
Examinaremos dos pasajes de las Escrituras. El primero es Colosenses 1:27-29, que dice: “Las riquezas de la gloria de este misterio entre los gentiles; que es Cristo en vosotros, la esperanza de gloria, a quien anunciamos, amonestando a todo hombre, y enseñando a todo hombre en toda sabiduría, a fin de presentar perfecto en Cristo a todo hombre; para lo cual también trabajo, luchando según la operación de Él, la cual actúa en mí con poder”. El segundo pasaje es 2 Corintios 4:1, 2 y 5, que dice: “Por lo cual, teniendo nosotros este ministerio según la misericordia que hemos recibido, no nos desanimamos. Antes bien renunciamos a lo oculto y vergonzoso, no andando con astucia, ni adulterando la palabra de Dios, sino por la manifestación de la verdad recomendándonos a toda conciencia humana delante de Dios [...] Porque no nos predicamos a nosotros mismos, sino a Cristo Jesús como Señor, y a nosotros como vuestros esclavos por amor de Jesús”.
En estos pasajes de las Escrituras, Pablo nos muestra no solamente el misterio de Dios que se mantuvo oculto desde las generaciones, sino también al Cristo todo-inclusivo. Además de eso, nos muestra cómo los apóstoles llevaron a cabo el ministerio y realizaron la misteriosa obra de Dios en la tierra. Colosenses 1:27 dice: “Las riquezas de la gloria de este misterio entre los gentiles; que es Cristo en vosotros, la esperanza de gloria”. Algunas versiones traducen la última frase “Cristo en nosotros”. Estas traducciones probablemente provienen de diferentes manuscritos, pero ambas tienen sentido. Por un lado, vosotros se refiere a los lectores del Nuevo Testamento; por otro lado, nosotros se refiere a los apóstoles de aquella época. Pablo luego añade: “A quien anunciamos [...] en toda sabiduría”. Pablo usaba toda su sabiduría para anunciar a Cristo. Él no lo anunciaba usando una sola clase de método o manera de hablar; antes bien, la manera en que anunciaba a Cristo tenía múltiples niveles, facetas y perspectivas. Él agotó toda su sabiduría no sólo para anunciar, sino también para amonestar a todo hombre y enseñar a todo hombre, a fin de presentar perfecto en Cristo a todo hombre.
La palabra perfecto incluye la noción de plenamente crecido, completo, maduro. Esta palabra en griego básicamente significa “que ha crecido hasta la madurez”. Cuando una persona ha crecido hasta la madurez, ha llegado al punto en que es perfecta y completa. Esto es lo que Pablo quiere decir en este versículo. Él predicaba a Cristo a los hombres, con la esperanza de que algún día ellos crecieran hasta la madurez y llegaran a ser perfectos y completos. La palabra perfecto denota pleno en calidad, mientras que la palabra completo denota pleno en cantidad. Así pues, ser maduro es ser completamente perfecto, sin ninguna carencia en calidad o cantidad. Si una piedra preciosa tiene alguna mancha, no es perfecta; o si se ha quebrado alguna de sus esquinas, no es completa. Una piedra preciosa debe ser pura interiormente y no tener ninguna mancha; eso es lo que significa ser perfecta. Sin embargo, el hecho de que la piedra sea perfecta no necesariamente significa que esté completa. Únicamente si la piedra ha sido tallada sin el menor error, puede considerarse completa. Ser perfectos y completos en Cristo es el resultado del crecimiento en vida. Por lo tanto, Pablo dice que nosotros necesitamos presentar a todo hombre a Cristo de esta manera, es decir, presentarlos maduros en Cristo. Ésta era la meta suprema de Pablo al ministrar a las personas.
En el versículo 29 Pablo añade: “Para lo cual también trabajo”. Aquí la palabra griega usada por Pablo y traducida “trabajar” conlleva el sentido de fatigarse. Significa realizar una tarea difícil. Todo trabajo que nos produzca fatiga no es un trabajo fácil. Un trabajo fácil no nos exige laborar arduamente. Además, Pablo trabajaba de esta manera “según la operación de Él, la cual actúa en mí con poder”. ¿Qué clase de poder es éste? Es el poder que se activa en nosotros y continúa operando en nosotros. Además, Pablo añade que él luchaba conforme a este poder. La palabra griega traducida luchando se usa también para describir la manera en que los atletas luchaban, contendían, forcejeaban y peleaban en los juegos olímpicos. El Señor Jesús dijo en Juan 18:36: “Mi reino no es de este mundo; si Mi reino fuera de este mundo, Mis servidores pelearían”. Pelear alude a una batalla. Por lo tanto, éste es un término enfático.
Como sabemos, a todos les gustan los placeres pero no el sufrimiento. Sin embargo, hoy en día no podemos servir a Cristo sentados en un palanquín. No existe tal cosa, ni existe tal asiento para nosotros. Pablo en el Nuevo Testamento era alguien que luchaba, como los que competían en las competencias atléticas (1 Co. 9:26-27). Él luchaba en el pugilato, no como quien golpea el aire, sino que corría la carrera buscando aventajar a los demás, a fin de ganar. Si su lucha consistiera en levantar pesas, entonces su meta sería levantar las pesas bien alto y de manera clara y definida. Era así como él luchaba. Judas 3 exhorta a los creyentes a contender ardientemente por la fe que había sido trasmitida a los santos una vez para siempre. Esto nos muestra que no sólo necesitamos luchar por la fe, sino también contender por la fe. La palabra luchando incluye todas estas connotaciones.
En Mateo 25 el Señor Jesús contó una parábola acerca del reino de los cielos. El reino es como un hombre que al irse al extranjero, llamó a sus esclavos y les entregó sus bienes. A uno le dio cinco talentos, y a otro dos, y a otro uno. Más tarde el señor regresó, y el que había recibido un solo talento, el que obró precavidamente, se acercó a él y dijo: “Señor, te conocía que eres hombre duro, que siegas donde no sembraste y recoges donde no aventaste; por lo cual tuve miedo” (vs. 24-25a). Es como si hubiese dicho: “Señor, mira, el talento que tú me diste está intacto; lo guardé para ti y no perdí nada”. El amo pareció responder: “Tienes toda la razón. Puesto que sabías que siego donde no sembré y recojo donde no aventé, ¿por qué entonces no usaste ese talento para que ganara intereses? ¿Por qué lo escondiste?”. Para ese esclavo, ganar intereses era psicológicamente una labor agotadora. Él consideraba que lo mejor era no hacer nada ni ir a ningún lugar. Esta persona había perdido completamente la moral. El amo le dijo: “Debías haber entregado mi dinero a los banqueros, y al venir yo, hubiera recobrado lo que es mío con los intereses” (v. 27). Si somos personas que están dispuestas a luchar por el Señor, el Señor podrá ganar mucho y a la vez recuperar lo que es Suyo con intereses.
Hoy la tierra se encuentra en un estado de desolación. Aunque se predica el evangelio de modo general, no se presenta el evangelio en cuanto al misterio que estaba oculto ni el evangelio elevado que nos habla de Cristo en nosotros. No es una tarea fácil empezar a laborar en un erial, pero es un hecho indiscutible que hay millones de personas dispersas en los grandes continentes del mundo, esperando que vengan personas a salvar sus almas. Es glorioso que nosotros vayamos por el Señor adonde están ellos. Por un lado, recogemos una cosecha adondequiera que vamos. Aunque nosotros no sembramos —pues el Señor ya ha sembrado por medio de otros—, a nosotros sólo nos toca recoger la cosecha. Por otro lado, nosotros mismos tenemos que salir a sembrar la semilla. Luego, después de sembrar la semilla, ciertamente obtendremos una cosecha.
Ésa fue nuestra experiencia cuando empezamos a laborar en los Estados Unidos. Viajamos de la costa este a la costa oeste, y luego del oeste regresamos al este. También viajamos de sur a norte y de norte a sur. En cuestión de pocos años, los viajes que hicimos abarcaron casi todos los Estados Unidos, y recogimos una cosecha prácticamente en todo lugar. Había de tres a cinco personas en un estado, cinco o seis en otro estado, y otros números de personas en diferentes lugares. En menos de dos años, cosechamos a muchas personas aquí y allá en cada estado. Cuando la iglesia en Los Ángeles se levantó, las cifras aumentaron rápidamente de algunas decenas de personas a cien personas, luego de cien a ciento cincuenta, y de ciento cincuenta a doscientos. Estas personas fueron traídas en los años de 1963, 1964 y 1965, a más tardar, cuando la obra en los Estados Unidos recién empezó. Finalmente en 1970 en la Conferencia Internacional que celebramos en Los Ángeles, experimentamos un avivamiento como resultado de nuestras reuniones.
El fuego de nuestra propagación empezó en el verano de 1964. Algunos querían mudarse a Alaska, otros a Nebraska, y otros a diferentes lugares. En ese entonces la ola de emigración era tan prevaleciente que muchos no sabían cómo responder. Sin embargo, el Señor claramente nos mostró que aún no era el tiempo apropiado para propagarnos, por lo cual nos dio la gracia para quedarnos donde estábamos por tres años más. Esos tres años fueron de verdad un período maravilloso en el cual todos llegamos a estar mejor equipados.
En 1970 el número de personas que asistieron a la Conferencia internacional fue de más de mil. En ese año todos querían propagarse por medio de la emigración. Muchos de los santos alababan y saltaban de gozo, aunque también derramaban lágrimas, pues no querían abandonar Los Ángeles. El día en que ellos partieron de Los Ángeles, algunos después de salir de sus casas decidieron pasar por el salón de reuniones en la calle Elden para verlo por última vez, y no pudieron contener las lágrimas. Ellos habían sido bendecidos y edificados allí ricamente, y Elden había dejado en ellos una impresión eterna. Aquella ola de emigración resultó en la propagación a veinte o treinta localidades, como Chicago y otras ciudades. Esta emigración se llevó a cabo rápidamente y produjo un gran impacto. En menos de dos años, el recobro del Señor había alcanzado las dos mil o tres mil personas. En una conferencia en el Centro de Convenciones de Los Ángeles en 1973, el número de asistentes sobrepasó los tres mil. Grandes multitudes se aglomeraron tanto dentro como fuera del lugar de reunión. A partir de ese día, nuestro concepto cambió, pues nos dimos cuenta de que ya no podíamos seguir sosteniendo grandes conferencias y que debíamos empezar a conducir entrenamientos. Las grandes conferencias por naturaleza son abiertas, y cualquiera puede asistir, pero los entrenamientos requieren un proceso de aprobación. Por este motivo, desde 1974 hemos conducido entrenamientos dos veces por año. Las personas tenían que registrarse y ser aprobadas por las diferentes localidades. Aquello fue el inicio del entrenamiento de los estudios-vida. Alabamos al Señor porque estos entrenamientos han venido realizándose ya por trece años sin interrupción.
La historia nos muestra que lo que tenemos hoy es muy precioso. Por consiguiente, debemos salir a todas partes con denuedo. Cuando llegamos por primera vez a los Estados Unidos a empezar la obra aquí, no pudimos decir que no experimentamos ninguna oposición en una nación cristiana tan grande como ésta. Sin embargo, hemos mantenido una actitud positiva hasta el día de hoy. No es que no hayamos tenido ninguna oposición; al contrario, hemos experimentado todo tipo de oposición. Sin embargo, cada vez que entablamos una conversación con un opositor, nuestra actitud siempre es que no importa lo que nos digan, nosotros tenemos un tesoro que ellos no tienen. Así que mientras hablamos con ellos, les presentamos la verdad que el Señor nos ha revelado. Podemos mostrarles el tesoro en cualquier momento. Sin embargo, cuando los opositores intentan exhibir su tesoro, no tienen nada que exhibir. Ésa es la verdadera situación.
No importa si usted es joven o viejo, debe darse cuenta de que hay un poder presente en nosotros. Si ustedes desean llevar una vida tranquila, debo decirles que eso es imposible. Si un electrodoméstico pudiera hablar, podría decirle a la electricidad que parara por unos minutos y lo dejara tomar un buen descanso. Sin embargo, la electricidad no puede detenerse. Por esta razón, Pablo nos dijo que lucháramos. En 1963 o 1964, un hermano de la Asamblea de los Hermanos vino de los Estados Unidos a Taiwán. En Taichung conoció a un misionero occidental que también estaba en la Asamblea de los Hermanos. Cuando empezaron a conversar, él comparó la obra misionera de la Asamblea de los Hermanos allí a una gota de agua en la punta de los dedos, y nuestra obra en Taiwán a un balde lleno de agua. Este hermano le dijo que nadie podía aventajarnos en la carrera, y que nadie luchaba tanto como nosotros.
Yo he estado laborando en los Estados Unidos por veintitrés años, y nunca me he tomado vacaciones. Esto les sorprende a los estadounidenses. Ya sea que estudien o trabajen, los estadounidenses salen de vacaciones varias veces al año. Es por eso que me consideran una persona muy extraña, porque trabajo todo el día sin parar y nunca hago planes de tomarme vacaciones. Cuanto más leo el Nuevo Testamento, más me pregunto si Pablo alguna vez se tomó unas vacaciones. Y aunque estuviera de vacaciones externamente, no podía estar de vacaciones internamente. Él dijo que lo que se agolpaba sobre él cada día era la preocupación por todas las iglesias (2 Co. 11:28). Este pasaje de las Escrituras no sólo nos alienta, sino que sobre todo nos indica el camino a seguir, mostrándonos que Pablo no sólo tenía un tesoro, sino que este tesoro se había convertido en un inmenso poder en él. En particular nos mostró que él era alguien que luchaba. Si nosotros saliéramos de vacaciones, este poder que opera nos abandonaría. Por esta razón, aunque tenemos un poder que opera en nuestro interior, aún tenemos que esforzarnos por luchar y contender. No debemos temer la oposición. Lo único que debemos hacer es llevar el tesoro con nosotros y luchar día y noche para presentárselo a otros.
Pablo dice en 2 Corintios 4:7 que él tenía un tesoro en su interior. Este tesoro que estaba en él no estaba inactivo ni latente, sino que operaba en él; era un poder que actuaba. La palabra dinamo, la cual proviene de la palabra griega traducida “poder”, se usa para describir la fuerza con la que opera la electricidad. Esto indica que el tesoro que está en nosotros está lleno de energía. Sin embargo, Pablo dice que, a pesar de ello, necesitaba luchar para presentar este tesoro a otros. Todos hemos leído las catorce epístolas escritas por él, las cuales revelan las maravillosas riquezas de la verdad. Sin embargo, el proceso que requirió escribir estas catorce Epístolas implicaba mucha labor y dificultades. Podemos comparar esta labor a cómo operan las joyerías y tiendas de jade en Hong Kong. Estas tiendas pueden estar llenas de joyas preciosas, pero si el dueño de la tienda fuera perezoso, y tuviera la tienda desordenada, nadie querría entrar allí para comprar joyas. Así que, el dueño de la tienda aún tiene que arreglar la tienda de tal manera que se vea elegante y de buen gusto, y exhiba los tesoros de manera que los demás vean que son de gran valor. Todo esto exige mucho tiempo y esfuerzo.
No debemos tener temor de las dificultades al servir en cada localidad, porque tenemos el tesoro. Si añadimos al tesoro nuestra labor y nuestra lucha, estoy seguro de que toda la tierra será nuestra. Cierto hermano de ascendencia judía, después de ser ganado por el Señor, viajó no sólo por todos los Estados Unidos, sino también a Taiwán. Él no temía afrontar ninguna oposición. Todo lo que hizo fue llevar el tesoro con él fielmente e ir a todo lugar para presentárselo a los demás. Muchas personas vieron la manera en que luchaba y, como resultado, ganó a muchos jóvenes. No importa cuán difícil sea el entorno. La clave para conseguir el éxito consiste primeramente en tener el tesoro y el poder que opera en nosotros y, en segundo lugar, depende de si estamos dispuestos o no a laborar y luchar. Si tenemos los dos factores que acabamos de mencionar, seremos exitosos, no importa a qué parte del mundo vayamos.
Hemos contactado a muchas personas en los Estados Unidos. En particular, cuando hablamos con los opositores, ellos consideran que no hay mucho que puedan hacernos. Esto se debe a que de forma absoluta hemos tomado la decisión, no de agradar al cristianismo, sino de ceñirnos a las verdades bíblicas y divulgarlas. Hoy en día, muchos en el cristianismo tanto en el Lejano Oriente como en los Estados Unidos usan nuestros materiales para predicar sus mensajes. Ellos reconocen que ninguno de los estudios expositivos de la Biblia de hoy supera al de las iglesias locales.
Para el tiempo en que Pablo salió a predicar el evangelio, el Señor había usado el Imperio romano para abrir la región de los alrededores del Medio Oriente. En aquel entonces una persona como Pablo podía viajar a cualquier lugar siempre y cuando fuera un ciudadano romano. De igual manera el mundo, después de pasar por las dos guerras mundiales, ha sido completamente abierto. Además, en tanto que una persona sepa hablar inglés, puede ir a casi cualquier lugar del mundo. Esto nos muestra que el Señor ha preparado el ambiente. Ahora Él necesita de un pueblo que coopere con Él. Mientras llevemos el tesoro con nosotros, tal como la Versión Recobro del Nuevo Testamento, y añadamos a él nuestra labor y lucha, ciertamente seremos exitosos.
Quienes sirven a tiempo completo en diferentes localidades deben continuar saliendo a tocar a las puertas, ganando al menos a una persona cada semana. La suma de esto nos dará cuatro personas al final de cada mes. De este modo, habrá cinco personas que podrán empezar una reunión. Ésta es la manera más rápida de levantar iglesias. Con respecto a las finanzas, no debemos esperar a recibir el suministro de los demás. Jamás debemos depender de otros, sino más bien ganar el sustento con nuestras dos manos trabajando en algo sencillo. Hoy en día, hay muchas iglesias en el recobro del Señor, y ellas no lo abandonarán a usted, pero no debe tener la intención de depender de ellas. En lugar de ello, debe laborar y luchar. Esto con el tiempo producirá resultados.
Como todos sabemos, la vida y la muerte no están en nuestras manos. Incluso un hombre fuerte quizás no viva lo suficiente para ver otro día. Por esta razón, debemos esforzarnos por laborar más para el Señor hoy. Una persona holgazana no ganará nada, pero si somos diligentes y aprovechamos el tiempo, las oportunidades y el éxito estarán en nuestras manos. Todos tenemos el tesoro y el gran poder dentro de nosotros. Lo que necesitamos ahora no es llevar una vida en el “paraíso”, sino más bien ir a las diferentes localidades a laborar, a luchar, a forjar el misterio de Dios en otros y a permitir que el misterio de Cristo brille.
En 2 Corintios 4:1-2 se nos dice: “Por lo cual, teniendo nosotros este ministerio según la misericordia que hemos recibido, no nos desanimamos. Antes bien renunciamos a lo oculto y vergonzoso, no andando con astucia, ni adulterando la palabra de Dios, sino por la manifestación de la verdad recomendándonos a toda conciencia humana delante de Dios”. Pablo declara aquí que él no se desanimaba. La palabra griega traducida “desanimamos” tiene un amplio significado. Significa “desilusionarse, decepcionarse, perder la esperanza”. Por lo tanto, dondequiera que estemos, no debemos decepcionarnos ni desilusionarnos; no debemos desanimarnos. Después de haber recibido este ministerio, lo más importante que debemos recordar es que no debemos desanimarnos. No debiera haber nada que nos cause desánimo. En tanto que nos esforcemos, encontraremos la manera de seguir adelante. Además de esto, debemos renunciar a lo oculto y vergonzoso. Por un lado, no debemos desanimarnos, pero, por otro, debemos abandonar, renunciar, a lo oculto y vergonzoso. No debe haber nada acerca de nosotros que no pueda ser dado a conocer. Ya sea que tratemos directamente con las personas o estemos entre los que coordinan, no debemos tener nada que ocultar. Todo debe ser abierto y visible ante los hombres. Así pues, por un lado no nos desanimamos y, por otro, también debemos renunciar a lo oculto y vergonzoso.
Además de esto, no debemos andar con astucia. Dondequiera que estemos, debemos pedirle al Señor que podamos jactarnos de nunca haber engañado a nadie ni haber jugado a la política. Tal vez estemos en desacuerdo con las personas, pero no podemos decirles una cosa cuando en realidad pensamos algo diferente. Eso es andar con astucia. Podemos comparar la astucia a cubrir un cadáver con nieve. Cuando sale el sol, la nieve se derrite, y el cadáver queda al descubierto. Cuando una persona miente, es imposible que su mentira permanezca oculta.
Pablo luego añade: “Ni adulterando la palabra de Dios”. Es una gran misericordia de parte del Señor que no solamente no adulteremos la palabra de Dios, sino que además la liberemos y fortalezcamos. Es debido a que no adulteramos la palabra de Dios de ninguna manera que el cristianismo se opone a nosotros. Adulterar no simplemente significa añadir algo maligno. Significa añadir una pequeña cantidad de una sustancia a algo precioso, como por ejemplo añadir agua a un vaso de zumo de uvas o mezclar el cobre con el oro. Nosotros nunca vendemos barato la verdad, y nunca adulteramos la palabra de Dios. En lugar de ello, “por la manifestación de la verdad” nos recomendamos a nosotros mismos a “toda conciencia humana delante de Dios”. Esto significa permitir que la conciencia de los demás hable a nuestro favor. Todos debemos tener esta experiencia.
Además, en el versículo 5 también vemos que no nos predicamos a nosotros mismos; más bien, predicamos dos cosas: “a Cristo Jesús como Señor” y “a nosotros como vuestros esclavos por amor de Jesús”. Cuando salimos, no debemos dar a los demás la impresión de que somos personas exaltadas; más bien, debemos darles la impresión de que somos esclavos suyos, que predican a Cristo Jesús como Señor.
El Señor no sólo nos revela el misterio de Dios, sino que también nos muestra que este misterio depende tanto del Señor como de nosotros. Él es el poder que opera en nosotros. Aunque nosotros no podemos hacer nada, ciertamente podemos cooperar con nuestra labor y aventajar a los demás en la carrera. Podemos laborar en nuestra obra y luchar, y cuanto más luchemos, más el Señor nos fortalecerá. Por lo tanto, cuanto más luchemos, más fuertes nos volveremos. Debemos continuar siendo fortalecidos por el Señor y laborar para avanzar por fe.
Como seres humanos que somos, si no creemos en Jesús, nos sentimos vacíos y sin propósito alguno. Algunas personas han conseguido doctorados, han llegado a ser altos funcionarios e incluso han llegado a ser muy ricos, pero sienten que la vida no tiene sentido. Por lo tanto, como hombres que somos, debemos creer en Jesús. Más aún, después que una persona cree en Jesús, debe amar al Señor. Pablo dice en 1 Corintios 16:22: “El que no ame al Señor, quede bajo maldición”. Estas palabras son muy serias pero a la vez muy reales. Así que, como hombres que somos, debemos creer en Jesús, y después de creer en Jesús, debemos amarlo a Él y laborar para Él. Si nos sometemos a este destino, todo nos irá bien. Entonces, aunque laboremos arduamente, no lo sentiremos. Al contrario, nos sentiremos afligidos si no laboramos. Ésta es ciertamente nuestra experiencia.
Espero que sobre todo los ancianos dejen de luchar por librarse del yugo que el Señor les ha puesto. El Señor le dijo a Pablo en el Nuevo Testamento que le era dura cosa dar coces contra los aguijones (Hch. 26:14). Es mejor si no damos coces, porque cuanto más lo hagamos, más afligidos estaremos. Todos los que son ancianos han recibido una comisión de parte del Señor. Esto no es algo insignificante; es algo tremendo lo que el Señor ha hecho. Si consideramos la iglesia como una organización cristiana, tal vez pensemos que ella no tiene mucha importancia. En vez de ello, debemos darnos cuenta de que ésta es la iglesia del Señor. Puesto que se nos ha concedido la misericordia de recibir este ministerio, no debemos tener en poco estas cosas. Además, también hemos visto que hay un poder en nosotros, y ahora lo que debemos hacer es simplemente laborar y luchar. Si los ancianos son capaces de laborar y luchar juntos, el fuego arderá en toda la iglesia, y ella estará en continuo avance.
(Mensaje dado el 13 de junio de 1987 en Taipéi, Taiwán)