. ¿Guardará todavía la iglesia el sábado? Puesto que las personas que recibieron estas palabras guardaban el sábado, ¿acaso no eran judías? Estos eruditos presentan muchos ejemplos como éstos para demostrar que el libro de Mateo fue dirigido a los judíos. Si éste fuera el caso, sería muy grave, ya que todo el libro de Mateo no sería más nuestra herencia.
Después de leer detenidamente todo el libro de Mateo, tenemos que reconocer que las palabras de Mateo 5 definitivamente tienen un contexto judío, pero no fueron dirigidas a los judíos; antes bien, fueron habladas a los ciudadanos del reino de los cielos. Los ciudadanos del reino no sólo incluyen a los salvos de entre los judíos sino también a todos los que se han convertido de entre los gentiles. Los ciudadanos del reino son la iglesia. Debido a que entre los ciudadanos del reino había algunos que habían salido del judaísmo y que tenían una formación judía, el Señor Jesús tuvo que usar algunas cosas relacionadas con el entorno judío cuando dio el sermón del monte. Los capítulos veinticuatro y veinticinco de Mateo contienen muchos temas; si uno lee detenidamente, descubrirá que un pasaje fue hablado a los judíos, otro pasaje fue dirigido a la iglesia y otro fue hablado a los gentiles. En el capítulo veinticuatro, los versículos del 1 al 31 están dirigidos a los judíos; el versículo 32 y los primeros treinta versículos del capítulo veinticinco van dirigidos a la iglesia; y el pasaje que incluye del versículo 31 hasta el final del capítulo fue hablado a los gentiles. Al estudiar la Biblia, antes de tomar una decisión sobre alguna interpretación, debemos determinar a qué personas fueron dirigidas las palabras. Sólo entonces podremos entender e interpretar las palabras de la Biblia con exactitud.]
[Sabemos que existen muchos tipos en el Antiguo Testamento. Algunos tipos los constituyen simplemente personas individuales, tales como Isaac, quién tipifica al Señor Jesús como hijo heredero, y Rebeca, quién representa a la novia obtenida por Cristo, es decir, la iglesia. Algunos tipos los constituyen eventos, tales como la Pascua de los israelitas, la cual representa nuestra salvación delante de Dios cuando recibimos al Cristo inmolado como nuestro Salvador. Otro ejemplo de un tipo es el éxodo de Egipto por parte de los hijos de Israel, el cual representa nuestra salida del mundo. Hay otros tipos que los constituyen objetos, tales como el cordero, el cual tipifica a Cristo, y la serpiente de bronce, que también tipifica a Cristo.
En el Antiguo Testamento, muchas personas, eventos y objetos son tipos, pero no nos toca a nosotros decidir si son tipos o no. Debemos descubrir la clara evidencia en el Nuevo Testamento. Si el Nuevo Testamento no menciona que aquel objeto, aquel evento o aquella persona es un tipo, no debemos suponer precipitadamente que sí lo es. Lo más que podemos hacer es tomar estas personas, eventos y objetos como ejemplos y usarlos para explicar las verdades del Nuevo Testamento. Decir que algo es un tipo significa más que decir que aquello es meramente un ejemplo.]
[En esta lección únicamente presentamos y hacemos notar brevemente estos diez principios de interpretación bíblica. Estos principios han sido desarrollados gradualmente como resultado de cientos o miles de años de experiencia en el estudio de la Biblia. Estos principios son como la crema de la leche o como la miel de las abejas, y son muy preciados. Espero que podamos recordar estos principios claramente; todos ellos nos sirven de ayuda y de restricción. Espero que de ahora en adelante, todos los hermanos y las hermanas apliquen estos principios en el estudio de la Biblia. Si los aplicamos, la Biblia tendrá un nuevo significado para nosotros, y tendremos un entendimiento mejor, más exacto y más completo de la misma.]