Mostrar cabecera
Ocultar сabecera
+
!
NT
-
Navega rápidamente por los libros de vida del Nuevo Testamento
AT
-
Navega rápidamente por los libros de vida del Antiguo Testamento
С
-
Mensajes del libro «Manejo de la iglesias por parte de los ancianos, El»
1 2 3 4 5 6 7 8 9 10
11 12 13 14 15
Чтения
Marcadores
Mis lecturas

CAPÍTULO NUEVE

EL CONOCIMIENTO EN CUANTO A LOS LÍMITES

  Hoy queremos abordar otro asunto relacionado con la administración de los ancianos: el conocimiento en cuanto a los límites. Probablemente ustedes nunca se hayan dado cuenta de que conocer los límites tenga tanto que ver con la administración de los ancianos. Incluso es posible que ni siquiera entiendan lo que queremos decir con la palabra límites. No obstante, estoy seguro de que después que lean este capítulo entenderán este asunto muy claramente.

  Primeramente, abordemos este asunto desde la perspectiva de la obra de Dios. Tanto en la creación de Dios como en Su obra redentora, vemos siempre límites muy definidos. Por ejemplo, en Génesis 1 se nos habla de la creación realizada por Dios. La frase “según su especie” se repite a menudo. Aunque hay muchas clases de vida vegetal, cada una de ellas es según su especie. Aunque hay muchas clases de vida animal, cada una de ellas también es según su especie. Aunque todas ellas poseen vida, son según su especie. Ya se trate de la vida vegetal o la vida animal, cada uno de ellos posee sus límites. Siempre que se sobrepasan estos límites, enseguida surge la confusión. Por lo tanto, cuando llegamos a Levítico y Deuteronomio, en los mandamientos que Dios dio a Su pueblo se hace referencia repetidas veces al asunto de los límites. Está prohibido que dos clases de vida se mezclen. Por ejemplo, Dios prohibió que sembraran el campo con dos clases de semillas. Del mismo modo, no permitió que un buey y un asno fuesen ayuntados. Tampoco les permitió usar vestiduras hechas de dos clases de materiales. Asimismo Dios les prohibió que los hombres usaran ropa de mujer, y que las mujeres usaran ropa de hombre. En el Nuevo Testamento, y especialmente en las Epístolas, también podemos encontrar muchas enseñanzas relacionadas con este asunto de los límites, pero hoy no tenemos tiempo para estudiarlas. Lo que estamos haciendo aquí es solamente resaltar un asunto, el cual es que en la obra de Dios Él ha establecido toda clase de límites. Cada vez que estos límites sean violados, habrá confusión, y la obra de Dios será destruida.

  La administración de la iglesia también tiene muchos límites. Si no fuese así, no habría necesidad de administración, ni tampoco habría necesidad de que los hombres asumieran ninguna responsabilidad. La Biblia nos muestra que en la iglesia están los ancianos, los diáconos y muchas otras personas dotadas. Todos los servicios deben ser establecidos en buen orden y conforme a los principios apropiados, y todo debe tener claros límites. A fin de administrar la iglesia, es preciso que tengamos un conocimiento muy claro en cuanto al asunto de los límites. Ahora consideraremos doce clases de límites.

I. LOS LÍMITES ENTRE LOS ANCIANOS Y LOS DIÁCONOS

  Los ancianos en la iglesia son los que están a cargo de la administración de la iglesia. Ellos son los que gobiernan, rigen, administran y dirigen diferentes asuntos. La función de los diáconos en la iglesia tiene que ver con el servicio. Su obra es muy semejante a lo que comúnmente llamamos asuntos prácticos. Todo en la iglesia debe ser propuesto y decidido por los ancianos, y todos los asuntos prácticos en la iglesia deben ser llevados a cabo y ejecutados por los diáconos. Los límites entre estas dos cosas deben ser muy claros. De lo contrario, los ancianos podrían terminar haciendo la obra de los diáconos, y los diáconos podrían terminar haciendo la obra de los ancianos.

  Ciertas cosas que debieran hacer los diáconos, las hacen los ancianos. Esto muestra que los ancianos se han excedido en su función al hacer el trabajo de los diáconos. Tomemos, por ejemplo, el asunto de cómo arreglar el salón de reuniones. ¿Cómo debe ser arreglado? ¿Cuándo debe arreglarse? Las propuestas y decisiones en cuanto a esto les competen a los ancianos. Pero cuándo sea arreglado el salón es algo que debe dejarse en manos de los diáconos. Si los ancianos tienen que tomar parte directamente en esta obra, ellos estarán haciendo el trabajo de los diáconos. Por un lado, esto deja a los diáconos sin su oficio; por otro, las tareas más importantes que los ancianos debieran hacer se quedan sin hacer. Así pues, vemos que esta clase de práctica perjudica mucho a la iglesia.

  Por otro lado, los asuntos de la iglesia deben ser conducidos y decididos por los ancianos. Sin embargo, supongamos que los ancianos descuidan sus responsabilidades y dejan que los diáconos tomen decisiones. Los diáconos no representan la autoridad ni conocen la condición de toda la iglesia. Si ellos hacen propuestas acerca de la iglesia, esto afectará la atmósfera de la iglesia. La razón por la que estas situaciones anormales ocurren es que los ancianos no tienen un entendimiento claro de los límites. Por consiguiente, toda propuesta en la iglesia debe ser iniciada por los ancianos y, tanto como sea posible, todos los servicios en la iglesia deben ser confiados a los diáconos.

  Los ancianos deben permanecer dentro de sus límites. Sólo deben hacer las cosas que están dentro de su límite y dejar que los diáconos hagan las cosas que les corresponde hacer. Esto es difícil para los ancianos porque ellos entonces serán responsables por traer al servicio a los diáconos. La tendencia de muchos es que puesto que ellos mismos pueden hacer las cosas, sería más conveniente que ellos las hicieran; así podrían hacerlas a su manera. Sería toda una molestia traer a alguien más al servicio. No sólo ellos serán restringidos, sino que además tendrán que aprender a ser humildes y a aceptar la disciplina. Es por ello que a menudo los ancianos simplemente toman atajos y hacen las cosas ellos mismos. Cuando hacen esto una, dos, tres, cuatro o más veces, llega a ser imposible el que los diáconos sean perfeccionados.

  Si los ancianos hacen la obra de los diáconos, descuidarán la obra que ellos mismos debieran hacer. Por ejemplo, ellos debieran saber cómo ayudar a avanzar a diferentes clases de personas en la iglesia. Debieran saber cómo aprovechar la oportunidad para predicar el evangelio y edificar a los santos. Éstas son cosas respecto a las cuales los ancianos debieran recibir dirección de parte del Señor; ellos deberían planear y laborar con empeño como los que tienen un negocio. Sería un grave error si los ancianos descuidaran este aspecto de la obra y se pusieran a acomodar las sillas y las mesas, a ocuparse de la limpieza y a tratar de atender otras necesidades prácticas.

  Por ejemplo, la iglesia aquí tiene más de treinta reuniones de distritos. En circunstancias normales cada distrito debe ser fuerte. Esto no sólo requiere que los hermanos responsables en los distritos asuman el liderazgo, sino que también requiere la atención de los ancianos. Los ancianos deben estudiar la condición de cada distrito. ¿Cómo es la condición en este distrito, y en ese otro distrito? Si la condición no es buena, ¿cuál es la razón? ¿Será porque el suministro de la Palabra es débil? ¿Será que la administración o la coordinación no son apropiadas? ¿Será que hay debilidades en los servicios o en el evangelio? Una vez que ellos encuentren la razón, deben proveer la ayuda según la necesidad práctica. Si a un distrito le falta el suministro de la Palabra, aquellos entre los ancianos que sobresalgan en el ministerio de la Palabra deberán asumir la responsabilidad de proveer la ayuda y fortalecer el suministro de la Palabra. Quizás otro distrito sea incompetente para resolver los asuntos prácticos. De entre ese grupo de ancianos aquellos que sean buenos en este servicio deberán ir allí a ayudarlos. Los ancianos deben gastar su energía, su fuerza y su tiempo en fortalecer las reuniones en todos los distritos y en lograr que los treinta o más distritos estén en un nivel apropiado. Éstas son las cosas que los ancianos deben hacer.

  Tomemos otro ejemplo: en la iglesia también hay reuniones en diferentes salones. Tenemos las reuniones del día del Señor por la mañana en las cuales se dan mensajes y las reuniones de estudio bíblico a mitad de semana. Los ancianos deben prestar atención a la atmósfera de estas reuniones, a los mensajes dados en estas reuniones, al número de asistentes y a la condición de los asistentes. Todas estas cosas toman tiempo. En cuanto a la limpieza de las sillas y las mesas, los ancianos sólo necesitan supervisar de un modo general. La obra misma debe ser entregada a los diáconos.

  Éstos sólo son ejemplos. Los ancianos deben siempre ocuparse de las tareas dentro de la iglesia que son grandes, elevadas e importantes, y que traen un desarrollo, un avance, un ascenso y una edificación. En lo que respecta a los demás asuntos, ellos sólo deben dar algunas pautas generales y luego entregar dichos asuntos a los diáconos. Ésta es la única manera de establecer una división en cuanto a la labor, y ésta es la única manera de producir mano de obra.

  En la iglesia uno debe ver un hermoso cuadro de cómo los ancianos aprenden a ser la autoridad en humildad y paciencia, enseñando a otros y ayudándolos a seguir adelante, mientras los diáconos aprenden a someterse a la autoridad, a ser guiados y a servir apropiadamente. Todos deben conservar su lugar, y todos deben ejercer su función al máximo de su capacidad. Para ello se requiere que los ancianos conozcan los límites entre estos dos grupos de personas.

II. LOS LÍMITES ENTRE LOS ANCIANOS Y LOS DEMÁS HERMANOS Y HERMANAS

  Los límites entre los ancianos y los demás hermanos y hermanas es también un asunto muy importante. Es cierto que todos somos hijos de Dios; los ancianos son hijos de Dios junto con todos los demás hermanos y hermanas. Desde este punto de vista, ciertamente no hay límites de separación. Pero desde otro punto de vista, los que ejercen la función de ancianos llevan sobre sí la pesada responsabilidad de la iglesia. Debido a esto, hay un límite entre tener una responsabilidad y no tenerla. Esto no significa que haya una jerarquía y una posición superior, como si los ancianos estuvieran por encima de los demás. Esa clase de sentimiento es aborrecible. Los límites de los cuales estamos hablando aquí son absolutamente una cuestión de responsabilidad.

  Por ejemplo, en cuanto a ciertos asuntos, los ancianos sólo deben hablar con otros ancianos; no es conveniente que ellos conversen de estas cosas con los demás hermanos y hermanas, puesto que esto involucra la cuestión de responsabilidad. Lo mismo se aplica a una familia. En una familia puede haber ocho o nueve hermanos y hermanas. Por supuesto, el hermano mayor y la hermana mayor ayudan al asumir la responsabilidad. Desde el punto de vista de los niños, todos ellos son iguales; no hay límites que los separen. Pero desde la perspectiva de la responsabilidad de la familia, los hermanos mayores comparten la responsabilidad de la familia. Los asuntos que tienen que ver con la responsabilidad sólo se les dejan saber a ellos. Ellos pueden hablar entre sí, pero deben establecer un límite entre ellos y sus hermanos y hermanas menores. Si esto sucede aun en una unidad tan pequeña como la familia, cuánto más debería aplicarse lo mismo a un lugar tan grande como la casa de Dios. Ciertamente los ancianos no pueden hablar libremente de todo lo que saben con los demás hermanos y hermanas. Si lo hicieran, esto significa que no tienen límites, y el resultado podría ser muy perjudicial.

  No sólo no es necesario contarles muchas cosas a los demás hermanos y hermanas, sino incluso a los diáconos. Esto no quiere decir que la iglesia esté dividida en rangos; más bien, es una cuestión de responsabilidad y grado. En cuanto a esto existe una gran necesidad de considerar el asunto de los límites.

  Supongamos que un hermano tiene dificultades con su esposa en su casa. El asunto puede ser presentado en la reunión de los ancianos, y los ancianos pueden discutir diferentes maneras de ayudar en esa situación. Los ancianos pueden estar enterados de esto, debido a que son los ancianos en la iglesia, y son responsables de cuidar de los hermanos y hermanas y de pastorearlos. Pero en otras circunstancias, y cuando están presentes otros hermanos y hermanas, los ancianos no deben hablar del asunto, puesto que si otros se enteran de ello, sería injusto para la pareja que tiene el problema. En esto se necesitan los límites. A fin de administrar una iglesia apropiadamente, es necesario identificar estos límites.

III. LOS LÍMITES ENTRE LOS ANCIANOS Y LOS OBREROS

  La Biblia nos muestra que los ancianos son nombrados por los apóstoles. Los apóstoles son los obreros. Sin embargo, debemos saber claramente que no todos los obreros son apóstoles. Si pensamos que es así, es muy peligroso. Sería terrible si lo único que se requiere para ser un apóstol —y por tanto, estar calificado para nombrar ancianos— es ser un obrero de tiempo completo. Por lo tanto, hay una diferencia entre un obrero y otro. Algunos son comisionados, como lo eran los apóstoles. Otros quizás no tengan la comisión apostólica. Por lo tanto, debe también haber una distinción en la relación entre los ancianos y los obreros. Con relación a algunos obreros, usted puede considerarlos como apóstoles y puede aceptar su liderazgo. Otros obreros son jóvenes y simplemente están aprendiendo a servir al Señor. Ellos todavía están bajo la dirección de los ancianos. Así que, aquí tenemos otra distinción en cuanto a los límites. Si no tenemos claridad respecto a estos límites, también habrá confusión en la iglesia.

IV. LOS LÍMITES ENTRE LOS ANCIANOS Y SUS PARIENTES

  También hay un límite entre los ancianos y sus parientes, incluyendo su familia. Casi todos los ancianos tienen una esposa e hijos. Algunos ancianos tienen padres que todavía viven. Toda familia tiene parientes. Así que, los ancianos deben conocer claramente los límites entre ellos y sus parientes.

  He hablado de este asunto en más de una ocasión en el pasado. Siempre que tenga la oportunidad, hablaré de este asunto. En algunas localidades donde algunos hermanos ejercen la función de ancianos, ellos también hacen a sus esposas ancianos junto con ellos. Otros incluso hacen a sus hijos y sus padres ancianos junto con ellos. Para ellos, cuando un hermano llega a ser anciano, todos en su familia también llegan a serlo. Tal vez ustedes digan: “¿De qué está usted hablando?”. Por ejemplo, supongamos que cierto hermano Chang ejerce la función de anciano. Un día, después que llega de una reunión de ancianos, en cuanto entra por la puerta, su esposa le pregunta: “¿De qué hablaron hoy en la reunión de ancianos?”. Entonces el hermano Chang puede decirle: “¡Oh, fue terrible! ¡Hablamos de un caso de divorcio!”. De inmediato, su hijo podría preguntar: “¿Y quién es el hermano?”. El anciano le diría: “Es el hermano Fulano”. Su hija podría continuar: “Oh, ¿qué le pasará a su esposa entonces?”. Les digo que en menos de media hora después de la reunión de ancianos, donde se discutió el caso del divorcio, toda la familia del anciano Chang se encontrará dando sus opiniones sobre el caso. Antes de las ocho de la noche, cuando el hijo vaya a su clase, todos los hermanos que están en su clase también se enterarán; y antes de la mañana siguiente, todos los hermanos y hermanas jóvenes lo sabrán. Quizás la hermana Chang vaya a una reunión de hermanas esa noche, y después de la reunión las tome a todas y les diga: “Hermanas, todas debemos orar. ¡Qué terrible! ¡El hermano Fulano quiere divorciarse de su esposa!”. Aunque todos ellos tengan una buena intención en su corazón, provocarán una tormenta y la situación se volverá caótica. El que el hermano Chang haga esto es como si hiciera ancianos a todos los miembros de su familia. Esto hará que venga sobre la iglesia una carga insoportable.

  Hermanos, supongamos que el hermano Chang sabe de los límites que debe haber entre los ancianos y sus familias. Así que, después de la reunión de ancianos, cuando él vaya a casa y su esposa le pregunte sobre la reunión, él podría decirle con suavidad: “Tú no eres un anciano; la reunión de ancianos no es algo por lo cual debas preocuparte”. Esto es identificar los límites. A fin de llevar a cabo bien el manejo de la iglesia, estos límites deben ser trazados claramente. De lo contrario, en un año, abundarán los rumores en la iglesia, todos los cuales provendrán de los ancianos.

  Quisiera decir esto delante de Dios con buena conciencia; no tengo la intención de criticar. En algunos lugares la situación es sencillamente insoportable. Por un lado, en el servicio de los que vigilan, las hermanas están terminantemente excluidas; pero, por otro, los ancianos que sirven en la iglesia les cuentan a sus esposas todos los asuntos de la iglesia, aun al grado en que ellas interfieren en los asuntos de la iglesia. Esto es del todo una situación anormal. Puedo decirles seriamente que no hay forma en que tal iglesia evite la confusión, debido a que allí no hay límites claros entre los ancianos y sus familias.

V. LOS LÍMITES EN CUANTO AL TIEMPO

  Los ancianos deben también poder discernir el mejor momento para realizar las diferentes actividades. Algunas cosas pueden llevarse a cabo a cierta hora. Pero si se cambia la hora, las mismas cosas ya no pueden realizarse. Algunas palabras pueden decirse en cierta clase de reunión, pero en otra reunión, no pueden decirse. Uno no puede decir que porque un asunto se anuncia en la reunión de oración, puede también anunciarse en la reunión de predicación. No. Esto nos muestra que hay un límite en cuanto al tiempo. En todo lo relacionado con los ancianos, ellos deben guardar los límites en cuanto al tiempo. Si un asunto no se hace a cierta hora, después ya no se podrá hacer. Usted tiene que tener en cuenta el asunto del tiempo. A fin de que los ancianos realicen bien el manejo de la iglesia, ellos tienen que guardar los límites en cuanto al tiempo.

  Por ejemplo, en la situación que acabamos de mencionar —en la que una pareja estaba a punto de divorciarse— es posible que los ancianos, al enterarse de esto, deseen visitarlos y ayudarlos. Pero ¿en qué momento deben hacerlo? Recuerden que el asunto del tiempo es muy importante. Los ancianos deben estudiar si el asunto ya se ha abierto, y si pueden visitar a la pareja de manera apropiada. Quizás ellos deban esperar otra semana y ver cómo las cosas se desarrollan. Si no se tiene debidamente en cuenta el asunto del tiempo, la pareja podrá ser perjudicada. Ellos deben trazar claramente los límites en cuanto al tiempo para que cuando vayan, lo hagan en el momento más indicado.

  Con respecto a todo, es necesario tener en cuenta el tiempo. Incluso cuando un hermano está enfermo, o ha desarrollado un problema con la iglesia, o ha sido atraído al pecado, no se puede simplemente visitar al hermano en cuanto se enteren de lo ocurrido. No se puede hacer esto; es necesario tener en cuenta el factor del tiempo. Ustedes deben tratar de determinar cuál es el momento más indicado. Con respecto a algunas cosas, ese momento ya pasó y no hay nada que se pueda hacer. Así que, no deben tratar de hacer nada, pues, de lo contrario, el resultado será peor. Sólo pueden pedirle al Señor que los perdone por su insensibilidad que dio por resultado que perdieron el momento apropiado. A veces, antes de tener algún contacto, lo mejor es no hacer nada, sino esperar unos cuantos días, o un período de tiempo, para ver cómo se desarrollarán las cosas o cuál será el resultado.

  Si un anciano realmente tiene un corazón para pastorear el rebaño de Dios y edificar el Cuerpo de Cristo, él verá la importancia de esperar al momento más oportuno. Es como un médico que se prepara para operar a su paciente; esto involucra el factor tiempo. Un anciano que no sepa trazar los límites con respecto al asunto del tiempo ciertamente no podrá realizar el manejo de la iglesia. Es por ello que los ancianos deben también considerar el asunto del tiempo.

VI. LOS LÍMITES EN CUANTO AL LUGAR

  No sólo tenemos los límites en cuanto al tiempo, sino también en cuanto al lugar. La palabra límite implica hacer una distinción. Los ancianos tal vez puedan hacer ciertas cosas en un lugar, pero no en otro. Ellos pueden decir ciertas palabras en cierto entorno, mas no cuando el entorno cambia. Esto no es ser diplomático; tampoco es ser engañoso. Esto absolutamente tiene que ver con distinguir los límites.

  Hablando con propiedad, sólo en la reunión de ancianos los ancianos pueden hablar abierta y libremente, sin reservas y sin esconder nada, en lo que se refiere a los hermanos y hermanas, la iglesia y el testimonio del Señor. Fuera de allí, todos los ancianos tienen que considerar todos los límites y deben trazar una línea clara para todos ellos. Los ancianos no pueden compartir las cosas que se discuten en una reunión de ancianos con los diáconos. Tampoco pueden discutir estas cosas con otros hermanos y hermanas, y mucho menos con sus familiares. Sólo así los ancianos se sentirán libres para discutir los asuntos en cuanto a los hermanos y hermanas en la reunión de ancianos. De lo contrario, eso sería injusto para con los hermanos y hermanas. En las reuniones de los ancianos, puede discutirse cualquier asunto relacionado con la iglesia y con el testimonio del Señor. Pero cuando se trate de otro entorno y lugar, no pueden discutirse las mismas cosas. Esto es tener en cuenta el lugar donde estamos.

VII. LOS LÍMITES EN CUANTO A LOS ASUNTOS PRÁCTICOS

  Los ancianos deben también reconocer el límite en cuanto a los asuntos prácticos. Hay ciertos asuntos en los cuales los ancianos no deben intervenir, pues una vez que intervienen, traspasan un límite. Hay otros asuntos que los ancianos deben considerar, porque están dentro de su jurisdicción. Muchas veces recibo cartas de hermanos y hermanas que han salido a otros lugares. Cuando las leo, mi impresión es que ellos ciertamente tienen un buen corazón y que están a favor del Señor, de Su obra, y aún más a favor de Su iglesia. Pero la manera en que las cartas se escriben me muestra que realmente no ven ningún límite, por lo que mezclan todas las relaciones y no hacen una distinción clara en cuanto a nada. Esto fácilmente puede causar problemas en la iglesia.

  La iglesia es una entidad duradera. No es que existe hoy y desaparece el día de mañana. No aparece por un tiempo y después pasa en un instante. No, la iglesia estará aquí en la tierra permanentemente. Si el Señor tarda Su venida, es probable que ella todavía esté aquí en cincuenta u ochenta años. Si una persona llega a ser un anciano a la edad de cuarenta o cincuenta, él al menos será un anciano por otros diez o veinte años. Si usted no puede distinguir los límites en cuanto a los asuntos prácticos, con el tiempo se producirá toda clase de confusión. Por lo tanto, ustedes deben siempre aprender a trazar una línea clara de separación en todos los asuntos prácticos.

  Recordemos que cuanto más clara sea la línea de separación que ustedes tracen, más sólida será la unidad y coordinación de la iglesia. Sólo así la edificación de la iglesia será conducida por buen camino. Debido a que los ancianos han aprendido las lecciones apropiadas de trazar los límites en cuanto al tiempo, el espacio y los asuntos prácticos, ellos sabrán a quién le corresponde cada asunto. Cada vez que les informen de ciertas cosas, ellos enseguida dirán: “Ese asunto les corresponde a los hermanos. Por ahora no intervengamos”. Es posible que después les presenten otros asuntos, y ellos puedan inmediatamente trazar una línea clara y decir: “Ese asunto les corresponde a las hermanas. Nuevamente, no hagamos nada por ahora”. Más tarde, quizás les presenten otros asuntos, y ellos rápidamente tracen una línea y digan: “Esto tiene que ver con la obra del Señor; así que tiene que ver con el ministerio”, o “Esto tiene que ver con los colaboradores”. Sólo cuando usted claramente trace la línea en los asuntos prácticos, podrá saber qué cosas están dentro de la jurisdicción de los ancianos. Sólo entonces podrá establecer una separación y discernir todas las cosas según el límite de la verdad. Entonces sabrá si cierto asunto ha contradicho la verdad o si está dentro de los límites de la verdad. De este modo, sabrá si debe tratar un asunto. De lo contrario, usted siempre acabará haciendo lo que no debe hacer. Todas estas cosas tienen que ver con el entendimiento que usted tenga.

VIII. LOS LÍMITES ENTRE LAS IGLESIAS

  Asimismo hay un límite entre las iglesias. Es cierto que todas las iglesias locales están en el Señor; también es cierto que todas ellas deben tener comunión entre sí y hacer lo posible por ayudarse mutuamente. Pero una vez que surja un problema, será necesario establecer claramente los límites. Usted debe distinguir claramente si un asunto pertenece a una iglesia local o a otra. Algunos ancianos tienen un corazón que es demasiado bueno. Les parece que puesto que no están lejos de cierta iglesia, deben ayudar a esa iglesia, ¡y entonces prosiguen y toman decisiones por dicha iglesia! Todo esto puede ser hecho con buenas intenciones, pero a menudo causa daño. No piense que esto es de poca importancia. Debemos siempre aprender a trazar claramente los límites. Si cierto asunto le corresponde a otra iglesia, aunque parezca problemático, debemos remitírselo a ellos, informándoselo a los hermanos responsables y permitiendo que ellos se ocupen del asunto. Aunque debe haber comunión entre las iglesias y aunque ellas deben ayudarse mutuamente en el Señor, con todo, los límites entre las iglesias deben ser claros.

IX. LOS LÍMITES ENTRE LA IGLESIA Y LA OBRA

  Los límites entre la iglesia y la obra es un tema muy amplio. Durante los dos mil años de la historia de la iglesia, hay dos problemas que nunca han sido verdaderamente resueltos: uno es el problema de recibir a las personas, y el otro es la relación entre la iglesia y la obra. ¿Cómo debemos recibir a una persona como nuestro hermano? Este problema aún no ha sido resuelto hoy. Al mismo tiempo, los límites entre la iglesia y la obra es también otro problema muy difícil; involucra demasiadas consideraciones y es difícil hacer una clara distinción entre ellas.

  Sin embargo, si nos remitimos a las Escrituras sin ningún sentimiento subjetivo y sin dejarnos afectar por nuestro pasado en el cristianismo, y si leemos la Palabra de Dios con una mente lúcida y un espíritu iluminado, veremos que el límite entre la iglesia y la obra es bastante claro. Por un lado, la iglesia lo abarca todo; todos los obreros, incluyendo al apóstol Pablo, están en la iglesia. Cuando Pablo fue a Corinto, él era un hermano en la iglesia en Corinto; cuando fue a Éfeso, él era un hermano en la iglesia en Éfeso; y cuando fue a Antioquía, él era un hermano en la iglesia en Antioquía. El hecho de que tuviera un don y pudiera ejercitar su función y brindar un suministro a otros, era otro asunto. Como hermano él era un miembro de la iglesia. No obstante, por otro lado, como apóstol era un obrero, y era responsable por una parte de la obra del Señor. Como tal, su posición claramente iba más allá de la jurisdicción de la iglesia. De lo contrario, si los obreros y la obra estuvieran completamente bajo la iglesia, sería posible para la iglesia tener obreros y enviar obreros a otros lugares y dirigirlos, o iniciar una obra. Esto iría absolutamente más allá de la enseñanza de las Escrituras. Por consiguiente, podemos ver que como hermano, un obrero está en la iglesia, pero como alguien que el Señor ha comisionado, él existe aparte de la jurisdicción de la iglesia.

  Por un lado, toda la obra en todo lugar es para la iglesia. Los obreros cumplen la función de establecer una iglesia o de edificar a las iglesias. Por otro lado, todas las iglesias en todo lugar deben someterse a la obra del Señor. Las iglesias deben orar por la obra, abastecerla y tener comunión con ella en cuanto a las finanzas. Sin embargo, debe tenerse muy claro una cosa: toda la obra realizada con un alcance más grande de la localidad está absoluta y completamente en manos del obrero y no en manos de ninguna iglesia local. Una iglesia local sólo puede ser responsable por la obra que se lleva a cabo en su propia localidad. Por ejemplo, en cada localidad la obra del evangelio, la obra de edificar a los santos, y la obra de la visitación y enseñanza son responsabilidades de la iglesia local. Todos los obreros que vayan allí a laborar deben someterse a esa iglesia local. Pero la obra que tiene un alcance más grande de la localidad, la obra pionera, no pertenece a ninguna iglesia local. La iglesia en Taipéi no puede enviar a un hermano a la iglesia en Shindien para que edifique a la iglesia allí. El Señor no le ha dado a la iglesia el derecho de realizar tal obra. Sólo los apóstoles comisionados y los obreros del Señor tienen el derecho de realizar tal obra de alcance más grande de la localidad. Tales obras están en manos de los obreros. Ésta es la relación que existe entre la iglesia y la obra. Si sabemos esto, veremos claramente los límites cuando tratemos ciertos asuntos. Sólo entonces podremos decir que determinado asunto le pertenece a la iglesia y que otro asunto les pertenece a los obreros y a la obra.

  A veces un colaborador de más edad o de mucha experiencia puede venir a nuestra localidad. Los ancianos deben tener claro si él viene o no simplemente como un hermano. Si él tiene un don para ejercitar aquí, o si siente la carga o la dirección de laborar aquí es otro asunto. Es un hecho que la administración de una iglesia local todavía está en manos de los ancianos. Por lo tanto, ningún obrero, por experimentado o espiritualmente avanzado que sea, puede reemplazar a los ancianos y asumir la responsabilidad de la iglesia.

  En algunos lugares, debido a que los ancianos no tienen claro este límite, cuando un colaborador de más edad viene a la iglesia, ellos rápidamente le ponen en sus manos todas sus responsabilidades. Es como si dijeran: “Usted es una persona de más edad y sabe cómo tomar la delantera; por favor, asuma la responsabilidad del liderazgo”. Les pido que entiendan que ése no es un concepto acertado. El apóstol Pablo nunca actuó de esa manera. Ninguno de los apóstoles ha actuado jamás de esa manera. Es otro asunto si un apóstol es guiado por el Señor y se queda por un período más largo en un lugar donde hay necesidad, y entonces él llega a ser también un anciano en esa iglesia local. Pero él jamás puede asumir la responsabilidad de la iglesia en la posición de un apóstol y en calidad de obrero. Lo máximo que puede hacer es llegar a ser uno de los ancianos y coordinar con los demás ancianos en calidad de anciano para llevar juntamente con ellos la responsabilidad de esa iglesia local. Si los ancianos pueden aprender a entender este límite, la iglesia ciertamente se beneficiará grandemente.

X. LOS LÍMITES ENTRE LA IGLESIA Y LAS DENOMINACIONES

  La distinción entre la iglesia y las denominaciones es también otro tema muy amplio. Simplemente les diré esto con franqueza: en el cristianismo hay unas cuantas cosas que pueden darnos dolores de cabeza. Una de ellas es la afirmación de que todas las iglesias son más o menos lo mismo. En algunos lugares incluso los ancianos de la iglesia dicen esto. Cada vez que escucho esto, les digo sin rodeos a estos hermanos: “Si todas las iglesias son más o menos lo mismo, ¿por qué vino usted aquí para ser un anciano?”. Ellos quizá digan: “Porque ésa fue la dirección del Señor, y también fue algo dispuesto por los hermanos. Yo no pude negarme. Pero para mí todas las iglesias son más o menos lo mismo”. ¡Oh, hermanos, un anciano jamás puede decir que todas las iglesias son “más o menos lo mismo”! Si la respuesta es sí, diga que sí; y si es no, diga que no; pero nunca diga que todas las iglesias son “más o menos lo mismo”. Si todas las iglesias fuesen más o menos lo mismo, no deberíamos empezar otro grupo para que se sume a tantos otros grupos que hay. Los ancianos entre nosotros que asumen la responsabilidad en las diversas iglesias locales deben decir que la diferencia es muy vasta. ¿Qué es una iglesia, y qué es una denominación? Éste es un límite de crucial importancia.

  A algunos les resulta muy difícil aceptar estas palabras. Cuando oyen esto, se sienten muy incómodos. Pero quisiera decirles humildemente a los hermanos y hermanas que todos los que encuentran difícil oír estas palabras son los que sufren pérdida. Si usted no puede ver la diferencia entre la iglesia y las denominaciones, usted mismo será el primero en sufrir. El sufrimiento de la iglesia será secundario.

  No podemos decir jamás que una denominación sea la iglesia. Lo único que sí podemos decir es que dentro de esas denominaciones están nuestros hermanos y hermanas, y personas que son parte de la iglesia. Ellos son elementos de la iglesia; son miembros del Cuerpo de Cristo. Pero no podemos decir que una denominación sea la iglesia. De lo contrario, usted encontrará extremadamente difícil tomar la delantera en la iglesia. Espero que todos los hermanos responsables en todas las iglesias locales tengan claro este asunto. También espero que ninguno que esté confundido en cuanto a esto sea nombrado anciano, porque esto causará dificultades en la administración en el futuro. Podemos afirmar que este asunto da origen a muchísimos problemas. A fin de administrar la iglesia, debemos ver aquí una distinción. Hoy en día todos podemos ver la diferencia entre la Iglesia Católica y las iglesias protestantes, pero no debemos detenernos ahí. Además de esto, debemos ver la diferencia que existe entre las diversas denominaciones y las iglesias que el Señor ha establecido en cada localidad de la tierra. Debemos tener muy claro el límite en cuanto a este asunto, o evitar hablar de la administración de la iglesia.

XI. LOS LÍMITES EN CUANTO A LA VERDAD

  Aún nos queda por conocer otro límite, el límite en cuanto a la verdad. El asunto de los límites está absolutamente relacionado con el conocimiento. Los ancianos deben tener un buen conocimiento de la verdad. Ellos deben ser capaces de trazar el límite de cada una de las verdades. De ese modo, les será muy fácil identificar las herejías y las enseñanzas erróneas.

  Los hermanos responsables de la administración en la iglesia no necesariamente necesitan usar todas las verdades, pero sí necesitan conocerlas. Es como la búsqueda del conocimiento: ciertos conocimientos han de aplicarse, mientras que otros han de usarse en un tiempo posterior. Lo mismo se aplica al entendimiento de la verdad. Lo que usamos diariamente para impartir un suministro a los hermanos y hermanas y para aplicar en la iglesia puede consistir en solamente unos pocos asuntos muy prácticos y espirituales que están llenos de vida; es posible que no necesitemos usar los otros asuntos de la misma manera. Sin embargo, aún tenemos que conocerlos y debemos guardarlos para un uso posterior.

  Sabemos que nada de lo que Dios ha creado es sencillo. El hombre, por supuesto, no es nada sencillo, puesto que externamente se compone de piel y carne, e internamente, de músculos y huesos. Además, están los órganos internos, como el corazón y los pulmones, y muchos otros órganos. Incluso una sandía es compleja. Cuando comemos sandía, no necesariamente nos comemos toda la sandía. No nos comemos la cáscara, ni las semillas ni las partes fibrosas. Sin embargo, la sandía aún necesita estas cosas; sin las semillas y la cáscara, la pulpa no podría crecer. Pero lo que es útil es únicamente la pulpa de la sandía. Los ancianos deben conocer la verdad de la misma manera. Ellos deben conocer la verdad en todos sus aspectos. Aunque sólo usen ciertos aspectos de la verdad y no usen mucho los demás aspectos, con todo, deben retenerlos. Estos últimos aspectos serán de ayuda y salvaguarda a nuestra aplicación. Por lo tanto, todos los que administran la iglesia deben conocer la verdad en sus diversos aspectos.

  Clasificar es un requisito básico para conocer cualquier asunto o para conocer las verdades. Independientemente de qué asunto o verdad deseemos conocer, debemos primero clasificarlo. Usted quizás no entienda algo al comienzo, pero una vez que lo clasifica, llega a entenderlo claramente. Por ejemplo, supongamos que alguien da un mensaje hoy. ¿Cómo clasificaría dicho mensaje? Una vez que lo clasifique, lo entenderá. Cuando usted realmente sepa clasificar la verdad, sabrá con certeza si un mensaje es útil para los hermanos y hermanas. Asimismo podrá decidir si un mensaje puede ser aceptado o no. Por consiguiente, esto está absolutamente relacionado con la administración de la iglesia.

  Si los ancianos no pueden trazar la línea en cuanto a la verdad, pondrán a la iglesia en peligro cuando ella reciba el suministro del ministerio de la Palabra. Por supuesto, en un lugar tan pequeño como el que tenemos hoy en Taiwán, todos están en comunión unos con otros, y la situación es más fácil de manejar. Pero en otros lugares, sería muy difícil. Cuando todos están separados unos de otros por enormes distancias, y cada lugar tiene que asumir la responsabilidad por sí mismo, ¿cómo debe decidir la iglesia qué ministerio de la Palabra y qué ministros de la Palabra debe recibir? Para ello es necesario que los ancianos sepan trazar los límites en cuanto a la verdad. Usted no puede decir: “Puesto que él es un predicador y lo que dice se basa en las Escrituras, podemos aceptarlo”. No. Ustedes deben clasificar lo que él predica y trazar el límite en cuanto a ello. Deben determinar la categoría a la que pertenece su mensaje, y definir los límites. Si ustedes pueden trazar los límites y categorizar de esta manera, de inmediato podrán darse cuenta si el mensaje representa un riesgo o si será de ayuda. Esto será una gran salvaguardia para la iglesia que ustedes administran.

  En algunos lugares la condición de la iglesia me aflige en gran manera. La razón es que los hermanos responsables no saben cómo trazar los límites en cuanto a la verdad y no clasifican la verdad. Así que la iglesia descuidadamente invita a personas a que prediquen y enseñen. El resultado es una completa confusión, destrucción y división. Éstas son grandes consideraciones en la administración de los ancianos.

XII. LOS LÍMITES ENTRE LOS HERMANOS Y LAS HERMANAS

  Existe otro límite que debe ser guardado de forma estricta. Éste es el límite entre los hermanos y hermanas. Esto es también un límite muy crucial. Hay algo que debemos reconocer: mientras los cristianos viven en la tierra hoy, el lugar donde ellos tienen la mayor oportunidad para contactar el sexo opuesto es la iglesia. Los hermanos y hermanas están juntos en las reuniones, en el servicio, en la predicación del evangelio y en la labor de salir a testificar. Por esta razón, en la administración de la iglesia, los ancianos deben trazar un límite entre los hermanos y hermanas. Éste no es un límite de separación, sino de distinción. Este límite nunca debe ser eliminado ni anulado. Cada vez que anulen este límite, acarrearán grandes problemas.

  En el cristianismo hay algunos que son fervientes y tienen poca experiencia espiritual, quienes sugieren: “Todos somos hermanos y hermanas en el Señor. Puesto que todos somos espirituales, no es necesario hacer distinción entre hermanos y hermanas”. Quiero decirles a los hermanos y hermanas que he visto el fruto de tales conceptos, y mucho más he oído de tales cosas. Le traen incalculables problemas a la iglesia. En algunos lugares son los ancianos quienes cosechan y comen de su propio fruto por haber conducido a la iglesia por ese camino. La manera en que ellos llevan a cabo la administración es hacer que los hermanos y hermanas no tengan ningún límite que los distinga. Esto está absolutamente equivocado.

  Mientras vivimos en esta tierra y en nuestra carne, de ningún modo debe usted creer que el límite entre los hombres y las mujeres puede ser abolido; no existe tal cosa. Ésa es una enseñanza del diablo. En algunos lugares algunos enseñan que todos somos espirituales, y que hablar de guardar un límite entre hombres y mujeres es tener pensamientos impuros. A algunos les falta poco para condenarme al decir que es debido a mis pensamientos sucios e impuros que les estoy hablando de guardar los límites entre los hermanos y hermanas. No. Aunque miles de personas se levantaran en mi contra para decir que mis pensamientos son impuros, yo aún me pondría en pie para decirles que debe haber un límite entre los hermanos y hermanas. Los ancianos en cada localidad deben establecer un límite muy firme entre los hermanos y las hermanas; nunca deben eliminarlo.

  Gálatas 3 dice que en Cristo ya no hay distinción entre el varón y la mujer; pero en 1 Corintios 11 y 14, dice que en la iglesia aún debemos identificar el límite que hay entre el hombre y la mujer. En Cristo no hay distinción entre el varón y la mujer, pero en la iglesia todavía existe una distinción entre el varón y la mujer. Si en la iglesia no hacemos ninguna distinción entre el varón y la mujer, entonces Pablo en realidad está contradiciéndose en 1 Corintios 11 y 14, porque allí claramente dice que los hermanos no tienen que cubrirse la cabeza cuando oran, aunque las hermanas, sí. Además, las hermanas no deben hablar en la reunión. Con esto se puede ver que en la iglesia todavía existe una distinción entre el varón y la mujer.

  Algunos me han consultado con mucha seriedad: “Hermano Lee, ¿por qué la iglesia aún no se conforma al nivel de esta era? En la mayoría de las reuniones sociales de hoy, los hombres y las mujeres se sientan juntos. ¿Por qué los hombres y las mujeres se sientan por separado en las reuniones de la iglesia?”. Queridos hermanos y hermanas, ustedes no pueden negar que David amaba al Señor más que ustedes y era más espiritual de lo que ustedes son. Pero incluso David pudo caer. ¿Cuánto más no podemos caer nosotros? Hoy todavía estamos en la vieja creación, y todavía es posible que caigamos. Dios no ha eliminado los límites entre el varón y la mujer en la iglesia. Cuando ustedes y yo administramos la iglesia, no debemos dar la impresión de que todos estamos en el Señor y que, por tanto, no importa si somos hermanos o hermanas. Este pensamiento de que no hay diferencia es perjudicial y nunca debe permitirse. Debemos aprender a trazar un límite respecto a esto.

  Ahora les he presentado a ustedes estos doce límites. Si los ancianos saben trazar estos límites, su administración de la iglesia será estable, clara y apropiada, y podrán conducir por el buen camino a toda clase de personas y cosas. De este modo, la iglesia tendrá la verdadera administración y edificación.

Biblia aplicación de android
Reproducir audio
Búsqueda del alfabeto
Rellena el formulario
Rápida transición
a los libros y capítulos de la Biblia
Haga clic en los enlaces o haga clic en ellos
Los enlaces se pueden ocultar en Configuración