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Mensajes del libro «Los de corazón puro»
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CAPITULO TRES

EL PRIMER PASO DESPUES DE LA SALVACION: LIMPIARNOS DE LA LEVADURA

LA SALVACION ES EL COMIENZO

  Una vez que una persona es salva y se hace cristiana, debe saber qué pasos necesita dar para progresar en la vida cristiana. La Biblia nos dice que después de que un cristiano es salvo, ya tiene la vida de Cristo en él. Sin embargo, recibir la vida del Señor sólo es el comienzo, y no el final. Ser salvo, ser bautizado y poseer la vida de Cristo, es el primer paso de la salvación. Aunque un creyente recién salvo tiene la vida del Señor, esta vida se halla en una etapa superficial; es decir, esta persona todavía no ha progresado mucho en lo que respecta a la vida del Señor. Muchas personas han sido salvas por años. Después de tantos años deberían mostrar un progreso profundo y avanzado en su vida cristiana, pero debido a que no han recibido la debida orientación ni su búsqueda del Señor ha sido apropiada, no han crecido mucho en cuanto a la vida divina. Ellos están continuamente pisando el mismo terreno y andan en círculos. Podemos asemejar esto a alguien que camina en la ciudad de Taipei desde la mañana hasta el anochecer todos los días por cinco años, pero que nunca va más allá de los límites de la ciudad porque todo el tiempo anda en círculos. Camina mucho, pero nunca avanza; gasta mucha energía, pero nunca hace ningún progreso. ¿A qué se debe esto? Se debe a que nunca tomó el camino directo, sino que anduvo en círculos. En contraste, sólo toma pocas horas viajar en tren desde Taipei hasta Kaohsiung porque el camino es completamente recto todo el tiempo. Sin embargo, muchos cristianos no son así. Aunque escuchan mensajes, leen la Biblia y asisten a las reuniones todo el tiempo, todavía no progresan mucho. Ellos eran así hace cinco años, y hoy todavía siguen igual; parecen tener cierto entendimiento de la doctrina, pero no saben nada respecto a la vida del Señor. A pesar de que entienden Génesis 1, Mateo 1 y muchas enseñanzas bíblicas, ellos no conocen los caminos del Señor. Aunque estudian la Biblia y han recibido la vida de Cristo, los caminos del Señor les resultan ajenos. Ellos desconocen por completo lo que significa seguir al Señor y tomar Su camino.

  El progreso en la vida cristiana es similar a tomar un tren desde Taipei hasta Kaohsiung, que se encuentra en el sur. Después de la primera estación, Panchiao, está la segunda estación, Taoyuan, y finalmente se llega a Kaohsiung. Todos los que han avanzado en el camino de Señor saben que el camino del Señor es similar. El camino del Señor es de “estación en estación”, con diferentes etapas y diferentes pasos.

PERMITIR QUE DIOS REALICE LA OBRA DE PURIFICACION

  Un creyente que desea tomar el camino del Señor, en primer lugar deberá prestar atención a mantenerse completamente limpio y libre de toda contaminación. Por ejemplo, ¿podemos usar inmediatamente una taza que ha sido sacada del basurero? Claro que no. Si queremos usarla, primero debemos lavarla y desinfectarla completamente, y entonces podremos disponer de ella. No podemos usarla hasta que no la hallamos lavado minuciosamente. Si no se lava la taza, ésta no cumple ninguna función ni sirve para nada. De igual manera, nosotros somos como esa taza; si no permitimos que el Señor nos purifique, El no podrá hacer nada con nosotros. Si queremos que el Señor trabaje en nosotros, primero necesitamos que El nos purifique completamente.

  Damos gracias al Señor por salvar a tantos de nosotros. Antes de ser salvos, todos habíamos caído en un basurero: el mundo. En verdad, comparar el mundo con un cubo de basura es valorarlo demasiado; más bien, podríamos decir que el mundo es un estercolero. De hecho, el mundo apesta más que un estercolero. Así que, antes de ser salvos, todo nuestro ser estaba contaminado y lleno de “microbios”. Nuestros pensamientos y emociones no eran limpios; éramos sucios y malignos por dentro y por fuera. Pero un día el Señor vino; Su evangelio nos fue predicado, Su voz penetró nuestro corazón, Su Espíritu se compadeció de nosotros y fuimos salvos. El Señor nos rescató y nos separó del pecado y del mal. No obstante, aunque hemos sido salvos, todavía seguimos teniendo “microbios” y estamos contaminados. Estas cosas todavía están presentes en nuestra carne y en nuestra conducta. Por consiguiente, el primer paso que debemos dar después de ser salvos, es permitir que Dios nos purifique. Si no le permitimos que nos purifique, no podremos andar en el camino del Señor. Además, si no permitimos que el Señor nos lave, El no podrá operar en nosotros.

  Ya sea que hayamos sido salvos recientemente, o que tengamos muchos años de ser salvos, necesitamos prestar oído a este mensaje. Aunque a muchos de nosotros el Señor nos “sacó de la basura” hace muchos años, hasta hoy no le hemos permitido que nos purifique de todos los “microbios” y contaminación que hay dentro de nosotros. Aunque entendamos muchas doctrinas y estemos familiarizados con las normas de la vida cristiana y conozcamos más cristianos ahora que en el pasado, no hemos avanzado. El problema es éste: aunque hemos permitido que el Señor nos “saque de la basura”, nunca le hemos permitido que nos purifique y renueve. Dentro de nosotros todavía estamos contaminados y llenos de “microbios”. Así que, para que el Señor obre en nosotros, El tiene que esperar nuestro consentimiento. Cuando le damos al Señor nuestro consentimiento, El hará la obra de purificación en nosotros. Si no estamos dispuestos o somos reacios, el Señor no podrá guiarnos ni purificarnos.

GUARDAR LA FIESTA DE LA PASCUA Y LA FIESTA DE LOS PANES SIN LEVADURA

  Los hijos de Israel, en el Antiguo Testamento, representan a aquellos que hemos sido salvos por gracia. El hecho de que ellos guardaran la fiesta de la Pascua, nos representa a nosotros quienes hemos sido salvos por gracia. Ellos fueron salvos cuando mataron al cordero y untaron su sangre en el dintel y en los postes de la puerta. Hoy, cuando recibimos al Señor y “ponemos sobre nosotros Su sangre”, el juicio y la ira de Dios pasan de largo y recibimos la salvación. Inmediatamente después de la fiesta de la Pascua, los hijos de Israel guardaron otra fiesta que se llamaba la fiesta de los panes sin levadura. Estas dos fiestas se sucedían sin interrupción alguna entre ellas. La fiesta de los panes sin levadura se iniciaba inmediatamente después de la fiesta de la Pascua. Los hijos de Israel guardaban la fiesta de la Pascua al atardecer del decimocuarto día del primer mes del año. La celebración de la Pascua comenzaba esa noche, y la noche siguiente comenzaba la fiesta de los panes sin levadura. Podríamos decir que el comienzo de la fiesta de la Pascua es el comienzo de la fiesta de los panes sin levadura. Por consiguiente, una vez que recibimos la salvación y guardamos la fiesta de la Pascua, inmediatamente después debemos celebrar la fiesta de los panes sin levadura. En 1 Corintios 5 dice: “Limpiaos de la vieja levadura, para que seáis nueva masa, sin levadura como sois” (v. 7a). Esto significa que una vez que somos salvos, debemos limpiarnos, purgarnos, de la vieja levadura. ¿Qué queremos decir con limpiarnos de la levadura? En la Biblia la levadura se refiere a la corrupción. La razón por la cual la masa de harina crece se debe a que contiene levadura. En la levadura hay un elemento “corruptivo” que causa que después de varias horas, la masa de harina se fermente. Así que, la levadura en la harina alude a la corrupción.

  Todos los seres humanos caídos llevan una vida corrupta. Algunos se preguntarán: “¿Qué quiere usted decir con una vida corrupta? ¿Cuál es la levadura en nuestro vivir?”. Usemos a una persona joven como ejemplo. Todos sabemos cómo son los jóvenes. La mente de un adolescente quizás sea limpia y pura, pero una vez que él entra en la escuela secundaria, es posible que comience a leer novelas de amor. Estas novelas de amor empiezan a entrar en él como levadura, hasta que un día esa levadura se vuelve rancia y mal oliente, haciendo que esta persona, quien originalmente era pura, gradualmente se corrompa por dentro.

  Algunos dicen que las películas son buenas y que pueden ser de gran ayuda si se usan con fines educativos. Es cierto que las películas pueden ser muy útiles en ciertos aspectos, pero desafortunadamente, la gente les da mal uso. Todos los padres saben que en la actualidad el mercado está lleno de películas que, lejos de iluminar las mentes de los jóvenes, estimulan en ellos la malicia. Muchas veces, aunque la película en sí misma es buena, el ambiente inapropiado en el que se exhibe ocasiona muchos problemas. No podemos ignorar que algunas salas de cine son más sucias que pocilgas. Algunos jóvenes me han preguntado, muy indignados: “¿Es malo ver películas acerca de ciencia e historia?”. No es malo ver películas sobre ciencia e historia si son exhibidas en la escuela, pero no deben ir a las salas de cine, porque esos lugares son inmundos sobremanera.

  Para dar otro ejemplo, podemos referirnos a los calendarios. Un calendario es algo bueno e indispensable, pero hay personas que imprimen fotografías indecorosas en ellos. ¿Qué es esto? Esto es levadura suministrada sutilmente al hombre, la cual logra que muchos jóvenes se vuelvan personas rancias y mal olientes. Los médicos y biólogos nos dicen que el mundo entero está lleno de microbios, es decir, está lleno de levadura. Este es un mundo corrupto. Los pensamientos y actos de muchas personas tienen una influencia corrupta. Simplemente por vivir en este mundo corrupto, ya sea que estemos conscientes o no, continuamente estamos siendo contaminados por las cosas infectadas y por los microbios. Cuando fuimos salvos, fuimos librados de la ira de Dios; no obstante, todavía estamos llenos de microbios y corrupción. ¿Cómo puede el Señor, entonces, trabajar en personas como nosotros? No puede hacerlo. Si queremos que el Señor trabaje en nosotros, primero debemos permitirle que nos purifique.

  Después de la fiesta de la Pascua, los hijos de Israel inmediatamente celebraban la fiesta de los panes sin levadura. Hoy, muchos cristianos guardan la fiesta de la Pascua, pero muy pocos celebran la fiesta de los panes sin levadura. Un día fui invitado a una fiesta de amor. Cuando entré en la casa, vi algo que me hizo sentir muy incómodo. Si usted siempre vive en un ambiente lleno de aire fresco, tan pronto entra en una casa que carece del mismo, inmediatamente se sentirá muy incómodo. Sus sentidos se habrán hecho muy sensibles y agudos. Pero los que están acostumbrados a vivir en otro tipo de ambiente, no sólo no se percatan de la falta de aire fresco, sino que posiblemente digan que usted es raro. Yo era uno de los invitados ese día, así que sentí que no debía decir nada. Todos estábamos sentados cantando y alabando a Dios, pero allí en la pared había un calendario que exhibía una fotografía indecorosa. Esto era como comer algo sabroso al lado de un estercolero; el sabor era desagradable.

  Hoy muchas personas son genuinamente salvas, pero no se han limpiado de la levadura que está dentro de ellas. Si un esclavo de Dios tan pequeño y humilde como yo se siente incómodo al entrar en esa casa, ¿cómo podrá Dios sentirse cómodo allí? Otros cristianos también estaban allí; no obstante, ninguno de ellos sintió nada. Mientras la gente de la casa leía la Biblia, algo inmundo se exhibía en la pared. Esto nos muestra que dicha familia nunca se había limpiado de la levadura ni había andado seriamente en el camino del Señor. Dios no tiene manera de llevar a cabo una obra profunda en esta clase de personas.

EJEMPLOS DE COMO LIMPIARNOS DE LA LEVADURA

  Los que hemos sido salvos, debemos tomar este camino con toda seriedad. Antes de ser salvos, a los jóvenes les gusta leer novelas de amor; no obstante, después de recibir la salvación, todas estas cosas deben tirarse o quemarse. Jamás deben regalarles estos libros a sus compañeros de clase, ya que eso no les hace ningún favor, sino que los daña. En 1944 fui a Weihaiwei a predicar el evangelio. La congregación, en su mayoría, estaba compuesta por agentes aduaneros. Casi todas las esposas eran salvas; no obstante, en sus casas tenían juegos de mah-jong y dominós chinos. Después de que fueron salvos, no tenían ninguna paz interior, así que vinieron a buscarme y me dijeron: “Tenemos fichas de mah-jong de muy buena calidad, las cuales cuestan mucho dinero. ¿Qué hacemos con ellas?”. Yo les respondí: “¿Por qué vienen a preguntarme esto?”. Ellos respondieron: “Porque no tenemos paz”. Entonces, les dije: “Si ustedes no sienten paz, entonces ¿por qué aún me preguntan? Si ustedes huelen algo podrido, ¿le preguntan a la gente si deben comerlo? Si ustedes sienten el mal olor del mah-jong, no necesitan preguntar si deben jugar o no”. Ellos respondieron: “Entonces, es mejor que se las regalemos a alguien”. Regalar las fichas de mah-jong es peor que ser un ladrón. Un ladrón le roba el dinero a la gente y le causa daño por corto tiempo, pero al regalar el juego de mah-jong a otros podríamos arruinar la vida de alguien y dañar a la gente por dos o tres generaciones. Así que, al final regresaron y relataron a los demás lo que les había dicho y juntaron todos los juegos de mah-jong. Entones les dije: “Todos ustedes deben quemar esos juegos de mah-jong como un testimonio para el Señor”. Entonces apilaron todas las fichas de mah-jong, y mientras dábamos un mensaje dentro de la casa, en el patio se quemaron todas las fichas de mah-jong, los dominós chinos y los dados. Este es un ejemplo de cómo limpiarnos de la levadura.

  En 1938 me hospedé en Pekín con alguien que trabajaba en el Hospital Unión. Un día él me dijo que no sabía si al Señor le agradaba una sombrilla de seda que tenía en la sala. Yo era más joven que él, así que le pregunté muy respetuosamente: “¿Después de haber gastado tanto dinero en ella, por qué piensa que no es buena?”. El respondió: “La sombrilla en sí no es el problema; el problema es que tiene unos dragones impresos en ella. ¿Cree usted que en un hogar cristiano deben haber cosas con el dibujo de un dragón?”. Entonces le dije que desde el primer día que entré en su casa, siempre que veía esos cuatro dragones, me sentía muy incómodo por dentro. Este hermano tuvo tal consideración debido a que leyó el libro de Apocalipsis. Cuando se enteró de que el diablo es un dragón, se preguntó a sí mismo: “Si pertenezco a Dios, ¿por qué permito que algo de Satanás esté en mi casa?”. Satanás es un engañador. Es por eso que hoy en día muchas personas no sólo tienen dibujos de dragones, sino que también tienen adornos de dragones, danzan el baile del dragón e incluso usan ropa bordada con dragones. Los dragones los tienen completamente fascinados.

  En 1936, cuando estaba en Tianjin, una hermana nos invitó a algunos de nosotros a cenar. El esposo de esta hermana, quien era un arquitecto famoso, no estaba en casa ese día. El techo del comedor de su casa estaba pintado con dragones. Cuando nos sentamos a la mesa, ella dijo que se sentía incómoda siempre que comía en ese comedor. Le pregunté por qué, y ella me dijo que era a causa de los dragones que estaban pintados en el techo. Entonces le pregunté por qué no le gustaban los dragones si a todo el mundo les gustaba, ya que muchas personas tienen la imagen del dragón, ya sea en sus teteras o en sus vestidos. Ella me respondió que por ser una hija de Dios no debería permitir que tales cosas estuvieran en su casa, pero como su esposo no los quería quitar, ella no podía hacer nada. La consolé y le dije que si no depende de nosotros, entonces no debemos preocuparnos.

  Puesto que somos salvos, debemos permitir que el Señor nos ilumine para que nos demos cuenta si hemos hecho mal o tratado injustamente a alguien. Si es así, debemos resolver por completo todos los problemas que tenemos con la gente. Además, si hemos adquirido algo injustamente, ya sea de nuestros parientes o en el trabajo, tenemos que remediar esa situación por completo. Si estamos dispuestos a ir al Señor y a examinarnos por dentro, nos daremos cuenta de que todo nuestro ser está lleno de levadura. Una vez, el doctor F. B. Meyer, un estadounidense, fue a Inglaterra a predicar. El dijo que un cristiano no podía ser bendecido si sólo escuchaba sermones día tras día, pero no estaba dispuesto a ser disciplinado ni sentía nada por dentro cuando le robaba dinero a su jefe o malgastaba los fondos de la compañía. Después de aquel sermón, todos los giros bancarios de las oficinas de correos se vendieron en pocas horas. ¿A qué se debió esto? Esto se debió a que muchas personas, después de ver su propia injusticia, fueron a comprar giros bancarios para pagar el dinero que habían tomado indebidamente. En esa reunión, el doctor Meyer usó como ejemplo a un joven. El dijo: “Este joven le robó tres libras y dieciocho chelines a su amo, y hasta el día de hoy no ha devuelto ese dinero”. Y luego le preguntó al muchacho: “¿Tienes paz por dentro?”. Poco después, alguien invitó a cenar al doctor Meyer. Aquel joven estaba allí esperándole y le dijo: “Hace algunos años yo de verdad le robé a mi amo tres libras y dieciocho chelines, y no tengo paz por dentro. Así que, compré un giro por tres libras y dieciocho chelines y lo puse en un sobre para enviárselo a mi amo. Dígame por favor, ¿hice bien?”.

  Una vez, Charles Spurgeon usó un ejemplo en su prédica, diciendo: “Aquí hay un joven que tiene unos guantes robados; él los debe devolver”. Cuando él dijo eso, lo dijo sin ningún motivo en particular, pero después del mensaje un joven se acercó a él y le dijo: “Le robé estos guantes a mi amo, ¿cómo lo supo usted?”. Spurgeon respondió: “Yo no sabía nada al respecto. Cuando estaba dando el mensaje, simplemente me sentí inspirado a decirlo”. El problema de muchos creyentes no es la salvación, sino que nunca han resuelto el asunto de las posesiones adquiridas injustamente. Si queremos seguir al Señor seriamente, debemos eliminar todos los ídolos, des- hacernos de las tablas de nuestros ancestros chinos y devolver todo objeto robado que tengamos en casa.

  Hace muchos años, en Kaifeng, provincia de Honan, había una hermana que tenía una imagen de Jesús en su casa. Todos los días ella se inclinaba para adorar esa imagen y tenía la costumbre de darle como ofrenda una porción de todo lo que comía. Con el tiempo, ella fue poseída por los demonios. Una hermana que la conocía me escribió y me preguntó: “¿Podemos adorar una imagen de Jesús? ¿Por qué esta hermana está poseída por los demonios si ella adoraba la imagen de Jesús?”. Yo le contesté que no debemos adorar ni siquiera una imagen de Jesús. Tenemos que usar nuestro espíritu para adorar a Jesús. El Evangelio de Juan nos muestra que cuando adoramos al Señor en espíritu y con veracidad, El nos acepta. No debemos adorar ninguna imagen, ni siquiera la imagen de Jesús, porque hay demonios detrás de esta clase de imágenes, incluso detrás de la imagen de Jesús.

DEBEMOS SER UN MATERIAL PURIFICADO EN LAS MANOS DEL SEÑOR

  Necesitamos orar mucho y volvernos a Dios. Tenemos que permitir que El nos ilumine y nos muestre si hay algo en nuestra casa, en nuestro ser o en nuestro entorno que le sea desagradable. Por ejemplo, antes de ser salvas, algunas personas no amaban a sus suegras porque ellas les ocasionaban muchos sufrimientos. Sin embargo, al recibir la salvación, esa antipatía deberá desaparecer, al igual que la aversión que algunas suegras sienten a veces hacia las nueras. En suma, si alguien no nos agrada o tenemos algo en contra de alguien —ya sea un familiar, amigo o colega—, debemos confesar y remediar cualquier conflicto que exista entre ellos y nosotros. De esta manera, aun sin predicar el evangelio, ellos se salvarán al ver nuestro comportamiento.

  Habiendo creído en el Señor, una hermana perdía su paz cada vez que recordaba cómo solía maltratar a su nuera antes de ser salva. El deseo de esta hermana era que su nuera fuese salva, pero no se atrevía a predicarle el evangelio. Así que, ella vino a verme, y yo le dije: “Puesto que usted hostilizaba a su nuera antes de haber sido salva, ¿cree usted que ahora ella le escuchará? Tiene que confesarle sus errores”. A lo cual, ella respondió: “¿Cómo podría hacer eso si soy la suegra?”. Entonces le pregunté si prefería escoger al Señor o proteger su dignidad, si prefería que su nuera fuera salva o que se fuera al infierno. Ella respondió: “En el pasado yo la hostilizaba a ella, pero ¿qué haré si yo le confieso esto a ella, y después ella me hostiliza a mí?”. Le dije que debía confiar en el Señor para que le concediera gracia en este asunto. Pocos días después regresó y me dijo: “Después de confesar mis errores a mi nuera, ella lloró y yo también. Después, las dos nos arrodillamos y oramos juntas, y ella fue salva”. ¿Pueden ver esto? Algunas veces la gente puede ser salva sin que le prediquemos el evangelio. Nosotros podemos ser muy descuidados, pero no nuestro Dios. No debemos ser descuidados o excusarnos en estos asuntos; por el contrario, debemos limpiarnos cuidadosamente de toda la levadura. De esta manera, un día todo nuestro ser será completamente limpio y libre de toda contaminación por dentro y por fuera. Además, todas las cosas en nuestra familia serán limpias. Una persona que es libre de toda contaminación es un material purificado en las manos del Señor.

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