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Mensajes del libro «Manejo de la iglesias por parte de los ancianos, El»
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CAPÍTULO OCHO

LA COORDINACIÓN DE LOS ANCIANOS

  En el capítulo acerca de la autoridad, mencionamos que la autoridad de los ancianos depende de la coordinación. Por consiguiente, hay una estrecha relación entre la coordinación de los ancianos y el hecho de que ellos sean la autoridad. Si entre los ancianos de una iglesia local no hay coordinación, no importa cuán fuerte pueda ser un anciano por sí solo, su fuerza no servirá de nada. Sin embargo, cuando hay coordinación entre los ancianos, aunque ellos sean débiles, aún permanecerán firmes y seguirán adelante. La fuerza que tengamos es inútil si no hay coordinación, mientras que la debilidad es tolerable cuando hay coordinación. Con esto podemos ver que la coordinación de los ancianos es de suma importancia.

I. DEBE HABER PLURALIDAD DE ANCIANOS

  La Biblia nos muestra que en cada iglesia debe haber pluralidad de ancianos. Una iglesia no puede tener sólo un anciano. Si solamente hay un anciano en una iglesia local, la condición es anormal y no se ajusta a la Biblia en absoluto. No importa cuán joven sea una iglesia, al menos debe haber dos o tres ancianos. Por causa de la coordinación, debe haber pluralidad de ancianos. Si una sola persona se hace cargo de todo, asume la responsabilidad por todo y lo hace todo, es como si estuviera cantando un solo. Sin embargo, la administración de la iglesia no es como cantar un solo, sino que es más bien como el coro de una obra de teatro. Por lo tanto, los ancianos deben coordinar juntos. Siempre que la coordinación esté ausente entre los ancianos, ellos perderán su valor. El valor de los ancianos depende de su coordinación. Es por esa razón que debe haber pluralidad de ancianos.

II. UNA MINIATURA DEL CUERPO

  La iglesia es el Cuerpo de Cristo. Una iglesia local es la expresión del Cuerpo de Cristo en determinada localidad, mientras que los ancianos de una iglesia local son la miniatura de la expresión de ese cuerpo. Cuando los ancianos se reúnen para coordinar, ellos constituyen la forma más pequeña de este cuerpo y, como tal, son una miniatura del Cuerpo de Cristo.

  En esta era la mayor necesidad de Dios es que la iglesia sea edificada. Donde no hay edificación, prácticamente podemos decir que no hay iglesia. Basándonos en la manera en que los israelitas se pusieron en orden de batalla conforme a las casas paternas en el libro de Números, hemos visto cómo la iglesia necesita ser edificada. En esta edificación los ancianos ocupan una posición importante y sobresaliente. Si una iglesia no tiene ancianos, no solamente no habrá ninguna edificación, sino que será extremadamente difícil que exista la iglesia. Sin los ancianos, no es posible hablar de edificación.

  A fin de que una iglesia sea edificada, lo primero que se necesita es que los ancianos sean edificados unos con otros. ¿Cómo puede una iglesia ser edificada si sus ancianos no han sido edificados entre sí? La edificación de la iglesia depende de la coordinación de los santos; pero si los ancianos que forman parte de la iglesia no son capaces de coordinar juntos, ¿cómo podrán ayudar a los hermanos y hermanas a coordinar? Por lo tanto, la edificación y la coordinación que se realizan en la iglesia están completamente en manos de los ancianos y dependen de ellos. Más aún, los ancianos deben ser quienes tomen la iniciativa y sirvan de ejemplo en la edificación de la iglesia. Si no hay una verdadera edificación y coordinación entre los ancianos, no habrá quien tome la iniciativa en la edificación y coordinación de la iglesia. En otras palabras, la edificación no podrá tener ningún inicio ni forma alguna de llevarse a cabo. Por consiguiente, por causa de la edificación de la iglesia, los ancianos deben ser un modelo y un ejemplo de coordinación. Este modelo y ejemplo es lo que sirve de inicio en la iglesia local. Sólo así los ancianos podrán, de forma práctica, conseguir que los santos sean edificados conjuntamente y que coordinen mutuamente. Los ancianos lograrán esto porque los santos ya han visto en ellos un modelo. De ese modo, espontáneamente podrán ayudar a los santos a avanzar por este camino de coordinación y edificación.

  Así pues, vemos que el cumplimiento de la voluntad de Dios depende de la iglesia, y que la iglesia es totalmente una cuestión de coordinación y edificación, mientras que la coordinación y la edificación a su vez dependen totalmente de los ancianos. Los ancianos son la más pequeña miniatura del Cuerpo. Si no hay coordinación ni edificación entre los ancianos, no será posible hablar de la coordinación y edificación de la iglesia.

III. ES NECESARIO SER COMPETENTES EN TODO

  No es suficiente que un anciano sea competente en cierto aspecto o en cierta área solamente; no, los ancianos deben ser competentes en todo; es decir, deben ser capaces de pensar, esforzarse, velar por la iglesia, prever las cosas y ejecutarlas. Asimismo deben ser capaces de proteger, resistir la oposición y edificar. Es necesario que ellos sean todo-inclusivos con respecto a su habilidad. Muchos de los hermanos que están aquí presentes han tenido la experiencia de ser un anciano. Sin duda alguna muchas veces se han sentido incapaces de atender el gran número de necesidades que hay en la iglesia. Son muchas las cosas que debiéramos haber visto y no hemos visto. Son muchas las cosas que debiéramos haber pensado y no hemos pensado. Son muchas las cosas de las que debiéramos guardarnos, y en nuestra necedad no nos hemos guardado. Son muchas las cosas que debiéramos haber tenido en cuenta, pero las hemos descuidado. Son muchas las cosas que debiéramos haber hecho, pero hemos desaprovechado la oportunidad. Son muchas las cosas que debiéramos haber dicho, pero no dijimos. Debimos haber tratado algunos asuntos, pero no supimos cómo hacerlo. Son muchos los asuntos que debemos resolver, o en los cuales debemos tomar la delantera o brindar ayuda, pero no encontramos la forma de hacer lo que debemos hacer. Sabemos que necesitamos estudiar la Biblia, pero no sabemos cómo hacerlo. Sin duda alguna sabemos que necesitamos predicar el evangelio, pero no sabemos cómo hacerlo. Por experiencia hemos descubierto que los ancianos tienen que ser competentes en todo. Sin embargo, estamos carentes en muchas áreas. Por esta razón, necesitamos ver que los ancianos deben coordinar entre sí, ya que nadie es competente en todo.

  Un miembro no puede ser competente en todo; sólo el cuerpo es capaz de hacerlo todo. Los ojos sólo pueden ver; los oídos sólo pueden oír; las manos sólo pueden laborar, y los pies sólo pueden andar. Es imposible que un solo miembro sea competente en todo. Un hermano o hermana sólo puede tener esa pequeña medida de don que posee; no puede ser competente en todo. Incluso el apóstol Pablo tuvo que reconocer que no podía hacer la obra de Pedro, o de Jacobo, o de Juan. Aunque Pablo era un apóstol con muchos talentos, y aunque era dotado de muchas maneras, era muy débil en aquellas áreas que no eran su especialidad. Él no podía reemplazar la especialidad de Pedro ni la de Juan.

  Cuando los ancianos en la iglesia vean la necesidad de ser competentes en todo, de inmediato verán la necesidad de coordinar. Es imposible que usted por sí solo atienda las múltiples necesidades de la iglesia. Tal vez usted sea diestro para planear, pero no sea capaz de llevar a cabo sus planes de manera práctica. Tal vez usted sea bueno para laborar, pero sea muy débil para planear. Es posible que usted sea especialmente bueno para pastorear, pero sea débil cuando se trata de manejar los asuntos prácticos. Es posible que usted sea muy bueno para manejar los asuntos prácticos, pero tenga carencias en el suministro de vida. Por lo tanto, ustedes pueden ver que ningún anciano puede por sí solo atender todas las necesidades. A fin de atender todas las necesidades, los ancianos deben coordinar entre sí.

  Es lamentable ver a los ancianos que sirven juntos sin estar conscientes de que tienen que coordinar a fin de ser competentes en todo. Si vemos que los miembros del cuerpo no tienen la misma función, comprenderemos que los dones de los ancianos también son diferentes. Algunos deben ser la mano, otros el pie, el ojo o la boca. Por ejemplo, usted no puede esperar que cada uno de los ancianos tenga discernimiento; algunos ancianos necesitan que otros sean su discernimiento. Otros ancianos quizás tengan muy buen discernimiento, pero no sean muy cálidos; así que necesitan de la calidez de otros. Muchas veces, los que son fervientes de corazón tienen ojos que no ven, y los que tienen una vista aguda son fríos de corazón. Cuanto más claramente una persona vea, más frío se vuelve su corazón; y cuanto más fervorosamente ella ame, más necia es. Es por ello que todos debemos coordinar juntos. Los que tienen una vista aguda necesitan que otros sean su corazón, y los que son demasiado fervorosos en su corazón necesitan que otros sean sus ojos.

  Por ejemplo, tal vez a usted le parezca muy precioso cierto hermano. Usted no debe amarlo sin ninguna consideración al respecto; en vez de ello, debe llevar el asunto a la comunión entre los ancianos y permitir que los que tienen discernimiento juzguen el asunto. Si usted acepta esta coordinación, tendrá discernimiento. Asimismo, si usted tiene discernimiento, no es necesario que usted ejercite este discernimiento directamente. Si lo hace, probablemente será para otros como un cuchillo o una pistola; usted es demasiado penetrante y, por tanto, debe coordinar con alguien más. Usted puede ser para otros su discernimiento, y otros pueden ser para usted su boca. Quizás haya que dar un mensaje, pero usted no lo dé porque no tiene el don para hablar. Usted sólo tiene discernimiento; no puede ser el portavoz. Usted puede entonces presentar su sentir a los ancianos en comunión y aceptar coordinar con los ancianos que tienen la capacidad de hablar. Cuando ellos hablen, usted sentirá que no sólo ellos son los que hablan, sino que es el hablar de los ancianos en coordinación. En ese hablar hay discernimiento, y también amor y afecto. Aparentemente, en ese mensaje algunos de los ancianos expresan sus palabras; pero en realidad, el mensaje es el resultado de la comunión de los ancianos. En esta comunión hay discernimiento y calidez, así como también luz espiritual y experiencia. Es un mensaje, pero se halla en él la coordinación que incluye toda clase de dones.

  Hermanos, espero que los ancianos en todas las localidades manifiesten todos los dones de esta manera. Para ello, la coordinación es necesaria. Usted no puede depender de sí mismo todo el tiempo, pensando que posee elocuencia, previsión y amor. Yo no creo eso, y espero que usted tampoco. Tal vez usted sólo tenga previsión, pero no tenga amor. Tal vez sólo tenga amor, pero su vista sea muy deficiente. Incluso si posee ambas cosas, es posible que no sea elocuente. No confíen demasiado en sí mismos. Los ancianos deben tener comunión entre sí; deben someter su amor a la comunión, y asimismo deben someter a la comunión su previsión, su luz de vida y su experiencia. Después de esto, uno o dos ancianos pueden ser la boca que habla. Sólo entonces lo que ellos hablen lo incluirá todo. Creo que los hermanos y hermanas pueden ver las riquezas, fortaleza y belleza de esta coordinación. Dado que los ancianos necesitan ser competentes en todo, ellos deben coordinar juntos.

IV. LOS MÚLTIPLES DONES

  Una iglesia es como una familia. No sólo debe tener a los que son competentes en todo, sino también a los que son dotados en todas las áreas. Las hermanas que son amas de casa conocen las grandes necesidades que tiene una familia. El padre y la madre deben ser capaces de hacerlo todo en la casa. Ellos tienen que saber cocinar, coser, lavar, planchar, hacer reparaciones en la casa, enseñar, escribir cartas y enviar telegramas; asimismo tienen que ser el doctor, la enfermera y también la criada. A veces cuando hay que sembrar plantas, ellos tienen que ser los jardineros. Cuando se rompe una puerta o una ventana, ellos tienen que ser los carpinteros. Cuando se va la luz o se quema un fusible, y no se consigue fácilmente un electricista, ellos tienen que ser los electricistas. En una familia uno no puede depender siempre de los obreros expertos; el padre y la madre tienen que aprender a hacerlo todo día a día. Lo mismo se aplica a la iglesia. Los ancianos no pueden depender todo el tiempo de que los así llamados apóstoles y los obreros especialmente dotados lo hagan todo. Tal vez los apóstoles no los visiten en tres o cinco años, en cuyo caso los ancianos tienen que hacerlo todo. Ellos tienen que ayudar a los hermanos y hermanas a leer la Biblia, a seguir una búsqueda espiritual, a aprender a orar, a someterse a tratos delante del Señor, a aprender a coordinar, a servir juntos y a abrir una casa tras otra para el evangelio. Todas éstas son cosas que los ancianos deben hacer. A veces los ancianos tienen que tomar decisiones respecto a asuntos prácticos. Esto involucra la capacidad y los dones.

  Algunos ancianos entre nosotros también tienen el ministerio de la Palabra, pero no tienen el don de administrar. Estos hermanos deben entender que se benefician del resplandor de otros. Otros les han preparado una estructura. Ellos tienen un poco de trabajo, un poco del ministerio de la Palabra y un poco de utilidad dentro del marco de una administración. Pero me temo que estos hermanos no tengan ese sentir. Tal vez a ellos les parezca que su ministerio de la Palabra lo es todo. Poco se dan cuenta de que si quitaran el ministerio de los demás, ellos quedarían despojados de todo. Entonces ellos comprenderían que todo lo que tienen está en el aire y que nada de lo que tienen puede sostenerse sin una estructura.

  Por otra parte, los que son buenos en la administración deben también comprender que su administración no es más que una estructura; es sólo una serie de disposiciones y directrices. Tales hermanos deben entender que les falta la unción viviente y la rica palabra. Todas estas cosas nos muestran que, delante del Señor, los dones son diversos. Todo anciano de la iglesia debe conocer su propia porción y debe respetar las porciones de los demás. Sólo así los múltiples dones se manifestarán entre los ancianos. ¡Esto es algo muy hermoso!

  Con respecto a algunos hermanos, en cuanto abren su boca, lo que sale es el evangelio. Con respecto a otros, en cuanto abren su boca, lo que sale son palabras de perfeccionamiento. Nadie puede imitarlos en esto, pues éstos son sus dones. Incluso hay algunos que no pueden abrir su boca; sin embargo, pueden contactar a otros. Por supuesto, este contacto no tiene que ver con fomentar relaciones naturales, sino con una comunión espiritual. No importa qué clase de problema haya, en cuanto estos hermanos van y tienen comunión, el problema es absorbido por la vida. No importa qué clase de debilidad haya, tan pronto como estos hermanos hacen una visita, la debilidad desaparece. No importa qué clase de opiniones haya, cuando estos hermanos intervienen, las opiniones se acaban. No importa qué clase de muerte, rumores o críticas se propaguen entre los hermanos y hermanas, cuando estos hermanos van y tienen comunión, todas estas cosas desaparecen. Estos hermanos tienen tal don. Ellos no son capaces de dar un mensaje, no son capaces de predicar el evangelio, no pueden administrar la iglesia, pero sí tienen la especialidad de ser buenos para tener comunión. Una vez que ellos tienen comunión con otros, la vida es suministrada y la muerte es absorbida.

  Con respecto a otros, ustedes tienen que reconocer el hecho de que tan pronto como tienen la Biblia en sus manos, ésta llega a ser transparente. No importa qué libro, capítulo o párrafo expliquen, su exposición es siempre clara y esclarecedora. Ustedes pueden estudiar el mismo pasaje mil veces; sin embargo, cuanto más lo estudian, más su cabeza da vueltas. Pero cuando estos hermanos se ponen en pie para decir unas cuantas palabras, todo llega a ser claro. La razón es sencilla: ellos tienen el don de ser un maestro. Es inútil ser orgullosos, pues se trata de un don. Los que velan por la casa de Dios deben entender que la casa de Dios necesita de toda clase de dones.

  Siempre me regocijo en mi corazón y estoy agradecido al Señor porque hay muchos miembros en Su casa y porque ellos tienen muchos dones. Yo no puedo hacer muchas cosas que los hermanos pueden hacer; no puedo ayudar en muchas cosas en las que los hermanos pueden ayudar; ni tampoco puedo brindar el suministro en muchas cosas en las que los hermanos pueden brindar el suministro. Esto es la coordinación. Queridos hermanos, cuanto más entendamos este asunto de una manera clara, más segura será nuestra coordinación.

  Debe parecernos muy dulce que cuando nuestro hermano predica el evangelio, muchos son salvos. Debe parecernos muy dulce que cuando nuestro hermano se pone en pie y dice unas cuantas palabras, todos son alumbrados. Con respecto a todos los problemas, debe parecernos muy dulce que cuando unos cuantos hermanos salen a visitar y a tener comunión, todos los problemas son resueltos. No puedo decir que me parece muy dulce porque yo lo hice, pero que no es tan dulce cuando otros lo hacen. No se trata de que yo lo haga o que otros lo hagan; antes bien, lo que cuenta es si esto ocurre o no en la iglesia. Si esto ocurre, ya sea que yo lo haga u otros lo hagan, es igualmente precioso. Esto es la coordinación. Yo debo ser fiel en contribuir con mi porción; y en cuanto a las porciones de los demás, no sólo debo honrarlas, sino también considerarlas muy preciosas. Puedo elogiar las porciones de otros y no menospreciar ni aun la porción más pequeña entre ellos.

  El día del Señor por la mañana, muchas veces veo a algunos hermanos y hermanas limpiando las ventanas y trapeando los pisos del salón de reuniones. Ellos vienen sin falta desde el principio del año hasta el final del año. Esto me parece muy dulce. Siento que su servicio puede ser más dulce a los ojos de Dios que lo que hacemos nosotros como ministros de la Palabra desde el podio. He visto a algunas hermanas mayores que vienen a limpiar casi todas las semanas desde el comienzo hasta el final del año. El Señor puede testificar por mí que yo les tengo un gran respeto a esas hermanas. En esto consiste la coordinación.

  En la iglesia se necesitan múltiples dones. Puesto que los ancianos son una miniatura de la iglesia, ellos también deben tener múltiples dones. En circunstancias normales los dones que usted puede encontrar en los hermanos y hermanas deben también encontrarse entre los ancianos. Los ancianos son sus representantes. Algunos representan el servicio; otros, la administración; otros, el ministerio de la Palabra; otros, el guiar a otros en vida; y otros, la enseñanza. Los ancianos deben tener múltiples dones para que puedan representar a los demás y tomar la delantera. De este modo, habrá abundantes bendiciones en la iglesia, y muchas riquezas espirituales se manifestarán. Así, la edificación de la iglesia será sólida, y la coordinación, apropiada.

V. EL SIGNIFICADO DE LA COORDINACIÓN

  A fin de ser competentes en todo, necesitamos coordinar. Asimismo, para tener múltiples dones, necesitamos coordinar. A veces me aflijo por los ancianos de ciertas localidades debido a que entre ellos no se ve ninguna coordinación. Quizás tres o cinco ancianos se reúnan, discutan algunos asuntos y hagan ciertos planes, pero no hay coordinación entre ellos. ¿Qué significa entonces coordinar? Significa que su porción está aquí, mi porción está aquí, y que la porción de alguien más está aquí; la porción de todos está aquí. No obstante, todo se hace en coordinación. Sin embargo, eso no es lo que vemos en algunos lugares. En algunos lugares la situación parece indicar que a menos que cierta persona pueda ofrecer todas sus porciones a la vez, no se ofrecerá a hacer nada. Es todo o nada. Para ellos, cada asunto debe encargársele al que tiene la habilidad de hacerlo; si algo en particular no es su porción, entonces me corresponde a mí hacerlo. O dejan que yo lo haga todo, o no haré nada. Esto no es coordinación en lo absoluto. La verdadera coordinación significa que en todo lo que se haga, la porción de usted está presente, mi porción está presente y la porción de los demás está presente.

  En algunas iglesias locales he visto claramente esta clase de coordinación donde todos están incluidos. Cuando algo se lleva a cabo, la porción de todos está incluida. Nadie diría que si él va a hacer algo, tiene que hacerlo todo, y que si no va a hacerlo, entonces no quiere tener nada que ver con ello. En vez de eso, todos hablan y la porción de cada hermano es añadida. Tal vez yo no sea quien va a compartir hoy; pero cuando un hermano habla, en su hablar está presente mi opinión y mi sentir. Aunque yo no haga ciertos arreglos ni esté encargado de cierto distrito o cierto salón de reuniones, con todo, en el cuidado que se tiene en ese lugar se halla mi porción, porque en algunas áreas fueron tenidas en cuenta mi perspectiva, mis sugerencias y mi comunión. Esto no significa que porque determinado salón no está bajo mi cuidado, me mantendré ajeno a él. No podemos decir que esta o aquella responsabilidad recae sobre un anciano, y que este y aquel salón de reuniones está sobre los hombros de otro anciano. Tenemos que ver que la responsabilidad de toda la iglesia reposa sobre los hombros de todos los ancianos. En esto vemos la necesidad de tener comunión y coordinación.

  Cuando todos los ancianos se reúnen para discutir los asuntos, ninguno debiera sentir que es el hermano responsable de cierto distrito o de cierto local de reuniones. El único sentir que los ancianos deben tener es que son los hermanos responsables de toda la iglesia. Todos los ancianos son responsables de la iglesia. Es por eso que todos coordinan y tienen comunión. Cuando respecto a algún asunto se ha tenido suficiente comunión, se ha percibido el sentir de Dios y se ha tomado alguna decisión, no es necesario que todos los ancianos participen en la tarea de llevarlo a cabo; antes bien, las tareas deben ser delegadas a algunos. Usted debe hacerse cargo de algunos asuntos, y yo debo hacerme cargo de otros. Pero, sin importar quién lo haga, todos hacemos las cosas juntos.

  Lamentablemente, eso no es lo que vemos en muchas iglesias locales. Cuando alguno de los ancianos acepta llevar a cabo algún asunto, esto se convierte en su responsabilidad; y cuando otro anciano acepta realizar otro asunto, esto llega a ser la responsabilidad suya. Así pues, cuando yo hago algo, es mi tarea; y cuando otro hace su tarea, eso ya no me compete a mí. En realidad, ése no debiera ser nuestro sentir. Cuando uno de los ancianos da la palabra en alguno de los distritos, es todo el cuerpo de ancianos que da la palabra. Asimismo, cuando un anciano hace ciertos arreglos en uno de los salones de reunión, son todos los ancianos los que han hecho tales arreglos. Esto se debe a que hay coordinación. Sin comunión y coordinación, ninguno de los ancianos debiera hablar ni actuar por su propia cuenta, puesto que hacer esto anula el hecho de que los ancianos son una entidad plural. Los ancianos siempre son varios, y no uno solo. Cada vez que uno de ellos hace o dice algo, lo hace en coordinación con los demás ancianos. No se trata simplemente de representarse el uno al otro, sino de estar juntos unos con otros. Cualquier informe o anuncio que se dé, es dado en nombre de todos los ancianos, por cuanto todos ellos han tenido comunión al respecto y lo llevan a cabo en coordinación. Es por esa razón que los ancianos deben coordinar unos con otros.

VI. LA MANERA DE PODER COORDINAR

  La manera en que los ancianos coordinan es un tema muy importante, pero es difícil de definir. Consideraremos este asunto en los puntos subsiguientes.

A. Aprender a aceptar la autoridad

  Una vez que toquemos el asunto de la coordinación, comprenderemos que esto no es algo bidimensional, sino tridimensional. Todo lo que es bidimensional no es muy útil; pero una vez que llega a ser tridimensional, llega a ser muy útil. Por ejemplo, una casa es tridimensional, y un cuerpo también es tridimensional. La iglesia es una casa; como tal, debe ser tridimensional. La iglesia también es un cuerpo y, como tal, también debe ser tridimensional. Puesto que los ancianos representan a la iglesia, en todos los aspectos ellos deben ser tridimensionales. Es un gran fracaso el que los ancianos practiquen la democracia entre ellos. ¿Qué es la democracia? Es el consentimiento de la mayoría. Por otro lado, si hay autocracia entre los ancianos, y sólo uno de ellos es quien da las órdenes, también tenemos una situación mundana. La administración que se realiza en la iglesia no es una democracia ni tampoco una autocracia. No es la opinión del pueblo, ni la propuesta de un solo individuo; antes bien, tiene que ver con la presencia de Dios. La presencia de Dios es la autoridad. Si ha de haber coordinación, todos los ancianos deben aceptar esta autoridad, y aceptar el orden dispuesto por la autoridad. Conforme a este orden, todo anciano debe saber cuál es el lugar que le corresponde. Como anciano que es, usted tiene que descubrir quién entre los ancianos es su autoridad. La coordinación en la iglesia no es una democracia ni tampoco una autocracia, sino un principio propio del Cuerpo.

  Los que son la autoridad necesitan coordinar con otros para percibir el sentir de Dios. La cabeza siente a través de los miembros. De la misma manera, muchas veces los que son la autoridad no sienten nada directamente, sino que su sentir viene por medio de aquellos con quienes coordinan. Los que coordinan con ustedes, los ancianos, tal vez no sean su autoridad, pero son sus órganos sensoriales. Si usted como autoridad carece de estos órganos sensoriales, no podrá percibir el sentir del cuerpo. Es por ello que no podemos ser orgullosos, pues dependemos unos de otros. Yo puedo tener cierto sentir, pero no soy la autoridad. Otro puede ser la autoridad, pero no tiene el sentir. Por lo tanto, todos debemos depender unos de otros.

  En circunstancias normales, cuando ocho o diez ancianos se reúnen, no deben adoptar un sistema congregacional ni buscar una solución democrática. En vez de ello, deben abrirse unos a otros y tener comunión en el Espíritu Santo. Cada uno de los ancianos debe aprender a temer al Señor y a vivir delante del Señor. Deben presentar todos los sentimientos que tienen respecto a cierto asunto. Los ancianos que son la autoridad deben también aprender a temer al Señor, a no tener ideas preconcebidas, prejuicios ni parcialidades, y a escuchar a esta comunión y percibir el sentir de los demás hermanos. Después que hayan percibido la intención del Espíritu Santo, los que son la autoridad pueden tomar la decisión y pueden anunciar que el asunto debe resolverse de cierta manera. Si hacen esto, el resultado no será democrático ni autocrático, sino que será algo procedente del Espíritu Santo.

  La situación en Hechos 15 no fue democrática ni autocrática; antes bien, fue una situación como la que acabamos de describir. Todos los que estaban allí presentes abrieron su ser en el Espíritu Santo y tuvieron comunión respecto a lo que habían encontrado, lo que sentían y lo que habían observado. Al final, Jacobo, quien era la autoridad en aquel tiempo, después de escuchar todo lo que fue hablado, se puso en pie y dijo cómo se debía proceder. Inmediatamente después que Jacobo se puso en pie y hubo hablado, nadie tuvo más que decir. Éste es el principio de la autoridad.

  Los ancianos deben conocer el lugar en que el Señor los ha puesto, ya sea como autoridad o como quien está bajo autoridad. Ellos deben saber en qué orden el Señor los ha puesto, es decir, si están en el primer lugar o en el segundo lugar. Ellos deben conocer cuál es el orden. Conocer el orden es conocer la autoridad. Usted tiene que aceptar esta autoridad; de lo contrario, será imposible para los ancianos coordinar juntos. Si usted siente que es un anciano y que los demás también son ancianos, y si cada uno siente lo mismo, lo que usted tiene es semejante a una junta directiva del mundo. Usted es un miembro de la junta y yo soy otro; y todos los miembros son iguales. El presidente de la junta no está por encima de los otros miembros; simplemente posee un poco de poder para convocar a otros y representarlos. Todos deciden todos los asuntos. Es así como procede el mundo. Los ancianos no son una junta directiva. Ellos viven en el espíritu, aceptan la autoridad y saben en qué orden han sido puestos. Si los ancianos no hacen estas cosas, su coordinación nunca será sólida.

  Sin embargo, la coordinación de los ancianos no sólo requiere que algunos se sometan a la autoridad, sino también que algunos sean la autoridad. Si nadie asume ninguna autoridad, la coordinación tampoco será normal. Supongamos que en cierta iglesia local hay cinco ancianos. Uno de ellos es evidentemente la autoridad; él es obviamente el primero. Pero en todas las discusiones, este anciano número uno es tímido y retraído, e intencionalmente trata de mostrarles a todos que no ha asumido ninguna autoridad, que él permite que el Señor sea el Señor, y que no asume ningún señorío. Así que la discusión de un asunto puede alargarse interminablemente sin llegar a ninguna conclusión. Al final, no pudiendo llegar a ninguna conclusión, él dirá: “Puesto que todos tienen ese sentir particular, ¿decidimos el asunto de esa manera?”. Es sólo hasta que todos dicen que les parece bien que el asunto es resuelto. Ésa es una escena muy desagradable, puesto que nadie es la autoridad aquí. Eso no es humildad, sino otra expresión de la carne. Es la carne transformada en otra apariencia.

  Alguien que conoce el orden y que realmente representa la autoridad no es así. Supongamos que debe ser tratado algún asunto. Al comienzo, él permite que los hermanos expresen su sentir. Un hermano quizás sienta algo, y otro hermano tenga un sentir diferente. Cada hermano expresa su sentir. Si yo soy el que debe actuar como cabeza, debo temer a Dios. No debo tener ninguna idea preconcebida, ni ningún prejuicio ni parcialidad, sino simplemente ponerme en contacto con lo que sienten todos. Al final, cuando en mi interior tenga claridad y sienta paz, diré: “Hermanos, en ese caso, tomemos tal y cual decisión”. Cada vez que hablamos de cualquier asunto, debemos aprender a no discutir, ni debemos ignorar ningún sentir interior. Si cualquiera de los hermanos siente que algo está mal con la decisión, todavía puede expresar su sentir. El hermano que toma la delantera aún debe escuchar este sentir con la debida seriedad y tenerlo en cuenta. Ésta es la manera en que los ancianos coordinan en la iglesia. Entre los ancianos no existe la democracia ni la autocracia, sino que todos se someten a la autoridad del Espíritu Santo. Nadie es demasiado insistente, ni tampoco pasivo. En lugar de ello, todos ocupan el lugar que les corresponde entre los ancianos. Todos saben en qué orden han sido colocados, y todos aceptan la autoridad sin insistir en nada y sin resistir ninguna responsabilidad. Ésta es la manera de coordinar juntos.

  Por lo tanto, la coordinación de los ancianos en la iglesia requiere que todos ellos estén libres del yo, teman a Dios y vivan en el Espíritu Santo. Requiere que ninguno de ellos sea muy insistente, y que ninguno sea en absoluto retraído. No debe haber pretensiones de humildad ni ningún elemento de querer sobrepasar la autoridad del Señor. Todos deben vivir delante del Señor en temor y temblor; y todos deben conservar su lugar. Todos los ancianos deben tener comunión entre sí siendo guiados por su sentir interior y con base en esto llegar a tener un sentir muy específico. Debemos creer que esta clase de sentir es del Señor. Por lo tanto, aceptar la autoridad y conocer el orden constituye un punto necesario en nuestra coordinación.

B. Estar dispuestos a ser quebrantados

  A fin de que los ancianos puedan coordinar entre sí, también todos deben estar dispuestos a ser quebrantados. Sin el quebrantamiento, no hay posibilidad alguna de coordinar. Una persona no puede hacerse valer, protegerse ni resguardarse a sí misma, y al mismo tiempo coordinar con otros apropiadamente. Usted tal vez sea el mejor en predicar, administrar o visitar a otros; sin embargo, incluso en su especialidad, usted tiene que aprender a ser quebrantado. Si usted sólo es bueno para administrar, pero no ha sido quebrantado, no podrá coordinar con los que pueden predicar o visitar a otros. Tal vez usted piense que sin su administración, la predicación y visitación de otros no sirven de nada. Otros tal vez sientan que sin la predicación de ellos, los que sólo pueden administrar o visitar no pueden seguir adelante. Si usted tiene ese sentir, eso significa que no ha sido quebrantado en absoluto. Esto equivale a anular a los demás y a exaltarse a uno mismo, a ponerse por encima de otros y a pisotearlos. Usted debe decir: “Doy gracias al Señor. Aunque el Señor me ha concedido misericordia y me ha dado un pequeño don de administración, la iglesia aún necesita la predicación y la visitación”. Otro tal vez diga: “Aunque tal vez el Señor me ha dado un pequeño don de predicación, aún se necesitan la administración y la visitación”. Yo podría decir: “Quizás el Señor me ha dado un pequeño don de pastorear y visitar a las personas, pero en lo profundo de mi ser siento que sin la administración de los ancianos y sin su suministro en la Palabra, mi visitación sería inútil”. Si decimos esto, percibiremos un poco el quebrantamiento. Aquí el yo es derribado, pero al mismo tiempo ninguno abandona su propia porción.

  Eso no es todo. Es sólo después que los ancianos sean quebrantados, que ellos no discutirán cuando traten los asuntos. Si tienen alguna discusión, ello indica que no han sido quebrantados. Un anciano quebrantado no discute, pues sabe cuál es el lugar en que ha sido puesto. Él puede expresar su sentir con la debida seriedad, pero después que habla, si el anciano que toma la delantera sigue adelante con su decisión, él puede someterse a ello. Esto no significa que cuando usted acepte la autoridad no expresará más su sentir. Asimismo, tampoco significa que si expresa su sentir, usted no esté aceptando la autoridad. Todos tienen que aprender a no discutir y a obedecer. Es posible que los hermanos que llevan la delantera tomen las decisiones equivocadas y actúen equivocadamente. Pero si todos siguen este camino, aún habrá coordinación, y todavía vendrá la bendición. Todos aún están perfectamente en unidad y en armonía. Todas las malas decisiones y las acciones equivocadas pueden corregirse fácilmente. Esto se debe a que todos han sido quebrantados y a que ninguno insiste en su punto de vista. Una vez que el hermano que toma la delantera descubre que se ha tomado una decisión equivocada, él deberá poder decir con humildad: “Hermanos, siento haber tomado la decisión equivocada. Cambiémosla inmediatamente”. ¡Cuán hermoso sería ese cuadro!

  Espero que los hermanos vean que si insistimos en cualquier cosa con un espíritu y una atmósfera que muestra una falta de quebrantamiento, incluso si aquello en lo que insistimos es correcto, podemos esperar grandes problemas. No estoy diciendo que no debamos insistir. Sin embargo, tenemos que aprender a ser quebrantados, e incluso si insistimos en algo, aún tenemos que ser quebrantados. Algunos hermanos no son insistentes, pero tampoco han sido quebrantados en absoluto. Quizás mi opinión no sea aceptada, por lo cual decida no insistir; así que tampoco tocaré el asunto ni averiguaré más sobre él; simplemente lo dejaré a un lado. Recuerden que esa manera de no insistir es la mayor protección y preservación del yo. Por lo tanto, continuamente debemos aprender a ser una persona quebrantada entre los hermanos. Por supuesto, para ello se requiere la gracia de Dios y la obra del Espíritu Santo. Necesitamos ser azotados por Dios a fin de ser personas quebrantadas.

C. Estar abiertos

  Los que no se abren a los hermanos desean conservarse intactos. Debido a esto les resulta imposible coordinar. Muchos problemas se deben a una falta de apertura; el mayor de los problemas es los malentendidos. Si usted nunca se abre ni comparte a otros su sentir, sino que se aferra a lo que considera correcto, el resultado de ello serán los malentendidos y las malas interpretaciones. Tales malentendidos son el arma más peligrosa del enemigo para destruir la coordinación. Sé de algunos lugares donde los ancianos no pueden coordinar juntos simplemente debido a los malentendidos. Dondequiera que ocurren y existen malentendidos, la coordinación está anulada. Es posible que todos aún se reúnan para hablar y discutir los asuntos, pero todo ello es inútil, porque el germen de los malentendidos ha acabado con la vida de coordinación.

  Una actitud abierta puede resolver muchos problemas. A veces hay problemas entre los hermanos. No evite los problemas; en vez de ello, haga frente a ellos. Supongamos que usted evita el problema, y yo también lo evito; cuanto más lo evitemos, más nos cerraremos, y cuanto más nos cerremos, más malentendidos habrá. Esto es sólo el problema en el aspecto negativo. En el aspecto positivo, una persona que no está abierta no podrá suministrar gracia y vida a otros, ni tampoco recibir el suministro de otros. Esto se debe a que no hay ningún fluir entre usted y otros; lo que está en usted no puede fluir hacia otros, y lo que está en otros no puede fluir hacia usted. Por consiguiente, a fin de coordinar juntos, todos debemos estar abiertos.

D. Humildes, mas no pasivos

  A fin de coordinar bien, los ancianos deben ser humildes y no ser pasivos. Tal vez yo sea una persona muy humilde. Sin embargo, al mismo tiempo debo ser muy positivo. Cuando una persona es humilde, le es fácil ser pasiva; pero cuando es positiva, le resulta difícil ser humilde. Esto es algo común en la naturaleza humana. Pero en la coordinación, tenemos que aprender a ser humildes sin ser pasivos. Debemos intervenir en todos los asuntos, y desear participar en todo. Debemos tener una perspectiva con respecto a todo y sentirnos contentos de expresar nuestro sentir en todo. Sin embargo, debemos seguir siendo humildes. Esta clase de humildad con este positivismo es una lección difícil de aprender. No es fácil para los que son positivos ser humildes, ni es fácil para los que son humildes ser positivos. A fin de ser humildes y a la vez positivos, es necesario recibir la gracia y ser quebrantados.

E. Estar siempre dispuestos a que otros nos equilibren

  Si usted es alguien que visita a otros, necesita ser equilibrado un poco por la administración. Si es alguien que administra, necesita ser equilibrado un poco por el ministerio de la Palabra. Si es alguien que ministra la Palabra, debe ser equilibrado un poco por la administración. Si es alguien que cuida de la dirección espiritual entre los hermanos y hermanas, debe ser equilibrado un poco por el evangelio. Si usted es muy fervoroso por la predicación del evangelio, necesita ser equilibrado un poco por la administración de la iglesia y la edificación de los santos. En la coordinación tenemos que aprender continuamente a ser equilibrados. No sea como Marta, quien acusó a María delante del Señor y se quejó de que tenía que hacerlo todo y que María no hacía nada, salvo sentarse a los pies del Señor y escuchar Su predicación. Ser equilibrados es un factor muy crucial en la coordinación. Tenemos que aprender a ser tan equilibrados que no importa qué hagan los hermanos y hermanas, mientras ellos no le causen una ofensa flagrante al Señor, estemos dispuestos a aceptar lo que hacen.

  Por ejemplo, un hermano quizás sugiera que prediquemos el evangelio. Debemos hacer lo posible por aceptar su sugerencia. Si otro hermano sugiere hacer un estudio bíblico, debemos también hacer lo posible por aceptar dicha sugerencia. Usted tiene que aceptar las sugerencias a tal punto que los demás entiendan que si no se predica el evangelio no es porque se rechace la idea de predicar el evangelio, sino debido a la falta de tiempo, y que si no se efectúa un estudio bíblico no es porque no se quiera, sino debido a la imposibilidad de añadirlo al horario. Sin embargo, usted no debe aprovechar esto como una excusa para ser político. ¿Qué significa aprovechar esto como excusa para ser político? Supongamos que un hermano le sugiere hacer un estudio bíblico. Puesto que a usted no le gustan los estudios bíblicos, usted no tiene la intención de aceptar esta propuesta. Según su preferencia, usted en vez de ello oraría. Sin embargo, usted es político, y usa como pretexto que los lunes es la reunión para los hermanos responsables, los martes es la reunión de oración, los miércoles es la reunión para principiantes, los jueves está programada para la predicación del evangelio, y los viernes y sábados están destinados para tal y cual actividades y que, por tanto, no hay más tiempo disponible. Usted sabe en su corazón que le está mintiendo a su hermano. En su interior usted sabe que no es que estén muy ocupados, sino que usted no está dispuesto a aceptar la sugerencia; simplemente está usando eso como pretexto. Recuerde que la primera vez que usted use un pretexto, puede ser que los demás no se vayan a dar cuenta; pero tarde o temprano, otros sí se darán cuenta. No podemos engañar ni siquiera a nuestros hijos todo el tiempo; ¿cuánto menos engañaremos a un adulto? La primera vez que usted les miente a otros, es posible que ellos le crean; pero la próxima vez que les dice lo mismo, ellos sabrán que usted está siendo astuto, que está dando pretextos y que se comporta como un político. Por esta razón, los ancianos tienen que aprender a aceptar las cosas de corazón. Si ellos realmente no pueden aceptar algo, pueden quedarse callados. De lo contrario, deben decirle al hermano con franqueza: “Hermano, no estoy de acuerdo con tener un estudio bíblico”. No use excusas ni se comporte como un político, usando frases diplomáticas. Yo puedo decirles a los hermanos y hermanas con toda seriedad que en los pasados años he visto los resultados producidos por esta clase de sabiduría terrenal; y son más dañinos que los resultados de hablar con franqueza. Muchas veces es mejor hablar con franqueza. Si es sí, simplemente diga que sí; y si es no, simplemente diga que no. Si los demás no van a aceptar mis palabras, puedo abstenerme de hablar, pero nunca debo usar pretextos.

VII. LOS RESULTADOS DE LA COORDINACIÓN

A. La armonía

  Si entre nosotros hay tal coordinación, la iglesia ciertamente estará en armonía. La discordia en la iglesia es causada completamente por los ancianos. Si los ancianos están en armonía, les será imposible a los hermanos y hermanas no estar en armonía. Los ancianos son la fuente de donde proviene la armonía en una iglesia. No me gusta ir a una iglesia donde hay discordia; ésa es la experiencia más dolorosa. Una iglesia donde hay discordia es un castigo para los hermanos y hermanas. ¡Qué sensación tan dulce, apacible y placentera tenemos cuando hay armonía en la iglesia!

B. La autoridad

  La autoridad de los ancianos descansa en su armonía. Un hermano una vez les preguntó a los ancianos: “Ustedes me dicen que me someta a su autoridad. Pero si los ancianos no están en armonía, ¿a cuál autoridad esperan que me someta? ¿A cuál cabeza debo someterme?”. Ésta es una afirmación honesta. Si los ancianos no están en armonía, no habrá autoridad.

C. La vida

  Una cosa es segura: donde hay armonía, allí está la autoridad, y donde está la autoridad, allí está la vida. El agua viva de vida fluye desde el trono. Los renuevos brotan desde el extremo superior de la vara. La vida de resurrección proviene de la autoridad, y la autoridad de los ancianos proviene de la armonía que hay entre ellos.

D. El fruto

  Si los ancianos están en armonía, y si ellos tienen la autoridad y la vida, todo lo que ellos hagan producirá resultados positivos. Si predican el evangelio, las personas serán salvas; si edifican a otros en su fe, ellos recibirán ayuda; si visitan a las personas, ellas serán avivadas. La iglesia será muy fructífera, y el fruto vendrá en racimos. Puedo decirles a los hermanos y hermanas que una iglesia estéril es ciertamente una señal de que entre los ancianos hay discordias. Cuando los ancianos están en armonía, estarán presentes la autoridad y la vida; estará allí el poder que engendra y fomenta el crecimiento, y habrá abundancia de fruto. Por consiguiente, los hermanos tienen que comprender que nuestras ganancias y pérdidas son algo insignificante. Lo que es realmente crucial es la armonía en la iglesia. Si el Señor no puede avanzar, si centenares y miles de almas no son salvas, y si muchos no son perfeccionados ni verdaderamente edificados unos con otros, la culpa recae sobre los ancianos. Cuando los ancianos logren tener una buena coordinación entre sí, de inmediato se producirá un espíritu de armonía. Ésta es la autoridad, y ésta es la vida. En tales circunstancias, en todo lo que ellos hagan, habrá abundancia de fruto porque la presencia de Dios estará allí. Que el Señor tenga misericordia de nosotros y nos conceda aprender esta lección tan seria, a fin de que la bendición del Señor pueda ser derramada entre nosotros.

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