
Lectura bíblica: 1 Jn. 2:13-17; Fil. 1:19-21a; Ef. 4:12, 16; 2 Ti. 4:7-8, 18b
En este entrenamiento que damos para los santos que trabajan, siento una pesada carga. Hay muchas cosas que quisiera decirles. Esta noche quisiéramos considerar la relación que existe entre los santos que trabajan y la nueva manera en el recobro del Señor. Recientemente, escuché decir que los santos que trabajan son la columna vertebral de la iglesia. Creo que esa descripción es la más adecuada. Los santos que trabajan son la columna vertebral de la iglesia. Cuando un hombre tiene problemas de columna vertebral, tiene problemas en todo su cuerpo. Los santos ancianos cuidan mucho su espalda. La columna vertebral es una parte muy importante del cuerpo humano. De la misma manera, los santos que trabajan son muy importantes en llevar a cabo la nueva manera en el recobro del Señor.
La economía de Dios consiste en que Él mismo se imparta en Su pueblo creado y escogido para que ellos sean regenerados y lleguen a ser Sus hijos y miembros de Cristo mediante la transformación, la conformación y, finalmente, la glorificación. Cuando todos ellos se reúnen, conforman el Cuerpo de Cristo para expresar al Dios Triuno por la eternidad. Hablando con propiedad, el recobro del Señor es nada menos que la economía de Dios. Esta nueva manera en el recobro es sencillamente la manera de practicar la economía de Dios. Por lo tanto, la nueva manera no simplemente consiste en predicar el evangelio y conducir a los pecadores a que crean en el Señor y sean salvos. Eso es únicamente la etapa inicial. La nueva manera consiste en llevar a cabo la economía de Dios, comenzando con la impartición de Dios hasta lograr Su expresión.
Esta manera es una que nos exige laborar, luchar y esforzarnos. Yo mismo en lo profundo de mi ser siento que según mi experiencia de los pasados tres años y medio he tenido que laborar y esforzarme mucho. No es sencillo encaminar una iglesia tan grande como la iglesia en Taipéi para que siga la nueva manera. Pero esta noche desde lo profundo de mi corazón le doy gracias al Señor por Su gracia. Todos debemos inclinar nuestras cabezas y adorarlo, pues la iglesia en Taipéi va ahora por buen camino. La asistencia a la reunión de esta noche es prueba de que todos estamos en el camino correcto. Lo que necesitamos en el recobro del Señor hoy son los santos jóvenes y de edad mediana.
El primer requisito para ser un “santo joven o de edad mediana” es crecer en la vida de Dios. Tras tres años y medio de experimentación, he encontrado que después que una persona es bautizada, debemos invertir por lo menos de cinco a seis meses para alimentarla a fin de que sea estable y haya dejado en cierta medida la etapa de infancia. Ustedes que están aquí sentados esta noche tienen que reconocer que han crecido en la vida de Dios. Cuánto más debieran crecer es otro asunto; no obstante, es un hecho que todos ustedes han crecido.
El maligno se refiere a aquello que es pernicioso y dañino, que afecta a otros, influyendo en ellos para hacerlos malignos y despiadados; es la malignidad personificada. Satanás, el diablo, es esta persona maligna, en cuyo poder el mundo entero yace (1 Jn. 5:19). Vencer al maligno es la característica de un santo que ha crecido y es fuerte (2:13b). Él ha sido nutrido, fortalecido y sustentado por la palabra de Dios, la cual permanece y opera en él para oponerse a Satanás, al mundo y a toda la concupiscencia del mundo.
El tercer requisito de ser un santo joven o de edad mediana es ser fuerte (v. 14b). Debido a que los santos son fuertes, ellos pueden vencer al maligno.
Los santos son fuertes porque la palabra de Dios permanece en ellos (v. 14). Cuando un hombre tiene su estómago vacío y está hambriento, sin duda estará débil; no habrá posibilidad alguna de que esté fuerte. Pero si come, le volverán las fuerzas y será fuerte. A fin de que ustedes sean fuertes hoy, necesitan alimentarse de la palabra de Dios. Sin la palabra de Dios, es imposible que una persona sea fuerte.
Satanás, a fin de ocupar al hombre, utiliza la religión, la cultura, el comercio, el entretenimiento y otras cosas para poner al hombre bajo su sistema. Estas cosas se convierten en un sistema mundano que se opone a Dios. Todo este sistema satánico yace en el maligno. No amar al mundo es la base para vencer al maligno. Si amamos el mundo, aunque sea un poco, esto le dará al enemigo la oportunidad de derrotarnos y capturarnos (v. 15).
No sólo debemos rechazar el mundo y las cosas que están en el mundo en el aspecto negativo, sino que, en el aspecto positivo, debemos hacer la voluntad de Dios (v. 17). No hacemos la voluntad de Dios como si fuera sólo nuestro empleo secular. Para nosotros, la voluntad de Dios debe ser algo excelente que ponemos en práctica todo el tiempo. Si queremos hacer la voluntad de Dios hoy, tenemos que practicar la nueva manera.
La economía de Dios hoy no solamente necesita santos jóvenes y de edad mediana, sino también santos que son padres. En la iglesia en Taipéi, hay muchos santos jóvenes y de edad mediana, y también hay muchos santos que son padres.
Los santos que son padres son aquellos que son maduros en la vida de Dios. Ellos conocen a Aquel que es desde el principio (v. 13). Aquel que es desde el principio se refiere al Cristo eterno que era antes de la creación. La marca de un padre maduro y experimentado es que conoce a este Cristo eterno conforme a la vida. Cristo es Dios. Sin embargo, decir solamente que Él es Dios no comunica adecuadamente nuestro disfrute de Él. Tenemos que decir que Él es Cristo. La palabra Cristo nos habla del hecho de que es nuestro Salvador, de Su muerte en la cruz por nosotros, de Su resurrección, de que Él llegó a ser el Espíritu vivificante y de que ha entrado en nosotros con todos Sus elementos para ser nuestro disfrute. Los padres conocen a este Cristo eterno.
Los santos que son padres conocen al Cristo que era antes de todas las cosas, quien también es la Palabra de vida que estaba en el principio (1 Jn. 2:13; 1:1). Esta Palabra estaba con Dios en la eternidad pasada antes de la fundación del mundo; Él también era Dios (Jn. 1:1). En el tiempo se hizo carne. La vida está en Él. Esta Palabra es la persona divina de Cristo. Él es la definición, explicación y expresión de Dios. La vida está en Él, y Él incluso es la vida misma.
En 1 Juan 2:13 se nos dice: “Padres, [...] conocéis a Aquel que es desde el principio”. El verbo conocéis en el griego está en presente perfecto, lo cual denota que el estado producido continúa vigente. Los padres han conocido a este Cristo disfrutable mediante la vida interior, y continúan conociéndole. Conocerle así no ocurre una vez y para siempre, sino que es continuo y nos lleva hasta la madurez.
Tanto los santos jóvenes como los de edad mediana, así como también los santos que son padres, son lo que son hoy por lo que la gracia del Señor ha logrado. Este precioso logro del Señor se manifiesta en el tiempo, lugar y circunstancias en que estamos. También se manifiesta en la gracia que hemos experimentado y en la vida de iglesia en que hemos sido puestos. Ustedes pueden imaginar que si no hubieran nacido en esta era y en este lugar, con la provisión especial que Dios ha dado en su entorno, probablemente no habrían sido salvos. Nuestra salvación ciertamente se debe a la soberanía de Dios. Cuando yo era joven, a menudo adoraba al Señor por mi salvación. Él hizo que yo naciera en la provincia de Shandong en China en el siglo XX. Ése era un lugar que los misioneros occidentales visitaban con frecuencia. Mi madre era miembro de la iglesia cristiana de tercera generación. Incluso yo mismo asistí a una escuela cristiana. Doy gracias al Señor por cada uno de estos hechos.
No es extraño que una persona sea débil después de ser salva. Pero en Su recobro el Señor nos muestra una gracia especial. Las palabras que son liberadas son ricas y la verdad resplandece intensamente. Además, la iglesia es como un huerto donde crece la vida. Los hermanos y hermanas son como árboles frutales que crecen día a día en este huerto. Algunos han estado en este huerto desde que estaban en las reuniones de niños. Crecieron desde que eran niños hasta convertirse en ancianos que sirven en la iglesia. Por consiguiente, en tiempo, en espacio, en circunstancias, en gracia y en la iglesia, la gracia del Señor ha fomentado nuestro crecimiento y también nos ha perfeccionado. Hoy en día la iglesia está llena de santos jóvenes y de edad mediana, y también tiene muchos padres. Hoy Dios necesita a ambos grupos. Si ellos están presentes, la nueva manera saldrá exitosa. Pero sin ellos, la nueva manera tendrá problemas. No digo que fracasará porque Dios jamás fracasa. Si Él no puede lograrlo con ustedes, buscará a alguien más; pero tarde o temprano, lo logrará.
Hace tres años y medio, hubo algunos que querían servir en la iglesia en Taipéi, pero las oportunidades eran pocas. Ahora son demasiadas las oportunidades; sin embargo, son pocos los que sirven. Actualmente, hay aproximadamente diez mil santos que asisten mensualmente a las reuniones de hogar, a las reuniones de grupos pequeños y a las reuniones de distritos. Además de este grupo, hay aproximadamente diez mil santos que no están activos. Por otra parte, desde que empezamos en 1986 a predicar el evangelio al tocar a las puertas, hay veinticinco mil más que aún no hemos traído a la iglesia. Si añadimos el número de santos que no están activos al número de los que aún no hemos traído, hay treinta y cinco mil santos que requieren cuidado. ¿Quién va a cuidar de ellos? Además de las necesidades de estas personas, las reuniones de hogar, las reuniones de grupos pequeños, las reuniones de distritos y todas las demás reuniones tienen sus puertas abiertas de par en par. Las oportunidades nos están esperando. Por consiguiente, ahora hay muchas oportunidades y son pocas las personas.
Las reuniones y servicios en el pasado no brindaban suficientes oportunidades para que los santos sirvieran. En el pasado, por un lado, conducíamos a las personas a ser regeneradas y a crecer y, por otro, los privábamos de oportunidades para servir. Hoy en día las oportunidades abundan por doquier, comenzando con la predicación del evangelio visitando a las personas, continuando con las reuniones de hogar y terminando con las reuniones de grupos pequeños y las reuniones de distritos. Al mismo tiempo, la gracia del Señor nos está esperando allí. Si alguien no sabe cómo cuidar una reunión de hogar o a una reunión de grupos pequeños, la iglesia puede proporcionar la debida orientación y todos podemos aprender juntos. En las reuniones de distritos, todos pueden profetizar, hablar la palabra del Señor y hablar por el Señor. Incluso si ustedes dicen que no pueden hacerlo, la gracia está esperándolos para que aprendan y empiecen a hacerlo. Recientemente, muchos hermanos y hermanas que han sido salvos por sólo medio año han estado poniéndose en pie para profetizar en las reuniones, y las palabras que imparten son muy frescas. Ésta es una buena señal. Actualmente, las oportunidades para servir abundan en todo lugar.
La práctica de la nueva manera también les brinda a los santos la oportunidad de exhalar el aliento de vida, que es su deseo de servir al Señor. Cuando yo era joven, era difícil encontrar una oportunidad para servir. Yo asistí a los servicios de adoración desde mi juventud hasta que cumplí veintiséis años. Durante ese tiempo, nadie jamás me pidió orar, y nunca me atrevía a orar. Cuando tenía veintiséis años, asistí a una reunión de estudio bíblico. Un hermano mayor que estaba allí y me conocía sabía que yo amaba al Señor. En una de las reuniones, él llamó mi nombre y me pidió que ofreciera una oración. Por un lado, tenía miedo; pero, por otro, me sentí privilegiado. Todos nosotros que somos salvos y amamos al Señor tenemos el deseo de servirle. Tenemos un aliento que estamos deseosos de exhalar. Ahora la práctica de la nueva manera nos permite exhalar este aliento, este deseo de servir al Señor.
A fin de cumplir la necesidad actual del Señor, debemos primero recordar nuestras experiencias y visión pasadas. Creo que todos ustedes tuvieron en el pasado algunas experiencias y recibieron alguna visión. Ahora tenemos que recordarlas. En segundo lugar, tenemos que responder al Señor que nos atrae y llama. El hecho de que ustedes estén aquí hoy demuestra que el Señor interiormente los atrajo. Esta atracción incluye un llamado que nos pide cumplir la necesidad que el Señor tiene en la nueva manera hoy. Tercero, es imprescindible que renovemos el compromiso y consagración pasados. En el pasado muchos de nosotros tuvimos un corazón por el Señor y nos consagramos al Señor. Ahora necesitamos que estas cosas sean renovadas. Cuarto, es necesario apartar nuestro tiempo y de manera específica presupuestar nuestra vida cotidiana. Tenemos que establecer algunas pautas para nuestras vidas. En nuestra vida diaria debemos apartar algún tiempo para servir al Señor. Quinto, tenemos que suplir las diferentes necesidades de los santos. Tenemos las siguientes cuatro necesidades:
(1) Visitar a las personas para predicarles el evangelio y ganar algunos nuevos. La práctica de ir a tocar a las puertas para visitar a la gente con el fin de predicarles el evangelio es absolutamente correcta. No debemos dejar de hacerlo. El único problema es que en los años pasados visitamos demasiadas casas y salvamos a demasiadas personas. Necesitamos tiempo para permitir la digestión.
(2) Regularmente y sin falta ayudar a los nuevos creyentes en las reuniones de hogar. Ayudar a los nuevos creyentes a tener reuniones de hogar es una labor que debemos hacer regularmente. Debemos visitarlos al menos una vez a la semana.
(3) Aprender diligentemente a fin de ayudar a las reuniones de grupos pequeños. Todos los que han laborado en las comunidades saben que no es nada fácil conducir una reunión de hogar o una reunión de grupo pequeño. Especialmente los santos jóvenes, cuya experiencia en la vida humana no es rica, encuentran difícil ayudar a otros cuando se trata de problemas familiares o matrimoniales. Tenemos que aprender todas estas cosas. Para este propósito, la iglesia también debe dar adiestramientos de toda índole.
(4) Procurar seriamente ejercer nuestra función y profetizar en las reuniones de distritos. Esto también requiere mucho aprendizaje. Ahora que tenemos la Versión Recobro del Nuevo Testamento, esto debe sernos de alguna ayuda en el profetizar. Por ejemplo, en la Versión Recobro de la Biblia en chino hay una nota en Juan 3:16 que explica la palabra mundo. Un día yo me encontré con esta nota y me impresionó muchísimo. Esta nota describe al hombre desde la caída, cuando la serpiente inyectó el veneno en él, hasta la Nueva Jerusalén, en la que el hombre llega a ser la expresión eterna de Dios. Ustedes deben estudiar esa nota en casa y digerirla un poco. Después, deben practicar hablarla. De este modo, podrán ejercer su función y profetizar cuando vengan a las reuniones.
Nuestra vida consiste en vivir a Cristo; nuestra meta es la edificación del Cuerpo de Cristo; y el resultado de ello es recibir el galardón en el reino. Ésta es la vida gloriosa y la meta gloriosa para aquellos santos que practiquen la nueva manera.
(Mensaje dado por el hermano Witness Lee en Taipéi el 22 de mayo de 1988).