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Mensajes del libro «Línea central de la revelación divina, La»
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La línea central de la revelación divina

LA ECONOMÍA DIVINA Y LA IMPARTICIÓN DIVINA

MENSAJE QUINCE

LA TOTALIDAD DE LA BENDICIÓN QUE TODO LO ABARCA, LA BENDICIÓN DEL EVANGELIO COMPLETO DE DIOS EN CRISTO, CON MIRAS A QUE SE REALICE LA IMPARTICIÓN DIVINA CONFORME A LA ECONOMÍA DIVINA

(6)

  Lectura bíblica: Jn. 1:1, 14, 16

II. LA MANERA DE RECIBIR, EXPERIMENTAR Y DISFRUTAR AL CRISTO TODO-INCLUSIVO EN SU CALIDAD DE ESPÍRITU TODO-INCLUSIVO Y VIVIFICANTE, QUIEN ES LA TOTALIDAD DE LA BENDICIÓN QUE TODO LO ABARCA, LA BENDICIÓN DEL EVANGELIO COMPLETO DE DIOS

B. La manera presentada en el Evangelio de Juan

  La manera de recibir, experimentar y disfrutar al Cristo todo-inclusivo en Su calidad de Espíritu vivificante y todo-inclusivo, quien es la totalidad de la bendición que todo lo abarca, la bendición del evangelio completo de Dios, consta de por lo menos veinticinco puntos en el Evangelio de Juan. En este mensaje abarcaremos los primeros trece.

  La mayoría de los cristianos están muy familiarizados con el Evangelio de Juan. Después de ser salvo, yo pasé mucho tiempo en el Evangelio de Juan y encontré que había allí muchas cosas difíciles de entender. Yo tenía muchas preguntas que ni siquiera los obreros cristianos pudieron contestar, preguntas tales como: ¿Qué es la Palabra (1:1)? ¿Qué es la regeneración (3:6)? Y ¿qué es la vida eterna (v. 16)? Tal vez el Evangelio de Juan nos sea familiar, pero no debemos considerarlo un libro sencillo ni superficial. Es un libro lleno de profundidad. Por lo tanto, necesitamos sumergirnos en sus profundidades y extraer los tesoros que se encuentran allí.

  El apóstol Juan, en su evangelio, usó palabras y expresiones muy sencillas. Ésta es una característica sobresaliente de sus escritos. El lenguaje que usó es sencillo, pero lo que sus palabras transmiten es profundo. Debido a que muchas de las cosas mencionadas en el Evangelio de Juan son sumamente profundas, muy pocos han dedicado el tiempo para extraerlas. Doy gracias al Señor, porque durante los años, al leer algunos libros de otros autores, nosotros hemos recibido ayuda de ellos. Durante los últimos veinte siglos, vez tras vez, millones de cristianos han leído la Biblia. Estamos apoyados sobre los hombros de todos los santos que nos precedieron. Agradezco al Señor por haber preservado en libros lo mejor del entendimiento de estos santos. Hoy en día, por sus escritos podemos saber lo que entendían los hermanos de los años pasados.

1. Recibimos a Cristo, quien es el Hijo de Dios, creyendo en Él para nacer de Dios

  La primera manera de recibir, experimentar y disfrutar al Cristo todo-inclusivo en Su calidad de Espíritu todo-inclusivo y vivificante en el Evangelio de Juan es recibir a Cristo, el Hijo de Dios, creyendo en Él para nacer de Dios (1:12-13).

  En 1964 me invitaron a hablar en una iglesia bíblica independiente, ubicada en la ciudad de Las Vegas. Mientras estaba allí, hablé acerca del corazón y del espíritu del hombre. Les dije que Dios creó al hombre dotándole de un corazón para que le ame y de un espíritu para que le reciba. Les dije que el hombre sólo puede recibir a Dios por medio de su espíritu y que puede amar a Dios con su corazón. Durante mi visita me quedé en la casa de uno de los líderes de la congregación. Me enteré de que a la esposa de ese hermano le perturbó mucho lo que yo había dicho acerca de la diferencia entre el corazón y el espíritu. A su parecer, los dos eran la misma cosa. Le parecía que yo había ido muy lejos al hacer una distinción entre el corazón y el espíritu. A la mañana siguiente nos sirvió el desayuno. Cuando venía a ofrecerme los huevos, le dije: “Hermana, deme un huevo”. Mientras me lo daba, le volví a decir: “Hermana, deme un huevo”. Entonces me dijo: “Hermano Lee, aquí está”. Le dije: “Ciertamente amo los huevos y me gustaría tener uno”. Al decir esto, no extendí mi mano para tomar el huevo. Al principio, ella no entendió lo que yo le quería mostrar. Entonces le dije: “Hermana, quisiera mostrarle la diferencia entre recibir y amar. Uno no puede recibir el huevo con el corazón, ni tampoco puede amarlo con las manos. Para amar el huevo, uno tiene que usar el corazón; pero para recibirlo, uno tiene que usar las manos. Cuando Dios nos creó, nos dio un corazón para que lo pudiéramos amar. Pero, de la misma manera que uno no puede recibir el huevo sin usar las manos, tampoco puede recibir a Dios sin usar un órgano receptor. Ésta es la razón por la cual Dios creó un espíritu en el hombre además de un corazón”. Después de esta breve explicación, la hermana me entendió completamente y se puso muy contenta.

  La palabra recibir se usa muy enfáticamente en el Evangelio de Juan. Juan 1:14 y 16 dicen: “Y la Palabra se hizo carne [...] llena de gracia y de realidad [...] Porque de Su plenitud recibimos todos, y gracia sobre gracia”. Muchos cristianos saben que la palabra creer se usa mucho en el Evangelio de Juan, pero pocos saben que la palabra recibir también se usa enfáticamente en este Evangelio. Juan 1:12-13 dice: “Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en Su nombre, les dio autoridad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios”. El versículo 12 primero habla acerca de recibir al Hijo de Dios; luego, habla de creer en el Hijo de Dios. Por lo tanto, recibir a Cristo es creer en Cristo. Cuando creemos en Cristo, lo recibimos y así lo obtenemos.

  El propósito de creer en Cristo es nacer de Dios. Antes de experimentar la regeneración, habíamos sido creados por Dios, pero no habíamos nacido de Él. Éramos Sus criaturas, pero no éramos Sus hijos. Juan 1:12-13 dice que aquellos que reciben al Hijo de Dios al creer en Él, son nacidos de Dios para ser hijos de Dios. ¡Qué maravilloso que nosotros, los seres caídos y pecaminosos, podamos nacer de Dios para ser Sus hijos! Cuando el Señor Jesús le dijo a Nicodemo que necesitaba nacer de nuevo (3:3), Nicodemo no entendió bien la palabra del Señor, pues pensó que él necesitaba volver al vientre de su madre y nacer otra vez físicamente. Sin embargo, lo que en realidad necesitaba era recibir a Cristo como Hijo de Dios al creer en Él para poder nacer de Dios como hijo Suyo.

2. Tomamos a Cristo como Cordero de Dios que quita el pecado del mundo

  Para recibir, experimentar y disfrutar al Cristo todo- inclusivo, le debemos tomar como Cordero de Dios que quita el pecado del mundo (1:29, 36). El hecho de que Cristo es el Cordero de Dios es uno de los aspectos profundos del Evangelio de Juan. Sin duda, el Cordero de Dios es Jesús, pero sabemos que no es un cordero con cola y cuatro patas. Jesús era llamado el Cordero de Dios porque a los ojos de Dios era el sacrificio, la ofrenda, por el pecado del mundo. El mundo aquí mencionado está compuesto de la gente del mundo. Las personas que constituyen el mundo son pecaminosas, y el mundo constituido por esas personas también es pecaminoso. Según Isaías 53:7, Cristo fue llevado como cordero al matadero. Todos aquellos que trataron con Él durante Su crucifixión, lo llevaron como un cordero a la cruz, al matadero. En la cruz Dios reunió todos nuestros pecados y puso sobre Él el pecado en su totalidad. De esta manera, a los ojos de Dios, Cristo era el Cordero de Dios. Por medio de Su muerte, Él quitó el pecado del mundo. Cuando creemos en Cristo recibiéndole como Cordero de Dios, obtenemos a Cristo. Ésta es la manera básica de tomar a Cristo y disfrutarlo.

3. Seguimos a Cristo en Su calidad de Mesías (el Ungido de Dios)

  Para recibir, experimentar y disfrutar a Cristo en Su calidad de Espíritu todo-inclusivo, debemos seguirlo en Su calidad de Mesías (Jn. 1:37, 40-41, 43-45). La palabra Mesías en hebreo es el equivalente de la palabra Cristo en griego. Cristo significa “el Ungido”, y el Ungido también es el Designado. Debemos seguir a Aquel que ha sido designado y ungido por Dios para ser el Ejecutor de la economía de Dios. Necesitamos darnos cuenta de que el mismo Jesús a quien seguimos es el Mesías, el Escogido de Dios, ungido y designado por Dios.

4. Nacimos de nuevo, del Espíritu

  Para recibir, experimentar y disfrutar al Cristo todo-inclusivo, necesitamos nacer de nuevo del Espíritu (3:3, 5-6). Juan 3:6 dice: “Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es”. Este versículo indica que nacer de nuevo es totalmente un asunto de los dos espíritus, es decir, de Dios el Espíritu y nuestro espíritu. No nacimos de nuevo en nuestro cuerpo físico, sino en nuestro espíritu, no por obra de sangre ni de carne, sino del Espíritu de Dios. Nuestro espíritu humano nació del Espíritu de Dios. Nacer de nuevo es una manera muy subjetiva de obtener a Cristo para nuestro disfrute.

  El Evangelio de Juan en su totalidad es acerca de disfrutar a Cristo por medio del Espíritu. Sin el Espíritu no tenemos manera alguna de disfrutar a Cristo. Recibir, experimentar y disfrutar a Cristo son cosas que están absolutamente relacionadas con nuestro espíritu y el Espíritu de Dios. Antes que naciéramos de nuevo, el Espíritu y nuestro espíritu estaban separados y muy lejos el uno del otro. Pero por medio de la regeneración, los dos espíritus han sido reunidos como un solo espíritu (1 Co. 6:17). Por medio de este espíritu tenemos la manera de recibir, disfrutar y experimentar a Cristo.

5. Recibimos al Espíritu de parte de Cristo sin medida

  También recibimos, experimentamos y disfrutamos al Cristo todo-inclusivo recibiendo al Espíritu de parte de Él sin medida (Jn. 3:34b). Si el Espíritu, a quien recibimos de Cristo, se pudiera medir o estuviera limitado, no sería suficiente para nuestro disfrute. El Espíritu a quien recibimos de Cristo no tiene medida y es ilimitado. El Espíritu no sólo es sin medida, sino que también se recibe sin medida. Por lo tanto, el disfrute de Cristo es ilimitado.

6. Bebemos el agua viva que Cristo nos da y que llega a ser en nosotros una fuente de agua que brota para vida eterna, mediante la adoración que brindamos a Dios el Espíritu en nuestro espíritu

  La manera de recibir, experimentar y disfrutar al Cristo todo-inclusivo es beber el agua viva que Él nos da y que llega a ser en nosotros una fuente de agua que brota para vida eterna, mediante la adoración que brindamos a Dios el Espíritu en nuestro espíritu (4:10, 14, 24). Mientras bebemos del agua viva, ésta llega a ser una fuente de agua dentro de nosotros, que brota para vida eterna. Beber del agua viva es beber de la vida eterna. Según la revelación clara del Nuevo Testamento, la vida eterna es Dios corporificado en Cristo e impartido en nosotros por el Espíritu (11:25; 14:6; 16:13-15). Así pues, la vida eterna es el propio Dios Triuno. Bebemos del Dios Triuno, y Dios considera esto nuestra adoración a Él.

  Según Juan 4, beber de Cristo como agua viva es brindar verdadera adoración a Dios (vs. 10, 14, 24). La verdadera adoración a Dios no consiste en darle algo ni en arrodillarnos delante de Él; la verdadera adoración a Dios consiste en el disfrute que tenemos de Él al beberle. Cuanto más le disfrutamos, más le adoramos. Los ángeles pueden cantar a Dios, pero no tienen la capacidad de recibirle. Lo que Dios realmente desea es que las personas le beban. El hombre fue hecho con la capacidad de recibir a Dios y de beberle como agua viva. En esto consiste la verdadera adoración a Dios.

  La noche en que el Señor Jesús fue traicionado Él tomó pan, y habiendo dado gracias, lo partió y dijo: “Esto es Mi cuerpo que por vosotros es dado; haced esto en memoria de Mí”. Asimismo tomó también la copa y dijo: “Esta copa es el nuevo pacto establecido en Mi sangre; haced esto todas las veces que la bebáis, en memoria de Mí” (1 Co. 11:23-25). Comer y beber a Cristo es hacer memoria de Él, y al hacer memoria del Señor le adoramos a Él, el Dios Triuno procesado. Comer y beber a Cristo es la manera de adorarle, y también es la manera de recibirle, experimentarle y disfrutarle.

7. Escuchamos la palabra de Cristo y creemos al Padre que lo envió, para que vivamos en nuestro espíritu y tengamos vida eterna

  Recibimos, experimentamos y disfrutamos a Cristo también escuchando la palabra de Cristo y creyendo al Padre que lo envió, a fin de que vivamos en nuestro espíritu y tengamos vida eterna (Jn. 5:24a, 25). Fuimos salvos primero al escuchar la palabra de Cristo acerca del Padre, y luego al creer en el Padre, quien envió a Cristo. El Padre envió a Cristo para que pudiéramos vivir en nuestro espíritu y tener vida eterna.

  La vida eterna es difícil de explicar; pero según nuestra experiencia, podemos testificar que desde el día en que creímos en el Señor Jesús, el Dios Triuno —el Padre, el Señor Jesucristo y el Espíritu vivificante— entró en nosotros. Este Dios Triuno es la vida eterna (14:6; 1 Jn. 5:12; Ro. 8:2). Debido a que el Dios Triuno está en nosotros, podemos vivir en nuestro espíritu. La gente mundana no tiene la capacidad de vivir en su espíritu, porque no tiene la vida eterna en su espíritu. Después que creímos en Cristo, el Dios Triuno entró en nosotros como vida eterna, lo cual nos dio la capacidad de vivir en nuestro espíritu. Esta capacidad es el propio Dios Triuno. Al vivir en nuestro espíritu, vivimos al Dios Triuno.

8. Comemos a Cristo (recibiéndole como alimento en nuestro espíritu) y vivimos por causa de Él

  Recibimos, experimentamos y disfrutamos a Cristo también al comer a Cristo (recibiéndole como alimento en nuestro espíritu) y al vivir por causa de Él (Jn. 6:57). Comemos a Cristo al recibirle como alimento en nuestro espíritu. Para comer el alimento físico, lo debemos recibir en nuestro estómago. De la misma manera, debemos recibir en nuestro espíritu al Dios Triuno, quien está corporificado en Cristo y es hecho real para nosotros como Espíritu a fin de ser nuestro alimento espiritual y suministro de vida. De esta manera vivimos por causa de Él.

  Antes de hablar en las reuniones, muchas veces me siento vacío interiormente. Así que, necesito pasar algún tiempo a solas con el Señor para mirarlo a Él, orar a Él y hablar con Él. Algunas veces, después de sólo cinco minutos, estoy lleno. Al principio me siento como una “llanta desinflada”, pero después de unos cuantos minutos, mi “llanta” está llena de “aire”. Entonces tengo la seguridad, la confianza y el poder para hablar. Este poder es simplemente el Espíritu. Necesitamos acudir a este Jesús, a este Espíritu, para tomarle como nuestro alimento espiritual y nuestro suministro de vida.

9. Comemos las palabras habladas por Cristo las cuales son espíritu y vida

  Otra manera de recibir, experimentar y disfrutar a Cristo es comer las palabras habladas por Cristo, las cuales son espíritu y vida. Juan 6:63 dice: “Las palabras que Yo os he hablado son espíritu y son vida”. Cristo habla la palabra, la palabra es el Espíritu y el Espíritu es vida. Así que, la palabra, el Espíritu y la vida son tres en uno. El que habla la palabra es el Dios Triuno procesado, y Su hablar nos transmite al Dios Triuno procesado en la forma de la palabra. Después que esta palabra entra en nosotros, ella llega a ser el Espíritu, y el Espíritu es vida. Luego, cuando proclamamos a este Espíritu a otros, el Espíritu se convierte en la palabra para ellos. Cuando otros reciben la palabra en su interior, otra vez viene a ser el Espíritu. Luego, cuando ellos proclaman al Espíritu a otros, Él vuelve a ser la palabra. Así que, cuando recibimos la palabra en nosotros, la palabra llega a ser el Espíritu y el Espíritu llega a ser nuestra propia vida. Ésta es la transmisión del Dios Triuno a nosotros como nuestro suministro de vida, primero viene en forma de la palabra, y luego en forma del Espíritu y, por último, en forma de la vida. De esta manera el Dios Triuno llega a ser nuestro disfrute.

10. Bebemos del Espíritu creyendo en Cristo para que corran ríos de agua viva de nuestro interior

  La manera de recibir, experimentar y disfrutar a Cristo también es beber del Espíritu creyendo en Cristo para que corran ríos de agua viva de nuestro interior (7:37-39). Los ríos de agua viva son las muchas corrientes de los diferentes aspectos de la vida divina (cfr. Ro. 15:30; 1 Ts. 1:6; 2 Ts. 2:13; Gá. 5:22-23), que se originan en un solo río de agua de vida (Ap. 22:1), el cual es el Espíritu de vida de Dios (Ro. 8:2). El río que se ve en Génesis 2:10-14 se repartió en cuatro brazos. De la misma manera, son muchos los ríos que corren de nuestro ser interior, y no uno solo.

11. Seguimos a Cristo para tener la luz de la vida y jamás andar en tinieblas

  Otra manera de recibir, experimentar y disfrutar a Cristo en el Evangelio de Juan es seguir a Cristo para tener la luz de la vida y jamás andar en tinieblas (8:12). Al seguir a Cristo, jamás andaremos en tinieblas. Doy gracias al Señor porque tengo el sentir de que ando en la luz y que no estoy en tinieblas. Una persona viva tiene luz, pero una persona muerta está totalmente en tinieblas. Aunque una bombilla eléctrica brille con intensidad, una persona muerta no recibirá la luz porque no tiene vida. Permanecerá en tinieblas. Sin embargo, una persona viva, bajo la misma luz, inmediatamente recibirá la luz porque tiene vida.

12. Salimos del redil de la religión y seguimos a Cristo según Su voz para disfrutar la libertad de Su salvación y participar de las riquezas de Sus pastos que nos alimentan

  Otra manera de recibir, experimentar y disfrutar al Cristo todo-inclusivo en el Evangelio de Juan es salir del redil de la religión y seguir a Cristo según Su voz para disfrutar la libertad de Su salvación y participar de las riquezas de Sus pastos que nos alimentan (10:1-4, 9). Casi todas las personas de la tierra tienen una religión. Si alguien no tiene la religión de otros, tiene la suya propia. Una persona puede decir que no tiene religión y que no cree en Dios. Sin embargo, tal persona es su propio dios y su propia religión.

  Cada religión es un redil. El budismo, el islamismo y el judaísmo son rediles. El judaísmo era el redil que el Señor Jesús mencionó en Juan 10. En un sentido positivo, un redil guarda y protege a la gente; pero en un sentido negativo, los encarcela. Por años estuvimos encarcelados en muchos rediles diferentes. Incluso nosotros mismos éramos nuestra propia cárcel. Pero un día creímos en el Señor Jesús y fuimos librados de nuestra prisión.

  Si queremos recibir, experimentar y disfrutar a Cristo, debemos salir de todos los rediles religiosos y seguir a Cristo según Su voz. En Juan 10:27 el Señor Jesús dijo: “Mis ovejas oyen Mi voz, y Yo las conozco, y me siguen”. Hoy en día no debemos seguir a Cristo según ninguna clase de religión, ni tampoco según nuestro propio pensamiento, el cual en realidad es una religión hecha por nosotros mismos. Lo debemos seguir según Su voz. Es por esto que debemos orar a Él y escuchar Su hablar viviente en nuestro interior, y también la santa Biblia en nuestro exterior. Necesitamos la santa Biblia exteriormente porque es posible que no escuchemos con precisión la voz interior del Señor. La santa Palabra es nuestra salvaguarda. Por lo tanto, debemos conocer la Biblia. El Señor Jesús como Espíritu siempre nos habla hoy conforme a la Biblia y por medio de la Biblia.

  Al salir del redil y seguir a Cristo según Su voz, disfrutamos la libertad de Su salvación y participamos de las riquezas de Sus pastos que nos alimentan. El Señor Jesús dijo que entraríamos y saldríamos, y hallaríamos pastos (v. 9). Esto es libertad. Cristo mismo es el rico pasto donde nos alimentamos todo el tiempo. Al alimentarnos de Él como el pasto rico, lo disfrutamos.

13. Tomamos a Cristo como la resurrección y la vida creyendo en Él para vivir la vida eterna

  En el Evangelio de Juan, recibimos, experimentamos y disfrutamos al Cristo todo-inclusivo al tomarle como la resurrección y la vida creyendo en Él para vivir la vida eterna. En Juan 11:25 el Señor Jesús le dijo a Marta: “Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en Mí, aunque esté muerto, vivirá”. Es difícil entender tal versículo, pero es fácil experimentar a Cristo conforme a este versículo. Si usted le dice al Señor: “Creo que Tú eres la resurrección y la vida”, inmediatamente vivirá la vida eterna en toda clase de situación. Si repite esta oración antes de tratar con su esposa, vivirá la vida eterna. Pero si no ora así, es posible que usted se enoje y esté totalmente en la carne. Orar así lo salvará de su carne y lo trasladará a otra esfera, a la esfera de la vida eterna. Esto no es superstición ni psicología. Muchos discípulos de Confucio aprecian mucho sus enseñanzas, pero también maltratan a sus esposas. Pero nunca he visto a una persona que diga: “Señor Jesús, Tú eres la resurrección; Tú eres la vida”, y que luego se vuelva para maltratar a su cónyuge. La razón de esto es que Cristo es el único que es viviente y real.

  Cristo es la resurrección y la vida. Él no sólo es la vida, sino también la vida que vence la muerte. Él es la resurrección. Él es viviente y poderoso. Si usted menciona Su nombre, inmediatamente Él le “electrificará”, y usted será otra persona. Al invocarle, hablar con Él y orar a Él, lo experimentará y lo disfrutará. Muchos hermanos y hermanas experimentados han escrito himnos acerca de cómo han disfrutado invocar el nombre del Señor Jesús muchas veces al día (véanse Himnos, #95 y #41). Invocar al Señor mil veces al día, o a cada minuto, no es demasiado. Podemos disfrutarle invocándole.

  Los trece puntos mencionados en este mensaje son las maneras subjetivas de recibir, experimentar y disfrutar al Cristo todo-inclusivo. Comer, beber e invocar el nombre del Señor es subjetivo. Cuando ejercitamos nuestro espíritu para tener contacto con Él en Su calidad de Espíritu vivificante, Él llega a ser nuestra experiencia y disfrute.

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