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Mensajes del libro «Línea central de la revelación divina, La»
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La línea central de la revelación divina

LA ECONOMÍA DIVINA Y LA IMPARTICIÓN DIVINA

MENSAJE DIECISIETE

LA TOTALIDAD DE LA BENDICIÓN QUE TODO LO ABARCA, LA BENDICIÓN DEL EVANGELIO COMPLETO DE DIOS EN CRISTO, CON MIRAS A QUE SE REALICE LA IMPARTICIÓN DIVINA CONFORME A LA ECONOMÍA DIVINA

(8)

  Lectura bíblica: Ro. 8:3-6; 12:2-5; 1 Co. 1:2b, 9; 6:17; 12:13; 15:45; 2 Co. 13:14

  Oración: Señor, te adoramos y te alabamos por ser Aquel que obra entre nosotros en todo. Confiamos en Ti y creemos que estás con nosotros. También tenemos la confianza y la seguridad de que estamos bajo Tu cuidado. Señor, no somos nada, no tenemos nada y no podemos hacer nada. Pero te alabamos porque te tenemos a Ti, el Cristo todo-inclusivo. Hoy venimos a Tu Palabra para aprender de Ti y aprender cómo experimentarte y disfrutarte. Señor, abre Tu ser a nosotros. Confiamos en Ti en cuanto a Tu mover y Tu obra. Señor, recordamos a los santos que están activamente laborando hoy en Moscú. Señor, recuérdalos. Te damos gracias por este momento, por Tu presencia y por todo. Amén.

II. LA MANERA DE RECIBIR, EXPERIMENTAR Y DISFRUTAR AL CRISTO TODO-INCLUSIVO EN SU CALIDAD DE ESPÍRITU TODO-INCLUSIVO Y VIVIFICANTE, QUIEN ES LA TOTALIDAD DE LA BENDICIÓN QUE TODO LO ABARCA, LA BENDICIÓN DEL EVANGELIO COMPLETO DE DIOS

C. La manera presentada en los demás libros del Nuevo Testamento

  En los mensajes anteriores vimos la manera de recibir, experimentar y disfrutar al Cristo todo-inclusivo en Su calidad de Espíritu todo-inclusivo y vivificante en el libro de Gálatas y en el Evangelio de Juan. En este mensaje comenzamos a ver la manera de recibir, experimentar y disfrutar a Cristo en los demás libros del Nuevo Testamento.

  Primero, consideraremos dieciséis puntos relacionados con la manera presentada en Romanos, 1 Corintios y 2 Corintios. La manera presentada en estos libros de recibir, experimentar y disfrutar a Cristo, Aquel que es la totalidad de la bendición que todo lo abarca, la bendición del evangelio completo de Dios, está relacionada con el Espíritu. La bendición es el Espíritu, y la manera de experimentar y disfrutar a tal Espíritu también es el Espíritu. Por una parte, el Espíritu es la bendición y, por otra, el Espíritu es la manera de participar de la bendición. Tanto la bendición como la manera son el Espíritu todo-inclusivo, y este Espíritu es la consumación del Dios Triuno procesado.

1. Andamos conforme al espíritu

  Según el libro de Romanos el primer punto con respecto a la manera de recibir, experimentar y disfrutar al Cristo todo-inclusivo en Su calidad de Espíritu todo-inclusivo es andar conforme al espíritu (Ro. 8:3-4). La palabra andar en griego significa tener nuestro ser, movernos y actuar. Denota el andar general en nuestra vida. Andar conforme al espíritu es hacer que nuestro ser esté en conformidad con el espíritu, y no sólo por o mediante el espíritu.

  Hablando con propiedad, no debemos expresar nada que no sea conforme al espíritu. Si se nos pregunta si algo está bien o no, no debemos contestar ni sí ni no. Debemos contestar conforme al espíritu. Por naturaleza, yo soy una persona rápida y franca, especialmente con mi esposa. Pero he aprendido la lección de que no debo contestarle a mi esposa según ni sí ni no, sino conforme al Señor.

  Debemos hacerlo todo conforme al espíritu. Debemos peinarnos no conforme a las instrucciones del peluquero, sino conforme al espíritu. Todo lo que decimos y hacemos tiene que estar en conformidad con el espíritu. Tal vez oremos de una manera muy espiritual y tengamos la capacidad de hablar muy bien, usando muchos términos espirituales; pero es posible que nuestra apariencia sea conforme a la moda moderna de esta era, y no conforme al espíritu. Hacer algo según las instrucciones de otra persona es muy difícil. Una persona puede ser un buen hijo o estudiante, pero es difícil que el hijo lo haga todo conforme a sus padres o que un estudiante lo haga todo conforme a su maestro. Es fácil hacer las cosas conforme a nuestra propia opinión. Debemos hacer que todo nuestro ser esté en conformidad con Cristo y no sólo por Cristo.

  En Romanos 8:3-4 Pablo dijo: “Porque lo que la ley no pudo hacer, por cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a Su propio Hijo en semejanza de carne de pecado y en cuanto al pecado, condenó al pecado en la carne; para que el justo requisito de la ley se cumpliese en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al espíritu”. La ley era ineficaz ya que era débil por causa de la carne. Debido a esto, Dios envió a Su Hijo en semejanza de carne de pecado. La frase carne de pecado en este versículo y la palabra carne en Juan 1:14 son términos negativos. Cristo, como Palabra de Dios, se hizo carne, y esa carne es la carne de pecado; pero esto no quiere decir que Cristo tuviera pecado en Su carne. En Romanos 8:3 Pablo dijo que Cristo vino “en semejanza de carne de pecado”, lo cual implica que Cristo tenía la semejanza, la forma, de la carne de pecado, pero que no tenía la realidad del pecado de la carne. Dios condenó al pecado en la carne por medio de la muerte de Cristo en la cruz en semejanza de carne de pecado, para que el justo requisito de la ley se cumpliera en nosotros los que andamos conforme al espíritu.

  Hacer que todo nuestro ser esté simplemente en conformidad con la letra impresa de la Biblia no es adecuado. Si hubiera diez veces más palabras en la Biblia, seguiría siendo inadecuado. Pero la simple frase conforme al espíritu lo abarca todo. No hay versículo en la Biblia que nos diga cómo peinarnos. Pero si andamos conforme al espíritu, el Espíritu Santo no sólo nos inquietará acerca de la manera en que nos peinamos, sino que también tocará nuestra actitud e intención. Al andar conforme al espíritu, disfrutamos al Cristo que es el Espíritu todo-inclusivo y vivificante, quien es la bendición del evangelio. Así que, el Espíritu no sólo es la bendición, sino también la manera.

2. Ponemos la mente en el espíritu

  Recibimos, experimentamos y disfrutamos a Cristo también al poner la mente en el espíritu (Ro. 8:5-6). Romanos 8:4 nos dice que andemos conforme al espíritu, y el versículo 5 nos dice que pongamos la mente en el espíritu. No debemos hacer nada que no sea conforme al espíritu, y no debemos pensar nada sin tener la mente puesta en el espíritu. Toda persona, aun un niño pequeño, es controlada por su mente. Ya que somos cristianos que buscamos al Señor, cada vez que comenzamos a pensar en algo, debemos siempre preguntarnos si nuestra mente está puesta en el espíritu. Si nuestra mente no está puesta en el espíritu, la fuente de nuestros pensamientos es la fuente equivocada. Si nuestra mente no está puesta en el espíritu, ciertamente está puesta en la carne. La carne está en contra del Espíritu (Gá. 5:17). Debido a que nuestra mente es una mente caída, todo lo que pensamos cuando nuestra mente está puesta en la carne es una ofensa para Dios (Ro. 8:7).

  El espíritu mencionado en Romanos 8:4-6 es el espíritu regenerado, donde mora el Espíritu Santo y con el cual está mezclado. John Nelson Darby en su versión New Translation, dijo que en muchos versículos del Nuevo Testamento uno no puede discernir si la palabra espíritu se refiere al espíritu humano o al Espíritu Santo. Luego, dijo que el espíritu mencionado en versículos tales como Romanos 8:4-6 se refiere al espíritu humano y al Espíritu divino. Además de esto, yo diría que el espíritu mencionado en estos versículos es el espíritu mezclado, el Espíritu divino mezclado con el espíritu humano.

  Actualmente, ya no tenemos un espíritu singular e independiente; tenemos un espíritu mezclado. Tal espíritu mezclado resulta molesto para nosotros. Muchas veces el espíritu mezclado nos perturba. En ciertas ocasiones yo quisiera decirle a mi esposa algo desagradable; pero cuando estoy a punto de decirlo, algo me molesta por dentro, y tengo que detenerme, sin terminar mis palabras. En lugar de decir algo desagradable, cambio de tono y comienzo a alabar al Señor. Tal vez yo parezca misterioso por tal comportamiento. En realidad, me comporto así porque tengo un espíritu mezclado. Todo cristiano adecuado es un misterio, y en todo cristiano adecuado hay un misterio, el espíritu mezclado. Debemos aprender a andar conforme al espíritu y poner la mente en este espíritu. Cuando ponemos la mente en el espíritu, tenemos vida y paz (v. 6). Éstas son señales del disfrute que tenemos de Cristo.

3. Permitimos que se renueve nuestra mente con miras a la transformación de nuestra alma a fin de que conozcamos la voluntad de Dios en cuanto a la vida del Cuerpo

  La manera de recibir, disfrutar y experimentar a Cristo en el libro de Romanos incluye tres cosas: primero, andar conforme al espíritu, segundo, poner la mente en el espíritu, y tercero, la renovación de nuestra mente. La renovación de nuestra mente tiene como fin que nuestra alma sea transformada para que conozcamos la voluntad de Dios en cuanto a la vida del Cuerpo (12:2-5). La mente es la parte principal del alma. Cuando la parte principal del alma esté renovada, toda el alma estará transformada. El propósito de la transformación es que conozcamos la voluntad de Dios. La voluntad de Dios revelada en Romanos 12:2 no es Su voluntad en cuanto a los asuntos de nuestra vida diaria, sino que es Su voluntad en cuanto a la vida del Cuerpo, la vida de la iglesia.

  El libro de Romanos, el cual es el evangelio de Dios (1:1), tiene cuatro secciones. La primera sección trata de la justificación (caps. 1—4); la segunda sección trata del pleno entendimiento y experiencia de estar en Cristo (caps. 5—8); la tercera sección trata de la elección de Dios (caps. 9—11); y la cuarta sección trata de la vida del Cuerpo, la cual da por resultado las iglesias locales (caps. 12—16). Primero debemos experimentar la justificación, tanto objetiva como subjetivamente. Luego, debemos tener el pleno entendimiento y experiencia de estar en Cristo. Hoy en día ya no estamos en Adán; ahora estamos en Cristo. En vista de esto, necesitamos experimentar la vida del Cuerpo y llevar una vida de iglesia apropiada en la localidad.

  Romanos 12 trata de la vida del Cuerpo. El versículo 5 dice: “Así nosotros, siendo muchos, somos un solo Cuerpo en Cristo y miembros cada uno en particular, los unos de los otros”. Necesitamos vivir la vida del Cuerpo. Para vivir tal vida, todos los miembros deben permitir que la mente sea renovada. Esta renovación nos hará personas que conocen la voluntad de Dios en cuanto a la vida del Cuerpo, la vida de la iglesia.

  Desde 1939 el recobro del Señor ha hecho énfasis en la vida del Cuerpo. En 1934 el hermano Nee dio una conferencia acerca de que Cristo es la centralidad y la universalidad de Dios. En aquel entonces, mis ojos fueron abiertos y mi vida cristiana cambió radicalmente, volviéndose de las doctrinas y el conocimiento a una persona viviente, Cristo, quien es la centralidad y la universalidad de Dios. Cinco años más tarde, después que el hermano Nee regresó de Europa, él convocó a una conferencia y comenzó a dar mensajes acerca de conocer el Cuerpo de Cristo. Estos mensajes produjeron en mí otro cambio. En primer lugar, llegué a conocer a Cristo, y en segundo lugar llegué a conocer Su Cuerpo. Conocer a Cristo sólo es la mitad de lo que necesitamos. También debemos conocer el Cuerpo de Cristo. Cristo es la Cabeza (Ef. 1:22), y también es el Cuerpo (1 Co. 12:12).

4. Participamos en la comunión de Cristo como nuestra porción

  La manera de disfrutar a Cristo es participar en la comunión de Cristo como nuestra porción (1:2b, 9). En 1 Corintios 1:2b se nos dice: “A los santificados en Cristo Jesús, los santos llamados, con todos los que en cualquier lugar invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo, Señor de ellos y nuestro”. El significado de la frase Señor de ellos y nuestro es que Cristo es la porción de los santos en Corinto y también de los santos que “en cualquier lugar invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo”. Si yo digo que cierta cosa es mía, indico que es mi posesión. De la misma manera, la frase Señor de ellos y nuestro indica que Cristo es la porción que todos los santos poseen.

  En 1 Corintios 1:9 leemos: “Fiel es Dios, por el cual fuisteis llamados a la comunión de Su Hijo, Jesucristo nuestro Señor”. Tener la comunión de Cristo es participar de Cristo, o sea, disfrutar a Cristo. Hoy día tenemos participación en Cristo. Todos los días lo disfrutamos como nuestra porción. Disfrutamos al Espíritu todo-inclusivo como la totalidad de la bendición que todo lo abarca, la bendición del evangelio completo de Dios, al participar en la comunión de Cristo como nuestra porción.

5. Participamos de Cristo como poder y sabiduría para nosotros de parte de Dios

  La manera de disfrutar a Cristo también es participar de Cristo como poder y sabiduría para nosotros de parte de Dios (1:24, 30). Para lograr cualquier cosa, necesitamos poder y sabiduría. El poder es la capacidad y la sabiduría es el camino. Según 1 Corintios 1:30, Cristo nos es hecho sabiduría de parte de Dios, como justicia para nuestro pasado, santificación para el presente, y redención para nuestro futuro. Primero Cristo es nuestro poder, y luego nuestra sabiduría, es decir, nuestro camino. Que Él nos sea hecho poder de Dios significa que ahora hay una transmisión que procede de Dios y llega a nosotros (Ef. 1:19-22). La electricidad que fluye de la planta eléctrica a un edificio es un ejemplo de cómo el poder y la sabiduría son transmitidos de Dios a nosotros.

  Sin esta transmisión de poder y sabiduría de parte de Dios, nosotros no tenemos poder ni sabiduría. Cada día el poder y la sabiduría de Dios son transmitidos de Dios el Dador a nosotros los que le disfrutamos. Por la mañana tal vez yo participe en la transmisión, pero al mediodía es posible que esté fuera de ella. Debemos aprender a permanecer en esta transmisión hora tras hora, día tras día, todo el tiempo. El poder y la sabiduría continuamente nos son dados de parte de Dios. No es algo que se haga de una vez para siempre. Nuestro disfrute de esta transmisión continua es la manera de disfrutar a Cristo.

6. Participamos de Cristo, quien es el Cordero de la Pascua y los panes sin levadura, para llegar a ser nueva masa

  Disfrutamos a Cristo también al participar de Cristo, quien es el Cordero de la Pascua y los panes sin levadura, para llegar a ser nueva masa (1 Co. 5:7-8). El cordero pascual tenía como finalidad la redención y la alimentación inicial. Los israelitas tomaron el cordero, lo mataron, derramaron su sangre y cortaron su carne en pedazos. La sangre del cordero sirvió para la redención de los israelitas, y la carne del cordero fue su alimento. Después de la pascua, tuvieron que marcharse inmediatamente de Egipto. Para poder salir de Egipto necesitaban la fuerza, y la carne del cordero les proveyó la fuerza necesaria.

  El cordero pascual fue comido con panes sin levadura (Éx. 12:8). Según su constitución intrínseca, los hijos de Israel estaban completamente leudados, es decir, habían sido constituidos pecadores (Ro. 5:19a). Pero después de comer el cordero pascual con panes sin levadura, fueron limpiados y comenzaron a tener una constitución sin levadura. Este cambio en su constitución intrínseca se efectuó por el cambio en su dieta.

  Desde que fuimos regenerados, comenzamos a tener una nueva constitución. Cristo como los panes sin levadura se convirtió en nuestro alimento sin levadura para reconstituirnos, de manera que llegáramos a ser nueva masa. Antes de ser regenerados éramos la vieja masa, llenos de levadura. Pero ahora hemos sido hechos nueva masa ya que estamos llegando a ser algo nuevo sin levadura. Esta nueva masa es la iglesia.

  En Levítico 23 fueron presentados al Señor en el día de Pentecostés dos panes cocidos con levadura (vs. 15-17). Estos dos panes representan la iglesia en dos secciones, la de los judíos, representada por los judíos en el día de Pentecostés (Hch. 2:1-4), y la de los gentiles, representada por la casa de Cornelio (10:24, 44). Los dos panes tenían levadura porque los creyentes judíos y gentiles todavía tienen pecado. Al comer a Cristo, los panes sin levadura, llegamos a ser panes sin levadura. Debemos comer al Cristo que es el Cordero y los panes sin levadura. Como Cordero, Él nos fortalece y nos sustenta. Como los panes sin levadura, nos quita la levadura que tenemos en nuestra constitución, haciendo que seamos una nueva masa.

7. Unirnos al Señor como un solo espíritu

  Disfrutamos a Cristo también al unirnos al Señor como un solo espíritu (1 Co. 6:17). En 1 Corintios 6:17 tenemos uno de los versículos más elevados de toda la Biblia. Hoy en día nosotros, como seres humanos caídos, podemos llegar a ser un solo espíritu con el Señor. Quizás esto sea difícil de creer; no obstante, es un hecho. Debido a que Pablo escribió tal palabra en su epístola, debemos creer que somos un solo espíritu con el Señor, quien es el Espíritu consumado, procesado, compuesto, vivificante y todo-inclusivo que mora en nosotros. Por ser un espíritu con Él, experimentamos Su crucifixión, Su resurrección y Su ascensión. Ésta es la manera de disfrutar a Cristo.

8. Comemos el alimento espiritual y bebemos la bebida espiritual

  Disfrutamos al Cristo todo-inclusivo también al comer el alimento espiritual y beber la bebida espiritual (10:3-4). El alimento espiritual es tipificado por el maná (Éx. 16:4, 14-15, 35), y la bebida espiritual es tipificada por el agua que fluyó de la roca hendida (17:6; Nm. 20:10-11). Hoy en día tenemos a Cristo como nuestro maná, y tenemos como nuestra bebida al Espíritu Santo que proviene del Cristo crucificado. Comer y beber así es disfrutar al Cristo todo-inclusivo.

9. Bebemos del Espíritu

  Otra manera de recibir, disfrutar y experimentar al Cristo todo-inclusivo es beber del Espíritu. En 1 Corintios 12:13 se nos dice: “Porque en un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un solo Cuerpo, sean judíos o griegos, sean esclavos o libres; y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu”. Este versículo dice que somos un solo Cuerpo porque todos fuimos bautizados en un solo Espíritu. El Espíritu primero fue el medio por el cual fuimos bautizados en un solo Cuerpo. Ahora que hemos sido bautizados en el Cuerpo por medio de un solo Espíritu, debemos beber continuamente del mismo Espíritu. Cristo nos dio a beber de un mismo Espíritu, en quien todos hemos sido bautizados. El Espíritu en quien hemos sido bautizados y de quien ahora bebemos, tiene dos aspectos, el externo y el interno. El Espíritu en el aspecto externo es el Espíritu económico, y el Espíritu en el aspecto interno es el Espíritu esencial. Somos bautizados en el Espíritu económico, y bebemos del Espíritu esencial. Así que, el bautismo se trata de lo económico y el beber del Espíritu se trata de lo esencial.

10. Participamos de Cristo, quien es el Espíritu vivificante

  También disfrutamos la totalidad de la bendición que todo lo abarca, la bendición del evangelio completo de Dios, al participar de Cristo, quien es el Espíritu vivificante (1 Co. 15:45). El Cristo encarnado, crucificado y resucitado ha llegado a ser el Espíritu vivificante. Todos los días debemos participar de Él en Su calidad de Espíritu vivificante.

11. Tenemos la unción, el sello y las arras del Espíritu

  Disfrutamos al Cristo todo-inclusivo también por medio de la unción, el sello y las arras del Espíritu (2 Co. 1:21-22). La unción es horizontal, pero el sellar es vertical. La unción del Espíritu nos impregna horizontalmente, y el sellar del Espíritu nos satura verticalmente llegando a lo más profundo de nuestro ser. Las arras del Espíritu es el anticipo, una muestra, del Espíritu. La unción, el sello y las arras revelan tres aspectos que el Espíritu tiene hoy en día. El Espíritu está sobre nosotros como Espíritu que unge; Él está en nosotros como Espíritu que sella; y Él está con nosotros como Espíritu que se da en arras. El Espíritu que unge nos impregna, el Espíritu que sella nos satura, y el Espíritu que se da en arras es la garantía, el anticipo, la muestra, dada a nosotros para nuestro disfrute. Por medio de esta acción de ungir, sellar y dar en arras, nosotros disfrutamos al Cristo todo-inclusivo.

12. El Espíritu vivificante como tinta que escribe en nuestro ministerio

  La manera de disfrutar a Cristo también es tener al Espíritu vivificante en calidad de tinta que escribe en nuestro ministerio (3:6b, 3). En 2 Corintios 3:3 se nos dice: “Siendo manifiesto que sois carta de Cristo redactada por ministerio nuestro, escrita no con tinta, sino con el Espíritu del Dios vivo; no en tablas de piedra, sino en tablas de corazones de carne”. Este versículo no sólo se refiere a los creyentes que reciben el ministerio de los apóstoles, sino también a aquellos que ministran la palabra de Dios a otros. Es necesario que Cristo escriba tanto en los creyentes como en los ministros con el Espíritu vivificante como tinta. Hoy en día el Espíritu vivificante está escribiendo en nosotros. Cuanto más escribe Cristo en nosotros con la tinta del Espíritu, tanto más disfrutamos la totalidad de la bendición que lo abarca todo, la bendición del evangelio.

  Ciertamente puedo dar testimonio de que cuanto más hablo, más escribe Cristo en mí. Actualmente algo se está escribiendo en mí. Cuando empecé a escribir los bosquejos de estos mensajes acerca de la manera de disfrutar a Cristo, mucho fue escrito en mí. Cuanto más yo escribía, tanto más se escribía en mí. De esta manera llegamos a ser ministros de la palabra. El ministerio proviene de la redacción que hace Cristo en nosotros con el Espíritu como tinta. Este Espíritu que escribe es el Espíritu vivificante.

13. Miramos la gloria del Señor para ser transformados de gloria en gloria en Su misma imagen, como por el Señor Espíritu con el elemento del Señor

  Disfrutamos al Cristo todo-inclusivo también al mirar la gloria del Señor para ser transformados de gloria en gloria en Su misma imagen, como por el Señor Espíritu con el elemento del Señor (v. 18). Actualmente, todos necesitamos tener una cara descubierta, una cara sin velo. Con una cara descubierta podemos mirar la gloria del Señor. Cuanto más miramos así la gloria del Señor, tanto más somos transformados por el Señor Espíritu. La frase por el Señor Espíritu indica una transmisión. Mientras miramos al Señor, sucede una transmisión. Esta transmisión proviene del Señor Espíritu y tiene el elemento del Señor. La transformación requiere la adición de otro elemento; sin tal adición, la transformación no es posible. Por medio de la transmisión que proviene del Señor Espíritu, en quien está el elemento del Señor, somos transformados de gloria en gloria.

  Todos nosotros estamos ocupados por la mañana, pero debemos hacer todo lo posible por apartar diez o quince minutos cada día para mirar al Señor. Hacer esto no es un desperdicio de tiempo. Si es posible, debemos reducir el tiempo de dormir. Si normalmente nos levantamos a las seis, podemos ganar quince minutos levantándonos quince minutos antes. Si tomamos otros diez minutos del tiempo dedicado a nuestros negocios, podemos tener un total de veinticinco minutos para mirar al Señor cada día. Al mirarlo a Él, recibimos un elemento del Señor que nos transformará a la gloriosa imagen de Cristo, de gloria en gloria. Ésta es la manera de disfrutar a Cristo.

14. Somos renovados en nuestro hombre interior de día en día

  Otra manera de disfrutar al Cristo todo-inclusivo es ser renovados en nuestro hombre interior de día en día (2 Co. 4:16). Hoy en día hacemos hincapié en el asunto de ser avivados cada mañana y de ser vencedores cada día. Sin embargo, Pablo también nos dice que debemos ser renovados “de día en día”. No sólo debemos vencer, sino que también debemos ser renovados. A diario nuestro hombre exterior se desgasta, se va consumiendo, y nuestro hombre interior se renueva. Esta renovación del hombre interior proviene del Espíritu, que está en nuestro espíritu. Ésta también es una manera de disfrutar a Cristo.

15. Somos renovados como nueva creación en Cristo

  Otra manera de disfrutar a Cristo es ser renovados como nueva creación en Cristo (5:17). Anteriormente, éramos la vieja creación en Adán. Debido a que fuimos trasladados de Adán a Cristo, ahora somos una nueva creación en Cristo. Este traslado no sólo es externo, sino también interno. Este traslado interno equivale a la renovación. Somos renovados a partir de la vieja creación para ser la nueva creación. El Nuevo Testamento usa la palabra renovar muchas veces (Ro. 12:2; Ef. 4:23; Col. 3:10; Tit. 3:5). Si vamos a experimentar la renovación de la mente, la renovación en el espíritu de nuestra mente, la renovación del nuevo hombre y la renovación del Espíritu Santo, tenemos que ser renovados en nuestro hombre interior de día en día. Todos estos aspectos de la renovación tienen como fin que disfrutemos a Cristo, el Espíritu.

16. Tenemos la comunión del Espíritu en el disfrute de la Trinidad Divina

  Podemos disfrutar a Cristo en Su calidad de Espíritu también por medio de la comunión del Espíritu en el disfrute de la Trinidad Divina. En 2 Corintios 13:14 se nos dice: “La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo sean con todos vosotros”. La gracia de Cristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu son para nuestro disfrute. El amor de Dios está corporificado en la gracia de Cristo, y la gracia de Cristo es impartida por medio de la comunión del Espíritu. Actualmente, al estar en la comunión del Espíritu, participamos de la gracia de Cristo y disfrutamos el amor de Dios. Este disfrute de la Trinidad Divina se halla totalmente en la comunión del Espíritu, que está en nuestro espíritu. Por lo tanto, debemos aprender la lección o bien de permanecer en nuestro espíritu, o bien de volver a nuestro espíritu. Tenemos que aprender a no ausentarnos de nuestro espíritu. Si nos encontramos lejos del espíritu, debemos hacer lo posible por volver al espíritu. En nuestro espíritu nos encontramos con el Espíritu de comunión. Por medio de la comunión de este Espíritu participamos del disfrute del Dios Triuno en todo aspecto. Este disfrute es la totalidad de la bendición que todo lo abarca, la bendición del evangelio completo de Dios.

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