
Hemos mencionado antes que al hacer cualquier cosa, la persona que realiza el trabajo debe ser la correcta. Si no tenemos la persona apropiada ni correcta, no podemos esperar que las cosas se hagan bien. Todos los asuntos más importantes en el mundo testifican de este principio. Por ejemplo, la constitución de un país puede ser buena y su sistema de gobierno puede ser excelente; pero si sus ejecutivos no llenan los requisitos necesarios, el país no podrá ser administrado apropiadamente. Cuando los ejecutivos sean reemplazados, aunque la constitución y sistema de gobierno sigan iguales, los resultados serán completamente distintos. Sucede lo mismo con respecto a los asuntos espirituales. Por ello, es imprescindible ver que la administración de la iglesia depende primordialmente de la persona. No estamos diciendo que los métodos no sean importantes, sino que éstos dependen de la persona que los usa. Si la persona no es la apropiada, de nada servirán los métodos, por muy buenos que sean. Para que los métodos funcionen, la persona que los usa debe ser la apropiada.
Además del problema relacionado con la persona, también hay problemas relacionados con el corazón, el cual también necesita pasar por muchos tratos. En el mundo tal vez sea suficiente tener en cuenta la persona, pero en la iglesia se debe tener también cierto estándar con respecto al corazón. Esto se debe a que en la iglesia se debe hacer todo de manera transparente y bajo la luz. No debe haber discrepancia alguna entre la condición interior de la persona y lo que ella manifiesta. Hablando con propiedad, aun en el mundo, para que a alguien se le considere una persona correcta, su corazón debe ser muy recto. Esto nos muestra la estrecha relación que existe entre el corazón y la persona. Si el corazón de alguien está desviado, aunque sea un poco, él no será un hombre sincero y genuino.
A fin de que un hombre sea apropiado, su corazón debe hallarse en buenas condiciones. Si su corazón no es apropiado, el hombre tampoco lo será. Especialmente con respecto a los ancianos, su corazón debe pasar por los debidos tratos hasta que llegue a ser apropiado. En tanto que el corazón de un anciano esté un poco desviado, de ningún modo podemos esperar que la persona de ese anciano sea la correcta. Creo que todos los hermanos que han tenido bastante experiencia en su responsabilidad como ancianos nos dirán que todos los ancianos tienen que aprender lecciones severas de quebrantamiento. Sin embargo, el quebrantamiento sólo afecta la persona del anciano. Al asumir la responsabilidad como anciano, el corazón de una persona representa un factor de suma seriedad. Si un hermano que es anciano ama mucho al Señor y le teme, y si ha aprendido muchas lecciones espirituales y está dispuesto a ser quebrantado en casi todas las áreas, pero no toma medidas con respecto a su corazón, todavía será fácil que cause problemas.
Quisiera decirles a los hermanos y hermanas lo siguiente: si bien es cierto que la espiritualidad de un hombre puede afectar la condición de su corazón delante de Dios, la espiritualidad por sí sola no suplirá las carencias que haya en su corazón. Una cosa es ser espiritual y otra tener un corazón en buenas condiciones. Por supuesto, reconocemos que estas dos cosas se afectan mutuamente. Pero ello no significa que mientras alguien sea espiritual, no tendrá ningún problema en lo que se refiere a su corazón. No existe tal cosa. Debemos recalcar enfáticamente que aquí hay una diferencia muy notable.
No quisiera hablar mucho acerca de lo que es ser espiritual en estos mensajes que tratan principalmente de la administración realizada por el ancianato en la iglesia. Hemos hablado mucho acerca de esto en los mensajes pasados. Lo que deseo hoy presentarles muy seriamente es el asunto del corazón. Con respecto a un anciano, el problema del corazón es un asunto que reviste mucha seriedad; es un factor muy importante en su función como anciano. Por muy espiritual que sea un hermano, si su corazón no está bien, no podrá ser un buen anciano. Podemos testificar de esto basándonos en nuestra experiencia.
Un anciano primeramente debe tener un corazón ensanchado. La anchura de corazón es la primera característica que debe tener el corazón de un anciano. En la Biblia hubo un gobernante muy bueno: el rey Salomón. Todos los lectores de la Biblia reconocen que él es un modelo y un personaje típico de la Biblia en lo que se refiere a la administración. Si queremos encontrar un personaje típico en cuanto a la experiencia de la cruz, tenemos que remitirnos a David. Pero para encontrar un personaje ejemplar en lo que se refiere a gobernar el pueblo de Dios, tenemos que remitirnos a Salomón. Salomón era sin duda muy competente en la administración. Sin embargo, debemos también recordar que el rey Salomón era competente en la administración por dos razones: poseía sabiduría y anchura de corazón. En realidad, éstos son dos aspectos de una misma cosa.
Ustedes recordarán que Salomón subió al trono siendo aún muy joven. En cuanto subió al trono, él fue a ofrecer sacrificios a Dios. Por la noche, cuando Dios se le apareció, Salomón oro, diciendo: “Ahora, pues, oh Jehová, Dios mío, has hecho a Tu siervo rey en lugar de David, mi padre, aunque soy muy joven y no sé cómo salir ni entrar [...] Da, pues, a Tu siervo un corazón con entendimiento para juzgar a Tu pueblo y para discernir entre lo bueno y lo malo” (1 R. 3:7-9). Él quería que Dios le diera sabiduría. Todos sabemos que lo más necesario para poder manejar bien es tener sabiduría. No es suficiente ser astuto, puesto que la astucia es algo común, mientras que la sabiduría es extraordinaria. Salomón sentía profundamente que para que un joven rigiera las miríadas del pueblo de Dios, necesitaba sabiduría de parte de Dios. Fue por ello que le pidió a Dios sabiduría. Sin embargo, sorprendentemente, aunque él sólo pidió sabiduría, Dios también le concedió, además de sabiduría, un corazón ensanchado. En 1 Reyes 4:29 leemos: “Dios dio a Salomón sabiduría, gran entendimiento y anchura de corazón, como la arena que está a la orilla del mar”. Aquí dice que la anchura de corazón era como la arena que está a la orilla del mar. Hay un proverbio chino que habla de tener un corazón tan ancho como el mar; sin embargo, aquí se nos habla de tener un corazón tan ancho como la arena que está a la orilla del mar. La orilla del mar circunda el mar. Las Escrituras dicen que Dios puso “arena por límite al mar” (Jer. 5:22). Por consiguiente, el corazón de Salomón era más ancho que el mar.
Cuando Dios le dio a Salomón sabiduría, también le dio anchura de corazón. Tenemos que saber que todos los sabios tienen corazones ensanchados, y todos los necios son estrechos de corazón. Si usted quiere ser una persona necia, déjeme que le indique cómo: simplemente haga que su corazón sea estrecho. Si usted ensancha su corazón, llegará a ser la persona más sabia. No es posible separar un corazón ensanchado de la sabiduría y la prudencia; es por eso que digo que son dos aspectos de una misma cosa.
El orgullo es una expresión de la necedad. Pero ¿cuál es la causa del orgullo? La estrechez de corazón. Cuando una persona es pequeña y tiene un corazón estrecho, fácilmente se vuelve orgullosa. Es muy difícil que una persona de corazón ensanchado sea orgullosa. Por ejemplo, en este momento tenemos un pequeño huésped en nuestra casa. Él siempre me está jactando; es una persona orgullosa típica. Cuando se pone sus zapatitos, se siente tan emocionado que camina con altivez. Sin embargo, hermanos y hermanas, una persona ensanchada no sentiría nada respecto a un par de zapatos; incluso si le dieran dos automóviles, no sentiría nada. Esto se debe a que ha sido ensanchada. El orgullo es la expresión de la estrechez de una persona. Supongamos que usted da un mensaje excepcionalmente bueno un día y, como resultado, se infla de orgullo. Ese orgullo pone de manifiesto su estrechez. Pero si usted tiene un corazón ensanchado, aunque haya predicado bien mil veces —y no sólo una vez— no sentirá nada. Toda necedad pone de manifiesto que el corazón de una persona es estrecho, y todo orgullo pone de manifiesto lo muy pequeña que ella es.
Si una persona es estrecha, su corazón también lo será. ¿Qué significa ser una persona ensanchada? Significa ser alguien que tiene un corazón ensanchado. Quizás dicha persona obtenga muchos logros, pero no sentirá nada. Quizás disfrute mucho sus logros, pero no meditará en ello desmedidamente. La razón de ello es que tal persona tiene un corazón ensanchado. Si alguien se jacta todo el tiempo de los logros que ha obtenido, ello pone de manifiesto su pequeñez.
Una persona que vela por el pueblo de Dios necesita de mucha sabiduría, pero el secreto de la sabiduría es tener anchura de corazón. Quisiera detenerme aquí un poco con los hermanos y hermanas para considerar este asunto de la anchura de corazón. Ustedes no se imaginan cuánto esto afecta a quienes sirven como ancianos. Muchos de sus juicios desacertados se deben a la estrechez de sus corazones. A simple vista lo que les falta a ustedes es sabiduría, pero el problema en realidad es la estrechez de corazón. Cuando se manejan numerosos asuntos de manera deficiente, quizás ustedes lo atribuyan a su falta de sabiduría; pero, en realidad, esa falta de sabiduría se debe a que tienen un corazón estrecho. Si tan sólo ensancharan su corazón, de inmediato llegarían a ser personas llenas de sabiduría.
Por lo tanto, hermanos, aprendan a ensanchar sus corazones en todo. Todo el que aparente tener un corazón ensanchado, es orgulloso. Todo el que se esfuerza por tener un corazón ensanchado, es presuntuoso. No debemos comportarnos nunca de esa manera, sino que al tratar cualquier asunto, debemos aprender a ensanchar nuestro corazón. Ya sea al aprender la verdad, al procurar ser espirituales, al tener contacto con los hermanos y hermanas, al discernir a otros o al manejar los asuntos prácticos, debemos aprender a tener un corazón ensanchado. Cada vez que tratemos los asuntos de la iglesia o toquemos algún asunto espiritual, debemos aprender a tener un corazón ensanchado. Necesitamos seguir siendo ensanchados. La anchura de corazón puede resolver muchos problemas.
Supongamos que hoy todos en la iglesia se enteraran de cierto asunto, pero a usted se le ocultara. ¿Culparía a los demás en su corazón? Usted no lo hará si su corazón ha sido ensanchado. De lo contrario, se quejará por lo que han hecho. Supongamos que un hermano lo ofende hoy. ¿Podría olvidar el asunto? Ello dependerá de si su corazón ha sido ensanchado o si todavía es estrecho. Si su corazón todavía es estrecho, no podrá olvidar el asunto; pero si ha sido ensanchado, podrá olvidar la ofensa. Todas las cosas en la iglesia pueden ser gobernadas por este principio.
Entre 1936 y 1937, por un año o dos, estuve laborando frecuentemente en cierto lugar en el norte de China. En aquel tiempo había un grupo de hermanos que eran muy preciosos. Casi todos ellos amaban al Señor, pero lo extraño era que siempre había problemas en esa iglesia. Aquellos que causaban los problemas no eran los otros hermanos y hermanas, sino los pocos hermanos responsables. Durante ese período estuve visitando ese lugar una vez cada tres o cuatro semanas; y cada vez que iba, daba varios mensajes. Después de dar los mensajes, reunía a los hermanos responsables para tener comunión y orar, y resolver el problema entre ellos. Pero poco después que me iba, volvían a surgir los problemas.
Recuerdo claramente que fue allí que por primera vez me referí a David como el ejemplo típico de alguien que experimenta la cruz. El Señor me dio mucha luz en aquel entonces, y las palabras que hablé fueron muy enfáticas. El tema del mensaje en aquella ocasión tocaba el punto de que un hermano que toma la delantera debe aprender a escoger la cruz y a experimentarla. Después de dar el mensaje, esos pocos hermanos que tomaban la delantera alabaron y dieron gracias al Señor, y pensaron que su problema había sido resuelto. Todos ellos oraron juntos e hicieron las paces. Yo partí de allí muy gozoso, sintiéndome muy contento de que el problema que tenían había sido resuelto. Pero en menos de dos o tres semanas, me llegaron noticias de que nuevamente estaban teniendo problemas.
Si ustedes estudian la causa de este problema cuidadosamente, descubrirán que no tenía nada que ver con su amor por el Señor, pues cada uno de ellos amaba al Señor. Sin embargo, lo extraño es que cada uno de los tres o cinco hermanos responsables tenía un corazón estrecho. Ellos discutían sobre los detalles más pequeños en todas las cosas, fuesen grandes o pequeñas. A veces discutían acerca de qué tan grande debían hacer el marco de una de las puertas del salón de reuniones. Por ejemplo, uno decía que debía medir tres pies de ancho, y otro decía que debía medir cuatro pies. No estaban dispuestos a ceder el uno al otro, y se contrariaban mucho. Lamentablemente, aunque yo percibía un poco su dificultad, aún no podía darles una palabra clara debido a mi falta de experiencia. Si lo mismo ocurriera hoy, de una manera clara les diría que es innecesario que escojan la cruz o sean quebrantados; lo único que necesitan es ensanchar sus corazones.
Hermanos, hoy en día hay dificultades en muchas iglesias locales debido a que los ancianos no tienen un corazón ensanchado. Por esa razón, estoy plenamente de acuerdo con que los ancianos en las diferentes localidades deben salir a visitar otros lugares. Los que están en Taipéi deben visitar Tainán, Kaoshiung y Hualien. Los que están en otros lugares también tienen que salir a visitar otros lugares. Una vez que visiten otros lugares, su corazón será ensanchado. Si las circunstancias lo permiten, sería aún mejor viajar al extranjero. Una vez que uno realice una visita, su corazón se ensanchará. No está bien que sea orgulloso, ni tampoco que sea jactancioso. Asimismo está mal que se esfuerce por ser amplio, pero usted debe aprender a ensanchar su corazón. Tener un corazón ensanchado no significa comportarse relajadamente. Usted aún debe ser estricto consigo mismo, pero su corazón para con los demás debe ser ensanchado.
Por supuesto, la vida natural jamás puede aprender esta lección. Con frecuencia, un hombre natural de modo fingido intentará ensanchar su corazón. Pero para ensanchar nuestro corazón, lo que necesitamos es la abundante gracia del Señor. Recuerden que la capacidad para perdonar a otros está relacionada con la anchura de corazón. La capacidad para bendecir a los que nos maldicen también tiene que ver con tener un corazón ensanchado. Nuestro corazón debe ser tan ancho que si otros nos ofenden, podamos perdonarlos en cuanto nos confiesen su falta. Aunque otros quizás nos persigan e inflijan daño, con todo, podremos amarlos. Ser capaces de perdonar a otros cuando nos han ofendido es algo relacionado con la anchura de corazón.
¡Oh, la sabiduría que proviene de un corazón ensanchado es inmensurable! En todo lo que hagamos, está bien que seamos disciplinados, y está mal que seamos presuntuosos. Pero lo más importante es que nuestro corazón sea ensanchado. Si su corazón no es lo suficientemente amplio, ustedes deben prepararse para los errores que cometerán en el futuro; ciertamente comerán el fruto del remordimiento. Supongamos que un hermano nos pide que hagamos algo hoy. Si nuestro corazón no es lo suficientemente amplio y no accedemos, ciertamente nos lamentaremos después. O, si un hermano nos pide perdón, y no lo perdonamos debido a la estrechez de nuestro corazón, ciertamente lo lamentaremos más tarde. Por lo tanto, hermanos, nuestro corazón tiene que ser ensanchado. Somos personas estrechas, pero debemos aprender a ensanchar nuestro corazón. El ochenta o noventa por ciento de las veces que discutimos con algún hermano se debe a la estrechez de nuestro corazón. En los años recientes no he conocido a muchos que tengan un corazón ensanchado.
La sinceridad aquí no se refiere al hecho de no mentir ni engañar; más bien, se refiere a la veracidad y genuinidad. Significa no hablar con palabras torcidas ni valernos de ninguna diplomacia o maniobra. Si se puede hacer algo, usted simplemente lo hace; y si no se puede hacer, usted simplemente no lo hace. No se vale de maniobras diplomáticas. En estos años he visto muchas cosas deshonestas entre los hijos de Dios. A veces, incluso cuando un hermano le da a usted una prenda de vestir, no está siendo sincero. ¿Entiende lo que le digo? Él no le da una prenda de vestir porque lo ame y sienta que necesita ropa, sino porque quiere que usted haga algo por él, y teme que no vaya a hacerle ese favor. Es por eso que le da esa prenda de vestir. Recuerden que esto es algo que proviene de un corazón deshonesto. Entre los gentiles esto no sería considerado engañoso, pero en la iglesia sí es deshonestidad.
Muchas veces los que son ancianos son demasiado experimentados. Perdónenme por decirles esto; pero son tan experimentados que se han vuelto muy astutos. Interiormente, el hermano quizás no esté contento con usted, pero ponga una sonrisa. Es correcto que él no se enoje con los demás aunque esté descontento con ellos, pero tampoco debe fingir estar contento, pues eso es falsedad. Dicho hermano debe tener una actitud sobria ante los demás; es decir, debe dejarles saber que no está contento. Eso es lo correcto. Está bien que usted no se enoje, pero no está bien que finja y ponga una cara sonriente. Ustedes deben comportarse debidamente con un corazón sincero. En cualquier organización social las personas pueden fingir y comportarse diplomáticamente y tratar de manipular las cosas. Pero los hermanos y hermanas, especialmente los que son ancianos, deben ser genuinos. Deben aprender a tener un corazón sincero delante de Dios. Nuestras palabras, nuestra expresión, nuestra actitud y nuestro contacto con los hermanos y hermanas deben ser genuinos.
Hermanos, cada vez que ustedes no sean genuinos, esto significa que tienen una motivación, y dicha motivación significa que se están comportando de manera diplomática. En la tipología esto es la lepra en la vestimenta como se menciona en Levítico 13. Si yo le doy algo a un hermano, debe ser porque siento una carga, un sentir y amor de parte del Señor. Lo que haga externamente debe provenir de mi interior. Esto es algo muy hermoso. Pero si nunca he tenido esa carga, dirección ni amor, es lepra darle algo a un hermano a fin de obligarlo a que haga algo por mí. Nunca debemos hacer esto. Tal vez esto lo haga la sociedad, pero no debe hacerse en la iglesia. Debo repetirles esto una y otra vez: es cierto que no debemos enojarnos cada vez que nos plazca, ni debemos hablar descuidadamente, pero, al mismo tiempo, no debemos usar maniobras. Nuestra actitud externa debe expresar la condición interna de nuestro corazón. Nunca debemos tomar esto a la ligera. Si usted quiere ser un anciano genuino, encontrará que esta lección es muy difícil de aprender. No es fácil abstenernos de actuar diplomáticamente y a la vez no dejar de ser estrictos para con nosotros mismos delante de Dios.
Hermanos, perdónenme por decirles esto: a veces cuando ustedes se vuelven muy experimentados en tratar los asuntos, en realidad llegan a ser personas de doble cara. Una cara está frente a la luz y la otra está en oscuridad. En otras palabras, una cara es negra y la otra es blanca. Eso no está bien. Ningún anciano debe comportarse de esa manera. Eso es equivalente a un anciano que actúa con doblez y dice dos cosas diferentes. Un anciano únicamente debe tener una sola expresión y manifestación por dentro y por fuera. Espero que todos los hermanos aprendan esta lección.
Todos los que intentan manipular las cosas, lo hacen para evadir o evitar dificultades. Pero cuanto más trate usted de evadir o evitar cosas, más difícil le resultará tratar los problemas. Si usted no es capaz de confrontarlos, es mejor que no haga nada y deje que los problemas salgan a la superficie. No es necesario que los confronte. Si usted procura ser genuino en todo momento, muchas veces las dificultades se irán solas. En particular me gusta mucho la persona de Moisés en el libro de Números. Él nunca manipulaba nada entre los israelitas. Ustedes tienen que reconocer que él tenía una mente muy brillante, era un hombre lleno de sabiduría, perspicacia, conocimiento y capacidad. Sin embargo, a pesar de ello, lo vemos como una persona muy simple entre los israelitas. Él era una persona genuina, y tenía un corazón sincero. Algunos dicen que una persona simple es una persona insensata. Reconocemos que eso es cierto, pero recuerden que esa clase de necedad no es una necedad mala, sino buena. Ustedes tienen que aprender a tener un corazón que es sincero.
Algunos ancianos obviamente están descontentos con ciertas personas. Sin embargo, no dirían eso cuando están con ellas cara a cara, sino que hablarían a espaldas de ellas. Eso no es ser sincero. Si usted no puede decirle algo a alguien en su cara, no debe decirlo a sus espaldas. Si no puede decirlo en la luz, tampoco debe decirlo en la oscuridad. Los ancianos tienen que aprender a ser sinceros hasta tal punto. No hay nada malo si usted no es capaz de decir algo cara a cara, pues es posible que las circunstancias o las condiciones no se lo permitan. Además, debemos aprender a vivir delante de Dios, pues a veces incluso Dios no nos permite decir nada. Sin embargo, no está nada bien que usted no le diga nada a alguien en su cara, pero se lo diga a otros, o que pinte un cuadro blanco cuando está delante de esa persona, pero después pinte un cuadro negro cuando está con otra persona. Todos los ancianos que son de beneficio para la iglesia son los que son veraces. Si yo puedo decir algo y en mi interior me siento dirigido a decirlo, debo decirlo. Pero si no puedo decir algo ni tampoco me siento dirigido a decirlo, entonces no debo decirlo. Todo lo que yo diga debe ser lo mismo, no importa a quién se lo diga, si a los hombres, a Dios o a Satanás. Eso es ser un anciano. Este tipo de persona sincera nunca teme la confrontación. Él les dice lo mismo a los que se le oponen como también a los que están de acuerdo con él. Nunca teme confrontar las dos partes contrarias.
Hermanos, no piensen que esta lección es fácil de aprender. Estoy seguro de que todos ustedes desean servir al Señor, y que ninguno de ustedes es deshonesto. Pero esto se refiere a la sinceridad en el sentido general. La sinceridad de la cual estamos hablando hoy significa mucho más; significa no evadir las situaciones ni manipular. Tengo que aprender solamente a ser restringido por Dios y a vivir delante del Él. Cuando la respuesta es sí, debo decir que sí; y cuando la respuesta es no, debo decir que no. Cuando sea permisible hacer algo, debo hacerlo, pero cuando no lo sea, no debo hacerlo. Además, todo lo que haga en público, debe ser lo mismo que hago a solas. Ésta es la sinceridad de la cual estamos hablando. Sólo esta clase de corazón podrá brindarle a la iglesia un verdadero beneficio. La administración de la iglesia no es una cuestión de especulación; usted no puede jugar a la política y pensar que mientras sea exitoso en ello, nada más importa. Eso no funcionará, pues no resistirá jamás la prueba del tiempo. Si usted es una persona de doble cara, los demás quizás no lo sepan por ahora, pero a su tiempo todos lo sabrán. El tiempo pone todo a prueba. A fin de que la iglesia obtenga un beneficio, un anciano debe aprender a ser una persona que tiene un corazón sincero.
Cuando decimos que el corazón de una persona debe ser recto, no queremos decir simplemente que no debe ser torcido. Lo que queremos decir es que no debe haber ningún motivo o propósito escondido en su corazón. A fin de velar por la iglesia, los ancianos deben tener un corazón tal que puedan decir delante de Dios que la ayuda que les brindan a los hermanos y hermanas y la dirección que les dan en su búsqueda espiritual no tienen en absoluto motivos ocultos. Eso es lo que significa ser recto. Muchas veces los ancianos visitan a otros con algún otro motivo. A veces invitan a los hermanos a un ágape también con cierta motivación. Parece que cuando invitan a alguien, esa persona debe someterse a su control. Eso es tener una motivación; en esto consiste la política. Esto no es ser rectos. Cuando invitemos a otros a un ágape para tener comunión con ellos, debemos invitarlos con ese único propósito. Si tenemos otro motivo, debemos decírselo claramente. Eso es ser rectos. En la iglesia —y especialmente respecto a los hermanos que toman la delantera y los que están a cargo de la administración de la iglesia—, nadie debe tomar ventaja de las oportunidades. Incluso si la oportunidad está disponible, no deben sacar provecho de ella. De lo contrario, su corazón no será recto.
A fin de manejar los asuntos de la iglesia, los ancianos deben tener un corazón recto y la manera en que se conducen debe ser recta. No deben andar por una senda torcida. Supongamos que usted tiene dificultades con un hermano y no puede hallarle solución al problema. Así que usted acude al cuñado de ese hermano para que hable con la esposa del hermano, y ella a su vez hable con su esposo. Nunca debemos hacer tal cosa. Si el Señor lo dirige a usted a hablar con el cuñado de ese hermano, eso es diferente; pero si no es así, nunca debe conducirse como la gente del mundo, que se vale de atajos u otros recursos.
Creo que después de hablarles de todas estas cosas, ustedes pueden entender lo que quiero decirles. Los ancianos de la iglesia deben aprender a ensanchar continuamente sus corazones. Es correcto no ser presuntuosos, jactanciosos ni desear ser grandes; pero, al mismo tiempo, nuestro corazón debe ser ensanchado. Además de esto, nuestro corazón debe ser sincero y recto, y no debemos tratar de usar a otros. Si usted necesita que alguien lo ayude con algo, simplemente dígaselo claramente. Si no es conveniente para la otra persona, entonces no debe tratar de forzar el asunto. No evada los asuntos, ni tampoco trate de usar a otros. Debemos tomar medidas con nuestro corazón delante del Señor hasta este grado.
Originalmente, yo quería decirles también que nuestro corazón debe ser puro. Pero no necesitamos hablar de ello por ahora, porque la pureza está incluida en la sinceridad y la rectitud. Si usted puede ser sincero, veraz, recto e íntegro, su corazón ciertamente será puro. Si usted tiene este tipo de corazón, Dios encontrará en usted un camino por el cual avanzar; Él podrá usarlo para velar por la iglesia, y usted llegará a ser de mucho beneficio para todos los hermanos y hermanas.